Partida Rol por web

-Es una auténtica suerte que no hayamos accionado la palanca -dije, dejando escapar un suspiro de alivio-. Si lo hacemos, lo más probable es que se activara algún tipo de trampa que nos hubiera matado en el acto.

Releí el mensaje una vez más y luego posé la mirada sobre el tónel que se encontraba entre los dos pilares.

-Tenemos que buscar la manera de introducir el agua de ese riachuelo dentro del tonel -comenté, un tanto extrañado sobre lo claras que eran las indicaciones en aquella ocasión-. La mitad se halla justo a la altura de la varilla metálica, aunque creo que tendremos que ser lo precisos posibles si no queremos que esto salga mal.

El mensaje esta vez era claro. Debíamos llenar el cubo de agua hasta la mitad. La verdad, me esperaba un acertijo más rebuscado que no el que habíamos encontrado.

¿Podemos mover el cubo hacia abajo sin necesidad de la palanca? Asi llenariamos mas fácilmente el cubo. Si no, no se con que podríamos llenarlo

Me acerqué al cubo e intente mirar dentro. Tal vez hubiera alguna marca o señal que dijera la medida correcta, aunque lo dudaba.

Mire en el interior de la mochila buscando algún vaso o recipiente que nos sirviera para trasvasar agua del arroyuelo al cubo.

Encontré la taza metálica y me arrodillé junto al agua y empecé el proceso.

Adelante señor Nox. Empecemos

Dejáis las pinturas atrás y seguís el camino, que tras unos giros a izquierda y derecha, os desvela la naturaleza del murmullo. Hay una conversación más adelante, al final de la curva. Es imposible distinguir qué dicen, ya que el idioma es desconocido y el eco no ayuda mucho a identificar las palabras que usan. Avanzar más podría poner al descubierto vuestra presencia.

-Creo que el tonel sólo se puede girar usando la varilla -indiqué, respondiendo a la pregunta de Threkor-. Girándola, podemos vaciar el tonel en caso de que veamos que nos hemos confundido.

Procedí a buscar en el interior de la mochila un recipiente con el que poder ayudar al ocultista a pasar el agua dentro del tonel y, mientras vertía el líquido dentro del cubo, observé las medidas del tonel. A simple vista, habría dicho que la mitad de la altura del recipiente se hallaba justo donde se hallaba la varilla, pero empezaba a percibir que tanto la parte superior como la inferior del tonel eran ligeramente distintas.

-Tengo la sensación de que el centro se encuentra justo por debajo de la varilla. La varilla no marca exactamente el centro, sino que está ligeramente por encima -opiné, mesándome la barbilla, pensativo-. Al menos, es lo que perciben mis ojos fijándome con un poco de detenimiento. Aunque también cabe la posibilidad de que tengamos que cubrir toda la varilla con agua y que el centro esé justo donde termina la varilla. ¿Usted cómo lo ve, Threkor?

Veo que tendremos que ser extremadamente exactos si queremos salir de estos túneles vivos.

Iba llenando el cubo de agua mientras pensaba en como determinar la mitad del recipiente.

Podríamos buscar algún objeto de lo virus conocida y usarlo como referencia en el cubo. Un metro o algún elemento de medida.

-Esta prueba es mucho más compleja de lo que parece a simple vista -reconocí, pensando en una posible solución-. Necesitaríamos algo que nos determine cuánta distancia hay de un extremo a otro del tonel, aunque ahora mismo se me está ocurriendo una idea. Quizá un tanto descabellada, pero pordría sernos de utilidad.

Me llevé una mano a la mochila y saqué de ella mi cámara de fotos.

-Es una cámara digital, por lo que podemos pasar las fotografías a nuestros ordenadores -comenté, dándole vueltas a la única idea que se me venía a la mente-. Podríamos echar una foto posicionándonos justo delante y calcular cuál es exactamente el centro del tonel ayudándonos de los programas del ordenador. Usando cualquier programa de dibujo como el Paint o el Photoshop se podría recortar la parte superior del tonel, pegarla a la diestra de la parte inferior y comprobar en qué posición medirían exactamente igual. Así determinaríamos a qué altura exacta del recipiente se encuentra el centro. No sé si nos dará resultado, pero es lo único que ahora mismo se me ocurre.

Se me heló la sangre al escuchar a gente allí abajo. Desde luego, parecía que efectivamente había otra manera de entrar. ¿Serían los tatuados con ametralladoras de antes? El sólo pensamiento hizo que se me acelerara el pulso. Nosotros éramos investigadores, no guerreros. No podíamos retroceder, y avanzar era demasiado peligroso, ¿podríamos acercarnos sin que nos detectaran? Parecía peligroso, pero no se me ocurría otra opción. Cuando le hablé a la doctora me alejé unos pasos en una dirección opuesta a las voces y apagué el walkie. Cuando hablé, lo hice también en dirección opuesta a las voces, en un susurro.

-Doctora, esto es malo. Estamos bajo tierra y volver por a subir por el acantilado no es una opción. Si nos descubren y resultan ser los de ahí arriba, estaremos en un aprieto, pero puesto que sólo podemos avanzar propongo que nos acerquemos con sigilo e intentemos ver si van armados o no, y si pueden ser amigables. Apague el walkie, por favor. No me gustaría que una comuniación de nuestros compañeros delatara nuestra presencia aquí. Sé que esta no es la mejor de las ideas, así que si tiene un plan mejor soy todos oídos.

La idea de Nathaniel no era descabellada del todo. El mensaje en aquel punto era claro. Llenar la mitad del cubo y accionar la palanca. Al no tener ninguna manera de saber exactamente cuanto era la mitad, deberíamos recurrir a algún método de cálculo.

No veo ahora mismo cualquier otro método señor Nox. Podríamos recurrir a las matemáticas para calcular el volumen del recipiente y determinar la altura con un volumen que sea la mitad, pero ahora no recuerdo esas fórmulas y no tenemos ninguna herramienta de medida. Mejor probemos su idea. Adelante.

Sharada apagó el walkie. 

Creo que no nos conviene acercarnos.  -dijo en otro susurro. Demasiado riesgo.  Ellos conocen estos túneles mejor que nosotros, debemos asumir.

Mejor grabemos su conversación -sacó una grabadorcita direccional y la apuntó hacia allá- para amplificarla y descifrarla después.   Y esperemos. 

El tiempo de espera eran motas de polvo suspendidas en el aire.   Suspendidos.  Aire.  Suspenso.  -pensó Sharada en la etimología de la palabra. 

Y en sus hijos. 

Mamiji tiene un trabajo de exploradora.  Es por la ciencia.  Hay riesgos y todo, pero ¡descubro cosas maravillosas!   Así como auntie Lami es militar y tiene riesgos en proteger a nuestro país, pero lo sigue haciendo por amor a la patria.  Yo lo hago por amor al descubrimiento y lo que nos avanza e ilumina a todos.   

Recuerden, los amo con todo mi corazón, y por ello siempre haré todo y lo imposible para siempre regresar con ustedes después de cada viaje.  Pero también, si un día, por alguna mala fortuna o riesgo no regresara -los abrazó con el amor que mencionaba- recuerden que la familia es comunidad, y entre todos los crían a todos, a ustedes.   Es su corazón de baba, y los abuelos, de las tías y sus familias, todos juntos ahí, para ustedes, para todos.  Siempre estarían, cuidándolos.  -lloraron juntos un poco más. 

Es realidad lo que les digo, pero también es amor.  Riesgos asumidos.  Besos y abrazos reafirmando.

Y recuerden, y confíen, en lo que les dije: "haría hasta lo imposible".  Pondría todo mi ser e inteligencia y recursos en ello, y más.   

-Esperemos que dé resultado -dije, asintiendo tras lo dicho por Threkor-. Si no obtenemos ninguna respuesta, siempre podemos tratar de buscar una forma de medición. Por ejemplo, mediante nuestros dedos, aunque sería un método mucho más inexacto y con más margen de error.

Respirando hondo y sabiendo de la responsabilidad que tenía sobre mis hombros, no sólo por mi vida, sino también por la de mi compañero, me sitúo agacho, a un metro del tonel, a un metro de este para poder realizar la fotografía. Una vez que la cámara estuviera situada justo a la altura del recipiente, echaría la fotografía y procedería a analizarla en el portátil para determinar a qué altura se encontraba el centro del tonel.

Durante todo el proceso en el que Nathaniel Nox casa su cámara, busca el punto exacto desde el que sacar la fotografía y procesarla en el ordenador portátil, ambos contienen la respiración. Se lo juegan todo a una baza. Dentro de unos instantes, o estarían siguiendo su camino o serían dos cadáveres abandonados en aquella cueva de Etiopía.

Al cabo de un rato, ya tenéis un resultado. El software de procesado de imágenes ha detectado el centro de la imagen. Es hora de ponerse manos a la obra.

Accionáis la grabadora con la esperanza de poder analizar el audio con más tranquilidad. Mientras graba, escucháis el sonido de una conversación entre dos... o quizá más personas. De vez en cuando se escuchan pasos y subir y bajar escalones, alguna que otra puerta... Pero llega un momento en que la conversación se detiene y comienza una serie de gemidos o suspiros que terminan en un pequeño grito. De fondo se oye un ronroneo que podría ser un cántico, apoyado por el sonido de algún tambor o algún tipo de instrumento de percusión.

Pero llega un momento en que la conversación se detiene y comienza una serie de gemidos o suspiros que terminan en un pequeño grito.

¿Sexo?

De fondo se oye un ronroneo que podría ser un cántico, apoyado por el sonido de algún tambor o algún tipo de instrumento de percusión.

¿Ceremonia como la interrumpida por el temblor?  ¿No podían esperar a enterrar al religioso aplastado de arriba? ¿O es la "otra" facción? 

Dr. Romij.  Podemos aprovechar que el ruido ceremonial enmascare nuestros pasos.  ¿Nos acercamos?   -Ahora Sharada se sentía más segura, y el análisis riesgo-beneficio inclinaba su balanza hacia el espiar de cerca.  O quizá sólo yo, que mi color de piel se ve menos en la penumbra.  Una de las varias ventajas de ser morena.

Me quedé sorprendido al escuchar aquellos sonidos. Sin duda no era casualidad que encontráramos aquellas personas allí, este lugar seguía habitado seguramente por la civilización que se mostraba en aquellas pinturas. Asentí a las palabras de mi acompañante, de acuerdo con su razonamiento.

-Tomando en cuenta mi dificultad para caminar ahora mismo coincido en que es mejor que vaya sola. Pero tenga cuidado, no sabemos cómo pueden llegar a reaccionar si nos descubren.

No me gustara que fuera la única que se expusiera, pero era la decisión más lógica. Aunque no se me diera muy bien, pues la impaciencia siempre había sido uno de mis defectos más notorios, ahora sólo podía esperar. 

-No estoy totalmente convencido de que lo hayamos hecho bien -comenté, dejando escapar un suspiro, una vez que obtuvimos el resultado-. Sugeriría que empleásemos un segundo método para asegurarnos, señor Ohrin, y lo de utilizar nuestros dedos como punto de medida, como sugerí antes, tampoco me parece muy factible. Yo no tocaría por ahora la palanca.

-¿Qué opina usted, señor Ohrin? -añadí, bastante nervioso, pasándome una mano por la espalda.

No sin remordimiento de abandonar al Sr. Romijnsen atrás herido en una pierna, te adentras con sigilo con la intención de averiguar de donde viene todo ese ajetreo. Caminas despacio, así que te lleva un rato avanzar una distancia considerable, y no es hasta unos quince minutos después y varios giros cuando el titilar de un resplandor asoma por el túnel. Sigues avanzando y las voces se van haciendo más claras, hasta que te puedes parapetar tras un saliente de roca para admirar todo lo que sucede delante. A escasos metros, el tunel da a una impresionante bóveda esférica cuyas paredes y techo son lisas. Sobre ella, a modo de relieves dorados, hay una serie de textos escritos que ocupan absolutamente toda la superficie, como una especie de gigantesco libro impreso en la pared con letras doradas que refulgen al incidir la luz ocre de las llamas distribuidas perimetralmente que iluminan la estancia. Al fondo, en el extremo opuesto de donde te encuentras, hay un dintel y una puerta, ambas de piedra, y también a la derecha. A la izquierda hay una escalera de piedra que asciende hasta que la pierdes de vista. El suelo es de bellas baldosas ambarinas excepto en el centro, donde hay una superficie de madera incrustada con extraños símbolos y líneas pirograbadas. Alrededor de toda la sala hay una veintena de tipos de raza negra con túnicas de terciopelo rojo entablando cánticos, y en el centro, otro tipo, sin túnica, que parece leer intensamente las inscripciones de la pared, al mismo tiempo que gira con fuertes convulsiones y gemidos (debe girar para leer lo que pone a un lado y otro) sobre la superficie de madera. Va pronunciando con voz alta algunas frases y hace misteriosos movimientos de brazos, al mismo tiempo que adopta posturas específicas, como siguiendo instrucciones. Sus ojos están muy abiertos, pero no parece percibir mucho de lo que le rodea.