Partida Rol por web

No seas idiota... solo es una cría curiosa. Quiere ver la planta, y quizá charlar un rato. No va a pasar nada...

Arabelle se miraba al espejo pocos minutos antes de la hora a la que Azazel había dicho que llegaría. Desde que se encontrasen en la fiesta no había sido capaz de sacarse de su cabeza sus ojos, su olor, y de rememorar la sensación de aquel roce ¿involuntario?

No seas idiota... No va a pasar nada...

Aun se arrepentía de no haberse metido en el lago con ella para que le enseñase las flores de la parte más alejada del lago.

No seas idiota... No va a pasar nada...

Había terminado de arreglarse poco antes y tenía ya su piso preparado. Tras dar mil vueltas a la ropa que guardaba en su armario, había acabado con el mismo vestido que había usado en la cena con Edward. Le había costado muchísimo decidirse. No es una cita, recuerda, no es una cita. No te pases. Se había dicho varias veces mirándose en el espejo. Parece que estés en pijama en casa. Se había repetido otras tantas. Al final se había probado más ropa de la que estaba dispuesta a admitir, y había acabado en su vestido favorito.

Su apartamento era más grande que el de Edward, pero no sabía como en relación a los demás. No había estado en el de nadie más. Estaba decorado con sencillez, siguiendo el estilo japones. La sala de estar, que hacía a la vez de comedor, culminaba en un falso ventanal formado por un juego de luces que imitaba los colores y la tonalidad de la luz solar, y cambiaba según el ciclo del día. En el centro había una pequeña mesita, colocada frente a un sofá, donde Arabelle había colocado su orquídea. La orquídea que la  había acompañado desde el exterior. La orquídea que había nacido como fruto de su trabajo. La orquídea que Azazel venía a ver.

En la nevera y la despensa tenía preparado vino blanco y tinto. Es una cría, no va a querer beber vino... También algo de cerveza. Es una cría... pero la he visto beber cerveza. También algo de comida sencilla, que poder servir sin cocinar. Un poco de sushi, un tartar de tomate y un pequeño pastel de frutillas que había preparado ella misma. Recuerda, no es una cita. No seas idiota.

El falso ventanal del fondo empezaba iluminar con los tonos del atardecer cuando sonó el timbre de la puerta. Arabelle recibió con una sonrisa a Azazel, y no pudo evitar cruzar su mirada con la de ella en cuanto la vio. No es una cita... pero parezco una adolescente...

-Bienvenida - la invitó a entrar mientras sonreía - No estaba segura de que fueras a llegar con mis indicaciones, aun no tengo todo este sitio controlado - en realidad creía que Azazel llegaría a cualquier parte sin necesidad de indicaciones, pero era una forma de romper el hielo. 

No seas idiota no es una cita...solo es una visita. Habías pasado un buen rato autoconvenciéndote de ello y cuando la tuviste delante igual tus pensamientos se fueron a otro lugar. Llevaba un vestido, uno simple, fresco y veraniego, hasta las rodillas de un rojo apagado, un color vino algo mas brillante. Tenía brocados en los tirantes dándole un aspecto algo mas infantil de lo que su figura podría dar, y tenía un lazo en el escote pequeño, bonito. No era pegado, ni mucho menos, vuelo y espacio era todo lo que había buscado para la ocasión. 

¿Seguro que no era una cita? 

Los labios con un toque de naranja, leve pero ahí estaba, como su pelo- buenas, no te preocupes- un bolso que llevaba colgado al hombro, de los que se podían cruzar por estos. De cuero negro ya con cierto desgaste, basta casual y unas botas marrones oscuras hasta los tobillos con los cordones abiertos. Te plantó dos besos, impregnando con su olor el espacio que había entre las dos- ¿Puedo pasar?- se alzó sobre sus puntas unos centímetros, expectante mientras miraba ya detrás tuya, buscando percibir con sus ojos tu casa. Con curiosidad. 

Azazel solo había necesitado estar ahí para que su autoconvicción se viniese abajo. Solo había necesitado mirarla, saludarla, y darle los dos besos de cortesía. Ahora todo en lo que Arabelle podía pensar era en su dulce aroma, que impregnaba el espacio entre ambas, en sus labios anaranjados y en sus ojos de otra galaxia. ¿Se estaría dando cuenta Azazel? ¿Que le pasaba, que de pronto se sentía como una adolescente? Céntrate, no sea idiota. Lo que tienes en la cabeza no puede ser. Por más que se esforzaba le costaba evitar la tentación de cruzar su mirada con la de ella.

-Claro, entra, estás en tu casa - la invitó a entrar con una sonrisa y un gesto del brazo, y cerró la puerta tras ella

La entrada daba directamente al salón.  A un lado de la entrada quedaba una habitación, con una cama ancha y muy baja, casi al nivel de suelo.  Al otro una pequeña cocina, y un baño. Todas ellas separadas de la salita por puertas deslizantes. En aquel momento la de la cocina y la habitación estaban abiertas. Todas ellas compartían un estilo similar, con decoración sencilla y pequeñas plantas colocadas aquí y allá. Tanto en el salón como en la habitación había estantes en las paredes*, llenos de libros, la mayoría de ciencia. Muchas de las cosas de aquella casa no las había elegido en persona, pero parecían hechas a medida para ella.

-¿Puedo ofrecerte algo de beber? - comentó acercándose a la cocina - El otro día en la fiesta me quedé con muchas ganas de que me enseñases aquellas flores. Mike era simpático, pero creo que no conectamos demasiado - ojalá te hubieses quedado... -  ¿Como fue tu final de la fiesta?

Entró con su sonrisa sempiternamente divertida- guau, tienes una casa preciosa ¿eres..am...Budista?- se quedó pensando si esa era la religión exacta pero lo cierto es que no entendía mucho del tema. Se descalzó en la entrada y dejó con tranquilidad los zapatos en la misma, pegados a la puerta pero mirando hacia la salida.

Sus ojos fueron al centro de la mesa, donde descansaba tu orquídea- ¿es esta verdad? ¿puedo tocarla? ¿olerla quizás?- te miró con un gesto de piedad, una petición inusual. Lo normal con las flores si que era olerlas, pero tocarlas...no muchos disfrutaban con eso o sabían realmente bien como debían de tratarlas. 

Oh cualquier cosa que tengas, menos agua con gas- hizo un mohín gracioso de desagrado- la verdad es que creía que ibais a hacer buenas migas...yo hablé un poco más con Steve, un hombre majo, aunque lo que dicen de su fama es cierto- se encogió de hombros, expectante a tu respuesta para acercarse tan siquiera a la mesita. Pero antes, se acercó a donde estabas para ponerse a tu lado -¿Te ayudo?

Sonrió cuando Azazel sugirió que podía ser Budista. Mucha gente acostumbraba a relacionarla con las religiones orientales, tras escucharla hablar o tras ver sus lugares de descanso o trabajo. Durante un momento sintió el impulso de corregirla. Taoista, aquella decoración seguía el Tao. Pero se contuvo. Muchas veces pecaba de sabelotodo, pero ese día no quería empezar así la visita.

-No, no soy creyente. Esto… - hizo un gesto con la mano abarcando todo el apartamento – me relaja. Me ayuda a desconectar y sentirme en paz. Pero no sigo ninguna religión. Lo hice durante un tiempo, pero ya no.

Se agachó y abrió una pequeña nevera, encajada en el mueble de la cocina. Dentro tenía la botella de vino blanco, tumbada en un estante, varias cervezas y algunos zumos de frutas.

-Estás de suerte, no tengo ni una botella de agua con gas, Alemania se las queda todas – bromeó tranquilizando a Azazel. Ella nunca había entendido la obsesión de sus compatriotas por el agua con gas* - ¿Cerveza de frambuesa? - sacó dos de la nevera. A ella le volvían loca. Siempre tenía algunas en la nevera para ocasiones especiales. Aunque últimamente no había demasiadas ocasiones especiales. -¿Fama? ¿Que fama tiene Steve? A veces creo que soy demasiado antisocial... 

Abrió las botellas** vertió su contenido en dos vasos de cristal, y colocó los vasos sobre una pequeña bandeja. Le tendió la bandeja a Azazel como respuesta a su "¿te ayudo?" y caminaron hacia el sofá para sentarse.

-Es de verdad - observó la orquidea con una sonrisa - Es un híbrido basado en una Paphiopedilum concolor. Por el momento es la única en el mundo de su clase, quizá algún día pueda decir que es la primera de su especie - se mordió el labio al pensar en ello. Aquella planta era su mayor orgullo -  Puedes tocarla, pero debes tratarla con cariño - miró a los ojos a Azazel - Es una flor muy delicada, si le das muy fuerte le harás daño, será como si a mi me dieses un puñetazo - sonrió - Debes acariciarla con delicadeza - tomó la mano de Azazel y rozó suávemente con el dorso con la yema de su dedo índice - Apenas rozándola -  Como cuando me rozaste la espalda en la fiesta. Repitió entonces el gesto, esta vez sobre los pétalos de una de las flores de la orquídea. Apenas un roce para notar el tacto de la planta sobre su piel.

¿Y en que creías antes?- miró con curiosidad el gesto de tus manos que todo querían enseñar.

Curioseó un poco más antes de centrarse en la flor, en aquello que enseñaba con un orgullo no desmedido de lo que eras capaz. -Ui, cerveza de frambuesa, no he probado nada así nunca- la escuchaste decir con aire divertido.-Bueno, es que el lleva mucho tiempo aquí, pero intenta acostarse con toda chica. Digamos que es uno de esos galanes de telenovela que tiene una cuenta en algún diario con seguridad- había cierta maldad inocente en sus palabras. 

Os dirigisteis al sofá tras que ella cogiera la bandeja con cuidado. Dejando esta en la mesita, a buen recaudo, pero algo separada de la flor.  

¿que significa su nombre?- Porque toda planta tenía un significado- ¿Y cual le ha puesto tu a tu prole?- Si, prole, una palabra anticuada si acaso, pero con más fuerza que otras. La miraste a los ojos, y las miradas se cruzaron, porque no te perdía el ojo, la intención era todo una incógnita pero te prestaba mas atención que en la fiesta. También era algo mas comedida en sus gestos y formas.-Y no querría darte un puñetazo por nada del mundo, me caes muy bien- una tenue sonrisa de medio lado antes de que le cogieras la mano para acariciarla- comprendo...como si fuese algo que se ama- su sonrisa se amplió un poco, alzando las cejas para acercarse y decirte más bajo- un amante- bromeó con una sonrisa baja antes de desviar la mirada al foco de vuestras palabras. 

Retiró la mano con cuidado y repitió tu gesto, pero mas lento, con mas tiento, primero con la yema del índice, y luego tras la primera pasada subió deslizando el dorso del dedo por el tallo hasta llegar a una de las flores moradas que tenían que ser tratadas aun con mas mimo- ¿Te gusta como se sienten los pétalos frescos sobre la piel? Es casi mejor que la seda o el terciopelo, porque es más natural. 

-Mi familia es luterana. De pequeña acostumbraba a ir los Domingos a la iglesia… pero cuando crecí… - torció ligeramente el gesto, aquello no era algo que le gustase recordar - empecé a no sentirme bienvenida allí… – comentó dejando entrever cierta frustración - ¿Así que un galán de telenovela? - cambió de tema rápidamente – ¿Debería estar resentida porque no quisiese acostarse conmigo? - bromeó, dejando claro que no estaba interesada mientras caminaban hacia el sofá. No se había interesado por nadie desde que había llegado. Las pocas veces que había tratado de trabar amistad con algunos de sus compañeros tampoco habían ido tan bien como le habría gustado.

Ya sentada en el sofá, sonrió a la pregunta de Azazel sobre el nombre. No le había puesto nombre, a su orquídea. Cuando su pequeña nació recordaba llorar de alegría, festejarlo, y más tarde continuar frenética la batería de pruebas cuyos resultados acabarían en su tesis y en un par de publicaciones. Los resultados que le abrieron la puerta a Titán. En toda aquella época la planta solo había tenido un código para identificarla, Ejemplar PC R1X. Más tarde había ido posponiendo nombrarla hasta tener el nombre perfecto. Tanto que aun no le había dado nombre.

-Paphiopedilum significa sandalia de Venus. ¿Ves aquí? - señaló dentro de la flor – El labelo de la flor parece una zapatilla. Concolor es que todos los pétalos son del mismo color, no ocurre en todas las orquídeas – señaló los pétalos uno a uno en una de las flores – A esta pequeña no le he puesto nombre aun. Me cuesta mucho decidirme. He pensado en ponerle el apellido Siccitas, indicando que esta es resistente a la sequía, pero aun no me he decidido. Quizá puedas ayudarme con esto más tarde... – sonrió mientras cruzaban sus miradas.

Las palabras de Azazel mientras le tomaba la mano y la acariciaba con la llema la hicieron sonreir. Primero divertida su respuesta al comentario del puñetazo. De inmediato consiguió que se le subiesen las pulsaciones cuando hizo la referencia a algo que se ama. Después hizo que se ruborizase cuando susurró “un amante”. Parecía bromear, pero incluso así conseguía que notase un nudo en la garganta y un hormiguéo recorriéndole la piel. ¿Se habría dado cuenta ella? ¿Que estaría interpretando de todo aquello? Observó con atención como la chica acariciaba la planta. Primero el tallo, más tarde la flor. Las trataba con mimo, como ella había acariciado su mano instantes antes.

-Es una sensación fantástica – sonrió mientras ella también acercaba la mano para acariciar uno de los pétalos de la misma flor sobre la que Azazel tenía la suya – A veces me da la sensación de que ella también me quiere, y me acaricia con el mismo cariño que yo la acaricio a ella. Es suave y delicada - mientras lo decía, su mirada se iba poco a poco hacia Azazel, y su mano se acercaba a la de ella. No llegó a tocarla, en el último momento retiró la mano - ¿Que te parece? ¿Mereció la pena venir a verla? - preguntó entonces mientras trataba de esconder lo nerviosa que estaba. 

No lo se, quizás solo estuviese tanteando el terreno- bromeó a la par escuchando luego tu explicación con suma atención.

Aquello se iba a tornar si no mas interesante al menos si mas extraño- ¿Merecer la pena? Claro- dijo con soltura- sabes, siempre he pensando y creído fervientemente que todo lo orgánico tiene vida, existencia propia- te miró ladeando el rostro- así que, bueno, te quiere, te adora, de hecho te debe la vida y encima no veo que tenga fallos ni que esté enferma- miró de nuevo a la planta- así que...lo he has hecho es crear algo nuevo, eres, con todas las de la ley, una especie de diosa para ella, una madre diosa, como esa Venus, que nació de la espuma del mar, tu serías la espuma y ella...bueno, ya lo sabes- una pequeña risa baja. 

Se relajó tocando de nuevo el tallo, deslizando solo la yema y al final la punta de la uña, pero de forma suave- ¿Crees que querría que la tocásemos?- Te miró fijamente con sus ojos sempiternamente vivos, oscilantes en su inmensidad de colores y variaciones. Aquello era una tara genética, o un cambio por lo menos, bastante llamativo. 

Desde la primera vez que se la había encontrado, había tenido que esforzarse para poder apartar la vista de sus ojos cada vez que se los cruzaba. La intensidad de su mirada, la viveza de sus colores, que parecían cambiar a cada instante. ¿Se daba cuenta ella de la forma en que la miraba? ¿Lo harían todos?

Arabelle se había ruborizado cuando Azazel la había comparado con una diosa. Por mucho que hubiese sido una metáfora, no estaba acostumbrada a recibir halagos así. Siempre había estado orgullosa de aquella pequeña planta, pero escucharlo así de boca de otra persona era algo diferente.

-Yo... la quiero también, es una buena amiga... no te imaginas las veces que me ha escuchado... o que me ha aguantado quejándome - bromeó - se le da mejor escuchar que a muchas personas... a veces pienso en ella incluso como una hija...

En el parque apenas había podido hablar con Azazel. Se había quedado prendada de ella con apenas una sonrisa, una mirada y un par de gestos. Desde que había entrado por la puerta de su apartamento la encontraba cada vez más interesante. Despierta, inteligente, divertida. Parecía conocer aquel lugar a la perfección. Como en la fiesta, parecía tener el control de todo lo que ocurría a su alrededor.

-Creo que quiere... creo que lo lleva deseando desde que supo que estaríamos aquí... - se mordió con suavidad el labio inferior, sin apartar la mirada de los ojos de Azazel. Aquel momento parecía eterno. Sentía una ligera presión en la boca del estómago y como si de pronto estuviese aguantando la respiración.

¿Crees que le gusta que le toquen entonces? Me refiero, los girasoles por ejemplo se giran hacia el sol, supongo que porque les gusta, tu pequeña sin nombre, ¿hace algo de eso cuando algo le gusta o le disgusta? ¿Quizás cuando tiene demasiada agua? ¿Cuando tiene poca? ¿Echará de menos el sol del verdad?

Te miró con genuina curiosidad, clavando su mirada en la tuya- ¿Has pensando en como sería poder saber si realmente le gusta que le toquen? Como a una persona o a un animal...¿Hay algo que...

Se acercó hasta quedar a tu lado, muy cerca, como si fuese un susurro- pueda hacer que veas esas cosas en ella?

La repuesta de Azazel hizo que de pronto se relajase. Estoy leyendo demasiado en esta situación. Su pregunta había sido mucho más inocente de lo que ella había imaginado antes. Soy una exagerada... Está todo en mi cabeza. 

-Mi pequeña no hace nada de eso - contestó sonriéndo, más relajada - no es ese tipo de planta... hay muy pocas que reaccionen de forma evidente a lo que ocurre a su alrededor... - de pronto esa senasción volvió ¿está jugando conmigo? ¿estoy leyendo cosas donde no hay nada?  - de ella puedo ver su estado de ánimo... puedo ver cuando está apagada, sus ojas pierden color y están... están caidas... - su corazón volvía a acelerarse, Azazel desde tan cerca seguro que podía notarlo - también cuando está fuerte y feliz, está erguída y brillante... se pavonea llena de color... - la miraba a los ojos, perdiéndose en los colores infinitos de su mirada -  ... como una persona, cuando se arregla, se pone su vestido favorito para estar guapa... - no sigas por ahí - creo que es en esos momentos cuando... cuando muestra que le gusta... que le gusta que la acaricien, y que el susurren... 

Casi ni se había dado cuenta de que estaban muy cerca la una de la otra, mirándose a los ojos, hablando casi en susurros. Tan cerca una de la otra que casi podían notar el aliento de la otra. 

-Creo... creo que... a veces, símplemente lo sé al verla... unas veces es sutil, otras no tanto... - su voz se había ido volviendo gradualmente más insegura - lo mismo que con una persona... más sencillo que con una persona...  

Bueno, tu si puedes ver cuando está bien, cuando se pavonea como la flor mas bella de todo TITAN- una risa baja- con sus matices, sus colores y su tallo fuerte, hidratada y dispuesta a enseñar sus venitas en las hojas, cual pequeñas e inocentes parecen- Era dificil no pensar quizás en algunas cosas por la forma que tenía que decirlas mas que por los gestos. 

¿Te has puesto tu vestido favorito Arabelle?- Una sonrisa ladeada, con cierta maldad inocente. La cercanía era tan patente como que lanzó un breve soplido de aire suavemente hasta tus pestañas solo para aprovechar el momento de mirar por un segundo tus labios.- Entonces...¿dirías que estás celosa de que la acaricie a ella, pero no a ti? - Susurró tan bajito que casi te costó comprender lo que decía, mas en su tono, aunque no hubiese exactamente inocencia tampoco encontrabas el lado opuesto, más si curiosidad. 

Arabelle se ruborizó tras el comentario de Azazel. Sintió el impulso de apartar la mirada, de levantarse y darle la espalda, pero en lugar de eso siguió con su mirada clavada en la de la joven. Con sus ojos desviándose periódicamente hacia sus labios. Hasta entonces había estado nerviosa. Había sentido un nerviosismo adolescente, como había sentido las primeras veces que recordaba encontrarse con alguien que le gustaba. Pero aquello de pronto había estallado. De pronto recordaba la vez que su hermano la había sorprendido con otra chica. Aquello había hecho que su propio hogar se convirtiese en un infierno. Un infierno que creía haber abandonado al llegar a Titán, pero... ¿podía volver a ocurrir algo así allí? Había peleado mucho por estar allí ¿estaba a punto de estropearlo?

-¿...y si lo estuviese...? - se decidió al fin, sin apenas voz - ¿ ...y si estuviese un poco celosa de que hayas venido a verla a ella, en lugar de a mí...?  ¿...y si no hubiera podido quitarme de la cabeza aquella caricia del día de la fiesta...?

Se quedó mirándola, esperando a que respondiese. Su corazón latía desbocado en esos momentos, mientras se debatía entre lo que deseaba hacer, y lo que pensaba que debía hacer. Apenas pudo esperar un par de segundos. Sin dejar que Azazel contestase se inclinó ligeramente hacia delante, hasta rozar los labios de Azazel con los suyos.