Partida Rol por web

- Aaaaah ese incendio- comentó la anciana, que ya había llegado a la cocina y había puesto a Drake a pelar patatas en un cubo,- la pela más fina, cariño, que te dejas media patata y no estan los tiempos como para tirar la comida- la reprendió.- Pues, según me contó esa cotorra de la vieja señora Peebody, esa descarada de Kaiman Jane ha estado molestando a algunos de los buenos ciudadanos de la luna buscando a una pobre chiquilla. La verdad es que es una chica un poco brusca, la pobre, supongo que no recibió una buena educación, pero eso no es motivo para no mantener unos mínimos modales ¿no crees?- le preguntó de forma distraida, mientras observaba con ojo clínico las hojas de un geranio que aguantaba cómo podía el inclemente examen.- ¿Ya las estas lavando, hija? Mira que si no luego quedará el guiso harinoso eh- la avisó, con toda la buena voluntad del mundo.

- En fin, que no te preocupes por esa amazona abusica,- la tranquilizó, haciendo un gesto con la mano que daba el tema por zanjado.- Mañana a esta hora estaremos vestidas como es debido en el casino ganándonos un buen dinerito,- comentó, como quien comenta un acto totalmente cootidiano como tirar la basura, al tiempo que, de un certero golpe de trinchante, decapitaba un pobre hiperpollo que acababa de traer el tal Bill con actitud solicita.

Me aburría, era un hecho. Esperar sin hacer nada era superior a mis fuerzas. En un gesto automático saqué el móvil y luego me senté cruzando las piernas de forma elegante. Con movimientos rápidos de los dedos empecé a consultar la información que me faltaba. Datos de personas con las que nos habíamos cruzado*, una pequeña actualización sobre los tratos de Alandrian, Drake y el señor Cangrejo. Si ese último quería ser discreto, tendría que haberlo pensado antes de asociarse con gente tan llamativa.

Alpharius seguía sin llegar. Revisé la documentación que tenía sobre el profesor Flint y sus investigaciones arqueológicas. Me mordí el labio, la verdad es que aunque al principio no le había dado importancia, ahora que parecía que todo el mundo quería lo mismo, sentía curiosidad. Y lo peor de todo es que sabía cómo eran estas cosas. Empezaba como una pregunta sin importancia, pero luego no podía dejar de darle vueltas hasta que hubiera hurgado en el tema y sacado todo lo posible. La última vez, me había pasado meses espiando a Marcella hasta que descubrí con quién salía... para perder el interés dos segundos después de publicarlo.

Las cosas como eran, podía volverme loca investigando una cosa. Recorrer media galaxia buscando pistas, revisar miles de archivos, miles de fotos y vídeos, pagar sobornos, colarme en sitios peligrosos, prácticamente lo que hiciera falta para enterarme de lo que quería. Y una vez que lo sabía, ya estaba, perdía el interés. 

Pero de momento todo mi interés estaba puesto en el siguiente paso de esta búsqueda: la Santa María, el casino y el señor Carlisle. Mis dedos recorrieron con agilidad la pantalla, escritos sobre las tres reliquias que constituían el plano, disertaciones del profesor Flint, planos del casino, un historial del propio Carlisle... Adopté una expresión de concentración. Poco a poco la idea se iba formando en mi cabeza. Para saber qué diablos buscaba todo el mundo, necesitaba estudiar la Santa María. Bueno, en realidad también a la Pinta y la Niña, pero iría por partes. 

Amplié la imagen de los planos del casino, revisé varios vídeos, estudiando la seguridad. No es que fuera a robarlo, nada de eso. Nunca había robado nada... bueno, nada que estuviera realmente protegido, robar una agenda para saber con quién ha quedado Tulio o un móvil para enviar un mensaje como si fueras otra persona no cuenta. Total, esas cosas se devuelven. 

En fin, que repasar la seguridad, los planos y trucos visuales con espejos o formas de sonsacar información mediante hipnotismo era... una mera distracción. Y si empezaba a pensar en el tipo de equipo que hacía falta para ello, los disfraces y cómo podríamos salir de allí... bueno, tampoco quería decir nada. Seguro que realmente no era necesario llegar a esos extremos. ¿No? 

Pero el caso es que cuanto más leía y me informaba, más interesante me parecía el asunto del "ilusionismo" y los juegos de magia. Así como la aplicación práctica de las matemáticas a los juegos de cartas... Sonreí completamente concentrada en mi nueva "misión". 

Terminé de editar el video. Una preciosa imagen de Peggy O'Brian, anterior a su transformación. Había llamado tantas veces puta a Drake que no era difícil de encontrar un vídeo en el que lo dijera textualmente y añadir un par de comentarios "extra" sobre venéreas fue fácil. Después, pulsé felizmente el botón de enviar. Pero esta vez no al blog, no, esta vez saldría en todas las pantallas de la luna, junto con las imágenes más lamentables de Drake, si esas en las que aparecía borracha o colocada, con el maquillaje corrido y, en general, con el aspecto que una persona normal asociaría a una yonki. Terminé con un "besos desde el casino". Algo nada sutil, que fuese difícil de malinterpretar, era mejor no darle tiempo a Drake para que pensara. 

Después me levanté de un saltito. Suficiente tiempo de espera, tenía que ir de compras. Con un gesto ensayado llamé a Alpharius e indicarle nuestra localización. Nos encontraríamos en el lugar que esta gente llamase mercado... Podría parecer que mi único interés era renovar mi vestuario (otra vez), pero lo cierto es que mientras recorría del brazo de Siegfried todas las tienduchas de la estación, me molesté en ir "comentado" aquel vídeo y si sería cierto lo que decía aquella Peggy O'Brian sobre Drake. Claro que, ¿a quien queríamos engañar? Probablemente lo era. Pero era una suerte para Peggy que ahora estaba en el casino. Si, de hecho era probable que fuera allí donde había encontrado al hacker que hizo ese vídeo. Todo el mundo sabe que en el casino puedes encontrar y contratar esos servicios, aunque como Peggy parecía dulce, lo mismo era su novio... 

Y como recompensa por todo aquel trabajo, ropa nueva, algunos complementos como la pistola y el rifle, piezas de recambio y gafas infrarrojas.  Dediqué una sonrisa a Siegfried. 

- Es hora de dejar esta luna - dije guiñándole un ojo.  

Negué brevemente  con la cabeza mientras seguía al pie de la letra las instrucciones de la chachi abuela.

-No yaya, que he hecho muchas cosas de las que bastantes personas podrían vengarse-suspiré, cómoda con la sensación enternecedora que desprendía la yaya. Sabía que eso no podía ser bueno, pero no podía evitar querer un poquito a su nueva y flamante yaya.

- No es fácil cuando las putitas de tu amante se encelan y te echan por tierra el maravilloso y flamante local de opio que has creado, es lo malo de estar tan buena... Alan, el de ahí arriba,-señaló la salida de las cocinas- tiene más razón que nadie para verme muerta y eso que no sabe lo que pasó después-suspiró- ¿sabes que hay una psicópata persiguiéndome? Todo porque le rompí unos piños y perdió un ojo...-fruncí el ceño levemente lavándome las manos y aclarando los cacharritos- y mira que yo perdí un hijo, ¿sabes? Menudas hostias nos dimos- inspiré hondo y pestañeé- desde entonces Derpy viene conmigo y me hace compañía para que no esté sola y a Derpy le encantas, yaya-asentí dos veces haciendo botar varias veces las rastas sintéticas.- ¿qué más, yaya?

No me molesté en responder más que con una sonrisa el comentario de Drake. Aquellos dos podían pensar lo que les apeteciese.

Seguí a Crank escaleras arriba. Mientras escuchaba entretenido todo aquello. La verdad es que aquella luna sería un sitio interesante para pasar una temporada. Pero tenía otros asuntos mucho más importantes e interesantes entre manos. Quizá consiguiese sacar algo de provecho de todo aquello. Aparte de una forma de largarme del planeta, un par de manos fuertes y grandes como las del pelirrojo no me vendrían mal. De todas formas, no era el momento adecuado para hablar del tema, no con el señor crustáceo delante. Así que me uní a su conversación.

- ¿Y qué es lo que querréis que haga? ¿Que machaque a alguien? ¿Que me deje machacar? Aviso que se me da mejor lo primero que lo segundo. Pero estoy dispuesto a todo, vista la compensación que ofrece la Yaya.

-Dinero fácil -musité entre dientes sonriendo. No iba a negar que era el primero que me metía en las peleas siempre que podía, y me lanzaba a cualquier situación que proporcionara un subidón de adrenalina, peeeeeeeeeeero todo tenía su momento.

Cuando el "reo" dijo que se le daba mejor machacar a que lo machacaran tuve que luchar con todo mi ser para no soltar una carajada. La verdad es que no parecía tan fuerte ni duro, y menos si lo comparábamos con Asgardianos. 

En mi cultura se quedaría a dos velas -pensaba- porque para ganarse a una asgardiana hay que ganarla en una pelea y bebiendo, eso seguro -asentía con la cabeza ante los pensamientos propios como si no le vieran hacer ese gesto.

-¿Puedo preguntar a qué os dedicáis? Es decir, se ve a la legua que no sois vendedores de animales, al menos no de animales legales -dije medio sonriendo.

Había decidido que Crank me caía bien.

El atlante esbozó una mueca grotesca, lo más parecido a una sonrisa socarrona que un crustaceo podría llegar a conseguir. - Tranquilo canijo, lo nuestro casi siempre suele ser más machacar que recibir. -Aclaró acompañando su respuesta con un inquietante castañeteo de pinza antes de volverse hacia el pelirrojo. -Bueno, un poco de esto... un poco de aquello... ya sabes, como diría la vieja, somos una pequeña empresa familiar de ayuda al necesitado ... que pueda pagarlo claro-

Conforme ascendían por las escaleras el olor a cagada de pájaro y alpiste comenzaba a difuminarse para dejar paso al aroma familiar de revistas viejas, pelo de gato y naftalina propio del cuarto de estar de la vieja tía abuela Margaret. 

Una enorme colección de figuritas de porcelana, tapetes de ganchillo y centenares de fotografías de matones inmortalizados en lo que debían suponer su mejor sonrisa, poblaban cada rincón del pequeño cuarto de estar donde al parecer alguien se había tomado el cuidado de dejar a Meyer bien acomodado en el sofá, con una bolsa de bioguisantes congelados en la cara y cubierto por una cálida mantita de cuadros. 

Al contrario de lo que pudiera parecer en un primer momento, el ario no estaba solo. Un enorme gato pardo, bien alimentado, medio despeluchado y cubierto de cicatrices lo observaba con ojos maliciosos desde una de las butacas, tapizadas de flores y a juego con los visillos, meneando el rabo lenta, muy lentamente...

- Los platos están en la vitrina del fondo. -Indicó el atlante. Por alguna razón, la imagen del enorme monstruo semiacuatico extendiendo con sumo cuidado un floreado mantel sobre la mesa de pequeño comedor no parecía para nada fuera de lugar si uno lo pensaba bien, es más, algo en su interior parecía amenazar con reprenderles severamente si no tenían la mesa puesta para cuando la Yaya regresase.

La entrañable anciana dedicó una sonrisa compresiva a la muchacha, sin embargo, aunque su historia había sido conmovedora, no parecía que fuera a ser excusa suficiente para que no dejara que fuera Drake la que cargara con la enorme olla de estofado hasta el comedor.

- Oh cariño, ¿así que eras tú a la que buscaba esa abusona?, ¡¿quién lo hubiera imaginado?!... -Comentó tendiendo a la joven sendos guantes de cocina para que no fuera a quemarse. - En cualquier caso no debes preocuparte por nada. -Añadió rápidamente, para tranquilidad de Drake. -Haz caso a tu amiguito el pony y deja que la Yaya se encargue de todo. Preocuparte por ese novio tuyo solo hará que esas rastas tan bonitas se vuelvan canas, tu secreto está a salvo conmigo. -Le aseguró guiñándole un ojo vidrioso de forma complice. - Ahora se buena y llévales esto a los chicos, deben de estar hambrientos y mañana les espera un día duro...- Aclaró animándola a salir de la cocina por delante de ella.

Siguiendo las indicaciones de la pequeña mujer, Drake ascendió por la escalinata de madera del local hasta llegar al piso superior para encontrase en mitad de un pequeño y acojedor saloncito de té, repleto de figuritas de porcelana, tapetes de ganchillo y fotografías de centenares de matones.

Sobre el sofá, el cuerpo inconsciente de Meyer descansaba plácidamente con una bolsa de bioguisantes congelados en la cara y bien arropado con una mantita de cuadros mientras un enorme gato pardo, medio despeluchado y cubierto de cicatrices, lo vigilaba con sus ojillos maliciosos.

Para terminar, y al fondo, Crank, el enorme hombre cangrejo ponía la mesa como haría cualquier hijo bien educado ayudado por el musculoso midgardiano y el solenita amanerado.

El móvil comenzó a sonar y lo miré con la secreta esperanza de que fuese un número desconocido prometiéndome una memoria Minerva. Sin embargo, hablando del Rey, era el nombre de Angela el que lucía en la pantalla del aparato. Indiqué con un gesto a mis peculiares "socios" la situación e hice un aparte para coger el teléfono de mi protegida. Ordenes claras, en una localización no tan clara. El mercado del Zoco era un lugar no solo grande sino bastante confuso como para encontrarnos, pero guardaba la esperanza de que una niña noble sería como un foco de luz en medio de tanta sombra oscura y basura.

- La cría me quiere en el Zoco. anuncié a la pareja, mientras me levantaba. Si no os importa me gustaría cambiarme antes de volver con el grupo: esto.-señalé a las ropas oscuras y bastante tétricas. No podía volver con este aspecto hasta donde estaban los demás, aunque no descartaba tomarlo como imagen durante nuestra estancia en el asteroide.- es solo un pequeño disfraz que ha surgido por el camino.

- Le preguntaré sobre las investigaciones del Profesor e intentaré cercar la información para saber que es exactamente lo que busca Garibaldi, aunque agradecería una transmisión o transcripción del mensaje completo por si encontrase algún detalle común.

"No sería raro que Eduardo y Vitorio considerasen que alguien incapaz de entender un mensaje secreto pudiera encontrar algo en las transcripciones de una leyenda viva, pero lo cierto es que quizás podría contrastar los escasos datos con lo que encontrase en la explicación de Angela."*

- Y no iniciaré acercamiento hostil hasta nuevas ordenes, en caso de que Garibaldi aumente su interés en ella.

No pude evitar sonreír ante los gestos engreídos de mis dos compañeros. Me sabía capaz de machacar a cualquiera de ellos en una pelea. Demasiado lentos para mí. Demasiado bobos para darse cuenta. Me encogí de hombros y comencé a ayudar al cangrejo a poner la mesa. Si me iban a dar de comer, aquello era lo mínimo que podía hacer. En mi casa me habían enseñado modales. Y vaya cómo los habían grabado a fuego en mi cerebro. Si mi padre llegaba de trabajar y la mesa no estaba preparada...

Meneé la cabeza para deshacerme de aquellos pensamientos. Miré a Meyer de reojo. Quizá le había pegado más fuerte de lo que me esperaba. Aunque si estaba despierto, supuse que era lo bastante listo y lo bastante vago como para quedarse tirado en esa cama mientras el resto hacíamos el trabajo. Él, ajeno a la que se nos venía encima. Saludé a la recién llegada Drake.

- ¿Ya habéis terminado en la cocina? Vaya, ha sido rápido...

Lo dejé en el aire, cada uno que sacase sus conclusiones... aunque alguna de las posibles era demasiado asquerosa como para ser una opción.

-Oh... ¿ves a Derpy?-pestañeé tomando los guantes por inercia pues no salía de mi asombro, cada vez que hablaba de Derpy la gente me ignoraba, y lo que era peor, ignoraba a Derpy lo que llevaba a funestas consecuencias como quedarse en una nave que iba a ser abordada en cuestión de segundos.
Me puse los guantes de cocina que malamente ayudaban a soportar el candente calor de la olla repleta de guiso que pesaba como tres muertos y medios.

-Muchas gracias abuelita- sonreí sinceramente, con un pequeño peso menos, me volví y le solté un beso en la arrugada (y algo reseca) mejilla de abuelita tierna hacedora de bollería y mandamasa de matones- quiero quedarme aquí-decidí muy segura. ¡Ya tenía familia!

Subí por las escaleras para encontrarme con la cuasifamiliar escenita de Crank poniendo la mesa acompañado de Alandrian y el solenita mientras ese tuertopelota seguía sopando como un cabrón.

Mírale, escurriendo el bulto, seguro que por eso su periquita ya no le quiere.

Sacudí la cabeza levemente, no me gustaba perder el tiempo en personas que no aportaban más que intrigas y para mi punto de vista eso incluía a cualquiera que no se llevara bien conmigo.
Con lo fácil (y doloroso para el resto) que es ser sincero...

-Ding Ding Ding- anuncié alegremente alzando un poco la voz- a ver, mostrencos de todos los tamaños, haced sitio que llega el superguiso de la abuela.- Y sin más ni más me acerqué a la mesa, la olla pesaba la vida y los brazos empezaban a temblar por el esfuerzo- que os aprovecheeee...¡Eh! Nada de rápido ¿sabes lo cansado que es hacer esto? ¡Arte culinario de la abuelita!-le saqué la lengua arrugando la nariz- será que a ti el tiempo se te ha pasado volando - enarqué las cejas con falsa decepción- se suponía que debías extrañarme, chico- completé la frase con una sonrisa despreocupada, las palabras de la abuelita al igual que su presencia eran reconfortantes y me hacían sentir menos rota, más con los pies en la tierra... o en la luna, vaya, los lectores me entienden.

Sin previo aviso, todas y cada una de las centenares de pantallas que poblaban cada rincón de la Luna Ecarlata comenzaron a emitir en bucle y en diferido el mismo mensaje. Al parecer, Tesla, el famoso Blogger había logrado hackear las innumerables estaciones de spam y publicidad que pixelaban cada esquina, valla publicitaria o tenderete patrocinado, haciendo visible durante unos eternos 10 minutos un sangrante flame que recogía algunas de las situaciones más escabrosas en las que Drake se había visto envuelta a lo largo de sus años como buscavidas.

Tratar de detenerlo a estas alturas parecía imposible y, como una venerea en un burdel, el mensaje pudo ser visible desde cada calle, ventana o tugurio de la luna.

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La imagen de Peggy O'Brian aparece en la pantalla. Es una chica de aspecto dulce aunque enfadada. Detrás de ella puede verse el letrero de un casino espacial. 

- Esa Drake es una auténtica puta. Se tira a todo lo que se mueve porque es lo único que sabe hacer, abrirse de piernas y esparcir enfermedades venéreas. 

La cara de asco en la chica rubia es evidente. 

- Pero para los que no me crean ahí dejo unas imágenes de lo asquerosa que puede llegar a ser. Quedáis avisados. No trabajéis con esa zorra si queréis un trabajo limpio y discreto. 

El video cambia a uno de Drake tan borracha que apenas se tiene. Da unos pasos y vomita de forma desagradable, echando hasta la última papilla. No está en el mejor de sus momentos.

Después llega un hombre por su espalda. A Drake no parece hacerle gracia que la agarre y le pega un tiro. Si tenía algún motivo más para dispararle es algo que no puede verse en el video. 

La imagen vuelve a cambiar. Drake sale colocada, rompiéndose la camiseta y completamente ida. Habla sola, insultando al aire, luego escupe saliva con flema de un color verdoso desagradable y acaba en una gran pelea, con destrozos heridos y sirenas en el fondo. 

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Aparece una imagen del capitán Cortez de la armada de su majestad. Es una imagen de archivo, de algún programa. 

- Estoy completamente dedicado a la familia Real del imperio de la Cruz. Haría absolutamente cualquier cosa por ellos.

La imagen cambia a otra declaración. 

- ¿Casarme? No, ni siquiera me lo planteo. No podría casarme cuando la familia real requiere de toda mi atención. 

Una vez más la imagen cambia, pero vuelve a salir Cortéz hablando. 

- Si, el joven Felipe Froilán es un joven realmente admirable y tiene toda mi devoción. Me siento orgulloso de servirle a él y al resto de su familia. 

​Aparece una imagen de Felipe Froilán, un chico de unos catorce años, sin camiseta en una regata espacial. Cortez esta presente, como si fuera una especie de mentor. 

Otro cambio de imagen con Cortez hablando sobre . 

- Me siento muy próximo a él, le he enseñado muchas cosas. 

Termina con una imagen de Cortez y Felipe Froilán juntos en la que el chico parece incluso más joven. 

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Eduardo hizo un gesto vago con la mano, como dando por zanjado el asunto.

- Si, si- respondió,- ya te daremos más instrucciones, por ahora solo permanece alerta. En cuanto Garibaldi contacte con nosotros te avisaremos. Buena suerte Hombre de Hojalata.

- Eso, ¡Y saluda a Helena de mi parte!- añadió el otro.

No fue difícil encontrar a Ángela, sólo hubo que seguir la vorágine de rumores en la que se había convertido la luna después del ataque de Tesla. Ciertamente el tal Tesla no era del tipo de persona a la que le gusta pasar desapercibida, ni Ángela tampoco.

La entrada del zoco era un torbellino de rumores y cuchicheos. De repente todo el mundo era experto en la vida y milagros tanto de Peggy O'Brian como en la carrera militar y las preferéncias románticas del Capitán Cortez y permanecían enfrascados en sesudos debates sobre los pormenores de sus aventuras. Cómo una sombra que siempre había estado allí, Alpharius apareció de detrás de uno de los tenderetes (uno que vendía cacharros de bronce artesanales del Imperio de las tres lunas) y se acercó al grupo, tal y como habían quedado. Volvían a estar juntos.

Tras ver el vídeo... me giré hacia la nueva estrella de Luna Escarlata y sonreí. Intentando no soltar un par de carcajadas.

- Bueno, al menos parece que sabes divertirte. - Le guiñé un ojo. - Una lástima lo de las venéreas.

Y me volví hacia la mesa, concentrado por completo en un plato con unas florecitas tan vintage que me daban ganas de esconderlo bajo la camisa. Y porque si seguía mirando a Drake no iba a poder reprimir la risa. Porque aquella situación era tan absurda e hilarante que apenas podía pensar que fuese real. Esa chica debía de tener una enemiga poderosa...

Para intentar cortar un poco la atmósfera tensa, coloqué un cuchillo en su sitio. Que casi podía quedarse levitando sobre el ambiente que acababa de cargarse en la habitación. Miré a la cama, a Meyer. Me preguntaba si sería capaz de seguir haciéndose el dormido tras eso. Si no sonreía, es que realmente estaba inconsciente. Comenté como distraído.

- ¿Ponemos plato para el.... tuertopelota?

La pequeña mujer, que de pequeña no se la había visto subir las escaleras tras Drake, dejó que la muchacha sirviera los platos y como si realmente fuera ciega y sorda se acercó a pasos cortitos hasta la ventana donde, haciendo caso omiso del escandaloso mensaje supraliminal de Tesla, terminó cerrando los floreados visillos como si tal cosa. 

- Claro que sí cariño, folla, miente, engaña a los hombres... ¡que estás en la edad! -Respondió alegremente la mujer tomando asiento a la cabecera de la mesa. -Crank hijo, los codos fuera de la mesa. - Le reprendió colocándose la servilleta de trapo en el regazo. -

Ladeé la cabeza hacia las imágenes encantada.

-¡Toma ya! ¡¡Soy una estrella!- di unos cuantos saltitos mientras Derpy gorgeaba alrededor de los presentes- ¿has visto Derpy?- miré sobre el hombro unos instantes y asentí- hasta te han sacado a ti-aunque claro, ninguno de esos le había visto en el vídeo. - ¿qué te decía, yaya? Un cuerpo para el pecado, sí, sí -me palmeé en el culo despreocupadamente mientras servía parte del guiso- Hay que reconocer que Cerdi ha quedado muy bien después de la que le cayó encima, ¿verdad? Sí, casi no se le nota el ojo de cristal, aunque la dentadura completa no ha quedado tan chachi-comenté a Derpy que sobrevolaba la mesa- ya ya, una auténtica lástima.

Entonces algo que no era la voz de Derpy interrumpió nuestra conversación.

-Tranquilo, vaquero,¿has visto ese vídeo bien? Tan puta no debo de ser cuando me permito disparar a un hombre que se acerca a sobetearme-guiñé un ojo sirviéndome yo parte del guiso- y sobre lo de las venéreas... bueno, tuve una que debía irse con el tiempo pero Cerdi decidió que su ex-amado no podía pagar la educación de un crío de su actual querida y me curó de la venérea a golpes pero ya estoy sana como una manzana. Así que cuidado con él -señalé a Alandrian con la cabeza- si no quieres que te lo pegue a ti también.

Pestañeé un instante mirando a Derpy con la mirada desenfocada, cierto que él me había cuidado desde ese día, aparentemente no encontraba ninguna razón para que el pony bizqueante hubiera hecho su aparición tras la pérdida del niño pero no era idiota y podía recordar las palabras que había oído en la zona negativa.

-Ah, perdona, abuelita, no te he servido- saliendo de mis pequeños demonios internos sonreí de nuevo tan tranquila, volviendo a la máscara de inconsciencia que no tenía problema en poner, después de todo, las ilusiones eran lo mío- ¿así?

Retiré la olla para servir a Alandrian y a Pierre.

-Derpy, despierta al tuertop... ah, no, que no te oye, luego dirá que le matamos de hambre porque nadie le avisó de que era la hora de sentarse a la mesa.-puse los ojos en blanco y me acerqué a Meyer pateando el sofá- ARRIBA GANDUL.

Cumplido mi cometido (es decir, en el mismo instante en que el sofá tembló bajo las patadas) salí corriendo para regresar a la mesa coreada por un "uuuuuuh" de Derpy, sentándome cerca de la abuelita.

-Vamos, vamos, que os quedaréis en los huesos y así no -salís rentables- rendís.

Ayudé con los platos siguiendo las indicaciones de Crank, pues la verdad empezaba a pensar que tendría un lugar donde hacer algo de dinero antes de seguir con la idea de viaje que tuviera que llevar.

Según ponía la mesa subieron Drake y la Yaya por las mismas escaleras, pero esta vez con la comida, una olla de la que parecía ser guiso o algo comestible, lo que era de agradecer.

-Espero que esté de vicio ese arte culinario, porque me estoy muriendo de hambre -comenté con una sonrisa mientras me sentaba y esperaba esa comida. Tenía muchísima hambre y quería terminar con ello ahora mismo.

Pero entonces pusieron un video de una tipa hablando de Drake. Comencé a ver las diferentes escenas y empecé a reírme a mandíbula batiente, pateando el suelo y dando palmadas en la mesa- ¡ESO ES UNA MUJER DE VERDAD! -dije cuando salió la escena de Drake disparando porque sí a un tipo en la jeta- ¡DIGNA DE SER UNA HEMBRA ASGARDIANA! -grité mientras salía esta colocada y liándola parda.

En ese momento, Drake se dio una palmada en el culo y, entonces, vi eso mismo pero en otro lugar, siendo también Drake, pero muchos años antes. Abrí los ojos como platos mientras ella hablaba sobre no se qué de unas venéreas que yo la había pasado. Me levanté mientras ella se iba a patear el sofá donde estaba Meyer y, cuando volvía, la señalé- ¡TÚ! -grité- ¡YA ME ACUERDO DE TÍ! Bueno, no, me acuerdo de tu cuerpo más bien -tras lo que me senté y entrecerré los ojos un poco.

Aún no recordaba todo, era como si me faltaran cosas, pero me acordé de una noche que pasamos juntos y no pude evitar una sonrisa.

-Drake, tú si que sabes pegarte una fiesta, espero que nom haya imágenes de esas sobre mí, porque la verdad no me acuerdo ni una décima parte de los pedos que me engancho casi siempre -continué comiendo ese guiso- está buenísimo el guiso, ¿a cual tengo que felicitar?