Partida Rol por web

[Jardines]

- Claro que no nos quedaremos con los brazos cruzados... por lo menos ni tu ni yo lo haremos. - Le digo con una sonrisa a Hëndel. - Está claro que nuestros enemigos tendrán nuevas sorpresas con las que atacarnos, sin embargo, nosotros también nos entrenaremos para conseguir convertirnos en más y más poderosos cada día. -

Siempre mi sueño era convertirme en alguien poderoso, alguien en el cual la gente sintiera miedo al verlo. Pero ahora mis prioridades han cambiado... y mucho.

Desde que apareció ella en mi vida, las ganas de convertirme en poderoso para ser el mejor han cambiado a ser poderoso para poder protegerla de los peligros...

| Comedor - Jardín |

Al escuchar las palabras de Cassandra mi cuerpo fué inundado por unas ansias de que el objetivo oficial fuese el de matar a Farilynn para recuperar otra vida... Era más... Apetecible para mi. Sonreí un breve momento con malicia, luego miré a Mefiroth que filtreaba con Neith. Desde que conocí a Mefiroth siento repulsión hacia el, menudo estúpido engreido.
Me levanté de mi asiento y salí al jardín, con mi copa de vino aún en las manos. Me quedé apollado en el marco de la puerta trasera de la casa, mirando hacia el bosque, me apetecía perderme en el un rato, pero seguro que no se veria con buenos ojos, tal vez sería demasiado raro. Allí me quedé tomando el poco vino que quedaba en mi copa, mientras recordaba como luchaba aquel enemigo que conocí en el castillo, con tal maestría que fué capaz de herirme ami y de muerte a Victoria. Ese maldito pero a la vez tan misterioso para mi, Walgior.

|Vestíbulo|

Miré atónita a Walgior. No tenía ni pies ni cabeza lo que estaba diciendo. Sí, en parte tenía razón, pero aquello de los rumores me dejó bastante perpleja. Estaba demasiado acostumbrada a que dijeran cosas de mí, pero no a inventarse ese tipo de cosas para hacer daño a los que quería.
- Walgior...- susurré, a la vez que le cogía una de sus manos, suavemente-. Sé que tienes toda la razón y que últimamente hemos estado bastante distanciados... Te pido perdón por ello, pero quiero que sepas que no ha sido mi intención alejarme de tí... Simplemente, algunas circunstancias ajenas a nosotros han hecho que nos separemos por un tiempo, pero no tiene nada que ver con Risk- comencé a explicarle, aunque hubiera deseado no dar aquel discurso tan largo-. Entre él y yo no hay absolutamente nada, puedes confíar en mí... Si es que aún quieres hacerlo- le dije, con un cierto tono de súplica.
Con la otra mano que tenía libre, le acaricié el rostro y le dediqué una mirada de arrepentimiento. Tenía toda la razón en desconfíar de mí, debido a que el alejamiento de las últimas semanas no ayudaba a que él confiara en mí.
Además, le había echado mucho de menos, pero mis obligaciones habían estado necesitando mi presencia y atención. Dirigir un colegio al mismo tiempo que se dirige un reinado no era nada fácil, y menos para mí que no tenía demasiada experiencia en ninguna de las dos cosas.
- Si no quieres seguir conmigo lo entenderé... Debe ser muy difícil ser pareja de una persona que tiene tantas obligaciones... Aunque entenderlo no significa que me guste...- le expliqué, para que no creyera que me daba igual lo que decidiera.

|Comedor|

Estaba masticando un bocado que acababa de darle a mi tostada con mermelada de fresa cuando, las palabras pronunciadas por Lilith provocaron que dejara de hacerlo.
Tragué, haciéndome daño en la garganta, simplemente por la ansiedad de poder hablar lo antes posible.
- ¿Visiones donde matan a la reina? - le pregunté, frotándome la garganta haciendo una mueca de dolor-. Sí que es una visión un poco extraña... Podría darse el caso, aunque es muy difícil que alguien se acerque a la reina si no se trata de algo necesario... Es intrigante, sí- admití, mientras daba un sorbo a mi vaso de zumo de frutas, para aliviar el picor que indicaba la irritación reciente de mi garganta-. Quizá deberías hablar con la reina Farilynn y contárselo... Hasta donde yo tengo conocimiento, algunos de los alumnos que estamos aquí, hemos empezado a desarrollar unos extraños poderes... Quizá tú hayas sido la siguiente en desarrollarlo y tengas visiones- le di mi opinión con la intención de ayudarla, no para asustarla-. Deberías hablar con algún adulto, seguro que te ayudan-.

|Jardines|

Sonreí. Me sentía tan bien a su lado. A mis oídos había llegado la posibilidad de que yo hubiera fallecido en la última batalla, pero gracias a las enfermeras conseguí sobrevivir.
- Sirius... Si hubiera caído... Allí, en la última batalla... -empecé a decir, pero la voz se me quebraba. Nunca había mencionado nada de eso con Sirius desde el día que recuperé la memoria. No era algo que me gustara-. Sólo con pensar en la posibilidad de... haberte perdido para siempre...- murmuré, abrazándome fuertemente a su cuerpo.

[Vestíbulo]

De repente quedé intrigado.  Despues de meses esquivándome quería hablar.  A saber lo que eso significaba.

Ya no confiaba en ella, al menos ya no existía ninguna complicidad, no obstante sentía curiosidad por saber qué querría.

Accedí a acompañarla.  Crucé una fugaz mirada y salimos al jardín.

| Vestíbulo - Jardín |

La sensación de que todo acabaría en aquella conversación desapareció. Me sentí mal por desconfiar de ella pero aún así sabia que tenia mis razones.
-Esta bien...-susurré, indeciso y sin saber que decir, pero tenia claro que no queria que lo nuestro terminase.-Seguiré como hasta ahora, me tendras aqui, siendo solo tuyo por siempre hasta que tu estes mejor de tiempo y yo tambien te pueda tener ati. Así que hasta que ese momento llegué lo unico que haré será esperar, sin dejar de amarte ni un solo instante.-Me acerqué a ella y le dí un corto beso en los labios, muy corto, apenas pude saborear aquello que hacia tanto que no probaba. Luego me giré dandole la espalda para salir al jardín.-Hasta entonces.-dije, casi en un susurro pero asegurandome de que me escuchase.

Al escuchar ¨adicto¨ y ¨mi cuerpo¨ sentí un extraño recorrido por mi cuerpo, placentero y cálido. No oculte mi sensación y la mire directo a los ojos –Disfruto de la compañía de todos y de las fiestas, pero prefiero las fiestas que son mas intimas… soy un ser sensible aunque no lo creas- esboce una sonrisa que emanaba ironía.

Me  acerco a su oído y le digo en voz baja –Ven al lago con migo, te daré una sorpresa-, al decir esto, veo que alguien sale hacia el patio y le digo –Mejor vamos a donde te plazca para festejar-

|Jardines|

Observé cómo los alumnos disfrutaban de aquel tímido sol que nos había deleitado aquel frío día de invierno. Tan frío como mi personalidad...
Caminé, mirando hacia el horizonte, con la cabeza alta, sin mirar a la persona que me acompañaba.
- Mira, Fistandantilus... Sé que durante éstas últimas semanas no he sido la misma contigo... En realidad, no he vuelto a ser la misma desde que sucedió aquello, ni contigo ni con nadie- le expliqué, intentando no leer sus pensamientos. Era una de las pocas personas con las que no quería utilizar aquellos poderes-. Te estoy muy agradecida por lo que hiciste y por eso, creo que la mejor manera de devolverte el favor es dejar que cumplas tu entrenamiento como es debido... Para ello tengo que alejarme de ti, ¿lo entiendes?-.

|Vestíbulo - Jardines|

- ¡Espera, no te vayas!- le dije, siguiéndole hasta que conseguí alcanzar su brazo, obligándole a que se girara para mirarme-. Tengo tiempo para tí... Para ser más concretos, voy a tener toda mi vida sólo para tí... He decidido que me da igual lo que la gente piense de si eres o no adecuado para el trono, así que he dado la orden de que lo preparen todo para nuestro enlace, dentro de unos días... ¿Aún quieres compartir el resto de tus días conmigo?- le pregunté, con una pequeña sonrisa en los labios. Sabía que aquella noticia le haría feliz-. Quería decírtelo de otra manera y en otro lugar, darte una sorpresa... Pero la situación ha requerido que te lo dijera ahora...

|Comedor - Mis aposentos|

Reí a carcajadas.
- Vaya vaya, así que no reconoces que eres adicto a mí, ¿verdad?- le pregunté, con un tono burlón en mi voz-. Entonces no cambian nada las cosas... Si lo reconoces igual me lo pienso- le dije, mientras le cogía de la mano y subíamos a mi habitación.
Aún llevaba mi copa de vino en la mano, así que con la mano que tenía libre lo empujé hasta una butaca que había en mis aposentos.
Sonriendo picaronamente, me senté encima suyo, dejando mi rostro a unos pocos centímetros del suyo. Bebí un trago de la copa de vino y, disimuladamente, dejé que un chorro de la bebida se deslizara por mi boca hasta llegar a mi pecho.
- ¿Te ha gustado el vino que nos han servido? -le pregunté, mientras volcaba la copa de nuevo sobre mi pecho. Cogí suavemente su mano y la deslicé por mi cuello, empapándola en la bebida que se deslizaba por mi cuerpo.
Me la acerqué a la boca y, sin dejar de mirarle directamente a los ojos, lamí su dedo índice, con una sensualidad que nunca había adoptado con Mefiroth.
- ¿Vas a reconocer ya que eres adicto al sexo, concretamente al mío?- le pregunté, con una sonrisa burlona, sin dejar de lamerle la mano.

[Jardines]

Una nueva puñalada - las palabras de Dana - desgarraron un poco más mi maltrecho espíritu.  Ya no tenía ganas de seguir nadando contracorriente.  En ese momento decidí que eso ya se había acabado.

Le miré a los ojos.

"Sea pues, Dana.  Si insistes en alejarte de mí no te detendré, y tampoco seguiré buscándote.  Pero ten cuidado.  Hay puertas que cuando se cruzan quedan cerradas para siempre y no se puede volver atrás.  Seguro que podrás adivinar - la reté - que no me refiero a nuestra relación, ya que nunca hubo tal.

Parece que esta será la última vez que me sincere contigo, así que escucha.  Eres quien mejor me conoce aquí.  Sabes lo que quiero, y que nada me detendá, ya no.  Solo procura no interponerte en mi camino cuando llegue el momento de conseguirlo.  Soy muy... inestable."

| Jardín |

No me esperaba la noticia que Farilynn me acababa de dar. Me quedé allí quieto, mirandola, y cuando pude reaccionar la cojí fuertemente por la cintura, la acerqué ami y la besé con pasión en los labios. Hacia tanto que lo echaba de menos... Pareció que fué incluso el primero. Cuando separé los labios puse con delicadeza una mano sobre su mejilla y la acaricié, sin quitar la otra de su cintura.
-Claro que quiero compartir el resto de mis días contigo, Farilynn.-pegué mi frente a la suya, mientras aparecía una pequeña sonrisa en mis labios.

|Jardines|

Por primera vez desde lo sucedido con mi secuestro, miré a alguien directamente a los ojos y con verdadera tristeza en ellos. Fistandantilus no lograba entender lo que se avecinaba... Si él se encontraba cerca mía cuando llegara aquel momento, resultaría herido y quería evitar a toda costa que se convirtiera en una víctima más.
- Mira... Deberías hablar con alguien que pueda ayudarte a controlar esos impulsos... Deberias estudiar el autocontrol y conseguirías hacerte más poderoso de lo que crees- le expliqué-. Además, debo decir que me alegro de que ambos pensemos lo mismo... Nuestro acercamiento sólo se debía a un afecto mutuo que sentíamos, pero era simplemente un espejismo... En ningún momento hemos dejado de ser profesora y alumno, así que me alegro de que eso haya quedado claro- le dije, con un tono de dureza en mi voz.
Era la única manera de alejarle de mí, aunque eso significara hacerle daño al principio. Por mucho que él me dijera en ese momento, yo sabía que habíamos tenido una buena amistad más allá de la relación profesional.
El fastidio que sentía por aquella situación era tal, que tenía los puños cerrados con furia. Nunca había tenido a una persona que se preocupara por mí tanto como lo había hecho Fistandantilus.
Tampoco yo había tenido cerca a una persona a la que le tuviera tanto aprecio y a la que nunca le leí los pensamientos. Sin duda, me dolía aquella conversación tanto como las cosas que me habían hecho en el escondite de Markwolf... Estaba completamente segura de que aquella separación significaría mi fin, aunque no me iría de éste mundo dejando que Fist pensara que mis palabras las decía de corazón. Él tenía que saber la verdad después de que todo acabara...

|JUGADA MASTER|

[En el internado...]

Farilynn se mantenía abrazada a Walgior, emocionada por las palabras de su amado.
- Pronto lo haremos público, ¿de acuerdo?- le susurró la reina al oído, pero alguien interrumpió aquel momento.
- Ejem... Mi Lady, hay un asunto importante que requiere vuestra atención- dijo una voz, detrás de Farilynn.
Cuando ésta se dio la vuelta, vio que se trataba del hechicero Risk, que aguardaba una respuesta de Farilynn con las manos entrelazadas detrás de su espalda.
Ésta asintió y le besó en los labios a Walgior, con una sonrisa a modo de disculpa.
Empezaron a caminar juntos y Risk no pudo evitar comenzar a hablar de aquel tema tan importante.
- Ella ha rechazado nuestra propuesta, Mi Lady- dijo el hechicero, mientras comenzaban a subir las escaleras-. La he citado en su despacho, para hablar sobre el tema... No ha querido dar más explicaciones, porque quiere hablar con usted en persona-.
- De acuerdo, muchas gracias- dijo Farilynn, mientras entraban en su despacho y tomaban asiento, esperando a que ella llegara.

Dana estaba deseando que la conversación con Fistandantilus terminara para poder dejarle marchar. Sentía demasiada rabia y quería expresarla de alguna manera, a solas, como ella sentía que debía ser.
- Siento que te hayas visto mezclado en cosas que no deberías haberte implicado... Espero que tu entrenamiento evolucione adecuadamente- dijo la profesora de adivinación, mientras se daba la vuelta y comenzaba a subir las escaleras, encaminándose a un rumbo fijo.

Annette, que había observado a Farilynn alejarse con Risk, se acercó al elfo.
- Oye, siento que fuera yo quien te transmitiera los rumores que circulaban por ahí... La gente, que se aburre mucho y no se le ocurre otra manera de divertirse que haciendo daño a la gente- dijo la muchacha, sintiéndose un poco avergonzada por haberse acercado tan repentinamente hacia él-. Mira, sé que empezamos con muy mal pie y que no te fías nada de mi, pero te pido que me des una oportunidad de demostrarte que puedo llegar a ser muy fiel con mis amigos y conocidos... Por favor...- suplicaba la joven, extendiéndole la mano para que el elfo se la estrechara.
Había algo en ella que había cambiado. Ya no era aquella chica prepotente preocupada de quedar bien con el colegio y con los profesores, sino de luchar junto a la gente que de verdad le importaba.

Sirius y Hëndel disfrutaban de la sombra que aquel árbol les proporcionaba, pero el conejo de la elfa apareció sobre sus piernas con un trozo de pergamino en la boca.
- ¡Pequeño rebelde! ¿De dónde has sacado esto? ¿Ya has estado comiendo papel otra vez?- le preguntó la joven, mientras le quitaba el trozo de pergamino de la boca.
Le llamó la atención una letra fina y elegante:
"Mi decisión está tomada... Mi final se acerca... La única manera de que nadie salga herido por mi culpa es alejándolos a todos de mi..."
Aquello indicaba que en el resto del pergamino había algo más escrito, pero el conejo se había encargado de destrozarlo.
- ¿Qué demonios significará ésto?- preguntó la muchacha.

En la sala de profesores, se escuchaba una voz hablando en élfico y a una mujer gritando. Parecía la voz de Leirith, mientras la voz de su hermana Meirith intentaba tranquilizarla.
- Hermana, cuando terminemos con ésto te sentirás mejor y verás como decides quedarte a mi lado y luchar por el bien...- decía su hermana, mientras la voz de aquel hombre seguía recitando algo en el idioma élfico.

[En la casa lúgubre...]

Neith y Mefiroth habían decidido divertirse un poco en los aposentos de la muchacha pero, de repente, Cassandra apareció detrás del elfo susurrándole cosas al oído.
- Venga, Mefi, sabes que no puedes resistirte a su cuerpo, a su olor, a su voz... Ella te cautiva sólo con su mirada... Lo sabes... Debes reconocer que eres adicto a ella y que te mueres de ganas por hacerla tuya... Reconócelo...- decía la voz de Cassandra en su oído, mientras sus manos acariciaban su torso por debajo de su camisa.

Jairon estaba apoyado contra el marco de la puerta trasera de la casa lúgubre y, de repente, notó la presencia de alguien a su lado.
Al girarse, se encontró con Markwolf, cubierto por una túnica negra. Había cambiado mucho desde su último encuentro.
Su delgadez era en ese momento una realidad y sus ojos estaban rodeados por unas ojeras que amenazaban con llegarse hasta los pies.
Sus ojos hundidos y tristes, miraban el horizonte mientras su mano acercaba a sus labios una copa con vino.
- Todos estamos destinados a quedarnos solos... Es algo que aprenderás con el tiempo- dijo Markwolf, con voz seria y cansada-. Tú eres mi guerrero predilecto... Me has demostrado fidelidad y valentía, así que te voy a dar una misión importante... Hemos llegado a la conclusión de que tus visiones pueden tener algo de certeza, así que he pensado en deleitarte con la posibilidad de encargarte tú mismo del amante de la reina elfa... Walgior... Para cuando ataquemos, tendrás que encargarte de él para que no sea un obstáculo para el resto de la misión- le explicó Markwolf, dando otro sorbo a su copa de vino-. Confío en ti, Jairon-.

| Puerta trasera de la casa |

Escuché con atención las palabras de mi señor. Aquella misión era algo que estaba esperando, algo que necesitaba. Acabar con Walgior sería todo un reto para mi y pocos podían ofrecermelo.
-No le defraudare, mi señor.-le respondí, haciendo una reverencia y con el rostro serio. Estuve apunto de preguntarle por el comienzo de la misión, pero no ví oportuno preguntar, es un lider inteligente y no me lo diria, nunca hay que arriesgar y dar demasiados datos, nisiquiera a tus propios aliados mas cercanos.-En cuanto le quite a Walgior de encima, Farilynn será toda suya sin ningun contratiempo que le pueda interrumpir.-dí por hecho que de Farilynn se encargaría el mismo, tal vez no fuese así pero... Algo me decía que sí.

| Jardín |

Maldito Risk, rompiendo aquel momento. Ya estaba mas tranquilo, pero aún así Risk era un tipo al que no le quitaría ojo de encima. Pero para colmo, ahora se me acercaba Annette. Mi mirada era seria, fría. Me habia hecho pensar cosas que no eran ciertas y con unas simples palabras no conseguiría absolutamente nada.
-Escuchame muy atentamente. Ni se te ocurra volver a dirigirme una palabra o tansiquiera una mirada, ¿entendido?. Las palabras conmigo no te serviran.-luego me aparté de ella, entrando en el vestíbulo de nuevo, cruzandolo y entrando en el comedor para tomar una pieza de fruta.

[Jardines]

Mierda. Otra vez los malditos acertijos.

- ¿Qué es eso Hëndel? ¿Qué tiene Sito en la boca? Le pregunto a mi elfa con una sonrisa.

En realidad estoy bastante mosqueado, o simplemente, harto de los acertijos y no poder encontrar la respuesta.

¿Qué demonios significan estas palabras?

|Puerta trasera de la casa|

Sonreí, aunque pocas veces lo hacía. Pero aquella sonrisa no significaba felicidad o satisfacción, sino era una sonrisa maliciosa.
- Espero que así sea... No quiero ningún contratiempo en el momento en que tenga a Farilynn delante mía- le dije al muchacho, con un tono de severidad en mi rostro-. Confío en que puedas hacerlo y de que no dejes tus entrenamientos... Si ese día cometes algún fallo y no consigues aniquilar a ese estúpido elfo, ocúpate de que no te encuentre con vida, Jairon... Porque yo premio los trabajos bien hechos, pero también castigo severamente los fallos- le expliqué, poniéndome cada vez más serio y severo-. Me gusta que, cuando confío en alguien para una misión importante, todo salga perfecto-.

|Jardines|

Acaricié suavemente a mi conejo. Él tampoco tenía la culpa de haber cogido un pergamino tan importante y haberlo destrozado.
- No tengo ni idea de qué significa ésto... Tampoco sabemos si es algo que han escrito actualmente, aunque...- dije, mientras mi mente pensaba a una velocidad increíblemente rápida. Me di cuenta que mis manos estaban manchadas de negro, al igual que la boca de mi conejo, y vi que la caligrafía del pergamino estaba emborronada. Mi cara de sorpresa lo dijo todo-. ¡Sirius, ésto lo han escrito hace muy poco tiempo! Como mucho hace tres horas que lo han escrito... Alguien del internado piensa suicidarse, o al menos piensa que va a morir...- expliqué, enseñándole las manchas de tinta de mis manos.