Partida Rol por web

Chris se esforzaba en ver que había allí abajo. Un candil. Era un candil enganchado en la pared de alguna manera... junto a la entrada a una caverna. ¿Estaba subiendo la marea? ¿Bajaba? ¿Era una señal? ¡Aquel poblacho estaba repleto de agujeros subterráneos!

Con los ojos como platos, el doctor contemplaba la luz del faro hendiendo la noche.

—El faro —susurró—. La IA trató de llevaros al faro. ¿Por qué este lugar? ¿Qué tiene de especial? ¿Tendrá algo que ver con el comportamiento extraño del pueblo y la deidad a la que supuestamente sirven?

Lanzaba preguntas al viento, sin molestarse en esperar a posibles respuestas. Solo le interesaba acercarse a explorar aquella ominosa construcción.

Edgar sentía una atracción irrestible por el faro y comenzó a caminar para bordear los acantilados¹. La construcción del faro había sido rutinaria, una estructura con cierto sentido dentro de aquel entorno, un pueblo costero. Aunque los habitantes eran contrabandistas se habían resistido a aplicar aquellas leyendas sobre la costa irlandesa² de poblaciones que usaran vacas con antorchas en sus cuernos para hacer que los barcos encallasen en sus costas. El faro guiaba a los inexistentes viajeros de la costa de Seamouth. Una estructura funcional consistente en una base donde estaba la casa del farero y tres pisos de altura que solo contenían una serpenteante escalera de caracol hasta una lente en el centro de la cual había unos lentes escalonadas que reflejaban la luz del candil de aceite para que se viera a larga distancia. En realidad tendría que ser una luz fija y no podría proyectar semejante haz de luz circular pero eso fue algo de lo que se dieron cuenta después del diseño y aunque Feelgood solicitó que se cambiase al parecer nadie le había hecho caso, por eso ahora tenían un faro victoriano que lanzaba destellos como si hubiera sido fabricado posteriormente a 1920.

Knight se entretenía mirando hacia abajo mientras el doctor se giraba en redondo y se dirigía hacia el faro sin ninguno tratar de comunicarse con el resto.

Si Todd hubiese sido más cabrón o quizá más friki, quizá hubiese optado por bajar hacia la cala y comprobar si el ordenador podía manejar a los tres por separados.

Por suerte para Feelgood, Todd comenzó a andar a su lado mientras acomodaba la escopeta en sus brazos.

- Quizá encontremos respuestas dentro del faro. - comentó animadamente, casi como si esperase que les estuvieran esperando.

Chris vio como sus estimados colegas pasaban del consejo de no dejarse ver y se iban al faro hablando. Hundió la cabeza en una mano -¿En serio? ¿Estos han jugado a algún juego o han visto alguna película en su vida?

Sin embargo, separarse era una mala idea, sobre todo porque el chiflado aquel era el único que sabía donde estaba la salida. Así que se levantó y, avanzando agachado, se unió a los otros dos. -¿Os importaría al menos no meter tanto ruido ni ir tan erguidos?

- Oh, claro. - dijo Todd a la sugerencia de Chris.

Sonreía como si aquello fuese una especie de juego, la búsqueda de los huevos de Pascua o una competición de Boys Scouts, pero lo cierto es que comenzó a avanzar esquivcando la luz del faro y sin apenas hacer ruido.

Con una habilidad algo sorprendente para su condición el profesor Feelgood igualaba a Brotzman en su arte para mantenerse oculto en medio de la tempestad. Otra cosa era Chris. Digamos que la discreción no era su fuerte. Pese a todo el viento y la oscuridad eran una ayuda inestimable y solo alguien muy atento podría darse cuenta del movimiento de aquel trío hacia el faro¹.

Se detuvieron en la espesura, antes de cruzar los doce metros escasos que los separaba de la casa con faro adosado situada de forma específica al borde de aquel acantilado. El profesor Feelgood conocía bien la distribución de aquel edificio: una casa de planta baja en la que solo había una salón/cocina con habitación que conectaba a través de un pasillo con terraza con lo que era el faro en si.

El faro estaba iluminado en lo alto, por supuesto, pero también había luz que llegaba desde el interior de la casa a través de sus ventanas.
 

Protegido por el follaje, Chris le echó un ojo a la construcción intentando atisbar si había alguien dentro u oculto por allí...

El doctor se sentía eufórico. ¡Estaba sumergido de lleno en una aventura! La curiosidad y el afán de descubrimiento nublaron momentáneamente la sensación de peligro inminente que se respiraba en la escena.

Si esto fuese una novela por entregas de la época, este sería un buen momento para un "cliffhanger", pensó, bromeando para sus adentros.

Con esfuerzo, trató de volver a la realidad. A ver, Edgar, Sherlock Holmes ya habría encontrado ceniza de tabaco sudamericano, polvo de ladrillo rojo, un dardo exótico o alguna huella que incriminase al criminal. Tienes que estar atento a cualquier detalle. Frunciendo el ceño, Fellgood examinó con detenimiento la ventana del faro, el terreno y los alrededores[1].

Todd no pudo evitar soltar un pequeño chasquido con la lengua cuando comprobó que su compañero había pedido cautela y luego era el más torpe de todos.

Cuando se acercaron al faro, comenzó a rodearlo sin esperar al resto, queriendo saber si la luz del interior era indicio de alguien dentro pero parecía reflejar contra los cristales y le impedía ver nada en condiciones.

Edgard echó un vistazo al suelo y los alrededores. Aunque era de noche y el viento no ayudaba distinguió con facilidad pisadas en el barro. Dos grupos de huellas calzados con pesadas botas se alejaban de la casa en dirección a un camino de grava que se seguramente conectaría con el principal que unía el pueblo, el aserradero que había al norte y la propia mansión donde se iban a alojar los huéspedes ahora perseguidos.

Chris intentaba comprobar si alguien les acechaba pero no era capaz de distinguir nada más allá de sus narices. ¡Era un hombre de ciudad! Estas historias en medio de bosques oscuros y siniestros o al borde de acantilados no eran lo suyo.

Todd, sin embargo, sí que se encontraba en su salsa. Recordaba otros tiempos. Otros tiempos en los que acechaba a través de ventanas, se ocultaba en las sombras. Otros tiempos en los que era el cazador y no la presa. Se apoyó en la pared y atisbó por la ventana iluminada. El interior le resultaba acogedor: había una gran chimenea encendida y al fondo en una cocina de hierro, tras una mesa, había un enorme caldero hirviendo. Desde donde estaba olía el estofado. ¿Cuándo había sido la última vez que habían comido? Había una mujer mayor junto a la chimenea. Estaba sentada en una mecedora y sostenía entre sus manos una biblia que leía con la concentración del que no está acostumbrado a tal labor. Bajo la mesa, jugando con una muñeca, había una niña de apenas unos tres años. Vestían ropas humildes, raídas, probablemente fueran la esposa y la hija del farero. Pero no se veía ningún hombre en aquella habitación. Sí que había una puerta que, sin duda, conectaba con el pasillo de piedra que llevaba al faro, y que estaba cerrada con un cerrojo echado.

Todd regresó donde sus compañeros y dio el parte.

- Hay dos dentro, una vieja y una niña. - casi podría decirse que estaba hablando de dos presas, una paloma y una tórola o algo similar, por el tono que usaba.

- No voy ningún hombre pero había una puerta que conducía al faro, así que habrá que tenerla vigilada por si acaso...

Sin esperar al resto, comenzó a dirigirse hacia la puerta con paso firma y el cañón de la escopeta apuntando hacia delante.

Chris iba a objetar al plan de "entrar porque sí en el faro" y levantó un dedo, pero Todd ya avanzaba a paso de carga contra la puerta de la derecha así que se encogió de hombros y le siguió apuntando hacia las otras dos puertas con su escopeta.

Todd llegó a la puerta y de una patada la abrió, con la escopeta por delante de él. La niña bajo la mesa pareció sorprendida al ver aparecer a aquel hombre allí escopeta en ristre, pero fue la señora de la chimenea la que empezó a gritar con todas sus fuerzas mientras dejaba caer la biblia y levantaba las manos.

Unas gotas de sudor frío, o su equivalente virtual, bajaron por la frente de Edgar. ¿Pero en qué estaban pensando aquellos mentecatos?

—Alto, alto, calmaos —intervino, entrando detrás de sus compañeros e instándoles a bajar las armas—. No pretendemos hacerle daño a nadie. Lo único que queremos es buscar un refugio y alguna forma de salir de aquí. La gente del pueblo ha perdido el juicio y necesitamos pedir ayuda, ¿no tendrán acceso a un telégrafo, verdad?

- ¡Eso, se calmen, coño! - dijo Todd descerrajando un tiro hacia la pobre anciana sin el más mínimo miramiento.

Previendo la mirada del doctor, se encogió de hombros y se explicó.

- Es más rápido así...

Solo esperaba que Chris se hiciera cargo de la cría, no quería detenerse a recargar la escopeta cuando podía aparecer el farero en cualquier momento.

El doctor Feelgood llegó tarde. Cuando intentó agarrar la escopeta de Brotztman éste ya había descerrajado un tiro que destrozó a la pobre señora haciéndola callar de inmediato. Ahora era la niña, bajo la mesa, la que gritaba con toda la fuerza que le daban sus pulmones.

Chris que seguía controlando el exterior desde la puerta, se quedó pasmado al oír el disparo y a sus compañeros hablar con calma —¿¡Pero qué coño pasa ahí dentro!?

Chris miraba la lluvia, el viento, la noche. Por ahora no veía nada ni nadie que se aproximase. Pero no sabía exactamente que pasaba en aquella casa...