Partida Rol por web

Altes Gestein

Escena I - Buscando la Vieja Roca

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17/02/2012, 20:41
Director

Todo ocurrió en un corto momento, con la vida y la muerte como actores.

Con la velocidad de un relámpago, el basilisco saltó sobre sus compañeros. Sus fauces golpearon el escudo de Johann, derribándolo mientras cubría a Caduceo. Un segundo después, la bestia caía sobre Yaun Elur, y su larga cola soltaba un potente latigazo en su rostro. Luego saltó sobre Cristóbal, y el cruzado no pudo evitar recibir un golpe de garra sobre su armadura, que dejó una triple marca en el metal y un aceleramiento en el corazón del hombre. Los ojos verde y azul de la antigua Bernardett se centraron en Ludwig. Su mente animal se deleitó con la presa que dejaba el grupo, por lo que no tardó en saltar sobre él. Con celeridad furiosa, el basilisco descargó dientes, zarpas y cola sobre el cazador y sus sabuesos. Ludwig sintió un golpe de cola sobre su espalda, que ya ardía por el hechizo ígneo del tristemente desaparecido Khalek, haciéndolo gritar de angustia. Una garra hirió el lomo de Hase, que logró devolver el ataque con su propio mordisco sobre una de las patas del basilisco. Sin embargo, Anfänger no tuvo el mismo destino. Una desgarradora mordedura partió, literalmente, al fuerte perro por la mitad, en un baño de sangre y entrañas que salpicó a bestia, arquero y can.

Todo cambió en ese corto momento, con la vida y la muerte como actores de un malhadado teatro.

Mientras Caduceo y Nuruk entonaban sus hechizos, la descontrolada Bernardett se fijó en los más indefensos. La caótica bestia había estado saltando de un lado a otro, pero ahora tenía un nuevo objetivo. Enelya gritó, y Tadeus cayó derribado por la temible fiera, con la inconsciente Liara al lado. El basilisco se irguió sobre el monje, que sintió la fría nieve bajo él y el terrible cuerpo de reptil encima suya. Los ojos animales y dispares de la criatura se clavaron en él, y un segundo después, todo lo que quedaba de Tadeus era una estatua de piedra, inerte.

Todo cambió en ese corto momento, con la vida y la muerte como actores de un malhadado teatro, donde los aventureros no eran más que piezas de un tablero de juego.

Caduceo lanzó su hechizo cuando el basilisco saltó sobre él. Johann volvió a interponerse en su camino, con un grito de angustia surgiendo de su garganta cuando, con un violento sonido de carne, su brazo izquierdo saltó por los aires. Cayendo sobre la nieve, el arrancado miembro del guerrero llenó de roja sangre el sendero, con el inesperadamente manco Capitán doblando la rodilla con una angustiosa mueca en el rostro. Los poderes de Caduceo calmaron en ese momento a la bestia, que pareció dudar en su alocada hambre. Entonces, diversas plantas surgieron de entre la nieve, lianas verdes bajo el brillo fantasmal de la Selva Negra, y atraparon a Bernardett, entrelazando su cuerpo y atrapándolo contra el sendero del bosque.

Todo cambió en ese corto momento, con la vida y la muerte como actores de un malhadado teatro, donde los aventureros no eran más que piezas de un tablero de juego mucho más importante que ellos mismos.

Con Yaun Elur, Cristóbal y Ludwig heridos, Enelya asustada, Tadeus petrificado, Liara moribunda, Nuruk y Caduceo agotados y Johann sin brazo, Bernardett regresó a su forma humana. Desnuda, con solo su colgante sobre su cuerpo delgado, la maga se encontró atrapada entre plantas, que parecieron descubrir su desnudez al tapar sus partes más íntimas con grandes hojas.

Alrededor de todos, sangre y carne.

Y muerte.

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17/02/2012, 20:42
Director

Los pasos de Otto lo llevaron a la extraña entrada. Asomándose a la cueva, observó el interior: un ancho descenso, de largos escalones irregulares excavados en la roca, iluminado por un rojizo resplandor. La cueva curvaba hacia la izquierda, evitando que viera su final, desde el cual procedían unos cantos latinos que Otto recordaba bien de la noche del ataque.

Podemos evitarlo”, la voz femenina sonó en su cabeza, y fue entonces cuando el anciano vio a la gata a su lado. “Si estás cerca de mí, no te podrá ver. Aún me ama.”

El bello animal empezó a descender los escalones, y Otto no tardó en seguir sus silenciosos pasos. Con su mente llena de pena por el destino de Klara, y de determinación por el deseo de venganza, el hombre mantuvo su cabeza llena de cada raíz, cada flor, cada tallo de sus bolsitas, sabiendo que en esta aciaga y decisiva hora, sus conocimientos podrían marcar la diferencia entre la penitencia y el esfuerzo vano.

Cuando alcanzó la caverna, quedó sobrecogido.

La enorme cueva, sostenido por largas columnas de piedra, era enorme. Y estaba llena de aquellos enigmáticos magos oscuros que habían atacado Altes Gestein, o que la atacarían en el futuro. Todos cantaban, alzando sus manos en reverencia hacia aquella grotesca y gigantesca cosa palpitante que presidía el lugar, en el centro de la caverna, rodeada de un río de magma, de una serie de pequeños corazones arrancados, palpitantes.

Brillando por la lava, el brazo se movía a veces, con suaves movimientos: sus dedos se encogían, se abrían, mientras el resto de la extremidad se arrastraba a un lado u otro con lentitud. Era tan alto como cinco personas, y tan largo como varios árboles derribados.

Estaba vivo, y sentía, y padecía. No sabía cómo podía saberlo, pero así era.

Y odiaba. Pero no con el odio que Otto había visto en la humanidad, incluso en sí mismo. Era EL ODIO. Tan antiguo como el mundo.

Tarhutis… mi amor.”, la voz de la gata estaba rota por la pena, pero aun así sonó decidida. “Debemos destruir su brazo, o sobrevendrá el Segundo Cataclismo.”

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17/02/2012, 20:54
Otto
Sólo para el director

La visión lo impactó y de no ser por el estímulo de la venganza seguramente hubiese dado marcha atrás aterrado, no tanto por la figura que se alzaba en el centro de aquella cueva mas si por aquel sentimiento primigenio y opresor que lo invadió. La figura yacente de Klara colmó su vista, lo protegió de alguna forma contar aquello que palpitaba y le permitió mantenerse firme, erguido ante aquel mal.
La gata volvió a hablar, Otto la miró y respondió con tristeza.
-¿Qué puede hacer un viejo como yo contra todo lo que se yergue frente a nosotros? En mi bolsa tengo hierbas, no hay hechizos o espadas y de ellas sólo unas pocas podrían ser útiles- pensó un instante, rememoró propiedades y entonces volvió a hablar -Debo revisar pero una especie particular de planta que poseía tenía la particularidad de manar un gas toxico al ser quemada. Es lo único que se me ocurre, a no ser claro que puedas ofrecerme algo más. No te niego mi ayuda, pero no se como servirte-
Mientras esperaba la respuesta de aquel espíritu Otto revisó en busca de aquellas hierbas rogando a Dios no haberlas perdido y tener cantidad suficiente. Probablemente muriera junto con los hechiceros, pero eso no le importaba

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17/02/2012, 21:05
La Gata

"No puedo intervenir más... pero aunque dudes de ti mismo, el destino te ha puesto a mi lado en este momento trascendental. Quizás tus plantas sean la clave, o solo un eslabón más de la cadena que evitará lo inevitable. Solo el tiempo lo dirá."

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17/02/2012, 21:30
Otto
Sólo para el director

Por fin, tras mucho revolver, dio con lo que había estado buscando. Las hojas secas se hallaban en su bolsa, agradeció haberse tomado el tiempo para recogerlas cuando todo se venía abajo en la torre que todavía no había logrado existir y se puso en movimiento.
La planta sola era inofensiva, sin embargo cuando sus hojas se quemaban liberan una potente toxina que afectaba a quien la respirase. El lugar era grande, pero con suerte habría suficiente cantidad en su bolsa cómo para afectar a los hechiceros.

-Dices que contigo no pueden verme. Ayúdame un poco más entonces y camina mi lado-

Mil y un preguntas lo asaltaban pero aquel no era el momento de responderlas, si sobrevivía intentaría averiguarlas luego, si moría ya no importaban las respuestas.
No tenía fuego y no podía hacerlo, pero la fortuna parecía sonreirle por primera vez desde que todo aquello comenzó. Lentamente se acercó al cause de lava y caminó a su lado derramando poco a poco las hojas asesinas mientras rezaba por un último milagro.

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17/02/2012, 23:06
Cristóbal

La bestia saltó sobre el cruzado con tal ímpetu y rapidez que éste no pudo esquivarla. Escamas, nieve y sangre serian los últimos recuerdos que se llevaría al otro mundo. Con el basilisco sobre él, e incapaz de alzar su espada contra la joven que se escondía bajo aquella monstruosa forma, el tiempo pareció detenerse. Cristóbal pensó que había llegado la hora del adiós definitivo, que habría de morir en aquel horrible lugar, lejos de su Venecia natal, y sin recibir digna sepultura. Nadie rezaría por su alma y, lo más doloroso, moriría con el peso asfixiante de la excomunión sobre su pecho. Recordó a su padre, hombre muy devoto que había hecho fortuna como mercader de ricos paños ¿Qué pensaría de él? ¿Su hijo, al que había educado en la religión única y verdadera, amigo de magos y musulmanes? Cristóbal se dio cuenta , por primera vez desde que le ocurriera tan trágica ignominia, que su padre habría sido el primero en aplaudir su excomunión...y lo más importante para el cruzado, se dio cuenta de que le daba igual la opinión de aquella figura paterna, arisca y mezquina, que solo supo inculcarle odio y miedo hacia lo diferente, hacia todo aquello que, pese a su sobrada inteligencia, no podía entender. Su destino parecía sellado y sus últimos pensamientos serían para el cielo de Venecia y para la Santa Basílica que albergaba el cuerpo de San Marcos ¿Se convertiría él en rígida piedra como los muros de su querida basílica?
Fue entonces cuando el mundo a su alrededor cobró nuevamente vida El tiempo volvía a fluir inexorable, como las aguas de un río. Y fue su armadura la que lo salvó, permitiendo que su vida continuara fluyendo en aquel río que era el tiempo. Tiempo que parecía ir ahora mucho más deprisa. El veneciano vio como caía uno de los bellos sabuesos del desaliñado cazador. Contempló horrorizado como el monstruo se abalanzaba sobre Enelya y como convertía en piedra al pobre Tadeus. Un grito ahogado salió de la garganta de Cristóbal. El veneciano se arrepintió de haber sobrevivido al ataque del basilisco ¿Merecía la pena vivir si tenía, a cambio, que presenciar aquel infierno? Pero no acabó su tormento, pues aun tuvo que ver como la zarpa de aquel engendro se abría camino entre la piel y los huesos de Johann.
Y de nuevo aquel río que era el tiempo fluyó en calma, el aroma a especias se mezcló con el olor dulzón de la sangre, un olor este último demasiado familiar para el cruzado, y Bernardett pudo entonces volver a su forma humana ¿Cómo podía aquella bella joven ser la causante de tanto mal? Cristóbal se incorporó y caminó con dificultad por el sendero nevado. El horrible espectáculo que se presentó ante sus ojos solo lo podía comparar al que ofrecían los campos de batalla en los que peleó en Tierra Santa tras las jornadas de duro combate.  Se detuvo un instante ante el cuerpo de Khalek, demasiado joven para morir. Vio a Johann gritar de dolor y a Enelya aterrada, pero un impulso mayor le condujo hacia el petrificado Tadeus. El veneciano se arrodilló junto a la estatua del que fuera su amigo y rompió a llorar como un niño.
- Tadeus...amigo... ¿Por qué a él, Padre? ¿Por qué a uno de tus más fieles servidores?- clamó entre sollozos Cristóbal.

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18/02/2012, 00:47
Enelya

En el mismo instante en el que Enelya se giraba y se posicionada protegiendo a Liara, el basilisco atacó rápidamente a cada uno de los compañeros. Sin retroceder la arquera se quedó paralizada del miedo, la bestia era rápida y no tenia escrúpulos, era inimaginable que en realidad era la tímida Bernadett. Cuando se acercó a ella y al monje, Enelya se agazapó sobre Liara, sabia que no podía mirar al basilisco a los ojos, por lo que miró la nieve blanca, fue cuando Tadeus justo al otro lado de Liara cayó por un golpe del reptil, y se alzó sobre este. –¡¡Noo!!- gritó. Y segundo mas tarde, Tadeus quedó petrificado. Por fortuna los magos actuaron deteniendo la masacre. 

La imagen era más grotesca si aun cabía la posibilidad. Un baño de sangre a manos de ahora una mujer atrapada entre las ramas, Enelya la ignoró “No debiste hacerlo” pensó, pero sabia que ella se autocastigaría. Cogió las gasas y continúo con las curas en la herida de Liara. Terminó el vendaje y alzó la cabeza de la niña proporcionándole agua de su odre, haciendo rebosar por sus pálidas mejillas.

Había evitado mirar al resto de los compañeros, intentado concentrarse en la herida de Liara, pero ya no pudo aguantar más, se levantó y vio la espantosa imagen de su capitán sin el brazo por culpa del basilisco, la atención que había requerido para curar a Liara habían omitido los gritos de su capitán. Sin dejar de apartar la vista su capitán dijo –Nuruk- y con el dedo señaló a la niña. Corrió hasta Johann y trató de cerrarle la herida en lo que quedaba de brazo.

Notas de juego

Cauterizar la herida si es posible

 

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18/02/2012, 01:41
Tadeus

Los gritos, sollozos y ladridos llegaban a los oídos de Tadeus, produciendo en éste un estremecimiento. Antes de que pudiera girar su cabeza para ver que producía aquel inferno, fue golpeado por algo o alguien haciéndole caer de espaldas al frio suelo. Y entonces el acólito vio aquellos ojos, que solo podían ser del mismísimo demonio. Algunos dirán que solo pasó un segundo, que no pudo enlazar ningún pensamiento y que simplemente apenas pudo resignarse ante su propio destino, pero lo que sintió Tadeus en ese momento no fue nada de eso, nada parecido al resentimiento, fue un sentimiento de paz.
La blancura cegaba al monje, las colinas del Señor se alzaban majestuosas, las bellas campiñas se extendían por decenas y un sentimiento indescriptible le embaucó. El monje se miró sus limpios ropajes, sin ninguna mancha de sangre. Y entonces lo supo.
Todo esto en un segundo.

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18/02/2012, 02:42
Bernardett ex Bjornaer

Atrapada sobre el frio suelo, Bernardett, solo miraba la nieve fijamente, como si la blancura de la nieve pudiera borrar lo que a través de sus ojo pudo ver con placer hace un rato, podía ver partes de su cuerpo lleno de sangre, sabia muy bien lo que había pasado, solo se mantuvo ahí mirando sin pestañar el suelo…  había ocurrido de nuevo, estaba en medio de un escenario atroz, causado nada mas y nada menos que por ella misma.

El horrible sabor a muerte permanecía  inerte en su boca y garganta, quería correr… quería salir corriendo de ahí, desaparecer otra vez… pero no podía hacerlo, y no era por las ramas que la sujetaban. Temblaba, cada fibra de su cuerpo vibraba por el terror y no por el frio, sentía pánico, tenia pavor de mirar a su alrededor, no podía… solo seguía ahí respirando agitadamente, petrificada mirando la nieve manchada por su culpa… por que todo fue su culpa.

Bernadett sintió las ganas de morir… los gritos de dolor que escuchaba no hacían mas que lacerar la culpa de la chica… quería morir. Era mas fácil morir que sentir el peso de la culpa en su alma una segunda vez…

- Desparil… - susurro con un hilito de voz sintiendo un nudo en la garganta, hasta que no resistió... aun sin tener el valor de mirar y enfrentar las escena, Bernardett comenzó a llorar silenciosa pero desgarradoramente sobre la nieve. No podía parar de llorar

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18/02/2012, 05:34
Johann

Sin aliento, tumbado en el manto helado se hallaba Johann von Schwaben capitán de la guardia. El golpe sobre su pecho fuerte y certero hizo perder el equilibrio al germano, dejándolo aturdido y tendido sobre su escudo. Y allí, en el suelo pensando en no volver a levantarse, le inundaron sus recuerdos o mas bien sus frustraciones. No había conseguido proteger a su familia y no había logrado vengarse del brazo del emperador, no logro proteger a la alianza y tampoco había podido restaurarla y ahora no lograría proteger a sus compañeros, a sus amigos... Aquello terminaba de la manera mas triste posible y él una vez mas no había conseguido nada. Cada segundo la situación le era mas ajena y seguía pensando en no volver a levantarse.

Pero Johann, el valiente guerrero no podía caer así, no de esa manera, no sin hacer nada. Dirigió la mirada hacía lo que se había convertido Bernandett y vio como esta se retorcía como en una especie de diabólica danza, mezclándose entre los miembros del grupo y haciendo inútil cualquier tipo de defensa. Una vez recuperada la conciencia del momento se incorporó lo mas rápido que le permitió su estado y observando los movimientos del basilisco adivinó cual sería su próximo objetivo. "Aunque deje la vida en ello" Cumpliría su ultima promesa, aunque fuera lo ultimo que hiciera en esta cruel vida. Corrió hacia Caduceo, desprovisto de espada y escudo y interpuso su cuerpo entre la serpiente y el mago...

Los gritos lejanos llegaban a sus oídos, gritos que ya había escuchado mas de una vez en el campo de batalla, gritos de dolor y desesperación, nunca suyos. Cada vez mas cercanos, cada vez mas claros, estallaron en sus oídos, dándose cuenta de que aquel desgarrador grito salía el. Con los ojos abiertos de par en par Lloraba y gritaba, nunca antes había sentido algo así, ¿era aquello la muerte?. Solo la adrenalina que le generaba el dolor lo mantenían consciente, pero no podía aguantar mas, cayo sobre sus rodillas y finalmente se desplomo en la ensangrentada nieve. La conciencia se le escapaba cada segundo que pasaba, pero aun seguía desgarrando el viento con aquel desesperado grito. Y entre el ulular de un buho y la agradable esencia a especias cerro los ojos esperando a no volver abrirlos jamas.

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18/02/2012, 16:24
Caduceo ex Jerbiton

La criatura se cernía sobre ellos peligrosamente y mientras avanzaba hacía su posición podía observar como sus compañeros caían uno a uno. Estuvo cerca de evitar que acabará con su hechizo pero finalmente pudo lanzarlo y conseguir que afectará a la criatura calmando sus emociones. Cuando observo que se paraba y que la tierra la atrapaba en forma de lianas no pudo evitar dejar escapar un suspiro de alivio acompañado de una frase de alivio.
- ¡Lo conseguí!

Sin embargo al ponerse en pie y contemplar la escena tuvo que llevarse una mano a la boca mientras observaba todo el mal que se había desencadenado en cuestión de segundos. Se arrepintió en ese momento de lo último que acababa de decir mientras observaba a la bella muchacha meditando si una muerte rápida en este momento de debilidad no sería la mejor solución a un futuro problema...

Pero no era el momento más apropiado para eso pues otros asuntos más importantes requerían de su atención. Con delicadeza se agacho sobre johann, el fiel compañero que había dado su brazo por protegerlo hace tan solo unos segundos, y poniendo su brazo encima del suyo le dijo:
- Voy a intentar ayudarte pero mis conocimientos son muy limitados...

Notas de juego

Lanzo un conujuro espontáneo, fatigandome, de Creo + Corpus para intentar ayudarle. Tal vez pueda volver a unir el brazo o cuando menos mitigar su dolor.

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19/02/2012, 06:11
Yaun Elur

El gigante gritó llevándose las manos al rostro. Las múltiples heridas y ahora esto. Había movido su cuerpo para actuar como defensa de la pequeña mal herida y de los magos, para darles tiempo a poder volver a retener a la maga transformista. Pero ella tampoco tenia control sobre su forma. Maldijo para si.

- ¿Es que nadie tiene capacidad de controlarse en este maldito sitio? He conocido duendes con mucha mas capacidad para tener sus impulsos, por los.... - interrumpe sus palabras y observa el dantesco espectáculo. El no puede curar. Y está demasiado herido para hacer nada.

Asi que simplemente espera mientras observa los cuerpos, la sangre...

- Ojalá el invierno nos curase - murmura

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20/02/2012, 21:53
Nuruk ex Merinita

"Vuelve, pequeña", repitió Nuruk al oir los sollozos de Bernardett, esta vez como una súplica.

El mago a duras penas conseguía mantenerse en pie. El sudor goteaba sobre sus ojos, nublando su vista. Estaba realmente cansado, y había muchos heridos que atender, todos con urgencia. Ni siquiera tenía fuerzas para acercarse a su lado y abrazarla. Tampoco había tiempo.

"Vuelve"

Las lágrimas le oprimían el pecho. Las suyas, las de Bernardett, las de todos. Hizo un último gesto (*) con la esperanza de que ayudara a la Bjornaër a liberarse. La muchacha no estaba tan cansada como ellos.

"Bernardett, yo solo no puedo ayudarles. Vuelve. Vuelve, por favor. Te necesito"

Confiaba en ella. No había dejado de hacerlo ni un solo segundo, ni siquiera cuando, convertida en basilisco, saltó sobre Cristóbal. No era el tipo de confianza que tenía en Enelya, o en su hija. El vínculo que tenía con Bernardett, pensó, era completamente distinto. Ella, en realidad, no le necesitaba, y Nuruk la veía como un igual, como una compañera de equipo. Como la veía a ella.

Y ella le había enseñado que la mayor falta no es la que haces cuando no eres consciente, sino la que no evitas cuando lo eres.

"Solo serás culpable ahora, si no les ayudas. Vuelve pequeña."

El olor metálico de los cuerpos de los sátiros se hizo más intenso. En sus cuernos, esencia pura de magia ¿Habría quizá cuarenta? Suficiente para, al menos, aliviarlos a todos. Pero Nuruk no podía recogerlo y la sangre de sus amigos manchaba la nieve como un reloj de arena. Segundo a segundo, la vida se escapaba y ...

Notas de juego

(*) Usa PeHe, espontáneo, pero sin fatigarse. Solo necesita quebrar un poco las ramitas para que Bernardett pueda soltarse.

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20/02/2012, 22:28
Nuruk ex Merinita

Nuruk se tambaleó hasta donde Tadeus y Liara yacían, y cayó de rodillas junto a ellos. Al lado de Cristóbal, los gemidos de Johann (a quien no quiso mirar a los ojos) parecieron silenciarse para el mago. Al verlo llorar, algo se rompió dentro del merinita.

Khalek había muerto.

Liara, con su herida en el pecho, no sobreviviría en la nieve.

Johann había perdido su brazo

Tadeus se había convertido en piedra.

Y Cristóbal...

Era por su culpa. Todo, absolutamente todo. Si los hubiera defendido a la caída de la roca, si no los hubiera dejado solos, si hubiera sido más rápido... Ahora ya no podía ayudarles.

Nuruk extendió su mano hasta el brazo del cruzado y lo apretó. Junto a ellos, Liara respiraba con dificultad, librando cada vez una cruenta batalla por tomar aire una vez más. La impotencia desoló al merinita y, en silencio, acompañó las lágrimas del soldado con las suyas.

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21/02/2012, 00:42
Bernardett ex Bjornaer

- “Vuelve,  Pequeña”  - le parecía reconocer esa voz - "Vuelve" – no era un recuerdo como pensó antes, era Nuruk. Le pedía ayuda, pero como iba a poder ayudar si ni siquiera tenia control de si misma, ni siquiera sentía el valor para levantar la vista y ver con sus propios ojos lo que ocurría.

"Bernardett, yo solo no puedo ayudarles. Vuelve. Vuelve, por favor. Te necesito"

Calmando un poco sus llanto, Bernadertt toma las palabras de mago con mas serenidad aunque se sentía aun abrumada por todo. Como Nuruk podía pensar que ella tendría la capacidad de poder ayudar a aquellos que estaban al borde de la muerte gracias a ella… Parecía que el mago le tenía mucha confianza, confianza que la chica parecía no tener en si misma y menos ahora.

Alzo un poco la vista, para buscar a Nuruk con la mirada… fue cuando vio con los ojos de Bernardett, la humana, todo el daño que había causado, era aun peor de lo que imaginaba, un dolor horrible en la entrañas... era la culpa que le pegaba como un látigo

- no puedo… - pensó mirándolo con vergüenza y angustia a los ojos –...solo se dañar cosas – termino diciéndolo con la voz quebrada por el llanto feroz que salía de sus ojos por encima de los gritos que retumbaban en el sendero – no se como…

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21/02/2012, 13:13
Ludwig

Una vez más, nieve en su rostro y dolor en sus hombros. Apenas podía moverse después del ataque del monstruo. Sin duda debía tener una fea herida en la espalda, pues notaba la sangre resbalarle por los costados. Unos gemidos agudos le llamaron, y una lengua caliente y larga pasó por su rostro. Apoyándose en el hacha, Ludwig se incorporó. Hase, con el morro cubierto de sangre, intentaba ayudarle.

-Buena chica, buena chica... -suspiró entre dientes.

A su lado, Anfänger estaba despedazado. Aquel dragón, aquella mujer, lo había partido en dos. La maldición que Ludwig susurró habría hecho sonrojarse al mismo Satanás.

La vista se le iba, y un herrero martilleaba sus sienes. Tambaleándose, dejando en la nieve un rastro escarlata, se dirigió hacia los demás. La mujer-monstruo lloraba inútilmente de rodillas en el suelo. Ludwig sintió deseos de abofetearla, pero ni siquiera se le aproximó. Había muchos heridos, y era más importante atenderlos. No era mucho lo que podía hacer, menos aún con la sangre que él mismo estaba perdiendo, pero debía socorrerlos. El más cercano, el gigante Yaun, renegaba de su suerte, intentando con sus manos restañar la sangre de un feo tajo en el rostro. El lebrero buscó al tacto en su zurrón el carrete de hilo y las agujas.

-Siéntate, amigo. ¿Cómo te encuentras? -preguntó mecánicamente, aunque eran evidentes sus heridas-. Déjame echar un vistazo a ese corte.

Notas de juego

Pese a su escasa habilidad, Ludwig intentará ayudar a los heridos en lo que pueda, empezando por los que no están atendidos, como Yaun.

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21/02/2012, 15:29
Cristóbal

La nieve caía tímidamente a través de la floresta, atravesando aquel manto vegetal que era de un intenso color verde, en cierto sentido antinatural. A simple vista el bosque parecía  surgir de un extraño cuadro en el que el artista hubiera aplicado los colores directamente en el lienzo, sin mezclar en la paleta, provocando una sensación de brillo y luminosidad de tal intensidad que casi podías sentir la vida fluir  y derramarse por las hojas, el ramaje y el tronco de los árboles. Hasta la luz cobraba vida en aquel mágico lugar, llenándolo todo y eliminando las sombras Sin embargo, ese cuadro lleno de fuerza vital que era la Selva Negra estaba siendo el escenario en el que el dolor y la muerte danzaban alrededor del maltrecho grupo de aventureros.
De rodillas y con lágrimas en los ojos, Cristóbal observaba el rostro pétreo de Tadeus.  Sorprendentemente la expresión del monje denotaban paz y tranquilidad, por lo que aquella imagen en la que se había convertido su amigo le recordó a la esculpida por el maestro Mateo para representar a un joven y bello San Juan Bautista en la Catedral de Santiago y que el veneciano pudo contemplar haría unos pocos años, al refugiarse en la corte del rey Alfonso de León, por entonces, al igual que el cruzado, excomulgado.  Ensimismado, pensando en su vida en la corte leonesa y en la triste suerte que había corrido el asturiano, Cristóbal no advirtió la presencia del merinita a su lado hasta que éste alargara su mano para apretarle el brazo. Juntos lloraron, impotentes, sin decir una sola palabra hasta que Cristóbal se enjugó las lágrimas y dijo:

- “Nuruk, amigo, sabes que nunca te he pedido nada, pero siento que mi mundo se derrumba. En un lugar como este es fácil perder la fe y siento que solo puedo confiar en ti ¿Puedes hacer algo por Tadeus? ¿Puede tu divino don devolver a este buen hombre a la vida?”

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21/02/2012, 19:46
Nuruk ex Merinita

Nuruk cruzó una mirada con Bernardett. En ella no había el más mínimo desprecio, pero sí urgencia. Ella, al menos, podía caminar. Eso era bastante más de lo que el merinita podía hacer.

"Si deseas ayudar" suspiró "yo te diré cómo. ¡Por favor!"

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21/02/2012, 19:54
Nuruk ex Merinita

Cita:

- “Nuruk, amigo, sabes que nunca te he pedido nada, pero siento que mi mundo se derrumba. En un lugar como este es fácil perder la fe y siento que solo puedo confiar en ti ¿Puedes hacer algo por Tadeus? ¿Puede tu divino don devolver a este buen hombre a la vida?”

"Es difícil. No sé cuánto tiempo tenemos. Y necesito su ayuda" dijo, mirando a Bernardett y a Caduceo, cada uno afanado en sus propios pensamientos.

Respiró hondo, tragando sus propias lágrimas. Tadeus no era el único que necesitaba ayuda; todos, incluso el perro, mostraban heridas físicas o emocionales horribles. Nuruk, al ver el rostro lleno de paz del monje, tan diferente lo que tenía a su alrededor, dudó. ¿De verdad quería el cruzado traer a su amigo de vuelta a aquella pesadilla?

"Lo intentaré, si es lo que deseas. Dame unos minutos. Pero, Cristóbal, no debemos olvidarnos de los demás. Necesitaré todos los cuernos de sátiro que podamos conseguir para aliviar tantas heridas"

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21/02/2012, 20:17
Nuruk ex Merinita

Cita:

- “Nuruk, amigo, sabes que nunca te he pedido nada, pero siento que mi mundo se derrumba. En un lugar como este es fácil perder la fe y siento que solo puedo confiar en ti ¿Puedes hacer algo por Tadeus? ¿Puede tu divino don devolver a este buen hombre a la vida?”

Podía. Al menos, intentarlo. Necesitaba la ayuda de Caduceo y Bernardett. La mirada de Nuruk fue sincera, como siempre lo había sido con su amigo. Recuperar a Tadeus podía considerarse egoísta. Su rostro, sin lugar a dudas, expresaba que estaba mucho mejor convertido en piedra que en la nieve de la Selva Negra. Sin embargo, con tantos heridos que aliviar, las santas manos de Tadeus tenían un valor incalculable. Pero Nuruk, que a duras penas se mantenía consciente, no sabía cuánto tiempo tenía para traerlo de vuelta. Vio a Ludwig atender a Yaunn mientras Enelya ayudaba a Johann. "Caduceo" dijo, "sé que estás cansado, pero aún podemos intentar algo..."