- si cojemos a uno vivo, si no canta se lo llevamos a Defi y el se encargara de que cante todo el Gregoriano de una sentada, por eso no te preocupes.
- "Mailcom, he decidido confiar en vuestro consejo de no confiarme. Ahora son pocos, ataquemos ya y cuando lleguen aquellos a quienes esperen tendámosles una emboscada. Ocultaremos los cadáveres de estos en los matorrales y aguardaremos a ver qué pasa.
Ese es el modo picto de hacer la guerra, que les ha funcionado durante millares de años. Desde mucho antes del nacimiento de ese Cristo Blanco en la Cruz." -
-Sigo pensando que deberíamos esperar, pero como queráis, aunque si atacamos deberíamos rodearles antes.
- "Bien pensado, cuñado. Vos y yo por el Sur. El resto por el Norte." -
-¿Podrían estar esperando para reunirse con algún traidor?
He compartido mis dudas en voz alta, pues al verlos allí parados enseguida he pensado en ello, sería terrible, pero la posibilidad de que haya un traidor en el campamento parece una idea que se abre camino entra las demás.
-No debemos llamar su atención de ninguna forma, no hasta que sepamos a quien esperan...
- "Al contrario, debemos eliminarlos cuanto antes, ocultar los cuerpos y ocupar su lugar, a ver quién acude." -
- Si es un traidor o varios traidores, puede ser que no reconocieran, por nuestras caras o la vestimentas. Yo ya dije que seria mejor esperar un momento, ver con quien se reunen y luego actuar, pero podríamos ir rodeandoles para no dejar escapar a nadie.
-Estoy de acuerdo con el romano. No podemos correr riesgos.
Además todos llevamos armas de lejos. A una mala una descarga servira para desorientar y producir algunas bajas y luego se remata cuerpo a cuerpo.
No confiarse y vigilar la situación no son conceptos que se anulen. Además corremos el riesgo de que en el momento que ataquemos lleguen sus acompañantes y nos veamos atrapados entre dos frentes.
Además no me gusta la ídea de traidores. Sería una desgracia que los hubiera y que por no haber sabido esperar se nos escapasen.
Ahora tomemos buenos sitios escondidos para ir a por ellos y sobre todo hablad en voz baja. El menor ruido que nos detecten acabaría con todos nuestros esfuerzos-
Me dirigi hacia Marcio
-Romano, se te da bien eso de pensar planes ¿cómo nos colocamos para hacer lo comento?-
- "Está bien. Al menos formemos dos grupos de ataque para no dejarles escapatoria." -
En momentos como aquel olvido cualquier rencilla pasada, solo hay que pensar en los compañeros y en la mejor posibilidad de victoria. Somos solo cinco, por lo que no podemos dividirnos demasiado, pero como han comentado dos frentes podrían ser eficientes.
-Creo que lo mejor será dividirnos en dos frentes como habían comentado. Tú y yo por un lado.- Le dije al picto.- Ellos tres por otros. Esperaremos a ver con quien se reúnen, como ha dicho el picto si nos pillaran en mitad del combate sería fatal. No ataquéis a menos que sea necesario.
No quería dar motivos, pero dudaba que el picto fuera a necesitar mucho más apoyo en el combate que el mío, por lo que así las fuerzas me parecían más compensadas. Aunque no me gustaba alejar a Edar de mi protección, pero en aquellos momentos no había lugar para sentimentalismos.
- De acuerdo, ¿donde nos ponemos Marcio?.
Observo un poco alrededor, no sabemos de donde vendrán.
-Intentemos flanquearlos, evitar colocaros cerca de ningún camino, sobretodo de cualquier acceso cercano al campamento. Mientras más espesura haya mejor...
- "¡Bien! Tomemos posiciones pues." -
Procurando ser sigiloso me dirijo a unos espesos matorrales situados en el flanco opuesto al que se dirigen Marcio y Mailcom.
Sigo a Blaine alejándome de su posición unos 5 metros y agachándome o tumbandome dependiendo de lo espeso que sea el bosque en esa zona.
Sin añadir nada más segui al romano tomando la mejor posición posible intentando ocultar mi presencia mientras ponía una flecha en arco apuntando al corazón de uno de los hombres de Vortigern.
La sencilla pero agradable melodía del arpa se apagó en cuanto el celta entró a la tienda finalmente. Una cuerda desgarrada anunció el abandono del instrunmento cuando la joven Lhiannon descubrió quien era.
-¡Badb! ¡Estás aquí!
La joven saltó del asiento dando la bienvenida al guerrero rodeando su cuello con sus manos. Le sonrió cándida, pero pronto se percató de que no vino a la tienda por ella, sino por sus compañeros o al menos así pudo leer en la expresión de su rostro. Había estado más tiempo fuera que lo acostumbrado, ¿acaso quizás los cuervos de Cathubodvua sobrevolaban anunciandose al campamento? Expectante, deshizo el abrazo y le indicó el exterior.
-Fueron reunídos por el viejo guerrero, Defi, les vi ir más allá del viejo roble, pero ignoro dónde se encontrarán ahora. Te estuvieron esperando por un rato, partiendo después.
Evitó consciéntemente reproducir los dardos que habían pronunciado en su contra por su ausencia y volvió a tomarle de las manos en silencio, sin desear retenerle por más tiempo por temor a las posibles reprimendas que pudieran darle, aún resistiendo la impaciencia que en sus labios ardía.
-¿marchas de inmediato?
Esperáis por tanto, protegidos por los árboles, mientras la constante lluvia os va calando hasta los huesos. Es un tiempo largo, y por instantes os sentís nerviososos, quizás tanto como los sajones, que alternan miradas hacia el bosque donde os encontráis (detrás de vosotros, a una hora, vuestro campamento), y al frente. Y es en una de esas ocasiones cuando uno de los sajones da un grito
- Ya llegan. Informemos de donde están los campamentos de esos cerdos rebeldes
- Esta vez los vamos a pillar cagando - responde otro riendo- Un buen ataque sin que nos vean y les romperemos la espalda,y nos quedaremos con sus mujeres.
Es evidente que habían ya visto donde estaban los campamentos, y que esperaban, no a espías de vuestro lado, sino refuerzos del suyo. Como confirmando ese hecho veis como un par de centenares de sajones se empiezan a acercar al grupo de exploradores. Desde luego, si salís de vuestra posición para atacar a los sajones, os verán perfectamente. Aunque sí podríais regresar a vuestro campamento sin ser vistos.
Ante el silencio de Badb te aproximas por ti misma a la tienda de los jefes, y llegan ante ti las palabras rotundas palabras desde el interior
- Es el momento - está afirmando una voz fuerte y grave, que reconoces como la de Delfi- Dile a Aurelio que nosotros atacaremos, claro que sí. No vamos a estar aquí todo el maldito invierno. Además... es evidente que los defensores están rotos. Un ataque ahora, a la parte de la muralla que se ha venido abajo, de todas nuestras fuerzas, es lo adecuado
Parece que las palabras están poniendo punto final a una discusión. El guardia apostado frente a la tienda te observa con una mezcla de curiosidad y simpatía
- Creo que lo que sea que tienes que contar no es el momento - salimos en seguida
Hago un gesto silencioso a mi cuñado Edar, ha llegado el momento de regresar a informar.
Lamentablemente, no estamos a tiempo de impedir que esos malnacidos informen a sus amigos de nuestras debilidades.
-Iré a ver en que andan metidos.- dijo algo incomodo. No le gustaban las muestras de afecto en publico aunque vinieran de su propia esposa. Badb recogió la capa, se la colocó y volvió a salir fuera. Nada había cambiado en el cielo aspero pero intuyendo en las palabras de Lhiannon que su ausencia habia provocado algun comentario en los hombres, caminó a buen pie en dirección al viejo roble preguntandose, intrigado, por los motivos del requerimiento del maestro Defi.