El Centinela enarcó una ceja al ver el regalo.
—¡Oh! Ciertamente no tiene pinta de ser un vampiro. Si le habéis traído hasta aquí es porque tiene que ver con el caso… ¿Un despertado quizá? ¿Tuvisteis algún altercado con él?
Mientras examinaba al recién llegado, siguió contestando preguntas:
—Son las ocho de la mañana. Tenéis hasta las diez de la noche para dormir, prepararos y hacer lo que consideréis oportuno. El ritual será a medianoche, después de todo.
»Cuéntame más de esa casa, Arthur
La última petición de Killian fue lo único que logró despegar sus ojos del bibliotecario, el cual se encontraba extrañamente relajado, como si la mirada del centinela tuviese un efecto sedante.
—Killian, esto no es una armería. Puedo mover algunos hilos, pero dudo que "un par de granadas" en unas ruinas históricas ayuden a mantener la discreción que nos caracteriza. Veré que puedo conseguir, de todas formas.
Por su parte, Arthur O'Kellan no sintió ningún tipo de inconveniente a la hora de dar algo más de información acerca de aquella casa a aquel tipo a fin de cuentas, este ya le había dado bastantes dulces antes, por lo que para los estándares del grandullón, era una buena persona.
-Pues la casa... -Comenzó a contar tratar de hacer memoria al respecto- Tenía un tejado y ventanas, también tenía una puerta por la que entramos y dentro... había más puertas que daban a otras habitaciones, pero no habitaciones de cuartos, si no habitaciones de estancias... y en esas habitaciones había muebles, como sillas o sillones.
No parecía ser que Arthur O'Kellan fuera a ser de demasiada ayuda con todo aquello que estaba diciendo, al menos no a la hora de indicar exactamente el lugar de la casa o los misterios que esta podía tener, a fin de cuentas, el grandullón había descrito la gran mayoría de casas.
—Con él y con toda su panda. Servidores del Historiador, parece ser —respondió Muhly a la pregunta del Centinela.
Dicho lo cual, y tras escuchar que todavía tenían unas horas por delante, se dispuso a retirarse para ir hasta su casa y pegar una cabezada. Necesitaban descansar, o de lo contrario estarían demasiado débiles ante el desafío que tenían por delante y del cual Muhly todavía no tenía muy claro que pudieran solventar.
El muchacho estaba cansado y algo confuso. Desde la conversación con Lady Midnight que no paraba de darle vueltas a la cabeza acerca de cuál podría ser el regalo que hiciese que el Historiador decidiese soltar a la niña y permitir que esta rompiese el vínculo creado. El asunto de la canción sí le satisfacía respecto de Wilbur y Susan, pero aún necesitaba saber más acerca del Historiador para pensar en algo que pudiese funcionar.
—Bueno... la cuestión es, ¿está ya listo el amuleto que permita a Wilbur y Susan hablar sin esa asquerosa maldición? Porque esta noche nos lo jugamos todo a una carta y si no sabemos quién es el Historiador y qué papel jugó con respecto a la niña no podremos hacer nada. Tal vez ellos le conocían o... no sé... nos podrán orientar. Porque ahora mismo estamos a ciegas... por no decir que apenas sabemos nada de Madame Colette y lo que ella pretende.
Quizá era el cansancio, pero el músico se mostraba impaciente. Agarraba la funda de su violín con fuerza como si aquel estuche fuese una tabla de salvación. Sin duda necesitaba dormir. Todos lo necesitaban.
—¿El historiador? Me parece que voy a necesitar que alguien me cuente todo con pelos y señales cuando hayáis descansado. Caramba, normalmente suelo estar acostumbrado a enterarme de todo y ahora me siento un poco tonto. Una sensación muy refrescante, en realidad. Respecto al sortilegio: está listo. No ha sido nada fácil.
El centinela le entregó a Chénier un par de anillos de Claddagh de plata. El interior de los mismos estaban grabados con numerosos e intrincados glifos y en ambos corazones había engarzada una esmeralda.
—Fue la propia Diana la que sugirió la forma. Necesitaba que el sortilegio tuviese una forma relacionada con los afectados y un símbolo de amor, amistad y lealtad puede ser perfecto. Aunque me temo que la magia de Madame Colette sea demasiado fuerte y ambos anillos terminen destruidos tras intentar contener la maldición. Calculo que tendréis una hora para hacer todas las preguntas que queráis antes de que eso suceda.
En cuanto a Arthur O'Kellan este siguió pensando en qué más cosas tenía la casa, ya había hablado por encima de los muebles por lo que ahora se centraba en matizar los otros detalles, es decir, que tipo de muebles tenían, que colores había en ellos, para que servían... cuando algo llamó su atención.
-Enhorabuena. -Comentó dandole una buena palmada en la espalda a Louis Chénier- No sabía que estabais emparejados pero me alegro mucho por vosotros. ¡Espero que seais muy felices!.
En efecto, una de las pocas cosas que Arthur O'Kellan sabía y conocía eran los Anillos de Claddagh, así como el significado que estos tenían aunque... en este caso la situación no fuera exactamente la que tendría que ser para la entrega de aquel tipo de anillos...
Killian rió corto ante el comentario del Centinela.
-Sé que no es una armería, pero estoy seguro de que podrás mover lo necesario para que tengamos un poco más de potencia de fuego. Y con que sean de humo ya sería suficiente- dijo y miró a sus compañeros -¿Alguno sabe manejar armas así?-
Lo dudaba sinceramente. Si hubiera al menos uno, ya le sería una sorpresa. Diana seguramente que sabía hacerlo, y muy bien. Muy pocas veces fue contratado para operaciones así, tan frontales, por lo que no es que tenía mucha experiencia en el tema, y habían sido más por casualidad que por deseo. Pero le había gustado manejarlas. Especialmente la vez que usó una visión nocturna para un mafioso del norte. La historia era larga, pero la síntesis era que por haber estado husmeando donde no tenía que hacerlo, tuvo que pagar por su vida con ese trabajo.
Cuando el centinela le dio los anillos al muchacho, Killian sonrió. Él mismo había entregado uno. Había sido en otra vida prácticamente. En su familia se habían entregado varios de esos, ya que era una tradición que mantenían desde su tierra natal. Soltó una risa cuando su primo pensó que Louis era el que se comprometía... ¿con el Centinela?
-No, primo, serán para el leoncito y su querida- dijo, teniendo que refregarse los ojos del cansancio -Hagamos eso y vayamos a descansar, que tendremos una noche agitada-
—Granadas de humo… —contestó, pensativo—. Veré qué puedo hacer, pero recordad que son unas ruinas históricas y que nuestra misión es pasar desapercibidos entre los mundanos. Puedo tapar ciertos desastres, pero todo tiene un límite. Diana se reunirá con ustedes en cuanto termine mi encargo.
El centinela parecía algo preocupado, especialmente al ver que nadie le facilitaba una explicación respecto a los sucesos recientes. La ignorancia resultaba insoportable para alguien acostumbrado a tener el control y cuyo trabajo dependía de tener ojos y oídos en todas partes.
La sala VIP se llenó de pronto del aroma a café recién hecho al tiempo que una figura familiar aparecía entre las sombras, ofreciéndole un cuenco de crema al Centinela.
—Yo me ocuparé de las explicaciones, querido Centinela —dijo Miss Midnight—. Y tampoco debe preocuparse de ningún escándalo. Los Carontes nos encargaremos de mantener a los mundanos en la inopia mientras rescatan a la niña.
A pesar de conocerle desde hace cierto tiempo, los investigadores jamás habían visto a Zack Wolfskin tan perplejo.
Motivo: Granadas de humo
Tirada: 1d3
Resultado: 2 [2]
Para el arsenal que os conseguirá el Centinela podéis elegir, cada uno, 1d3 armas (cuerpo a cuerpo o de fuego) de la lista, sin que ninguna de ellas exceda los 700$ (vamos, nada más caro que un revólver de gran calibre).
Como equipo general obtendréis también un botiquín (equipación médica básica), tres chalecos antibalas y dos granadas de humo.
Podéis reaccionar a este último post. Entre mañana y pasado iré abriendo la nueva escena para que vayáis redactando cómo pasáis vuestro tiempo de descanso y vuestros rituales para recuperar puntos de poder.
Por su parte Arthur O'Kellan estaba un poco triste de que el centinela y su nuevo amigo no pudieran comprometerse y casarse, con lo que a Arthur le gustaban las bodas... Y eso que era siempre el primero en llorar en ellas.
-Yo... No se que pedir. -Dijo con sinceridad dejando la responsabilidad de pedir por el al resto del grupo- Si necesitáis algo podéis pedir de mi parte también.
Motivo: Equipo
Tirada: 1d3
Resultado: 3 [3]
3
Muhly rechazó las armas que el Centinela les brindaba, desdeñaba el uso de tales pues demasiadas muertes habían ocurrido en el barrio por culpa de las armas. Muertes inocentes y muertes de pandillero, que no serán sino chavales engañados que creían que los colores de una bandana y un arma les daba poder sobre los demás. Demasiados disparos en los desfiles, familias y niñas afectadas por esa lacra. No, él no tomaría ningún arma, los espíritus le guiarían y le protegerían de ser necesario. Lo que sí que tomó fue un botiquín de primeros auxilios, por si las cosas se torcían demasiado y los espíritus no tenían a bien estar con ellos ese día.