Partida Rol por web

La petición de Young no me pilla por sorpresa pero le dejo clara mi negativa -Lo siento pero usted se viene conmigo a ver a la doctora Roslin. Luego tendrá tiempo para darse todas las duchas que considere necesarias. Alferez Young, nos conocemos desde hace años, usted tiene unos valores y unos modales que no tienen nada que envidiar a los míos. Si se encuentra en este estado debe ser por algo diferente a excederse con el alcohol o la comida. Y es mi deber averiguar la causa para protegerle tanto a usted como al resto de la tripulación.

Verme interceptado por Bester, sin duda, fue algo que me sorprendio. Sin embargo, a una mente como la mia, no se le habia escapado el detalle de que quizas yo no era el unico que sospechaba de lo sucedido. Y asi, aproveche la aparicion de Adama y aquella intervencion de Young para acercarme al siniestro hombrecillo, dedicandole una mirada llena de significado.

-Desde luego. Sígame, por favor. Esta aqui mismo... - dije, con intencion de alejarme de alli, intrigado por lo que aquel tipo tuviera que decirme.

Alfred Bester te ha encargado registrar la taquilla de esa extraña mujer, Meredith Vickers, secretaria personal de la consejera Wray, la representante de la Weltherrschaft Korporatsiya en la nave. No te hace mucha gracia tener que cumplir un encargo tan… mezquino y trivial, pero es que según te explicó, cuanto intentó leerla ella le presentó resistencia, algo sorprendente e inquietante a partes iguales, pues sólo tenéis constancia de que los que son dotados como vosotros fueran capaces de resistir un escaneo mental. Y ella no se comunica mediante la mente, eso sin duda lo hubierais detectado nada más subir a bordo.

Pero es que no todos los dotados son iguales. De hecho, te planteas si los poderes de Bester son tan amplios como pretende hacer creer, con su sempiterna pose de templanza y seguridad en sí mismo. No te ha pasado desapercibido que recurre al contacto físico, piel contra piel, estrechando la mano de su objetivo, para hacer sus lecturas. Es algo primitivo, desde luego tú no lo necesitas… por lo que te planteas si esa mujer, Vickers, se te hubiera resistido a ti.

Alfred Bester es astuto y taimado, además de tener mucha experiencia tratando con el mundo exterior, ese que tan desconcertante te resulta… pero también te parece demasiado cauto a veces, lastrado con un conservadurismo que podría ser consecuencia de su debilidad. Tendrás que pensar detenidamente sobre eso, porque tu poder es muy superior al suyo, lo notas.

La tarea que tienes entre manos es irritantemente sencilla, pero aún así prefieres ir con cuidado, tal vez se te esté empezando a contagiar de tu mentor. Sabes que la nave está dotada de sistemas de videovigilancia, aunque eso no es ningún problema para alguien dotado de capacidades telekinéticas, un simple pensamiento desconectará al instante los cables de cualquier cámara. Sin embargo, para inhabilitarlas hay que saber que están ahí, de modo que primero buscas a alguien que te proporcione una información detallada al respecto.

Los técnicos de mantenimiento son una apuesta segura. Por un momento te planteaste acceder a la mente de los dos asistentes que hacen la limpieza a bordo, cualquiera de los dos Joe´s, pero no te gusta la forma en que miran disimuladamente cuando te desvistes para acostarte en el multitudinario camarote que compartís todos los civiles, así que prefieres no entrar en su mente. Te recuerdan demasiado a algunos guardias de Babylon-5 y ya era bastante repulsivo sondearlos entonces… no te apetece nada sentir eso. Por eso has estado deambulando por los pasillos de la nave hasta cruzarte con Tyrol Henderson, ese tipo rollizo parece ser bastante decente y sin duda sabrá lo que quieres averiguar.

Además, tú no necesitas ni siquiera acercarte, te basta dedicarle una mirada y una sonrisa para que su mente se convierta en un libro abierto…

Tyrol Henderson

Desde luego, Henderson es uno de esos hombres responsables y sufridos, que asumen las cosas buenas y malas de la vida como llegan, sin quejarse. Las quejas no cambian nada.

Aunque lo cierto es que en su caso ha habido mucho más de negativo… hasta desequilibrar por completo la balanza.

Nunca ha sido un tipo especialmente atractivo, ni popular, ni brillante… eso lo sabe, pero siempre creyó que bastaba con ser honesto, constante y serio para conseguir una vida mínimamente decente. Una que valiese la pena vivir. Su capacidad de trabajo y de sacrificio siempre han sido su mayor aval… le abrieron las puertas de la academia tras enrolarse en la Marina Colonial para salir de la miseria del suburbio, en la Vieja Tierra. Y le granjearon la titulación como Oficial Técnico con el rango de alférez, aunque por su carácter campechano y accesible nadie lo usa para dirigirse a él, con un informal “jefe” por parte de su gente le basta.

Pero entonces llegó el amor, quedó prendado de una suboficial del viejo Crucero de Combate Spektor, bajo el mando del comandante Adama, una piloto con el rango de cabo primero que respondía al nombre de Sharon Valeri, aunque todos la conocían por el apodo de “Boomer”.

Al principio la cosa parecía ir realmente bien, se casaron y ella quedó encinta del que iba a ser su primer hijo… pero entonces se produjo un impredecible accidente mortal, el único en todo el historial de servicio del Spektor. Y con una muda explosión en el vacío del espacio desapareció toda su familia, todo su futuro y su promesa de felicidad.

Desde entonces Henderson ha sido en cierta manera un muerto viviente. Es como si él también hubiera volado a bordo de aquella lanzadera accidentada, como si hubiese fallecido en aquél dramático accidente. Recibió asistencia psicológica y fue declarado apto para el servicio, pero nunca más ha vuelto a ser realmente él mismo. Sin embargo, el hecho de apartarse por completo de cualquier distracción ha redundado en que se volcase por completo en su trabajo, acabando por convertirle en un ingeniero técnico realmente excepcional.

La información que has extraído de la psique del jefe Tyrol te ha dejado impactada. No te lo esperabas, pero has llegado a compartir los sentimientos de tristeza, desesperanza y frustración de ese pobre hombre cuando perdió a su mujer y a su hijo nonato. Por eso debes andarte con cuidado al meterte en la cabeza de alguien, no siempre es buena idea…

Pero cuanto menos ahora tienes un esquema mental claro de dónde está cada cámara de vigilancia del AURORA, qué ángulos controlan y cuales quedan en un espacio muerto. Incluso sabes cómo funciona el sistema informatizado de seguimiento, que en teoría supervisa Gaeta, el oficial de comunicaciones de la nave. En teoría, porque te consta que no se le presta demasiada atención, son demasiadas cámaras grabando permanentemente en muchos sitios.

La cuestión es que a partir de este momento podrás moverte si lo deseas con total impunidad por toda la nave, al menos en cuanto al sistema de videovigilancia. Bastará que te concentres para que las cámaras de una determinada sección se desconecten mientras tú la cruzas, activándolas a continuación para que sigan grabando. Por supuesto, si alguien hiciese un seguimiento exhaustivo podría detectar esas desconexiones e imaginar una manipulación, pero es relativamente improbable… y además, seguramente buscarían un sabotaje informático, no de las grabaciones, pues la gente no puede acceder tan fácilmente a las propias cámaras sin ser grabados al hacerlo. En otras palabras: ahora eres invisible a ellas.

Ya lejos de la asistente de Bester, Gaius le formula una pregunta a Seis mientras se dirigía hacia el laboratorio.

—Por cierto, Tricia, había algo que quería preguntarte —y que se le había olvidado porque claro… él no era multitarea—. Esas anomalías que mencionaste antes y de las que también nos habló el Comandante Adama… ¿sabes a qué pueden deberse? 

La Inteligencia Artificial vuelve a dirigirse a ti mediante el estímulo de tus áreas sensitivas, apareciéndose con un aliento en tu nuca y un susurro al oído. Y cuando desvías la mirada casi inconscientemente ahí está, justo a tu lado, tan bella como siempre:

- Te aseguro que no he tenido nada que ver con que las cámaras del camarote común y toda esa sección del pasillo se averiasen a la vez, justo en ese momento –murmura con voz cantarina, de nuevo juguetona- Y por lo que he percibido no era un problema informático sino un fallo de alimentación, como si alguien hubiese arrancando físicamente el cable… ¿Crees que esa tal Lucy podría tener alguna relación?

Gaius se detiene en seco, dejándose acariciar por la voz melosa de la mujer que está y no está al mismo tiempo susurrándole a la espalda. Echó entonces un vistazo alrededor, desconfiado. ¿Y sí Seis resultaba tener razón?

No, es ridículo, se dijo. ¿Cómo iba a nadie a provocar fallos eléctricos y apagones? A no ser…

—Si mal no recuerdo Lucy, o el operativo X8, como la llamaban desde la W-Y, poseía capacidades telepáticas y telequinéticas. Tal vez estén relacionados… ¿Puedes trazar un pequeño registro con las veces que ha habido un fallo eléctrico como este y ella ha estado presente, mi amor? Nada demasiado elaborado, bastará con que hagas un repaso de lo que tú misma hayas presenciado. Presta especial atención a los momentos en los que haya un gran número de personas juntas.

¿Y si, tal y como apuntaba Seis, había algún tipo de correlato entre el uso de sus capacidades y distorsiones en el entorno, como los fallos eléctricos o en las instalaciones? Era poco probable. De hecho puede que no fuesen más que imaginaciones suyas.

Quizás lo mejor fuese ponerse ya a trabajar, vincular a los psíquicos a las corporaciones e informar sobre las capacidades de los mismos al Comandante. Con un poco de suerte se desharía también de ellos y él no tendría que preocuparse más por su papel en la nave. 

Tricia permanece unos instantes en silencio, seguramente cotejando datos o realizando cálculos...

- Según el registro que ha hecho el propio Young de los incidentes eléctricos y averías menores, al que puedo acceder por haber sido transferido al equipo técnico formado por Tyrol Henderson, Joe Parker y Joe Brett para que realicen comprobaciones -explica con un tono de voz que no le habías oído antes, singularmente cargado de emoción- el operativo X8, al que él se refiere siempre únicamente como Lucy, estaba presente en un 63% de las ocasiones.

Un dato del que es difícil extrapolar muchas cosas.

- Si queremos acceder al ordenador central del AURORA pirateando la cuenta de acceso de Everett Young nos sería valido cualquier servidor, pero resultará mucho más discreto hacerlo desde algún terminal con cierta capacidad de procesado y que haya sido utilizada con mucha frecuencia: creo que las del laboratorio científico serían idóneas para nuestro propósito.

—Eso es… francamente interesante, Tricia. No es descabellada tu hipótesis entonces de que Lucy está de algún modo detrás de esas alternaciones.

¿Tendría que ver con su incapacidad para controlar la manifestación espontánea de sus poderes? ¿O sería alguna clase de efecto secundario? Gaius no estaba seguro, y lo mejor era seguir adelante con sus propios planes.

—Tienes razón, querida. Lo mejor será que empecemos cuanto antes —le dijo mentalmente mientras torcía por uno de los pasillos y se disponía a entrar en el laboratorio. 

Aprieto los dientes un momento, pues las palabras de Riddick se acercan mucho a lo que he pensado varias veces desde que está bajo mi custodia.

- Es cierto, Riddick... Tú y yo no somos tan distintos - concedo. - Pero al mismo tiempo no podemos ser más diferentes. - Dudo un momento, pensando si es buena idea explicar mi opinión. Pero, después de todo, parece que, desde la primera comida, hemos empezado a hablar más claro. - Para ti todo el mundo es un enemigo, salvo aquellos que quieres proteger de las MegaCorps; yo vivo para protegerlos a todos ellos. Tú quieres empezar una guerra, yo soy al tipo que envían para terminarlas... - Sé que me va a interrumpir, pero sigo hablando antes de que tenga la oportunidad. - Sí, ya sé que crees que son las corporaciones las que han empezado este conflicto, hemos hablado de eso antes... pero ninguna de ellas va a desaparecer, o a cambiar su modo de proceder - digo planteando una alternativa menos drástica - porque alguien mate a doscientos civiles en una nave. Ya  te lo dije, Riddick, si quieres empezar una guerra, escoge bien tus armas. Si hubieras utilizado otros métodos, tal vez habrías encontrado más aliados de los que te pueda parecer... ¿Te quitarías esas gafas para mirar tú a través de mi cristal? - Digo parafraseando sus palabras anteriores.

Llegamos las puertas dobles de la bodega y le doy unos golpes al lateral.

- Sobre este juguete - digo refiriéndome a la nave - ciertamente, mal empleado, podría causar muchas más bajas de las que cualquier dirigente de la ONUG estaría dispuesto a admitir. Por eso no me gustan las naves de combate; luchando cuerpo a cuerpo puedes asegurarte de que no va a morir nadie que realmente no lo merezca... Y sí, Riddick, he participado en más guerras de las que me gustaría, pero siempre me he asegurado de que mi unidad no genere daños colaterales - una vez más, utilizo sus palabras.

Entramos finalmente en la bodega de carga, donde inicialmente habían mantenido inmovilizado a Riddick. La única ventaja es que eso había hecho que se quedase el espacio suficientemente despejado como para montar nuevamente el improvisado gimnasio.

- Pero vamos a olvidarnos de la política por un rato... - Levanto una lona en uno de los laterales y agarro un saco de boxeo. Tal y como le había pedido a Crichton durante una de las primeras guardias, se han llevado de aquí los objetos más pequeños que pudieran ser utilizados como armas, así que no vamos a poder montar ningún cuadrilátero de momento.

- Échame una mano y colguemos esto de ahí arriba - digo señalándole una de las vigas del techo. Aunque, por el modo en el que cojo el saco, parece evidente que no necesitaría demasiada ayuda. - Vas a tener que entrenarte un poco si quieres recuperar tu forma para poder luchar contra todos estos marines, ¿no crees? Después de tanto tiempo congelado, incluso Brett podría tumbarte con su escoba - bromeo. Sé perfectamente que no es el caso, tal y como demostró asesinando fríamente al guardia de la prisión, pero de todas formas algo de ejercicio nos vendrá bien a los dos.

Escucho cuando dice que en algunos aspectos somos casi gemelos, y no puedo evitar sorprenderme, no solo porque lo diga sin más, sino porque estoy seguro que debe ser algo que no le gusta lo más mínimo... y admito que el hecho de reconocerlo le da cierto merito.

Aun así disiento en lo de los amigos o aliados, buscarlos... buscarlos ¿dónde?

- Ya que estamos siendo sinceros déjame decirte una cosa. Me dices que tendría que haber buscado otras armas para pelear contra las MegaCorps, otros aliados. - Me detengo y le miro fijamente a los ojos. - Yo no soy nadie Rogers, un chico de la calle que ha vivido lo mismo que la gente que esta a su alrededor y a la que quiere proteger. De verdad crees que hubiera tenido aliados si los hubiera buscado... no me hagas reír. Estamos teniendo esta conversación, y tus jefes y algunos ejecutivos están dispuestos a perdonarme, exactamente por el camino que elegí para mi guerra. Para ti es muy fácil, un soldado condecorado, entrenado y alimentado... pero no todos venimos de una vida así de fácil soldadito. Muchos tenemos que abrirnos paso a dentelladas y golpes para tener algo que echarnos a comer... al menos un par de veces a la semana. - Sonrió amargamente recordando a mi hermana, recordando como empezó todo. - La posibilidad de tener aliados que hicieran algo ha llegado gracias a los sacrificios hechos... y aun así tu hablas de buscar aliados. Dime que harías... si vieras como matan a gente inocente por pedir algo que es justo, algo tan simple como unas vacunas para su hijo para que no muera de una enfermedad que supuestamente esta erradicada. Gente trabajadora, gente que se esfuerza y cumple las normas y que aun así es apartada porque no es lo bastante importante para recibir algo que debería ser básico. - Reniego mientras me vuelvo a poner en marcha. - No soldadito. - El tono a la hora de llamarle así ha dejado de ser tan sarcástico e hiriente, es simplemente una manera de no estar llamándole siempre por su nombre... eso y que me gusta como le queda. - He hecho hasta la fecha lo que considere correcto y lo volvería a hacer... ¿Quieres que mire a través de tu espejo? Lo haré, pero te aseguro que en comparación el mio es mucho peor... porque a diferencia de los vuestros, los míos no tienen a nadie que les defienda... ya sea una guerra abierta o una en las sombras. Una de la que la ONUG sabe muy poco, te lo aseguro.

Le miro atentamente mientras golpea el casco de la nave, y admite que esto es una nave con un único propósito provocar bajas... muchas bajas. Se atreve incluso a comentar que ha participado en muchas guerras y operaciones y que siempre intenta buscar el mínimo daño colateral. - Mientete a ti mismo si quieres Rogers, pero no lo intentes conmigo. ¿Quieres tener la conciencia tranquila? Por mi perfecto... pero no esperes que sea yo quien te perdone tus pecados. Eres un soldado, obedeces ordenes... lo dejaste muy claro en nuestra conversación en el hangar. Todo depende de tus mandos. Si te ordenan matar, lo harás... sea cual sea el precio en moral y ética a pagar. Que tu intentes evitar mas bajas, te honra... pero no quita que seas tan asesino como yo. La diferencia es que yo no busco el perdón, se que mis actos oscurecen mi alma y manchan mis manos de sangre. La diferencia es que yo lo hago por aquellos que no pueden defenderse, no por políticos o generales que si pueden hacerlo o que unicamente miran la cifra de bajas para considerar un combate una victoria o no... sin tener en cuenta realmente la cifra de muertos como personas... sino como un simple numero desechable o no según les convenga a ellos.

Llegamos por fin al hangar, y Rogers habla una vez mas. Asiento, estoy de acuerdo, basta de política y moral, ética y normas... solo un gimnasio y sudar un poco... entrenamiento de verdad, como hace mucho que no tengo. Ya no es solo estirar los músculos en una habitación pequeña, ahora tengo un gimnasio e incluso un contrincante contra el que acentuar mis reflejos. Le miro mientras camina en busca de un saco para golpear... tal vez debería verlo como un enemigo, tal vez debería intentar matarlo pero no es el momento. Eso y que ademas empieza a caerme bien, incluso con esa moral suya tan impoluta como la cama de una virgen. Sus palabras me hacen reír quedamente, con un sentido real de humor. Me toco los músculos mientras asiento y sonrió. - Si, supongo que tienes razón... no me vendrá mal algo de verdadero entrenamiento En mi ultimo hotel, no veían con buen ojo el entrenamiento físico. - Me acerco para ayudarle, no me contengo ni soy lento... estoy seguro de que ya ha pasado el momento de tanta tontería. Si quisiéramos matarnos lo haríamos sin dudar. - ¿Dónde exactamente lo quieres? - Noto su fuerza, noto como levanta el peso muerto sin problemas y entiendo que lo hace porque quiere... que el solo seria capaz de hacerlo. Así que no soy el único que tuerce su brazo... interesante.

Bester se colocó en el pasillo de forma estrategica para esperar que pasara por allí Rogers.

Frunzo ligeramente el ceño al escuchar las palabras de Riddick. Comprendo su punto de vista mucho mejor de lo que él parece pensar: Es cierto, una voz surgida de un barrio pobre, explotado por las corporaciones, tiene muy difícil alzarse lo suficiente como para hacerse oir. Sin embargo, esa dificultad no justifica sus acciones: otros lo han hecho antes, con mayor o menor éxito. E, incluso si la política no era realmente una alternativa para él y sólo tenía la opción militar para hacerse escuchar, los civiles desarmados nunca han sido un objetivo militar válido. Si hubiera atacado un convoy militar en vez de uno minero es posible que le estuviera dando la razón, pero como le he dicho antes, escogió mal sus armas... Y sus objetivos.

Escucho con indiferencia cómo dice que yo cumpliría mis órdenes independientemente de cuáles fueran, haciendo referencia a nuestra primera conversación. Bien, déjale que siga pensando eso: no seré yo quien se lo vaya a discutir después de haber hecho todo lo posible para que crea que ese es mi talón de Aquiles. Sin embargo, si el director Pierce le estuviera escuchando probablemente se echase a reir por todas las veces que le he llevado la contraria; incluso Adama se ha dado ya cuenta de que no voy a cumplir órdenes a ciegas si las considero moralmente erróneas, tal y como le demostré al no irme de la bodega cuando me lo mandó. No necesito excusas para tener la conciencia tranquila en eso, porque ya he tenido demasiados problemas por mantenerme firme en esa opinión.

De alguna forma me disgusta no dejar clara mi postura con este hombre, especialmente ahora que empezamos a hablarnos más tranquilamente, pero sigue siendo un prisionero peligroso y, tal y como le dije a Bester, será mejor no desvelar todas las cartas ante él. Por ese mismo motivo me contendré mientras practicamos un poco; no demasiado, pues obviamente se daría cuenta, pero sí lo suficiente como para mantenerme a su nivel. De momento parece pensar que podría conmigo en un enfrentamiento uno contra uno, aunque yo esté armado y él con esos grilletes, pero estoy seguro de que debería haber supuesto que, si me han encargado que le vigile, no vamos a dejar al azar que pueda derribarme en un descuido. De momento, que yo sepa, nadie en esta nave conoce mis orígenes, salvo Smith y tal vez alguno de los altos mandos, y no tengo mucha intención de revelarlos. Me han tratado demasiado a menudo como un ratón de laboratorio como para que me sienta cómodo con eso.

Ese pensamiento me lleva a recordar mi conversación con Lucy y, por algún motivo, el comentario anterior de Riddick sobre la mujer me resulta ligeramente molesto. Supongo que es uno de los problemas de haber empatizado con alguien después de tanto tiempo.

Frunzo ligeramente el ceño, pero ya le he dicho a Riddick que no vamos a llegar a ningún consenso hablando de política.

- Aquí estará bien - le digo al hombre mientras colgamos el saco de la viga. Le lanzo unas guantillas para que se cubra las manos antes de golpear el saco, mientras me coloco al otro lado para sujetarlo y amortiguar los impactos. - Supongo que te valdrán incluso con esos grilletes - comento encogiéndome de hombros.

Hace un comentario sobre su antigua prisión.

- Sí, imagino que en Himalia no son muy dados a que los prisioneros mantengan unos mínimas derechos humanos - digo con desagrado. - Lugares como ese no deberían existir... Sin embargo, viendo cómo acabó ese guardia, no puedo decir que una zona de máxima seguridad no sea necesaria... tengo la impresión de que había algo personal cuando luchaste con él - añado recordando el odio con el que Riddick asesinó al vigilante. - ¿Te había hecho algo ese tipo, o sencillamente era el carcelero que tenías más cerca en ese momento? - Le pregunto, esperando que realmente no hubiese sido una simple actuación para la galería.

Noto cómo Riddick golpea el saco con fuerza mientras lo sujeto. No necesitaba verle golpear un saco para saber que es un luchador excepcional, pero los golpes, amortiguados por la arena del saco, no van a conseguir desequilibrarme.

Mientras hablamos veo cómo Bester entra en la bodega y nos encuentra en el improvisado gimnasio. Por cómo me mira, entiendo que quiere hablar conmigo. Sujeto el saco durante otro golpe más y me separo ligeramente. - Sigue tú solo un momento - le digo a Riddick mientras me dirijo hacia el recién llegado, sin perder de vista al prisionero.

- Señor Bester, - le digo al agente de la ONUG, girándome para mantener a Riddick en mi campo de visión - ¿en qué puedo ayudarle?

No, Bester no era de aquellos hombres que podían quitarse la parte superior de lo que vestían, lucir abdominales y músculos y ponerse a golpear un saco como si le fuera la vida en ello. Él era más bien de otro tipo de actividades mucho más... sutiles. Era la palabra mucho más poderosa que el puño. Podía dar fe de ello.

Aun así, cuando llegó escuchando la ultima parte de la conversación desde el pasillo, se limitó a llevar las manos a la espalda y mirando a Rogers cuando este desvió la atención del reo a su persona durante un solo instante. Ridick no solo era un animal, además lo parecía por como golpeaba aquel saco de boxeo.

Y aun así, el diminuto hombrecillo de la ONUG no pareció precisamente intimidado en ningún momento. Más bien, aquellos logros físicos parecían arrancarle algún tipo de ironía que solo él parecía comprender. - Steve. - Le saludó usando su nombre de pila, asintiendo con la cabeza. - Himalia es una Crioprisión de tipo C-S. Cualquier cosa que pudiera imaginar es mucho mejor que lo que los reclusos tienen que vivir allí. Pesadillas creadas para atormentar, doblegar y destruir la voluntad de sus invitados y que solo terminan para comenzar una aun más cruel y desalentadora. Solo puedo imaginar dos escenarios peores que esa... prisión. - Lo que quería decir que a pesar de todo, él había visto cosas aun peores que aquello.

Fue entonces cuando su mirada fue hacia Riddick, superviviente de aquel lugar. Alguien que, desde un punto de vista moral, merecía su respeto. - Me gustaría hablar con ambos. Por separado, a poder ser. Son... conversaciones totalmente diferentes. ¿Existe algún inconveniente? -

Observo un momento a Riddick mientras golpea el saco, sabiendo que estará escuchando todo lo que digamos con atención a pesar de su ejercicio físico.

- Eso no es una prisión... - resumo en respuesta al agente de la ONUG, pero sin extenderme más en mi opinión, que ya expuse con algo más de detalle mientras estábamos en ese lugar.

Las palabras de Bester me producen una ligera sensación de déjà vu.

- Bueno, si quiere hablar conmigo en privado, tendré que llamar a un par de guardias para que vigilen a Riddick - respondo. Me encojo de hombros en un momento en el que sé que me mira el prisionero en un gesto claro de "lo siento, pero aún no hemos llegado a ese punto en nuestra relación..." - En cuanto a su entrevista con él... Como ya le dije, no está permitido que nadie se quede a solas con el prisionero - obviamente, eso me excluye a mí. - Sin embargo, puede hablar con él si no le importa que yo esté presente. Por supuesto no intenvendré en su conversación lo más mínimo. ¿Es eso suficiente, señor Bester? -  le pregunto.

- Hay quienes se esfuerzan en llamarlo así, Steve. Pero... ¿Quien podría carecr de alma para ponerle un nombre así, a un sitio como ese? - Preguntó a Steve, con las manos aun en la espalda. Parecía bastante distendido con aquella conversación, y bien esto podía darse por que el hombre sabía perfectamente como comportarse en cualquier momento, o bien porque se había mentalizado de horrores similares en su vida. Fuera como fuera, el Agente no tardó en cambiar de conversación.

- Entonces será necesario que llame a esos guardias, Steve. - Dejó claro que si, que debía hablar con él en privado en primer lugar. No era una cuestión de confianza, más bien uno de privacidad. - Sobre su presencia en la conversación futura con Riddick, me temo que dependerá en primer lugar, de esta que estamos a punto de tener. Si no tiene inconveniente, por supuesto. -

El soldadito elige la viga y allí es donde acaba colgando el saco de boxeo, justo en el momento en que me giro para mirarle dos guantillas salen volando en mi dirección, las cojo al vuelo sin demasiado esfuerzo mientras veo como él se coloca tras el saco para contener el movimiento del mismo. Comenta lo de mis preciadas joyas y sonrío, antes de lanzar el primer golpe contra el saco. - No serán un problema. - Por supuesto que no, acostumbrado a no poder moverme, esto ya es un lujo y aunque muchos verían como un problema entrenar con un hándicap yo lo miro desde otro punto de vista. Si me habituó a pelear con ellas, cuando me las quiten, todo me resultara más fácil y más ligero, incluido los movimientos de mi propio cuerpo. Sin duda, no son ningún problema. Empiezo a hacer tandas cortas, derecha, izquierda, derecha. Las tandas no golpean cualquier lado del saco, ni siquiera los mismo sitios donde golpearían los boxeadores, no me interesa solamente reafirmar mis músculos de nuevo... sino mejorar y recordar mi memoria en cuanto a anatomía humana. Cada tres tandas el ultimo puño es más duro y fuerte mientras veo como Rogers aguanta mis golpes al saco no solo sin quejarse, sino casi sin llegar a notarlos... un enemigo formidable sin ninguna duda.

Entonces comenta el sistema penitenciario de Himalia... ¿zona de máxima seguridad? Me detengo un momento antes de ampliar mi sonrisa y negar con la cabeza. No tiene ni idea, todo el asco que parece profesarle a esas instalaciones y realmente no sabe cómo funcionan, si no... pensaría incluso peor.

Estoy a punto de comentarle por qué Himalia no poseía esa zona... y valorando si debería contestar a su última pregunta, cuando interrumpe el entrenamiento el agente de la ONUG, el bueno del loquero. Podría decir muchas cosas que se me ocurren sobre el individuo pero la primera es simple, respeto, los tiene cuadrados el pequeño agente y eso es algo que hay que reconocerle. Asiento ante las palabras de Rogers de que se ausenta un momento y yo continúo con mis ejercicios, ahora aumentando el grado usando también el juego de pies para posicionarme y moverme a los lados del saco... y aun con gran parte de mi atención puesta en el saco no dejo en ningún momento de prestar mis oídos a cada palabra que digan esos dos hombres.

Las primeras palabras de Bester casi son un calco de las que yo le hubiera dicho al soldadito sobre lo que es una penitenciaría orbital del siglo XXIII, aunque supongo que sin tanta jerga técnica y más desde el punto de vista de un habitante de ella. Aun así el agente parece saber bastante sobre esos sitios, bastante como para que me llame la atención... aun más cuando admite conocer algún sitio que puede ser incluso peor que ese. No es que dude de la veracidad de sus afirmaciones, pero si existiese una prisión peor yo habría acabado allí... deben ser sitios donde el Infierno parecería un paraíso... y la conclusión es lógica, eso sólo pueden ser los laboratorios de investigación de las MegaCorps... o al menos es lo primero que se me viene a la mente.

Vuelvo a repetir la tanda de golpes mientras me desplazo a la derecha y luego a la izquierda. Aumento ligeramente el ritmo cada cierta cantidad de repeticiones para después volver a bajarlo.... quiero recuperar mi estado físico no cansarme a los veinte minutos.

La contestación de Rogers no se hace esperar, y el asco inunda de nuevo sus palabras, que sin duda coinciden con las mías, mas deja ahí la contestación sin explayarse más. No le hago demasiado caso, sus motivos tendrá y ante la petición del agente de tener una conversación en privado conmigo, ese pequeño detalle deja de tener importancia por el momento.

La respuesta del soldadito es la esperada, ordenes son órdenes y no puedo juzgarle mal por ello por ahora está siendo mucho mejor que los demás... aunque su primera reacción fuera congelarme. Asiento sin decir nada ante la mirada de Rogers, no esperaba menos... dudo que a la primera de cambios vaya a dejarme solo en un sitio tan grande, aunque hayan limpiado todo de posibles objetos que se puedan usar como armas. Pero claro, ninguno de ellos ha estado preso antes, lo que uno de ellos considera un arma y lo que yo veo no solo que pueda ser un arma sino que pueda convertirse en ello, es claramente muy diferente.

El agente le pide pues a Rogers que llame a mis niñeras, pues tendrán esa conversación ahora mismo. Pero son sus últimas palabras las que realmente me dejan a la expectativa, no dejo en ningún momento de golpear y moverme pero... qué podría ofrecer Bester, hasta el punto de que el bueno de Rogers acepte no cumplir una orden directa... aunque sólo sea durante una conversación. Sin duda, tendré que esperar a ver qué se trae entre manos cuando hable conmigo...

Y es una pena no poder ver a su asistente de nuevo... sí, una verdadera pena.

Me encojo de hombros mientras saco un comunicador de su funda.

- Sargento Pentecost - le digo al suboficial tras comunicar con él. - Necesito un relevo para la vigilancia de Riddick - informo. - Tres o cuatro hombres... No será mucho tiempo - miro a Bester, esperando una confirmación a mis palabras. Después de todo, es él quien quiere hablar conmigo y puede calcular cuánto tiempo nos puede llevar. - Menos de media hora. - Escucho la respuesta del sargento. - Gracias, sargento - le digo con amabilidad.

Guardo de nuevo el comunicador y me dirijo a Bester.

- Están de camino... - informo, expectante. La verdad es que el hombre me ha intrigado, casi más con su última frase que con su solicitud para hablar con nosotros en privado.

Mientras esperamos sigo observando a Riddick, su juego de piernas y su forma de golpear: Uno, dos y tres... Riñón, costillas flotantes, cuello... Más que suficiente como para acabar con cualquier oponente al que coja por sorpresa. Pienso analizando la eficiencia de sus golpes.