Partida Rol por web

Vieja ciudad: Leyendas Urbanas

Epílogo: Las Máscaras

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04/02/2025, 20:02
Narrador

Tras unos días ociosos, al fin llegó al ansiada citación del Centinela. Los investigadores se personaron en el pub a la hora acordada, donde fueron guiados hasta la sala sala Laveau, donde les esperaba una gran fuente de chocolate fundido y bandejas llenas de gominolas y dulces varios.

Sobre la barra encontraron también un bourbon con soda, un sazerak y un gin tonic servido junto a un sandwich. Detrás, como de costumbre, estaba Zack Wolfskin lavando vasos. Diana ya se les había adelantado. Entre sus manos sostenía un zumo de piña.

Aquella sala VIP tenía algo distinto. Por algún motivo resultaba mucho más acogedora que antes. Hasta los taburetes frente a la barra invitaban a hundirse en ellos. El propio Zack había levantado levemente su hechizo de glamour y podían ver sus orejas puntiagudas si le miraban de reojo, además de una capa de vello castaña que le creía por el cuello.

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05/02/2025, 00:48
Zack Wolfskin

¡Bienvenidos de nuevo! —les saludó efusivamente—. Os debo una disculpa, ya que os había prometido una recompensa por vuestros esfuerzos y apenas he tenido tiempo de reunirme con nadie cuando deberíais haber sido la prioridad. No sabéis lo que ha costado organizar todo el asunto de la nueva facción y lograr que todos se pusiesen de acuerdo. Y creo que no soy el único que os debe dar las gracias.

Señaló con la cabeza a uno de los sillones. Hasta entonces, habrían jurado que aquel sillón de orejas estaba completamente vacío. En su lugar había una hermosa mujer afroamericana totalmente engalanada con elegante vestido morado con un sombrero de ala ancha a juego, este último adornado con plumas verdes de un ave que no habían visto jamás.

Os presento a Madame Colette.

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05/02/2025, 14:20
Arthur O'Kellan

El tiempo que tardaron en llegar a este punto a Arthur O'Kellan se le pasó volando, aunque al principio era verdad que lo pasó un poco más, pues quería reclamar las chuches del premio pero, su mente siempre en el aire, se distajo rápido con cualquier cosa que pasaba en su día a día... al menos hasta hoy.

-Hola, Madame Colette. -Dijo Arthur O'Kellan saludando con la mano de modo un tanto panfilon- Yo soy Arthur y ellos son mis amigos.

Algo dentro de Arthur decía que conocía de algo a Madame Colette... pero eso tampoco le importaba demasiado pues rápidamente este grandullón se giró hacia el Centinela y extendio sus manos en pose de bol a la espera de la ansiada recompensa que ahora se le hubo acordado.

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05/02/2025, 17:42
Louis Chénier

Chénier le dio muchas vueltas a la cabeza aquellos días. A pesar de su ociosidad no se le vio de noche ni de madrugada por los antros de la Calle Bourbon, tocando y bebiendo, siempre metido en sus propios pensamientos. Aquella ciudad ahora parecía tener otra faz o, dicho de otro modo, aquella ciudad ahora le parecía que había perdido su máscara y había podido ver su verdadero rostro. Una comunidad tan nutrida no era exactamente lo que el joven músico deseaba. Siempre se había rodeado de humanos y, en cierto modo, su presencia constante en los locales de jazz estaban dirigidos precisamente a eso. A compartir con ellos la música y ver cómo a estos les sublimaba igual que lo hacía con su corazón. Pero ahora, era como si fuese a dónde fuese en toda aquella ciudad solo podría pensar en que un ser sobrenatural estaría aquí o allá. Magos, vampiros y demás... demasiados.

Por otro lado, el chico tenía asuntos pendientes que había pospuesto durante mucho tiempo. Décadas, realmente... más de un siglo. Debía volver al viejo continente y confrontar sus propias responsabilidades. Y si eso le llevaba a regresar a su Corte estival que así fuese. Echaría de menos a los humanos. ¿A todos? En cierto sentido sí. Pero doscientos años de deambular por el mundo parecían merecedores de unas largas vacaciones.

Así, aquellos días aprovechó para guardar sus cosas en un gran baúl. Abandonó aquel piano en su ático y avisó al casero que podría hacer con él lo que quisiera. Empacó su violín y dejó todo listo para marcharse de regreso a París conforme terminase la reunión con el Centinela.

Quizá pasase algunos meses antes por Londres... o Berlín... ¿quién sabe? Quizá su regreso aún podía estirarse un poco más.

Encantado. —saludó tímidamente a aquella elegante y misteriosa mujer.

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11/02/2025, 19:46
Killian Brown

A Killian se lo había visto rondando las ruinas, especialmente acompañando a los Carontes. Aunque siendo precisos, a una de ellas: Miss Midnight. No se sabía a ciencia cierta si era que uno acompañaba al otro, o qué, pero lo concreto estaba a la vista. Además, el investigador prefería mantenerse cerca de la situación, por si obtenía algo más de información, que eso siempre cotizaba de alguna manera.

Había logrado quedarse con el armamento, a raíz de todo el caos que se desató a nivel territorial, burocrático y organizativo. Aprovechó la oportunidad, y siempre venía bien saber que uno podía contar con más potencia de fuego si llegaba a necesitarlo.

Cuando recibió la convocatoria de Wolfskin, supuso que sería para hacer la devolución correspondiente, pero por suerte se había equivocado. Era para el pago de sus servicios. Por lo que, cuando se encontró frente a la barra una vez más, saludó a cada uno de los integrantes de ese variopinto grupo, que desde que había caído el telón sobre el escenario, no se había vuelto a cruzar por una u otra razón.

Ante las bebidas ya preparadas, el irlandés dudó un momento cuál elegir. Parecía que los quería agasajar particularmente, por lo que tomó el gin tonic y el sandwich con mucho gusto. Le intrigaba cuál tomaría el muchacho, y cuál Muhly, ya que para Arthur no cabía duda alguna.

Ahora bien, si algo distaba de la realidad, era lo que se había imaginado como apariencia de Madame Colette. No sabía bien por qué, pero se la hubiera imaginado vieja, achacada incluso. Pero nada de eso...

—Un verdadero gusto conocerla personalmente, Madame —dijo, sentándose en el sillón más cercano a la mujer, para luego mirar al Centinela —¿Qué nos convoca a todos los presentes? —preguntó con fingida solemnidad.

Notas de juego

Qué bronca cuando se borra un posteo cuando uno lo está por terminar ¬¬

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13/02/2025, 23:58
Theodore "Muhly" Boudreaux

Durante aquellos días previos, Muhly se mantuvo ocupado. No era hombre de quedarse ocioso demasiado tiempo, y menos con la tensión flotando en el aire como una tormenta a punto de estallar. Al anochecer, se reunía con su tribu de Black Indians en su habitual local de ensayo lejos de miradas curiosas. Ensayaban los bailes con disciplina férrea, los tambores resonaban en su pecho como el latido de la propia ciudad, y las voces se alzaban en cánticos que llevaban siglos cruzando generaciones. Cada movimiento, cada ritmo, era un susurro a los espíritus, un diálogo con los ancestros que velaban por ellos.  

Cuando el Centinela les convocó, acudió esperando que Wolfskin tuviera alguna propuesta que beneficiara a su comunidad, que que la recompensa que el viejo esperaba del Centinela era, precisamente, que intercediera para calmar las cosas con la policía, que cada cierto tiempo reventaba los locales de ensayo o se pasaba por el Tremé a joder a sus tranquilos ciudadanos. 

Muhly echó un vistazo a la sala, notando el cambio en el ambiente. Su mirada se posó brevemente en la fuente de chocolate y las bandejas de dulces, pero pronto se centró en Zack y en la figura que hasta hacía un momento parecía no estar allí. Se acomodó con calma en uno de los taburetes, dejando escapar una ligera risa ronca antes de hablar:

Bueno, ya iba a pensar que nos tenías olvidados. Pero si la demora ha sido por apaciguar a toda esa jauría de egos, supongo que te lo perdonaremos… por esta vez.

Ladeó la cabeza al notar la presencia de Madame Colette y, tras unos segundos de silencio, inclinó levemente la cabeza en un gesto de respeto.

Madame Colette… si su entrada es tan sutil como su elegancia, imagino que deberíamos sentirnos honrados —se llevó la mano al pecho y sonrió con complicidad. Muhly, viejo zorro.

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15/02/2025, 15:39
Madame Colette

Madame Colette ni se inmutó con las zalamerías de Muhly. Al levantarse, lo hizo con un desdén exagerado, como si quisiese dar a entender que estaba allí reunida muy a su pesar.

El duende doméstico está en lo cierto —dijo, casi rechinando los dientes—. Sí, debo daros las gracias. Yo misma habría reventado desde dentro a ese maldito conserje si su vínculo con el espectro no le hiciese invulnerable a la magia. Hay que ver la de tecnicismos que puede provocar la mentalidad infantil, ¿verdad? Hombre de hojalata… ¡Menuda estupidez!

El Centinela la reprobó con la mirada y Colette, al percatarse, resopló como lo habría hecho una niña consentida.

Está bien, está bien. El duende y yo os debemos un favor cada uno por haber liberado al espectro. Se me hizo saber que me habíais librado del chantaje del conserje, así que pedid por esas bocas. Tú, viejo chocho. Querías un mayor reconocimiento para tu grupete, ¿no es así? Venga, que no tengo todo el día.

Wolfskin se limitó a encogerse de hombros y suspirar.

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17/02/2025, 20:55
Theodore "Muhly" Boudreaux

Muhly dejó escapar una carcajada grave, sincera, como si Madame Colette le hubiese contado un chiste en lugar de tratar de apurarlo. Se inclinó levemente hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas y entrelazando los dedos con calma.  

Viejo chocho... —repitió con una sonrisa pícara, como si le gustara cómo sonaba en su boca—. Eres una mujer con carácter, eso me gusta. Pero el reconocimiento no es algo que se pueda regalar, madamme. El respeto se gana. Y mi gente ya lo ha ganado de sobra.  

Su sonrisa se desdibujó apenas un poco cuando su voz se volvió más seria.  

Lo que quiero es simple. Quiero que uses esas influencias tuyas para que la policía deje en paz a los indios. Que no nos paren, que no nos hostiguen cuando nos reunimos, que no nos persigan cada Mardi Gras como si fuéramos delincuentes. No necesitamos favores. No queremos regalos. Solo que nos dejen en paz para seguir haciendo lo nuestro.  

Se reclinó de nuevo en su asiento y volvió a sonreír, ladeando la cabeza mientras la miraba.  

Eso, o puedes darme tu número y me encargo yo mismo de convencerte, aunque me da que te gustan los retos más difíciles.

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23/02/2025, 14:14
Arthur O'Kellan

La idea de pedir un favor como método de pago hizo que Arthur O'Kellan dudara un poco en qué era lo que quería pedir, por un lado quería comer más golosinas pero algo dentro de él le decía que es algo que simplemente podía pedir al Guardián por lo que más valia no perder esta oportunidad para algo más grande, algo más valioso...

-Yo quiero... -Comentó dudando un poco...- ¡Poder entender y hacer feliz a todos los niños!. Me gustaría que los niños dejen de tener miedo y puedan verme como alguien fuerte que puede enfrentarse contra los malos que les hacen daño... yo... -El grandullón apartó la mirada, ligeramente avergonzado- Quiero poder ser un héroe para los chiquitines...

En efecto, lo que había ocurrido con su "Toto-idad" y el sentimiento de impotencia que sintio al no saber que hacer con la pequeña niña afligida, lo habian marcado lo suficiente para que ese fuera su deseo.

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27/02/2025, 18:14
Madame Colette

¿Eso es todo? Cariño, no tengo encantamientos tan duraderos como para hacerte más encantador con los niños— dijo, dirigiéndose a Arthur—. Pero puedo conseguirte trabajo para animar a niños enfermos en hospitales. Cobrarías bastante más que con las peleas clandestinas. Puede que el disfraz de Spiderman no te entre, pero el de Hulk…

De nuevo, miró a Muhly de arriba a abajo sin disimular su mueca de desdén.

Puedo regalarte ambas cosas, pero soy una mujer ocupada y de gustos caros. Respecto a lo otro… a partir de ahora tu pandilla de emplumados recibirá la protección de Madame Colette. Si a algún agente de medio pelo se le ocurre poneros siquiera una simple multa, terminará vomitando cucarachas una semana.

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28/02/2025, 11:06
Killian Brown

Killian se había mantenido en silencio, sopesando las palabras de todos. Muhly lo tenía claro desde el principio de los tiempos, y era algo valorable. Había entrado con un foco claro, y ahora se retiraba con eso obtenido. Admirable.

Arthur... bueno, era Arthur. No le sorprendió tanto la decisión, y hasta la posibilidad de retirarse de las peleas clandestinas. Era un mejor futuro para ese corazón sensible. Lo lamentaría, porque había ganado mucho dinero con su primo, pero sabía que era lo mejor para él. Y hasta podría ser un verdadero superhéroe de tanto en tanto.

De Louis no tenía claro qué esperar. Ya algo se había enterado el detective, con respecto a su viaje a la tierra de los perfumes y la pastelería decapitadora.

Diana seguramente con un saco nuevo se contentaría, aunque esperaba que no fuera eso. Le interesaría trabajar alguna vez con ella, ya que un hombre de negro siempre era bienvenido en su negocio. ¿Estaba dispuesto Killian a asociarse?

Pero eventualmente, le tocaría a él. ¿Qué pediría como recompensa? Sabía que él había entrado por el dinero, normalmente era así, pero esta vez, dudaba. Killian Brown dudaba de qué paga recibir. Sonrió ante la respuesta de Madame Colette.

—Madame... veo que tiene desde contactos, hasta maldiciones para repartir —dijo el investigador, enderezándose un poco —Pero lo que tengo para preguntar es algo que tal vez exceda su poder o atente contra toda posibilidad... —dudó un momento.

¿Era acertado? ¿No se estaba apresurando? Miró de reojo a Arthur. Él seguía esos sentimientos tan puros que tenía, y aquí estaba. Es cierto que con ayuda de todos los demás, pero aquí estaba. ¿Cuánto era ayuda de los demás y cuánto creación del propio gigantón? Tomó su gin tonic de un trago, ya que había terminado el sandwich hacía rato.

—¿Qué posibilidad hay de que pueda acceder al mundo fantasmal sin morir? —notó que su pregunta era extraña, por lo menos —No quiero convertirme en uno, pero sí me gustaría acceder a ese mundo, aunque fuera temporalmente —agregó —O tal vez sacar de allí a alguien... — eso podía ser aún más peligroso...

Sí, Miss Midnight había calado más hondo de lo que hubiera esperado cualquiera allí. Incluso el mismísimo irlandés, acostumbrado a mujeres y borracheras.

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05/03/2025, 10:52
Louis Chénier

Chénier se limitaba a escuchar. Valoraba que aquella exótica mujer quisiera hacerle un regalo... uno a cada uno como el verdadero mago. Solo que aquí no parecía que el premio pudiesen ser placebos como los que el personaje que daba nombre a la novela otorgaba a los acompañantes de Dorothy. No. Madame Colette era una persona muy poderosa. Tanto que la duda de por qué el Centinela y ella en coalición no habían podido manejar las pretensiones del Historiador. Resultaba chocante y abría un sinnúmero de dudas más que razonables.

Pero aquel ya no era momento de suspicacias. De hecho, el muchacho sentía que aquella vertiente suya desconfiada que se había ido fraguando a lo largo de muchos años no le correspondía. Que era algo que había arrastrado después de deambular por el mundo. Desconfiaba de las personas. Incluso de aquellas que en principio estaban a su alrededor para ayudarle. ¿De dónde venía esa desconfianza? O incluso mucho más apremiante, ¿cómo podía deshacerse de ella? ¿Realmente quería regresar a la Corte del verano y dejar atrás aquel mundo caótico? El mundo de los humanos aún guardaba extrañas formas de belleza que atraían a Chénier como una polilla a la luz. Podía quemarse, claro... pero lo otro era vivir en la complacencia del mundo de las hadas. Siempre hermoso, siempre impertérrito... siempre igual. Al joven feer le sublimaba ese caos de los humanos y, por mucho que lo había mencionado, la realidad es que no estaba preparado para despedirse definitivamente.

¿Podría olvidarse de mi? Él... —mencionó en voz alta con la mirada perdida, como tratando de visualizar las consecuencias de que se le pudiese cumplir el deseo. A pesar de lo críptico de su petición quería creer que aquella bruja sabría a quién se refería. Y sopena que se trataba también de un mago y la dificultad de aquella petición parecía importante. Poder moverse por el mundo libremente. Sin pensar que él le seguía los pasos. Sin sentir que huía siempre de alguien de quien, en definitiva, no podría escapar. Resultaba demasiado atractivo como para no intentarlo.

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05/03/2025, 11:48
Arthur O'Kellan

Para Arthur O'Kellan cualquier cosa que le acercara a dar cierta felicidad y paz a los niños le agradaba, por lo que aceptaría sin dudar aquel trato, a fin de cuentas, tampoco es que el grandullón fuera alguien que pensara demasiado las cosas, si es que siquiera decidiera pensar en ellas.

-¿Hulk? -Preguntó un tanto confundido - Supongo que es como hacer de Toto de nuevo... ¡Pero esta vez lo haré mejor!. Todo lo que sea con tal de ayudar a los pequeñines que están tristes.

Estaba claro que eso de pedir no era algo que se le daba bien a Arthur O'Kellan pero tampoco importaba, el era feliz pudiendo ayudar a la gente y en particular a los más desfavorecidos en esta sociedad actual. Que cobrara más o menos tampoco le importaba. Lo único importante para el, era aliviar el dolor de los más pequeños.

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06/03/2025, 12:24
Madame Colette

Madame Colette enarcó una ceja ante la inusual petición del detective.

¿Devolverle la vida a alguien que ha muerto? Existen métodos para ello, pero ninguno recomendable. Si lo que quieres es contactar con algún fantasma, te basta con aprender a realizar una proyección astral. Es como ese truco que usan los fantasmas para volverse tangibles, pero al revés. Eso te lo puedo enseñar.

Sin embargo, fue la petición de Chénier la que tomó más por sorpresa a la mambo. El propio Centinela dejó de pasar una bayeta húmeda por la barra para prestar atención.

¿Quieres que rompa un pacto feérico? ¿Sabes lo que ocurrirá si intervengo, verdad? Lo que me pides es complicado… pero factible. Puedo encargarme. He oído que está en la ciudad y te está buscando, así que será fácil localizarle. Tienes suerte de que os deba un favor. Eso sí, debes saber que no me hago responsable de las consecuencias.

Por primera vez, la mirada que le dedicó Madame Colette a Wolfskin no fue de desdén, sino de genuino interés y preocupación. Los fae estaban atados de forma sobrenatural a las promesas y los pactos. Era una de las razones por las cuales no pueden mentir tan abiertamente como cualquier otra criatura. Aquella petición podía acarrear consecuencias inesperadas en Chénier.

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06/03/2025, 21:16
Louis Chénier

Cumplí mi promesa... lo hice durante doscientos años. —replicó el chico visiblemente agitado. Y es que al saber que él estaba en la ciudad y que le estaba buscando una importante zozobra le encogió el corazón. Debía partir de inmediato. Tanto si se conseguía romper el pacto como si no. ¿Acaso aquellas viejas promesas no tenían caducidad? ¿Acaso ligaban a un hada a alguien para siempre? Para siempre es demasiado tiempo... sobre todo para pasarlo con alguien controlador y narcisista.

Tengo... tengo que irme. Verbalizó casi con la voz rota. Irme de Nueva Orleans. Bien lejos. A algún lado que él no se espere. 

Miró en derredor como si debiera alguna explicación a los allí presentes, pero sobre todo a Madame Colette. Ella podía ayudarle, pero debía entender la situación.

Yo... yo le inspiré. Le traje belleza a su vida. Música. Arte. Pero ahora a su lado me consumo. Lo siento en el fondo de mi pecho. Si continúo a su lado acabaré languideciendo y marchitándome. Lo sé. Tienes que ayudarme.

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11/03/2025, 03:25
Killian Brown

Killian no estaba seguro de si Madame Colette le había comprendido... pero es que tampoco él lo tenía muy claro. ¿Sería eso? Sólo esperaba que sí, porque si llegaba a ser alguna otra idiotez, se frustraría mucho.

—No, devolverle la vida no... —sonaba a que podía salir todo mal —De acuerdo... si es eso —dijo no muy convencido... pero se interrumpió al escuchar al joven músico.

Chénier parecía estar en apuros. Y de los buenos. El rostro de Killian se afinó, como si olfateara un enemigo.

—Louis, si necesitas ayuda, puedes contar con nosotros... después de todo, arriesgamos el pellejo todos allí afuera —se ofreció, dudando de si aceptaría.

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20/03/2025, 12:10
Madame Colette

Madame Colette frunció el ceño ante la falta de convencimiento de Killian, pero fue Chénier quien terminó robando toda su atención.

¿Qué puedo decirte que no sepas? Eres mucho más antiguo que casi todos en esta sala, exceptuando quizá al duende peludo al que llamáis Centinela —Wolfskin carraspeó molesto ante las palabras de la mambo—. Pero si lo que quieres es librarte de ese pelmazo, tengo otros medios. Eso sí, abstente de hacer preguntas o se considerará que has roto el pacto. Si alguien pregunta, tú me has pedido ayuda con un acosador.

Te recuerdo que hablamos de un mago muy poderoso, madame —terció el Centinela.

No oses subestimarme, orejas puntiagudas. Respecto a lo tuyo, detective, creo que no he entendido bien tu petición. No existe un «mundo fantasmal» a menos que te refieras al Más Allá o el Sueño*. Por lo general, a menos que seas un fae o seas capaz de trascender, lo más parecido que existe para los habitantes de la vigilia (nuestro querido mundo terrenal) es entrar en la Duermevela**. Hay quien lo llama «Entre bambalinas». Para eso no me necesitas, pues tu amigo el viejales emplumado lo hace constantemente para hablar con sus espíritus guía. Él puede enseñarte a entrar, salir o sacar a alguien. La Ectomancia*** es un poder que podéis aprender los sacos de pulgas como tu primo y tú. Con paciencia y un maestro adecuado deberías ser capaz de sacarte las castañas del fuego en ese aspecto. Quizá deberíais pasar más tiempo con los tuyos. Hay más «irlandeses» como vosotros en Nueva Orleáns, ¿sabéis? Entre los Wendigo de los pantanos hay excelentes chamanes y espiritistas.

Tomó un sorbo de un martini que salió de la nada antes de continuar.

Así que puedes gastar tu deseo en otra cosa, anda. Salvo que haya algo que no me estés contando. Soy mambo, no telépata, cielo.

 

Notas de juego

*:

El Sueño —o Umbra— es el reflejo de la vigilia, conformado por el inconsciente colectivo. Todo lo que fue soñado, cada cuento o leyenda, cobra vida en el sueño. Algunos lo llaman "El más allá", el "Alén", Tír na nÓg". Un mundo compuesto de muchos. Universos entrelazados. Algunos mundanos logran "despertar" y aprenden a controlar poderes provinientes del sueño. Lo que algunos llaman: magos.

**:

El Velo. Un lugar etéreo que algunos durmientes llaman Duermevela o entre bambalinas. Algunos teóricos afirman que el velo no es más que otra parte del sueño. Otros dicen que es una puerta que separa ambas realidades. Sea como fuere, ha servido desde tiempos inmemoriales para que los sueños cobre vida y vaguen por la vigilia. Existen ánimas que logran extraer poder de este reino e incluso llegan a moverse con libertad por él.

***:

ECTOMANCIA - Magos, Fantasmas y Hombres lobo
Conocimientos necesarios para entablar contacto con distintos espíritus. Los usuarios más avezados en este arte son capaces de traer pequeñas porciones del más allá a nuestro mundo, pudiendo alterar su física a placer.

VISIONES DEL MÁS ALLÁ
El objetivo realiza una tirada de Instintos (SAB) con CD 11+ (14+ si la F. Mág. del lanzador es d8 o superior); si no la supera, el objetivo recibe daño mental por las visiones que le has provocado acerca de sus mayores temores por el más allá.
Coste: 1 POD.

ATRACCION ESPIRITUAL
Estableces un entorno seguro para que los espíritus se manifiesten, haciendo posible que se comuniquen contigo. Coste: 2 POD

Esta información la tenéis en Creación de Personaje y en Ambientación.

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24/03/2025, 01:18
Arthur O'Kellan

Arthur O'Kellan apenas prestaba atención a la conversación que se desarrollaba a su alrededor. Mientras los demás discutían sobre asuntos que, sin duda, eran importantes, él se dedicaba a una tarea mucho más placentera: saborear cada una de las gominolas que tenía en su enorme mano. Su expresión era la de alguien completamente ajeno al mundo, como si el debate no existiera y todo lo que importara fuera el dulce estallido de sabores en su boca.

Cada gominola era una pequeña aventura. Probó una de fresa y sonrió satisfecho, luego una de mora azul que le hizo fruncir el ceño antes de asentir con aprobación. Tomó un puñado entero y dejó que los colores se mezclaran, disfrutando de la explosión de dulzura sin preocuparse por las miradas que le dirigían algunos de los presentes.

Para Arthur, la vida era sencilla: disfrutar de las pequeñas cosas y no complicarse con problemas que, tarde o temprano, se resolverían solos. No entendía por qué la gente se preocupaba tanto cuando un buen dulce podía arreglar cualquier día malo. Ajeno a cualquier tensión en la sala, se inclinó sobre la mesa y, con la misma tranquilidad de siempre, extendió la bolsa de gominolas hacia el grupo.

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15/04/2025, 09:44
Theodore "Muhly" Boudreaux

Cuando todo hubo acabado y las luces del club se fueron apagando poco a poco, Muhly no esperó a que nadie lo despidiera. No le gustaban las despedidas largas, y menos si implicaban lágrimas o promesas vacías. Caminó hasta la puerta con paso lento pero firme, las palmas marcando un ritmo constante sobre sus propias piernas mientras caminaba.

Antes de salir, se giró por última vez hacia los presentes. Los miró uno a uno con ese brillo cálido y profundo que siempre tuvo en la mirada y hizo un gesto, como si se llevara la mano a un sombrero que no tenía, para despedirse. Y entonces, sin música de fondo, sin necesidad de acompañamiento, empezó a cantar con voz ronca pero afinada, como si estuviera entonando una oración antigua:

Look at my king all dressed in red
I-KO, I-KO, an-nay.
I bet you five dollars he'll kill you dead
Jock-a-mo feena nay

My flag boy and your flag boy
Sitting by the fire
My flag boy says to your flag boy
i'm gonna set your flag on fire

Tarareando aquella melodía la puerta se cerró tras él. Fuera lo esperaba la noche, la calle y tal vez el espíritu de alguien que sabía cómo marcar el segundo compás de un tambor. Y el viejo desapareció en la noche como un espíritu más de Nueva Orleans. El eco de su canto quedó suspendido, como una bendición para quienes aún tenían camino por andar. 

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21/04/2025, 18:57
Narrador

Chénier no se atrevió a contestar, pero eso no evitó que Madame Colette esbozase una sonrisa. Los fae no debían romper sus pactos. Una promesa incumplida podía conllevar un castigo terrible, incluso la muerte. Aquel maldito mago sabía cómo redactar contratos. Sin embargo, no era nada que la reina del submundo de Nueva Orleáns no pudiese solucionar, aunque ello implicase consecuencias tan ominosas como desconocidas. El no tan joven músico estaba dispuesto a asumirlas. Era mejor eso que volver a caer en las garras del pasado.

El pasado, sin embargo, era algo que Killian estaba dispuesto a visitar. De forma algo más literal. Tenía la opción de estrechar lazos con la comunidad licántropa del sur de Estados Unidos o pedirle una tutoría a Muhly. Sea como fuere, aprendería a romper las barreras de un amor aparentemente imposible que se había forjado entre la vida y la muerte. Miss Midnight estaría allí para acompañarle.

Arthur desapareció también entre las calles de Nueva Orleáns con un nuevo trabajo bajo el brazo. Uno que lo acercaría más a los niños para convertirle en un héroe y no en un brutal luchador. Cientos de niños enfermos de la sección de oncología infantil del Saint Jude esperarían ansiosos al gigantón amable, disfrazado de algún personaje de cómic. Hasta los médicos le prometerían un surtido casi ilimitado de golosinas y un buen seguro dental.

De Diana apenas supieron nada, aunque eso era algo normal. Los hombres de negro no pertenecían a ningún bando y preferían moverse en el anonimato. Su mayor virtud era ser tan anodinos que podían mezclarse perfectamente entre los mundanos. Quizá recibirían algún mensaje para indicar que estaba bien y se acordaba de ellos. Un link a un vídeo de gatitos, un meme tan viejo que hasta Muhly le encontraba la gracia, una receta de un bizcocho de plátano…

Muhly regresó con su pequeña banda. En los días venideros no tardarían en notar que la policía los detenía mucho menos y hasta les saludaban con cierta reverencia. Poco a poco, los Black Indians de Theodore Boudreaux comenzaron a convertirse en un pilar respetado de la comunidad, obteniendo los elogios que merecían. Algunos de los miembros más jóvenes, tanto afroamericanos como nativos y latinos, de la nueva facción de magos se apuntaron como voluntarios para ayudar con el vestuario y los instrumentos.

Cierto día, un hombre joven y europeo se acercó al local en el que solían ensayar Muhly y su grupo. Preguntó por un joven que coincidía con la descripción de Chénier.

Y así, los días pasaron tranquilos sin apenas noticias del Centinela o las facciones del submundo. Apenas podían imaginar lo que se avecinaba entre bambalinas.

FIN DE LA AVENTURA