Partida Rol por web

La miro fijamente a los ojos y le dijo: "Señora por favor digame, que sucedio con mi peloton, ¿que me sucedio ami?... Siento algo en el hombro.."

Buenos dias Dr White, muy amable! vengo a verlo por que me gustaria comentarle sobre algunos de mis pacientes, todos en coma y con un extraño tatuaje! pensamos que podria ser un gas o algun tipo de arma, pero descartamos esa opcion despues de los resultados de laboratorio! alguna sugerencia?

Luego de que Marjorie se sentara, el psiquiatra caminó pensativamente y meditó un momento sus palabras, rascándose la barbilla. Es un caso curioso agarró uno de los libros que se apilaban al costado del escritorio normalmente un estado de coma o catatonia podría deberse a un severo trauma... algo horrible, que la mente del paciente intenta negar o rechazar, y por eso la persona queda en ese deplorable estado sin necesidad de fármaco alguno. Así hablaba mientras hojeaba el libro y de a momentos miraba a los ojos de la doctora. El hecho de que fuese un grupo tan numeroso el que comparta los síntomas es... repito, curioso. Cerró el libro de golpe, dejándolo sobre el escritorio La mente humana, doctora, suele ser muy peculiar y diferente de un individuo a otro, algo que aterraría a unos, podría ser indiferente a los demás.

Mientras así hablaba Philip White, una cierta conmoción pudo oirse a lo lejos, como si un grupo de gente estuviese hablando y moviéndose a la vez.

Como entre una umbra constante, Michael huyó del terror de aquella trinchera espantosa. Escapando, luchando, ante algo pesado y gelatinoso que lo sostenía, se abrió paso hacia una luz que casi lo cegó. El esfuerzo fué un grito de espanto, que se le presentó como potente, pero que terminó siendo ronco, apagado, débil. La garganta era una lija seca, la cabeza estaba por estallarle, su cuerpo pesado... todo dolor y cansancio. Sentía las piernas apenas, como si la sangre no quisiese circular, sin embargo el corazón no pretendía detenerse y las palpitaciones eran constantes.

Se notó enredado entre sábanas, en una cómoda cama, en una gran habitación... todo se veia desenfocado y distante, costaba acostumbrarse a la luz del día. Pero al menos estaba lejos de aquello que todavía rondaba en su memoria.

La enfermera colocó el jarro en la pequeña mesita contigua y luego se volteó para reponderle Sus compañeros se encuentran aquí, joven, hace varios días los trajeron...  se acercó y colocándole la mano en la frente le tomó la temperatura Parece no tener fiebre dijo como ensimismada. Por fortuna parecen estar en buena salud, o toda la buena que pueden estar por volver de esas malditas trincheras... negó con la cabeza y le hizo una seña a alguien más. Lo del hombro ha de ser el tatuaje. Se volteó mientras parecía retirarse Le traeré algo para que ingiera, algo ligero...

Mientras se alejaba se oyó un grito ronco y el ruido de alguien que se levantaba de golpe, junto con algunas exclamaciones de voces femeninas "otro más, parece que están despertando", "por la gracia de dios vuelven", "alguien que le avise a la doctora", así como pasos que iban y venían. La voz que se escuchó no podía estar a más de cuatro camas de distancia, y si el oído no lo engañaba, era el doctor canadiense de la unidad, el "Doc" Van Devere.

La taza repicaba como campanilla cuando Virginia notó que seguía revolviendo el cacharro sin líquido alguno. Una de las enfermeras pasó corriendo exclamando ¡se ha despertado otro! y algunas voces lejanas repetían algo referente a la doctora, y otras hacían referencia a dios, se armó un mayor revuelo, lo cual atrajo a varios uniformados que caminaban por el pasillo. Virginia no tenía muy claro las insignias y el escalafón que representaban, pero los uniformes eran de oficiales sin duda alguna. Algo hablaban entre ellos mientras uno miraba hacia la habitación dónde se encontraban los veintiún pacientes y sonreia, una expresión socarrona que no encerraba nada de alegría. Entre el barullo que se había armado, no fue posible distinguir qué hablaban exactamente, aunque pudo cazar las palabras "corte marcial".

Intento ver mi hombro / buscar alguna superficie reflejante para ver que tengo

No hace falta buscar un espejo o similar, con un poco de contorsión nada placentera, ya que los músculos y las articulaciones del jovben músico estaban duros y agarrotados, pudo vislumbrar el tatuaje que ostentaba su hombro.

Las líneas gruesas de tinta negra dibujaban algo extraño, que observaba por primera vez.

“¡Waaaaaaaaaarghhhhhhhhhhh!”

Su propio grito lo despertó, con el abrigo de cama entre sus manos, apretándolo con fuerzas que no eran propias de él, como intentando estrangular una serpiente aterradora. Abrió los ojos de golpe, la luz del sol acuchilló sus pupilas, dejando todo completamente en blanco. Una profunda punzada en su cabeza provocó que se arqueara por completo de dolor al tiempo que flashes intermitentes de aquel escenario indescriptible torturaban su mente. Apretaba la mandíbula como intentando contener un dolor que no podía gritarse ni manifestarse de otra manera. Los tímpanos le latían como tambores al ritmo acelerado de su corazón; en ellos aún resonaba su propio grito.

Conforme el encandilamiento cesaba, la noción de su cuerpo se manifestó en forma de punzantes dolores: sus manos agarrotadas aún sosteniendo en presa un montón de telas, sus piernas rugiendo de cansancio, un profundo dolor en su rodilla trajo consigo los recuerdos de un resbalón, un golpe y el intento desesperado por ponerse de pié. Arrojó las sábanas tan lejos como le fue físicamente posible, como quitándose algo muy pesado de encima. Las extremidades superiores cayeron rendidas, agotadas.

Oyó voces de murmullo a su alrededor. Aún con la vista desenfocada intentó buscar un rostro, alguien que fuese 'real', alguien a quien preguntarle… giró a la derecha e izquierda y dijo: “Dón... á capit…” pero sus palabras fueron algo menos que un jadeo. Tragó saliva, pero ésto sólo empeoró las cosas sumiéndolo en una profunda y pronunciada tos.

Alguien se acercaba con paso ligero “Agua” rogó Michael.

Los gritos me volvieron a la realidad, a la realidad circundante y la realidad de que mi taza de té estaba vacía. No me hubiese venido nada mal otra taza caliente de té, sobre todo porque me sobrevino un frío a todo el cuerpo. ¿Tenía acaso miedo? ¿Miedo a qué? Miedo no podía tener ya que hacía meses que me sentía dentro de todo acostumbrada a lo que había que ver en el lugar, y quizás esas cosas me producían otras sensaciones antes que miedo. Pero sí, sentía miedo y no sabía por qué. Sin embargo, resolví ir al lugar de la acción como suele decirse, y caminé directo hacia donde estaban las demás rodeando a los soldados que habían despertado. Me hice lugar entre ellas para ver, para ver por primera vez. Seguía con todo un temblor en el centro de mi cuerpo hacia la periferia de él, en cada miembro. No sé qué me producía miedo, quizá lo que estaba a punto de descubrir. 

mmm cree ud que pudo tratarse de algun sadico experimento que se les practico a todos los soldados? habria algo que pudiese ayudar a sacar a estos pacientes del coma, algunos de ellos se ven bastante inquietos!

mientras marjorie le hablaba a white intentaba disimuladamente averiguar que estaba pasando y ver si era importante para ella asistir a esa comocion que se escuchaba a lo lejos?

Lo del experimento es una posibilidad, nunca se sabe de qué es capaz el enemigo en una guerra... comenzó respondiendo el doctor cuando el mismo barullo que había atraido la atención de Marjorie lo hizo mirar hacia la entrada del despacho. Señaló con el dedo Esas voces parecen venir desde su piso, doctora. Algo me dice que no necesitará mi ayuda para despertarlos. La cual, para ser sinceros, tampoco serviría de mucho... habló mientras se ponía de pie y se acercaba hasta la entrada, dónde la enfermera Drew esperaba algo inquieta.

Creo que la buscan dijo White friamente

Indecisa, la enfermera de origen francés avanzaba. Ya dos de los pacientes estaban siendo atendidos, un bebía agua y se miraba el hombro, si, el tatuaje, era el más joven del grupo. El otro todavía temblaba en la cama mientras Maisy intentaba calmarlo, era uno que ostentaba feas cicatrices en el rostro. El resto de las efermeras se movilizaban buscando alimentos y medicamentos. Tras dar algunos pasos, se encontró cerca de una de las camas dónde el tercero despertaba. Parecía un revoltijo de telas, el pobre hombre balbuceaba y se giraba en torno, parecía desorientado, desesperado, como si alguna bestia lo hubiese estado persiguiendo en sus sueños. “Dón... á capit…” dijo, para luego mirarla a Virginia, aún con la mirada desenfocada y perdida rogando por agua.

La cabeza del Doc daba vueltas, las figuras danzaban en torno, hasta que pudo enfocar una fortuita silueta que se acercaba lentamente. El uniforme era reconocible fácilmente como una enfermera voluntaria, aún en aquel estado, la mente de Michael no podía confundirse. Esa figura le traia algo de tranquilidad, quizá las cosas mejoraran... pero ¿dónde estaba?

Aún prestando atención a la inusual figura que se encontraba ahora en su hombro, encarnada para siempre, Johan pudo oir claramente como el Doc de su unidad se debatía enérgicamente con las sábanas, balbuceaba cosas como “Dón... á capit…” y finalmente parecía rendirse, rogando por agua con una voz que denotaba una inmensa desesperación.

Parecía no ser el único en su unidad que había vivido experiencias pesadillezcas.

Ni bien me acerco al centro de todo el movimiento, me encuentro con dos pacientes ya despiertos, y cuando me decido preguntarle a uno de ellos si le dolía el hombro ya que se lo miraba con insistencia, otro de los pacientes se despierta, me mira y me habla. Lo miro pero no le entiendo lo que me dice, de seguro me habla en otra lengua, una que no entiendo. De hecho hablo Inglés y algo de Castellano también, hasta podría aventurarme a decir que algo de comprensión sobre la lengua Italiana tengo, de oído nomás, y por supuesto está el francés que es mi lengua materna.Repite con insistencia. Suena fuerte, será alemán o ruso? 

Enfermera… las palabras se presentaron como un carraspeo. Intentó incorporarse, su cuerpo aún temblaba por completo. Enfermera intentó nuevamente, esta vez su voz sonó más clara, pero aquella señorita parecía no entenderlo. Organizó sus pensamientos y preguntó en francés con su distintivo acento yankee: ¿Enfermera?.

Miró a su rededor, las camas indicaban que se encontraban lejos de aquella trinchera infernal. En un esfuerzo increíble estiró su brazo para tomar la jarra de latón de la mesita al lado de la cama, estaba casi vacía; la atrajo para sí al tiempo que abría la boca y lanzaba el contenido sobre su cara, bañándose completamente en el frío líquido. La sensación fue majestuosa, como volver a nacer…

La enfermera lo miraba extrañada. ¿Dónde estamos? ¿Dónde está el resto del Pelotón? ¿Qué ha sido del Capitán Lomb...? ¿Qué ha sido… ‘eso’…? Esta última pregunta fue más para sí que para alguien más...

Desconcertado, Bobby siente como el pánico tomas las riendas: Dónde estoy?! grita mientras trata de sentarse y salir corriendo.

La verdad que toda la situación, todo lo que me rodeaba me ponía muy nerviosa, como nunca antes me sentía nerviosa y no sabía por qué. Esa sensación que me corría por toda la espalda, era miedo, algo en estos soldados y toda la situación tenían una carga extraña, distinta de todo lo que hasta ahora había ocurrido en el hospital. Pensé por qué son especiales si todos son soldados heridos y ésa es principalmente la tarea de la cual nos hemos encargado todos en los últimos meses. Me acerco un poco más a este soldado y logro entender que en un francés bastante logrado aunque también cubierto de acento me dice enfermera, me estaba llamando el pobre desgraciado y yo perdida en mis pensamientos interminables tardo en responder. Lenta en mis movimientos, éste se me adelanta, estira el brazo y se baña con agua. Me siento a su lado y le alcanzo una toalla para que se seque un poco, pareciera que la seudo lluvia de agua le hizo bien y lo despertó. Lo miro con curiosidad y trato de sonreirle, lo siento nervioso también, o más bien ansioso. Le pregunto su nombre y le digo dónde se encuentra, le digo el nombre del hospital y le digo que esté calmo, que todo va a estar bien. No me dispongo a contestarle las demás preguntas porque no sé las respuestas. Tampoco sé por qué me siento tan perdida. Me parece que llamaré a alguno de los doctores para revisar en qué condiciones llegaron estos soldados- 

"¿Doc recuerda que sucedio?"