Partida Rol por web

Gracias por el aviso, pero yo iré a por la niña. Me giro buscando la mirada de mi mujer. Volveré. Dije asintiendo con la cabeza

Leroy se golpea el pecho en señal de saludo a todos, en especial a su familia y sale del escudo a medio formar seguido inmediatamente de su perro. 

- Vamos Bravo. Busca! - Le dijo al perro, mientras lo apremiaba a buscar a la niña perdida. 

Claire se despide de su familia con la mirada y se pone en marcha hacia el gran estruendo, con su arco en mano y su carcaj lleno de flechas a la espalda.

Quedaos aquí- le dijo Ethan a su familia, esperando que estuviesen a salvo tras ese "escudo" -Si queremos traer de vuelta a la niña, mejor que no perdamos más tiempo- añadió, tras lo cual salió tras Leroy y su perro, intentando discernir el rastro que los conduciría a la hija de los Falknen.

-¡Etna! ¡Por favor! -insistió en un último grito el atosigado Alastor, sólo para ser ignorado una vez más. Luego, tomó a un Aldair a punto de escaparse por la muñeca y lo tiró con él- ¡Y tú estáte quieto!

Erick y Jeanne se miran y tienen una rápida conversación en voz baja, tras lo cual la matriarca de los Drago coge sus armas y sale corriendo tras los demás

Conseguiste saltar con éxito el fino círculo de llamas, al otro lado todo se veía igual, pero no había la misma sensación.

El frío del exterior, ese extraño frío que reinaba aún habiendo llamas cerca, no parecía estar presente dentro del círculo. al contrario que en el exterior, dentro hacia una temperatura agradable y había un ambiente de tranquilidad y armonía.

El hombre del suelo pareció moverse un poco y tomar una fuerte bocanada de aire. La niña aún seguía pasmada mirando un punto fijo en el aire.

Hans no lo había notado hasta ahora, pero, aún teniendo que ser de día, aún teniendo que poder observar el reino de Lairz, lo que reinaba era la oscuridad, el día parecía haberse tornado noche, pero no una noche total, sino un combate entre la luz y la oscuridad, que no parecía tener un vencedor claro.

El patriarca de los Thorsteinn aferró el símbolo de metal con forma de disco de su cuello para que Lairz le protegiera en aquella situación, y sacó el cuchillo de su cinturón. Era grande y fuerte, y era capaz de plantar cara a un hombre fácilmente, no obstante, no sabía a qué se enfrentaba en aquella situación. Si tenía que defenderse, prefería tener un buen palmo de acero frío en su mano.

- Eh, despierta, ¿qué ha ocurrido? - dijo, acercándose al hombre y comprobando sus heridas. No era un experto, pero al menos sabría si tenía alguna quemadura visible o algún corte - ¿Qué ha pasado aquí?

El vertiginoso curso de los acontecimientos creó una atmosfera reflexiva entre los miembros de la familia Lorents. Habían demorado más de lo normal en reunirse para el desayuno, ya que Daniel no podía recordar donde había dejado las pieles de conejo que su madre había despellejado.

Grande fue su sorpresa al reunirse con el ajetreo exterior, y el súbito movimiento de gente.

Palabras, gritos, y explicaciones a media asta les dieron un panorama de lo sucedido. La hija de los Falken estaba desaparecida.

-Yo iré- Había sentenciado Alain, al tiempo que acariciaba a Emily con una preocupación tajante, y una empatía comprendida.

-Nos gustaría que hiciesen lo mismo por nosotros. Imagina…

-No pienses en ello-La interrumpió Martin- … estoy de acuerdo…-Dijo luego de una breve reflexión.

-Yo quiero ir-Proclamó Daniel como si aquello fuese una aventura, pero su rostro mostraba el mismo gesto preocupado de su madre.

-Ni lo sueñ…

La palabra flotó inconclusa en una atmosfera tenebrosa. El cielo crujió en una explosión extraordinaria. Un barril de pólvora se había incendiado por descuido de un mercader en su antigua ciudad. Este sonido era diez veces más potente. Y por mucho más inquietante.

Fran comenzó lo que parecía un ritual mágico. Había oído sobre la magia. Había leído sobre la magia en varios libros de sanaciones fuera de lo común. Siempre se había interesado en ella. Pero nunca había visto a usar la magia en esa forma.

Ahring… Esa palabra heló los corazones de los cuatro miembros. Incluso Luna percibió que algo malo sucedía, posicionándose junto a Martin.

Las explicaciones acerca del círculo protector, el estruendo, la gente partiendo, y ningún momento más para decidir.

Cuida a los niños-Exclamó Martin-  Debo ir con ellos, si alguien sale herido…

-¿Y que si alguien necesita tus servicios aquí?-Preguntó Alain con consternación en la voz.

-La mujer de los Westfall podrá ayudar. También los Wolfestein …-Respondió veloz.

-Prométeme que regresarás a salvo-Dijo con tono neutro.

-Lo prometo-Dijo. Y la promesa fue sellada con un beso-Cuida a los niños.

Alain asintió, poniendo sus manos sobre sus hijos.

-Quiero…-Comenzó a decir Daniel, quien fue interrumpido por su padre.

-Quédate aquí. Cuida a tu hermana y a tu madre.

Los ojos del muchacho lucharon contra los del padre un instante, finalmente aceptando.

Martin se volteó y comenzó a alejarse. En ese momento se volvió ante la llamada de su esposa, quien corrió hacia él, y se sacó el cuchillo de casa del cinto que llevaba a la cintura.

-Gracias-Replicó Martin.Un beso selló la despedida.

-Andando Luna-Vociferó al tiempo que emprendía la carrera.

La loba blanca corrió tras de él.

Frank Pabeh, Simon Mir, Leroy Westfall, Claire Stamina, Ethan Hunt, Etna Falken, Jeanne Drago y Martin Lorents, junto a la loba Luna, el perro Bravo de los Leroy y el halcón de los Simon, se internaron en el bosque con la esperanza de poder encontrar a la niña desaparecida, el resto, esperaría con nervio o sin él, las buenas o malas nuevas que pudieran darle al regreso.

El hombre, después de un par de toses, se levantó ayudándose en Hans, si es que este se prestó a ello, y tras un momento en el que se paró y respiró profundamente, enfocó su mirada en Hans y habló.

- Pues, ha venido un ser de otro reino a imponer un poco de su tiranía - dijo tranquilamente - Pero gracias por venir a auxiliarme. La niña esta bien, no ha sufrido daños físicos.

El ambiente se descargaba poco a poco, el cielo se iba aclarando, la oscuridad se alejaba...

Extendió su musculoso brazo para que el hombre se levantara, si bien mantuvo bien aferrado el cuchillo con la otra mano por si había alguna sorpresa inesperada. Sólo cuando el hombre le explicó lo que había sucedido decidió guardarlo, aunque no se había quedado tranquilo en absoluto.

- ¿Un ser de otro reino? - así que sus sospechas eran correctas y había algo sobrenatural implicado en todo aquello - ¿Quiénes sois vosotros? ¿Qué le ha pasado a la niña?

Una vez fuera, Leroy desenfundó su arma, y trató de organizar la "expedición". 

- Hunt y Mir, vosotros delante, tratad de encontrar a la niña. - Leroy se volvió hacia su fiel mastín. - Bravo, ve con ellos y busca el rastro. -  El perro ladró y de inmediato se acercó a Etna para husmearla y tratar de encontrar el rastro. - Lorents, Falknen y Drago seguidlos de cerca pero no les molesteis. -  No esperaba un ataque, ni mucho menos, pero era una formación de protección estandar la que proponia. Situando a Etna en medio para que no se dejase llevar por el panico y dejase trabajar a los cazadores. - Stamina y Pabeh , conmigo cerrando la marcha. - Preferia dividir a los mas experimentados en situaciones peligrosas en los distintos grupos, asi Drago podria protegerlos a ellos dos, y yo a los otros dos. Los cazadores sabian defenderse solos, y si habia algun problema Bravo estaba con ellos. Sabiendo que no me dejaba a nadie empecé a incitarlos a que se movieran. 

- Vamos a encontrar a tu hija, Etna. Vamos, moveos! 

Viendo al mastín de los Westfall tan presto y dispuesto, Etna le dedicó una sonrisa espectral y se animó con darle un par de caricias antes de arrodillarse, acercándole luego una figura de madera al hocico. Era un caballo de juguete. Uno oscuro, tallado con unas manos no demasiado expertas.

-Busca aquí, huesón -le decía al cánido para que olfateara. Al alzarse se dirigió a quien fuera que le tocara detrás, señalando el martillote de la espalda propia con el pulgar-. Y vós cuidado con esto. No sé cómo, mas hay gente que se da sin querer.

Etna ya había perdido parte de las fuerzas entre las carreras y el griterío, y ello se notó en cómo asintió a Leroy y siguió sin rechistar sus órdenes. Para ayudar a alumbrar, encendió la antorcha con el pedernal y la tendió a alguien de delante para que alumbrara el camino. Durante el trayecto, de cuando en cuando su mirada fue tanteando de lado a lado, como temiendo que algo fuera a aparecer de los arbustos. O miedo a ver cómo la oscuridad se Ahring se cernía por arriba...

Sin tan siquiera molestarse en contestar a Leroy, Ethan se puso rápidamente a buscar el rastro de la niña. No es que le estuviese ignorando, o que no estuviese de acuerdo con lo que había dicho, más bien al contrario, simplemente veía una pérdida de tiempo el contestar, una pérdida de tiempo que no podían permitirse si querían encontrar a la niña antes de que fuese demasiado tarde.

¿Por dónde?- se preguntó mientras examinaba el suelo en busca de algún rastro que los condujese hasta la niña, con el arco en la mano, listo para usarlo a la menor señal de peligro. Fuese una huella, hierba aplastada, ramas partidas o cualquier otra cosa, si había alguno lo encontraría. Cuando Etna fue a darles la antorcha, la rechazó con un gesto.

Nos cegaría, nosotros iremos por delante, junto al borde- le dijo de forma algo seca. Ethan sabía que solo quería ayudar, pero si él o Mir la llevaban, no podrían distinguir lo que hubiese en la oscuridad, por lo que era mejor que la llevase ella, de forma que nos diese algo de luz, pero no demasiada -Seguidnos en silencio- les dijo al resto en voz baja antes de adelantarse, esperando que pudiesen evitar que quien quiera que se hubiese llevado a la niña no los descubriese demasiado pronto. Un grupo grande como el suyo siempre haría ruido, pero al menos no irian anunciando su presencia.

Acaté la orden en sumo silencio, con gran rapidez intentando no perder tiempo, ni llamar la atención a cualquier destinatario inadvertido que pudiese estar merodeando.

Iba atento a cualquier cosa que pudiese ser signo de la niña, de una trampa, o simplemente algo llamativo.

Cuando se detuvieron por un breve instante, para que Etna le permitiera al mastín hacerse con la esencia del juguete de su hija,  me acerqué a Luna poniéndole una mano detrás de la cabeza.

-Está atenta ¿Entiendes?-La loba lo observaba con calma, pero las dudas de si habría entendido el comando le hicieron recordar lo que su hijo hacía.

-Proteger Luna, Proteger-Esta vez la loba lo observó y mostró los dientes hacía la penumbra más allá del alcance del farol.

Lo ha entendido…- Comprendí acariciándola con gratitud.

-Andando-Le susurré cuando la marcha prosiguió. Sus ojos, creados para lo nocturnidad, nos serían una ventaja aquí. Al menos entre ellos y su nariz podríamos evitar un problema.

Mis ojos volvieron al camino, en busca de cualquier información que el paisaje tuviese para entregarme, al tiempo que me aferraba al cuchillo que mi esposa me había dado.

Hay que estar atentos...

Continué adentrandome en el bosque sin prácticamente mirar atrás, hasta que Leroy alzó la voz y dio las órdenes.
Fue en ese momento cuando comprobé el numeroso grupo que quería avanzar hacia el interior.
Miré con cara incrédula a Leroy y le respondí con un tono totalmente tosco.
Soy bastante mayorcito como para que me den órdenes y colocarme al final como si tuviese miedo a la oscuridad, pero si así lo desea el capitán -  Esta última palabra con clara ironía - y lo acatan sus feligreses, no seré yo el que ralentice la búsqueda de la niña.
Acto seguido me coloqué a la altura de Claire y Leroy con cierta impaciencia en mi rostro

Cuando se hubieron internado un poco en la espesura del bosque Simon sacó su arco con una flecha apoyada sobre la madera sin llegar a tensar la cuerda, preparado para un posible ataque. Escuchó la estrategia de Leroy y asintió sin hacer ruido, si era soldado debía tener conocimientos tácticos.

Hizo un gesto con la mano para que Borta, su halcón, emprendiera el vuelo para buscar a la niña desde el aire mientras el rastreaba por el suelo. Cuanto antes la encontraran antes podrían volver, y si todo lo que habían dicho era verdad, no tenín mucho tiempo

- Sí, un ser de otro reino - respondió el extraño.

- En cuanto a mi, solo soy un simple peregrino, y ella una muchacha que estaba en peligro, por eso vine, dispuesto a salvarla, ¿cómo tú, no? - el peregrino tenía una capucha que escondía su rostro de las miradas rápidas.