Partida Rol por web

El aludido le dedica una mirada no demasiado cordial, pero luego agita una mano, como para quitarle importancia...

- Prefiero que tú te quedes aquí hasta que todo este asunto se haya resuelto, no le quites ojo de encima a los sensores de proximidad por si ese crucero de combate acaba apareciendo -entonces se vuelve y alza la voz para dirigirse al tipejo del fondo- Oye tú, Santana... ¿No vas siempre por ahí presumiendo de que eres un piloto tan cojonudo y un mago de la mecánica? Pues vete para el hangar y hazte con el control de esa puta lanzadera, la quiero en perfecto estado de revista antes de que lleguen más invitados a la fiesta... -le da otra calada al cigarro y añade- Esta es tu última oportunidad de demostrar que todavía nos vales para algo, capullo, así que no me falles... te lo digo por tu bien...

Chasquea los dedos hacia uno de los matones que están apoyados en la pared cerca de la puerta.

- Díaz, tú acompáñale para que no se pierda por el camino.

El tipo al que seguísteis hasta la Olvido se pone en pie muy tieso, con la barbilla bien alta...

- ¡Eso es pan comido para mí, Kaiju, puedes contar con ello! -al pasar ante los tres cautivos les dedica una mirada despectiva y lanza una puya irónica- Cuando contactéis con vuestro superior para suplicarle que acceda a negociar con nosotros, dadle también las gracias de mi parte por regalarnos una lanzadera con armamento militar, nos será muy útil en el futuro...

Se carcajea el solo por la supuesta gracia y sale caminando con toda la chulería del mundo...

El corpulento matón cruza una silenciosa mirada con Kaiju y sigue al "gran piloto" sin decir palabra.

El sargento Pentecost escucha con atención las palabras del jefe del lugar y su posterior conversación con sus matones. La situación es, al fin y al cabo, complicada y limitada, pero para él la búsqueda de una cooperación es fundamental para salir del entuerto.

- Si me permite un consejo, no creo que mis superiores vean con buenos ojos que les expropien una de sus naves. Como usted bien ha dicho, se lo ha montado bastante bien hasta ahora... y no creo que quiera que las autoridades destruyan este lugar y les apresen a todos -comenta Pentecost, atreviéndose una vez más a rebatir al líder de la estación- Creo que la información que tiene puede ser lo suficientemente interesante como para que mi jefe reflexione y os deje continuar con el negocio. Pero él es un tipo chapado a la antigua, con férreos principios morales. Si le amenaza a él y a sus hombres, o le roba en su cara, creo que no se mostrará demasiado colaborador. Y, como en todo, el tamaño importa, usted tiene sus armas, mis jefes tienen un equipo de un calibre bastante mayor.

Para vuestra sorpresa, Kaiju parece tomarse en serio estas palabras, asiente con un gesto y dedica un tiempo para pensárselo, sopesar diferentes opciones y alternativas... y luego, finalmente, se encoje de hombros.

- Puede que tengas razón, amigo mío -reconoce sin tapujos- Pero por ahora lo mejor va a ser mantener todas las puertas abiertas... empezando por las de esa lanzadera militar que nos habéis traído -hace un alto mientras se rasca la barba y continua con una sonrisa torcida- Igual acabáis regresando en ella tranquilamente, o puede que la desguacemos para aprovechar las piezas... los misiles guiados tienen un buen mercado en determinados círculos de Marte, seguro que podríamos sacar un pellizco...

Se sonríe con sarcasmo tras soltar la bravata de proporcionar armas al MNM, el famoso grupo terrorista, y con toda parsimonía le da un nuevo trago al licor destilado, paladeándolo con placer.

De pronto, el tipo que parece encargarse de la parte técnica da un respingo en su asiento y se vuelve hacia Kaiju hablando aceleradamente y con un toque de nerviosismo en la voz:

- ¡Jefe, acabo de detectar una nave en el perímetro, oculta entre los asteroides! -exclama sorprendido- No acabo de entender cómo hemos tenido tanta suerte, porque la señal es mínima, debe tener paneles de ocultación y no puede ser muy grande... los cabrones están en modo silencioso, seguramente observándonos... pero tiene toda la pinta de ser ese crucero de combate del que nos han hablado.

Todo el mundo se pone en pie con evidente inquetud, esperando instrucciones...

El gran hombre se toma su tiempo para pensárselo mientras todos le observan, expectantes. Está claro que nadie a bordo de la Olvido cuestiona quién manda aquí. Y finalmente empieza a dar órdenes:

- Permanecen a la espera, creyendo que no los detectamos... interesante -comenta para sí mientras se rasca la barba- Bien, no creo que sean tan temerarios como para intentar un asalto mientras tenemos rehenes, pero por si acaso quiero que pongáis a toda nuestra gente en máxima alerta, que con estas cosas nunca se sabe -alza una mano y matiza- Pero sed discretos, joder, no quiero que cunda el pánico entre toda esa chusma de ahí fuera o todavía nos complicarán más las cosas...

Entonces se dirige hacia sus tres prisioneros:

- Ya que vuestros colegas son tan tímidos, tal vez vaya siendo hora de que yo me ponga en contacto con ellos -afirma con una sonrisa muy poco tranquilizadora- Venga, empezad a ofrecer un poco de colaboración, que me valga la pena trataros mínimamente bien... ¿cómo se llama vuestro oficial al mando?

Ochoa responde al instante, con una retadora mirada:

- No vamos a darle ninguna información.

El inquietante matón que tiene de pie a su lado sonríe con gesto torvo y desenfunda un machete mellado, es como si hubiese estado esperando con ansia la oportunidad de utilizarlo...

Kaiju tuerce la sonrisa hasta hacerla más siniestra, pero alza una mano para detener a su secuaz:

- Tranquilo, Trejo, todavía no... estoy seguro de que estos caballeros van a acabar colaborando de buen grado -comenta con aire socarrón- Al fin y al cabo no les estoy pidiendo información sensible, sólo he preguntado por el nombre de su jefe...

El sargento Pentecost no se asustó ni un ápice ante la amenaza del matón del machete. Sin embargo, dado que la responsabilidad del grupo recaía en él, decidió intervenir:

- Ya le he dicho que nuestro superior es un hombre de la vieja escuela, con un gran aprecio a los modales y la cortesía. Sólo tiene que ponerse en contacto con él para averiguar su nombre. Créame, no le conviene que nuestro jefe crea que nos ha forzado a cantar en ningún aspecto -aconsejó Pentecost- Y será mejor que vigile a sus hombres, cualquier acuerdo o negociación potencialmente lucrativa para ambos será un fracaso si él creé que usted no es un hombre de palabra... o que nuestra integridad física esté en peligro, pese a sus acuerdos. Hasta ahora ha mostrado usted unas buenas dotes de negociación, así que creo que no es necesario que se lo diga... pero en todo caso, recuerde que los acuerdos se consiguen mejor con buenas maneras que amenazando.

Kaiju se queda un instante en silencio, muy serio, contemplando al sargento. Y se diría que hay un leve tono apreciativo en su expresión, a jugzar por la tenue sonrisilla que asoma finalmente.

- Ya lo dije antes, este fulano los tiene bien puestos -se gira a sus hombres y les comenta- Me gusta eso en cualquiera, hace las cosas más fáciles tanto si acabas haciendo trato, como si al final tienes que cargártelo. Como mínimo no lloriquean al morir. Odio cuando suplican.

Chasquea los dedos hacia un par de matones y les ordena tajantemente:

- Bueno, quiero un canal de comunicación con ese crucero para empezar a negociar de una vez -señala a los tres prisioneros y añade- De momento se acabaron las cortesías, ponedles unas esposas y amordazarlos, no quiero arriesgarme a que alguno intente interrumpir mientras estoy hablando con su superior... no daríamos buena imagen. Hoy tenemos que ser muy profesionales... ¿me habéis oído, capullos?

El técnico del grupo trastea unos minutos con una terminal y entonces planta una minicámara portátil delante de Kaiju. Desde luego esta estación no tiene mucho que ver con el equipamiento del AURORA, aunque parece que se apañan...

- Voy a enviar un mensaje en todo el ancho de banda, pero focalizado en la posición que hemos detectado -y matiza- Así no revelaremos nuestra ubicación a nadie más, pero ellos tienen que recibirnos.

Kaiju carraspea un par de veces muy teatralmente, se arregla el cuello del chaquetón y empieza a hablar a la holocámara:

- Bienvenidos a nuestro pequeño rincón del espacio. Por aquí no solemos recibir muchas visitas de la categoría de un Crucero de Combate, así que les agradezco mucho que primero enviasen a tres de sus soldaditos con una pequeña lanzadera, como pueden ver estamos tratando bien a nuestros invitados -mueve la cámara para que enfoque a Pentecost, Ochoa y Agathon, que están atados y amordazados pero por lo demás parecen encontrarse en perfecto estado- Espero que sepan corresponder a nuestra cortesía de forma acorde. Será mejor para todos que nos llevemos bien. Y que intentemos llegar a un acuerdo mutuamente satisfactorio -reorienta la cámara para que le enfoque de nuevo directamente- Por cierto, mi nombre es Hannibal Chau, pero aquí todos me conocen como Kaiju... ¿con quién tengo el placer de hacer negocios?

La respuesta no tarda en llegar, acompañada por la imagen del comandante en su puente de mando:

- Soy el Comandante William Adama. Como usted bien dice, debemos llegar a un acuerdo mutuamente satisfactorio. Es obvio que usted tiene algo que me interesa, mis hombres. Sin embargo, no tengo tan claro lo que podría interesarle a usted.

Kaiju corta un instante la transmisión para darle instrucciones a su técnico:

- Lleva un uniforme del ONUG, así que puede que no trabaje directamente para ninguna corporación... -comenta pensativo- Esa gente tiene historiales en bases de datos públicas, Chris, búscame información sobre el tal Adama, necesitamos cualquier cosa que pueda resultarnos útil en esta negociación...

Luego vuelve a conectar el intercomunicador.

Kaiju sonríe abiertamente a la cámara, abriendo los brazos en un sobreactuado gesto de acogida:

- Así está mucho mejor, que empecemos a conocernos. Sus hombres me han asegurado que es usted un tipo bastante razonable y chapado a la antigua. Eso me gusta. Así que como le he dicho, vamos a intentar llevarnos bien. Yo tengo a sus tres marines, y usted tiene un Crucero de Combate... supongo que entenderá que mi principal interés consiste en mantener el Status Quo, el negocio funciona bien y me gustaría conservarlo así. -argumenta- Siempre hemos tenido mucho cuidado en no llamar la atención de las grandes corporaciones, manteniéndonos en un perfil bajo, sin molestar demasiado a nadie... y ahora, de pronto, se presenta ante nosotros una nave de guerra... ¿Qué les ha traido aquí? ¿Cuál es su misión, comandante?

El comandante de la nave militar habla pausadamente, haciendo gala de una tranquila seguridad:

- Tal como yo lo veo, señor Chau, usted se beneficia de una serie de negocios fuera del foco de atención de las grandes corporaciones y de la ONUG, una actividad sin duda lucrativa nacida de una mente inteligente y de una considerable cantidad de esfuerzo. Si estas compañías descubrieran su situación perdería esa posición privilegiada y, probablemente, también su vida. Tiene, por tanto, mucho más que perder que yo, un viejo oficial cuyo sueldo no llegará ni de lejos a lo que usted puede ganar en un solo día. No le voy a engañar, no veo con buenos ojos sus negocios y artimañas. Sin embargo, estoy dispuesto a negociar con usted la liberación de mis hombres y, además, otro posible acuerdo. Pero, volviendo al tema, lo que me ha traído hasta aquí han sido mis hombres desaparecidos tras perseguir a una pequeña lanzadera, algo que, imagino, ya le habrán contado.

La respuesta de Kaiju es sorprendentemente rápida, no le ha costado mucho toma la decisión:

- ¿Quiere a ese capullo de Santana? Ningún problema, se lo entregaré encantado, todavía no me explico que un tipo serio como Cole acabase reclutando a un cretino como ese -exclama airado- Como verá, yo también soy un tipo razonable. Aunque necesitaría algunas garantías por su parte, que avalen tanto su neutralidad en nuestros asuntos como su discrección a la hora de redactar informes... -amplia su sonrisa mostrando una deslumbrante hilera de dientes de oro- A cambio, recuperará a sus hombres y su lanzadera, le entregaré a Santana y obtendrá nuestra colaboración en cualquier asunto que no interfiera con nuestros pequeños negocios... puedo ofrecerle todo tipo de compensaciones, usted ya me entiende. No tiene por qué seguir limitado a ese sueldo tan miserable del que me ha hablado. No es justo, tras toda una vida de servicio... y yo estoy abierto a negociar...

Tras un leve decalage técnico en la transmisión, llega la contestación:

- Bien, hagamos un trato. Usted me trae a mis hombres y la lanzadera, junto a Santana y su propia nave. Una vez que acabe con este último, si veo que no me es de interés, le daré vía libre y le dejaré volver con usted. A cambio le daré mi palabra respecto a no revelar su posición a nadie y a evitar que su negocio se vea en peligro. Estoy dispuesto a ofrecer las garantías que crea preciso. Además, quiero negociar con usted un pequeño acuerdo con respecto a cierta información que creo que posee. Dados sus negocios, debe conocer a mucha gente, entre ellos a alguien que busco... ¿cuál sería el precio de responder a unas breves preguntas sobre ciertos trapicheos y sus autores?. Y respecto a su última oferta, no quiero ofenderle pero debo rechazarla. Mi trabajo y mis decisiones me han llevado a negociar con usted, pero no busco una relación continuada en el tiempo.