Partida Rol por web

Luis cada vez se hundía más en sus pensamientos, más y más. Y hacía bien, porque todo lo que había pasado era por su culpa. Si no hubiera sido por él su hermana no estaría allí, si no hubiera sido por él, no habrían entrado en aquella habitación, si él no tuviera esos poderes, ahora seguirían en casa tranquilamente y no tendría que haber insistido en hacer aquella estúpida visita al Circo del Sol. Todo había sido un error y él tenía toda la culpa. Ahora Elena estaba muerta, tan muerta como lo estaban sus padres. Parecía que todo el mundo a quien quería Luis, terminaba sufriendo el mismo repentino destino.

"¡No os vayáis!" Pensó el policia con gran intensidad. "No puede ser... Todo se está yendo al garete. Abandonado por mis amigos, mi familia... La chica, Arlet herida y el grandullón de Marcial se iban... Abandonado..." Si no estuviese paralizado probablemente estaría teniendo un ataque de ansiedad.

Algo de la formación de Lucas entró en su mente en ese instante. No podía dejarse llevar por el pánico. Trató de serenarse y se concentró. En su mente entró algo que habia dicho Marcial " No es real, una ilusión... " Lucas decidió creer eso. Él era fuerte, sus amigos lo habian aceptado a pesar de saber de su poder. No tenia sentido que después de tantas experiencias juntos ahora lo abandonaran. Decidió no creer en eso. Creer que habia sido una ilusión. Sus miedo mas profundo. Su temor al abandono. Debia de ser eso. Lo estaban manipulando mentalmente y tal vez esa inmovilidad se debiera a eso tambien, no? Se concentró y trató de olvidarse de todo. Se concentró en su respiración. En realidad no estaba paralizado, pues seguia respirando. Trató de llevar ese movimiento involuntario a otras partes del cuerpo, como ese tic que tenia en la pierna cuando estaba muy nervioso. Tal vez pudiera mover la pierna... 

Ketsu Sen giró y se colocó boca arriba. Tras un giro con las piernas y tomando impulso, se levantó y, agazapada, se quedó mirando a su alrededor, observando todo y a todos. Por suerte para ella, su maestra no sólo le había educado en el arte de la lucha, si no en el poder mental. Que hubiese tenido que escuchar a sus compañeros decir que era una broma de mal gusto no era significante para ella. Estaba de pie y, lo mejor de todo, había vencido a otro hombre.

Marcial se llevaba a Arlet fuera de esa habitación. Estuvo a punto de seguirlos, olvidando a los demás, pero el espejo roto hizo que sus ojos se desviaran y se quedasen mirando. Se acercó y cogió un fragmento, evitando cortarse, y se lo guardó. Ya habría otro momento para analizarlo. Si quería salir de allí, tendría que terminar con las visiones de los demás.

Y, así, se acercó al pequeño. Aunque no era muy dada a las palaras, lo intentó Tu hermana no está muerta. Caminaba contigo y está a tu lado, llorando porque crees que has muerto agarró su cara e hizo que le mirara a los ojos ¡Escúchame! Sal de tu pesadilla si no quieres que esos demonios destripen a tu hermana.

Parecía que la chica oriental sabía algo de lo que estaba sucediendo. Hablaba de una pesadilla, de algo que no era real, una imagen equivocada en el espejo...

"Es eso Ismael! Quieren que tengas miedo a avanzar, a salir adelante con tu vida, quieren hundirte en la desesperación, en un pozo de tristeza."

El hombre intentó hacer exactamente lo contrario. Comenzó a pensar en como podría cambiar su vida para bien, imaginó volver a abrazar a sus hijos, a conseguir un buen trabajo y rehacer su vida de nuevo. Aún y tener los ojos abiertos, imaginó como sería volver a ver a David y Raquel. "Tengo que hacerlo por ellos!"

Ismael se autoconvenció que podía mover un pie y después el otro. Poco a poco podría desplazarse e ir en dirección donde se habían ido Marcial y la chica que se transportaba de un lugar a otro. Aquella habitación contigua a la sala, debía ser un lugar algo más seguro.

Luis seguía aferrado a su hermana, hundiéndose en la culpa más y más con cada segundo que pasaba, a la vez que la rabia y el odio crecían sin descanso en su interior. Odio contra el mundo que había permitido que su hermana muriese, odio contra aquel sitio y quienes estuviesen detrás de todo él, que habían provocado que ella muriese… pero sin duda alguna, a quien más odiaba era a sí mismo, que había llevado a Elena a aquel lugar, quien había no la había protegido cuando más lo necesitaba, quien no había impedido que muriese. Su hermana estaba muerta, y poco le importaba lo que le pasase ahora, le daba igual morir, tanto daba que el mundo ardiese a su alrededor, si Elena no estaba nada importaba. Sin ella…

Algo tiró de Luis, apartando su rostro del cuerpo sin vida de su hermana, y aunque intentó impedirlo, quien lo agarraba era más fuerte que él.  Entre las lágrimas de sus enrojecidos ojos, alcanzó a vislumbrar a la chica oriental del grupo. Parecía que le estaba diciendo algo, pero Luis no escuchaba, no quería escuchar. Que mas le daba lo que dijese, que mas le daba lo que pasase, su hermana estaba muerta, y nada más importaba, así que intentó apartarla y zafarse de ella para volver con su hermana, usando para ello todas sus fuerzas, que ha decir verdad tampoco eran muchas. Le daba igual lo que aquella chica le dijese, para él, sus palabras no significaban nada…

O al menos, eso era lo que pensaba, pues había una parte que si que había logrado penetrar en la mente de Luis. No porque confiase en Ketsu Sen, pues no lo hacía, ni tampoco porque creyese en esas palabras. No, definitivamente no creía en ello, peo esa simple frase, esas escasas cinco palabras se habían adentrado en su mente, donde una pequeña parte suya se aferraba a ellas. “Tu hermana no está muerta”. No creía que fuese cierto, pero quería creerlo. Si lo fuese, aún podría salvarla, ponerla a salvo, hacer algo. Era una débil esperanza, pero esperanza al fin y al cabo, como una hoguera en medio de un océano de culpa azotado por una tormenta de odio, rabia y dolor, una hoguera que se resistía a apagarse y que poco a poco iba creciendo...

“Tu hermana no está muerta”

Marcial se quedó congelado, mirando a Julia con los ojos muy abiertos en un claro gesto de sorpresa.

¿Que demonios hacía allí? ¿Se trataba acaso de una ilusión?

Por una parte de su menté intuía que así era, pero tal vez se trataba de una forma de negar la realidad, pues si realmente se encontrarse allí Julia se encontraría en un grave peligro de muerte y eso no podría soportarlo. Por supuesto, había una tercera opción, que en realidad la mujer que se encontraba ante él no fuese Julia, sino que se tratase de una de las gemelas psicóticas. Ya las había visto cambiar de forma, así que no resultaba inverosímil pensar que una de ellas pudiera cambiar también hasta convertirse en una copia perfecta de Julia.

Dejando a Arlet sobre uno de los bancos del vestuario, observó fijamente a Julia con gesto analítico. Solo había una forma de saber a ciencia cierta si quien se encontraba ante él era de verdad la mujer que amaba o un engaño magistralmente pensado para que bajase la guardia.

   - Si de verdad eres Julia, sabrás responder esta pregunta ¿Que zumo me gusta tomar con las tostadas del desayuno?- Le preguntó con gesto adusto.

En la mente de Ismael había algo que indicaba que ese temor ya había sido superado. Había logrado comprender que lo que había visto era todo producto de su imaginación, todo mental. Pero, y entonces ¿por qué seguía sin poderse mover? Su cuerpo no respondía, quizá sus actos involuntarios sí, como el hecho de respirar, parpadear o que su corazón siguiera latiendo, pero lo de avanzar, o lo de moverse, e incluso hablar. ¡Nada de eso le resultaba posible! Pero, ¿por qué? ¡Si ya había superado su mayor temor! ¿Por qué su cuerpo seguía paralizado? ¿Sería por alguna otra causa?

En la mente de Lucas había algo que indicaba que ese temor ya había sido superado. Había logrado comprender que lo que había visto era todo producto de su imaginación, todo mental. Pero, y entonces ¿por qué seguía sin poderse mover? Su cuerpo no respondía, quizá sus actos involuntarios sí, como el hecho de respirar, parpadear o que su corazón siguiera latiendo, pero lo de avanzar, o lo de moverse, e incluso hablar. ¡Nada de eso le resultaba posible! Pero, ¿por qué? ¡Si ya había superado su mayor temor! ¿Por qué su cuerpo seguía paralizado? ¿Sería por alguna otra causa?

Luis no supo si aquello que pasó fue gracias a Ketsu Sen, o simplemente se debió a su poder. Luis era capaz de hacer que sus pensamientos se hicieran realidad, y una vez más lo logró. El cuerpo de su hermana se desvaneció, como si la imagen se rompiera en mil pedazos y después se golpeó contra el suelo. No había estado abrazando a nada. Era todo fruto de su imaginación, y cuando miró hacia su lado, observó que su hermana Elena seguía allí, tumbada, en la misma posición que estaba él. Gimiendo y llorando, sin duda su mayor temor era el mismo que el de Luis, perder a su hermano pequeño.

Debía hacer algo por recuperarla, o si no, al final, aquella culpa que sentía terminaría por sumirla en una oscuridad absoluta de la que ya sería imposible volver. Elena necesitaba a Luis tanto o más como Luis necesitaba a su hermana.

Algo en la expresión del pequeño indicó que ya estaba a salvo. Había cambiado la incómoda postura en la que estaba. Soltando aquello que creía estar agarrando, y después miró hacia el lado que estaba su hermana. Había descubierto gracias a las palabras de la oriental, que aquello que estaba viviendo era una pesadilla. Ahora estaba a salvo, aunque Elena parecía continuar en el mismo trance que él.

La mujer se quedó muy sorprendido ante aquella pregunta que le hizo Marcial. ¿Acaso no confías en mi, Marcial? ¡Qué raro estás! Es como si algo hubiera cambiado en ti. Dijo mientras escrutaba sus brazos llenos de sangre y como dejaba a Arlet que se siguiera desangrando.

La mujer corrió hacia la chica, tomando una de las toallas que había cerca y presionando la herida que tenía. Tenía forma de corte, como si la hubieran acuchillado. ¡Vamos Marcial! ¡No te quedes ahí! ¡Seguro que puedes hacer algo! ¿Verdad? ¿Has intentado ese truquillo que sabes? Y cuando Marcial la miró directamente a los ojos, y vio que seguía sin reaccionar, Julia le dijo algo que quizá le helara la sangre. ¡Joder Marcial! ¡Y yo que sé que zumo te gusta! Jamás te he visto probar uno.

Ketsu Sen no se paró a comprobar el estado del chico, ni si estaba ya en sus cabales. Supuso que sí, pues para algo ella había hablado con él y había perdido su tiempo. Miró otra vez de nuevo y resopló, aburrida. La hermana todavía estaba en ese estado casi catatónico, ausente de todo lo que pasaba. Poniendo los ojos en blancos, se levantó y se acercó a la muchacha.

Esta vez con más brusquedad, la agitó. Tu hermano no va a seguir si tu no levantas la cabeza y le miras a los ojos. ¿Crees que ha muerto? Si está a tu lado, imbécil. Está claro que el listo de la familia es él, que sabe que estás viva y está ahí, esperando que salgas de tu trance. ¿No me crees? Pues míralo tu mismo

El policía no entendía porque no podía moverse. Habia superado su miedo. De eso se trataba no? tambien habia entendido que todo era una ilusión pero no conseguia salir de ella. Que diablos ocuria. Lucas se sentia cada vez mas frstrado y enfadado. Todos se estaban recuperando y yéndose y dejándolo ahí tirado. Tal vez se lo tenia merecido. No habia conseguido sacar a esas personas de ese maldito circo y dos asesinas seguian sueltas. Estaba cada vez mas enfadado. Ordenaba a sus fuertes músculos que se movieran y estos se negaban tercamente a obedecer. Griataria y patalearia si pudiese pero no conseguía ni siquiera pestañear furioso. Sus amigos realmente se reirian de él si lo supieran. Tan fuerte e invulnerable pero atrapado dentro de si mismo. 

Deseaba que alguno de los otros se diese cuenta de que estaba ahí y lo ayudase... 

Aquella situación comenzaba a preocupar a Ismael. Había intentado relajarse, pensar en alguna otra cosa, autoconvencerse que aquella congelación no era de lo todo real...pero nada había funcionado. Solo podía mirar y respirar. Respirar!

Ismael miró a un lado y a otro intentando ver si alguien más del grupo se encontraba por allí. De todos modos, y en una acción desesperada, intentó respirar hondo y expirar el aire con fuerza, de forma anormal, sacando el aire con fuerza. Puede que llamara la atención de la chica oriental, el policia o el niño.

Era una respuesta algo estúpida a aquel estado de parálisis, pero a Ismael se le habían acabado los recursos.

Arlet fue apartada de aquel campo de batalla con la misma rapidez con la que había llegado, sintió como la elevaban del suelo y era cargada y por un momento se preguntó si todo había acabado y, creyéndose a salvo dejó de luchar y cayó inconsciente.

Cuando la sangre fue suficiente como para volver a sentirse templada, Arlet intentó abrir los ojos, dos, tres veces, luchó con el peso de sus parpados y observó entre sus pestañas el lugar donde se encontraba.

Desde su posición horizontal vio las luces, tenues, no le molestaron pero aun así giró la cabeza, el techo poco tenía que aportarle. Sopló débilmente el mechón de cabello que le había caído sobre los ojos y se esforzó para fijar su vista en la distancia. Al ver las taquillas volvió a sentir el dolor de su espalda, como un dolor fantasma.

¿El vestuario?  Se preguntó cediendo a sus parpados y sintió como su corazón se aceleraba, sufriendo por el choque entre la falta de sangre y la ansiedad, temiendo tener que encararse de nuevo a su madre que no era su madre.

Sus ojos se entreabrieron de nuevo al escuchar una voz, le resultaba conocida pero no lograba ponerle rostro, intentó enfocar la figura que quedaba entre ella y las taquillas y cuando lo consiguió reconoció a uno de los invitados a ese circo de los horrores, a esa ratonera mortal.

Le escuchó, aunque tardó en procesar sus palabras, -“no”- pensó y creyó decirlo -“no es ella”- aseguró aunque no lograba ver a la tal Julia.

Inhaló buscando el aire que le permitiese repetir la advertencia, y el aire entró en ella como una espiga. Sintió como el dolor de su espalda, que como mínimo ya no sangraba, ramificaba hasta sus pulmones envolviéndola en un abrazo amargo y ácido.

- No la creas. – suspiró antes de volver a caer inconsciente.

“Tu hermana no está muerta”

Esa frase fue cobrando fuerza en la mente de Luis, hasta que, en un instante, la imagen del cuerpo sin vida de Elena se rompió en mil pedazos, provocando que Luis se golpease contra el suelo a causa de la impresión. Todo había sido una mentira, un producto de su imaginación, una cruel ilusión, nada de eso había sido real…

Elena- pensó de repente, buscándola rápidamente con la mirada hasta encontrarla tumbada a su lado, gimiendo y llorando en la misma posición que estaba él y con la chica japonesa intentando que reaccionase –Esta viva- pensó con gran alivio al verla, aunque preocupado por su estado –He de ayudarla- se dijo, decidido a no permitir que lo que había visto se volviese realidad.

¡Elena!- le gritó, acercándose todo lo rápido que pudo a ella -¡Despierta Elena, estoy aquí!- le dijo, zarandeándola para intentar sacarla de aquella pesadilla, y apartando inconscientemente a Ketsu en el proceso –¡Tienes que despertar!- gritó con el pánico marcado en su voz y las lagrimas asomando por sus ojos a causa del temor a perder a su hermana –Vamos, despierta, no me dejes aquí- le dijo entre sollozos.

Marcial miró confuso a Julia sin saber muy bien que pensar. Cierto era que no había respondido del todo a su pregunta, pero tampoco dejaba de ser verdad que la camarera jamas le había visto tomar un zumo, así que en realidad tampoco le había dicho una mentira.

Pero entonces, ¿Cual era la razón de que todo aquello le diese tan mala espina?

Su mente calibró todo lo que le había dicho y pensó rápidamente, dándose cuenta entonces de algo que Julia le había dicho y que a primera instancia le había pasado por alto.

La Julia que él conocía no tenía ni idea de sus poderes, pues él jamas había llegado a hablar del el tema con nadie. Ni tan siquiera Jose Muñoz, su mejor amigo, quien ni siquiera sabía exactamente que era lo que le pasaba, pese a tener sospechas de que algo fuera de lo normal le ocurría. Sin embargo, esta "Julia", había hecho una alusión directa a su poder especial, y eso, junto al susurro de Arlet advirtiéndole de que no se fiase, fue mas que suficiente para que Marcial reaccionase.

   - Claro.- Respondió con una sonrisa avergonzada.- Perdona, es que estoy nervioso por la situación y ya no se ni lo que me hago.-

Aproximándose a ella solicito, se puso al lado de Julia y fingió que se inclinaba sobre Arlet, para ayudarla a presionar la herida con la toalla. Sin embargo, en cuanto su mano tocó la de la mujer, su acción cambió drásticamente, y aferrándole la muñeca, se la retorció en una tenaza inclemente y procedió a realizarle una experta reducción contra el suelo aplastándole el brazo contra la espalda para que la mujer no pudiese revolverse.

Al final los temores de todos los allí presentes en aquella sala se habían eliminado. Ketsu Sen había logrado despertar del trance a Luis y juntos habían despertado también a Elena, que se secó rápidamente los ojos y abrazó a su hermano muerta de miedo. Ninguno de los presentes lograba comprender qué es lo que había pasado exactamente. Pero por fin se habían librado.

Pero Ismael y Lucas seguían paralizados, no podían moverse y seguían allí de pie en medio de la sala. En la sala había fragmentos de un espejo roto, y una puerta que llevaba hacia la izquierda. Marcial había salido de allí junto a Arlet, él había sido capaz de moverse, pero los otros dos hombres no. ¿Por qué seguirían paralizados si parecían haber superado ya todos sus miedos?

Las sospechas de Marcial habían sido acertadas. Gracias a Arlet que a pesar de estar agonizando le había ayudado a salvarse.

Al devolver la mirada a Julia, Marcial vio como ya no era ella. Bajo él se encontraba la asiática embarazada con cuernos de demonio. Había que reconocer que su rostro ahora era mucho más joven, como si desde la última vez que la hubiera visto hubiera rejuvenecido al menos diez años. Los cuernos y la apariencia demoníaca no había disminuído, pero al tenerla tan cerca, tan a su merced, pudo sentir que estaba demasiado caliente. Casi, casi quemaba. Aunque para eso tendría que poder sentir algo, y ahora que había recuperado el control sobre su poder, era una sensación prácticamente nueva para él.

Pero lo más novedoso fue ver como la asiática se desvanecía bajo sus brazos. A pesar de estar reducida y en el suelo, fue capaz de usar lo que parecía ser un nuevo poder. Soshuke Junmai ahora tenía un cuchillo entre sus manos y estaba justo detrás de Marcial, agarrándolo ahora ella por el cuello, y clavándoselo ahora en la espalda.

¿Y ahora qué, gordito? ¿Ahora qué piensas hacer para no acabar como ella? Dijo haciendo una clara referencia a Arlet. Ahora me llevaré ese escudo fantástico que tienes. Úsalo y verás como mi cuchillo lo absorbe y tú morirás igual que lo hicieron el otro gordo, la preñada y la puta niña esta.

"¡Ayuda!" Suplicaban los ojos del policía. Esperaba que alguien se diese cuenta de que estaba allí inmóvil y los ayudasen. No sabia que hacer, desesperado como estaba. Había intentado hacer de todo y nada había resultado. Trataba de gritar con todas sus fuerzas pero ni siquiera un sonido lograba emitir. Ojalá le sonasen las tripas con su acostumbrado fuerte rugido, tal vez esa fuese la única manera de alertar al resto de que seguía allí paralizado.