Partida Rol por web

Me acerco al caballo muerto y, simplemente, recojo lo que cargaba. Aún no hemos salido del pantano. Por cierto, Haleth, ¿te has planteado atarte la espada a la mano con una cuerda? Lo digo tan seria que es imposible determinar si bromeo o hablo en serio.

Apenas había mostrado mi preocupación cuando el enano dio cuenta del inminente peligro, como quien se sacude una mosca. Al menos no perdimos el tiempo ni la salud. Al punto, uno de los elfos, el cantor, se puso a rebuscar bajo el tronco ¿qué esperaba encontrar aquel morboso bajo el podrido tronco, salvo una piel marchita y asquerosas vísceras inhumanas? ¡Aquella gente estaba loca!

-Ehh...maese elfo. ¿Qué espera encontrar ahí abajo, que no sean las malolientes vísceras de ese bicho asqueroso?

-Tal como pensaba... se ha abierto como una sandía madura.

-"Gracias Brendan. Te ayudaré a buscar, haber qué encontramos."

Miro a Haleth inquisitivamente.

-"¿Estás bien chiquilla? No te preocupes por el combate, la próxima vez seguro que lo harás mejor, ánimo."

Me pongo junto con Brendan a buscar el tesoro que seguramente tengan estas criaturas, cuando oigo hablar a Migue. Giro mi cabeza hacia él y le miro ceñudo.

-"Migue, con que un poco de agua y vendas y a correr, ¿eh? El caballo está más tieso que la suela de mis botas.  Ayuda, junto con Angus, a Haleth a buscar su espada. Lenwë, vigila que no vengan más enemigos. Zarahi, hay que ponernos en marcha enseguida. ¿Cuánto queda para salir del pantano? ¿Conoces algún sitio en el que podamos descansar un tanto seguros?"

Diosssss, no me digassss. Con lo fácil que lo tenía para subir habilidad en Usar objetos...

Todo había terminado, Karel como siempre era una máquina de guerra viviente, Lenwë limpió su arma con algunas hojas que encontró en el camino y siguió al grupo. Las grandes hazañas que habían hecho en aquel lugar se quedaron en medio de un pantano semidesértico. 

Buscó a su montura y la tranquilizó, a continuación se montó en ella y siguió la travesía hacia su destino...

De debajo del tronco consiguieron sacar unas 20 monedas de plata enterradas con los restos de los cadaveres de los que se alimentaban los gules.

Salieron del pantano y torcieron al este a traves de paramos solitarios, hacia las montañas. Aqui y alla estaba salpicado de huesos humanos, en ggrandes montones cada vez mas a medida que se acercaban a la montaña. El paisaje comenzo a cubrirse de nieve y hielo y acabaron ascendiendo a traves de una ladera la montaña de Carn Dum.
Habia sido fundada por los enanos de las Ered Luin en eras pasadas, pero se toparon con orcos y nazgules....
Fue la capital del mal en el norte durante miles de años, y sus minas se comieron millones de vidas de esclavos que eran vomitados muertos por los respiraderos de la parte de atras. Los pocos que lograban huir de las minas eran presa de los carroñeros.

En la ladera helada de la montaña habia unas aberturas que echaban humo, tipo cueva, unas cuatro o cinco y los fuegos ardian todavia al parecer en el interior.

De una de ellas salio una figura andrajosa que corre desesperada ladera abajo.
Al rato salen tres figuras mas, tras ella.

Observo a mis compañeros y cargo el arco. Estoy segura de que el tipo es algún esclavo o algo y los de atrás...

Orcos digo, escupiendo la palabra, como si me asquease en la boca. Puedo dar a uno, pero daríamos la alarma.

Me quedo con el arco tenso, esperando una decisión de mis compañeros.

-"¡Espera Zarahi! No podemos delatar nuestra posición. No hemos llegado hasta aquí para que nos descubran nada más llegar."

Miro detenidamente la escena y confirmo que son orcos. Escupo al suelo.

-"Bien.... intentaremos ayudar a ese desgraciado. Merece una oportunidad, viendo que ha tenido la valentía de intentar escapar. Avancemos un trecho con cautela y escondiéndonos. Cuando estemos lo suficientemente cerca acribillaremos a esos orcos con todo lo que tengamos a mano: arcos, ballestas, hondas, etc. Tenemos que coordinarnos bien para abatir a la vez a los tres, ¿entendido? No disparéis todos sobre el mismo orco."

Miro a mis compañeros detenidamente esperando un gesto afirmativo.

-"En cuanto estén fuera de combate, Haleth y yo avanzaremos para asegurarnos de que los orcos están muertos. Mientras tanto, Zahari, Brendan y Lenwë vigilarán con las armas prestas por si surge algún otro enemigo. Vosotros, mis pequeños amigos, tendréis que venir con nosotros y coger al personaje que huye. Hablar con él y tranquilizarle; cuando se calme un poco le lleváis con los demás y os ocultáis. Cuando estemos todos juntos, veremos quién es ese tipo. ¿Ha quedado claro?"

-¿Quién demonios será ese tipo? Valiente es, por supuesto. Nos puede dar información valiosa de cómo entrar sin ser vistos...

- Me parece una excelente idea Karel - Le confirmo a mi buen amigo el enano mientras tomo el arco de mi espalda. No será fácil matar a los tres al mismo tiempo, pero, si dices que será factible no tengo nada que objetar.

Ante los comentarios de Zarahi, la pelirroja puso un rostro pétreo. Saco una daga y la agarro con fuerza con la punta señalando el suelo mientras se dirigía con paso rápido hacían él. La levantó x para asestar una puñalada y descendido su brazo velozmente -Tienes razón- Con el tajo logró cortar una porción de tela de su propia capa -Esto servirá para la próxima vez- Con poca maña trató de fina la tela a la empuñadura y envolverla sobre su antebrazo tratando de dejar Libertad de movimientos a su muñeca. De reojo observaba a Zarahi para ver si debería pegarle un coscorrón, cosa que haría si veía una sonrisa en su boca.
Mientras continuaban el viaje Haleth había decidido que tendría que salvarle la vida, ella no podía quedar tan mal y este viaje sería una oportunidad para ello. Sus pensamientos quedaron interrumpidos por las palabras del enano -Su pestilencia se aprecia desde aquí- Volvió a comprobar que la venda que sujetaba su arma estaba bien colocada para que esta vez no se le cayese espada -Vamos a por esos engendros del mal- Agazapada siguió los pasos de Karel

Salimos de aquel hediendo lugar para entrar a un páramo triste, frío y desolado. Conforme avanzábamos, el frío se hacía más fuerte. Una manta me ayudó a combatir el frío, aunque eché de menos una bebida más fuerte que la cerveza. Como mis compañeros no estaban muy por la labor de detenernos para tomar el segundo desayuno y el almuerzo, así como la merienda, me había preparado unos bocadillos para ir comiendo en el caballo. Era incómodo pero al final, con paciencia y maña, conseguí saciarme aunque fuese con bocadillos más pequeños de lo que me hubiese gustado.

Seguíamos nuestro camino y el páramo sólo cambiaba según la cantidad de huesos mondos y pellejos marchitos y olvidados, nieve y carroñeros que encontrábamos. 

-¡Qué hambre!- protestaba angustiado, mientras me comía un pequeño bocadillo- ¿Cuánto queda para llegar, señorita Frostone?

Por fin llegó el día. El simple hecho de cambiar de paisaje me animó, aunque constase de unas montañas lúgubres y amenazantes. Sus laderas cubiertas de nieve emanaban humo a través de respiraderos, como si se tratase de un enorme gigante que respirase a través de su piel. Aquello daba a entender que aquella fortaleza estaba lejos de estar abandonada.

Subimos por la ladera, lo más silenciosamente posible, hasta que descubrimos a cuatro individuos corriendo ladera abajo. El enano ¡cómo no! enseguida puso orden en nuestras acciones. No me pareció mal plan.

Nos escondimos tras un peñasco que se hallaba en la ruta que el fugitivo parecía haber tomado y, poco antes de llegar, salimos de nuestro escondite.

-¡Aquí, amigo!- exclamé, haciendo señas con el brazo. El tipo siguió adelante, como vacilando, así que decidimos cortarle el paso.

-¡Calma, buen hombre! Somos hobbits de La Comarca. ¡Escóndete aquí! mientras nuestros amigos dan cuenta de tus perseguidores.

¡Y de vuelta al camino, como si no hubiera pasado nada! ¿Iba a ser su nueva vida así? El fastidio de Angus se combinaba con la sorpresa por haber acabado con aquella criatura. Migue tuvo la amabilidad de quejarse por dos hobbits, lo que le dio tiempo para la introspección hasta la aparición de aquel presunto esclavo evadido. ¡Qué cosa más terrible la esclavitud!

Angus siguió a Migue en pos del esclavo lo más discretamente de lo que fue capaz.

El viaje era desolador con huesos en diferentes zonas que hacía que la alerta fuera máxima para ver si salía algún depredador de aquel angosto terreno. El paisaje cambió a hielo y nieve según ascendían por una ladera de la montaña de Carn Dum, Lenwë cogió un montón de nieve en su mano para palparla y ver cómo sabía y se la llevó a la boca. Al seguir ascendiendo se percató de los agujeros de la ladera pues echaban humo, Lenwë sacó su espada y señaló a los agujeros agachado, pues le parecía muy raro que estuvieran en funcionamiento. Tras la visión que tuvieron y siguiendo el consejo de Karel, Lenwë siguió tras los perseguidores pero ocultándose.

El que corria perseguido por la nieve fue hacia donde llamaba Angus, una zona de rocas en la ladera cubierta de nieve y atrajo alli a sus perseguidores. Detras de cada roca habia uno o dos aventureros acechando. El perseguido se tiro al suelo sin haliento donde los hobbits. Los perseguidores eran tres, humanos con el cuerpo pintado de ceniza blanca y negra, haciendo como una mascara de muerte en el rostro. Iban armados con garrotas de clavos y no llevaban armadura. Iban vestidos con cuero y pieles gruesas.
Se internaron entre las rocas maldiciendo en su idioma sin saber que era una trampa.

Miro a Zarahi mientras apretaba la tela para sujetar su arma, no quería que se le volviese a caer. Haleth se incorporó mostrando su envergadura y dio un par de pasos hacía los humanos pintados mientras se escuchaba el tintineo de sus botas - Alto, detener vuestros pasos ¿Quienes sois y porque perseguís a esta persona- No esperaba que respondiesen y si que la atacasen pero quería dormir tranquila, pensar que les había dado una oportunidad antes de matarlos. Ella no era una asesina y por ello había salido de su escondite para luchar de tu a tú en caso de que fuese necesario, algo más que probable. Aunque había comenzado la conversación, mantenía su arma aferrada con ambas manos a media altura, con un pie adelantado en una clara posición de lucha, preparada para entra en acción.
Haleth creía que sus palabras seguramente habrían ocultado cualquier ruido que he compañeros hubiesen realizado. La emboscada estaba más que servida y ella actuaría en función de cómo reaccionasen todas las partes ¿Quien desataría las hostilidades?

Los angmareanos se detuvieron sorprendidos a unos metros de Haleth, la observaron de arriba a abajo y hablaron algo entre ellos.... Se la estaban echando a suertes. El ganador avanzo riendo hacia Haleth haciendole gestos obscenos con la garrota acompañados de carcajadas y amagos de ataque.