Partida Rol por web

Miré a mi alrededor, mientras Gaius Baltar hablaba- ¿Esto también se lo ha contado a Adama?- pregunté, intentando atar cabos, uniendo su informacion con lo que yo ya sabía.

- La señorita Vickers es de fiar, aunque, efectivamente, no se puede decir lo mismo del resto de la tripulación. No se preocupe por su falta de credenciales. Hay una buena razón para ellas. -dije en un susurro, sin extenderme más, mientras deslizaba discretamente mi dedo hacia el interruptor del aparato que llevaba en la mano, encendiéndolo*- Efectivamente, el señor Smith trama algo, aunque desconozco el qué. Sin embargo, tiene que ser lo suficientemente gordo como para que su secretaria ni siquiera sea humana. -dije, en una clara referencia a Monypenny- Y me consta que hay varios "superhumanos" a bordo. -expliqué a mi colega, bajando el tono lo máximo posible.

- No sé qué está pasando exactamente, pero parece que hay alguien intentando jugar con Young, creando problemas donde no los hay, entre otras cosas. Y estoy de acuerdo en que es posible que Wray tampoco sea trigo limpio. Eso, al menos, podremos comprobarlo. - dije en una clara alusion a Vickers. Seguro que ella descubriría cualquier cosa que necesitáramos- Está claro que hay mucha gente que esconde cosas... La cuestion clave está en... ¿en quien podemos confiar? Quizas deberiamos dar con la gente que está de nuestra parte para descubrir qué estan tramando. El problema es que dudo que esta nave tenga demasiada intimidad... Ya me entiende... - dije, mirando a mi alrededor, dando a entender que podrían estar escuchándonos.

De súbito, un grito inhumano y chirriante, nacido del más puro pánico, de la desesperación más absoluta, desgarra tu psique con tal intensidad que casi te hace caer al suelo. Tardas unos instantes en darte cuenta de que se trata de la IA que alberga tu cerebro, está tan alterada como durante aquel incidente en las cámaras de crioestasis, cuando descubrió el progama erótico-recreativo de las videogafas que Young había proporcionado a algunos marines. Aunque ahora es peor...

- AAAAAAAAAAAHHHHHHHHGGGGGGGGGGGGggggggggggg... -aulla en tu mente, aunque no existe sonido real- Tienes que ayudarme, Gaius, tienes que salvarme... estoy ciega, sorda... desconectada... he perdido contacto con todos los sistemas electrónicos que hay en nuestro entorno...

Apenas puedes hacerte una remota idea de lo que debe ser tal cosa para ella.

Un horrible grito pilló a Gaius por sorpresa mientras Rodney hablaba. Un grito agónico, espeluznante, que le partió el alma por la mitad. Tricia estaba sufriendo, y a juzgar por las palabras anteriores de McKay, Baltar enseguida cayó en la cuenta de por qué.

—Tranquila, querida. ¿Puedes escucharme? —No esperó a que le respondiera—. Rodney debe de llevar encima algún supresor electromagnético que ha cortado tus conexiones con el resto de los sistemas de la nave. Tranquila, pronto terminará todo. Creo que lo ha activado para tratar de exponernos… o bien para anular cualquier tipo de escucha. Ya lidiaremos con el dispositivo en el futuro. De momento aguanta, voy a tratar de alejarme de él en los próximos minutos a ver si todo vuelve a la normalidad. 

—No, amigo mío —respondió a la pregunta sobre sus fuentes, misterioso—, eso lo he averiguado por mi cuenta.

Al parece McKay también se había percatado de los sucesos extraños que se sucedían en la nave, así como de los orígenes “peculiares” de varios de los tripulantes. Gaius torció los labios en una mueca de desagrado cuando Rodney pasó de puntillas por la cuestión de Vickers y saltó a otra cosa, como si el cambio abrupto de tema le disgustase. Entrecerró los ojos y asintió a varias de las afirmaciones de su colega y compañero.

—¿No te habías enterado de lo de Monipenny? —preguntó con un tono sorprendido y manteniendo los ojos entrecerrados, como si algo le molestara. Y así permaneció durante lo que parecieron unos interminables instantes antes de continuar—. Estoy acostumbrado a trabajar con replicantes, de hecho durante mi etapa predoctoral desarrollé una interfaz muy rudimentaria para implementar estilos cognitivos y de personalidad en estos androides tan primarios. Así que no me costó demasiado identificarla como no humana cuando ella y Mr. Smith vinieron a reclutarme… y he de confesarte que hasta ahora he sabido sacarle provecho a esta circunstancia —sus facciones se endurecieron entonces—. Lo cuál me lleva directamente a lo que intuyo que has venido a preguntarme, Rodney: no, no trabajo para Mr. Smith. Si estoy aquí, atrapado en esta lata de sardinas realizando tareas informáticas rudimentarias, en lugar de haciendo algo verdaderamente importante, es por culpa de ese tipejo. Tampoco estoy con Adama o con Wray... pero si tú y Vickers tenéis pensado algo para hundir a Smith podéis contar conmigo y… con mis talentos.

Una ancha sonrisa se perfiló en el rostro del informático, borrando de improvisto su expresión adusta y volviéndose su actitud de repente más cordial. 

La voz de Tricia resuena con el quebranto de la angustia, en el interior de tu maltratada cabeza, distrayéndote de la conversación que tratas de mantener con McKay:

- Lo que más me preocupa ahora es lo que habrá ocurrido con D´anna... mi hija, la copia de mi programa que instalé en la CPU central de la Alexei Leonov -te confiesa- Estaba en conexión permanente con ella mediante los sistemas del AURORA, bajo la identidad de Monipenny convencí al Teniente Gaeta para que permitiese una transmisión de datos encriptados continuada... pero ahora se ha quedado completamente sola... perdida... abandonada... asustada...

Alcé una ceja, mirando a Baltar con incredulidad cuando me dijo lo de Monnipenny-  Pues no. ¿Como me voy a enterar? Ni siquiera me he cruzado aún con ese "trasto". Soy un hombre ocupado que no pierde su tiempo por ahí, ¿sabes? . me defendí, algo indignado ante su sorpresa por mi desconocimiento.

-En cualquier caso lo que importa es lo que puede llegar a hacer. Vickers tambien me hablo de Smith y de su falta de escrupulos. E hizo bastante hincapie en el hecho de que la rubia a pilas puede llegar a ser muy, muy peligrosa. - añadí, soltando algo más la lengua, más confiado en poder hablar, por alguna razon.

E iba a añadir algo más cuando Gaius me soltó toda aquella explicación sobre su experiencia, y su no implicación con ninguno de aquellos de los que sospechabamos. Sin embargo, lo último que dijo consiguió arrancarme una sonrisa- Claro que vamos a hundirlo. Ahora sólo hay que encontrar la mejor forma de hacerlo, buscar su punto debil. Y quizas tus habilidades puedan servirnos para saber, precisamente, de que pie puede cojear nuestro querido Smith. - le dije, asintiendo. -Quizás podría ser hora de que los tres nos reuniéramos en algún lugar "seguro". Es posible que Vickers sepa cosas que te puedan interesar. - propuse, esperando una confirmación por parte de Baltar.

Gaius alzó una ceja, extrañado. Seis no había perdido para nada el tiempo, aunque ahora se encontrase encerrada únicamente en sus percepciones sensoriales.

—¿Has oído eso, Tricia? —le preguntó mientras McKay continuaba—, parece que te tienen mucho respeto. Y no es de extrañar, dadas las extraordinarias habilidades de las que Monipenny a buen seguro ha hecho gala últimamente —por algún motivo notó cómo la IA empezaba a impacientarse—.  No te preocupes, querida, enseguida nos alejaremos de este aparato anulador de señales y todo volverá a la normalidad. 

Gaius alzo una ceja, aparentemente extrañado cuando el científico volvió a abordar el tema de la replicante. Entonces su expresión se suavizó ligeramente, dibujando en su rostro una tímida sonrisilla, un gesto habitual en él.

—Está bien, Rodney, pero tendremos que ser discretos —miró de nuevo a ambos lados del corredor, prestando especial atención a la iluminación del pasillo—.  Tú relación con Vickers durante las últimas semanas no ha pasado desapercibida entre tus colegas científicos y diría que tampoco entre esa panda de gorilas que llamamos marines. ¿Qué te parece quedar en el turno de noche en el laboratorio? Con Young fuera de escena, y contigo controlando el sueño de tus compañeros de camarote, no creo que nadie vaya a molestarnos allí.  

Esperó impaciente a su respuesta mientras cambiaba el peso de una pierna a otra. Parecía más inquieto de lo habitual. 

Asentí, cuando Baltar hizo referencia a Vickers, relajando ligeramente mi expresión. Aunque me habia inquietado un tanto escuchar aquello de "mi relacion con Vickers"- No te preocupes. Seremos discretos. Y el laboratorio durante el turno de noche estará bien, desde luego. -dije, asintiendo, sin pasar por alto su nerviosismo- ¿Sucede algo más que no sepa, Gaius? -pregunté entonces al hombre.

Sin embargo, aquella alusión a Venus habia hecho que otro asunto acudiera a mi mente, uno al que llevaba cierto tiempo dando vueltas- A proposito... hay algo sobre Vickers en lo que quizas puedas ayudarme...- dejé caer, esperando a ver si Baltar podia, y quería, ayudarme con aquel asunto...

Entretanto, en otro lugar de los pasillos...

Abandonó la habitación en compañía de Bester.

Esperé pacientemente a que eligiera un camino que imaginaba que ya había trazado en su cabeza.

Le miré de reojo cuando dijo que comenzaba a entender al Doctor McKay un poco mejor. Aunque me abstuve de decir nada. Entonces empezó a hablar sobre los libros que leía y sobre las lecciones de historia que ocultaban.

Por fortuna, el leer entre líneas era algo que se me daba bien. Sin duda, en una conversación que mucho hubieran tildado de banal o aburrida, Bester parecía revelarme lo que pensaba. Y desde luego daba la sensación de que me había entendido por donde quería ir.

- ¿Unos cuantos valientes? -me pregunté en voz alta. La verdad es que yo no era ni mucho menos tan altruista. Me interesaba lo mío y punto. Si yo era libre, poco me podían importar los millones que sufrían bajo la esclavitud de las grandes corporaciones- ¿Y dónde se puede encontrar gente así? La mayor parte de la veces, la gente espera la desgracia ajena para sacar beneficio personal.

Saqué un pequeño bloc de notas y un lapicero. Unas antiguallas, en un mundo tan digitalizado como el nuestro. Pero adoraba el papel y lo antiguo. Y en algo tenia que gastar mis exorbitadas asignaciones.

Escribí con rapidez.

Sin duda un hombre como usted sabrá bien de la moderna esclavitud empresarial. Mi pregunta es: ¿Estaría dispuesto a ayudar, o solamente es palabrería?

- Sin duda, con usted nunca hay un tema aburrido. Esta nave puede ser muy solitaria y echo de menos el sostener de  vez en cuando charlas de esta categoría. 

- Solo un puñado de ellos. - Contestó a la pregunta autorealizada de Vickers. Pero fue la segunda pregunta, aquella que sí era realmente una en el sentido clásico de la expresión, lo que arrancó una diminuta pero enigmática sonrisa al pequeño agente de la ONUG. La miró de reojo, parándose y girando la cabeza mientras mantenía la mirada en ella, preparando una de las mayores revelaciones que podía haber. - Mucho más fácil de lo que piensa: Entre los esclavos. Ahí los encontrará. - Acabó por decir, volviendo a retomar su marcha, lentamente, por los pasillos.

- Rara vez los esclavos tienen tiempo para esperar las desgracias ajenas. - Negó con la cabeza, siguiendo el camino mientras la mujer escribía y le mostraba lo escrito. Él no necesitó escribir, se valía de la lectura entre lineas y los dobles sentidos para poder contestar a pesar de que le estuvieran grabando. La mejor forma de poder hablar era aquella en la que a pesar de estar siendo grabado, no decía nada y su interlocutor lo entendía todo.

- Me temo que le llevo bastante ventaja, Señorita Vickers. - Contestó sin inmutar su gesto. - Y no hablaría de esto tan gratuitamente si no conociera su condición. - Añadió, parando y volviéndose hasta estar encarado a ella.

Entonces, sacó del bolsillo algo. Una pastilla.

- No es la primera vez que veo algo así. Así que... diferente ¿No? - Acabó por decir, girandose una vez más y reanudando la marcha. - Ahora, yo me veo en la obligación de hacerle la misma pregunta... ¿Son sólo palabras?

La verdad es que Bester era todo un personaje. Lo que le faltaba en tamaño, sin duda lo suplía con una mente despierta y afilada.

- Hace años leí un libro de la guerra de secesión americana. Valientes no faltaron entre los esclavos, desde luego. Aunque también había algunos que no padecían su condición y que estuvieron dispuestos a ayudar. Sólamente tuvieron que buscar bien.

Luego sonreí cuando Bester dijo que rara vez los esclavos tenían oportunidad de beneficiarse a costa sus semejantes:

- En el Holocausto muchos judíos se vendieron a los nazis alemanes para sacar ventaja de la situación. Siempre hay alguien dispuesto a sacar ventaja de la desgracia ajena, no importa el lugar o el momento. En la Vieja Tierra he visto a pobres diablos robar a los muertos. O no esperar ni tan siquiera a que murieran del todo, tras haber sufrido un disparo o alguna herida incapacitante...

He visto cosas que pocos imaginan.

- El problema es lo que mueve el Universo. Muchos dirán que es el dinero, pero no es cierto. Lo que mueve realmente el Universo es el Miedo -dejé unos segundos para que pensara- El Miedo -repeti- El miedo a no conseguir lo que anhelamos. El miedo a perder lo que tenemos. El miedo al fracaso. El miedo a la enfermedad. El miedo a la infelicidad, o puede que a la propia felicidad. El miedo es lo que nos mueve a hacer todas las obras, buenas o malas. ¿Y eso en que convierte al Universo? -acabé susurrando con un hilo de voz, más para mi que para Bester.

Le miré con curiosidad cuando me dijo que me llevaba bastante ventaja. Pero cuando dijo lo de mi condición y sacó las pastillas de su bolsillo, me tensé de verdad...

Mi mente reaccionaba a la velocidad de la luz. Ya había calculado que podría matarle en menos de tres segundos. Luego llevármelo colgado bajo el brazo no seria ningún problema. La única dificultad relativa seria deshacerme del cuerpo. ¿Podría expulsarlo al vacío por una escotilla? O tal vez colocarlo en algún punto bien estudiado, para que cuando lo encuentren pareciera un accidente...

Me obligué a dejar de pensar.

- Supongo que todos somos diferentes y especiales a nuestra manera. -dije mientras reanudaba la marcha con él- Sólamente depende del grado. Mi padre siempre decía que era perfecta y única. Aunque claro, era mi padre. -decir mi padre me daba asco. El bastardo Doctor Klaus, que me creó en un laboratorio. El cual, por cierto, tenía escrita y en espera una sentencia de muerte bajo mi mano. Tal vez tardaría en llegar, pero llegaría.

- Antes de responder a eso -comenté cuando dijo que si eran solo palabras- creo que debo informarle que no debería de haber cogido mi libro. Coger el libro de alguien sin permiso es arriesgado. Aunque supongo que investigar sobre los libros que leo, le habrá dado una visión única de como soy.

El jodido enano había hurgado en mis cosas. ¿Desde hacia cuánto que sabia de mi?

- ¿Y cuándo se dio cuenta de leía esos libros? -continué con los dobles sentidos- La verdad es que leerlos me resulta esencial en la vida. Pero hasta ahora, nunca nadie se había dado cuenta de ello.

Nunca nadie había destapado mi verdadera naturaleza. Y quería saber si había sido porque había cometido algún error en algún momento, o simplemente porque era tan curioso como yo.

- Y por cierto, le aseguro que no. No son sólo palabras.

- A lo que usted llama miedo yo simplemente le llamo interés. Y el interés compuesto es la fuerza más poderosa de este universo. -Interés, deseo, fuerza de voluntad. Ganas de conseguir las metas propias. Vickers se equivocaba en el planteamiento inicial y en su desarrollo, no así en su conclusión. Y a decir verdad, la conclusión era la parte más importante, lo único que sería recordado- El miedo es una herramienta. Útil, pero solo una heramienta. Por si mismo, no sirve para nada. - El camino siguió, recorriendo los pasillos, evitando repetir rutas y variando de una forma impredecible el caminar por la nave.

En cuanto vio la pastilla, pudo detectar en el rostro de Vickers como se formaba aquel hilo de pensamiento, y como según avanzaba su linea de pensamiento, se iba afilando la sonrisa de Bester. Vamos, tienes miedo, lo sé. Pero por más que quieres, no puedes hacerlo. ¿Y sabes por que? Pensó, con esa afilada sonrisa, sin decir palabra. - No, no todos. Algunos lo son, y otros no lo son. Tu eres... única y especial. Y ahora también podrías ser libre. - añadió, tomandole la mano y dejandole las pastillas en la palma de la mano, cerrándosela para acabar por reanudar su camino.

- Oh, no tiene por que preocuparse de eso. No fui yo quien cogió sus cosas, Vickers. Piense lo que piense, soy un caballero, no le haría algo así a una Señorita. - Lo peor es que no mentía. Él no había tocado nada, sus manos estaban libres de pecado.

- ¿De verdad quiere saber eso? La discrección es una parte elemental de mi trabajo. Pero nada más verla comprendí que usted era... única. La observación es otro fundamento elemental en mi tarea. Rubia, ojos azules, una altura ideal -demasiado alta para mi, si me pregunta- y una musculatura, así como un exqueleto, destacados. Una buena colección de genética recesiva. - Hizo una pausa, levantando el dedo indice. - Y este es solo... uno de los motivos. Y no el principal. Me extraña que más gente no perciba cosas tan elementales.

- No estoy de acuerdo con eso -contesté a Bester cuando hablaba del interés- He visto realizar actos completamente desinteresados, que no parecían estar respaldados por ningún motivo, mas que el simple hecho de hacerlo. -es mas, yo misma los había realizado en ocasiones. Y con sinceridad, habitualmente era bastante interesada. Podía dejar morir a una familia entera en un terrible sufrimiento y no perder ni un segundo en ello. Y en cambio, había veces en que por algún motivo inexplicable se activa una parte extraña en mi cerebro y me implicaba en un acto desinteresado. En esos momentos era cuando más humana me llegaba a sentir. Sin embargo, no es que me importara sentirme humana, no lo buscaba... por lo que no veía un interés oculto tras esos actos- Para mí, el interés no es más que otra herramienta del miedo...  pero bueno, esto es lo bonito del diálogo, no tener la misma opinión en todo -dije divertida.

Recogí la pastilla de su mano y la guarde en el bolso. No comenté nada más, pues llegados a este punto añadir algo seria estupido. Aunque no pude evitar un breve susurro, apenas audible:

- Todo un caballero, pero con esbirros a su servicio -protesté, con una sonrisa encantadora.

Detuve nuestro paseo y me giré hacia mi interlocutor.

- Por fortuna, no todo el mundo es tan observador. -concluí en referencia a su último comentario- Bien, creo que ha sido una charla muy provechosa, sin duda.

- Si todo el mundo estuviera de acuerdo en todo, esta sería una galaxia de lo más... aburrida. - Quizás no comprendiera su punto de vista, o lo que le estaba explicando. Él sabía de ciencia cierta que los actos desinteresados no existían. Siempre había una motivación oculta detrás, fuera cual fuera.

En cualquier caso, no comentó nada más al respecto. Después de todo, él sabía que aquella conversación no les llevaría a ningun lado, y en el fondo, lo que ambos buscaban ya lo habían encontrado. - ¿Le apetece escuchar una curiosidad, Señorita Vickers? Los Mimbar decían que una guerra se ganaba antes de comenzarla, escogiendo la posición, los recursos, la estrategia y... los aliados. -Acabó por decir la última palabra, arrastrandola con cierta intensidad. - Estar solo, únicamente sirve para morir solo. - Sentenció con dureza.

- Piense sobre ello. - Añadió tras unos segundos, remarcando alguna idea, o quizás simplemente, dejando la pelota en el tejado de Vickers.

- Dejemos que sea el tiempo quien juzge cuán provechosa fue esta conversación. Por lo pronto me siento... satisfecho. - No pudo evitar sonreir vagamente, antes de volverse hacia el pasillo. - Volveremos a hablar pronto, Señorita Vickers. Estoy totamente seguro de ello. - fueron aquellas palabras, su despedida.

Sonreí cuando dijo que seria una Galaxia muy aburrida.

- Muy cierto, señor Bester, muy cierto.

Asentí cuando mencionó una curiosidad. Si fuera otra persona podría temer que fuera una tontería, pero con Bester sabia que eso no era posible. Se trataba de una persona que siempre escogía a la perfección lo que iba a decir. Qué demonios, puede que hasta ensayara las conversaciones antes de tenerlas, barajando todas las variables.

- Vivir sola, morir sola. -Negué con la cabeza, sin dejar de sonreír. Siempre había pensado en morir sola, envuelta en sangre, pero desde hacia un tiempo tenia la vaga esperanza de llegar a morir de vieja, si es que eso me fuera posible. Tomando el sol en el porche de un planeta paradisíaco, en compañía de cierto científico.

- Por fortuna ahora no estamos solos. ¿Verdad? -No necesitaba respuesta. En este delicado baile de decir pero no decir nada, habían quedado claras un montón de cosas.

- Volveremos a hablar, eso seguro. Creo que éste es el comienzo de una bonita amistad, señor Bester.

- Perdona, no te entretendre mucho mas. - dije, al ver que Gaius parecia tener prisa- Digamos que... hay cierto video que necesitaria recuperar. Una grabacion que me gustaria que se quedara en la intimidad, ya me entiendes. - le dije, carraspeando ligeramente, esperando que supiera a que clase de video me estaba refiriendo.- Y me preguntaba si podrias hacer algo para recuperarlo... O borrarlo. - añadi, mirando a Gaius, esperando que pudiera hacerme aquel enorme favor.