Partida Rol por web

El biólogo y genetista, que no parece estar haciendo nada concreto aparte de curiosear por el laboratorio comprobando el estado de los sofisticados medios que tiene a su disposición, se acerca con timidez a Gaius Baltar interesándose por su estado, después de verle medio traspuesto...

- ¿Se encuentra bien, Dr. Baltar? - pregunta con un hilillo de voz cargado de ansiedad - E-e-es que viéndole ahí, con la boca abierta, me ha dado la impresión de que había descubierto algo sobre el incidente de hace unos días - y se apresura a añadir - El propio comandante Adama ha excusado de todos los cargos... pero me gustaría que todo se aclarase definitivamente - y añade en voz baja - Sería lo mejor para todos.

-Gaius... - salude al hombre, observando el comportamiento de ambos. Y acabe por asomarme al terminal de Baltar, con intencion de ver algo de lo que estaba haciendo- ¿En que andas metido ahora? ¿Has conseguido adivinar algo mas? - le pregunte a Baltar, justo en el momento en el que Kern, histerico, como de costumbre, y con aquel irritante tartamudeo, se dirigia a el- No-no se-se preocupe, Ke-Kern... - dije, mirandolo, con aire burlon, imitando su tartamudeo- Dudo mucho que Adama, ni nadie en esta nave, siga sospechando de usted. - le dije, negando, mientras mantenia mis brazos cruzadosy mi mirada fija en el terminal de Baltar.

La pantalla holográfica del terminal que ha estado usando Gaius Baltar no parece contener nada inusual, por lo que llegas a atisbar sobre su hombro, son simples listados de programas y antivirus, todo rutinario...

Baltar staba ejecutando los protocolos de rutina, mientras en paralelo un par de programas auxiliares realizaban sus propios análisis, al tiempo que Kern y McKay le hablaban. El resultado fue el desfile a gran velocidad de un montón de cifras y líneas de código por la pantalla del terminal. Permaneció unos instantes en silencio, supervisando que todo fuera bien, hasta que finalmente el informático rompió el silencio.

—Oh, no es nada, doctor Kern —dijo entrecerrando los ojos y haciendo un aspaviento con la mano derecha, como restándole importancia al asunto—. Desde que salimos de la cámara de crioestasis me noto un poco extraño. Mareado, más bien. Nunca antes me había sometido a un tratamiento así. Supongo que es normal. Y pensar que nuestro ayer fue hace cuatro meses…

Entonces se encogió de hombros y suspiró.

—Pero me temo que no. No parece que quede ningún rastro en el sistema sobre el ataque —esbozó una media sonrisa al escuchar la imitación de McKay y justo en ese momento bajo la voz y le susurró a su colega—. Es como si hubiera llegado tarde. 

Escuche a Gaius, en silencio, mientras explicaba a Kern que era lo que le sucedia- ¿No te encuentras bien? - dije entonces, alzando una ceja, al escuchar a Baltar. Y mire inmediatamente a Kern, con cierta suspicacia. Yo no me habia notado nada raro, que yo supiera. Aunque claro, yo era yo y no todo el mundo tenia la misma resistencia ni el mismo aguante que yo. - ¿Y usted Kern? ¿Se ha notado raro? - le pregunte entonces al otro cientifico, mientras seguia con la mirada fija en el terminal de Baltar, mas por mirar a algun sitio que por otra cosa.

Pero entonces llego aquel susurro de ultima hora, que me hizo girar la cabeza hacia Baltar, con el ceño ligeramente fruncido- ¿Sabes si alguien tuvo acceso a estos terminales durante el crioestasis? ¿Podria darse el caso de que alguien aprovechara nuestra "siestecita" para borrar lo que hubiera por aqui? - pregunte entonces al hombre, cruzandome de brazos, con el ceño ligeramente fruncido.

Gaius miró receloso a ambos lados, para cerciorarse de que nada estaba escuchando a hurtadillas.

 —No, no creo que fuera durante la hibernación —le susurró a McKay—. De hecho no ha habido grandes cambios durante este tiempo... No, Rodney, me temo que fue poco después de la cuenta atrás, antes de que nos metiesen en las cámaras. Y sólo hay otra persona en esta nave capaz de hacer algo así —añadió misterioso.

Desde luego el informático estaba algo cambiado tras su primer encuentro. Sus movimientos eran más nerviosos, hablaba mucho más apresurado y comenzaba a sonar ciertamente paranoico.  

Alce una ceja, ante la revelacion de Baltar. Que callado se lo tenia el condenado. Y aquella vez fui claro, conciso y directo- ¿Quien? - fue mi escueta pregunta, casi en un susurro, mientras mi mirada se mantenia clavada en el hombre que acababa de hablarme.

—Pensé que había quedado claro... Me refiero a Young —le dijo Gaius con un susurro casi ahogado—, al jefe de seguridad informática. Estuvo aquí justo después del incidente, revisando a toda velocidad los registros antes de que yo tuviera siquiera oportunidad de revisarlo. Y es, además, el único con la destreza necesaria para ocultar algo así sin dejar ni rastro.

Se llevó la mano derecha a los labios en un ademán reflexivo. Parecía que aquella cuestión le desconcertaba profundamente

—Pero lo más inquietante de todo, Rodney, es que no logro entender qué motivaciones podría tener para hacer algo así.  

Aquel movimiento fue pura improvisación. ¿Cómo se tomaría el doctor McKay sus revelaciones? Esperaba que le creyera y empezase a indagar por su cuenta. E indagando, quizás lograse levantar el recelo de algún otro de sus compañeros en la nave.

Pero aquello no había hecho más que empezar. Aquel cretino (Young) iba a pagar caro el robado de imágenes de Shelly. Y mucho más caro aun, el daño que le había hecho a Seis –porque al doctor Baltar no le cabía ninguna duda de que el incidente de las cámaras de hibernación la había trastocado profundamente. Si quería que Seis confiase en la humanidad, tendría que demostrarle que se podía contar con ellos. 

-Las motivaciones humanas son de lo mas variopinto, Gaius. - dije entonces recordando que, efectivamente, Young había estado allí el dia del altercado- Aunque para él, efectivamente, tuvo que ser tan sencillo como fingir que estaba arreglando algo. Pero entonces... ¿Que pasa con Kern? ¿Lo usaron como cabeza de turco, para que pareciera que habia sido él quien habia activado... lo que fuera aquello?- dije, en un susurro, mientras comenzaba a atar cabos en mi mente.

-¿Qué sabemos de Young? - dije entonces, mirándolo, con los brazos cruzados y una expresion pensativa.

Gaius torció el gesto ante la retahíla de preguntas de McKay. Pero fue la última cuestión que le planteó el científico la que hizo que el informático se removiera visiblemente incómodo en su sitio.

—Reunámonos en tu camarote en un par de horas —le susurró en voz queda, apenas audible—, y asegúrate de que tanto Kern como Kavanagh estén fuera. No es prudente tratar este tema aquí, Rodney —echó un vistazo por encima de su hombro al resto del laboratorio. Aunque era un caso harto improbable, siempre cabía la posibilidad de que el jefe de seguridad tuviese algún dispositivo de escucha o vigilancia en su propio laboratorio. 

Me limite a asentir, dedicando una ultima mirada a aquel terminal, sin mediar mas palabras. Y, tras algunos segundos mas, di por concluida mi estancia en el laboratorio, girándome hacia la puerta, con una actitud relajada  y las manos metidas en los bolsillos.

-Caballeros, me marcho a hacer algo por la ciencia. Si no les importa, estaré en mi camarote, resolviendo algunas cuestiones... Agradeceria que no se me importunara con nimiedades en  al menos las proximas cuatro horas... ¿Podra hacerlo, Kern? Ya sabe que odio que me interrumpan cuando estoy pensando. - dijo entonces, excentrico e insoportable como de costumbre, incapaz de soportar la presencia humana en medio de su trabajo cuando de razonar algo se trataba.

-Gaius... Suerte. Les veo despues. - dijo, en general, antes de salir de aquel laboratorio, dispuesto a desarrollar algunas posibles ideas.

Una vez Rodney ha salido por la puerta, Peter Kavanagh se sonríe y le murmura por lo bajo a Jonathan Kern:

- Menudo prepotente... ¿Ahora a echarse una cabezada le llaman "hacer algo por la ciencia"?

Jonathan ríe por lo bajo, pero no se atreve a comentar nada en voz alta...

Rodney acecha durante varias horas el laboratorio científico, que sus molestos compañeros Kavanagh y Kern no parecen abandonar nunca, hasta que por fin ve su oportunidad cuando estos deciden hacer un alto para ir a comer algo a la sala común de la tropa. Tienen como mínimo una hora sin molestos testigos.

Menudas ratas de laboratorio, es que parecen carecer de vida propia, prácticamente viven aquí dentro...

Entonces avisa a Meredith para que le acompañe furtivamente y sea testigo de sus descubrimientos, no hay como jugar en casa para demostrar a la pareja los méritos de un verdadero científico. Por eso quiere que ella esté presente, que le vea en su salsa. Que se dé perfecta cuenta de que ha escogido como amante a un auténtico genio.

Por fin.

A decir verdad, habia perdido la cuenta de cuanto tiempo llevábamos al acecho de aquel laboratorio. La cuestión fue que conseguir que Kavanagh y Kern salieran de nuestro camarote suponia que, por otra parte, se encerraran en el laboratorio. Asi eran las cosas, y no es que ninguno de los dos se destacara por sus habilidades o su facilidad para sociabilizar y descubrir sitios nuevos.

Asi pues, nos vimos obligados a esperar, paciente o impacientemente hasta la hora de comer, entre alguna que otra descalificación, comentario peyorativo, insulto o queja por mi parte, referente a aquel par de fracasados.

Sin embargo, por fin, fue el hambre quien hizo que aquellos dos salieran del laboratorio de una vez, dejándonos via libre a los dos para poder echar un vistazo a aquellas malditas pastillas- Aleluya. Por fin. - dije, con una queja, tirando de la mano de Venus para que me acompañara al interior del laboratorio. Y, una vez dentro, la solté, girándome hacia ella, mientras me apoyaba en una mesa con una media sonrisa- Bueno, pues... bienvenida a mi templo. - le dije, con aire sublime y confiado, extendiendo ambas manos a los lados, cual deidad grecorromana. - Creo que tenemos aproximadamente una hora, asi que vamos... Tendremos que darnos prisa si queremos ver algo. - le dije, manteniendo el tono bajo, al tiempo que extendia una mano hacia ella, esperando que me tendiera aquellas pastillas.

Desde luego, estaba encantado con aquella situación. Por fin podria verme Venus en acción. Por fin podria mostrarle de una vez por todas por qué si sumabas el intelecto de todos los macacos de la nave seguramente no llegaran a alcanzar la mitad de mi CI. No es que fuera listo, ni inteligente. Es que era un genio, simple y llanamente un genio. Y, si habia alguien en esa nave que pudiera adivinar qué era lo que teníamos entre las manos, ese era yo.

Y lo haria. Vaya si lo haria.

Asentí a la palabra de Aleluya que había pronunciado McKay.

- Pensé que tendría que entrar y arrastrarles hasta una escotilla presurizada -comenté seria... aunque luego sonreí- Es una broma.

Aunque la verdad es que la idea sí había pasado por mi cabeza. Eran dos cansinos que no me caían nada bien. De hecho la humanidad no me solía caer bien. Rodney era una agradable excepción.

Al entrar y ver la cara de Rodney me di cuenta de lo importante que era todo esto para el. Era su territorio, la jungla de su León interno. 

- Es u laboratorio muy impresionante, seguro que al saber que participabas no repararon en gastos para equiparlo a la última. -comenté con una sonrisa- Tranquilo, seguro que te sobra media hora -añadí mientras le daba una pastilla con disimulo para que las cámaras no lo vieran. Aunque también le di un suave beso.

- Bien, doctor Rodney McKay . Déjeme ver su magia.

El laboratorio científico del AURORA es una verdadera maravilla, tiene todo lo que un investigador pueda necesitar, o desear, o simplemente soñar… y lo primero que hace McKay es recurrir al espectrógrafo de masas, en conjunción con un cromatógrafo de gases que le permitirá identificar la composición química de la substancia a estudiar.

Aunque el resultado es un tanto decepcionante, se trata de un compuesto proteico. Tampoco hay isótopos radioactivos ni trazadores de ningún tipo. Ni nada más. Eso es tan inespecífico que no le aporta nada útil.

Luego procede a un análisis químico más convencional que identifica una composición de varios aminoácidos. Concretamente, aminoácidos esenciales.

Estas son las piezas de construcción de cualquier proteína, las estructuras que sostienen toda la vida orgánica. Cuando hablamos de los esenciales, se trata de aquellos que el organismo humano no puede sintetizar por sí mismo, al carecer de los mecanismos bioquímicos necesarios para formarlos a partir de otros componentes. Es decir, que resulta vital ingerirlos desde una fuente externa, habitualmente como proteína de origen animal.

¿Es decir, que esto es un simple complejo nutricional?

No tiene sentido… por fuerza tiene que haber algo más, así que Rodney no se rinde. Dicen que la genialidad, la de verdad, proviene en un 10% de la inspiración y en un 90% de la capacidad de insistencia, de la perseverancia.

Además, con Meredith mirando y todo el autobombo que se ha hecho antes de empezar, ahora no puede permitirse fallar. Y sí, definitivamente decirle ahora que es un suplemento dietético bastante saludable sería un fracaso de dimensiones cataclísmicas.

La cabezonería empieza a adquirir tintes histéricos cuando, totalmente perdido, empieza a hacerle pruebas casi al azar. Aquí hay muchos juguetes y piensa usarlos todos antes de ceder.

Entonces, con una patina de sudor frío recubriéndole la nuca y esos dos indeseables de Kern y Kavanagh a punto de regresar del comedor, se le ocurre pasar un haz de luz polarizada por una muestra diluida en suspensión. Eso sirve para detectar isómeros, formas moleculares espaciales que tienen repercusión en las propiedades ópticas, reflejando configuraciones tridimensionales a nivel estructural, más allá de la simple composición química.

Y entonces salta la liebre. Todos estos aminoácidos son formas dextrógiras. Aunque eso tiene todavía menos sentido que todo lo demás, pues la absoluta totalidad de los aminoácidos que forman parte de proteínas orgánicas son levógiros. Ingerir un isómero dextrógiro sería tóxico, o cuanto menos, en el mejor de los casos, un ineficaz desperdicio de recursos...

Fui viendo el paciente trabajo de Mckay en silencio y sin interrumpirle. No quería distraerle o interferir en su investigación de ninguna manera.

Durante la hora que teníamos le vi hacer un trabajo febril y casi desesperado para encontrar algo en esas pastillas. Dado que a simple vista sonaban como un simple complemento alimenticio. Algo que, obviamente, no me tragaba.

El tiempo se estaba consumiendo y llegaba la hora en la que Kern y Kavanagh regresarían. McKay estaba casi histérico, haciendo varias pruebas a la vez. Estaba a punto de decirle que no pasaba nada, que no se cantó Eureka en una hora y que siempre podríamos volver mañana u otro día... cuando lo logró.

La verdad es que me quedé asombrada.

-Eres un genio Rodney. -le di un beso lleno de alegría- Sin duda eres como yo... alguien único.

Y que yo dijera esa era mucho decir. Solamente había algo de lo que siempre me había sentido orgullosa y era de ser única. Saber que no había nadie como yo, con mis capacidades. Haber elevado a Rodney al mismo escalón hablaba de lo mucho que me había impresionado.

Aunque claro, una cosa era saber que Rodney había encontrado algo y otra muy diferente interpretarlo. Mis rudimentarios conocimientos en la materia me llegaban para saber que los aminoácidos dextrógiros no eran los normales para la creación de la vida en la tierra, o con la propia fisionomía humana.

Pero yo no sólo era compatibles con ellos, si no que los necesitaba para vivir.

-¿Qué soy yo? -dije en voz baja, para mí.

Bueno... nadie dijo que fuera a ser facil, pero imposible era una palabra que simplemente no entraba en mi vocabulario. Asi que, aunque reconoceré que aquello me llevo algunos minutos mas de la cuenta, lo cierto era que, como era de esperar, mi trabajo acabó teniendo su fruto.

Primero opté por descartar lo más obvio, por realizar los analisis mas generales, los que cualquiera habría realizado para saber de qué estaban compuestos aquellos comprimidos. Sin embargo, si hubiera sido algo tan facil, no habria supuesto un verdadero reto para mi privilegiada mente, desde luego. Y a mi... bueno, a mi me iban los retos. No había mas que ver a la rubia que estaba conmigo.

Asi pues, me dije a mi mismo que era una oportunidad perfecta para comprobar si todos aquellos aparatitos que me rodeaban funcionaban correctamente, dedicándome durante los siguientes minutos a probar, uno por uno, todos mis nuevos juguetitos. Y, a pesar de que no encontrar resultados que me complacieran a aquellas alturas comenzaba a ser algo frustrante, lo cierto es que poder jugar con todos aquellos cachivaches me resultaba de lo mas... gratificante.

Aunque, como todo en la vida, aquello tambien tenia un límite. Y la verdad fue que, despues de casi 45 minutos haciendo todo tipo de pruebas sin obtener ni una sola pista, aparte de lo mas obvio, que era que se trataba de un complejo proteico con algunos aminoacidos esenciales, uno comenzaba a desesperarse.

Sin embargo, yo era Rodney McKay y si algo me caracteriza, es el no conocer la palabra derrota. Y, en aquel caso, desde luego, no iba a ser menos. Asi pues, con los ultimos resquicios de paciencia que me quedaban, me dispuse, casi a la desesperada, a realizar un par de pruebas finales. Un todo o nada en el que, a toda costa, no podia decepcionar a mi diosa.

Y así, tenté la suerte con aquel haz de luz, a decir verdad por probar más que por otra cosa, aunque jamás fuera a reconocerlo, ni bajo la mas terrible de las torturas.

Y... ¡voilà! Apareció la respuesta de la nada. Alli estaban esos jodidos... ¿dextrogiros? ¿En serio?

-No es posible... -dije, con el ceño fruncido, mirando fijamente aquellas partículas que el haz de luz acababa de revelar. Todo el mundo sabia que la vida se sustentaba en los levógiros, los hermanos abusones de los dextrógiros que habian logrado desterrarlos casi completamente de la faz de la Tierra. Y tambien era de sobra conocido que ingerir dextrógiros no era muy recomendable, aparte de resultar totalmente inútil. Sin embargo, Venus habia dicho algo antes que me habia dado que pensar- Meredith... ¿Antes has dicho que tras no tomar las pastillas durante el criosueño te sentiste mal? ¿Tuviste nauseas, vomitos, mareos? - le pregunte entonces, con aquella expresion pensativa, y la mirada aún puesta en mis pequeños amigos.