Partida Rol por web

Presencié la escena, incapaz de creer lo que estaba viendo. Ya de por sí había resultado impactante contemplar a aquel ser, que parecía sacado de un pasaje bíblico, convirtiéndose en una realidad frente a mí. Sin embargo, resultó aún más increíble ver cómo el ángel, ya liberado de sus cadenas, desintegraba por completo a aquellos hombres con túnicas rojas y después se elevaba en vuelo, atravesando la roca del techo.

Aquella experiencia, sin lugar a dudas, había sido algo que siempre podría llevaría en mi memoria. Nadie me creería si la contara, aunque yo siempre sabría la verdad.

Las estalactitas comenzaban a caer y Threkor logró sacarme de mi ensimismamiento con sus palabras. Puede que el ángel nos hubiera salvado de los hombres con ametralladoras, pero aún teníamos que escapar de aquel lugar antes de que se desmoronara sobre nuestras cabezas.

-Le sigo, señor Ohrin. ¡Vamos! -exclamé, avanzando rápidamente tras mi compañero para abandonar la estancia por el portón que habían utilizado los individuos de las túnicas rojas.

Echáis a correr esquivando las estalacticas, que caen como agujas mortales capaces de aplastar los huesos de vuestro cuerpo. Al otro lado del portón metálico hay un largo pasillo recto que desemboca en una inmensa sala circular.

La impresionante bóveda esférica tiene paredes y techo lisos. Sobre ella, a modo de relieves dorados, hay una serie de misteriosos textos escritos que ocupan absolutamente toda la superficie, como una especie de gigantesco libro impreso en la pared con letras doradas que refulgen al incidir la luz ocre de las llamas distribuidas perimetralmente que iluminan la estancia. Repartidas perimetralmente, hay un dintel y una puerta de piedra a la derecha, igual al que acabáis de atravesar al entrar a la sala, enfrente hay una escalera de piedra que asciende hasta que la pierdes de vista, y a la izquierda un túnel con paredes de piedra oscuro, sin ningún tipo de iluminación. El suelo es de bellas baldosas ambarinas excepto en el centro, donde hay una superficie de madera incrustada con extraños símbolos y líneas pirograbadas. La sala está vacía. Aquí, los temblores del lugar son menos amenazantes pues la sala parece bien construida.

¿Es temblor natural, o algo humano (o alien) lo está causando?

Dr., no puedo golpear a la mujer con una piedra y desmayarla, más cuando va a haber un temblor.  Ella nos capturó, pero en ningún momento nos ha lastimado.  Es mal karma corresponderle así.  Podría morir ella.  Debe haber otra solución.

Está bien soltarnos de las cuerdas, para salir corriendo si las cosas se empiezan a caer, eso es cierto.  Hagámoslo discreto y mantengámonos en la misma posición que ahorita.   

Sharada puso atención para ver si la mujer reaccionaba ante el temblor de alguna manera.  Sabían ya lo que había pasado y lo que se había caído de su antiguo templo. 

La mujer, que veis de pecho para abajo, pues está fuera, se pone tensa. Agarra la ametralladora con fuerza. Veis cómo se gira hacia la abertura, como buscando entrar para teneros controlados, pero un nuevo temblor la hace retroceder unos pasos. Su evidente miedo a quedar sepultada se hace patente. Es entonces cuando se aleja unos metros y desaparece de vuestro ángulo de visión. Escucháis una puerta de un vehículo y unos pitidos y sonido de estática similar a una radio. La chica habla con evidente nerviosismo pero no llegáis a entender lo que dice.

¡Ahora! Y comenzó a cortar sus cuerdas con una piedra filuda. 

Era el momento de escapar. Rápidamente terminé de cortar las cuerdas y me incorporé. Miré a mi alrededor, mientras todo seguía temblando. Había que pensar rápido. La mujer seguía ahí fuera en el coche, por lo que salir por el agujero no era una opción. Miré la puerta sellada. Aquel tenía que ser nuestra salida, pero no teníamos ni idea de cómo abrirla. Tenía la virtud de pensar rápido bajo presión, aunque nunca había estado en una situación tan peligrosa como aquella. Asentí ante las palabras de Sharada.

-Me parece muy noble por su parte, Doctora, sólo espero que no cambie de opinión y empiece a dispararnos. Ahora mismo no tenemos más opción que salir por la puerta sellada, y creo tener una ligera idea de cómo abrirla.

Había estado muy atento a todo lo que había ido pasando. Ya sospechaba algo cuando desciframos aquel mensaje encima de la puerta: 

CON LA PRECISA LUZ, EN FORMA NEGRA NO LUZ DE ANGEL HALLAR CAMINO (O DESTINO).

Sin duda la luz tenía algo que ver, sin embargo en ese momento no había terminado de ver en qué manera. Ahora que habían abierto y cerrado la puerta varias veces, había obtenido diferentes indicios muy aclaradores.

Justo antes de que me hicieran entrar a la sala podía oírse claramente el sonido de un encendedor, por lo que parece que el fuego tiene que ver.

Tras esperar un tiempo de aproximadamente dos minutos en el que oyes pasos durante un rato y el sonido de un encendedor, la puerta se abre con un sonido de desbloqueo similar a clac y entras a la sala.

 Una vez entramos a la sala uno de estos individuos con túnicas estaba encendiendo las antorchas, seguramente para cerrar la puerta que habían abierto desde el otro lado.

Un tipo, también ataviado con la túnica, está encendiendo las antorchas en sentido horario. Las dos del fondo (las dos de la izquierda de la imagen) y la que está junto a unos cascotes caídos (arriba en el centro) ya están ardiendo.

Y por último, estaba cuando se habían ido todos a excepción de la mujer con la ametralladora. Ahí es donde estaba realmente la clave para abrir la puerta. Para abrirla, ¡solo hay que apagar las hogueras!

Primero escucháis pasos por la sala mientras un aroma de humo se vuelve intenso. Al cabo de uno o dos minutos, se escucha la puerta de madera abrirse con un clanck, como si un resorte saltase, y varios tipos caminar con premura hacia ella.

Mientras que para cerrarla, sólo hay que volver a encenderlas. 

Cuando todos parecen haberse alejado, escucháis la puerta cerrarse con un golpe seco.

Al poco, el sonido de un mechero cada pocos segundos, que suena hasta cinco veces diferentes.

Y no sólo eso. Atendiendo al número de veces que ha encendido el mechero, parece ser que sólo hay que apagar 5 de las 6 piras que arden. 

Aquella revelación estalló en mi cabeza como una explosión. Un escalofrío de satisfacción me recorrió el cuerpo. Si estaba en lo cierto, teníamos una oportunidad de liberarnos.

-Doctora, tenemos que apagar 5 de las 6 piras para abrir la puerta. Desgraciadamente, no tengo muy claro cuál hay que dejar encendida. Según creo, tiene que ser una de estas tres* -le señalé-. ¿Alguna idea?

Si tuviera que apostar, diría que la que está a la izquierda de la puerta principal derrumbada era la que había que dejar encendida, pero era pura intuición. 

Yo me encargo de las dos del fondo, las que están junto a la puerta sellada. Con mi cojera, seguro que puede apagar las otras tres para cuando yo apague el resto. Podemos usar las chaquetas para apagar las piras, o cualquier cosa que vea cerca que ellos hayan usado para hacerlo. Quizás sea conveniente buscar algún palo para prenderlo, o cogerlo de la propia pira si se puede, en caso de que apaguemos las piras incorrectas...

¡Genial Dr. Romij! ¡Vamos!

Más obras majestuosas en aquellas cuevas. La mirada no paraba de dirigirse al techo y a las paredes, observando aquellos grabados y a aquella escritura que ya nos resultaba familiar. Había merecido mucho la pena aquel viaje. A pesar de los peligros y la probabilidad cercana de muerte, había obtenido respuestas a aquellas preguntas que me rondaban por la cabeza desde siempre.

Había visto un ángel. Mis creencias más bien agnósticas se habían tambaleado con aquel descubrimiento. Mi percepción del mundo había sufrido un pequeño temblor. Eso no quería decir que ahora fuera un fervente creyente, pero los planteamientos sobre la vida se habían transformado. Seguía sin saber a ciencia cierta si había vida después de la muerte, pero la mera existencia de una criatura como la que habíamos visto en la sala anterior ofrecía al menos una duda razonable sobre ello.

Pero aún no habíamos conseguido salir de allí, así que tocaba ponerse de nuevo en marcha.

Señor Nox. Es hora de volver a activar la magia de la traducción. Esta vez, por lo que veo, será un trabajo más largo.

Como un par de silenciosos gatos, ambos exploradores se mueven por la zona con el suficiente cuidado para no levantar sospechas en su guardiana, que está ocupada con la radio del coche. Arcam Romijsen va hacia el fondo de la sala y apaga los dos fuegos que iluminan aquella zona (las dos piras de la derecha), quedándose a la espera en aquella zona. Sharada Srinivasan, por su parte, se encarga de apagar las dos centrales y con las dos de la izquierda, duda. Se queda pensando en las palabras de su compañero historiador:

Si tuviera que apostar, diría que la que está a la izquierda de la puerta principal derrumbada era la que había que dejar encendida, pero era pura intuición.

Así que pasa por la derecha de la escultura del ángel y apaga la que está en la esquina izquierda superior. Entonces, con un chasquido, la puerta de madera se abre unos centímetros, revelando y dando sentido a las palabras traducidas hace ya algunas horas:

CON LA PRECISA LUZ, EN FORMA NEGRA NO LUZ DE ANGEL HALLAR CAMINO (O DESTINO).

Al quedar encendida únicamente la pira inferior izquierda, la luz proyecta la sombra de la estatua del ángel sobre la puerta. La "no luz de ángel". ¡La sombra! ¡Proyectando la sombra se abre la puerta!

Habíamos conseguido salir de la estancia en la que se encontraba el ángel, salvándonos de perecer en medio de aquel desprendimiento de cascotes que probablemente hubieran terminado aplastándonos.

Aún no podía asimilarlo. ¡Habíamos visto un ángel! ¿Significaba eso que existía vida después de la muerte? ¿Suponía que podía haber una resurrección, una transformación? Resultaba difícil de saber. ¿Quizá lo que nosotros considerábamos un ángel, una deidad, sólo fuera un visitante de otro planeta? Haber contemplado a aquel ser había cambiado por completo mi postura de hombre de ciencias en muchos temas. ¡Había tanto que tendría que replantearme!

-Hora de traducir, es cierto -comenté, observando los grabados que cubrían el techo y las paredes de aquella nueva sala-. Crucemos los dedos. Puede que aquí se explique algo sobre el ángel de la otra sala.

Encogiéndome de hombros, le hice un gesto a Threkor para que nos pusiéramos manos a la obra.

En el centro de la sala desplegáis rápidamente la pantalla del ordenador portátil y tomáis fotografías de los símbolos para pasarlos por el software del ordenador. La cantidad de los mismos es abrumadora y os lleva un buen rato, al igual que la barra de progreso en la pantalla, que avance lo suficientemente lenta como para pensar en un par de ocasiones que ha habido un error.

Tras una larga espera, por fin aparecen los resultados, pero son tan variados y carentes de sentido, que no sabéis como leerlos. Pensáis que puede ser porque estos nuevos términos no han sido tratados en las traducciones anteriores y son por lo tanto, desconocidos, quizá son expresiones en sentido figurado o un nuevo lenguaje, ¿quién sabe?

Esto os va a llevar más trabajo del esperado.

El corazón me latía a mil por hora mientras esperaba en el fondo de la sala a que la doctora apagara las piras. Cuando quedaban dos, miró a ambas y, siguiendo mi mismo razonamiento apagó la que tenía a su derecha. Durante un segundo que pareció una eternidad se hizo el silencio, a lo que siguió una oleada de emoción a escuchar aquel "clank" que empezaba a sonar familiar.

-¡Lo hemos conseguido, Doctora! ¡Hemos descifrado el mecanismo! 

Si bien la situación no era la mejor, mi alma investigadora se agitó de felicidad al comprobar que mi hipótesis era acertada.

Silenciosamente, me acerqué a la puerta mientras le hacía señas a la doctora de que se acercara. Cuando llegué, me volví para mirar al pequeño agujero que había sido nuestra entrada en lo que ahora me parecían días, aunque sólo habían sido unas horas. Nuestro equipo estaba allí, me encantaría poder recuperarlo, pero era demasiado arriesgado. Mordiéndome el labio y teniéndolo que dar por perdido, me giré y me asomé cautelosamente por la puerta. Si no veía a nadie me internaría allí dentro, lamentándome de no haber podido recuperar siquiera nuestras linternas, pero con la alegría del que escapa con su ingenio de una situación potencialmente mortal.

Igualmente alegre, y pensando cómo era que la oscuridad no abría la puerta sino el contraste de luz y sombra, algo quizá relacionado con la forma en que esta cultura veía la trascendencia, Sharada se adentró siguiendo al Dr. Romij.  

Una hipótesis correctamente contrastada con evidencia empírica.  -le dijo sonriente, y siguió. 

Busquemos a nuestros colegas ahora.