Partida Rol por web

Mientras Emyr y Thander hablaban con Faramis, los enanos hicieron su aparición en al tienda del comandante. Faramis les permitió entrar y les pidió que se sentaran junto a ellos. Les ofreció a todos algo de vino de su reserva personal y después les puso al día de lo que ambos grupos habían estado haciendo.

Emyr y Thander acaban de regresar de su viaje a Fornost y habían logrado recuperar el importante objeto de la misión a la que habían acudido: Estandarte del Rey Supremo que tan importante era para ellos. Aquel estandarte había sido propiedad de Elendil y había ondeado en la batalla de la Última Alianza, junto al estandarte de Lindon de Gil-Galad y el de Aldarion. Faramis lo había enviado de inmediato a Annúminas junto con las noticias que los dos exploradores le habían traído de la ciudad de Fornost, la cual había caído demasiado pronto. Faramis esperaba que el enemigo estuviera al caer y creía que no había que demorar mucho más la destrucción del puente. Pero las nefastas noticias y el Estandarte no eran lo único que habían traído consigo Faramis y Thander, un curioso perro marrón con algunas manchas blancas descansaba a sus pies cerca del fuego.

Por su parte, los dos enanos habían seguido las pesquisas de la plaga del Aullido que atormentaba la ciudad. Al primer caso de esta extraña enfermedad no tardó en seguir otros muchos y tras varias investigaciones habían supuesto que se trataba de un sabotaje, aunque todavía no tenían muy claro si se trataba de la carne, el agua, la leche, o que podía ser. Faramis les pidió que le pusieran al día de las investigaciones que habían llevado a acabo ese último día.

Me alegré de ver de nuevo a aquel par de enanos duros como la roca. Pero no era el momento de celebraciones así que mientras Faramis hacía las explicaciones mantuve el semblante más formal.

La guerra se empeñaba en pisarnos los talones y esta ciudad parecía tener su propio problema con la enfermedad de la que desconocía su existencia. Tomé un trago de aquel buen vino y esperé las informaciones de mis aguerridos compañeros.

Ver a Emyr y Thander alegró al joven enano. Ver que los dos estaban vivos y que habían cumplido reconfortó al enano después de varios días con la moral un poco baja. Las historias tendrían que esperar para más tarde. 

Vârkim explicó a su superior lo ocurrido el día y la noche anteriores cuando habían estado vigilando a los granjeros, las sospechas de ellos y como habían intentado seguir a uno de ellos, Niradân, sin sacar nada en claro.

Los enanos relataron como habían vigilado durante toda la noche al sospechoso del que más desconfiaban: Niradân. Había permanecido en su casa toda la noche salvo un momento en el que fue a la tienda de los enfermos para buscar a un sanador. Al parecer en busca de tratamiento para el resfriado que decía padecer, aunque algunos vecinos habían dicho a los enanos que se trataba de gripe roja en realidad. Nagredog comprobó la tienda de los sanadores una vez que Niradân la abandonó para asegurarse que todo seguía en orden, como así era.

Atendí a las explicaciones de los enanos, desconocía si ahora que estábamos libres nos asignarían alguna tarea relacionado con esto.

- ¿Necesitan una mano en esto? – Le pregunté a Faramis – Aunque no nos vendría mal poder descansar unas horas en una mullida cama nos prestaremos a lo que haga falta - Añadí

Thander escuchó toda la historia sobre la posible peste. Al parecer estaban sobre el buen camino pero no habían terminado de saber qué es lo que pasaba. Si había algún infiltrado del enemigo en el campamento mal asunto. No podían combatir en dos frentes, siendo uno de ellos el propio corazón del campamento.

Thander seguía dándole vueltas a la cabeza al hecho de que Azhrail no llegase a tiempo antes de volar el puente.

-Mi señor, quiero insistirle en la necesidad de que Azhrail llegue a tiempo. Sería una ayuda muy valiosa. Emyr puede echar una mano a los maestros enanos. Dadme tres caballos y partiré par atraer a Azhrail y sus hombres. Antes del amanecer de mañana estaré aquí con ellos y podré añadirme a la investigación de mis compañeros, señor.

Le daba mucha rabia que hombres tan leales que no consiguiesen llegar antes de tiempo.

Faramis escuchó la propuesta de Thander pero se negó de inmediato, primero con la cabeza mientras lo meditaba y luego dirigiéndose al ragger.

-No. No podemos arriesgarnos a perder más hombres y si Fornost ya ha caído y el enemigo está tan cerca como me habéis contado no podemos arriesgarnos a tener el puente en pie una noche más.

Iba en ese momento a atender la pregunta de Emyr para decirle que podían hacer antes de ir a descansar cuando un soldado entró por la puerta y le comunicó que Gurâ había descubierto algo en relación al caso que investigaban los enanos y requería de la presencia de todos ellos de inmediato. Faramis hizo extensiva la invitación a los recién llegados para que les acompañaran a ver que había ocurrido.

El día había amanecido ventoso y así continuaba, aunque había remitido en intensidad con respecto a días anteriores. Los gritos de los enfermos se escuchaban por todo Rood y crecieron en intensidad conforme se iban acercando a la tienda de los enfermos, que era a donde se dirigían.

Allí esperaba Gûra, con gesto serio de preocupación y enfado hablaba con un sanador que estaba cabizbajo y muy apenado.

-Echad un vistazo ahí dentro. -Les dijo cuando llegaron hasta donde estaban.

En el interior se acumulaba el hedor dulzón y corrupto de la muerte. Entre los cuerpos de cuatro soldados tumbados y ya difuntos, se encontraba el cuerpos del ayudante del sanador, degollado. Mucha sangre se fundía con la nieve que se colaba en la tienda alrededor de su garganta. Cerca de él, el cadáver bocarriba de un soldado, con el rostro congelado por el dolor, como el del resto de los enfermos. Su mano izquierda sujetaba débilmente un puñal que se hundía en su estómago. En este caso, la sangre no teñía la nieve a su alrededor.

Thander asintió a las palabras de Faramis y no volvió a decir nada al respecto. En ese momento apareció un soldado que requería la presencia de Faramis y suigió sus indicaciones. Cuando iban a entrar en la tienda se agachó para hablar con "flaco" mientras le acariciaba el lomo y le retenía para no entrar en el lugar:

-Debes quedarte fuera. No puedes entrar. En breve volvemos, pequeño.

El perro le miró como si no entendiese nada e hizo amago de entrar junto a Emyr al interior de la tienda, sin embargo la pierna de Thander le advirtió de nuevo. Con cara de no entender nada miró al ragger y cuando vió su rostro decidido terminó de comprender que él no era invitado al interior y se tumbó a la entrada de la tienda.

Cuando Thander entró con sus compañeros pudo ver la desolación en el interior de la tienda, pero antes de pronunciarse examinó el lugar, intentnaod hacerse una idea de lo acontecido.

Faramis expresó su disconformidad con lo solicitado por Thander. Esperaba una respuesta cuando reclamaron si presencia y este nos invitó a seguirle.

Fue entonces cuando me di cuenta de la dimensión de la epidemia pero… Había algo más inmediato aún. Un asesinato, parecía que se trataba de alguno de los colaboradores del sanados - ¿Alguien ha visto algo? – Dije mientras trataba de fijarme en los detalles.

Maldición, el espía había vuelto a actuar. Esta vez el sabotaje no era material sino que se había cobrado dos vidas directamente, y de una de un sanador. Maldito cerdo. La expresión del enano contenía rabia. Si hubieran conseguido descubrir algo igual se podría haber evitado esa muerte. Entro en la tienda con sus compañeros y observó la escena intentando sacar alguna pista o algún error que hubiera cometido el asesino.

Examinaron la escena del crimen pero todo era confuso. La primera impresión que daba era que aquel pobre enfermo desgraciado había apurado sus últimos momentos de vida para rajar la garganta del ayudante del sanador y después se había clavado a si mismo su propio puñal para terminar con el sufrimiento de la plaga. Algo totalmente comprensible si se tenía en cuenta la dura agonía a la que estaban sometidos los pacientes, ¿pero entonces por qué matar al sanador?.

Thander se aproximó hacia dónde se encontraba el cuerpo del asesino. Intentó reconocerlo de entre los soldados. Se había apuñalado con la mano izquierda por lo que debía ser zurdo. Observó el puñal y al asesino. Quizá tuviese algo que les diese una pista. Rebuscó en sus bolsillos y observó si llevaba alguno interior. Necesitaban identificar a aquel hombre para saber por dónde comenzar a buscar.

Mientras mi compañero se fijaba en el arma y lo que pudiese llevar encima. Había que repartirse las heridas y decidí comprobar si el cuerpo presentaba alguna otra señal de violencia, golpes, marcas de ataduras y cosas así.

- Otro si lo desea puede buscar huellas o algún objeto que no pegue en este lugar… - Dije por dar alguna idea

El enano se acercó al cadáver del sanador para observar la herida y si le faltaba algún objeto o había algo raro en el.

- Niradan, el tipo al que estuvimos siguiendo por la noche vino al campamento y estuvo con los sanadores. Igual habló con alguno de ellos en concreto o con alguno de los soldados. Comentó mientras comprobaba el cadaver.

Varkim se percató de que la herida del cuello de la víctima estaba hecha de izquierda a derecha, vista desde atrás. Es decir, había sido infligida por un diestro. Además el enano se percató de que había unas huellas entre el barro y la nieve del suelo que iban hacía una de las paredes de la lona.

Tander se fijó en el soldado pero no lo reconoció, debía ser uno de los milicianos de la ciudad de Rood. En los bolsillos no había nada, y lo único que portaba encima el fallecido era un colgante con forma de runa que Thander no pudo reconocer. Parecía un amuleto de protección o algo parecido, cosa bastante habitual entre los soldados.

Tras examinar el cuerpo del asesino, Thander quedó igual que al principio. Nada encontró entre los bolsillos de aquel hombre ni reconoció su rostro. Seguramente fuese un miliciano de Rood.

-Nada tiene este hombre que nos de un pista. Cogiendo el colgante se lo entrega a Faramis. Como muchos hombres confiaba su protección a los Valar en estos tiempos aciagos.

-¿Encontraron algo ustedes? Preguntó a sus compañeros

-Si, no creo que el sanador fuera asesinado por el guardia. Fijaos en el corte del sanador, parece como si le hubieran atacado desde atrás para cortarle el cuello. La persona que lo hizo tenía que ser diestra por la forma de la herida. Dijo mientras señalaba la herida y repetía con el dedo la trayectoria que debió seguir el arma ejecutora. Además, mirad estas huellas. El enano se levantó y empezó a seguirlas hasta una de las lonas de la tienda.

Siguieron las huellas que había descubierto Vârkim por el exterior, al otro lado de la lona, con el viento eran muy difíciles de seguir y al llegar al camino cerca de salida hacía Annuminas, más allá de los establos, las huellas desaparecían en una amalgama de pisadas que hacía imposible seguir rastreando.