Partida Rol por web

Vuelvo a entrar abriendo la puerta de par en par y observo la situación, con ese aire de superioridad y confianza que me caracterizan. El viento sopla en mis cabellos desde detrás, o eso creo, me siento liberado.

Sonrío y me pongo colorada nuevamente cuando, Carmen me dice que ya sé quién es su primo y me guiña el ojo. Sigo a su primo hasta la mesa donde nos disponemos a cenar los cuatros tranquilamente.

Cuando viene empieza a preguntar y le digo.

- Si la verdad que vivimos muchas aventuras fuera de tierra, el mar esconde muchos secretos, y algunos son maravillosos. - Me quito la capucha y miro directamente a su primo a los ojos. - Una dama como tú también habrá visto mucho mundo, o ¿sólo te centras a estar aquí en la zona?. -

Veo como se inclina hacia mi y me susurra a lo que antes de volverse a poner en su sitio le susurro.

- No me di cuenta, tras toda esta revuelta olvide y no me percaté que a pesar de estar bebiendo la gente. También puede prestar atención... -

Me volví a poner en mi sitio tras la incorporación y cuando estaba apunto de responder a los puertos que habíamos estado. Vi aparecer a nuestro capitán entrar por la puerta, a lo que le hice un gesto con la mano para invitarle a venir a la mesa. Mientras cedía mi silla y me ponía entre Carmen y su primo.

Sonrío a la dama que hasta ahora no se había quitado la capucha quizás por verguenza o simplemente quería mantener el misterio, al ver donde se ha sentado me quedo extrañado.

- Señorita será agradable compartir la cena disfrutando de su compañía. Solo espero que el regreso a Castilla no la haya decepcionado, hay mucho buscabroncas suelto ultimamente y la guardia vaticana apenas hace nada.

Cuando me cambio de sitio para ceder el mio a mi capitán. Sin la capucha tapando mi rostro me giro al caballero y le miro nuevamente a los ojos con una dulce sonrisa.

- El placer es mío el encontrar a un caballero como usted en este lugar, junto a una bella dama. Mostrando habilidad con el baile. Será una cena muy agradable, esperemos no tener ninguna otra bronca o esta vez...se podría liar demasiado.

Mi vuelta a Castilla es como lo esperaba, tranquilo caballero, añoraba las peleas de aquí, jajaja.- Miro seriamente cuando me dice que la guardia del vaticana apenas hacia nada.

- ¿Tanto ha cambiado desde que me fui la guardia vaticana?. -

Parezco algo azorado y mis mejillas parecen encenderse un poco por la cercanía de la muchacha, no puedo sino mirar de reojo a mi prima durante un segundo antes de dirigir mi mirada de nuevo a la marinera.

- Yo bueno, solo aprecio la buena compañía.- Digo haciendo acopio de valentía de algún lado que ni yo mismo se de donde saco y siendo gentil .- Encantado de conocerla, señorita Martina.- y tomando su mano y besándole el dorso de ella casi sin tocar su piel, dejo que apenas mis labios la acaricien.- Ricardo Bejarano de Gallegos a su servicio, músico, escritor y poeta.

Al ver a mi capitán entrando de nuevo alzo mi jarra para indicarle donde estamos y se siente con nosotros, miro al castellano y sonrío por su actitud. Así que dejo mi jarra sobre la mesa haciendo un sonoro golpe para alertarle de la presencia de mas gente en el lugar.

- Pog aqui capitán

-No; la verdad hemos viajado por casi toda Castilla... y una vez estuve en Vodacce. Pero hay muchos otros lugares que aun no conozco.

Veo el gesto que hace Martina con la mano y luego Jean con la jarra y me giro para ver a quien saludan. Uno de sus compañeros entra por la puerta, un hombre atractivo de esos que da gusto mirar, así que espero que venga a sentarse con nosotros e instintivamente me arreglo el cabello.

-La verdad sueño con llevar nuestro arte por toda Thea.- digo sonriendo.

Cuando la conversión se dirige al tema de la guardia digo muy bajo.

-La guardia no suele estar en donde en verdad se le necesita... a menos que sea algo que le interese a Verdugo.

Mis mejillas se ponen rojas y esta vez eran visibles para todos, no tenía mi rostro tapado. Trague saliva y dije.

- Martina, mucho gusto de conocerle caballero, he escucho como tocas, pero no como puedes deslumbrar con alguno de sus poemas... -

Escucho como Carmen comenta lo de la guardia.

- Vaya parece que han cambiado las cosas...-

El hombre fornido se acerca a vuestra mesa acompañado de otr joven que parece ser su hijo y coloca un nuevo plato de comida, algo de cerdo asado con guarnición de patatas, dos botellas de vino, pan y algo de queso.

- Cena para cuatro, espero que todo esté a su gusto.- Dice antes de marcharse.

Vi como el posadero traía a nuestra mesa un plato, a lo que hice hueco en la mesa para que pudiera dejar el plato.

- Muchas gracias caballero por traer la cena, seguro que si está a nuestro gusto. Esta deliciosa cena, añoraba el comer los productos de mi querida tierra. Muy amable. -

Me siento y asiento con la cabeza.

Gracias, buen señor.

Digo en el acento de Mountaigne que suelo usar por norma.

¿Acasso hay que pelearse con la guardia vaticana?

Pregunto mirando con interés a los presentes. Mi sonrisa se amplía.

¿O sólo a Verdugo?

El hombre mira nervioso hacia los demás parroquianos los cuales parecen inmersos en sus propias conversaciones, por suerte, ajenas a las vuestras.

- No deberían pronunciar ese apellido tan a la ligera, las paredes tienen oídos..- Dice algo nervioso mientras una gota de sudor cae de su frente. Si van a ser cinco puedo añadir algo más a su comida... ¿Pasarán la noche aquí?

Miré a mi capitán tras su comentario y lo nervioso que se ponía el posadero. A lo que miro fijamente a los ojos a mi capitán y una sonrisa sale de mi rostro.

- Capitán, hable más bajo si quiere hacerlo sobre ese tema, no cometa más fallos de los que yo ya he podido cometer...o tendremos que salir por patatas como siempre. Jajaja. - le respondo al posadero amablemente - si nos hace el favor de traer algo más ya que vamos a ser cinco se lo agradeceré, en cuanto si nos vamos a quedar...eso será mejor que responda el recién llegado. - 

Asiento con la cabeza.

Entonces creo que debegemos de hacer algo... No es que me importe demassiado, la verdad, pero segugo que tiene tessogos... Y los tessogos son gremiales.

-oh no, Capitán.... -dejo en el aire la frase dando a entender que no conozco su nombre- esperemos que no hayan mas peleas esta noche. Y lo ultimo que queremos es molestar al señor Verdugo, no es así?- sonrío ironicamente levantando una ceja. 

Arreglo un poco mas mi cabello, haciéndolo caer por uno de mis hombros. Me sirvo una copa de vino.

-Permítame presentarme señor. Mi nombre es Carmen Bejarano- digo agregando una sonrisa y levantando mi copa a modo de saludo- he tenido el honor de conocer a algunos miembros de su tripulación pero aun no tengo el placer de conocer a su capitán.   

Mientras comía la cena que nos habían traído miré de reojo a mi capitán, tras la palabras y gestos que Carmen le hacia ante a él. Una sonrisa salía de mi boca, y antes de que mi capitán se diera cuenta por qué me reía.

Agarré la copa de vino y le di un trago, mientras miraba a Ricardo. Ya que no quería interrumpir la conversación de Carmen con el capitán.

En efecto...

Una sonrisa cálida a la dama mientras mis ojos siguen sus cabellos y, sin poder evitarlo, se detienen durante unos segundos en el busto al que ceden el paso los cabellos, pero vuelvo a alzar mi mirada y tomar algo de vino también yo.

Llamadme Simón, bella dama, mi tripulación es bastante variopinta, pero son buena gente en verdad.

Hago que mi copa tintineé con la suya.

Por conocernos mejor, Carmen.

Sonrío cálido a la mujer. Mis ojos se clavan en los suyos.

El primo de Carmen parece mirar de reojo al capitán Simon cuando dice esas palabras, sin embargo lo deja estar al ver que Carmen no replica nada. Y se integra en la cena conversando insustancialmente con el resto. La cena avanza y el lugar parece ir vaciándose poco a poco, la cena ha sido algo contundente, como es acostumbrado en castilla, de llenar bien las tripas con algo caliente antes de acostarse, el vino ha estado a la altura y aquellos que hayan bebido algo más de una copa aun por lo mucho que estén acostumbrados al alcohol, los deja algo contentos. 

El posadero al ver que ya estáis terminando os mira desde la barra y se acerca nuevamente hasta vosotros con un trapo en la mano mientras os sonríe.

- Espero que todo haya sido de su agrado, la cena será 15 céntimos de gremial por cabeza, si lo desean hay estancias libres donde podrán descansar.- El hombre comienza a recoger algunas de las copas vacías y luego mira a Simon de nuevo.

- Esto es algo que le comenté al otro hombre que estaba con ustedes, aunque él no parecía muy interesado. Les he escuchado decir que andaban buscando algo de actividad, hay un conocido mio que está buscando a bravos marinos y a gente con agallas que pueda enfrentarse a la muerte para recuperar algo suyo. Si están interesados en el tema, puedo citarle aquí por la mañana para que lo discutan con él.

Hacia tiempo que no comía así como esta noche, mi barriga me iba a explotar. Mi cabeza me daba vueltas de tanto vino, era como estar nuevamente en las típicas cenas de mi querida Castilla. Solo que esta vez no me reconocía a mí misma de no poder ni con la cena y ni con el vino...había perdido facultades...

Cuando el posadero dijo cuanto le debíamos, agarre mi dinero y estiré la mano para darle mi parte. Mientras le entregaba mi parte escuché como nos decía si estábamos interesados en una misión.

Entonces rápidamente mi mirada buscó la mirada de mi capitán, el daría el visto bueno o negativo de esta oferta.