Partida Rol por web

Vieja ciudad: Leyendas Urbanas

Epílogo: Las Máscaras

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21/04/2025, 18:57
Narrador

Chénier no se atrevió a contestar, pero eso no evitó que Madame Colette esbozase una sonrisa. Los fae no debían romper sus pactos. Una promesa incumplida podía conllevar un castigo terrible, incluso la muerte. Aquel maldito mago sabía cómo redactar contratos. Sin embargo, no era nada que la reina del submundo de Nueva Orleáns no pudiese solucionar, aunque ello implicase consecuencias tan ominosas como desconocidas. El no tan joven músico estaba dispuesto a asumirlas. Era mejor eso que volver a caer en las garras del pasado.

El pasado, sin embargo, era algo que Killian estaba dispuesto a visitar. De forma algo más literal. Tenía la opción de estrechar lazos con la comunidad licántropa del sur de Estados Unidos o pedirle una tutoría a Muhly. Sea como fuere, aprendería a romper las barreras de un amor aparentemente imposible que se había forjado entre la vida y la muerte. Miss Midnight estaría allí para acompañarle.

Arthur desapareció también entre las calles de Nueva Orleáns con un nuevo trabajo bajo el brazo. Uno que lo acercaría más a los niños para convertirle en un héroe y no en un brutal luchador. Cientos de niños enfermos de la sección de oncología infantil del Saint Jude esperarían ansiosos al gigantón amable, disfrazado de algún personaje de cómic. Hasta los médicos le prometerían un surtido casi ilimitado de golosinas y un buen seguro dental.

De Diana apenas supieron nada, aunque eso era algo normal. Los hombres de negro no pertenecían a ningún bando y preferían moverse en el anonimato. Su mayor virtud era ser tan anodinos que podían mezclarse perfectamente entre los mundanos. Quizá recibirían algún mensaje para indicar que estaba bien y se acordaba de ellos. Un link a un vídeo de gatitos, un meme tan viejo que hasta Muhly le encontraba la gracia, una receta de un bizcocho de plátano…

Muhly regresó con su pequeña banda. En los días venideros no tardarían en notar que la policía los detenía mucho menos y hasta les saludaban con cierta reverencia. Poco a poco, los Black Indians de Theodore Boudreaux comenzaron a convertirse en un pilar respetado de la comunidad, obteniendo los elogios que merecían. Algunos de los miembros más jóvenes, tanto afroamericanos como nativos y latinos, de la nueva facción de magos se apuntaron como voluntarios para ayudar con el vestuario y los instrumentos.

Cierto día, un hombre joven y europeo se acercó al local en el que solían ensayar Muhly y su grupo. Preguntó por un joven que coincidía con la descripción de Chénier.

Y así, los días pasaron tranquilos sin apenas noticias del Centinela o las facciones del submundo. Apenas podían imaginar lo que se avecinaba entre bambalinas.

FIN DE LA AVENTURA