Partida Rol por web

Asiento en respuesta a la orden de Tight, obviando el usual "sí, señor" con el que normalmente le habría respondido. Sin embargo, no hago el menor movimiento al respecto, ni me vuelvo hacia Riddick para indicarle que nos vamos. En vez de eso, espero la respuesta de Cole.

Cuando el capitán nos habla de la estación no puedo evitar imaginarme una huida en desbandada en todas esas lanzaderas si ven aparecer a una nave militar de la ONUG. La Aurora tiene capacidad para perseguir a alguna de ellas, pero sin duda más de una escaparía. Salvo que a alguien le dé por rivalizar en estupidez y falta de moralidad con Smith y se ponga a derribarlas, claro, porque visto lo visto me puedo creer cualquier cosa.

Riddick demuestra una vez más que ha sido un acierto traerle hasta aquí. Su pregunta hace que Cole nos dé una información que se había callado hasta el momento. Niego con la cabeza, mirando al capitán casi con desesperación.

- Capitán, esto no es ningún juego - le digo a Cole con seriedad. - Ninguno de nosotros tiene el menor interés en tomar esa estación al asalto, pero si omite información como el código de esa muñeca, es fácil que las cosas se lleguen a torcer. - Frunzo el ceño ligeramente, imaginando el enfrentamiento en los pasillos que describió anteriormente. - He entrado en combate varias veces y he visto más muertes de las que me gustaría. Se necesita ser un tipo especial de persona para poder dormir después de eso, así que créame si le digo que no quiere tener en su conciencia las bajas que se puedan producir en esa estación. - Evito mirar a Riddick en este momento. Sé que hay gente que puede vivir con eso mucho mejor que otros. - Si hay algo más que necesitemos saber para llegar hasta Kaiju sin que hacerlo se convierta en una operación militar, le agradecería que nos lo dijese ahora.

Cole responde a la pregunta, de una forma inesperada. No puedo mas que desviar mi mirada desde sus ojos hasta la horrible muñeca, sin poder evitar una sonrisa cargada de cinismo. Un cabrón listo junto con un gran numero de incompetentes ¿En serio a nadie se le había ocurrido una pregunta tan simple?¿Es que pensaban que Kaiju iba a dejar a cualquier acercarse a su fortaleza sin ni siquiera hacerle un escaneo, simplemente porque sabia donde encontrarla? Empiezo a pensar que cualquier pregunta que se me ocurra por absurda y redundante que me pueda parecerme, merece la pena hacerla. Eso, o jugármela a que la siguiente vez a alguien no se le haya ocurrido algo tan simple como una secuencia para que el Olvido no te seleccione como objetivo hostil.

Joder, pero si la ONUG debe tener bases secretas a montones con protocolos de seguridad de ese estilo o simplemente bases militares con ellos. A nadie de toda la plana mayor del Aurora, inclusive ejecutivos, se le había pasado por la cabeza. Giro levemente el cuello para mirar a Tigh. Visto lo visto, uno podría imaginarse por que, aunque aun así eso no quita lo peligroso que es para todos este tipo de fallos.

Justo en ese momento interviene Rogers. Sus palabras sin duda reflejan quien es y el mundo en el que vive, uno que dudo sea el mismo que Cole. Este capitán nada en un mundo muy diferente, con unas reglas autoimpuestas por si mismo siempre que tiene la ocasión, lanzarnos contra el Olvido sin esos códigos podría haberle supuesto muchas cosas positivas para su futuro inmediato. Mas aun si consigue que nos destrocemos unos a otros y alguno de los que le tienen cogido por los huevos muere en el proceso. Así que dudo que le vaya a molestar en demasía el provocar unas muertes, si eso redunda en su beneficio. Al menos Rogers añade esa frase final, una que le obliga a responder le guste o no... aunque no esta de mas darle un poco mas de énfasis, sobretodo porque el brigada sigue siendo demasiado educado.

Suspiro con cierta fuerza. Dotando a ese gesto de fuerza y potencia por la forma de ejecutarlo, cuando por fin hablo mi tono no demuestra amenaza u hostilidad, solo una profunda certeza de que lo que digo se llevara a cabo, aun con todo en contra, lo convertiré en un hecho inmutable en su futuro. Casi como si fuera un vidente que sabe lo que ocurrirá si este hombre decide llevarme la contraria:

- Conteste Cole. Hágalo con todo detalle, porque si considero que ha puesto en peligro mi vida de forma deliberada y sobrevivo para contarlo... el próximo proyectil que use contra las MegaCorps sera su navío, con usted y ese grupo al que llama tripulación, en primera fila para ver el espectáculo.

El capitán James Cole se queda mirando al terrorista con una expresión de desconcierto. Parece completamente anonadado y ciertamente algo intimidado. Luego su mirada recorre fugazmente los rostros de los demás miembros de la tripulación del crucero de combate presentes en el puente de su nave mercante, como si esperase que fuesen a intervenir... pero ante el momentáneo silenco traga saliva y responde:

- N-no hay nada más que sea relevante, pueden creerme, Hannibal es un perro viejo que se las sabe todas, pero sus recursos son irrisorios comparados con el potencial bélico de una nave militar como la suya -asegura- Supongo que intentará sacarse algún as de la manga para salir de esta si se ve acorralado, como tomar rehenes o algo por el estilo... pero si no le ofrecen algo a lo que agarrarse acabará claudicando. No es de los que se sacrifican, si no de los que hacen cualquier cosa para sobrevivir. Como yo mismo, como casi todo el mundo, supongo...

Se queda observando al responsable del atentado de Mercurio y parece que a su manera intenta atar cabos:

- Así que los terroristas del MNM trabajan para las corporaciones...

Lucy ha estado tan callada como de costumbre, pero ahora parece tomar la iniciativa. Se aproxima al soldado con una sonrisa jugetona bailando en la mirada y un leve contoneo en sus caderas mientras camina, apenas perceptible pero por lo visto más que efectivo, pues el marine centra toda su atención en ella.

- Vamos, Matthew, no sea tan estricto con nosotros, estamos todos en el mismo bando -le sonríe de forma sensual- Seguro que nadie ve problema alguno en dejarnos pasar a ese carguero para colaborar en la investigación, al fin y al cabo ya lo han asegurado nuestros valientes marines -y añade- Estamos buscando al comandante Adama para compartir información sensible... muy sensible.

Y mientras lo mantiene distraído, el pulso de energía psíquica lo envuelve por completo sin que el marine lo advierta. Lo cierto es que esta joven apenas se parece ya a la muchachita tímida y siempre asustada de la Babylon-5, ha ganado confianza y seguridad en sí misma a una velocidad apabullante. Y fe en su poder.

Scott Matthew sonríe embobado y flanquea el paso a los dos asesores:

- Seguro que no hay problema alguno en que pasen -repite mecánicamente- La nave ya ha sido completamente asegurada y sus tripulantes están retenidos por dos de mis compañeros y el cabo Quaritch, con su exoesqueleto de combate...

Entonces parpadea y añade algo más de información, esforándose por ser complaciente.

- Aunque el comandante Adama ya no está a bordo del carguero -comenta casi de pasada- Hace unos minutos regresó al puente del AURORA. Iba solo.

El rostro de Cole es sublime, esa mezcla de desconcierto, de sorpresa ante las palabras pronunciadas... y un leve toque de miedo. El simple hecho de que necesite mirar alrededor para que quede claro que no voy de broma casi me hace sonreír, sino fuera porque eso rompería el momento de tensión que he creado especialmente para él. No hace falta mucho para que empiece a hablar, un suave tartamudeo al principio, para después largar como una puta barata en mitad del coito. Además de dar ciertos detalles sobre cómo es Hannibal que sin duda serán de utilidad cuando nos enfrentemos a él, en su terreno.

Mas cuando ya parecía que había acabado de hablar, decide soltar una perla de sus pensamientos sobre cómo funciona esto. Una simple frase, o media para ser exactos, que alcanza muy dentro de mí. Mis músculos se tensan prácticamente al instante, mientras algo dentro de mí se despereza de un largo sueño. La tensión reflejada en mi cuerpo pronto alcanza la mandíbula y cuando mi vista asciende para volver a mirar a Cole, hay pocos rastros de humanidad en ella. Esa parte negra y oscura que hay dentro de mí, que hasta ahora permanecía como un simple observador, ha sido despertada por el peor de los comentarios posibles. Una cosa es saberlo, saberlo a ciencia cierta que el pasado fue así, que nos utilizaron sin ser conscientes de ello... pero dejar que un bocazas y chivato como éste diga eso es algo que no pienso permitir, aunque eso implique romperle el cuello delante de los presentes.

Avanzo lentamente, paso a paso, en dirección al capitán Cole. Las facciones de mi rostro no han cambiado, mi mirada sin embargo refleja a las claras la bestia que se ha desatado en mi interior y mi sonrisa, esa fina línea sarcástica que se dibuja en mis labios, habla alto y claro sobre mis intenciones. Mi lenguaje corporal, probablemente cristalino para alguien como Rogers, canta una sinfonía de muerte y dolor... mientras lentamente esa tensión de antes desaparece para dar paso a algo mucho peor: la sed de sangre. Mis labios se separan para hablar de nuevo, en un tono bajo, similar a un susurro grave que destila rabia, ira y una acidez capaz de deshacer las placas del casco de esta nave.

- Repítelo. – el silencio enmarca la palabra. – Repite eso de que la MNM trabaja para las corporaciones… 

La última palabra es casi escupida por mi boca con tal grado de odio, que casi parece un puñetazo en pleno rostro mientras el rictus de mi cara cambia para mostrar al Chacal. Dejando claro que la amenaza genérica de hace un momento acaba de vovlerse muy real... para ser cumplida en este mismo instante y lugar.

Niego ligeramente con la cabeza, sin ocultar la decepción que me produce que la amenaza de un asesino pese más que una apelación a la moral. Han pasado siete siglos desde que alguien plantease una base ética común y objetiva para todos los seres humanos, pero la mayor parte de la gente sigue sin haberlo asumido. Aunque el capitán Cole no vaya a terminar de minar mi ya escasa fé en la humanidad, siempre es triste ver ciertas reacciones en la gente.

El capitán nos da un poco de información adicional sobre Hannibal, o al menos de su visión de Kaiju, pero cuando termina se le ocurre formular sus pensamientos en voz alta, demostrando que su intelecto no está demasiado por encima de su sentido ético.

No necesito conocer la historia de Riddick con Suther para saber cómo va a reaccionar ante las últimas palabras de Cole. Antes de que Riddick pueda moverse, me interpongo entre él y el capitán, aunque no tanto como para impedir que el asesino profiera su amenaza o que Cole palidezca al verle el rostro. Después de todo, si es tan idiota como para dejar volar sus palabras, lo menos que se merece es saber qué reacción van a causar. Tal vez así la próxima vez se plantee utilizar la cabeza antes que la lengua.

- Riddick - repito con voz serena, tratando de captar la mirada del asesino. Pero, como a todo depredador, no va a ser tan sencillo separarle de su presa. Doy un paso más hacia el lateral, interponiéndome en su campo de visión. - Estoy seguro de que Cole no pretendía ofenderte y que está a punto de disculparse - digo más para el capitán que para Riddick, esperando que tenga los dos dedos de frente que hacen falta para hacer que sus palabras sean convincentes. - De todas formas, es hora de irse - añado con serenidad, sin intención de moverme antes de que Cole hable y que Riddick relaje su postura. Por mucho que en otras circunstancias hablar así a este hombre pudiese constituir una sentencia de muerte, Riddick sabe que, mientras esté yo aquí, eso no va a ocurrir, y menos por una estúpida opinión dicha de manera irresponsable.

El capitán mercante James Cole no repite nada, de hecho no dice ni media palabra. Se limita a retroceder escudándose tras Rogers y Tigh, poniendo toda la distancia posible con ese terrorista psicópata...

Apenas he dado un paso hacia Cole cuando Rogers ya se ha interpuesto entre él y yo, con ese lameculos de Tigh a su lado, formando una barrera que impide mi paso. Mas mis ojos no se desvían de la presa, clavándolos en el capitán mientras saboreo el momento que se va acercando a cada paso que doy en su dirección, por mucho que él mismo retroceda lentamente alejándose de mi. La sonrisa se ensancha cuando percibo en el aire un olor especial, uno que llama a un mas a ese lado salvaje mio, a ese instinto que ha despertado. Miedo. Olfateo levemente el aire, casi como si estuviera saboreándolo, mientras mi sonrisa no ha perdido un ápice de su filo y mis ojos siguen mostrando a la bestia que soy.

El soldado habla, intenta apelar a mi nombre y cuando ni siquiera me giro para mirarle o prestarle atención se coloca justo delante mio, cortándome la linea de visión hacia el cadáver andante. Parpadeo ligeramente, doblo mi cuello lo suficiente para volver a clavar mis ojos en Cole antes de desviarlos y centrarlos en el brigada. - ¿Disculparse? - Mi sonrisa se ensancha, mostrando los dientes ligeramente. - Claro que se va a disculpar... va a quedarse afónico haciéndolo mientras lo despellejo vivo, soldadito. Hasta es posible que deje el micrófono abierto para que toda su tripulación le oiga hacerlo. Una y otra vez, y otra... - La brutalidad, la sed de sangre, no desaparecen de mis ojos ni un momento mientras siguen fijos en Rogers, para después desviarlos y centrar de nuevo mi atención en mi verdadero objetivo.

Intento avanzar pero este hombre, este soldado recto mas allá de toda duda, decide no moverse, obligándome a desviar de nuevo mi mirada hacia él. Los músculos de mi cuerpo se relajan levemente ¿Se preocupa incluso por un desecho como Cole?  Lo estupido de esa posibilidad, de ese simple hecho, me hace detenerme haciendo que mi mirada pierda parte de esa ansia asesina mientras comienzo a hablar. - ¿Que mas te da su vida Rogers? No es un miembro de la ONUG y menos aún de la Aurora. Solo es un contrabandista más... uno que opera fuera de la ley cuando le es útil. Nadie le echara de menos... y va a pagar por sus palabras, no te quepa ninguna duda. - Rogers no parece dispuesto a moverse, por algún estúpido sentido de la moral y la ética no me dejara matarlo, o al menos eso leo en la firmeza que exuda su lenguaje corporal y su mirada. Eso me hace replantearme pactos hechos no hace mucho, buscando la forma de saltármelos sin provocar un cambio radical en todo lo ocurrido hasta ahora. Midiendo acciones y reacciones, para saber hasta dónde puedo forzar.

Cole merece la muerte, ¿pero hasta que punto? Hay demasiadas cosas en jugo, no solo para mi sino para mucho otros de los cuales me preocupo. Ese cumulo de posibilidades coharta mis acciones, me guste o no.

Inspiro profundamente, dejando escapar el aire de mis pulmones con lentitud, casi como si estuviera tranquilizándome... aunque mi cuerpo esté lejos de ello. Noto el latir de mi corazón, no especialmente mas acelerado de lo que deberia, siento la ira acumularse en mis músculos y como ese instinto primario en mi cerebro me pide arrancarle las visceras a Cole y ahoracarlo con ellas. Aun así abro y cierro mis puños lentamente, apaciguando ese ansia, intentado contenerla lo bastante para no hacer algo inconveniente. Sin duda no lamentaría lo más mínimo el hecho en sí, pero sí las previsibles reacciones y consecuencias que podría ocasionar. Mi rostro no cambia, mi mirada tampoco, mas mis ojos ven sin ver durante unos segundos, en los que mi mente se evade para encontrar una solución. Una que, cuando llega, hace que mi sonrisa vuelva a aparecer. Diferente a la de hace un momento, pero sin perder ni un ápice de agresividad, mientras mis ojos se clavan en los de Cole.

Si, sin duda he dado con la manera de hacerte pagar. No es necesario ni siquiera que hable, la simple forma de mirarte, ya sin esa sed de sangre en ellos, deja patente esa indudable realidad. No saldrás de esta impune... ni por asomo. Tal vez no vaya a hundir mis manos en tu cuerpo ni a disfrutar de tus gritos de dolor ahora mismo, pero acabarás recordando este momento cuando tu fin llegue, de eso no te quepa duda.

Apenas pasan unos segundos, entre los que mi mente se evade la situación en busca de una solución, intentando de alguna forma no romper ese frágil equilibrio que se ha instaurado. Tiempo mas que suficiente para dar con ella.

Sin duda las palabras de Cole merecen algo mas que un simple escarmiento, o una disculpa como ha intentado mediar Rogers, pero si algo he aprendido en Himalia es que la paciencia es una virtud que merece la pena cultivar.

Ademas de que, sin poder evitarlo, una preciosidad de ojos verdes y melena negra se ha cruzado en mis pensamientos. Hacía mucho que no pensaba en ella, mas ahora que lo he hecho, algunas de sus palabras y consejos durante el tiempo que estuvimos juntos alcanzan de nuevo mi mente. Ella siempre aceptó que esta sed de sangre estaba en mi interior, pero también me intentó enseñar que a veces, usar la cabeza fríamente en lugar de desatar la ira puede llevar a soluciones que, sin duda, nunca hubiera logrado con la simple brutalidad.

Eres un Chacal, la brutalidad, la ferocidad, no son tus unicas armas.

Una sonrisa se muestra en mis labios cuando encuentro una solución a todo esto. Una que, aunque ya tenía en mente, sin duda ahora puede convertirse en algo aún mas satisfactorio. Cuando llegue el momento.

Una sonriente Lucy se vuelve hacia su mentor y le pregunta telepáticamente, ignorando al soldado Matthew:

- ¿Qué quieres hacer ahora? -inquiere sin pronunciar palabra- ¿Echamos un vistazo al carguero por nuestra cuenta o vamos al puente de mando para hablar con el comandante Adama?

Parece que se está divirtiendo con esto...

Me mantengo firme ante el avance de Riddick, sin dejar de mirarle ni un momento. Escucho sus palabras, dichas sólo para mi dado el volumen al que las pronuncia.

- Ya lo está haciendo - digo cuando asegura que pagará por sus palabras. - "El cobarde muere mil veces..." - le recuerdo citando a un antiguo escritor inglés. Incluso yo puedo sentir el miedo de Cole a mi espalda, así que para un depredador como Riddick, capaz de oler el miedo de sus víctimas, debe ser más que evidente.

El asesino deja escapar el aire que retiene en los pulmones, pero su ira sigue siendo palpable y se mueve buscando nuevamente la mirada del capitán. Acompaño su desplazamiento, interponiéndome nuevamente.

- ¿Merece la pena? - pregunto en un susurro. Sé que Riddick no llegará a acercarse hasta Cole, no conmigo aquí. Ni siquiera he hecho amago de coger el control de los grilletes que aún lleva, desactivados, en sus muñecas, pero no me hace falta. En el fondo, creo que puedo hacer entrar en razón a este hombre, o al menos quiero creerlo. Pero aunque no sea mi única baza, a la larga es la mejor carta que puedo jugar.

Durante un instante recuerdo la primera vez que estuve a solas con Riddick, ambos tratando de no mostrar al otro más de lo que creíamos conveniente. Pero, pese a esa desconfianza inicial y a nuestros ideales radicalmente diferentes, de alguna forma hemos llegado a conocernos y, en cierto sentido, a respetarnos el uno al otro.

- Hay causas mejores por las que luchar. Más importantes que este tipo y sus estúpidas palabras - añado, aún en voz baja, esperando interrumpir este momento antes de que la tensión siga escalando y llegue al punto en el que sólo quede una solución.

El mayor Tigh intenta retomar el control de la situación, volviéndose a las dos mujeres que trabajaban con el ordenador central del puente y que han permanecido calladas todo este tiempo:

- Venga, aquí hemos acabado así que pongámonos en marcha de una vez -y ordena con tono tajante- Regresemos a nuestra nave y liberemos este prostector y su tripulación. Ya no revisten interés alguno para nuestra misión.

Alza un dedo con gesto admonitorio y añade:

- Pero antes inhabiliten su sistema de comunicaciones durante las próximas seis horas, no queremos que ese Kaiju reciba aviso de nuestra inminente visita...

La asistente de Mr. Smith responde al instante:

- Nada más simple que eso, mayor Tigh, reiniciaré sus sistemas igual que hicimos en la Alexei Leonov...

El inamovible reducto de ética y moral que es Rogers, se mantiene estoico ante mi avance, impidiéndome reducir mi distancia con Cole. Responde a mi pregunta con un comentario que me resulta cuanto menos extraño, mas aún cuando lo une a una frase que me suena a tintes filosóficos, o sacada de alguno de esos libros que mucha gente lee y que yo nunca tuve ni el interés ni el tiempo para ello. No puedo más que parpadear levemente y convertirle en el centro de mi atención. Mi sonrisa se vuelve menos amenazadora y una ceja se eleva levemente, intentando averiguar las intenciones del brigada, pues al menos para mí todo lo que acaba de decir me suena... a basura. ¿Que el cobarde morirá mil veces?¿Que ya esta pagando? Joder, tienes que estar de broma Rogers, no te hacia de todo ese rollo del Jung y el Jang, o como se llame esa mierda.

Cuando muevo mi cabeza para observar a Cole, él se mueve conmigo evitando que me centre en mi presa. En serio, te estas convirtiendo en un maldito fastidio y de los grandes. Su pregunta no me pilla de improviso y me hace negar levemente mientras la sonrisa de antes vuelve, pero menos peligrosa. - Siempre Rogers, siempre merece la pena.

Él esta acostumbrado a encerrar y domar sus impulsos, mientras que yo me sumerjo en ellos, los dejo fluir libremente, disfrutando de cada instante en esa loca y caótica marea.

Aun así he caído en la cuenta de que seguimos hablando, de que aun con la opción de "pegarme" a cualquier superficie de metal de esta nave mediante los grilletes magnéticos, no ha hecho gesto alguno en esa dirección. Recordándome un acuerdo tácito entre ambos, uno que no tenia claro hasta que punto cumpliría... y aun así, aquí estamos. Su mano ni siquiera se ha acercado al botón, ese simple gesto -o no gesto- indica y significa más que cualquier palabra que pueda utilizar, venga del libro que venga. Me muevo hacia atrás, olvidando la posición agresiva, relajando los músculos y adoptando una pose que, al menos de primeras, parece mas tranquila y menos dispuesta a una carnicera.

Su ultimo susurro me alcanza entonces, recordándome algo, un breve lapsus de hace mucho tiempo. Y antes de darme cuenta todo lo que hay dentro de mi, toda la sed de sangre y agresividad, se desvanece como si nunca hubiera estado allí. Mis labios se mueven, emitiendo un suave susurro, con fuerza pero sin hostilidad. - Las hay... sin duda. - Tras esas palabras mi sonrisa asoma con un toque diferente, como si en todo esto hubiera algún tipo de chiste oculto que solo yo entendiera.

Me quedo justo donde estoy, las ordenes de Tigh no significan nada para mí. Así que esperare a que Rogers decida que es hora de irse. Y le acompañaré.

Escucho la primera respuesta de Riddick, pero no es momento para discutir de filosofía, así que sencillamente espero. Finalmente acaba controlando su ira y da un paso atrás cuando le recuerdo que hay otros motivos mejores para luchar. Con un gesto lento, asiento a modo de agradecimiento, más aún cuando se relaja esperando a que nos vayamos.

Pero no está todo solucionado. Puedo oir perfectamente el suspiro de alivio del hombre a mi espalda, el que ha causado todo esto con su estúpido comentario.

- Capitán Cole - digo elevando ligeramente la voz con respecto a mi conversación con Riddick, pero manteniendo un volumen no demasiado elevado. - Aún no he escuchado su disculpa...

No me doy la vuelta ni me muevo lo más mínimo de la postura que tenía para encarar a Riddick. No hace falta. La amenaza del asesino era física, palpable, pero mi tono gélido no augura nada mucho mejor. Obviamente yo no voy a asesinar al capitán a sangre fría, pero estoy bastante convencido de que no quiere que me gire hacia él. Y mucho menos verme enfadado.

Cole parece sorprendido, pero si de algo tiene ganas ahora mismo es de toda esta gente abandone su nave, así que le oís aclararse la garganta reseca... y contestar con un hilo de voz:

- M-mis disculpas si les he ofendido...

Asiento lentamente en respuesta al capitán.

- Señoritas - digo finalmente dirigiéndome a Vickers y Monnipenny. - Yo también lamento que hayan tenido que presenciar este desafortunado incidente - digo disculpándome por mi propia actuación en los últimos minutos.

Por fin, doy un paso hacia la puerta y le hago un gesto a Riddick para que me acompañe de vuelta hacia la bodega de carga y, desde allí, al Aurora. El hecho de que al salir no me despida de Cole puede resultar signifcativo, pero no tanto como que no salude a un oficial de mayor rango al abandonar la sala.

El mayor Saúl Tigh abandona el puente de mando de la Valentina Tereshkova dejando atrás al capitán Cole, mientras el ordenador central de la nave se reinicia, lo que conlleva mantener todos los sistemas inhabilitados durante las próximas horas. No parece darse por aludido con el sutil desplante del brigada, que le ha precedido, pero en cuanto llega a la bodega en que están retenidos todos los miembros de la tripulación del carguero sus órdenes son tajantes:

- ¡Todos en marcha, abandonamos la nave! -su voz resuena con tono imperioso- Dejen aquí a los prisioneros, ya los liberará su capitán, quiero una movilización completa en menos de diez minutos, dejaremos sellada la bodega por la que accedimos para evitar la descompresión del resto de la nave.

Lleva la mano al intercomunicador de su solapa y transmite al puente del AURORA:

- Comandante, aquí Tigh. Nos estamos retirando del prospector minero. Le informaré cuando el punto de acceso haya sido sellado.

Cole se disculpa. El miedo es patente en él, no solo todo su cuerpo lo exuda, sus pupilas, su tono, todo en él expresa esa sensación hasta tal punto que me da asco. Ese olor está bien según que momentos, pero demasiado acaba siendo intolerable. Rogers ha impedido que muera aquí y ahora, pero aun así su vida ya está sentenciada. Tarde o temprano...

El brigada se disculpa ante las mujeres y sale de la sala sin dirigirse a su oficial superior. Un gesto superfluo, banal casi, pero con un gran significado para que aquellos que conozcan lo bastante al hombre tras el uniforme. No hago gesto alguno, pero es interesante las formas que tiene este individuo de dar a mostrar su desencanto con la cadena de mando.

Camino con él hasta la bodega de carga sin decir nada, escuchando como Tigh, que de nuevo en su ambiente se despacha a gusto dando ordenes. Suspiro levemente mientras me pongo en camino a la salida, dando tiempo a Rogers para darse cuenta de mis intenciones y movimientos.