Partida Rol por web

Era una mañana "calurosa" y "soleada" según las ventanas falsas. Habían pasado dos días desde el altercado y los tres estabais en la misma planta, apenas en habitaciones separadas.

La toxina ya no debería de tener efectos secundarios, de hecho, estos se centraron en las primeras 24 horas donde las lagunas mentales iban y venían siendo mas un recuerdo confuso que realmente un lapso de tiempo para vosotros. 

Kara se había enfrentado a una operación media para intentar mantener la integridad de su pierna al 100% pero no salió como esperaban, cabía la posibilidad de que le quedase una cojera permanente leve*. Podría haber sido peor, aunque debería de estar al menos dos días mas en el hospital y luego un mes de recuperación hasta poder ir a rehabilitación. Por ahora tenía que ir en silla de ruedas. 

Don Carlotto, que había sufrido un infarto había aceptado quedarse en el hospital unos días mas, por si acaso. La idea de no volver a ver a esa muchacha pecosa era triste, sabiendo que había muerto muy cerca suya. Ni siquiera pudo verla. 

Ella...Ella estaba en la sección de al lado, en la zona infantil. Su pequeña, estaba en la otra zona donde ocurrieron los altercados y ahora mismo luchaba por salir de un coma provocado por un fallo multiorgánico al haberle impactado la metralla de un arma por el ojo, hasta llegar al cerebro. Mínimo perdería la visión del ojo derecho, máximo, la vida. Los médicos ponían esperanzas, porque todo iba mejorando lentamente. Incluso le ofrecieron por si acaso, entrar en una lista de espera para una nueva terapia de regeneración celular para intentar salvarle el globo ocular**

Os encontrásteis los tres en la máquina de café, un lugar donde a veces hablabais o simplemente os quedabais en silencio. 

Desde el primer momento había temido lo que podía pasar a Tamra, sabía que algo malo estaba pasando y por ello traté de salir. Sabía también que las palabras del soldado eran simples frases dadas para tratar de tranquilizarme y por ello ahora estábamos aquí. Me habían mentido. La angustia me podía, aquello era lo peor que había vivido nunca. Llevaba un día sin comer, el estómago se me había cerrado.

Cuando vino el doctor firmé para que la incluyeran en la lista de espera pare la regeneración celular, sabía lo que Titan era capaz de hacer pensé mirándome el brazo. Me recosté en la silla de al lado de la cama miraba a Tamra… Eché en falta a alguien, el idiota de Kit no estaba. ¿Dónde coño estaba aquel inútil? ¡Su hija estaba luchando por su vida! Le mandé un mensaje a su PDA personal (*).

No parecía haber mucha variación en el estado así que salí afuera a cogerme un café

Me acerqué a la máquina de café con gesto compungido, cansada y sin ganas de nada. El pelo revuelto y aún con una mancha de sangre en la patilla de la gafa. Acerqué mi terminal a la máquina para que cargara el café en mi cuenta y aguardé en silencio a que saliera el líquido hasta llenar el vaso.

Me senté en una mesa concentrada en la PDA que llevaba en la mano, escribiendo, pude observar que Kara estaba en una silla de ruedas y Don Carlotto parecía estar bien. Qué suerte tenían.

Con la mano robótica di vueltas con la cucharilla hasta deshacer el azúcar en el café.

Kara llevaba un rato allí sola, en un rincón, escribiendo en su pda y bebiendo su cuarto café del dia.
Rebulló en la silla de ruedas pues el analgésico estaba dejando de hacer efecto y aquello dolía del carajo. Observó a la mujer como usaba su mano para dar vueltas a su bebida. En ese momento dio gracias por no haber perdido la pierna del todo.

También se preguntó el motivo de porque estaba allí pues no veía herida reciente, pero parecía tan seria que temía molestarla.

Se acercó al cura pero sin perder de vista a Ella.
- Perdone que le moleste padre... No conocerá por casualidad al padre Geralt... El que se ocupa de la Iglesia cristiana de la planta 46...- en sus ojos se notaba la expectación porque la respuesta fuera afirmativa.

Su estancia en el hospital era casi un mero trámite, los doctores solo querían monitorizar su estado para comprobar que el infarto no había dejado secuelas o no se producían más. En todo caso era un sitio donde Don Carlotto podía aportar algo, sobre todo tras todas las desgracias que habían ocurrido tras el ataque. Como era su costumbre se acercó a la pequeña sala donde estaba la máquina del café, lugar concurrido habitualmente por pacientes o visitas. Al entrar saludó a las dos mujeres que se encontraban allí.

-Buenos días señoritas. ¿Qué tal se encuentran hoy? -Les dedicó una cálida sonrisa y se acercó un poco. Una de las mujeres estaba postrada en una silla de ruedas y estaba claro que la habían operado de una pierna. La otra no parecía tener heridas evidentes, aunque por su aspecto y expresión estaba claro que algo le preocupaba. Cuando la mujer en silla de ruedas se acercó a él centró su atención en ella.- Carlotto, puedes llamarme Carlotto. -El hombre le tendió la mano.- El padre Geralt... -Por el rostro de Carlotto cruzó una sombra recordando los últimos momentos que habían vivido en la iglesia.- Sí, lo vi un par de veces, aunque no pudimos intimar, ni siquiera sabía su nombre. -Seguramente si las cosas hubieran sucedido con normalidad se hubiera hecho amigos, pero todo se había torcido. Carlotto se preguntaba el porqué aquella mujer le hacía esa pregunta.- ¿Qué sucede? 

Don Carlotto no sabía el motivo pero entonces cayó en la cuenta que quizás la mujer no había tenido noticias de lo sucedido, o simplemente se trataba de otro asunto así que decidió esperar su respuesta.

- Bueno, tenemos amistad y... - se sonrojó ligeramente y miró a Ella de reojo. - No responde a mis llamadas... Quizás está ocupado y usted tenga oportunidad de verlo antes que yo...-

Don Carlotto enseguida comprendió lo que pasaba y su rostro reflejó una amarga tristeza antes de, en un gesto de consuelo, posar una de sus manos sobre el hombro de Kara.

-Me temo que el padre Geralt ya no está entre nosotros. -Dijo recordando el final del hombre.- Estaba junto a él cuando comenzó el ataque y debió afectarle mucho antes el gas, llamé a los servicios médicos pero yo mismo me sentí mal, fue cuando me dio el infarto. La última vez que lo vi me sacaban de la iglesia en una camilla y después me enteré que no habían podido salvar al padre. Lo siento mucho.

Nunca era agradable dar ese tipo de noticias y mucho menos a una persona que ya estaba sufriendo una tragedia, pero la muerte era parte de la vida y el ataque se había llevado a buenas personas. Por otro lado había que seguir adelante y Don Carlotto sabía que la mejor manera era afrontar lo que les quedara con esperanza.

-Estoy seguro que ahora el padre Geralt descansa y ya no tiene dolores y preocupaciones. Si necesita hablar o cualquier otra cosa puede contar conmigo. -Entre otras cosas se había querido quedar en el hospital para eso, había personas que estaban sufriendo y necesitarían ayuda o simplemente hablar con alguien. Se giró un poco y miró a Ella dejando claro que el ofrecimiento también la incluía.- Estoy aquí para ayudar.

Si no hubiera estado sentada seguramente habria caido al suelo.

- ¿Cómo dice? - su voz brotó incrédula mientras sus ojos se abrían alarmados - ¿Estaba en el comedor donde nos encerraron? Yo.. no lo vi - su ceño se frunció confuso - además, el gas nos durmió a todos, los muertos fueron debido a los disparos enfrentados no por la inhalación del gas ¿no? - su mente trabajaba a marchas forzadas mientras se frotaba la frente con ansiedad - pero ha nombrado la Iglesia... No entiendo nada. ¿El ataque comenzó fuera? Yo pensé que habia sido un accidente en el área cientifica... - sus ojos buscaron consuelo en los de Ella. Antes del incidente le había hablado del cura, de sus dudas y...de lo otro.

Durante un instante, con las palabras de Kara, mis ojos parecieron brillar con otra intensidad, mostrando verdadero interés por lo que dijo Kara. Abrí la boca pero no dije nada. Me quité un instante las gafas frotándome los ojos, me percaté que había algo de sangre en la patilla, tomé una servilleta y la limpié como mejor pude, mal, porque estaba seca.

Escuché la palabras de Carlotto, no recuerdo ver al sacerdote que ofició el funeral de Steve en aquella habitación. Me encogí de hombros cuando Kara me miró, no tenía mucho que aportar, parte de lo que sugería no se podía nombrar. —No se nada de que se originara en una iglesia, por lo que sé, fue en un laboratorio. Sobre los muertos, nos durmieron muy convenientemente, así que... ¿Quién sabe? —.

—Gracias Carlotto —respondí a su sugerencia, pero no tenía ganas de hablar.

No le extrañó la confusión, el ataque no había sido muy claro y nadie era consciente de lo que había pasado en realidad, tan solo disponían de las experiencias vividas y de algo de información que poco a poco se había ido filtrando. En cualquier caso ambas mujeres parecían afectadas y alteradas por la información, estado que Carlotto quería evitar y no provocar.

-Lo siento, debí explicarme mejor. -Se tomó unos momentos y ordenó los recuerdos que tenía. Aunque todo había sido confuso algunas cosas seguían claras en su mente.- Aquella noche el padre Geralt me llamó y me invitó a reunirme con él en la iglesia, parecía algo urgente así que accedí y me dirigí hacia allí de inmediato. Cuando llegué noté que estaba algo nervioso. -Y al recordar lo que le había dicho no era para menos.- Y entonces le pasó algo, comenzó a sangrar por un oído y se desplomó, yo intenté reanimarlo y llamé a emergencias, fue entonces cuando me dio el infarto. Lo siguiente que recuerdo es que me sacaban de la iglesia en camilla y después me llevaron a aquel comedor. Supuse que lo que le pasó al padre Geralt tenía algo que ver con el ataque.

Y si habían utilizado químicos en el aire tenía algo de sentido, aunque no era una cosa que pudiera demostrar. Pero si el cura había muerto y a él le habían provocado un infarto le parecía demasiada casualidad.

-Eso es todo lo que se. Quizás tengan razón y no tuviera nada que ver con el ataque, tan solo una de esas casualidades fatales que se dan de vez en cuando. -En cualquier caso cuando saliera del hospital tenía algunas averiguaciones que hacer al respecto, aún tenía claras las palabras del cura y no podía dejarlo pasar sin más.- Lo importante es que parece que los daños no fueron demasiado grandes, aunque cualquier pérdida humana lo es, no tengan duda, pero parece que el desastre podía haber sido mucho peor, somos afortunados. Ahora tenemos otra oportunidad para marcar la diferencia y debemos aprovecharla. ¿No les parece?

Al menos Don Carlotto se sentía así, estaba vivo y podía seguir ayudando a otras personas. Esperó las reacciones de Ella y Kara y que su explicación las ayudara un poco a poner en contexto lo que les había dicho al comienzo.

Kara cogió la diestra del cura entre sus manos, ligeramente temblorosas - ¿No llegó a saber que quería? Si le dijo que era urgente es que era importante - intentaba controlar su ansiedad y el tono de su voz para no alarmar a nadie - Padre - tiró de él un poquito para que se agachase - seguro que hay algo en su Iglesia que indique que es lo que queria... Si le parece bien, puedo ayudarle si me deja ir con usted... -

Carlotto sintió las temblorosas manos de Kara y las apretó suavemente entre las suyas intentando transmitirle un poco de tranquilidad. No sabía si temblaba por los tratamientos o por la noticia que acababa de recibir pero le preocupaba que pudiera ponerse demasiado nerviosa.

-Sí, era algo sobre un trabajo que había hecho aquí en Titan. -Dijo, sin saber muy bien hasta donde podía hablar, en Titan parecía todo tan estructurado y compartimentado que no quería meter la pata.- Me sorprendió, pero no llegamos a hablar mucho y todo el asunto me resulta confuso.

Hizo una pausa. Todo había sido muy extraño desde la llamada y los sucesos dentro de la iglesia eran desconcertantes. Tenía vagos recuerdos que se mezclaban con otros y que desaparecían cuando se desvaneció. Le sorprendió el ofrecimiento que Kara le hacía, pero él había decidido regresar a la iglesia y no precisamente a rezar si no para intentar aclarar el asunto, si es que tantos días después se podía aclarar algo. Además seguro que a la mujer le venía bien tomar el aire y salir del hospital, si les daban permiso él mismo la regresaría. Le sonrió y le guiñó un ojo para hablarle después en un tono confidencial, que a pesar de ello a Ella no le costaría escuchar si ponía algo de interés.

-Me parece una gran idea. Pediremos permiso para salir a dar una vuelta y si nos lo conceden luego regresaremos. Si no le prometo que esperaré hasta que podamos ir los dos. ¿Es un trato?

Kara estaba intentando investigar lo que hacía su novio, o clon lo que fuera. Y por ello seguiría a Carlotto donde fueran. Además cuchicheaban entre ellos para que no lo oyera, aunque lo oí.

De todas maneras no tenía intención de investigar un extraño suceso en una iglesia que puede tener mil explicaciones. Además no tenía nada que ver, o eso nos dijeron con aquella información que nos compartieron a los cuatro, Kara entre ellos. Así que hice ver que no les había oído y di un sorbo de mi café.

El cuerpo de Kara se relajó visiblemente mientras miraba al cura muy agradecida. Aquella maldita silla la deprimía, pero si podía salir al exterior y hacer algo útil, como intentar averiguar que le había pasado a Geralt, quizás se sentiría un poco mejor.

- Es un trato - su sonrisa, aunque triste, iluminó un rostro que solía ser taciturno y serio.

Cuando Kara aceptó el trato Carlotto se alegró, parecía que ella también quería salir de aquel hospital aunque fuera durante un rato y además parecía interesada por el párroco fallecido, eso le decía que debía ser un hombre bastante querido por la comunidad y eso siempre era bueno.

-Me alegro, entonces en cuanto tengamos permiso saldremos a tomar un poco de aire fresco. -Aquello ya lo dijo con un tono de voz normal haciendo partícipe a Ella también de aquella parte de la conversación. Luego se quedó pensando que allí en Titan tomar el sol y el aire fresco eran conceptos irreales, pero bueno, al menos abrirían sus horizontes fuera de las paredes del hospital.- ¿Les queda aún mucha convalecencia?

La pregunta iba dirigida a ambas mujeres.

Me llevó un instante darme cuenta que se refería a mí, supongo que vieron mi brazo. Levanté el brazo prostético y negué con la cabeza –no es de ahora –fruncí el ceño y me llevé el dedo índice y pulgar de mi mano aún humana a los ojos, –no es por mi, es mi hija, fue alcanzada por metralla, está mal. Prefiero quedarme cerca –.

Kara no pudo responder a Carlotto. Se giró para acercarse a Ella dandole a las ruedas con cierta torpeza.

- Lo siento mucho -dijo apoyandose en los reposabrazos e inclinándose un poco.

- Pero aqui hay muy buenos medicos. Estoy segura que todo irá bien - dijo convencida de sus palabras.

Don Carlotto se sorprendió al conocer el motivo que tenía Ella de estar hospitalizada, había pensado que se trataba de su mano pero eso parecía ser de alguna otra vez. A pesar del impacto que suponía algo así parecía que la mujer estaba totalmente adaptada a ella y el religioso no había notado que tuviera ningún problema en manejar su extremidad. Se unió a Kara en los ánimos.

-La señorita tiene razón, nunca he visto un personal y unas instalaciones mejor preparados que los que hay aquí. En todo caso si en algún momento necesita descansar me ofrezco a quedarme de guardia mientras usted duerme, necesitará todas sus energías para cuidar de su pequeña en cuanto se recupere. Y por supuesto le pediré al mejor de los médicos -Carlotto señaló con uno de sus dedos hacia el cielo.- que la cuide, el Señor se conmueve con los pequeños y les tiene un cariño especial.

Escuché a ambos, se veía que tenían buenas intenciones. Suspiré. –Gracias, eso espero yo también. Sé que hay buenos profesionales –esbocé una media sonrisa, –en estos momentos toda ayuda es bien recibida, sea como sea –no creían en Dios, pero todo lo que fuera sumar.