Partida Rol por web

Un tipo enorme y malcarado os habla mediante el intercomunicador, mientras os apunta con una escopeta automática:

- ¡Todos quietos! -grazna amenazador- Entregad las armas y rendíos... estáis rodeados.

A su lado un fulano con todavía peor aspecto le secunda:

- Despacito... ¡No me chingues, pinche pendejo!

Entonces la puerta interna de la cámara estanca en la que os habían tenido atrapados se abre y otros tres hombres equipados con trajes de vacío aparecen por retaguardia, armas en ristre:

- Os tenemos flanqueados, no hagáis locuras...

El tipo que tiene justo a la izquierda se parapeta tras el margen de la puerta, actuando con una temerosa prudencia...

- Por lo que más queráis, entregad las armas sin oponer resistencia y nadie saldrá herido... ¡no podéis ganar!

Sin embargo el que avanza en el centro camina con impenitente chulería, apuntándoos con una pistola de gran calibre:

- Mal que os pese, tendréis que reconocer que os hemos pillado -afirma bravucón- Ahora sed buenos y empezad a colaborar, preferiría capturaros vivos, para así poder emplearos como moneda cuando que haya que negociar con vuestra nave nodriza...

Es fácil reconocer al tipo del holograma con el que habéis estado charlando... por fin en persona.

El sargento Pentecost se maldijo a sí mismo por dejar que un hombre sin escrúpulos, como el dueño de la estación, le tomara el pelo de esa manera, faltando claramente a su palabra.

Pentecost sabía que podrían matar a un par de ellos antes de caer pero el final sería claro, todo su equipo moriría. 

- Chicos, bajad las armas. He caído en una trampa obvia, pensé que se podría creer en su palabra -dijo en primer lugar para, a continuación, dirigirse al mandamás de la estación- Bueno ¿nos dan algo de picar mientras esperamos?

Kaiju se sonríe satisfecho, aunque sin bajar el arma ni un instante...

- Eso es, me gusta la gente razonable -comenta con socarronería- Aunque tengo que reconocele que me lo puso difícil con el farol ese de los explosivos... si es que era un farol -no parece tenerlas todas consigo, pero hay un deje de respeto en su voz- Me ha obligado a ingeniármelas para hacerles desmontar la bomba.

Hace un gesto a sus hombres para que se acerquen a desarmaros, pero él se mantiene a cierta distancia. Por si acaso.

- Como mínimo, les debo un trago -comenta para su gente- Traedmelos al salón y charlaremos... total, como bien dice nuestro invitado, tenemos que hacer tiempo. Y nos irá bien irnos conociendo un poco.

David Telford Ochoa no opone resistencia alguna cuando le requisan el subfusil... alza las manos y colabora.

Me debati en aquel momento entre lo correcto, y lo que mi cuerpo y mi mente me pedian a voces que hiciera...

Sin embargo, ¿Que iba a sacar haciendome el heroe? Acabar con un tiro en la sien, seguramente.

Asi pues, opté por lo unico que podia hacer, dada la situación: obedecer a Pentecost, y entregar a regañadientes mi arma a aquellos tipos teniendo claro que, se mirara por donde se mirara, aquello NO era una buena idea.

El sargento Pentecost, indignado y furioso consigo mismo por caer en una trampa tan obvia, acompañó a sus secuestradores sin darles motivos para apretar el gatillo.

- Creo que ya le voy conociendo, aunque pensé que podía confiar en su palabra -respondió al jefe del lugar con evidente poco respeto.

El singular Hannibal "Kaiju" abre la marcha al frente de sus hombres, que una vez desarmados os flanquean con cara de soportar pocas bromas, pero cuanto menos no os han esposado. Atravesáis una serie de pasillos y compuertas selladas hasta llegar a una de las zonas centrales de la destartalada estación orbital... y allí os espera una sorpresa mayúscula.

Para empezar esto es mucho mayor de lo que os habíais imaginado, pues la distribución de la estación en las proximidades del eje central ha sido remodelada intensamente hasta constituir un espacio enorme, con muchos pisos de altura. Pero es que además esto está lleno de gente, sois conscientes de que el sistema de soporte vital de una estación orbital de este tamaño puede albergar a casi un centenar de tripulantes, pero sólo con lo que tenéis ante vuestra vista seguramente ya estaréis cerca de esa cifra...

Sin embargo, la población que atesta este lugar difícilmente podría clasificarse como "una tripulación". Por el contrario, parece más bien la chusma que atesta los barrios bajos de un suburbio del Barrio Rojo de Marte, donde los bares, postíbulos, casinos y casas de empeño monopolizan la economía.

Alguna de las chicas incluso se dirige a vosotros durante el recorrido, mostrando unos atributos que sólo pueden ser resultado de la ingeniería genética ilegal que medra más allá de la normativa del ONUG...

Kaiju espanta con un simple movimiento a la meretriz mutante...

- Ahora no es el momento, bonita, por ahora estos caballeros sólo van a hacer negocios conmigo.
 

El sargento no puede evitar mostrar en su rostro la sorpresa al ver ese mercado de los barrios bajos propio de cualquier planeta. Una multitud demasiado numerosa para el lugar, un arma de protección para Kaiju ante posibles ataques. 

Si hubiesemos hecho explotar esas bombas esta gente también podría haber muerto.

Pentecost no perdió el tiempo e hizo un reconocimiento del lugar, buscando posibles vías de escape, algo que usar como arma y la naturaleza detallada del gentío. La información es poder y, ahora mismo, necesitamos mucho poder.

Tras atravesar toda una serie de habitáculos y nuevos pasillos, os conducen a una especie de despacho con una gran mesa central, varios sistemas de control integrados en las paredes y lo que parece ser un dispensador de comida, aunque bastante más anticuado que el de la sala común del AURORA. Puede que esto sea la peculiar versión de un puente de mando en la Olvido, adaptado a las necesidades y preferencias de Kaiju y sus seguidores más allegados...

Como mínimo, aquí no hay aglomeraciones, salta a la vista que esta sala tiene el acceso restringido...

Un tipo de aspecto poco recomendable deja un terminal informático con el que estaba trabajando para acercarse...

- ¿Ya tenemos a nuestros "invitados" bajo control, jefe? -resume lo obvio, y entonces se dirige con malos modos a uno de los tipos que caminan a vuestro lado en esta peculiar escursión- Más te vale que no nos den problemas, Santana, o vas a lamentar como nunca el haberte dejado seguir... pinche pendejo...

El aludido se defiende, adoptanto una pose mucho más arrogante de la que había demostrado hasta ahora...

- Oye, buey, no podía imaginarme que estos fueran a ser capaces de seguir mi lanzadera a través del cinturón de asteroides, nadie lo había hecho antes... y tenía que asegurar el material o nos hubieran pillado con todo eso a bordo en la Valentina Tereshkova... ¿o hubiérais preferido que arrojásemos toda la droga al espacio? -argumenta, aunque mira de reojo a Kaiju, para ver cómo reacciona- Además, vale, yo los he traído aquí... pero ahora tenemos tres rehenes cojonudos para negociar con ese crucero si acabase apareciendo... !Y además hemos capturado una lanzadera militar equipada con misiles! !Esto es la leche, tíos!

Parece muy interesado en resaltar "el lado bueno de las cosas" tal como han ido desarrollándose.

Hannibal se sienta en el borde de la mesa, cruzando una pierna sobre la otra, y señala con el índice.

- Mira, Santana, lo mejor que puedes hacer ahora es irte a un rincón y quedarte calladito, para no empeorar todavía más tu situación aquí -amenaza sutilmente- Y tú, Chris, tráeme una copa mientras hablo con nuestros nuevos amigos. Un escocés con hielo. -ordena con desidia- Y ponles también a ellos, no quiero que se lleven una impresión equivocada de nosotros, somos gente civilizada...

Lo ha dicho de tal modo que no sabríais decir si es sorna o habla en serio.

- Por supuesto no es whisky de verdad, aquí no podríamos obtenerlo, pero una vez probé el auténtico, cuado me dedicaba a resolver los asuntos sucios de una de esas putas corporaciones... ¡y joder, esto se parece mucho!

Recoge la copa cuando se la traen y da un sorbo largo, deleitándose en el sabor.

El sargento, junto a sus hombres, acompaña a su captor y a sus secuaces, observando con cierta perplejidad todo lo que les rodea y las discusiones que se suceden. Jamás lo habría imaginado.

Pentecost era un buen soldado, un hombre nacido para luchar, con férreos ideales, un gran valor y un fuerte sentido del deber. Pero no le gustaba llevar la iniciativa, razón por la que no era muy proclive a iniciar unas negociaciones sin las autorizaciones pertinentes. Y, visto dónde le habían llevado sus decisiones hasta el momento, no estaba muy dispuesto a hablar demasiado.

Una vez que les traen las copas y Kaiju toma la suya, el sargento aprovecha para hablar:

- Debo reconocer que nos hemos equivocado completamente, la situación no es ni mucho menos parecida a la que esperábamos. Hemos llegado aquí por puro accidente, persiguiendo a ese traficante -señala a Santana con la cabeza, dejando claro que él es culpable de todo este embrollo- Creo que la situación en la que estamos actualmente nos perjudica a todos... y que debemos colaborar para obtener beneficios de este malentendido -con sus palabras el sargento busca mostrar que, pese a que Kaiju parece dominar la situación, su crucero estelar puede desequilibrar rápidamente la balanza a su favor.

Kaiju apura su copa y le hace una seña a uno de sus matones para que la llene de nuevo. No parece precisamente comedido en su ingesta de alcohol, pero algo os dice que debe tener bastante aguante. Y mucho hábito.

- Me alegra ver que empezamos a entendernos algo mejor -susurra el jefe del hampa con voz ronca- Siempre he sido muy aficionado a los viejos aforismos, son como un mantra para mí, en medio de todo el caos permanente que nos rodea... y uno de mis preferidos es el que afirma que "hablando se entiende la gente"... -amplía su sonrisa, mostrando varias prótesis dentales metálicas, y añade con sorna- Aunque a veces haya que ponerles una pistola en la sien para que escuchen.

Sus secuaces ríen la gracia, dando muestra de la catadura moral del grupo...

- Miren, soldaditos, nosotros hasta ahora nos hemos desenvuelto bastante bien por nuestra cuenta. Esta sección del espacio es nuestro territorio, fuera del control de las grandes corporaciones. Y la clave de ese éxito radica en que nadie nos había prestado ninguna atención hasta el momento, pues hemos permanecido bajo el umbral de detección de sus servicios de información -filosofa mientras le va dando caladas a su puro y le sirven más whisky sintético- Sin embargo, siempre he sido consciente de que la suerte no dura para siempre, tarde o temprano teníamos que llamar la atención de alguien. Aunque debo reconocer que no esperaba que fuese la jodida Armada Estelar, los militares suelen ser menos proclives a aceptar sobornos para guardar silencio...

Empezáis a captar por donde van los tiros.

- Pero bueno, difícil no quiere decir imposible -añade elevando una ceja- Mi negocio no es nada del otro mundo, pero tiene unos beneficios bastante aceptables. Lo bastante para generar un pequeño sobresueldo. Y además, por aquí pasa todo tipo de información que no suele quedar registrada en otros entornos menos... peculiares, por decirlo de alguna forma. Siempre he creído que, por muy diferente a tí que parezca tu interlocutor, con buena voluntad suele ser posible llegar a un acuerdo -intercala un nuevo trago a su bebida y cuando vuelve a hablar su tono es marcadamente más amenazador- Y si no, bueno, siempre podemos negociar con el bienestar de tres valiosos rehenes... soy consciente de que esta no es una decisión que puedan tratar ustedes, pero por su bien deseo que su superior, quienquiera que esté al mando de ese Crucero de Combate, les tenga en muy alta estima...

El fulano de antes, que parece ser quién se encarga de supervisar la parte técnica, se acerca de nuevo a Kaiju...

- Jefe, parece que están teniendo problemas en el hangar del subnivel seis -le susurra con tono algo tenso... cosa que dispara en el acto vuestra atención y os hace aguzar el oído- Aquella panda de inútiles no están siendo capaces ni de abrir el cierre de seguridad de esa preciosa lanzadera militar que nos han traído nuestros nuevos invitados... va a haber que enviar a alguien que sepa hacerlo.