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AMBIENTACIÓN: Vida y muerte en el siglo XVII.

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23/12/2015, 14:54
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Vida y Muerte en el Siglo de Oro

Durante el siglo XVII la economía europea, y en especial la española, vivieron una continua crisis económica, agravada por las guerras (Guerra de los Treinta Años), las epidemias y las malas cosechas. Este período vió también la aparición de nuevas formas industriales y el auge de nuevas potencias comerciales: Francia, Inglaterra y Holanda, que arrebatarán a España y Portugal la preeminencia en las grandes rutas comerciales.

La crisis en la agricultura

En España la expulsión de los moriscos supuso una importante pérdida de población, principalmente en Valencia y Aragón, que provocaron la despoblación de muchas áreas y la falta de mano de obra especializada en labores agrícolas de regadío. La producción agrícola disminuyó, sumándose a la expulsión de los moriscos las sucesivas malas cosechas fruto de una agricultura poco modernizada, que provocó el endeudamiento de los campesinos, que tuvieron que vender sus tierras a los señores feudales, lo que provocó el incremento de los grandes latifundios.

La introducción del maíz y de la patata trajeron una cierta recuperación de las producciones agrícolas.

Aragón vivió de manera intensa esta crisis, ya que tenía una economía rural, con escaso desarrollo de la artesanía y el comercio. Una agricultura, que como en el resto de España, seguía utilizando las mismas técnicas y aperos que en la Edad Media; sin olvidar el impacto que en la agricultura supusó la expulsión de los moriscos en Aragón.

En Europa la situación era similar, hemos de recordar que la Guerra de los Treinta Años asoló grandes extensiones en el centro de Europa, norte de Italia y los Países Bajos.

Crisis en la industria y la artesanía

En Europa la artesanía entró en crisis, en parte debido al estricto control de los gremios y, también, a la situación de inestabilidad e inseguridad provocada por la guerra. Pese a ello se desarrollaron nuevas formas de producción industrial:

El trabajo a domicilio, por el que la producción se realizaba en el campo por encargo de un comerciante, que le proporcionaba las materias primas y se encargaba luego de vender el producto.
Comienzan a aparecer las primeros talleres, que reunían a numerosos artesanos que recibián el salario de un empresario.

En España la artesanía tuvo un desarrollo muy escaso. Hemos de recordar que las riquezas que provenían de América no se invirtieron en actividades productivas, sino en gastos suntuosos o en la compra de manufacturas que provenían del exterior. El atraso técnico y la falta de inversiones hicieron que los productos españoles fueran muy caros y se perdieran los mercados exteriores; mientras que la crisis demográfica y agrícola redujo la escasa demanda interior.

España

En el caso de España la llegada de oro y plata de América había provocado una fuerte subida de precios en el siglo XVI; este problema se complicó cuando las remesas de oro y plata comenzaron a reducirse lo que provocó una grave crisis en el comercio interior y en el comercio con América. A ello hay que sumar los ataques de los piratas holandeses e ingleses a los barcos españoles, que produjeron importantes pérdidas económicas.

Europa

El comercio alcanzó un gran desarrollo, especialmente en Holanda, Inglaterra y Francia, que consiguieron crear sus propios imperios coloniales e introducir sus productos en las colonias portuguesas y españolas.

Inglaterra y Holanda se convertirán en las principales potencias comerciales y marítimas europeas. Ambos países fundaron compañías comerciales (en el caso de Holanda, la Compañía de las Indias Orientales y la Compañia de las Indias Occidentales; o en el de Inglaterra, la Compañía Británica de las Indias Orientales) a las que el Estado cedía el derecho exclusivo sobre determinados mercados.

El auge del comercio estimuló el desarrollo del capitalismo comercial y financiero, que supuso el aumento de la circulación de la moneda y la aparición de las grandes bancas. Este sector se apoyó en los beneficios del comercio y en el aumento de crédito para llevar a cabo nuevos establecimientos comerciales. Es en este momento cuando nacen las grandes bancas de Londres y Amsterdam.

El papel de la mujer

Fue un siglo donde corrían tiempos muy difíciles, pero mucho más aún para las mujeres, que por aquel tiempo estaban rodeadas por una sociedad indudablemente misógina. Algo tan común hoy en día como el ver actuar a una mujer en un teatro, era impensable antes del siglo XVII. Es en ese mismo siglo cuando desaparece la prohibición que impedía a la mujer aparecer como actriz en un escenario, lo cual hace reflexionar bastante sobre la situación social de las mujeres en la época barroca.

Un siglo en el que hizo mucho daño la imperante moral cristiana de la contrarreforma, y en la que cualquier mujer podía ser sospechosa o acusada de herejía por el tribunal de la inquisición, donde una simple sospecha de traición les bastará a los hombres para herir de muerte a una esposa o manceba. Sin embargo viajeros y costumbristas de la época hablaban del habitual adulterio en los maridos, esos mismos que guardaban a la mujer en el hogar… 

Las violaciones eran numerosas e iban acompañadas del estilo brutal y violento de la época, los violadores solían quedar libres posteriormente al pagar una multa que se añadía a la dote de la mujer. Y si eso de por sí no resultara lo suficientemente humillante para ellas, a vista de los hombres habían sido deshonradas, y ya carecían de valor alguno para contraer matrimonio, que era casi la única posibilidad de una vida decente que tenían las mujeres. Eso sí, antes tenían que pagar una dote a su marido para casarse. 

¿Deshonradas? Quizás era una suerte para lo que les aguardaba en el matrimonio. Ya que su educación estaba destinada tan solo a la vida en el hogar y a la procreación, viviendo bajo la custodia de severos guardianes domésticos, mujeres objeto enclaustradas en el hogar y relegadas a un estatuto inferior en el que no tenían ni voz ni voto, mujeres cuya vida pública era casi inexistente excepto para la realización de prácticas religiosas, donde la iglesia se convirtió en el centro de encuentro para muchas de ellas.
 

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23/12/2015, 15:47
Director

La piratería entendida como actos de saqueo y bandolerismo en el mar es tan antigua como la navegación. Desde épocas remotas se han tenido noticia de su existencia. Ya en la Antigüedad Julio César tuvo que actuar contra los piratas cilicios que asolaban el Mediterráneo en época romana. En la alta Edad Media fueron vikingos y árabes los que hicieron de la piratería una práctica habitual, mientras que en los últimos años de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, los piratas berberiscos musulmanes del norte de África (Jeireddín Barbarroja) hicieron muy difícil la navegación en el Mediterráneo Occidental. La piratería no fue exclusiva de Europa, también fue frecuente en África (dedicada a la caza de esclavos) y en el suroeste de Asia, donde fue endémica en el estrecho de Malaca y sur de China.

Pero, sin lugar a dudas, donde la piratería alcanzó un gran renombre y pasó a la posteridad fue en el Mar Caribe y el Océano Atlántico entre los siglos XVI y XVIII. Las acciones de piratas ingleses, holandeses y franceses en el contexto de la lucha de estos países contra el Imperio Español son las más conocidas y se han convertido en una leyenda. A mediados del siglo XVII, el progresivo declive del Imperio Español y el establecimiento de colonias en América por parte de  su potencias enemigas, convirtió al Mar Caribe en un nuevo campo de batalla, en el que corsarios y piratas serán los principales protagonistas. Atacar los barcos y colonias españolas se convirtió en un prospero negocio, y por ello, la piratería fue aumentando exponencialmente, hasta convertirse en una verdadera plaga.

En las costas de España y Portugal y en las orillas americanas del Mar Caribe la actuación de los piratas supuso un problema permanente para el dominio español de la zona. Fueron conocidos también con los nombres de filibusteros o bucaneros y en algunos momentos realizaban su tarea de saqueo y destrucción de barcos y puertos españoles al servicio de los reyes y gobernantes enemigos de España. Cuando eso ocurría eran conocidos como corsarios, ya que disfrutaban de la llamada patente de corso, una especie de autorización del rey francés o inglés. El corsario, por tanto, era un pirata protegido por el rey que favorecía y legalizaba su actividad en tiempos de guerra como una forma de atacar a su enemigo. Los corsarios debían entregar una parte del botín conseguido al Estado que daba la patente.

Pero los piratas eran mucho más que simples saqueadores, con frecuencia se dedicaron también al contrabando y al comercio ilegal, vendiendo y comprando en la América española productos a precios mucho más bajos que los oficiales impuestos desde España por la Casa de Contratación de Sevilla. Durante la crisis del siglo XVII, cuando el comercio con la metrópoli española se redujo al mínimo, las clases altas americanas buscaron en el contrabando la mejor forma de abastecimiento, fue la época dorada de los filibusteros contrabandistas. Otros participaron activamente en el lucrativo negocio del comercio de esclavos entre África y América.

 

Isla Tortuga y la piratería en el Mar Caribe

Colón y sus hombres alcanzaron las costas de la isla, navegando en sentido oeste-este por el estrecho que la separa de La Española, a principios de diciembre de 1492 y le puso, ya entonces, el nombre que ostenta.

El primer asentamiento español en  islas antillanas tuvo lugar en la de San Cristóbal. Desde entonces, las demás potencias comenzaron a ocupar el resto de islas. A partir de 1625 los británicos se adueñaron con la necesaria fortificación en varias islas. También Francia, Holanda e incluso Dinamarca se asentarían en las diferentes islas caribeñas.

Es así como las pequeñas Antillas van cayendo, una a una, en manos de las potencias enemigas. La primera de ellas sería San Cristobal (en 1625), cayendo finalmente Tortuga en 1640, cuando un grupo de franceses capitaneados por Le Vasseur (gobernador de San Cristobal) la coloniza como base de la conquista de Santo Domingo. Iniciaron el cultivo del tabaco y la caña de azúcar, además de aprovechar la mucha carne y el lucrativo contrabando. Se estableció en este tiempo la isla Tortuga como base permanente de bucaneros y excelente refugio para todos aquellos que atacaban el comercio marítimo español.

Ocupada la isla, levantaron un fortín con cañones en la cumbre más elevada, llamado Fort de Rocher,  trajeron colonos que cultivaron la tierra  y tiempo después, no tardaron en llegar comerciantes para hacer negocios. Los piratas necesitaban sitios donde vender los objetos robados y comprar los avituallamientos de sus naves. De esta manera podían comprar pólvora, armas, telas, etc.

Democracia comunitaria y la Cofradía de los Hermanos de la Costa

Isla Tortuga, tiene el honor de ser una de las primeras democracias comunitarias que se crearon a partir del siglo XVI. La base de esta isla se apoyó en la creación de la Cofradía de los Hermanos de la Costa, comunidad formada por miembros de diversas nacionalidades que tenían cuentas pendientes con la justicia, de origen bucanero del norte de Haití, esclavos huidos y demás gentes perseguidas por la justicia. Sólo hombres libres, sin importar su nombre, su nacionalidad, su religión, su pasado. Dirigidos por un consejo de ancianos.  

 A primeros de siglo, estarían establecidos en la costa norte de la Española, pero en 1620 serían atacados y vencidos por tropas españolas. Los supervivientes llegaron a Tortuga y se establecieron allí de forma permanente. Hicieron de Tortuga  una tierra donde se vivía en libertad, sin prejuicios de nacionalidad o religión, sin idioma común ni propiedad individual referida a la tierra. Los hombres vivían sin actividades obligatorias, sin códigos ni tributos. Se decían libres de toda tiranía y escogían a un capitán o gobernador para que los mandara cuando la situación así lo exigía y además por votación entre ellos. Sin embargo, a finales del siglo XVII, las potencias coloniales dieron fin a esta experiencia de libertad.

La cofradía (sistema de agrupación gremial típico desde el siglo XIV-XV en adelante), se estableció en Isla Tortuga durante poco más de 50 años y la base económica fundamental de la isla era la práctica de la piratería, actividad que determina el origen del capitalismo en la sociedad moderna. Los principios libertarios de esta cofradía eran:

  • Se eliminan los prejuicios previos por patria y religión. De aquí la frase: “ni Dios, ni Patria, ni Rey”
  • Quedaba prohibida la propiedad individual de la tierra y en los barcos de la isla.
  • La libertad personal es inalienable y las cuestiones individuales se resolvían personalmente.
  • No se obligaba a nadie a partir en una expedición pirata.
  • La pertenencia a la cofradía es libre y voluntaria pudiendo abandonarla en cualquier momento.

 

El funcionamiento económico se basaba en la piratería voluntaria, en el establecimiento de una base comercial entre flotas y en el servicio de base entre los propios piratas que navegaban bien con patente de corso o por libre. Este tipo de sociedad instauró un mecanismo democrático para escoger al capitán de cada barco en sus expediciones marítimas y abogaba por la primera formación de un pseudo-sistema de seguridad social para piratas inválidos.

Es decir, los propios piratas proveían un fondo dentro de la sociedad que supliera a los piratas heridos durante los asaltos a otras naves, establecían un sistema de transmisión de propiedades individuales mediante la conjura para la transmisión de propiedades en caso de muerte en batalla y consiguieron mejorar sus ratios comerciales ampliamente al actuar como nexos de intercambio.

El capitalismo aparece en escena mediante una fórmula cooperativista dado que se generaban repartos relativamente simétricos del botín que a la vez había que colocar en el mercado, en el caso de especies, telas o cualquier otro tipo de objeto susceptible del comercio. En esta línea, los piratas del Caribe fueron los que comenzaron a facilitar el libre intercambio de bienes sin barreras arancelarias en sus bases, dado que Isla Tortuga fue usada como base de depósito y avituallamiento para muchas de las flotas que navegaban por todo el Caribe bajo bandera inglesa y francesa.

Se puede afirmar sin mucho rubor que esta primera estructura social basada en la libertad individual y propiedad colectiva y privada fue una de las primeras bases estables de la democracia, dado que la única distinción que se realizaba dentro de la sociedad era por sexos. Desplazando a la mujer como un mero problema afectivo-sexual.

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23/12/2015, 18:57
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Figura femenina en la piratería

La extracción social de la piratería femenina, de las piratas propiamente dichas y de las demás mujeres de ese entorno, es variada. Muchas de ellas eran proletarias, campesinas expropiadas, lumpen, delincuentes comunes, prostitutas, sirvientas y, cómo no, ex cautivas y ex esclavas. Algunas fueron simples aventureras, sin causa aparente para lanzarse a la piratería. Las hubo asimismo nacionalistas, contrarias a la dominación extranjera de su país, perseguidas, exiliadas, renegadas y herejes. Otras, tenían un origen burgués, por ser hijas de comerciantes, abogados o funcionarios. Sin olvidar las que provenían de la nobleza, venidas a menos o no, e incluso se sabe de princesas y reinas que acabaron ejerciendo tan aventurado oficio. En definitiva, ha habido mujeres piratas en todas las épocas y de todos los estamentos sociales.

Llegados a la Edad Moderna, el Mediterráneo era un mar de piratas. Se sabe de una bereber, Sidá al-Hurra, que fue sultana durante el siglo XVI. Incluso la literatura se hace eco de ellas. Así, Cervantes cuenta historias, quizá ficticias o basadas en realidades difusas, de piratas -o similares- españolas, moriscas, e italianas, algunas de ellas ex cautivas, en el norte de África. 

Más al Norte, entre el siglo XVI y el XVII, una peculiar familia pirata córnica fue la de los Killigrew, en la que hay varias mujeres -ver recuadro-. Inglesa era Juana la Negra e irlandesa Grace O?Malley. Ésta última, cuyo verdadero nombre en gaélico era Grainne Ni Mhaille, pertenecía a una saga de la pequeña nobleza que se remontaba al siglo XII y era antiinglesa, pues su familia no había rendido vasallaje a Enrique VIII de Inglaterra. Nacida hacia 1530, hablaba habitualmente gaélico y muy mal el inglés. Oficialmente cristiana, conservaba la religión druídica, por cuyos ritos se casó la segunda vez. Participaba en las luchas de clanes y familias irlandesas y era una experta marinera. Entre 1550 y 1600 fue una verdadera pirata brutal y sin escrúpulos, incluso con sus propios hijos. Poseía una gran flota con la que atacaba poblaciones costeras inglesas e irlandesas y asaltaba barcos, incluso turcos y españoles. 

Isabel I de Inglaterra ofreció 500 libras por su cabeza, fue dos veces capturada y dos excarcelada. En los últimos años pidió y obtuvo la gracia de la Reina, con la que llegó a un acuerdo, en 1593, por el que ésta aceptaba sus reclamaciones de tierras y le concedía el perdón convirtiéndola en su aliada. Su castillo todavía puede verse en la isla de Clare. Murió, se dice, reincidente, en el asalto a un barco.

Entre los siglos XVI y XVIII las aguas americanas fueron el paraíso del bandidaje marino. Y también un nido de piratas euroamericanas: mujeres en su mayoría europeas, deportadas o emigradas a América. Algunas habían sido capturadas junto a tripulaciones piratas o en puertos piratas. Judith-Armande Préjoly, nacida en el siglo XVII, sería una de ellas. De existencia dudosa, se cuenta que fue ahijada de Richelieu y hereje, lo mismo que Marie-Anne Dieu-le-Veut. Mencionaremos también a la renegada anglofrancesa Charlotte de Berry y a la marquesa de Fresne, ambas del XVII. Otras dos mujeres piratas de fama fueron la irlandesa Anne Bonny y la angloirlandesa Mary Read. Éstas han sido las más celebradas en narraciones y películas. Defoe se inventó unas biografías del gusto del siglo XVII, en las que la verdad salía bastante malparada. Anne Bonny era hija natural de un abogado irlandés, que la llevó a Carolina del Sur, EE UU. La chica, fuerte y brutal, mató a una sirvienta de una cuchillada. Se la relaciona con algunos hombres, pero sobre todo con el pirata Rackham, apodado Calico Jack. 

Por su parte, Mary Read, quien quizá fuera hija de una prostituta, se manifestó siempre como un varón y desde pequeña le gustaba vestir como tal. Se alistó en el ejército inglés y luego en una unidad holandesa, sin revelar su sexo. En algún momento se unió a la tripulación del barco de Rackham, donde conoció a Anne y acabaron siendo amigas y amantes. En el barco llevaban ropas de hombre, juraban y blasfemaban, y en los combates se portaban más bravamente que muchos de ellos. 

Capturadas junto a Rackham, fueron juzgadas en la Jamaica británica y condenadas, en 1720, por "participar en bandas piratas y en combates". Curiosamente, las mujeres que ejercían la piratería no solían ser ahorcadas, excepto si habían participado en combates y, aun así, solían salvarse si se decían embarazadas. Es lo que ocurrió con Anne y Mary, que gracias a su embarazo sólo fueron encarceladas. También en el siglo XVIII se hicieron famosas Mary Lindsey, para algunos puta y criminal, Mary Harvey, Rachel Wall, que fue más bien una raquera, y la irlandesa Margaret Jordan, ambas condenadas a muerte en 1789 y 1809, respectivamente.