Partida Rol por web

2 días después del "atentado" 10:30

No tardaste demasiado en llegar. Efectivamente, parecía que tenía lugar una especie de reunión social donde imperaba la comida y el silencio. Aunque los rostros intentaban no ser serios o tristes, era dificil encajarlo. 

Artemis, el padre de Azazel estaba vestido con un traje de pantalón blanco y chaqueta negra, junto con un pañuelo purpura en la solapa. Recibía a los que allí se acercaban, que no eran mas que quizás una veintena o treintena de personas. Un gesto con la cabeza y un apretón de manos cuando te acercaste al lugar decorado con guirnaldas de amapolas que rodeaban las mesas plagadas de delicatesen. 

Gracias por venir- No tenía demasiado tiempo. Te ofreció una copa de vino aromatizado con canela antes de hacer lo mismo con otro hombre que venía detrás. 

Viste a Azazel, sentada en una de las sillas de madera claras plegables, en lo que casi sería una esquina, con la mirada fija en el suelo. Sus dedos jugueteaban con una margarita, arrancando lentamente cada pétalo sin tan siquiera hacerle demasiado caso. Un sobrio vestido negro, de manga corta. 

Arabelle trató de no llamar demasiado la atención. Lamento mucho su perdida...  fue su escueta mientras aceptaba la copa que Artemis le ofrecía. No lo conocía, todo lo que sabía de él era que era el padre de Azazel, pero él tampoco parecía tener tiempo, ni deseos, de intercambiar más palabras con ella. Seguramente hubiera pocas personas con quien quisiera hacerlo. 

Se acercó a Azazel. Caminó hasta colocarse delante de ella, y se quedó en cuclillas para quedar a su altura. Ligeramente por debajo, dada su baja estatura.

-Siento muchísimo lo que ha pasado... ¿Como estás? - sabía que no estaba bien, pero quizá la pregunta diese pie a que pudiese desahogarse - Estoy aquí para todo lo que necesites ¿vale? Solo pídeme cualquier cosa que necesites... - le cogió con suavidad la mano y la miró a los ojos.

En aquel momento quería abrazarla con fuerza y no soltarla.  Pensar en lo que estaba pasando le rompía el alma. Pensar en que podía haber estado en el ataque y hacer sido ella... Cuando ellos se vieron envueltos en el tiroteo no había pensado en la posibilidad de morir, ni en la gente que había muerto. No había tenido tiempo. Ver sufrir a alguien a quien quería hacía que aflorasen muchas emociones que había quedado sepultadas por la adrenalina. 

-Cuando atacaron estaba en los comedores del hospital de la planta 27...  Apenas supe lo que estaba pasando - torció un poco el gesto - Sabía que algo andaba mal, pero... pero de pronto empezaron los disparos, y no sabía quien disparaba ni por qué... traté de ayudar a algunos de los heridos, pero no estoy segura de que sirviese de nada... Ojalá hubiese podido hacer algo... ojalá hubiese podido evitarlo... - ¿y si podía haberlo hecho? ¿y si hubiera alertado sobre el incidente con Kat en los recreativos?  

Lo que te encontraste fue una mirada impasible, cerrada en banda aunque hubiese aceptado el contacto de tu mano. Aun así, de golpe no sabías bien que podía estar pasando por la cabeza de aquella muchacha que tenía los labios blancos de tanto apretarlos. 

Tardó en hablar, tardó tanto que dolió- Iba a visitarme, a mi no me pudieron llevar a la zona de guarida a tiempo antes de que se cerrasen las compuertas- Apenas era un susurro que se escapaba entre sus dientes. Dudó, dudó en seguir hablando o no. Y tu notabas la ira al borde, como seguramente su consciencia y autocontrol estuviesen pendidos en puntos suspensivos.

Arabelle se quedó mirándola unos instantes, mientras le cogía la mano. La chica estaba al borde de la ira, culpándose por lo que había pasado. Aquello le recordaba a la vuelta de su misión, con la muerte de Silke, y el resto de gente en la base del Rio Eterno. Ella se había sentido así, Hilv se había sentido así... Pero para Azazel tenía que ser mucho peor. Tan joven, perder a su madre... Se le partía el corazón viendola así. Ella había perdido a la suya, pero de un modo completamente diferente, estaba viva. 

-No es culpa tuya - le dijo con voz calmada, sin apartar la mirada de la suya - No es culpa tuya... - le puso la mano en la mejilla, sujetando su rostro, sin hacer excesiva fuerza, pero evitando que apartase la mirada - Se que es duro... es muy duro. Duele más que un hueso roto, y no pasa fácilmente... - titubeó un momento antes de continuar, no estaba segura de si decir aquello, pero al final se decidió - no se si algún día pasará del todo, seguramente no...  pero no es culpa tuya.

Cedió, casi provocas que cediese del todo, que simplemente dejase las cosas salir, incluso sus ojos se humedecieron lo suficiente como para acabar en llanto. Pero no. 

Cariño- su padre se acercó por un lateral a vosotras- siento interrumpir- eso iba dirigido a ti- Azazel, ¿puedes traer por favor más bombones de caramelo? 

La niña se levantó, apartándote con cuidado. Asintió y simplemente se fue. 

Si vio tus intenciones de moverte hablaría con tono bajo- déjela que vaya sola. 

Se giró hacia ti, una vez que la perdió de vista- Agradezco que haya venido, pero tenga en cuenta que nuestro duelo es diferente. Azazel está en medio de esta cultura y la nuestra, o mas bien, la de su madre. La muerte es solo un paso, no el final- Sentenció con una leve sonrisa- estoy procurando que comprenda eso, y que acepte que su madre no está y que no es por su culpa. 

Le dio un sorbo a su copa de champán o algo similar- Por favor, intente que la balanza no vaya al despropósito que nos rodea, con gente triste, depresiva, irascible. Es mejor para que así cuando crezca, no cometa los mismos fallos que los demás. ¿Lo entiende? Haga que se lo pase bien, no es momento de llorar a nuestros muertos con tristeza, si no de regarlos con felicidad para que se haga eco en su recuerdo. 

Observó a Azazel alejarse mientras el señor Amoel hablaba. No estaba segura de a que cultura se refería, tampoco de si era un buen momento para preguntarlo. No sabía nada de la familia de Azazel, la chica nunca le había hablado de ellos. La aparición del padre de Azazel la había sorprendida, también le había parecido un poco inoportuna. Había estado a punto de conseguir que hablase, que soltase todo lo que estaba conteniendo, pero el momento ya había pasado. 

A veces hablar, enfadarse, llorar... es justo lo que hace falta No lo llegó a decir en voz alta, pero es lo que ella pensaba. 

-No se preocupe, intentaré animarla, pero ... no es fácil... no es fácil perder a tu familia y sentir que es culpa tuya... - en cierta manera ella había pasado por algo similar en el pasado. Durante la conversación no había perdido de vista a Azazel - Señor Amoel, antes no tuve oportunidad de presentarme, me llamo Arabelle - no creía haber hablado con él nunca antes - Tiene usted una hija fuerte y decidida, estoy segura de que estará bien, pero va a necesitar tiempo. 

Azazel se perdió entre la gente, al menos un rato mientras su padre hablaba contigo. 

Se como se llama, sabemos quien se acerca a nuestra hija- Lejos de parecer una amenaza encubierta o un aviso, solo proclamaba un hecho.- Artemis- te ofreció la mano para estrechar la tuya. 

Es fuerte, pero este mundo en general es banal, intentamos que ella no lo sea. Pero es dificil en esas edades...- sonrió ligeramente- sabe- hizo una pequeña pausa- no tiene demasiados amigos en este complejo, en un mes es su cumpleaños y ambos sabemos que seguramente sus ganas no sean las mejores ¿quiere ayudar a preparar su fiesta de cumpleaños? Será su puesta de largo, por así decirlo.- Había una broma implícita detrás que obviamente no entendiste. 

Por si acaso, el lo explicó- Lo lamento, mi humor es un poco más afilado. Creo que en Estados Unidos es bastante normal que para el decimoquinto cumpleaños se hagan fiestas enormes con mucha gente. 

Quince años... 

¿Como es posible? ¿Como pudiste no haberlo visto? ¿Como pudiste haber sido tan tonta?

Quince años...

No quisiste verlo. Estaba claro. Estaba todo delante de ti, pero decidiste mirar a otro lado. 

Quince años... 

¿Que vas a hacer ahora? ¿Que demonios vas a hacer ahora? 

-Claro... me encantaría echar una mano - sonrió, tratando de ocultar su sorpresa - No es fácil hacer amigos en Titán. Hay demasiados secretos, muy poca gente se atreve a ser reálmente abierta... - ella en aquellos momentos cargaba con demasiados - Es una lástima, es un lugar maravilloso que compartir con otras personas - una vez más la vista se le fue un momento hacia Azazel, pero la devolvió hacia el señor Amoel en cuanto se dio cuenta - No estoy muy familiarizada con como se hacen ese tipo de fiestas, mi familia no era de grandes celebraciones - en especial no para mí - ¿tiene ya algún lugar en mente? - movió un poco el tema de conversación - ¿Ella sabe ya que habrá una gran fiesta? 

La sonrisa del hombre ante tu confusión que pretendías ocultar te mostró que obviamente, no lo habías hecho del todo bien.- No quiero que sea una gran fiesta, pero si en un lugar abierto, para que pueda andar, moverse, tomar aire- miró su copa- Quizás de diez a quince invitados. 

Señorita Sievert, permitame que le diga, que ella es suficientemente adulta como para saber con quien o con quien no liarse.- Suspiró- nuestras costumbres son diferentes, bueno, las de mi mujer- Había cierta tristeza en sus palabras aunque casi al instante esta se diluía en orgullo- un número no es nada, lo que importa es la mente, y ella, es bastante mas madura que la mitad tus compañeros de trabajo- se rió por lo bajo- y mas lista. 

Transparencia- Añadió- en su justa medida- Entrecerró los ojos- Ya sabe donde vivimos, y nosotros donde vive usted. Somos compañeros, y ella lo será en un par de años. De hecho, le vendría bien hablar con otra gente que sabe de ello, que no seamos sus padres. Pero siempre en una de las dos casas- dejó caer. 

Azazel volvía con una bandeja llena de bombones, y algo de mejor cara. No sabías si mentía o no, pero al menos, parecía mas compuesta. Fue invitado por invitado regalando un dulce y una trémula sonrisa demasiado racional. 

En un instante se dio cuenta de que en realidad tenía menos secretos de lo que pensaba. Aquel hombre sabía bastante más de lo que ella había esperado, y parecía bastante más abierto de lo que habría esperado. Su reacción la tranquilizó, incluso apagó algunas de las dudas de su cabeza. Era una situación extraña. 

No me extrañaría que fuese más madura que yo... 

-Es una chica muy despierta - aquella había sido una de las primeras cosas que le habían llamado la atención el día que la conoció - ¿Será saltadora? - eso si que no lo sabía, aunque debería haberlo imaginado al descubrir donde vivía - Estoy segura de que le gustará escuchar alguna historia sobre otros mundos - pensar en aquello la hizo sonreír.

La vuelta de Azazel mantuvo su sonrisa, la veía mejor, aunque hasta que no estuviesen solas seguramente no sabría si se trataba de algo real. Al verla un poco más de cerca su intuició fue basculando hacia pensar que no lo era. 

-Para la fiesta... no olvide hacerla junto a uno de los lagos, creo que a ella le gustaría... - recordó como la invitó a nadar aquella primera vez - Ahora... si me disculpa, creo que voy a ir a robarle un bombón a Azazel, y no se preocupe, intentaré animarla.

Había esperado a que hubiera pasado por la mayoría de invitados y ya no quedase casi nada en la bandeja antes de despedirse del señor Amoel. Caminó hacia ella, antes de que dejase la bandeja en alguna mesa. 

-Tienen buen aspecto ¿Cual me recomiendas? - preguntó con una sonrisa colocándose delante de ella, ignorando que los bombones seguramente fuesen todos iguales.

Asintió ante La pregunta. Pero no dijo nada mas al respecto. Sabías que ya solo por decir eso en alto te colocaba en medio de una diana enorme. 

Ya veremos, ahora mismo el agua le recordará a su madre- Sonrió de medio lado.- Pasadlo bien- se marchó cuando tu misma te movías, hacia un muchacho de ojos oscuros y algunos mechones azules que pululaba con una gran sonrisa. Si, enorme sonrisa. 

A mi me gustan los rellenos de leche...pero ya no quedan- te miró con cierta tristeza tras la sonrisa- Estos son de café, la gente ha comido un montón. Creo que había como quinientos veintitres totales, y solo quedan sesenta y cuatro.- Miró de reojo al chico con el cual hablaba su padre, y notaste como achicaba los ojos ante su semblante tan alegre. 

Una bota le metía ella en la boca...

Oye...- remoloneó un poco- siento lo de antes...- suspiró ofreciéndote la bandeja- ¿Cómo estás? ¿Qué pasó?

Eres una idiota Arabelle... cuando aprenderás a cerrar la boca a tiempo... No era la primera vez que decía más de la cuenta en un lugar público desde que había llegado a Titán. La primera vez no había tenido consecuencias, pero... el señor Amoel seguramente no se olvidaría de aquello. Seguro que ahora le gusto bastante menos que dos frases antes... 

No pudo quitarse aquello de la cabeza mientras caminaba hacia Azazel. La chica tuvo que notar algo en su expresión cuando llegó, incluso aunque se esforzase rápidamente por abordarla con una sonrisa. 

-¿Se han comido cuatrocientos cincuenta y nueve? Entonces no puedo a dejarlo así, ahí voy a por el cuatrocientos sesenta - bromeó acercándose más para coger un bombón de café - Tu padre quería hablar conmigo un rato - y terminó en voz baja, para que nadie más la oyese - No estoy segura de haberle causado la mejor impresión - se encogió de hombros mientras torcía un poco el gesto, pero solo durante un momento. 

Miró hacia el chico que Azazel cláramente no soportaba. Ya le había llamado la atención antes. 

-¿Quien es? - le preguntó haciendo un gesto disimulado para señalarlo - ¿Quieres que vayamos a un sitio un poco más privado?Podemos dar un paseo...  

Es alguien así como familia lejana- Miró la bandeja, y luego a ti- siempre va sonriendo, y eso, ahora, me pone bastante nerviosa. 

Negó ante tu invitación- Tengo que quedarme por aquí, hacer de anfitriona dolente o algo así comentaba una compañera de trabajo de mi padre- Suspiró por lo bajo- pero dame media hora, y le preguntaré a mi padre si nos podemos ir. ¿Vale?- Una breve sonrisa apareció iluminando sutilmente el color cambiante de sus iris. 

-Estaré por aquí, no te preocupes, tomate el tiempo que sea necesario - le acarició suávemente el cabello, con disimulo, y sonrió mientras la miraba a los ojos. 

Cogió otro bombón antes de que Azazel volviese a sus obligaciones y se quedó por allí, ligeramente apartada del resto de la gente pero sin alejarse mucho. No conocía a la mayoría de los que estaban allí*, ni conocía a la madre de Azazel. Trató de no molestar a la gente que estaba allí. 

Se quedó pensando en Azazel, y en lo que tenía que estar pasando. Recordaba como se había sentido ella cuando había tenido que irse, pero era algo bastante diferente. Su familia estaban vivos, era ella la que estaba muerta para ellos... No, idiota, no es momento de pensar en eso. 

Aquello era un conteo de gente que iba, se quedaba un rato y se marchaba. Pocos realmente parecían disfrutar dentro de lo que cabía de la comida, la bebida o los dulces. Era triste, como, intentando justamente los familiares traer un poco de alegría ante tal desgracia, la mayoría solo fuesen de pasada.

Aun recordabas el funeral de Steve, que tan poca gente había reunido, comparado con lo conocido fuera. ¿Cuantos realmente le echarían de menos? ¿Para cuantos Steve sería una marca de antes y después? ¿Cuantos aun lo llorarían tras haber pasado unas semanas? 

¿Ocurriría lo mismo con tu muerte? ¿Sería solo algo pasajero para la mente de todos? 

Trabajábais para hacer el mundo de un lugar mejor, y al final de vuestra vida, no había mas que un reconocimiento temporal, con suerte. 

El chico de la sonrisa, no dejaba de charlar con unos y otros, espantando a la mayoría al no mostrarse triste ni abatido. Casi te parecía ver que disfrutaba de ese juego de incomodar a los que no seguían el protocolo del lugar. Una criba quizás. 

Había otro hombre, sentado en el césped y apoyado en un árbol cercano, que no habías visto como se acercaba en ningún momento desde que habías llegado, pero tenía una copa de champán y un plato con restos de tarta a su lado. Leía un libro pequeño, de aspecto viejo con las tapas azules claras ya bastante tocadas. Una de las veces, cruzasteis miradas. 

Parecía increiblemente seco y borde. Al menos por la fijeza con la que se te quedó mirando, como si esperase algo. Azazel se acercó entonces hacia el y en un acto simple, le revolvió el pelo. Aun así, no dejó de mirarte. Dijo algo, y la muchacha se giró para mirarte para sonreirte después- Vistos en ese perfil, tenían un aire parecido, aunque no fuese físico. 

Aquel no era un ambiente en el que Arabelle se encontrase cómoda. Pero ¿acaso lo era para alguien? No para la mayoría, aunque ahí veía a al menos una persona que parecía disfrutar de la situación. No necesitaba hablar con él para confirmar que le caía mal, igual que a Azazel. 

Estar en un funeral una vez más la hacía recordar a aquellos que les habían dejado poco antes. En Titán la muerte parecía visitarlos con mucha frecuencia. ¿Sería ella una de las siguientes? ¿Que pasaría cuando ocurriese? ¿Sería como Steve, al que la mayoría olvidaron? ¿Sería como Silke, a quien solo unos pocos honraron? ¿Habría siquiera alguien? No había nadie en su antigua vida que supiese que estaba allí. ¿Se enterarían siquiera? ¿Les importaría? 

Fue mientras pensaba en eso cuando cruzó la mirada con la del chico que estaba leyendo apartado de los demás. La forma en que la miró la extrañó. Azazel parecía conocerle, y al menos parecía apreciarle más que al imbecil de la sonrisa. 

Tras cambiar su copa de champagne por una nueva, y coger una segunda, decidió acercarse. Algo nerviosa, pero curiosa acerca de por qué se había quedado mirándola. 

-Parece que no soy la única que está un poco fuera de lugar aquí... - estiró el brazo ofreciéndole la otra copa - No recuerdo que nos hayamos visto antes, soy Arabelle.