Partida Rol por web

La sirvienta dudó un instante pero después obedeció al punto a su señora y se alejó de regreso hacia la torre de la mano dejando a la pareja de jóvenes a solas. A pesar de que ya no tenía que preocuparse por los oídos indiscretos de Kailyn el joven Frey seguía sintiéndose incómodo, no era una conversación demasiado agradable ni una que estuviera deseando tener, pero las cosas se habían complicado un poco.

-Solo quería ser discreto Lady Odessa, no pretendía haceros daño o perjudicaros. Supongo que ni siquiera os acordaréis de mi ¿Verdad?

Aunque no se notó en su expresión, se sintió profundamente aliviada de que Kailyn ni siquiera intentara preguntar por qué o insistir con quedarse. Quizás una de las mejores cosas de su estatus era que, incluso si ella le preguntaba en privado luego, podía solo negarse a responder y no darle oportunidad a seguir con el tema. Independiente de eso, sus músculos siguieron tensos, expectantes de lo que el chico tendría que decir. ¿Qué era lo que había valido tanta escaramuza y secretismo?

Entiendo que sus intenciones fueran buenas, pero ha llegado el momento de hablar. – respondió con un tono de voz que casi sonaba comprensivo – Lamento decir que no, milord. Su familia es amplia, y más allá del mismísimo Walder Frey, hay pocos que hayan calado en mi memoria. – añadió, teniendo que soportar el asco que le provocaba tan siquiera pronunciar ese nombre. 

Quizás fuera su imaginación, pero le pareció que Lady Odessa pronunciaba el nombre de su padre de manera extraña. Lo que si hizo fue confirmarle con sus palabras algo que se negaba a creer desde hacía tiempo. Solo recuerda a mi padre... Entonces va a ser verdad esa historia de la que presumió un día tras la marcha de los Caron, un día que estaba especialmente borracho, que la pequeña cantante había decidido ofrecerle un concierto privado. Robert no podía negar el atractivo que ejercía su padre sobre las mujeres, no sabía si se debía a que era el poderoso Señor de Los Gemelos o simplemente algo que tenía dentro, algo que Robert estaba claro que no tenía visto el caso que le hacían a él. Se sintió algo decepcionado porque la noble dama no le hubiera guardado en la memoria ni un poquito. -Yo si la recuerdo Lady Odessa, nos cantó varias veces y también tocaba un instrumento, fue algo completamente maravilloso. Me alegro que esté aquí en Desembarco y poder disfrutar de su talento de vez en cuando. Robert bajó la mirada enrojecido, como si hubiera hablado demasiado o traicionado algún sentimiento sin querer. A mi me gusta leer, por eso me mandaron aquí, para que tuviera una mejor educación, mi padre tiene dinero de sobra y casi todo el mundo le debe algún favor, no le fue difícil conseguirlo. Yo... de vez en cuando también escribo, aunque mis composiciones no están a la altura de las suyas, por supuesto. ¿Dijo que tenía una cita? Preguntó algo desilusionado. No querría que llegara tarde, podemos hablar en otro momento que usted quiera, cuando no tenga la ropa llena de limón.

Pensar en que el joven a su lado era descendiente del mismo que la había ultrajado hacía que el mero contacto con él se le hiciera insoportable. Sentía repulsión hacia esa familia, una aversión tan intrínseca, tan inimaginable, que sería capaz de lo que fuera con tal de obtener su venganza. Y si con ella venía el olvido, tanto mejor. Y, si no creyera que el hombre iba a revelar algún dato a usar en contra de la reina o mejor aún, en contra del inmundo Walder Frey, jamás se hubiese acercado a él. Mucho menos haberlo perseguido por palacio. Por eso, cuando Robert le habló de su visita con tanto aprecio, de lo mucho que gustaba de su talento, e incluso comentó algo sobre compartir sus aficiones, Odessa estuvo a punto de ser incapaz de reprimir su furia expresada en violencia pura, ruborizándose por el enojo incontenible. Un Frey, hablándole casi con ternura, sonrojándose ante su presencia… ¡¿Pidiendo volver a verla?!

Y entonces, una idea cruzó su mente. Aquel chico parecía tener un interés en ella. Era su entrada a Los Gemelos, su pasaje a una venganza pronta. Incluso podía convencerlo de ayudarla, con algo de suerte y trabajo. Podía aprovecharse de su inocencia y estupidez.

Odessa soltó una suave risita ante el comentario del limón en la ropa del chico – No se preocupe, su perfume cítrico no me molesta en absoluto – sonrió, mirándolo con interés – Agradezco sus cumplidos por mi música. Lamento no poder decir lo mismo de la suya, pues jamás he escuchado sus composiciones. ¿Quizás algún día pueda deleitarme con ellas? – sus ojos se tornaron coquetos, antes de bajar la mirada, apoyando su mano libre sobre el brazo masculino que entrelazaba con el de ella.

En realidad lo de ahora no es tanto una cita como una reunión. Alguien me ha hecho un encargo para una composición sobre alguien de su familia, y esperaba que pudiera hablarme sobre dicha persona para hacer algo más adecuado. No me gusta tomarme esas cosas a la ligera – comentó, intentando seguir con una conversación amistosa. 

El joven Robert Frey tenía una extraña mezcla de sentimientos, al principio había sentido miedo, aunque los gestos y las palabras de Lady Odessa le tranquilizaron, ahora simplemente estaba nervioso y desorientado. Las mujeres nunca habían sido su fuerte, apenas le habían prestado atención y por supuesto nunca había estado así tan cerca de una y menos tan atractiva como Lady Odessa. Ya no tenía ninguna intención de escapar o salir corriendo y aunque hubiera querido estaba dulcemente atrapado entre sus brazos.

-Es muy amable por su parte Lady Odessa. Por mucho que la muchacha lo negara el tufo a limón era ineludible, quizás a ella le gustara aquel olor, en cualquier caso no iba a protestar. Solamente he sido sincero, fue... algo inspirador, verdaderamente usted tiene un don para la música. Y bueno, seguro que ese no es el único de sus dones. Robert se ruborizó un poco más ante los comentarios sobre sus obras y cuando ella colocó su mano libre en su brazo. Yo... yo no compongo canciones, no siempre al menos, escribo alguna poesía o sobre historias que conozco, algunas me las invento. Pero... si quiere puedo leerle alguna algún día.

Robert sintió cierto alivio al saber que la cita a la que se dirigía Lady Odessa no era una cita como tal, si no más bien una reunión para hablar sobre una futura obra.

-Creo que no podrían haber elegido mejor, estoy seguro que realizará un gran trabajo. ¿Puedo preguntar de quien se trata? No quiero ser grosero, no me lo diga si no quiere, mi intención no es meterme donde no me llaman, pero siempre se me dieron bien las heráldicas y las casas, quizás podría ayudarla.

La joven noble observó deleitada como el chico se relajaba y empezaba a confiar en ella. Era cierto lo que decían. Una cara bonita puede más que todas las monedas del reino. Y probablemente, el que su objetivo fuese casi un niño, ayudaba bastante a que la resistencia fuese lo más cercana a nula. ¿Por qué desconfiaría él de ella? No había sido nada más que amable y honesta, o al menos eso era lo que aparentaba. 

No solo es un don, caballero. Un don es algo con lo que se nace, un talento innato que no requiere esfuerzo. Mi habilidad se basa en esfuerzo, exigencia y mucho muchísimo trabajo. ¡Viera usted lo mucho que practico y las mil y un composiciones que desecho antes de mostrar una! - dice con tono amable y una sonrisa, sin intención de regañarlo con su corrección sino más bien de informarle la diferencia - Algo similar a lo que hace usted con sus poesías o historias, estoy segura. Escritos que me encantaría me leyera, ¿Quizás alguna tarde bajo el arciano? 

Aparta un poco la mirada, como avergonzada, y luego vuelve a mirarlo. 

Pero, volviendo al tema de mi reunión... Debo componer algo sobre Denys Arryn. Así que le agradeceré cualquier información que pueda darme.

Rober mostró cierta preocupación en su rostro al escuchar las palabras de Lady Odessa, estaba claro que al muchacho no se le daba bien disimular. -No... No... pretendía ofenderla Lady Odessa, le ruego que me disculpe. Por supuesto que reconozco todo el trabajo que hay detrás de cada una de sus obras y actuaciones no pretendía insinuar que... Se quedó callado, había aprendido a meter la pata solo lo justo y en la mayoría de las ocasiones era mejor no seguir hablando para no profundizar en el error, solo esperaba que Lady Odessa no se lo tuviera demasiado en cuenta. La... la... verdad es que no... no... suelo enseñarselos a nadie, pero... si usted quiere podría leer alguno sí. Cuando usted lo desee mi Señora, estoy a su disposición. Robert también apartó la mirada, aunque en su caso el gesto resultaba ser fruto de un sentimiento genuino. Parecía que Lady Odessa estaba dispuesta a volver a verlo a pesar de todo y no sabía que decir, o si debía decir algo. Decidió hablar sobre lo que sabía de los Arryn y de Denys en concreto, eso si que se le daba bien. -Denys, de la casa Arryn.Su blasón es una luna creciente y un alcón sobre un fondo azul que simboliza el cielo y el lema de su casa es "Tan Alto como el Honor". Estaba claro que Robert no solo se lo sabía bien si no que parecía disfrutar al contar todas esas cosas. Y lo hacía a pesar de que los Arryn no eran muy amigos de su padre, que siempre se quejaba de que el Señor del Nido de Águilas evitaba ir a verle y nunca asistía a sus bodas. Era un excelente justador, o eso se dice, yo nunca lo llegué a ver. Tenía el título de Guardián de las Puertas de Luna y era el siguiente en la línea de sucesión de Lord Jon Arry, la mano del Rey, al menos hasta que nació su hijo Robert. ¿Has estado alguna vez en el Nido de Águilas? Yo no, pero me encantaría ir... aunque... no creo que me inviten. No siguió, las relaciones de su familia con el resto solían ser bastante frías. Ser Denys Arryn murió en la batalla de las Campanas a manos de Lord Jon Connington. Robert se quedó callado, podría hablar a Lady Odessa sobre el Nido de Águilas, Las puertas de la Luna, Lord Connington, la batalla de las Campanas y muchas cosas más, pero no quería aburrirla y a las damas no solían interesarles esas cosas.

Una sonrisa de complacencia apareció en el rostro de Lady Odessa al escuchar al muchacho disculparse. No quería hacerlo sentir mal, sin embargo, su manera apresurada y llena de explicaciones de pedir perdón le indicaba que le importaba algo más que ser solo una desconocida. Quizás al menos le agradaba, y eso era un progreso importante cuando le costaba tanto crear conexiones valiosas con otras personas. La mueca creció más aún cuando él habló de hacer una excepción con ella, de enseñarle algo tan privado como parecían ser sus escritos. Decididamente, se sentía satisfecha con su relación con el joven.

Lo observó con interés mientras le hablaba. A pesar de que sabía lo que decía con respecto al escudo y lema de la casa, sobre el hombre en cuestión no tenía idea de nada, y seguramente esta conversación le ahorraría mucho trabajo e incluso causaría una buena impresión en quien requería de sus servicios.

No, nunca he estado. Pero prometo que de ser invitada a ir alguna vez, pediré llevarte de acompañante – sonríe agradecida por su ayuda, aprovechando de pagarle con una promesa que si bien podría nunca cumplirse, se aseguraría de que se hiciera realidad de tener oportunidad. Era un intercambio justo, le parecía. - ¿Sabes algo más? ¿De Nido de Águilas y Las Puertas de la Luna, de la batalla de las Campanas y de Lord Connington…? Necesito hablar de su vida y su muerte, y entre más sepa, mejor podré trabajar.

Había terminado la noche y empezado aquel día huyendo lleno de temor por encontrarse con Lady Odessa y ahora no quería separarse, no se imaginaba ningún lugar mejor ni mejor compañía y lo que le sorprendía en gran manera era que ella parecía sentir lo mismo. Su cara estaba comenzando a quedarse sin tonos para ruborizarse más, escondía la mirada y sonreía ante las palabras de Odessa cuando le regalaba el oído.

-Es muy amable por su parte invitarme, pero no querría comprometerla de ninguna manera. Sabía lo que los Arryn sentían por los Frey y además todo el mundo sabía que no todos eran bien recibidos en Nido de Águilas, se sentía preocupado porque Lady Odessa fuera capaz de cumplir su promesa y eso la pudiera poner en un compromiso o enemistar con los Arryn. Pero al mismo tiempo se sentía feliz y orgulloso de que quisiera que la acompañara. Pues... de Ser Denys no mucho más, lo siento. Pero Lord Jon Arryn y su esposa seguro que podrían hablarle de él si los conoce y supongo que la reunión que ahora va a tener le informen también. Todo parecía perfecto, salvo aquel olor a limón, pero no iba a dejar que le estropeara el momento. De Nido de Águilas, las puertas de la luna, la batalla de las Campanas y Lord Connington podría hablar durante mucho rato. Me encanta leer ¿Sabes? Se dio cuenta tarde que la había tratado con demasiada familiaridad, se encontraba demasiado a gusto con ella. Perdone, ha sido un desliz. Fue mi afición por la lectura y mi facilidad para memorizar las cosas la que llevó a mi padre a mandarme aquí.

Quizás yo le insistiera un poco al enterarme de que el Rey Robert te había traído a la corte, pero tampoco le dolió mucho deshacerse de mi, tiene demasiados hijos para poder hacerles caso a todos y demasiadas mujeres para tener tiempo para hacer caso a sus hijos. Nunca pude olvidarme de ti y necesitaba volver a verte y no me importa lo que pasara con mi padre, me sigues gustando igual.

Por supuesto no dijo nada de todo eso en alto, y probablemente nunca tuviera el coraje y el valor suficientes para hacerlo. Además sabía que era algo imposible, por eso disfrutaba de esos minutos que Lady Odessa le concedía.

Sonríe ante la pequeña confianza que se da el joven, y cuando este se disculpa, niega con la cabeza suavemente. - No se preocupe. No me molesta que se dé la libertad de tratarme con informalidades... - sonríe un poco más, esquivando su mirada unos segundos y volviendo a mirarlo en un movimiento perfectamente calculado para parecer natural y tímido - He de admitir que hablar con usted a resultado una muy grata sorpresa. 

A continuación, le preguntó sobre todo lo que supiera respecto a las cosas que le había nombrado antes, y escuchó con ávida sed de conocimientos todo lo que él tenía por decir. Efectivamente, era un hombre que sabía de lo que hablaba. Con una memoria así no le extrañaba que la recordara de su visitas al hogar de los Frey y solo esperaba que su recuerdo se limitara a su canto y su sonrisa. A quién era antes de que Walder Frey robara su luz y su esencia. 

Tras escucharlo todo, fue cuando se dio cuenta de que jamás podría recordar la información completa. Y que había una respuesta obvia a ese problema, que además podía entusiasmar al chico y asegurar su cercanía - ¿Ha pensado alguna vez en musicalizar sus escritos? No sé si pensará igual que yo, pero esta me parece la oportunidad perfecta para trabajar juntos...

Las maniobras de Odessa surtían el efecto esperado en el joven Frey, aunque era difícil esquivar su mirada pues apenas se atrevía a buscar aquellos ojos claros y limpios donde Robert solo veía el cariño de una chica tímida y amable. No estaba acostumbrado a ser tratado así y se sentía muy bien, aunque eso no evitaba que estuviera cada vez más nervioso. Se tropezó y casi se lleva al suelo a ambos.

-Pe...perdón. Soy algo torpe mi señora, ruego que me disculpe. ¿Está bien? Espero no haberle hecho daño.

Lady Odessa tenía aspecto de enferma casi siempre y además era de sobra conocido su delicado y casi permanente estado de salud, al menos para alguien como Robert que se había interesado por ella en alguna que otra ocasión cuando surgía la oportunidad. No quería hacerle daño por nada del mundo.

-Es muy amable de nuevo, sentí su pronta marcha del castillo de mi padre, me hubiera gustado poder haber hablado con usted allí, pero me alegra que hayamos coincidido aquí en la Fortaleza Roja. Créame si le digo que el placer y la sorpresa son todos míos mi señora.

Solo se sintió relajado en cierta manera cuando le contó todas las historias que sabía, se las sabía tan bien que le daba confianza hablar de esos temas, pero las palabras de Lady Odessa volvieron a desarmar la escasa confianza de Robert.

-¿Yo? No... No creo que... No se si... nunca lo había pensado. Lo mío es más la historia, leer de lo que pasó y escribir algunas cosas recientes de las que no hay constancia aún, quizás alguien en un futuro lo lea y le sea de ayuda, aunque no creo... Sin embargo, sus poemas, sus letras... esas durarán para siempre, es una lástima que no se pueda conservar también su voz y su música de la misma manera, la gente que cante sus canciones dentro de cientos de años no se imagina lo que se han perdido.

Se puso rojo, o algo parecido. Alabar su música y su voz era lo máximo a los que se atrevía, sabía que no se podía permitir ninguna libertad con la señorita o acabaría incomodándola.
Sin apenas darse cuenta habían llegado a los jardines del castillo donde un joven se levantó de su asiento al verlos llegar y se dirigió hacia ellos.

Marton Arryn se levantó al ver llegar a Lady Odessa, era un joven apuesto, de edad parecida a la de Odessa y Robert aunque parecía algo mayor, quizás por la vida de caballero que llevaba. Se dirigió directamente a Lady Odessa intentando disimular su decepción al verla llegar acompañada por un Frey. No lo conocía personalmente pero sabía de sobra que clase de calaña eran, así que no lo dudó ni un instante para librar a la buena y noble dama de tan desafortunada carga.

-Me alegra veros Lady Odessa. Permitidme vuestra mano. Recogió la mano que Odessa no tenía enroscada en el brazo de Robert y se inclinó para besarla caballerosamente. Si no os importa he buscado un sitio agradable para hablar que espero sea de su agrado, allí a la sombra para que el calor no la moleste, junto a los rosales, no encontré un lugar mejor para una flor tan bella.

Marton sonrió galante mirando fijamente a los ojos de Lady Odessa e intentando no cruzar la mirada con el Frey. Un espectador ávido habría notado quizás que Rober estaba rojo, pero ahora eran la rabia y la impotencia las que ponían el color a su rostro, aunque su gesto no lo reflejara. Habían sido muchos años de humillaciones con su propia familia y las cosas no habían mejorado mucho en la capital donde lo trataban casi como un paria y solo le soportaban por mantener el favor de su padre. Eso le libraba de la mayoría de los compromisos sociales y le dejaba más tiempo para leer y escribir, solo procuraba hacerse invitar cuando sabía que Lady Odessa iba a participar con algo. Se soltó del brazo de la muchacha con suavidad, como si no quisiera hacerlo, pero estaba claro que no tenía ninguna oportunidad ante aquel joven y galante caballero, tan sonriente y guapo, todo lo que él no era.

No le dio mayor importancia a la caída, e incluso soltó una risa alegre para intentar reconfortarlo y quitarle cualquier pesar asociado a su torpeza. Sin embargo, no pudo tomar la misma actitud indiferente al escuchar que había lamentado su ida del castillo de la bestia de su padre. Tuvo que reprimir una arcada ante la mención de ese hombre y el repentino recordatorio de que ese chico con el que coqueteaba era su progenie, pero la idea de que la recordara tanto como para tomar su marcha como un evento casi catastrófico y el celebrar tanto su encuentro actual le lleno la piel de escalofríos. No importaba que tan decidida y fuerte fuera, no podría soportar que un evento como el de aquella vez se repitiera. 

Clavó sus ojos con sospecha en el chico por unos segundos. No, él no era el pervertido que era su padre. No era el viejo repugnante que la había ultrajado, sino que era tierno y dulce, tan inocente que casi la hacía sentir a ella como corrupta. Pero las historias la calmaron y eventualmente le preguntó con respecto a musicalizar sus escritos. La respuesta del chico, como era de esperar, la halagó y la hizo sonreír nuevamente. Incluso si se pudiera conservar la voz de alguna manera, ella jamás aceptaría hacerlo. De esa manera jamás podría medir si quien se lo pedía merecía escucharla. 

Pues entonces me asesorarás. Está decidido, y no acepto un no por respuesta - contestó al chico, con una amplia sonrisa. A continuación, la visión periférica de la muchacha delató una sombra acercándose, quien al girarse notó era Marton Arryn. 

Permitió que el recién llegado tomara su mano, moviéndola con gracia y delicadeza en la dirección en que el la guiaba. Al tiempo que él besaba su mano, ella realizaba una sutil pero respetuosa reverencia, mirándolo a los ojos tal cual él hacía. - Es muy considerado de su parte, Ser - responde, sin notar como el hombre a su lado se sonroja por pura ira y resentimiento. No es hasta que este suelta suavemente su brazo, que la mirada de Odessa se desvía hacia el joven Frey, preguntándole con sus ojos que había sucedido. Sin embargo, era cierto que tenía un compromiso, y ya habría tiempo para recreación junto a Robert más adelante. 

Le agradezco mucho me haya escoltado a los jardines, caballero. - sonríe encantadoramente, despidiéndose del historiador. - No olvide que me comprometí a mostrarles una de mis piezas musicales a usted y sus amigos durante la cena. Espero verlo ahí. - añade, mientras enlaza su brazo con el del apuesto hombre que la recibía, lista para seguirlo.

Odessa no admitiría un no por respuesta, él no se atrevía a negarse pero tampoco se atrevía a aceptar, así que ni siquiera contestó a la propuesta de asesoramiento. Supuso que sería una de esas cosas que se dicen y luego se olvidan, como aquel encuentro para ella. Bueno, siempre le quedaría un buen recuerdo.
La llegada al jardín y el encuentro con Marton Arryn arruinó todo, era hora de retirarse y vivir la realidad: tan solo era un don nadie empapado de zumo y pulpa de limón.

Al menos no me preguntó por lo de ayer por la noche, mejor así.

Hizo una reverencia al despedirse de Lady Odessa y un saludo de peor gana al caballero con el que se quedaba.

-Fue un placer Lady Odessa, no me perdería su actuación por nada del mundo. Miró a su acompañante. Ser Marton...

Se dio media vuelta y se dirigió hacia sus aposentos con la única esperanza de que aquella noche volvería a verla, aunque fuera de lejos y la escucharía cantar y tocar.

-Es usted una mujer muy generosa Lady Odessa al considerar caballero a Robert Frey, dudo que sepa manejar una espada sin cortarse. Espero que no la estuviera molestando, si es así por mi honor que se las haré pagar.

No haría falta azuzarlo mucho en contra del joven Frey por lo que parecía, a pesar de que no debía conocerlo demasiado.

-Será mejor que nos sentemos, supongo que no tendrá todo el día para dedicarme y ya he abusado de su tiempo demasiado al hacerla venir. La acompañó hasta el banco y la ayudó a sentarse sin soltar su mano en ningún momento. Cuando la chica estuvo comódamente aposentada la soltó y se colocó al otro extremo del banco, a una distancia quizás más cercana a lo que el protocolo dictaba. No parecía amedrentado por la ausencia de ninguna sirvienta de compañía ni porque en aquellos momentos parecieran estar solos allí. Aunque por los jardines siempre paseaba alguien, al menos por las zonas más centrales. Como le dije en mi recado me gustaría encargarle la composición de una canción o poema en honor a mi padre, Denys Arryn, fallecido en la batalla de las Campanas durante la lucha contra las fuerzas del usurpador. El precio no será problema se lo aseguro. ¿Ha pensado en mi propuesta?

Lady Odessa sonrió mientras Robert se despedía y partía en un rumbo desconocido. Si bien parecían haber mantenido los modales, ni siquiera hubiese necesitado escuchar de la enemistad entre los Arryn y los Frey para notar la tensión entre ambos hombres. 

No hará falta, Ser Marton. La presencia del joven Frey me es agradable, e incluso me brindaba ayuda con sus conocimientos en historia. - contesta con una sutil sonrisa agradecida. A continuación lo siguió según la guiaba, y se sentó suavemente, con movimientos gráciles y medidos, en el banco en que el caballero le indicaba. Si bien la cercanía y tranquilidad del hombre por la soledad en que se encontraban le llamó la atención, no demostraría inquietud al respecto. 

He meditado al respecto, y sería un honor aceptar aquella encomienda. - Un enemigo de los Frey era el mejor amigo de la joven Caron, y por ello era fácil notar la sinceridad en su voz. Aquella composición podría traerle beneficios que podrían abarcar desde un buen contacto a una relación de amistad mucho más estable que serían una excelente adquisición en su venganza contra Walder Frey.

A pesar de las declaraciones de Lady Odessa hacia el joven Robert Frey, Marton Arryn no pareció sentirse ni más tranquilo ni tampoco más contento. Ni siquiera intentó disimular su desagrado por la amistad entre ambos, ni entendía como una Dama como aquella, tan bella, dulce y delicada, podía frecuentar la compañía de un Frey.

-En cualquier caso sepa que puede contar conmigo Lady Odessa, la casa Caron es una casa honorable. No lo dijo, pero estaba claro que no pensaba lo mismo de los Frey. La aceptación del encargo por parte de la muchacha pareció calmarlo. ¡Estupendo! ¡Me hace muy feliz Lady Odessa! ¿Ha pensado ya en algo? ¿Conocía a mi padre? Estoy deseando que la termine, pero... no se preocupe, no quiero meterle prisa, esperaré lo que haga falta, si usted me permite visitarla de vez en cuando para preguntarle sobre los avances claro está.

Marton le sonrió afablemente y esperó la respuesta de la muchacha mientras miraba fijamente a sus ojos, y de vez en cuando su vista se perdía hacia otras partes del cuerpo de Lady Odessa, aunque eso si que intentaba disimularlo.

Lady Odessa sonríe medidamente a la reacción entusiasta del caballero cuyas emociones parecían superar su educación. Tanta era la ansiedad del muchacho que ni siquiera esperaba a que la chica pudiese responder las preguntas que le hacía y ya estaba volviendo a hablar o disculpándose por una falta que aún no cometía. ¿Eran acaso todos los hombres igual de vulnerables a una cara bonita?

Fingió no notar las distracciones del hombre, y mantuvo la mirada en sus ojos constantemente sin borrar aquella mueca amable de su rostro. 

Lamento decir que no tuve el placer de conocer personalmente a Ser Denys Arryn, pero no debe preocuparse por ello, pues no permitiré que eso disminuya la calidad de mi obra. - intenta reconfortarlo con una expresión cordial y sonrisa sincera - Estaré encantada de recibir sus visitas y mostrarle mis avances siempre que respete el proceso de mi obra, cosa que no dudo una persona educada como usted hará sin problemas. ¿Hay algo que le gustaría que incluyera especialmente? ¿Quizás alguna anécdota? O tal vez quiera darme alguna impresión sobre la vida de su padre más allá de lo que dicen las historias oficiales. 

Era una muchacha fascinante, había escuchado hablar mucho sobre ella, pero ahora que la tenía delante podía confirmarlo. Era cierto que estaba excesivamente pálida y su aspecto parecía algo enfermizo, pero se adivinaba una mujer con fuerza, solo había que mirarla a sus ojos y escuchar la resolución que tenía al hablar.

-El placer será mío se lo aseguro. Marton se quedó pensativo, como si algo se le hubiera ocurrido. Estaba pensando que... Es una lástima que no conociera a mi padre Lady Odessa, creo que se llevarían bien, pero... Cambió la posición de su cuerpo y se inclinó un poco hacia ella. Puedo invitarla al Valle, podría conocer las puertas de la Luna y Nido de Águilas si quiere, ver los lugares donde mi padre vivió y luchó. He oído que algunos... artistas se inspiran mucho mejor conociendo en primera persona esa cosas. Aunque a mi no me importa contarle lo que quiera saber mi Lady, su compañía me es muy grata.

Marton habló un buen rato, sobre su padre, su familia, el Valle, el papel de su familia en la guerra, lo buen justador que era su padre y lo apuesto y atractivo que resultaba. Marton había heredado algunos de esos rasgos, no cabía duda, aunque seguramente era más diestro con las armas que con las palabras, pero estaba haciendo un esfuerzo para tener una conversación fluida con Lady Odessa.

Kailyn logró localizar por fin a su señora. Ahora volvía a encontrarla a solas con otro hombre, esta vez Marton Arryn seguramente.

No me extraña que la gente murmure, debería tener más cuidado y hacerse acompañar cuando esté en compañía de un hombre.

No creía que su señora fuera una casquivana, pero estaba claro que hacer las cosas así no le iba a traer nada bueno en la Fortaleza Roja.
Se acercó y se quedó a la distancia prudencial que solían guardar las acompañantes de las señoras.

-Lady Odessa... Ser Marton...

Hizo una ligera inclinación y después se quedó callada, sabía que no era quien para intervenir en la conversación y que tan solo tenía que ver, oir y callar.