Partida Rol por web

Esta partida está en revisión. Si el director no da señales de vida o es aprobada por un cuervo será borrada esta noche

Desde los cimientos...

Throsteinn (on-rol)

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12/11/2014, 21:26
Throsteinn, Hans

 

Amor de Juventud

O cómo Hans conoció a Elga

El día había llegado con un manto neblinoso que no presagiaba nada bueno. Así se lo había enseñado su padre, y su padre nunca se equivocaba.  Sin embargo, la niebla era buena para refrescar los músculos mientras llevaba en su espalda gruesos bloques de piedra desde la cantera. Era un trabajo duro y solitario, pero eso le permitía tener tiempo para pensar en sus propios problemas. Hans aún vivía bajo el techo de su padre, y si bien no tenía necesidad de marcharse de allí al no disponer aún de esposa, le apetecía tener su propio espacio. Godrek, el cabeza de familia de los Thorsteinn, era un hombre estricto y hosco, y a veces la convivencia con él era imposible. Su madre había fallecido a manos de los lobos unos años antes, y desde entonces Godrek se había convertido en alguien insoportable.

Sumido en sus pensamientos, siguió el sendero que ya había abierto tras días y días de recorrido,  atento a los ruidos de aquel bosquecillo que podía esconder algún zorro perdido en busca de alimento. Para alguien de su complexión no sería problema, pero si se acercaba demasiado a la aldea y atacaba a algún niño, sería terrible.

Entonces fue cuando escuchó el gruñido.

Era demasiado gutural y pesado como para ser un lobo, y Hans sólo había escuchado ese tipo de sonidos en una bestia: un oso. Sin embargo, no era época de que los osos bajaran de las montañas en busca de alimento, ¿qué estaría sucediendo? Dejó el pesado bloque de piedra en el suelo y siguió el ruido, prestando atención a otro sonido que le llamó la atención: gritos de mujer, y provenían del mismo lugar que el gruñido.

Llegó a una arboleda de manzanos y allí encontró lo que buscaba. Efectivamente, era un oso pardo, y en su costado tenía clavado lo que parecía una lanza partida. Ésta estaba llena de ramajes y suciedad, por lo que Hans imaginó que el animal llevaría días vagando, enloquecido por el dolor, después de que un cazador torpe fallara su ataque. Por eso había llegado hasta allí, y si no hubiera sido porque se entretuvo con la joven de cabellos rubios trenzados que estaba ante él, probablemente habría llegado hasta la aldea. La muchacha agitaba un palo frente al oso, y no parecía temerlo, sino todo lo contrario.

Rápidamente echó mano de su cuchillo y empezó a dar saltos y gritar al oso, llamando su atención.

- ¡Corre, yo llamaré su atención! – dijo, sintiéndose como uno de los héroes de las leyendas. Sin embargo, la muchacha le dio la respuesta que menos esperaba - ¿Qué haces? ¿Quién te ha dicho que necesito tu ayuda?

La muchacha, aprovechando que el oso estaba distraído por el recién llegado, dio dos pasos hacia delante y propinó un fuerte porrazo en el morro del oso, que gimió de dolor y salió trotando en dirección contraria. La muchacha era alta, de aproximadamente su edad, y una piel que resplandecía por el sudor y la niebla. Sus ojos azules destacaban en su cara redondeada enmarcada por las trenzas rubias.

- Todos sois iguales – dijo, recogiendo una cesta caída con manzanas – Veis una mujer en apuros y pensáis que lo mejor es salvarlas. Somos tan capaces como vosotros, ¡incluso más!

Y diciendo esto, se adentró en el bosquecillo con su cesto lleno de manzanas, dedicándole una sonrisa pícara a Hans antes de marcharse. No la conocía, pero los colores de su falda eran de una de las familias de la aldea, así que el joven imaginó que no tardaría en volver a encontrarla. Y vaya si lo haría. Esa muchacha no sólo se marchaba con unas rojas y brillantes manzanas, sino que se iba con el corazón de Hans palpitando en su pecho.

Su padre se equivocaba, aquel día había sido bueno. Aquel día había conocido a la chica que sería su esposa.

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19/11/2014, 03:55
Throsteinn, Hans

 

Sombras en la Noche

O cómo fue la última noche de Ravensburg

El día había amanecido nublado, y a medida que avanzaba, las nubes se hicieron más oscuras y tenebrosas, hasta que rompieron en cuanto el sol se escondió entre las montañas, convirtiendo la noche en un aguacero. Hans había sido previsor y había cubierto la montaña de piedras que estaba tallando para la nueva Sala Común. Era una piedra muy porosa, y si se mojaba demasiado antes de ser tratada, todo el trabajo no iba a servir de nada. Satisfecho, se llevó a Hans a la taberna para tomar algo para calentar los huesos antes de regresar al hogar, y allí fue donde escuchó la historia de aquel viajero.

Había llegado a la empalizada calado hasta los huesos y cojeando, con el rostro manchado de barro y desencajado por el dolor. Contó que formaba parte de una caravana de mercaderes que viajaban entre la cercana Fidelstein y las ciudades del norte, pero la tormenta les había pillado por sorpresa en el desfiladero, derrumbando parte del camino y perdiendo los carros y todos sus trabajadores. El hombre estaba descompuesto, y las gentes de Ravensburg eran amables, trabajadoras y temerosos de los dioses, por lo que los parroquianos no dudaron en ofrecerle un techo bajo el que resguardarse durante la noche, un plato caliente y algo de ayuda para llegar hasta su hogar.

Hans vio algo extraño en aquel hombre, pero no sabía bien el qué era. Quizás era la cojera, que parecía ser menos severa por momentos, o la manera que tenía aquel hombre de mirar a su alrededor. Sin embargo, no le dio importancia. Probablemente sólo se estaba preocupando de más por aquel pobre diablo que había tenido la mala fortuna de viajar en un día tan lluvioso como aquel. Mientras regresaba con su hijo por el camino que llevaba a su hogar, le daba vueltas a esa idea: ¿por qué un hombre que se ganaba la vida recorriendo caminos se había arriesgado a cruzar el desfiladero en época de tormentas?

Su esposa esperaba junto al fuego, limpiando con cuidado el altar familiar. Era una mujer temerosa de los dioses, y Hans sabía que siempre que tenía tiempo purificaba su hogar para evitar que los malos espíritus no entraran durante la noche. La pequeña Ingrid dormitaba en su camita junto al fuego, aferrada a una muñeca de trapo hecha a mano por su madre. Cuando Robert se terminó de dormir junto a su hermana, Hans comentó con Elga lo que había sucedido en la taberna, incluyendo sus preocupaciones personales. El hombre confiaba ciegamente en el juicio de su esposa, y sabía que ella le tranquilizaría, confirmando o echando por tierra las posibles salidas. Discutieron largo y tendido las posibles consecuencias de ello, sin darse cuenta de que las horas se les echaron encima.

Gracias a esa conversación que les mantuvo despiertos cuando toda la aldea dormía, la familia Thorsteinn sobrevivió a aquella noche.

Hans no supo bien qué fue lo que le hizo salir de la seguridad de su hogar en mitad de la noche. Quizás el fuego de la chimenea le había embotado los sentidos y quería despejarse, o fue la conversación, que le dejó más preocupado que cuando había entrado. El caso es que justo cuando abrió la puerta, los vio, una sombra estaba abriendo las puertas, y de inmediato, decenas más entraron de golpe a la aldea. No eran bandidos cualquiera, se dispersaron en silencio y entraron en las primeras casas con antorchas y dagas de acero. Pronto los gritos resonaron en la noche.

Inmediatamente, Hans supo que la aldea estaba perdida. Los aldeanos y los pocos guerreros no tendrían tiempo de plantar cara a esos hombres, y él tenía que salvar a su familia. Corrió dentro, cerró las puertas, y reunió a su familia explicando lo que sucedía. Tenían que marcharse, recoger lo poco que pudieran coger en unas mantas y fundirse con la noche en dirección al taller del cantero. Allí estaba su mulo y un carro, donde podrían dejar sus cosas y marcharse a toda prisa. Ocultos por el bosque y las sombras de la noche, la familia Thorsteinn pudo observar a aquellos hombres que portaban el símbolo de un cuervo de color sangre. Uno de los asesinos era el mismo hombre que había pedido asilo durante la tarde, y Hans comprendió que sólo era un explorador, un mentiroso que se hizo pasar por viajero para abrir las puertas durante la noche y dejar paso a sus compañeros. Aquel era el precio que habían pagado por su amabilidad.

Los dioses les habían protegido, sin duda alguna. Lairz le había dado claridad de pensamiento para desconfiar de ese hombre, y Furak los había mantenido despiertos con el calor de su fuego.  Pero sólo Purak era lo suficientemente poderoso para haber planeado todo aquello: le había puesto en el camino de una mujer sabia que le había dado conversación hasta altas horas de la noche.

Ahora cansados y aún temblorosos por haber escapado por los pelos, la familia de Hans marcha al sur, buscando un nuevo hogar donde empezar de cero.

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05/12/2014, 15:12
Purak, el que lleva el Tiempo y cuenta la historia

 

La piedra cae, golpe a golpe...

 

 

Leyendas

 

La ciudad de Ahraz, la ciudad perdida, la ciudad de los sueños, la ciudad maldita. Cualquiera de estos nombres eran aptos para hablar de la ciudad creada por el ahora Dios, Arhing y Lairz, considerados hermanos por su amistad, ahora enemigos por sus problemas.

Dicen las leyendas que Ravensburg fue antaño una ciudad gloriosa como Ahraz. Rica, prospera y en boca de todo el continente. Muchas veces quiso ser asediada y conquistada, pero lejos de rendirse, conseguían simplemente disuadir a los atacantes con un arma, un arma natural: Las heladas. Pero, como todas, la piedra cae, golpe a golpe... por dura que sea.

Algo cambió toda la ciudad, para mal:

El ganado moría sin posibilidad de reproducirse, matando por envenenamiento a aquellos que querían aprovechar la carne, los cereales, de los pocos cultivos posibles de plantar en el norte, cayeron bajo una plaga de cuervos furiosos que destruían las plantas y devoraban a aquellos que intentaban espantarlos, los asesinatos comenzaron a aparecer en una ciudad que no los veía desde hace años... La ciudad se podría, y el rey era incapaz de reaccionar, o disfrutaba con el espectáculo que transcurría ante sus ojos.

Ahora, Hans, con sus 8 veranos, escuchando esta historia, al cálido fuego de la choza comunal, en la aldea de Ravensburg, situada en la orilla, contraria que las ruinas de la antigua ciudad, del lago, escuchó de los labios del anciano de la aldea algo que no le hizo gracia a sus padres ni a los adultos allí presentes:

"Usamos la roca de un reino maldito, usamos la piedra de Arhing"

Ravensburg simplemente cayó en un estado de decadencia que la sumió en la ruina y las guerras civiles, provocando la destrucción de la ciudad que ardió hasta las ruinas. Hoy día, aquellos que sobrevivieron a los acontecimientos allí ocurridos, y su descendencia, son claramente reconocidos por su tez pálida, su cabello negro como el carbón y un tatuaje de una estalactita en la frente.

- Hans, a la cama ya dijo la madre de éste Es de noche y puede aparecer Arhing instó la madre El anciano Drum ya os ha contado muchas historias de las que sabe.

Los amigos de Hans comenzaron a preguntar más cosas:

- ¿Qué piedra maldita?

- ¿Qué es el reino de Arhing?

- ¿Y que paso con la gente del tatuaje?

Notas de juego

Sigo después, (tengo que retocar un poco) pero ve leyendo si quieres, me queda la parte para darte algo de juego y puedas postear mejor ^^, pero si te atreves postea algo entre medio :)

Simplemente por si quieres preguntar algo, con la inocencia de niño de Hans :3

 

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09/12/2014, 22:16
Throsteinn, Hans

 

La Piedra cae, golpe a golpe

Leyendas de Ahraz, sus gentes y su destino

La ciudad de Ahraz, la ciudad perdida, la ciudad de los sueños, la ciudad maldita. Cualquiera de estos nombres eran aptos para hablar de la ciudad creada por el ahora Dios, Arhing y Lairz, considerados hermanos por su amistad, ahora enemigos por sus problemas.

Dicen las leyendas que Ravensburg fue antaño una ciudad gloriosa como Ahraz. Rica, prospera y en boca de todo el continente. Muchas veces quiso ser asediada y conquistada, pero lejos de rendirse, conseguían simplemente disuadir a los atacantes con un arma, un arma natural: Las heladas. Pero, como todas, la piedra cae, golpe a golpe... por dura que sea.

Algo cambió toda la ciudad, para mal:

El ganado moría sin posibilidad de reproducirse, matando por envenenamiento a aquellos que querían aprovechar la carne, los cereales, de los pocos cultivos posibles de plantar en el norte, cayeron bajo una plaga de cuervos furiosos que destruían las plantas y devoraban a aquellos que intentaban espantarlos, los asesinatos comenzaron a aparecer en una ciudad que no los veía desde hace años... La ciudad se podría, y el rey era incapaz de reaccionar, o disfrutaba con el espectáculo que transcurría ante sus ojos.

Ahora, Hans, con sus 8 veranos, escuchando esta historia, al cálido fuego de la choza comunal, en la aldea de Ravensburg, situada en la orilla, contraria que las ruinas de la antigua ciudad, del lago, escuchó de los labios del anciano de la aldea algo que no le hizo gracia a sus padres ni a los adultos allí presentes:

"Usamos la roca de un reino maldito, usamos la piedra de Arhing"

Ravensburg simplemente cayó en un estado de decadencia que la sumió en la ruina y las guerras civiles, provocando la destrucción de la ciudad que ardió hasta las ruinas. Hoy día, aquellos que sobrevivieron a los acontecimientos allí ocurridos, y su descendencia, son claramente reconocidos por su tez pálida, su cabello negro como el carbón y un tatuaje de una estalactita en la frente.

- Hans, a la cama ya - dijo la madre de éste, mientras sus amigos seguían acosando con preguntas al anciano - Es de noche y puede aparecer Arhing El anciano Drum ya os ha contado muchas historias de las que sabe.

- No te preocupéis, querida – respondió el anciano – si el joven Thorsteinn quiere seguir escuchando mis historias, puedo acompañarle a casa en cuanto acabe una historia más.

El sabio Drum, miembro del Consejo, era querido y respetado por todos, así que la madre de Hans le confió a su hijo durante algunos minutos más.

- Muchas preguntas formuláis, pequeños, aunque algunas de ellas ya tienen respuesta mucho antes de que yo naciera. Ya sabéis cómo Arhing usurpó el lugar de Houwna cuando le arrebató la espada al glorioso Lairz y transformó el mundo con ella. Enloquecido por la pena de haber perdido a la mujer que amaba, rompió todos los lazos que le unían a los dioses y perturbó el ciclo natural de la vida y de la muerte.  Algunos dicen que la propia tierra, incapaz de soportar la atrocidad del acto de sus actos, intentó evitar la profanación creando una esfera de roca y metal entre las estrellas y alojando allí todo el poder del nuevo Dios de la Muerte. Ahring se marchó a su nuevo reino más allá de las nubes, dejando tras él los males de las Enfermedades y la Decadencia. Sin embargo, se llevó la Nigromancia con él, por eso hace siglos que ningún muerto se levanta de sus tumbas, y es por esto que nunca nadie debe intentar repetir las artes de Ahring, porque él regresaría de las estrellas a la tierra, y sería el fin de todo.

El anciano respiró profundamente, llenando sus pulmones del aire caliente de la hoguera, y se cerró los ojos para disfrutar de la sensación.  Sus días estaban próximos a finalizar, lo notaba en sus huesos, y le apetecía compartir sus historias con la nueva generación. Sólo los dioses lo sabían, pero quizás alguno de esos jóvenes tuviera el destino de mucha gente en sus manos, y las historias de sus antepasados le sirvieran de guía.

- Si me guardáis el secreto y traéis algo más de leña para el fuego, os contaré qué es la Piedra de Ahring y por qué algunos la llaman la Piedra Maldita – dijo, acercando su rostro al fuego de forma que se proyectaran tenebrosas sombras en él. Eso atemorizó y emocionó a los niños a partes iguales, y todos salieron corriendo en busca de pequeños trozos de madera para alimentar la hoguera. Sólo el pequeño Hans se quedó junto al anciano,  y cuando se quedaron a solas, dejó escapar sus preocupaciones – Padre dice que esa es una historia que no se debe contar, porque la piedra es un bien muy preciado y si la gente empieza a tenerle miedo y a construir sólo con madera, la aldea no prosperará.

El anciano miró sorprendido al joven Thorsteinn. Aquella era una historia complicada, que según quién fuera el público implicaba una u otra moraleja. En general aconsejaba sobre las tradiciones, y sobre si había que abrazar las nuevas costumbres según aparecían, o había que mantenerse en los conocimientos arraigados. Los niños normalmente se quedaban con la información más superficial, con la fantasía y las leyendas sobre los dioses.  Drum no supo si Hans había ido más allá por sus propios medios o habían sido sus padres quienes le habían explicado sobre qué iba la historia en realidad, pero ya no importaba. Quizás el niño tenía razón,  pero ya era tarde para cambiar su cuento. Así que tendría que modificarlo un poco.

- La Piedra de Ahring – dijo, solemne, cuando los niños trajeron la leña y la amontonaron junto a Drum para que él fuera alimentando el fuego poco a poco – Cuando el ahora Dios de la Muerte vivía en Ahraz era un hombre feliz y enamorado. Gustaba de pasear por sus jardines colgantes y admirar el brillo del sol en las estatuas que rodeaban el canal. Era una ciudad majestuosa, pero cuando Ahring liberó aquel poder maldito y se marchó a su nuevo Reino, la ciudad quedó empapada por el poder maligno del nuevo dios. Las blancas piedras que resplandecían con el sol se volvieron negras, y ni siquiera el agua era capaz de limpiar la marca de la podredumbre. Las estatuas se desplomaron y los jardines se pudrieron, y todo el mundo supo que la ciudad estaba condenada.

Sacó un cubo perfecto de piedra negra y brillante, y los niños abrieron los ojos como platos. Hans, no obstante, sabía por el oficio de su padre que aquello no era más que granito negro, pero sus amigos estaban tan encantados con la historia que prefirió mantenerse en silencio.

- Ésta es la piedra maldita, y con ella se construyeron las murallas, los canales y las calles de la antigua Ravensburg. Por eso se le llamaba la ciudad del Cuervo, por el color negro que le caracterizaba y que era el orgullo de sus habitantes. Los primeros habitantes se creyeron demasiado listos, y pensaban que serían capaces de hacer olvidar a la piedra el poder de Ahring y que la ciudad sería tan impresionante como sería Ahraz. Pero todos sabemos lo que sucedió después, os lo he contado antes. Cuando la ciudad empezó a sucumbir presa del frío, las bestias y las traiciones, los recién nacidos, como afectados también por la maldición, comenzaron a nacer con el estigma de la marca en su frente. La estalagmita, la flecha, la espada, recibía muchos nombres, pero pronto todos los reinos vecinos reconocieron la marca, y casi nadie se atrevía a recibirlos en sus hogares. Decían que los Hijos de Ravensburg estaban malditos por Ahring por atreverse a construir con los restos de Ahraz, y la herida causada por el Dios de la Muerte aún estaba reciente.

El fuego empezaba a apagarse, y con él, la historia de Drum llegaba a su fin.

- Los Hijos de Ravensburg se extendieron por todo el mundo, y algunos cuentan que unos pocos se atrevieron a fundar una nueva aldea cerca del lago que contempló la caída de la antigua ciudad. Pero eso sólo lo saben los más ancianos de entre nosotros… ¡y no os atreváis a insinuar que yo soy uno de ellos! – dijo, lanzando un poco de polvo en el fuego, lo que levantó una humareda de color rojizo enorme y espesa. A Drum le gustaba despedirse con algo de teatralidad para despertar a los somnolientos. El joven Hans no tardó en levantarse y emprender el camino hacia su casa, sabiendo que el anciano ya había empezado a andar.

Aquel sería una de las últimas veces que nadie escuchó las historias de Drum, pero todos atesorarían cada una de ellas hasta el fin de sus días.