Partida Rol por web

SISTEMA REOBOX

Sistema de control de reos peligrosos no permanentemente recluídos (que disfruten de régimen abierto)

* Mediante un proceso quirúrgico, un dispositivo se implanta en abdomen del reo, cerca de la columna.

* El implante hace llegar a un centro de control los parámetros fisiológicos del reo cono tensión arterial, pulsaciones y diferentes marcadores de los niveles de stress.

* El implante tiene un sistema de GPS avanzado y se está controlado continuamente. Transmite también datos de altitud y posición corporal.

* Es programable para que suene una alarma remota en caso de incumplir una premisa, como salir de un área concreta, no visitar cierto lugar cada día, o cualquier otra que se le ocurra al juez.

* La parte menos humana: Se pueden equipar con un un potente somnífero,o incluso con una carga explosiva en reos especialmente peligrosos que van a pasar un tiempo en semilibertad. Y se puede programar para ejecutarse si suena la alarma (o si suena un determinado tiempo...). Asimismo puede explotar con un código remoto si un juez lo autoriza.

Le había llamado hiena, pero no le importaba, no era la primera vez que lo hacían y en su día ya se informó sobre tal palabra. Las hienas eran unos grandes cazadores cooperativos, animales fuertes e implacables que acababan con los débiles de la manada ¿Qué tiene eso de malo? ¿No refuerza eso la manada? Desde luego que no le molestaba.

Riddick fue alzando los dedos, la cosa iba por buen camino, estaba negociando, todo un avance.

Sobre el primer punto, Smith movió afirmativamente la cabeza, no había nada que objetar. Le parecía lógica tal demanda. La segunda le gustó algo menos, no quería concederle el REOBOX si la misión fallaba, y se le traslució a la cara.

De todas maneras va a estar controlado... podría transigir...

Pero al llegar el tercer punto... no eso no podía ser. Le importaba literalmente una mierda Shuterland, pero admitir ese punto con testigos no se lo podía permitir.

-¡De ninguna manera!, dijo en cuanto lo hubo oído, acompañando sus palabras con un gesto de manos que las enfatizaba. Puedo transigir con los dos primeros puntos, pero no puedo darle una vida humana a cambio de su colaboración, miró a sus acompañantes poniendo cara de incrédulo. ¿Qué se ha creído?

Pero capullo, ¿No podrías lograrlo tú solito si eres "libre"? Vamos que si me pasa a mí, casi prefiero olerlo, rastrearlo y cazarlo... eso sí sería una satisfacción, no que me lo den atadito directamente en el plato...

Girándose de nuevo hacia Riddick le dice directo a sus ojos y señalándole con el índice: Considero que el poder salir de aquí, respirar de nuevo aire libre marciano, poder rehacer su vida... es un pago más que justo. Olvídese del último punto, es imposible.

Las posiciones estaban comenzando a enrocarse, pero no se podía decir que ninguno de los dos fuera ganando o perdiendo con claridad, se podrían considerar tablas. Y eso, ahora, le parecía aceptable...

Sin perder de vista a Riddick, escucho las palabras del señor Smith. "No tenía que haberle dejado El Arte de la Guerra al director. A este tipo le vendría bastante bien leerlo", me planteo, completamente en desacuerdo con la forma en la que está llevando esta conversación. Acostumbrado como parece estarlo a una posición de control dentro de su corporación, la negociación no tiene pinta de ser su punto fuerte. Enseña constantemente sus cartas y concede privilegios sin obtener nada a cambio.

De cualquier forma, al igual que éticamente esta prisión me parece uno de los antros más deplorables del universo, la oferta que le están haciendo al Chacal es, igualmente, una aberración. Ningún criminal va a rehabilitarse por el hecho de que alguien le amenace con acabar con su vida. Y mucho menos Riddick. Al contrario, lo único que se puede conseguir es que trate de librarse de la amenaza y se vuelva aún más peligroso.

Toda esta misión está profundamente podrida. La prisión con sus métodos inhumanos que dicen buscar castigar a los reos, olvidando que el castigo tiene por finalidad el aprendizaje del que lo sufre; Riddick con sus exigencias de venganza después de haber matado a cientos de personas; Smith, las megacorporaciones y su cinismo tratando de mantener una fachada de ética cuando son capaces de pactar con el diablo para salirse con la suya, ignorando completamente el bienestar del resto de la gente... Todo este sistema está tan corrupto que casi puedo llegar a entender el genocidio del terrorista que tenemos ante nosotros.

Durante solo un instante me permito desviar la atención de Riddick y dirigirla a Adama, a Crichton y a Johnston, preguntándome qué pensarán de todo esto y, sobre todo, cuál es el papel del comandante en esta misión.

Aunque no tuviese el mando real de la negociación, mi pequeño carroñero estaba en cierta medida disfrutando de todo esto. Al fin y al cabo nos estamos acercando a un trato y ese era su objetivo. Si yo negocio es que me interesa salir, solo falta ver el precio que pongo a mi libertad.

Por su rostro adivino que no tiene problema alguno con el primer punto, aparte de ser probablemente el único en el cual iba a ser inflexible. Haga lo que yo haga, mis hermanos no deben sufrir daño alguno. Cuando comento el segundo, parece que se haya tragado algún tipo de fruta con un sabor especialmente desagradable, pero al final parece aceptar en cierta medida el hecho de dejarme suelto aunque todo se vaya a la mierda. Interesante... no tiene demasiado problema en dejar a alguien como yo ahí fuera. ¿Realmente cree que un GPS podrá tenerme controlado?

Entonces es cuando llegamos a la parte interesante, cuando alguien que es capaz de matar de hambre a familias enteras, o de romper toda regla civilizada en el trato al trabajador, tiene problemas en autorizar una simple ejecución sumaria, al menos delante del publico que tenemos. Le miro sin perder en ningún momento mi sonrisa, sabia que no lo aceptaría, es más... es mi manera de estar seguro de que aceptara todo lo demás. Así cree que estamos en tablas, él cede, yo cedo... o al menos eso puede parecer. Ademas, soy quien soy por un buen motivo, quiero que el Viejo sepa que estoy libre... quiero que sienta la necesidad de mirar a cada momento por encima del hombro, a sabiendas de que es muy posible que la próxima vez este allí. Justo al borde de su visión, listo para abrirlo en canal.

Cuando termina toda su perorata y sus gestos, que parecen mas para la galería que otra cosa, ladeo ligeramente la cabeza mientras mi sonrisa vuelve a ensancharse y mis ojos brillan de nuevo peligrosamente. Con las manos aun en la misma posición y con los tres dedos levantados, levanto lentamente el cuarto, el meñique. Desvió mi mirada hasta él y después a la hiena. No hace falta decir que me guardo uno mas, uno para mas adelante... tanto si él quiere como si no.

Tras ese breve gesto, dejo caer mis manos de nuevo frente a mi, con el leve chasquido metálico cuando ambas muñecas se encuentran. - Supongo que, por ahora, con eso tendrá que valer. Acepto. -

El alcaide Johnston, que había permanecido en silencio durante toda la conversación, consciente de que cualquier intervención por su parte no hubiera hecho sino hacer aún más difícil un acuerdo, deja escapar una especie de gruñido. No se sabe si es de disgusto o no.

Pero alza un puñado de papeles que lleva en la mano e intenta llamar la atención de los presentes para algo:

- Si esto ya está arreglado, debemos cumplir un pequeño formalismo más, algo meramente burocrático – avanza hacia la bandeja deslizante que cruza el cristal blindado y deposita en su cubeta algunos de esos papelajos, que todo el mundo considera completamente obsoletos en un mundo en que todos los contratos están informatizados y se cumplimentan mediante firma electrónica-biológica – Antes de liberar un preso que pueda ser visto por ahí, necesito que firme un documento oficial mediante el que se compromete a colaborar con la justicia en calidad de confidente – extrae una estilográfica del bolsillo de su chaqueta, uno de esos caros bolígrafos de inyección electrónica de tinta capaces de escribir incluso en condiciones de ingravidez, y lo echa también en la bandeja – Como pueden imaginar, estos documentos no tienen por qué hacerse públicos nunca si todo va como debe… pero en caso de que el Chacal cometa nuevos delitos o atentados ahí fuera, quiero tener las espaldas cubiertas a todos los niveles. Pueden llamarlo instinto de supervivencia si quieren.

Es decir que no le basta con haber llegado a un trato con Mr. Smith, quiere un seguro adicional por si el preso se porta mal y esto llega a la prensa. Bueno, tampoco es para recriminárselo viendo el talante del adorable individuo.

-Excelente, excelente, trato hecho pues. No era el mejor de los acuerdos, pero le valía. Lo importante era la resolución positiva de la misión y, lamentablemente, necesitábamos la colaboración de ese despreciable individuo.

Sonrió al ver al alcaide con los papeles. ¿No se fía del Chacal y de mí?... no me lo explico...
-Confío que nunca sean necesarios y esto no se haga público. Tenemos un trato de caballeros -se atrevió a decir en el colmo del cinismo- Realmente era difícil de preveer su sentido del humor.

-Bien alcaide, pues en ese caso, formalismos cubiertos, nos llevamos al señor Riddick de vuelta a la nave. Por favor haga los preparativos.

El alcaide, ese cabrón psicópata que dirige a toda una panda de animales seducidos por el sadismo aquí dentro, emite un leve gruñido antes de avanzar hasta el cristal blindado. El muy cerdo quiere un seguro adicional, con lo bien que me he estado portando aquí dentro...

Dice que es puramente burocrático, es decir salvar su asqueroso y jodido culo ante todo y por todo. Si ya de por si me daba asco, ahora siento como una parte de mi tiene ganas de arrancarle esa palpitante vena, que llaman yugular, a mordiscos. Pero el cristal blindado, es un recordatorio de que aun estoy aquí dentro... así que mis necesidades de saciar mi sed de sangre tendrán que esperar un poco mas.

Me acerco a la bandeja deslizante y extraigo los documentos y la estilográfica. Leo detenidamente el mismo para estar seguro de en que manera se esta cubriendo el culo antes de firmarlo. Suelto una leve carcajada ante su comentario sobre el instinto de supervivencia... - Debería cruzar este cristal alguna vez alcaide, entonces sabría lo que es el instinto de supervivencia. Lo suyo aquí se llama falta de huevos. - Con una amplia sonrisa me aparto del cristal para volver al sitio donde estaba antes.

Ignorando por completo la tosca provocación de preso, el alcaide Johnston espera ansioso a que éste firme el documento y lo devuelva. Tiene un gran valor para él. Por fin, la bandeja se desliza lentamente hacia fuera con su delicado contenido correctamente rubricado, ante la evidente expectación de todos los presentes. Todo el mundo parece tener ganas de que esto acabe.

El documento es un formulario oficial para la colaboración con las fuerzas del orden público, sean estas privadas o corporativas, pues recordemos que según la legislación vigente el gobierno unificado del ONUG sólo tiene el monopolio (cuanto menos nominal) del ya muy mermado poder estatal, siendo responsable de la imposición de la ley en la vieja Tierra… pero ha delegado esas funciones más allá de ésta, ante la abrumadora escasez de medios que imposibilitaba mantener en orden en el espacio. Así que en la gran colonia lunar, en el planeta Marte terraformado, o en el centenar de estaciones orbitales dispersas por todo el Sistema Solar, el ejercicio de la ley recae en las MegaCorporaciones.

En el contrato firmado que el alcaide Johnston recoge ahora con manos ávidas y dobla cuidadosamente para guardarlo en el bolsillo interior de su chaqueta, se emplea el término de COFO, las siglas que definen a un “Colaborador Oficial de las Fuerzas del Orden”. Pero en el fondo es lo mismo si lo llama un confidente, informador, ayudante o soplón… la cuestión es que se acepta trabajar estrechamente con ellos ofreciendo la ayuda que le requieren. Un plato de mal gusto para alguien como el Chacal, eso está claro, pero le va a servir para pasar al otro lado de ese cristal blindado, del mismo modo que lo han hecho esos papeles…

Palmeando con aire satisfecho sobre esos documentos a través de la solapa, Johnston se dirige al hombre de la corporación:

- A partir de ahora el Chacal es asunto suyo Smith. Única y exclusivamente su problema – sin embargo, en ese preciso instante el alcaide frunce el ceño y comenta en voz alta – Un momento… ¿Dónde está mi estilográfica?

Los movimientos son fluidos y perfectos, imbuidos de una furia asesina pero al tiempo asombrosamente precisos y bien planificados. Como siguiendo un esquema mental prefijado, está claro que esto se ha desarrollado antes en la mente del Chacal. Puede que muchas veces.

Primero dirige la pierna hacia atrás sin perder tiempo en volverse. Eso sólo serviría para alertar al guardia acorazado que tiene a su espalda y a fin de cuentas no necesita mirarle, sabe perfectamente dónde está, en qué posición y postura exacta. Le alcanza en la rodilla izquierda, sabiendo que tenía una casi imperceptible cojera al caminar, secuela de alguna lesión antigua. Entonces, tras un sonido sordo del pié descalzo contra el metal, los castigados ligamentos se resienten, la pierna se dobla y el guardia de prisiones queda desequilibrado.

Se tambalea hacia un lado, alza las manos para defenderse de la fiera salvaje que se le echa encima… y sin pensar aprieta el botón del control remoto que tiene en la mano, activando esos grilletes magnéticos que el reo lleva puestos. Pero lo que no ha previsto es que Riddick ya está justo sobre él, sonriendo con una mueca feroz y apuntando con la estilográfica hacia uno de los orificios de su casco integral presurizado. Uno de los pocos puntos débiles de su tecnificada armadura de combate… por cierto, la estructura metálica más cercana a esos grilletes magnetizados, que acaba de poner en funcionamiento con una fuerza de atracción increíble.

El chasquido que produce el caro bolígrafo al atravesar el visor es espeluznante. Pero aun es peor el extraño gorgoteo húmedo que emerge del casco cuando el hombre malherido, con la estilográfica desaparecida por completo dentro de su cráneo, empieza a convulsionar hasta que finalmente expira.

Aunque lo peor de todo, con diferencia, es oír el tono burlesco con que el Chacal, inmovilizado por muñecas y tobillos contra el metal que envuelve al cadáver, murmura entre dientes:

- Dale recuerdos de mi parte a tu hermano, cabrón.

Un silencio casi sobrenatural inunda la sala de visitas de la Prisión Orbital de Máxima Seguridad de Himalia.

El preso está reducido por sus grilletes magnéticos, pero se ha cobrado una sangrienta y cruel venganza por algún asunto personal que parecía tener con su carcelero. Aunque estrictamente, ya no es un reo de esta penitenciaría.

No desde que firmó ese documento que ahora atesora el anonadado alcaide, mientras contempla con horror la escena.

Johnston tarda unos minutos en acertar a usar su comunicador, para llamar a más guardias que se hacen cargo de la situación, sujetando entre cuatro a esa bestia asesina antes de desactivar los grilletes magnetizados. Sólo así pueden separarlo del cadáver de su compañero.

Es evidente el odio apenas contenido, aunque se cuidan mucho de tomar represalias con el reo, pues el alcaide se lo deja meridianamente claro: éste ya no les pertenece.

- Llévese ese pedazo de carne que ha comprado, Smith - gruñe entre dientes - Como ya le he dicho, ahora es sólo asunto suyo... pero ya han visto lo que pueden esperar de él.

Smith, instintivamente dio un paso atrás, donde estaba Rogers.

Dios mío, ese cabrón está como una puta regadera... ¡desgraciado!, con lo bien que íbamos y hace eso... ¿ahora que se iba?... claro, por eso mismo... acabó reflexionando.

Miró entonces por un momento a Rogers, levantando ambas cejas y con cara de preocupación. -Tiene un duro trabajo soldado... espero que esta escena le haya servido para aprender a no confiarse con este sujeto. Y a no tener piedad con él.

-Menudo hijo de puta nos llevamos ¿eh? Joder, ni se le ocurra quitarle los grilletes...

-Por cierto, antes de irnos me gustaría que me permitiese comunicarme con la nave para que vayan preparado el quirófano.

Las palabras de "El Chacal" me hicieron enmudecer. Como la mayoría de la población tenía claro que el universo sería un lugar mucho mejor sin las corporaciones, pero el hecho de que estas estuvieran implicadas en el mayor ataque terrorista de los últimos años era más de lo que se podía pensar. Pero una parte de mi daba crédito a la palabra del reo, una parte que había obtenido más peso desde que conocí a Smith.

Sin embargo todas mis dudas se rompen con la misma facilidad con la que Riddick asesina al guardia que tiene detrás. El hombre se ha ganado su apodo sin dudarlo, pues se mueve con una agilidad y una perfección que el resto no podemos soñar con alcanzar. El monstruo del carcelero y el inmoral de Smith parecen sorprendidos por el ataque, pero no se echan atrás con sus intenciones. Ese hombre sin escrúpulos va a pisar mi nave.

- Rogers, me temo que usted no se separará del reo salvo lo imprescindible y, cuando esto ocurra, su posición será ocupada por tres guardias de seguridad de la nave -ordeno haciéndome cargo de la situación- Mr Smith, el señor Riddick no puede poner en peligro al resto de la tripulación, por lo que se le mantendrá a buen recaudo en una habitación. No se si ya tiene pensado dónde puede quedarse, pero quiero todo listo para cuando llegue. Si no le importa, notifíqueme los detalles para informar a mis hombres de los preparativos -mi tono de voz es casi neutro pero no soy capaz de disimular la ira que siento por dentro. En el Aurora viajan grandes amigos, cuya vida peligrará por culpa de esa rata de Smith.

Smith mira a Adama sin poder acabar de quitarse la escena de la cabeza. Esa acción ha sido brutal, despiadada... no sabia bien por qué, paro había algo de atractivo en aquella acción. Mente y corazón no acababan de concordar en lo que respectaba a ese atroz acto... y le producía un cierto desconcierto.

Asiente las palabras de Adama dirigidas a Rogers, es lo que él mismo había pensado. Que sea su sombra.

-¿Tres hombres?, mejor cuatro o cinco... o todos, total, para lo que sirven en la nave... De hecho haría que Rogers también tuviera un refuerzo.

-Respecto al lugar... el camarote de Camile Wray sería óptimo, pensó por un segundo. No sé, quizás necesitemos el asesoramiento de Pentecost. El reo es mucho más peligroso de lo que pensaba. Pensaba que estaría más "domado" tras su larga estancia aquí.

-Cuando contactemos con la nave acabamos de definir el asunto.

Crichton, el piloto, no dice una sola palabra. Pero sus andares rebosantes de prepotencia y seguridad en sí mismo se han tornado en otros mucho más cautos y aquella media sonrisa de suficiencia se ha borrado definitivamente de su rostro. Tampoco es de extrañar, habría que tener mucho estómago para sonreir despues de lo que ha pasado.

Mi cuerpo aun esta pegado al guardia, los grilletes no me permiten ningún movimiento y aun así estoy tranquilo y muy a gusto, a pesar de la incomoda posición. Veo la estilográfica clavada hasta lo mas hondo del cráneo de este cabrón, noto como su sangre gotea lentamente manchando mis manos, el olor de la misma alcanza mis fosas nasales y aspiro con delicadeza su aroma, como un buen catador que prueba una cosecha de vino que lleva tiempo esperando degustar.

Las palabras a mi alrededor han dejado de tener sentido alguno, es este momento, este dulce momento donde mis necesidades de venganza se mezclan con esa parte primaria e instintiva de mi, lo que hace que todo haya valido la pena. Si soy capaz de saborear esta simple y absurda venganza, no soy capaz ni de imaginar el placer que sentiré cuando hunda mis manos en el cuerpo del Viejo. Lentamente noto como unos brazos me cogen con fuerza y como los grilletes son desactivados. Cuatro guardias me sujetan, pero el alcaide es claro: ya no soy su problema. Pongo mis pies en el suelo, dejando clara mi posición y mi postura. Aún encadenado les lanzo una mirada que deja claro que no tengo problemas en volver a matar.

Entonces escucho la palabrería de la hiena y desvío mis ojos al alcaide, no digo nada, solo sonrió... esperando que sea capaz de compartir esta macabra y negra broma. ¿De verdad va a dejarme con los grilletes? Como bien ha dicho ya no soy su problema y al pequeño carroñero ya no le debe nada. Y lentamente levanto las manos hasta la altura de mi pecho, esperando que sea capaz de entender que situación mas divertida podría darse... suelto por esa nave espacial. La voz de Adama corta ese instante con el alcaide, parece que hasta cierto punto ha sido capaz de mantener su mundo, o al menos de aparentar que así es. Da un par de ordenes, principalmente al que no me ha quitado ojo de encima en ningún momento.

Me encojo levemente de hombros. Así que él va a ser mi perro guardián... interesante, sin ninguna duda interesante. No ha dicho palabra alguna en todo el rato, pero sus ojos y su lenguaje corporal han dicho lo suficiente. Entonces levanto la voz lo justo para que llegue hasta ellos. - Creo que antes de mi liposucción y de que mis guardaespaldas vengan a buscarme, me gustaría un poco de carne. Poco hecha. Ya sabéis, el menú de este sitio no es lo bastante nutritivo - Espero que sean capaces de notar el sarcasmo en mi voz, al menos en lo referente a las peticiones a sus propios hombres o la nave... en cuanto a la carne, realmente me apetece un buen solomillo.

Sin embargo, por sorprendente que parezca, la única que permanece impertérrita es la secretaria y asistente personal de Smith, la rubia no siquiera ha pestañeado. No reacciona, como si para ella no hubiera ocirrido nada fuera de lo normal.

La pluma aparece en la mano del asesino como por arte de magia. Casi en ese mismo instante me pongo en movimiento, pero el cristal se interpone en mi camino. Si hubiera estado en la misma sala podría haberle parado, haber evitado que el guardia muriese. Mi velocidad habría servido allí donde la armadura del carcelero ha sido inútil. Pero estaba al otro lado del cristal blindado.

Sin parpadear, me quedo mirando cómo el Chacal se queda pegado a la armadura metálica del guardia muerto. Si por mi fuera, Riddick no tardaría en hacerle compañía. No me cabe la más mínima duda de que el vigilante corporativo mereciese su destino, como todos los que están en esta maldita estación, pero debería haber sido ejecutado tras ser juzgado por un tribunal, no por un terrorista carnicero en un vano acto de venganza.

Sin embargo, la actuación del asesino me ha servido para evaluar sus movimientos, medir sus fuerzas y su capacidad táctica. Conoce a tu enemigo. Si Riddick había cometido algún error en sus movimientos, había sido mostrar sus habilidades demasiado pronto.

Cuando llega el resto de los guardias y se llevan al asesino para preparlo y que nos lo llevemos a la nave, me doy la vuelta finalmente, pensativo.

En voz baja, sin que el recluso pueda llegar a escucharme al otro lado del cristal, me acerco a Smith y al comandante Adama.

- Tres hombres no son suficientes - le digo a Smith sin pestañear. - Ya se lo demostré en ese ascensor... Pero espero que tenga un buen motivo para haber venido aquí y sacar a ese tipo de la cárcel. No le deseo a nadie vivir en este infierno, pero alguien así no debería estar suelto en ningún lugar habitado... Ni siquiera con un REOBOX - añado refiriéndome al trato que acaba de acordar con el Chacal.

Me vuelvo hacia Adama.

- Comandante, supongo que su nave contará con celdas de contención. - Es una nave militar, después de todo. - Es probable que Riddick sea capaz de fugarse de casi cualquier prisión que conozca, pero no deberíamos ponérselo fácil. Me gustaría discutir con usted los protocolos de seguridad para ese preso en cuestión...

Finalmente, miro fijamente al alcaide, sin decirle nada, sencillamente esperando a que nos cedan el control del asesino. A partir de ese momento, no podré quitarle el ojo de encima.

El rubito cachas susurra algunas palabras dirigidas hacia la hiena corporativa y el viejo militar. Ha puesto mucha atención en que queden fuera de tu umbral de audición, pero puedes apostar a que iba sobre tí...