Partida Rol por web

Abrahel nos explicó que no había visto al orco moverse, pero que su visión había sido breve. Pronto acordamos que lo mejor era tratar de ser sigilosos, pero sobre todo darse prisa: como bien indicó Rivoel, nuestras probabilidades de salir sin obstáculos estaban en alcanzar las cocinas, sorprender a ese orco y subir por la cuerda tan rápido como pudiéramos.

Sin más, nos lanzamos hacia la oscuridad a buen paso. Morgan avanzaba un poco por delante de nosotros, atenta a los ruidos de los túneles. El pasadizo de las puertas secretas quedó atrás en un suspiro -así se lo hice saber a Lirian y a Rivoel- y pronto nos vimos en el primero de los dormitorios. «Todo sigue igual», les dije. «No hay nadie». Todos escuchamos algún ruido procedente de las salas más allá de nuestra posición, de frente y a la derecha, pero no era allí a donde íbamos: nuestro objetivo eran las cocinas, a la izquierda.

Morgan se disponía a avanzar, sigilosamente y en solitario, cuando de pronto, oísteis unos pasos bruscos procedentes de las cocinas, mi exclamación -ahogada- de sorpresa y el ruido de algo no muy grande y como de madera de cuero golpeando contra el suelo frente a nosotros. Al instante, los pasos se detuvieron en la sala y escuchasteis un grito terrible:

—СМЕРТЬ ПРЕДАТЕПЯМ И ВТОРЖЕНИЯХ!!! —gritó aquella voz en orco, en un tono que no invitaba a pensar lo mejor. No era la voz de Colmillo Podrido.

Al momento, lo que habían sido pequeños ruidos procedentes de todo el subterráneo se convirtieron en rugidos. Un rugido agudo que provenía de un lugar cercano al primer grito. El sonido de la puerta doble del fondo abriéndose pesadamente y otro rugido más procedente de allí. Un cascabeleo y de nuevo un grito de batalla más a la derecha, y finalmente otro rugido más a nuestras espaldas, donde estaba Abrahel. ¡Estábamos rodeados!

—¡UNA EMBOSCADA! —anunció Abrahel, dándose la vuelta al momento para hacer frente al enemigo que nos atacaba por detrás.

Quizás porque ya se temía lo peor, quizás por su arrojo natural, el caso es que fue la primera en reaccionar. Había cierto deleite en su voz de alarma, y creí entender por qué. Por un lado, estábamos rodeados, y por tanto mayor sería para ella la gloria de cumplir con el Deber. Por otro lado... Bueno: tenía una deuda pendiente con aquellos salvajes.

—Ярость падение Торма на нечестивых!! —gritó lanzándose con su espada desnuda sobre el bruto e inaugurando el combate.

Pero su ansia de combate la traicionó y aquel golpe acabó haciendo saltar chispas de la pared de roca.

Que la paladina fuera primera atacar, última en temer, no fue ninguna sorpresa. La sorpresa vino cuando Kraum -¡VIZKO KRAUM!- desenvainó a su vez la espada y se dispuso a luchar en primera línea.

—¡Échate pa'un lado y busca luz, rápido! —gritó para Rivoel. Y luego, avanzando unos pasos—. Я оставлю эти чертовы пещеры, и вы не собираетесь, чтобы остановить меня, ты проклял детей гоблина!

No cabía la menor duda que la reciente victoria contra el dragón le había dado una seguridad en sí mismo -o en el grupo- que no habría tenido de otro modo. También se notó entonces la camaradería que había acabado sintiendo hacia el bardo.

¡Lo que nos faltaba!- Si existía algo peor que caminar completamente a oscuras aquellos estrechos corredores era, sin duda alguna, el combatir en ellos. Lirian se vio de pronto a sí mismo perdido en un mar de turbación: gritos guturales, ruidos desconocidos, y sobre todo la única palabra que a nadie le agradaría escuchar en boca de uno de sus compañeros: «emboscada». No se había desvanecido aún el eco de la voz de alarma de Abrahel que ya se sentía completamente empapado en sudor.

¡LUZ! ¡LUZ! -Gritó también sin atisbo de titubeo o tartamudeo en su voz, tal era el poder del miedo. Sin prácticamente querer hacerlo , más por pensar que tenía encima a los orcos, el norteño levantó instintivamente el escudo por encima de la cabeza y cruzó la cimitarra frente a su pecho. ¿Sabía lo que hacía? No, claro que no, pero tampoco podía hacer mucho más en aquella situación. -  ¡Có...Códice luz!

Rivoel avanzaba en la oscuridad cogido del hombro de Kraum cuando unos ruidos le hicieron temer lo peor. Podía notar el nerviosismo de sus compañeros, no sabía muy bien lo que estaba sucediendo, pero un primer grito de orco llamando a la guerra primero y los siguientes de Abrahel y Kraum le hicieron salir de dudas. El combate era inevitable y en total oscuridad el bardo solo podía ayudar a sus compañeros de una forma, infundiéndoles el valor necesario para poder hacer frente a sus enemigos con gran  ánimo y coraje.

¡¡¡¡¡¡BLANDIR VUESTRAS ARMAS AMIGOS,SIN PIEDAD CONTRA LOS ENEMIGOS!!!!!

¡¡¡¡¡¡HEMOS DERROTADO UN DRAGÓN,CON GRAN CORAJE Y VALOR!!!!!!

¡¡¡¡¡¡Y YA NADIE PODRÁ VENCEROS, MIENTRAS ESTÉIS UNIDOS A ATENTOS!!!!!

¡¡¡¡¡¡A ESTE CANTO QUE ENSALZO, PARA HACER MORTAL VUESTRO BRAZO!!!!!

Todo iba bien hasta que una cabeza apareció rebotando por el suelo, Morgan la reconoció enseguida y apretó los dientes no por la grotesca visión si no porque, como había pensado, la salida no iba a ser tan fácil como escabullirse por las cocinas. No había confiado en que Colmillo Podrido mantuviese su palabra pero la situación era la peor posible, a la llamada de la muerte por parte del orco que había lanzado la testa del rebelde aparecieron cuatro mas desde todos los flancos, eran los campeones de Ulfe y estaban rodeados.

Sin pararse a pensar, tensó los músculos de su brazo y lanzó el arma que portaba en sus manos hacia el orco menudo que se acercaba desde la celda. Luego, tras escuchar la demanda de Lirian, desenfundó el mangual mientras daba un paso lateral con el fin de proteger el flanco donde estaba el clérigo y se preparó para la lucha.

-Ένα κεφάλι του orc... παιδικότητα. Αν έχετε παραδώσει και να σας διδάξει κάτι καλύτερο. -en su rostro una sonrisa despectiva por el logro de los campeones y un gesto de confianza.

-Una cabeza de orco... niñerías. Si os rendis y te enseño algo mejor.

En cuanto aquellos orcos salieron de sus escondites e irrumpieron en la sala, nuestro paladín, quién sabe si por instinto irrefrenable o por estrategia calculada, se lanzó contra el más próximo, el de la espada, que a todas luces era el líder. Su ataque cogió totalmente por sorpresa al orco que, aunque interpuso su espadón, no pudo esquivar el tremendo golpe lateral de Craneorroto.

A diferencia de mis compañeros más arrojados, e incluso del propio Kraum, en cuanto vi aparecer a aquellos asesinos sanguinarios me quedé paralizado de terror. ¡Iban a podarnos! En la oscuridad, vi a Morgan, a Dorn y al alguacil lanzarse a la batalla, e incluso escuché el sonido del acero contra la piedra a mi espalda, en el pasillo, donde Abrahel combatía a otro orco más, pero lo que realmente me puso en movimiento fueron los gritos de Lirian demandando luz. Miré a la linterna que llevaba en mis manos. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer.

—¡Hágase la luz, por Chauntea!

La luz se hizo, de forma que Lirian y Rivoel dejaron de estar a ciegas. ¡Al menos podían ver sus propias espadas! También pudieron ver como un orco de gran tamaño -probablemente el que había pegado el primer berrido, a juzgar por la posición- caía bajo el martillo sagrado de Dorn. Del túnel que acabábamos de dejar, aún a oscuras, les llegaban los ruidos de otro combate entre Abrahel y un enemigo oculto, y del resto de la sala les llegaban los gritos de al menos otros tantos orcos.

En esta zona oscura, Morgan, Kraum y yo, e incluso Dorn -una vez se hubo librado de su enemigo-, podíamos ver al menos otros dos orcos: el pequeño de las dos espadas y el larguirucho, a lo lejos, con su escudo y su tridente. Pero había al menos otro orco más: todos habíamos oído la gran puerta doble abrirse.

El orco de las dos armas, al que Morgan había herido, se iba a lanzar contra nosotros cuando vio a su compañero caer con un solo golpe del enano. En ese momento, pareció decidir que estaba muy bien donde estaba y se puso a la defensiva, quizás a la espera de sus congéneres. El orco del tridente avanzó hasta nosotros decidido a atacarnos, pero también se contuvo al ver la situación y comenzó a defenderse con su escudo, amagando con atacar a Kraum. Un último orco apareció a mi vista, blandiendo una gran hacha en sus manos. El suyo era el único grito que aún se oía, aparte de los gruñidos esforzados del enemigo de Abrahel y los propios gritos de batalla de la tiflina. ¿Cuántos orcos más habría en la oscuridad? 

Confiando en que sus compañeros se ocuparían de los enemigos de la gran sala, Abrahel se concentró en el bruto que tenía delante y que manejaba un garrote monstruoso como si no pesara más que una escoba. Pero, pese a la emboscada, ella llevaba la iniciativa y se notaba: una y otra vez el orco trataba de golpearla, pero cada vez se encontraba con que la tiflina ya no estaba donde él pensaba, sino un poco más atrás, o un poco más a la izquierda, y su porra se empotraba contra el muro o contra el aire. En cambio, el acero de Abrahel era afilado como su ingenio, y le bastó un descuido del enemigo para hacerle un profundo tajo en el pecho.

De la misma forma que Abrahel había reducido su ímpetu inicial para pensar con más frialdad, Kraum estaba arrepintiéndose de su coraje y deseaba ya volver a la segunda fila. El hecho de que yo creara una luz, dando así a Lirian y Rivoel la posibilidad de defenderse por sí mismos, reducía los costes de su cobardía. De repente, el alguacil se dio cuenta de que no tenía ningún interés en cruzar su acero con aquellos mostrencos (¡alguno de los cuales podía incluso ser un primo lejano!) y comenzó a recular, manteniendo el arma frente a él y mirando nerviosamente en todas direcciones.

Después del ataque letal del enano Morgan evaluó la situación en un instante y tomó una decisión. 

-Kraum, protege a Códice y a Rivoel.

No había querido alejarse para cerrar filas sobre los miembros más vulnerables del grupo, pero había decidido que era mejor acabar cuanto antes con las amenazas presentes y salir antes de verse sobrepasados en número. Aferró bien fuerte el mangual y se lanzó contra el que había recibido su primer ataque, así recuperaría su arma.

Tras actuar casi por instinto y ver caer al enorme orco ante su martillo Dorn empezó a reír, aquel golpe había servido para liberar la rabia contenida por el anterior enfrentamiento con Rivoel, desde su posición vio como Morgan fallaba estrepitosamente su golpe y como los orcos se protegían atemorizados, decidió sacar partido de ello, tenían una misión y el tiempo estaba en su contra, un combate solo los retrasaría, aún mas, aquellos orcos le temían e iban a temerle como a nada en este mundo.

Casi con calma recogió el enorme espadón del suelo mientras tarareaba y se lo ofreció a Morgan despreciando totalmente los tres enemigos al frente de ellos, casi como si su presencia fuera una simple molestia y el orco que acababa de matar un mero tramite - con esto harás mas daño- mirando al orco del hacha y del tridente golpeo con su martillo las alas del dragon dejando que se vieran perfectamente - después de esto vosotros no sois nada - sentenció con una amplia sonrisa no creía que los orcos le entendiesen, peso seguro que su firmeza y sobretodo los restos de la sierpe traspasaban cualquier barrera idiomatica - Rivoel diles que tenemos prisa, aún pueden retener sus pecaminosas vidas un poco mas- hizo una pausa - si no estorban

 Aquello estaba mucho mejor; que duda cabía, ¡al menos veía dónde se encontraban sus compañeros! La luz le valdría para tener un poco de independencia en sus movimientos y dejar de ser una carga. Pero a decir verdad, lo cierto es que sus compañeros, en los breves instantes desde que había iniciado el combate, no habían perdido el tiempo en absoluto: sangre orca empapaba rocas, filos de espadas y la cabeza del martillo de Dorn. Pero si había algo que daba fe de la valía de sus compañeros era el cuerpo despatarrado del orco tendido frente al enano. ¡Dos cobres por haber podido ver ese golpe! - Se dijo con un atisbo de sonrisa en sus labios y un poco más tranquilo en su interior.

Un rápido vistazo le valió para ver que Abrahel, al luchar en un estrechamiento del corredor, podría resistir de sobra contra lo que se le viniese encima. La conocía desde hacía bien poco pero, aunque no compartiese la férrea mentalidad de los de su profesión, la mujer sabía lo que se hacía y en el lenguaje de las armas Lirian no tenía nada que enseñarle. Optó entonces por la caverna abierta que tenía ante él, terreno más probable para que los orcos concentrasen sus fuerzas y aprovechasen el poder de su número.

¡Vamos Có...Códice! - Impelió al clérigo, quien parecía un tanto dubitativo. Déjame ver...verlos amigo… - añadió entre dientes dando unos cautelosos pasos hacia la frontera entre la seguridad de la luz de la lámpara y el peligroso mundo que se extendía más allá.

El norteño se hizo a un lado para que el alguacil tuviese espacio para replegarse y cerró el hueco de nuevo colocándose contra la rugosa pared. ¡Por las barbas del siluro azul que no pasaréis de aquí!

El canto de Rivoel resonaba en toda la gruta infundiendo de valor y coraje a sus compañeros. La situación no era muy alagüeña, hasta que gracias a Códice y a su luz mágica pudo ver lo que estaba sucediendo a su alrededor. Estaban siendo atacados por media docena de temibles orcos bien pertrechados. Bueno, lo de ser atacados es un decir, pues por lo que podía ver, pues ninguno de los aventureros había sido herido, sin embargo dos de los orcos tenían sendas heridas y hasta uno de los más grandes yacían medio muerto sobre la roca. Al parecer el arma de Dorn había hecho honor a su nombre y había dejado a uno de los más fuertes rivales fuera de combate en un abrir y cerrar de ojos.

La sorpresa llegó cuando el enano, en vez de seguir con el combate y aprovechando el repliegue de algunos de los orcos, pidió a Rivoel que hablara con ellos para evitar el combate y poder salir de allí cuanto antes.

El sorprendido bardo tragó saliva, en un primer momento pensó que era imposible para el enfrentamiento, pero sin duda si había alguien que podía lograrlo era él y no iba a dejar pasar la oportunidad. Él no estaba hecho para la lucha y aunque todo parecía controlado, puede que empezaran a llegar orcos y más orcos. de modo que antes de que Dorn se arrepintiese de su increíble reacción Rivoel dejó de alzar su cántico, avanzo unos pasos y tras la seguridad del norteño comenzó a hablar en el idioma y tono propio de los orcos.

—Но, что ты делаешь!?!? Вы с ума сошли!? Вы готовы умереть все ваш клан сегодня и навсегда!? Я обещаю, вы не хотите, чтобы убить больше орки сегодня. Разве вы не видите, что там Orca кровь между нами? Наша единственная миссия состояла в том, чтобы убить дракона... И мы уже достигли! Мы не предатели: единственный предатель был Podrido Туск. Он сказал нам, что мы должны были сделать, чтобы войти в дракона. Мы заключили сделку с ним. Если мы Ulfe мы убили, он позаботится, чтобы оставить нам свободный проход в грот Чешуйчатых-черного цвета. Именно с ним, что вы должны нести ответственность, а не с нами, что мы уходим с нашим куском охоты. Вы действительно думаете, что вы будете в состоянии избили Чешуйчатых-черные? Если мы даже не понесли потери или ущерб! Разве вы не видите, как он станет вашим другом одним махом? Мы даем вам возможность продолжить с вашей жизнью. Возможно, вы собираетесь пропустить? Вместо того, чтобы тратить свое время и свою жизнь здесь, вы должны пойти найти клад дракона, мы не смогли загрузить. Это я уверяю вас, там для всех! Еще больше будет пересекать свои силы: пусть нас через кухню и оставить вас в покое.