Partida Rol por web

Sorprendido, me alejo un poco de la zona del ruido para poder hablar con el Dr. Ohrin sin que me oiga quien quiera que estuviera más adelante.

-Si tienen alguna botella de agua u otro recipiente con un líquido, pueden verterlo para intentar calcular el volumen que cabe en el objeto. Por aquí también estamos bastante ocupados. La doctora se había adelantado a investigar unos ruidos de lo que parecía un ritual y hace rato que no la veo. Parece que no estamos solos, y debido al tiempo que ha transcurrido me temo lo peor. Voy a investigar si le ha ocurrido algo. Voy a apagar el walkie, cuando estemos a salvo, lo encenderé y les contactaré.

Apagué el walkie y cojeando, pero decidido, avancé lentamente apoyado a la pared de la cueva. Intenté avanzar haciendo el menor ruido posible por aquel camino que la doctora había hecho, y por el que no había vuelto.

Puse los ojos blanco con la respuesta de Romijnsen. Aunque bienintencionado, el historiador nos había dado una respuesta que ya sabíamos desde el principio, aunque Romijnsen no había tenido forma de saberlo.

-Señor Ohrin, esto es un callejón sin salida -dije, con amargura-. No sé cómo vamos a solucionarlo sin ningún instrumento de medición. ¿Y si nos arriesgamos a accionar la palanca?

ejm ejm kjjjj

Nathaniel, hola.  Aquí todo bien.  Esperenme allá.   Díganle a la señora Alma Mater que no tardo.

kjkk kjjj.  Cambio.

Obviamente esa era una clave acordada.  Cuando te mencionaban la "Señora Alma Mater" era que acababas de ser capturada y que te estaban obligando a decir una mentira para algo nada bueno.

-Doctora Srinivasan -dije, hablando a través del walkie talkie y dirigiendo una mirada extrañada a Threkor-, ¿está usted bien? Pensamos que el señor Romijnsen estaba buscándola...

Sin dejar de observarte, la chica lanza tu walkie contra el suelo y lo destroza con la culata del arma. Alrededor, todos empiezan a dispersarse dando por concluida la ceremonia o lo que aquello fuera. Los tipos que entonaban los cánticos, ahora comentan emocionados lo que acaba de suceder en su desconocida lengua.

Llevas un rato caminando cuando ves una sala al final. Se trata de una impresionante bóveda esférica cuyas paredes y techo son lisas. Sobre ella, a modo de relieves dorados, hay una serie de textos escritos que ocupan absolutamente toda la superficie, como una especie de gigantesco libro impreso en la pared con letras doradas que refulgen al incidir la luz ocre de las llamas distribuidas perimetralmente que iluminan la estancia. Al fondo, en el extremo opuesto de donde te encuentras, hay un dintel y una puerta, ambas de piedra, y también a la derecha. A la izquierda hay una escalera de piedra que asciende hasta que la pierdes de vista. El suelo es de bellas baldosas ambarinas excepto en el centro, donde hay una superficie de madera incrustada con extraños símbolos y líneas pirograbadas. Distribuidos por toda la sala de manera desordenada hay una docena de tipos con las túnicas de terciopelo rojo que ya habéis visto en el cadáver de arriba, hablan entre ellos de manera emocionada, y en el centro, sobre la superficie de madera, un cuerpo sin vida en el suelo al que le falta la cabeza. En uno de los rincones, la Dra. Sharada Srinivasan permanece de pie al lado de una mujer vestida con túnica y armada con una ametralladora. Entonces recuerdas que las palabras que utilizó la doctora, "Señora Alma Mater", las soléis utilizar cuando las cosas no van muy bien.

Todo esto lo observas antes de entrar, tras un saliente de piedra.

Esta vez es imposible comunicarse con el walkie de la doctora. Sin embargo, las palabras "Señora Alma Mater" soléis utilizarlas cuando las cosas no van demasiado bien...

Se había producido un incómodo silencio después del mensaje de nuestra compañera, durante el cual ni el señor Ohrin ni yo pronunciamos palabra alguna.

-Threkor -dije, preocupado por el tono en que había hablado la doctora y las palabras que había pronunciado-, parece que la doctora Snirivasan está en peligro. Es raro que haya hablado de una señora "Alma Mater". Puede que haya sido capturada por el culto que acudía aquí para realizar rituales...

Maldije nuestra mala suerte para mis adentros. Nunca deberíamos habernos separado en grupos de dos para explorar los túneles. Ahora Sharada estaba en problemas, y solo el señor Romijnsen podría ayudarla.

-Voy a accionar la palanca -declaré, avanzando en dirección a la palanca que, en teoría, iba a abrir un camino para que siguiéramos avanzando si no habíamos errado en nuestras deducciones-. Lo más probable es que muramos aquí, pero si usted no tiene ninguna idea y yo tampoco, nuestra única posibilidad es arriesgarnos con lo que tenemos.

No podíamos quedarnos allí eternamente. Teníamos que decidirnos y las palabras de la doctora a través del walkie-talkie me sacaron de mi ensoñamiento.

Dele señor Nox. No podemos demorarnos mas

Precedido de un sonido grave y un pequeño temblor, una losa de piedra se abre al fondo de la sala dando paso a una nueva oscuridad...

¡Fantástico!

Di un salto al ver como se abría un nuevo pasillo y manteniamos intacta nuestra vida.

Buen trabajo Nathaniel. Lo hemos logrado. No lo tenía del todo claro y pensaba que no íbamos a salir de aquí.

Debajo de aquella alegria se escondía un sentimiento de alivio al ver que podríamos continuar el camino una investigación en aquellos túneles.

Me acerqué a la nueva puerta abierta y mire hacia la oscuridad. No iba a atravesarla a la primera después todo lo vivido, pero quería ver si distinguía algo al otro lado.

Cerré los ojos mientras accionaba una palanca e imaginándome cómo, de un momento a otro, una trampa terminaría aplastándonos a Threkor y a mí. Sin embargo, la muerte no llegó. Al escuchar ese sonido y un ligero temblor, abrí los ojos y vi cómo se abría una losa de piedra, revelándonos un nuevo sendero por el que seguir avanzar.

Escucho las palabras de Threkor y siento un ligero cosquilleo recorriendo mi espalda. Ya pensaba que íbamos a morir allí y, en vez de eso, lo hemos conseguido.

-¡Ja, ja, ja! ¡Lo hemos logrado, señor Ohrin! -exclamé, con gran entusiasmo-. ¡Lo logramos!

Estaba tan eufórico que me hubiera puesto a dar saltos de alegría, aunque de inmediato me serené. Frente a nosotros solo había oscuridad, por lo que, dado un par de pasos hacia adelante, decidí dirigir mi linterna al interior de aquel nuevo camino para comprobar si era seguro.

El barrido de luz de la linterna muestra una sala más pequeña y rectangular, de unos dos por cinco metros. Hay un par de antorchas apagadas a cada lado, sujetas en las maderas que sirven de contrafuertes para que no se desplome todo. Al fondo hay una enorme losa, a modo de puerta, grabada con trazos de oro y plata en su superficie. No se observa ningún mecanismo en ella que permita manipularla. Sin embargo, de las rendijas de alrededor de la misma sale un fino aunque perceptible hilo de luz que enmarca por completo la losa, insinuando una gran fuente de luz al otro lado, así como un calor bastante anormal que dota de un denso ambiente ahí dentro.

En el suelo hay unas baldosas cuadradas en el centro dispuestas de manera curiosa, con unas marcas en su interior interesantes a la vez que extrañas:

Un sentimiento complejo nace en vuestro interior, mezclando temor por sentiros cada vez más en peligro y deseo de que lo que haya al final del camino merezca realmente la pena.

La puerta tras vosotros se cierra y ahora sí, ya no hay vuelta atrás.

Al llegar a la siguiente sala, regresó aquel temor y la sensación de que podíamos morir en cualquier momento. Era evidente que aquella doble columna de baldosas que teníamos ante nosotros debía de accionar otras posibles trampas. Lo más probable era que, si pisábamos donde no debíamos, una trampa se accionara.

-Tendremos que escoger bien qué baldosas pisamos -comenté, pensativo, observando las doce baldosas que teníamos ante nosotros-. Sugeriría examinar esas marcas en las baldosas más próximas para comprobar si existe algún tipo de patrón.

Me agaché ligeramente, sin desplazarme de la baldosa, y observé con detenimiento las cuatro baldosas más próximas, con intención de identificar alguna diferenciación o similitud entre las marcas en el interior de las baldosas.

Una gran y misteriosa sala, numerosos desconocidos, un extraño ritual y… ¡la Dra. Sharada presa! Con el corazón a mil, me aleje de la entrada de la sala intentando hacer el menor ruido posible. Volví a la sala de las armas, y desde allí volví a encender mi walkie. Me dispuse a hablar, pero en ese momento me di cuenta de que los secuestradores podían estar escuchando. Maldita sea, ahora tampoco podré contactar con Ohrin y Nox.

Apoyando la espalda en la pared de la caverna, me dejé resbalar hasta quedarme sentado, mientras respiraba profundamente para calmarme. Aquella situación no pintaba bien, pero volver no era una opción. Tenía que seguir adelante, no había otro camino. Al cabo de varios minutos me incorporé de nuevo, reacción que provocó una leve queja de mi pierna herida, y cogí una de las armas de la pila que allí había. La mayoría estaban bastante desgastadas y en mal estado, pero era mejor que nada. Una hoja larga y oxidada, cuya punta se había partido, me pareció apropiada. Usando el arma de bastón salí de la habitación y me posicioné lo suficiente cerca para escuchar si el ritual seguía adelante. En el momento en que dejara de escuchar ruido, esperaría unos minutos y me acercaría de nuevo a la habitación.

Ahora estábamos del todo atrapdos. En esta ocasión teníamos que avabzar sí o sí. Al ver el aspecto de la sala, me vino a la cabeza aquella película de Indiana Jones donde tenía que atravesar siguiendo las letras del nombre de Dios. Algo parecido tendríamos que ahcer allí, pero los símbolos eran extraños.

Compárelos con la base de datos del nuevo idioma descubierto. En algún lugar debe encontrarse la pista para sortear el peligro.

Miro a las paredes y detecto las antorchas.

¿Deberíamos encenderlas?

-Los compararé -asentí a la sugerencia de Threkor.

Dicho esto, saqué mi portátil para comprar si las marcas del suelo o las de la losa coincidían con los símbolos que ya habíamos visto y traducido a lo largo de las ruinas.

Apenas me había puesto a trabajar cuando escucho la pregunta de mi compañero.

-Podría no ser muy seguro encender las antorchas por el momento -dije, indicándole a Threkor que, para ello, tendríamos que desplazarnos a través de la doble columna de baldosas-. Esperemos al menos hasta saber con certeza que las baldosas más próximas son seguras.

Cuando ya casi todos se han marchado, la chica armada te agarra del brazo con rudeza y te empuja hacia las escaleras próximas. Con la punta del arma te presiona en la espalda, produciéndote un produndo dolor, pero no tienes más remedio que mantenerte en silencio y obedecer. Arriba, al final de las escaleras, una pequeña puerta está cerrada. Tu guardiana da un puntapié a la misma y escuchas sonidos tras ella. Primero, pasos. Luego, algo similar a un encendedor, tras lo que la puerta se abre unos centímetros, como si la hubieran liberado de algún tipo de sujeción. La chica termina de abrir la puerta con su otra mano y al acceder recuerdas el lugar. Es la habitación de la superficie.

Allí, un puñado de tipos ataviados con túnica están en el hueco de entrada y salida despejando cascotes y abriendo más el camino, mientras otro enciende las antochas con el encendedor. Ahora misma están encendidas las dos del fondo (las de la izquierda de la imagen) y está encendiendo una de las centrales (la central superior). Conforme se van encendiendo, la sala adquiere más luminosidad y las sombras iniciales se van multiplicando por cada nueva antorcha encendida, a la vez que la intensidad de dichas sombras decrece. Con un empujón, la chica armada cierra la puerta y te señala con el mentón hacia los bancos de madera.