Partida Rol por web

Al cuarto dia salieron al amanecer acompañados por una compañía militar. Fueron al norte de torre en torre durante varios días por la falda oriental de las colinas del norte hasta llegar al ultimo campo.
Alli había una guarnición bastante numerosa de soldados y al mando estaba Arador, le llamaban comandante.
Os condujo a lo alto de la torre y desde las almenas dijo señalando el horizonte:

Hacia el este y el norte teneis el yermo. Se extiende hasta tierras de los Lossoth al norte y hasta las montañas nubladas al este. Es un lugar peligroso. El camino del este os lleva derechos a Eldanar. Los angmarrim están muy activos. Nuestros espias nos cuentan que tienen un sacerdote que los agita. Tened cuidado si os aventurais cerca de ellos, solo respetan la fuerza.
Mas alla de Eldanar hay dos fortalezas mas en la carretera que va cruzando los ríos hasta llegar a Carn Dum. Cruzad los puentes de noche. Los angmarrim no se aventuran en la oscuridad una vez el sol se ha puesto: los orcos de las montañas acechan el yermo. Unos cazan de dia y otros de noche.

Señalando a los hobbits continuo hablando.
Os preguntareis para que necesitamos a maese Angus y maese Migue. Carn Dum es una montaña/fortaleza fundada por enanos.
Existe una entrada que da a los antiguos salones enanos, pero es una cerradura sin llave. Solo los dedos agiles de los medianos pueden abrir una cerradura enana, no es asi?
Dice sonriendo.

En la camara del tesoro estara el jarron negro. Un anfora o vasija llena de visceras. Son los restos humanos del rey brujo. Mientras no se destruya ese contenedor su espiritu regresara una y otra vez....
Y no queremos que eso suceda.

-¡Así es!- dije, saliendo al paso- y no sólo para eso. Nos necesitan para cumplir con el trabajo sin tener que montar tanto revuelo con armas. Es política común en los hobbits la sana discreción...

Ya estábamos preparados para partir. Mi mochila estaba hasta arriba de provisiones y aún así estaba preocupado de que no fueran suficientes. Armas sólo manteníamos las que traíamos de la comarca: un peto de cuero que le encargué a un curtidor de Hobbiton, una honda y una espada. Bueno, quien dice espada dice daga. Tuvimos la inmesa suerte de que Angus se las encontró, las dagas, mientras cavaba en el bancal para sembrar patatas. Como se parecían a las dagas que poseían los Héroes de la Comarca, fuimos a visitar al señor Frodo a ver que le parecían y nos dijo que eran dagas del oesternosequé, de hombres antiguos. Como estaban junto a un cadáver, es posible que fuese víctima de un asalto sorpresa y que fuese enterrado por sus compañeros improvisadamente donde cayó ¡quién sabe!

Angus asintió enérgicamente ante la petición de discreción de Migue. Nunca le habían pesado sus herramientas de trabajo, pero aquel pedazo de hierro afilado que portaba desde hace días a un costado... Prefería apartar de su mente la idea de verse en situación de emplear la daga.

Haleth se había colocado su cota de mallas, Elendion al mahut, su espada bastarda, que generalmente portaba en su espalda, descansaba ahora en el costado de su castrado. Justo al otro lado estaba colocando el escudo redondo de dura madera sin pintar, sin adornos y con unos remaches de metal para hacerlo más duradero al igual que la lámina que lo bordeaba para que no se agrietase al recibirnos golpes.
Estoy lista para partir- Levantó la mirada y respiró profundamente -Los augurios serán propicios para nuestra partida- Miró a Migue -Podemos cabalgar juntos y así podré escuchar tus historias- No había dejado muy claro si sería en el mismo caballo ya que no quería ofender al hobbit y puede que él tuviese su propio caballo o pony.
Las palabras de Arandor hicieron que la guerrera tras tocarse uno de sus mechones rojos mirase a los hobbits. El montaraz era el guía imprescindible y ahora todo indicaba que los pequeños también lo eran. Los elfos y, como no el enano, también lo serían ¿Sería ella la única prescindible?
Se abrochó la capa de viaje y aprovechó para taparse y cubrirse al notar un escalofrío, una señal de los peligros a los que seguramente deberían enfrentarse. Se tocó el
rostro en el que aún tenía heridas no curadas. Una persona cómo ella estaba siempre en constante lucha. Con la vista en el horizonte, en el camino que debían recorrer esperaba la respuesta de Migue

Mi caballo se encabrita un poco al acercarme al grupo. Como yo, está más acostumbrado a trabajar solo. Pero tengo una misión, una de las importantes. Ahora entiendo lo de los hobbits.

Miro al horizonte. Si me preguntáis, preferiría tomar el camino norte del pantano negro. Éste no es un sitio muy recomendable: arenas movedizas, animales salvajes, gules... Pero ir cerca de las fortalezas angarrianas se me hace locura, de día y de noche. ¿Qué opináis?

Luego de escuchar a Arador y Zarahi, el bardo pensó un poco la situación.. - Estoy de acuerdo con Zarahi, ir cerca de los angmarrim no seria buena idea de día, pero de noche, según Arador ellos no se aventuran por las noches, el tema serán los orcos y también nuestros descansos... Por ahí, lo mejor será viajar de noche, ni muy cerca ni muy lejos de los angmarrim, así solo tendremos que preocuparnos por si hay orcos cerca. Luego, antes de que amanezca, alejarnos un poco de la zona de los angmarrim y seguir un poco mas. Al mediodía descansar y al atardecer volver a emprender viaje. A tener en cuenta, una desventaja seria la visión que tendremos por la noche, una desventaja muy considerable a tener en cuenta... Pero, tampoco se los peligros extras que habrá por la noche, Zarahi, eres la que mejor conoce el terreno y los peligros, si dices que las arenas movedizas, los gules y los animales salvajes no serán un problema, entonces por mi no tengo contradicciones-

Después del considerable pateo, cargado como un burro, desde La Comarca, la posibilididad de continuar el viaje a caballo se antojaba apetecible aún a pesar de la desconfianza que me producía subirme a semejante bestia. Pero Haleth se adelantó a mi decisión y me ofreció un hueco en su montura. No iba a negarme.

- Estaré encantado de compartir montura, historias y canciones con usted, guerrera- dije, y no tardé en cargar al pobre caballo con mis cosas, entre las que se encontraban un barrilete de ocho litros de cerveza. Angus tenía razón: si íbamos a hacer un viaje tan largo, tres cantimploras no serían suficientes.

Mientras preparábamos las monturas, Zarahi nos advirtió sobre los caminos a tomar. Tanto uno como otro se mostraban peligrosos aunque la exploradora señalaba el del pantano como el más llevadero. A pesar de mis aprensiones, me puse en sus manos.

-Usted es la conocedora del territorio así que, si considera que el camino del pantano es el mejor, yo le seguiré, a pesar de los mosquitos...

Los detalles de la planificación del viaje revelaron a Angus nuevos peligros que no había imaginado: animales salvajes, arenas movedizas y... ¡gules! Pero al comprobar la cantidad de jornadas de viaje que tenían por delante descubrió un horror que inmediatamente eclipsó a todos los demás. Repasó sus cálculos y, sí: no podían cargar con tanto peso. Inevitablemente, deberían racionar la cerveza.

Un ánimo sombrío se apropió de él. Por dos cosas en todo el ancho mundo debían sentir temor los gules: la furia de un enano ebrio y la de un hobbit sobrio durante días.

Lenwë dejó que los demás hablaran del camino a seguir, él miró el paisaje, dejando que el viento le diera en el rostro, mientras las demás palabras le sonaban distantes. Partiría y acompañaría al grupo, aunque no sabe muy bien porqué quizás fuera porque sabía que el enano no le dejaría llevarse toda la fortuna. Tenían dinero pero era un dinero común de los aventureros, Lenwë quería tener su parte pero por ahora sabía que le era imposible exigir más, tenía una espada que costaría una fortuna. Mientras que los demás hablaban, Lenwë sabía que aquel camino los podía llevar a la muerte, aún así siguió la ruta que los demás sugirieran para encaminarse hacia su fin o su leyenda.

Cabalgaron hacia el norte durante seis días a traves de tierra de nadie, En Unadoriath, un erial pedregoso barrido por el polvo, con los lobos famélicos y los buitres como compañeros de viaje. Las bestias no eran un problema para una compañía armada tan numerosa, aun así una manada de canes los siguió a cierta distancia durante varios días hasta que el terreno comenzó a cambiar. El viento helado que azotaba el yermo se detuvo al bajar la vaguada que daba al valle de los pantanos.
El río de Angmar bajaba de las montañas y discurría hacia el oeste durante cientos de kilómetros a través de un valle bajo envuelto en nieblas perpetuas. La idea era cruzar al otro lado del río a través de los pantanos de ese lugar, donde embalsaba malamente y discurría entre arboles muertos y campos de lodo.
Pronto los caballos se demostraron inutiles, las patas de los animales se hundían hasta la rodilla y avanzaban con mucha dificultad. A pie se podía chapotear con el agua hasta los tobillos.

Llego un momento en que las monturas agotadas se negaron a dar un paso mas cerca de un gigantesco roble muerto y caído que asomaba unas decenas de metros mas adelante entre jirones de niebla. Comenzaron a bufar nerviosas.

Con sonidos como gorgoteos guturales comenzaron a salir de los agujeros en el tronco podrido los gules: criaturas demacradas con garras y dientes largos, seres delgados y no muy grandes, con el cuerpo negro lleno de llagas. Croando comenzaron a rodear al grupo.

Lenwë durante el viaje se había presentado a Zarahi y a Haleth, ya que habían tenido tiempo para ello, en la taberna se presentó a los hobbits, su actitud durante el viaje fue ante todo precavida, contando alguna que otra anécdota de su pasado como saqueador si alguno le hubo preguntado.

Aquel erial era desolador, Lenwë se mantenía en silencio dejando pasar los días ofuscado por el sol, el polvo del viaje en un terrero árido y los buitres como compañeros. Practicó con el arco alguna vez queriendo matar a alguno de los buitres... pero ante la premura del viaje siguió el camino con algunas flechas menos. 

En el transcurrir una manada de perros los sigue... Lenwë le habla al grupo de ello y se mantiene intranquilo y al lado de Karel que le daba esa confianza por si aquellos animales atacaban. El viento frío hacía que Lenwë se recogiera en su capa, era una capa de color árido como el yermo, no vio otra más, era un color que no le resaltaba pero hacía su función para cobijarse del frío, sobretodo cuando las temperaturas bajaron. 

El cruce del río a pie por zona pantanosa fue insufrible, no se podía ir a caballo, y cruzar las aguas tirando de las riendas de la montura se hacía un harto aparatoso. El cruce del río le estaba costando sudores, aún así Lenwë no sabía lo que podía acechar allí hasta que notó que una niebla empezaba a aparecer provocando que los animales se pusieran nerviosos. Lenwë optó por sacar su espada exterminadora aún sosteniendo las riendas de sus monturas hasta llegar a un roble caído. Allí su montura relinchó sin querer dar un paso más, la visión del elfo quiso escrutar la niebla, pero fueron los sonidos del tronco del roble muerto lo que le alertaron.

En actitud defensiva esperó a que aquellas cosas salieran de sus madrigueras, mientras alertaba al grupo de ello sin quitar la vista de tan monstruosos seres. Dejó de sostener la mano de su montura para blandir su espada con las dos manos, y flexionó las piernas para poder moverse con menor dificultad. La batalla había comenzado...

Buenas Director, como el camino hacia allí han sido 6 días, tiro 6 veces para usar el catalejo. Ya tenía aprendido 2 habilidades de él. He sacado 4 éxitos, dos de ellos MUY BUENOS.

Ya me comenta que aprendo.

Viendo el mapa que le enseña Zarahi y con la información que le da ella y Arador, acaba accediendo a la idea de tomar la ruta norte. Parece la más segura y adecuada para llegar a Carn Dûm sin ser vistos.

Después de seis días de camino, llegamos a un pantano asqueroso y putrefacto. El aire estaba viciado y casi no había visibilidad por la espesa niebla. Nuestras monturas casi no pueden avanzar. Al llegar a un gran roble muerto que se encuentra delante, las bestias empiezan a relinchar nerviosas, síntoma de que algo las ha asustado. Al poco, empiezan a salir gules del roble; en gran número.

 -"¡Maldito pantano! Además de ser apestoso y repugnante está lleno de muertos vivientes. ¡Compañeros, tenemos compañía!"

Bajo del caballo y avanzo hacia ellos con mi escudo y hacha en posición.

-Estoy harto de estos "ponzoñosos restos de carne"... Rápidamente empiezo a transmitir órdenes al grupo.

-"Haleth y Zarahi, conmigo a vanguardia. Vamos a ver qué tal os desenvolvéis en combate. Intentar no romper la formación."

-"Brendan y Lenwë, apostaos detrás nuestra en segunda avanzadilla. Cuidar de los flancos y de despachar a los que nos sobrepasen."

-"Angus y Migue, cuidad de la retaguardia y de los caballos. Observar y avisar de cualquier nuevo peligro que veáis. Si vuestra fama es como dicen... tenéis buena puntería con las hondas, ¡demostrádnoslo!"

-"Suerte amigos y no desfallezcáis."

En cuanto el primer gule se encuentre a distancia de mi hacha, ésta vuela veloz a su encuentro. Una estruendosa carcajada sale de mi boca mientras doy estopa a diestro y siniestro.

-"Jajajajajajaja"

La ruta norte transcurre como esperaba. Un erial rocoso, sin presencia de orcos ni humanos angarrim. Pero me preocupa el pantano.

Durante el camino, voy instruyendo a mis compañeros. Los gules tienden a ser débiles contra el fuego sobre todo, como muertos vivientes que son. Luego hay humanos caníbales, debemos tener cuidado. Y, por último, las arenas movedizas.

Al llegar al pantano, busco dos o tres grandes ramas, dejándolas preparadas en mi caballo. Con ellas bien puestas, alguien se puede subir encima y llegar hasta otro que se esté hundiendo.

El camino en el pantano es difícil. Sí conseguimos pasarlo, todo será más fácil. Ánimo intento estimular a mis compañeros.

Un roble muerto, unos caballos encabritados, unos gules apareciendo. Tsk, que típico digo, preparando mi arco élfico con rapidez. Antes de que el primero haya siquiera terminado de salir, una flecha vuela hacia él, pero se clac a con fuerza en la madera del tronco, a su lado.

Escucho al enano y me adelanto, poniéndome a su lado.

La pesadez del viaje fue animada por Migue. Ir cabalgando con él hizo que el paso de las horas pareciesen minutos y las hogueras de la noche, con sus historias y canciones, hicieron recordar a Haleth las veladas en las mejores tabernas que había pisado.
Tener que llevar el caballo sujeto por las riendas no era de su agrado. Mojarse las botas y los pies tampoco pero ella no se quejó, no viendo que los pequeños hobbits estaban empapados hasta las rodillas.

La aparición de los enemigos casi animó el taciturno ánimo de la pelirroja y las órdenes de Karel sonaron como una Dulce melodía para sus oídos. Haleth posó sus manos sobre la empuñadura de cuero de Elendion al mahut, su espada bastarda mientras se retiraba la capa para tener una mejor movilidad -Estoy preparada, no dejaré que me superen, no pasaran-
El auténtico baile de Haleth comenzó sin previo aviso. Si el grupo había pensado que la guerrera habían danzado en la posada de una forma más que aceptable, nada era comparado con lo que se vio en aquellos momentos. Incrementó La velocidad para acortar la distancia con sus enemigos y agacharse antes del encontronazo. Una maniobra que le dejaba en una posición ideal para abrir en canal a esas aberraciones. Giraba sobre sí misma, alzaba el arma para cambiar rápidamente de dirección. Disfrutaba y eso se veía en sus ojos, su rostro continuaba siendo pétreo pero el brillo, la intensidad de su mirada, el combate era su vida.