Partida Rol por web

Tus pasos te alejan de tu asiento, y atraviesas las chirriantes puertas del Saloon sin que nadie se atreva a hablar aún. Conoces bien esta zona, rodeando el Saloon por su lado norte en seguida desembocas en una calle alejada que te llevará a la zona más tranquila de la ciudad. Conviene alejarse del lio.

Cuando escuchas llegar caballos al galope tú ya estás en el lado opuesto de la manzana y en un minuto estás tan alejado del suceso como cualquier otro habitante de este villorrio.

En ese momento escuchas un chaval con un fajo de periódicos gritar.

¡El Epitaph de hoy! ¡El Epitaph cumple sus promesas y hace nuevas! no se pierdan el siguiente paso del periódico más leído del Oeste...

el chico anuncia a voz en grito. No sueles moverte por este lado de Tomsbtone.

Frank busca en las calles algún signo que le indique que el sheriff o algún agente del orden se dirige hacia el Salón. Sin prisas pero sin pausa, el vaquero dirige sus espuelas lejos del Salón, pero sin perderlo de vista. Quiero ver qué pasa con ese pistolero...

Ey, dice refiriéndose al repartidor de periódicos. Le lanza una moneda al aire al chico como pago por un ejemplar del periódico.

Frank busca un cómodo lugar donde leerlo con unas buenas vistas a la salida del Salón.

Te arriesgas un poco permaneciendo en un lugar desde donde puedes ver que pasa, pero eso te permite seguir el desarrollo de los acontecimientos hasta cierto punto.

Ves llegar al galope al Sheriff y a dos ayudantes, un tipo corriente con pinta de duro y buen aspecto y otro al que no puedes ver muy bien pero que te parece un gigante de piel oscura.

Desaparecen de tu vista mientras te alejas y te pones en lugar seguro, el repartidor te agradece la compra con un guiño y te pasa un ejemplar del periódico. Antes de que pase nada a tu alrededor te da tiempo de leer la primera plana, que luce como si fuera muy importante.

Noticia del 2 de Mayo de 1876

¡Verdad y Libertad!

Cumpliendo nuestra promesa, el lector tiene en sus manos el primer ejemplar de la edición extra que tan insultantes acontecimientos han hecho necesaria.

Pero no se limitará el Tombstone Epitaph a denunciar y sentarse a esperar, el motivo de esta editorial es anunciar una firme resolución del reportero que suscribe, en nombre de nuestro periódico. El humilde periodista abajo firmante se compromete a cruzar el desierto hasta Bronco Pueblo, desde donde informará puntualmente a los lectores del Epitaph en calidad de corresponsal. Esta salida, sin demoras ni cancelaciones, tendrá lugar el siguiente miércoles 8 de mayo a menos que antes los responsables nos hayan dado una explicación convincente o la Wells Fargo haya anulado su política "sin salidas hacia el oeste".

El Epitaph ofrece 15$ y una mención especial en su edición del domingo 12 a los valientes voluntarios que se acerquen a nuestra oficina y ofrezcan su escolta y compañia en la peligrosa misión.

Charles Eckhardt.

...y en el momento en que terminas de leer estas líneas, vuelves a oir los caballos desde tu discreta esquina, la entrada de una tienda de comestibles.

El Sheriff y el enorme tipo, que parece un mestizo indio, aparecen de nuevo desandando el camino que hicieron antes al galope. Del segundo ayudante no hay señal y desde tu posición no puedes ver la parte frontal del Saloon, pero verías a cualquiera alejarse y no ha sido así. Además estás seguro de que si hubiera alguna detención habría ido con el Sheriff en persona.

El Comisario y su acompañante hablan de forma distendida. En ese momento un carro pintado de negro se acerca a la zona, el tipo de Pompas Fúnebres que sin duda va a encargarse de los dos cadáveres.

Hace un sol de justicia, incluso en el estrecho callejón en el que estás. No debe quedar mucho para la una de la tarde. La calle a tu alrededor está tranquila, para la zona en la que estás. El repartidor del Epitaph se ha alejado, pregonando su mercancía, tras guardar tu moneda de 25 ¢.

Frank alterna su atención entre vigilar los acontecimientos del Saloon y ler a párrafos el ejemplar del Epitaph. ¿Qué pasará con el pistolero? Luego, centrándose en lo leído, su mente comienza a barajar posibilidades. Hum... Es una buena oportunidad para abandonar este pueblo de mala muerte. A mi me importa poco lo que ocurra con la Wells Fargo, lo que si me importa es no poder moverme a mi antojo. Salir en esa escolta puede suponer un dinerito.

La mente del vaquero recuerda el caballo perdido en la última apuesta. Utilizando el periódico abierto como modo de ocultarse, Frank mantiene la vigilancia sobre el Saloon a la espera del misterioso vaquero.

Tu inquietos ojos pasea tanto por las palabras impresas en el papel como por la calle cercana y el lateral del Saloon. Tu mente también vaga entre varios pensamientos, las nuevas posibilidades abiertas con la noticia que tienes ante ti, los problemas en los que te pudieras haber metido por el tiroteo de hace unos minutos, la penetrante mirada del extraño pistolero, que parecía capaz de leer en tu alma.

El periódico no parece tener más noticias de interés en su interior, el desconocido de la escopeta parece hacerse de rogar. Al menos en este lugar no llamas la atención y el peligro parece haber pasado. Tampoco tienes muchas cosas de hacer el resto del día, aunque comerías algo si eso no te hiciera querer pegarte un tiro. La comida del Saloon es infame, aún peor que su cerveza aguada.

Delante tuyo, en una esquina cercana, está la oficina del Epitaph, ahora que te fijas. Eso explica la proximidad del insistente vendedor.

Por fin ves al pistolero alejarse del edificio, se mete por una callejuela y vuelve a aparecer brevemente. Si no te equivocas va hacia la propia oficina del diario Epitaph, estás en lo cierto, en un momento se ha metido en el despacho del periódico.

Interesante... piensa Frank entornando los ojos bajo su sombrero. ¿Será uno de esos periodistas?

Al vaquero le asalta ahora una duda: esperar a que salga el pistolero o provocar un encentro "casual" con él.

¿Y qué te parece una tercera opción?

Frank se dirige a la oficina, pero no para entrar. Siempre con el periódico en la mano decide acercarse a ver si puede ver más de cerca qué está ocurriendo. Encamina sus pasos hacia alguna ventana lateral del edificio del Epitaph.

Atraviesas la sórdida callejuela entrando en la calle del Epitaph con unas pocas zanjadas. En seguida la fachada de las oficinas están delante de ti.

Sus grandes ventanales te permiten ver con facilidad lo que hay en el interior. El pistolero habla con una chica con aspecto de secretaria, que le atiende con una sonrisa. Sobre la mesa de la mujer ves un ejemplar del Epitaph de hoy y el tipo aquel lo señala, como si fuera su tema de conversación.

A los lados de la sala del interior se ven las grandes imprentas relucientes con las que se imprime el periódico y detrás de la mesa de la simpática encargada se ven varias oficinas individuales dedicadas a los reporteros, sin duda.

Hum... parece que esto será más fácil de lo que pensaba. No es prudente hablar con él tras el reciente tiroteo. Algo me dice que ese pistolero está tan desesperado por salir de este agujero en el desierto como lo estoy yo. Esperaré a que salga y luego entraré yo... Tal vez sonsaque algo a la secretaria. Y en cualquier caso, creo que unirme a esa escolta es la mejor, y más peligrosa manera de abandonar este nido de ratas. Me apuesto mi gastritis a que el desconocido se apunta también.

Después de una charla breve, el tipo aquel sale. Definitivamente debe haberse librado del asunto del tiroteo, no estar armado le habrá facilitado las cosas.

Apenas lo ves alejarse y entras en la oficina que el pistolero acaba de abandonar. En el interior hueles a tinta y papel, varios de los pequeños despachos individuales del fondo están ocupados por reporteros que escriben, leen y copian. La mayoría de los periodistas, sin embargo, estarán en la calle buscando noticias.

Debe ser más de la 1 PM, el sol tuesta las aceras y tu siempre incontento estómago empieza a protestar por el hambre.

Acompañado del tintineo de tus espuelas chocando contra el suelo te acercas a la mesa donde está la secretaria.

La mujer te recibe con una sonrisa amable aunque parece visiblemente sorprendida de la rápida afluencia de visitantes.

Buenas tardes mi nombre es Carol, ¿en que puedo ayudarle?

Sus manos están posadas sobre los abundantes papeles que decoran su mesa, pero toda su atención está cortesmente puesta en ti.

Frank es un hombre de pocas palabras. Y las mujeres no son la excepción a su regla. No obstante, la perspicacia e ingenio del vaquero a veces suponen una sorpresa hasta para él mismo.

Hola... Carol. Mi nombre es Bob. Al igual que el compañero que acaba de salir de aquí... desearía inscribirme como escolta.

El vaquero intenta parecer convincente. Incluso natural. No sabe hasta qué punto puede haber logrado... sonsacar a Carol.

Ah! desde luego. La propuesta está teniendo éxito. Coge uno de sus papeles de la mesa y una pluma.

Bob... ¿que más? pregunta, pero finalmente te pasa el escrito y la pluma para que te inscribas tú mismo.

En el papel puedes ver unos pocos nombres.

Bill Anderson

Richard Templeson

Tom "el sordo" Rudy

Stephen Boyle

Ricky Vargas

James Dunn

James Dunn... Esa era el último nombre apuntado, y ese debería ser el nombre del misterioso pistolero. 1-0 La información es poder...

Bob Salazar.

Apunta ese nombre en la lista y la devuelva a Carol.

¿Cuáles son las instrucciones? pregunta escuetamente.

Sencillo señor. El próximo miércoles día 8 por la mañana saldrá la caravana del señor Eckhardt, a menos que haya novedades. Pásese por aquí dos días antes, concretaremos el pago y los detalles.

La mujer recupera su lista tras inscribirte y te responde con una sonrisa.

Así se hará.

Sin más, Frank sale del Epitaph para dirigirse a algún lugar donde pueda calmar su hambre. Aunque sabe las consecuencias que eso le provocará a su dolorido estómago.

A ver si me libro del picante por un día...

Acudes a un lugar de confianza a comer algo, un sitio donde no hacen preguntas, donde nadie mira tu arma en su pistolera y donde no necesitas repetir que no abusen del picante.

El barato tugurio es poco refinado pero comes bien, quizá demasiado bien para tu sensible estómago, te has confiado porque el tocino de hoy no tenía ninguna salsa fuerte y resultaba sorprendentemente comestible. Lo compensas con abundante cerveza, habitualmente te hace sentir mejor, no tienes manera de saber que realmente lo empeora.

No te das prisa en marcharte, no resulta seguro para ti pasear por las calles y no tienes mucho más que hacer hoy. Cuando finalmente, maldiciendo por lo bajo, sales del local, recorres las calles bajo el sol que ya se acerca al horizonte. Tienes ganas de poco, pero en una callejuela en la que no esperabas encontrar a nadie te topas con uno de los ayudantes del Sheriff, a los que siempre tratas de evitar por todos los medios.

Eh! vaquero!

el ayudante, desde el otro extremo de la calle, te habla. A saber qué motivos tendrá para querer pararte, pero si te ve armado te puedes meter en lios muy feos.