Partida Rol por web

La espera hasta la noche se hacía largo esperando a que volviesen a contactar con radio con nosotros, empezaba a pensar que quizás hubiesen tenido algún altercado importante. Lo que estaba claro era que habría que ir en avioneta hacia ellos, así que en la próxima conversación habría que dejar claro que eran ellos los que tenían que encontrar una posible pista de aterrizaje. Que Dios nos cogiese confesados.

Aguardé como buenamente pude junto con los demás toda la tarde, intentando descansar y conociendo un poco mejor la isla.

-¿Le dispararon, dices? ¿A uno de sus propios compañeros? -la joven tiembla de miedo, quizá recordando lo sucedido con el pobre Tae-. Claro, claro, supongo que tienes razón -murmuró abatida- ¿Qué vamos a hacer? ¿Y si se les ocurre regresar?

Le rodeo con un brazo tratando de hacerle sentir algún consuelo. Es posible que poco a poco logre que tenga eso que llaman síndrome de Estocolmo, en el que los secuestrados terminan por convencerse ellos mismos de que las ideas y motivaciones de sus captores son las suyas propias.

Claro que nadie a dicho oficialmente que Alice este secuestrada. Digamos que me gusta quitar mi estrés usándola a ella.

Estaré en guardia las próximas horas y vigilare por si intentan algo como entrar en la casa. Es posible que no sea un pistolero como ellos, pero en el espacio cerrado de una casa dudo que puedan conmigo.

Alice asiente y tú te levantas para asearte en el baño del piso de arriba. Después regresas a la habitación con una silla cómoda y te apostas en la ventana desde donde dominas el exterior. Si esos tipos regresaban, los verías aparecer mucho antes de que pudieran reaccionar. Y si resultaban ser un problema... pues tenías armas de sobra para dar cuenta de ellos.

Alice se levantó al poco rato y también fue al baño. Después bajó a la planta de abajo donde la escuchaste mover platos en la cocina.

Cada diez minutos hago una ronda por toda la casa, comprobando las ventanas y lo que se ve desde ellas. También me acerco de vez en cuando para ver lo que hace la chica, aunque lo disfrazo de preocupación por ella y no por desconfianza.

Mientras me muevo por la casa trato de mantenerme alerta. Ahora he de preocuparme de los caníbales, de los dos tíos armados y de que Alice quiera hacer alguna estupidez.

Después de los primeros diez minutos de ronda bajas al piso de abajo a comprobar las ventanas. Al pasar por la cocina ves las sobras de un desayuno frugal pero descubres que Alice no está dentro de la habitación. Asomándote a la puerta ves que la estancia tiene otra puerta que va a la despensa y que está cerrada.

Mantengo la escopeta a una altura media. No soy muy hábil con ella pero a uno vivo seguro que le acojono con ella y a un muerto de esos le puedo abrir el cráneo con ella.

Con cuidado, empujo la puerta con el cañón del arma, manteniéndome a un metro de la misma.

Empujas la puerta de la despensa para descubrir a Alice arrodillada con la radio portátil del coche del guardabosques en su regazo. Te lanza una mirada desafiante mientras espera tu reacción.

Escucho primero a ver si hay alguna voz que responda a cualquier posible mensaje de la chica y le sonrío relajadamente.

Responde alguien Alice?.Hay novedades?. Le hablo con tranquilidad y algo de dulzura, sin dejar salir por ahora el mal genio que tengo. Por el momento no me he aburrido de ella y aun es pronto para pensar en hacer algo radical. Aunque si vamos a pasar aquí un tiempo quizás termine por hacerlo.

La chica, tal vez esperando a que estallaras de furia, se queda algo sorprendida ante tus palabras.

-Sí, he logrado hablar con alguien. Un hombre, creo que están cerca de aquí -dice entrecortándose un poco con las palabras.

Asiento aun tranquilo, sin dejar ver el malhumor que comienzo a sentir.

Te han dicho algo útil?. Espero que no les hayas dicho donde nos encontramos. Ahora mismo apenas podemos cuidar de nosotros mismos y podría ser peligroso que se nos uniera gente sin conocerles.

Ademas de que posiblemente el que apareciera alguien mas por aquí significaría la muerte del tipo y la chica. Pero claro, tal vez la culpa es mía por no dejarle ver lo que pasaría si se pasa de lista.

La mirada culpable de Alice y un ligero sonrosar en sus mejillas te confirma que, efectivamente, ha dicho dónde os encontrábais.

-Sólo mencioné que estábamos en una cabaña en el bosque y que necesitábamos ayuda -al ver tu expresión se apresura a añadir- ¡No podemos seguir aquí solos como dos ermitaños! ¡Necesitamos ayuda y lo sabes! ¿Qué pasa si nos atacan esas cosas y nos superan en número? ¿Es que estás tan cegado en tenerme para ti solo que no has pensado en eso? ¡No quiero morir! -una gruesa lágrima corre por su mejilla.

Después de tan movida mañana, te dedicas a recorrer la isla en compañía de Mark, William, Andrew y Jebediah. Utilizáis uno de los todoterrenos del club y os alejáis un poco del bullicio que se está formando en el edificio principal. La isla tiene unas pocas colinas altas con lujosas villas en ellas. Está claro que se trata de un lugar para gente con bastante dinero. Estratégicamente el lugar era perfecto: rodeado de mar por todas partes y una visibilidad magnífica, se podría detectar cualquier problema enseguida. Alrededor del mediodía, regresáis al edificio central para almorzar algo y encontráis un verdadero tumulto.

Un grupo de personas con ropa de verano y aspecto de ejecutivos está discutiendo a viva voz con hombres refugiados del ferry. Tras ellos, mujeres, niños y gente mayor se agolpan asustados.

-¡Esto es inadmisible! -protestaba uno. El mismo tipo que os había gritado en el muelle cuando llegasteis-. Toda esta gente debe irse. Esto no es un centro de caridad, es un club privado y no pueden invadirlo como una turba. No tenemos comida para todos y, si es verdad lo que pasa en el continente, lo mejor es irse de aquí y buscar ayuda del ejército.

-¿Es que no lo entiende, estúpido? -le decía el otro hombre-. El ejército está desbordado. No tiene ni puta idea de lo que pasa allá ¿verdad? ¿Se cree que hemos huído por placer? Una enfermedad desconocida está arrasando nuestro país, convirtiendo a la gente en monstruos ¿y usted se preocupa por gilipolleces? Venga, adelante ¡huya en su bonito barquito! Cuando llegue a tierra y una de esas cosas le arranque las tripas se le acabará toda esa palabrería.

En ese momento llegáis con vuestro jeep y os detenéis cerca de la discusión. El yuppie te señala iracundo.

¡Usted! ¡Usted tiene la culpa! ¡Fue usted quien le dijo a esta gente que viniera aquí!

Bajé del jeep con un salto agil y caí hincando una rodilla al suelo con mi melena alborotada cubriendo mi rostro, miré fijamente a aquel hombre que me señalaba entre la enmarañada cabellera y me alcé a unos metros de él impasible y sin pronunciar palabra alguna. Lo señalé en silencio con el dedo índice de mi mano izquierda y con un movimiento felino lo encañoné con la escopeta y disparé un trallazo que le reventó el estómago. Con la cara desencajada en una mueca de horror en el suelo agonizaba con el resto de sus camaradas empapados en su sangre. Soplé la boquilla de mi arma y me la coloqué al hombro para decir.-¿Alguno mas tiene algo que objetar?-Para después escupir al suelo y reír a carcajadas ante la mirada atónita de los presentes.

Tras poco tiempo volví a la realidad, aquel tipo me señalaba a mí como el causante de todos los males, bajé del jeep con un salto felino y sin abandonar mi arma, en aquella situación no era buena idea alejarse demasiado de un arma, me dirijo a él.

-Debería calmarse un poco caballero, ¿acaso no sabe nada de las órdenes del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica a la población civil.-Le pregunté aplanando el camino para un farol que iba a soltar, como buen buscavidas me gustaba el póker y se me daba bien eso de mentir.

-Esta isla es suelo norteamericano, y como norteamericanos ejercemos nuestro derecho a permanecer en ella. El Señor Presidente dio la orden de acoger y socorrer a todas aquellas personas necesitadas en estos tiempos de penurias y calamidades. Si nos expulsa irá contra la ética moral y una orden presidencial. Yo mismo acogí en mi minúsculo piso a varias personas sin tener poco o nada que ofrecerles, y salimos adelante.

Ahora me tengo que obligar a callar y contar hasta 20 para no reventarle la cabeza con la culata del arma.

Así que es mas seguro compartir nuestras provisiones con mas gente...supones que el grupo da seguridad, pero eramos 4 ayer y ahora dos de esos 4 están muertos. O no lo recuerdas?. Yo te he mantenido viva y ahora quieres que mas gente venga y lo arruine. Cuantos mas seamos mas ruido, mas atraeremos a esos monstruos. Tu crees que aun hay civilización ahí afuera, pero solo hay gente luchando por sobrevivir.

Extiendo la mano hacia ella y le reclamo el micrófono de la misma.Dame la radio.

La joven, temblorosa de furia, te acerca el aparato de radio y sale de la despensa hacia el salón de la planta baja.

Tu discurso parece hacer mella en el portavoz de los ejecutivos. Aunque puedes ver por el rabillo del ojo como varias personas de entre el grupo de refugiados se lanzan miradas de incredulidad sin entender a qué demonios de orden presidencial te estás refiriendo. Eso y la sonrisa disimulada de Mark te obligan a hacer esfuerzos para no perder la compostura. El yuppie parpadea varias veces y cambia de actitud de inmediato.

-Solo quiero que hagamos lo correcto -farfulló-. No podemos quedarnos aislados en esta isla sin saber qué demonios pasa en tierra firme ¿Y si el ejército lo soluciona todo y seguimos aquí esperando en vano? Creo que deberíamos someterlo a votación. Los que quieran irse y los que quieran quedarse.

-No creo que sea buena idea poner un pie en el continente en este momento.-Contesté a los habitantes de la isla.-Lo mejor es esperar unos días y ver el desenlace, el único motivo por el que vayamos allí debe ser para conseguir alimentos.

Hice una pausa para sopesar la situación, pero me parecía una locura que hubiese gente que quisiera ir al continente con el horror que había allí desatado.