Partida Rol por web

 
Las palabras de John le dieron a Philip una idea de lo que pasaba. Si bien parecían militares, el hecho de que varios de sus compañeros pensasen otra cosa era por ahora suficiente para que él también lo pensara... aunque ninguno de ellos (él incluido) hubiese tenido perspicacia para el engaño de la iglesia.

Quitó el seguro de la escopeta y se acercó al "militar", apuntándole a la cabeza directamente.

Deja caer la pistola y todo irá bien. Haz alguna idiotez y haré un estucado con tus sesos. Entonces apuntó a la pierna O mejor, ya que disparar atraerá a los zombis te dejaré aquí chillando como un cerdo para que nos des tiempo, ya no nos vendría de un zombi más. Dejó un segundo o dos de pausa. Piénsalo: es bien fácil, solo has de abrir los dedos, entonces podremos hablar como personas civilizadas y aclarar esto...

EL "militar" al que Jonn apuntaba con su arma parecía decidido a rendirse pero cuando fue encañonado por la escopeta de Philip ya lo tuvo mas claro que nunca. Puso sus brazos en alto y pidió clemencia.

- No me hagais daño, por favor...

El tipo contra el que se enfrentaba Ernesto no parecía sentir la necesidad de cometer ninguna locura, estaba claramente en inferioridad númerica pero no pidió clemencia, se limitó a posar su arma en el suelo mientras observaba al vagabundo con profundo desprecio.

Tenéis a uno de los "militares" inconsciente y a los otros dos con las manos en alto. El chaval, la tía buena y la señora os observan perplejos pero sin decir nada. ¿Que vais a hacer?

- Ahora, espósate. Las manos a la espalda y que pueda verlas. No sois militares, ¿quiénes sois y para qué está montado todo esto? Venimos de liarnos a tiros con una comunidad caníbal que vivía en una iglesia, hombres vivos, ¿sabes? Caníbales. Así que no seas tímido, seguro que lo que me cuentes no nos sorprende demasiado.

Ernesto se ha detenido a dos metros de él, sin bajar el arma. En la mano izquierda empuña la sangrienta tubería.

Hernán apenas sabía quien era ese tipo. No le tenía mas estima que aquellos desgraciados que se hacían pasar por militares, lo que tenía claro que nadie le daba ordenes, y ya que se había fijado el objetivo de coger el arma, aprovecharía la caótica situación para tenerla.

- ¡Y una mierda! - exclamó.

Esposais a los tres hombres sin que ofrezcan resistencia, pero no parecen muy dispuestos a hablar.

Jonn en un acto reflejo producido por su propio cuerpo intenta pisar el arma y con la otra intenta aparta al chico con brusqueza pero sin romperle nada.

Lorenzo sigue en el marco de la puerta una vez controlada la situación pega un suspiro y se seca con un pañuelo el sudor frío de la frente. Decide salir y se dirige rápidamente hacia ellos- ¡Por dios santo!¡queréis dejar de apuntarlos a la cabeza! –los advierte indignado

Dirigiendome a Hernan Muchacho nose porque tienes tantas ganas de un arma, yo a tu edad hubiera dado cualquier cosa para que no me hubieran puesto un arma en las manos, ahora que la tienes te advierto cuidado a quien apuntas y como la usas pues si es ami ya puedes matarme del primer disparo sino te veras atado y dotonado por explosivos si no me divierto antes con tigo.

Mirando hacia los mercenarios atados y dirigiendome a ellos, les desarmo por completo y les registro minuciosamente, pongo a los tres apoyados contra la pared incluido al incosnciente: Ahora me vais a responder a una serie de preguntas mercenarios, ¿que esta pasando aqui? ¿por que en la parte de arriba hay una habitación cerrada y que hay dentro? ¿ quienes sois vosotros? ¿a donde se han llevado al resto de gente? Eso si tened encuenta que no me gusta que me mienta y que soy capaz de sacaros la información por las buenas o a mi manera. Sonrio dejando ver todos mis dientes y mostrando en mi cara que simplemente la idea de poder torturarlos me parece divertida tanto como un gato que ha cazado un raton y juega con el antes de comerselo.

Hernán se colocó la pistola detrás del pantalón, como el típico gangster de turno que se veía en las películas americanas. Al escuchar a Jonn, le dedicó una sonrisa burlona.

- No he sobrevivido todo ese tiempo, dejándome llevar por los demás. Al final cada uno tiene que salvarse su culo, hermano. - contestó. No quería tener bronca con aquel tipo que parecía duro y malhumorado, y lo peor de todo que también iba armado, aunque tampoco iba a dejar que le dijera lo que tenía que hacer.

Sin duda al darse cuenta de que esos militares no eran lo que parecía, varias preguntas se habían formulado en su cabeza, pero por ahora se quedó en segundo plano para ver que tenían que decir sobre todo aquello.

Si preguntando normal no surte efecto, les voy ha hacer un interrogatorio ha fondo con tortura y todo, me demorare y recreare para sacarles la informacion eso si antes despierto al incosciente, para que lo vea.

Cojo al que estaba aturdido le despierto, despues cojo a otro, lo primero que hago es un golpe en la cara con la culata de la pistola concretamente en la nariz para romperselas, despues le parto los dedos de la mano izquierda uno a uno recreandome, aun no hago preguntas, despues le parto los tobillos y vuelvo ha hacer las preguntas, ¿que esta pasando aqui? ¿por que en la parte de arriba hay una habitación cerrada y que hay dentro? ¿ quienes sois vosotros? ¿a donde se han llevado al resto de gente? y si no me contestais voy a continuar divirtiendome, como un niño pequeño.

Ernesto no es bueno interrogando. No sabe encontrar las palabras adecuadas, la gente le tiene demasiado asco o le miran siempre con rabia, como si fuera el culpable de todo lo malo que les ha pasado. Por eso, ha ideado su propio sistema para interrogar.

No hace preguntas.

Se dirige hacia la puerta, sin asomarse del todo y la cierra. Hace lo mismo con las ventanas.

Coge el mismo pañuelo que, rebozado en su sangre aún no del todo seca, ha contenido sus toses húmedas durante todo el tiempo que ha durado esta pesadilla. Sin pensarlo, se lo introduce en la boca al hombre que ha reducido. Cuando comprueba que es capaz de soportar las arcadas que le produce, le da un golpe brutal con la tubería en una pierna.

Luego se arrodilla delante de él.

- Estaré así hasta que tengáis algo que decirnos. Cuando uno se desmaye o se muera, seguiré con otro.

Parecen estar muy bien entrenados. Ninguno dice nada... pero uno de ellos acaba por sucumbir.

- No somos militares de verdad... pertenecemos... a una corporación científica... experimentos con humanos o algo así... No se mucho mas... Desconozco lo que hay en la sala cerrada de arriba, nos dijeron que no era de nuestra incuvencia... No me hagais daño... - suplica entre sollozos. Los demás, en silencio, le observan con desprecio.

La señora a la que uno de los militares había abofeteado, coge las llaves del suelo y exclama con nerviosismo:

- ¡No podemos quedarnos aquí! Hay afuera tengo una furgoneta, podemos irnos antes de que vuelvan esos tipos a por nosotros. Entramos todos... bueno, todos no - dice mirando con desprecio a los falsos militares.

Miro a la señora y digo, Bueno primero hay que mirar lo que hay en la habitación de arriba, ya despues nos vamos en la furgonera. Mientras reviso las armas y objetos que tenian los falsos militares. Alguien quiere subir con migo a ver que hay en esa habitación o esperais a que baje...

Ernesto se acerca a la mujer que ha cogido las llaves y levanta una mano con la palma hacia arriba.

- Señora, vamos a subir a ver qué hay arriba. Si no me das las llaves de la furgo, seré tu sombra, y huelo mal para ser una sombra - escupe al suelo sangre para hacer una idea de lo que dice -. No tardaremos. O eso, o te vienes con nosotros a mirar... o sube John solo, pero yo me quedo con las llaves, bien cerquita.

Hernán parecía distraído mirando el rifle que le había arrebatado a aquel tipo, mientras escuchaba 'cantar' a esos tipos. ¿Experimentos con humanos?, pensó asqueado. Sin duda se habían metido en una mierda muy grande y encima habían dicho que iban a llegar refuerzos. La cosa se ponía seria.

- Hagamos lo que hagamos, hay que hacerlo rápido, antes de que vengan mas mierdas de estos. - dijo señalando a los falsos militares. - Yo también quiero ir arriba para ver que hay, quizá encontremos algo útil.. - y obviamente, no se fiaba de dejar solo a aquel tipo, aunque eso se lo calló.

Os acompañaré... - dice la señora con un toque de miedo en su voz.

Ernesto, Jonn, Hernán y la señora suben hacia el piso de arriba...

¿Que vais a hacer el resto?