Partida Rol por web

El hijo menor de Helerlavi les guía durante la noche hacia el noreste, y cuando les alcanza el amanecer ya están en tierras bajas guiando la carreta por una cañada que les oculta de la vista desde la torre. A las pocas horas llegan a un abrigo rocoso bastante profundo, casi una cueva, en el que pueden acampar y dejar la carreta en las inmediaciones, en una arboleda cercana.

Krunk da las órdenes pertinentes y se establece rápida y disciplinadamente un campamento en el abrigo rocoso. Luego, todos ascienden fuera de la cañada por un sendero de animales y desde la llanura observan La Colina. Está a menos de un kilómetro de distancia, algo más al norte de su posición, y para venir desde la torre pasarán muy cerca de la cañada donde se ocultan.

- Es de esperar que cuando presumiblemente muera el patriarca de los Kelebram, la comitiva fúnebre venga por este camino de aquí -dice señalando el sendero que pasa cerca para luego señalar La Colina.

Señala después unas rocas grandes que hay a poco más de diez metros del sendero, en el camino hacia La Colina.

- En esas rocas de allí podrían ocultarse y salirles al paso a poca distancia, para sorprenderles. Mi padre seguro que hace que se les vea llegar y tratará de tenerles distraidos cuando lleguen a este punto. Buena suerte, señores enanos.

El enano se despide de Johen con un gesto de la mano, mientras estudia ensimismado la posición de las rocas, sus tamaños, la distancia entre ellas y la cañada donde se ocultan, la distancia a La Colina y el punto de vista que tendrán los que vengan por el camino. Al final, parece satisfecho.

- Sí, este es un buen sitio para la emboscada. Volvamos a la cañada y ocultémonos. Haremos turnos para mantener la torre bajo vigilancia y descubrir cuándo vienen.

Arbar activa sus rutinas , ayudando a hacer el campamento a resguardo de miradas, colaborando en las guardias... vaya obedeciendo la órdenes y las rutinas que pertocan.

Bueno, la verdad es que no parece un trabajo mu difícil... dijo en mostali.

Ante la ausencia de humanos, Tres Tubos habla con total libertad en su idioma natal, en el que se siente más cómodo al comunicarse, como es normal.

- A mi me parece que si lo será. -dice contestando a Martilloalto- Creo que ese hechicero y sus lugartenientes deben ser peligrosos adversarios dignos a tener en cuenta. No escatimaré recursos en el combate.

Observa las posiciones y mide las distancias hasta la probable venida de la comitiva, pero sin dejar marcas visibles que podrían alertar al enemigo de la emboscada. Se limita a buscar referencias en el terreno y calibrará el alza de su ballesta según las distancias medidas. Procura estar atento a la estrategia que decida usar Krunk y conocer su cometido en cada momento.

El capitán coge un carbón de la hoguera y dibuja toscamente en la pared del abrigo rocoso un esquema del terreno que han examinado antes.

- Bien, vigilaremos en este orden en periodos de dos horas: Martilloalto, Botas Ligeras, Vorkadung, Rompepiernas y yo. Si vemos venir en la distancia una comitiva daremos el aviso y nos dirigiremos al punto de la emboscada, en las rocas que antes hemos examinado. No sabemos cuando pueden aparecer, pueden pasar días hasta que el anciano muera, si es que ocurre así tal como sospechan los humanos.

Luego junta sus manos a la espalda y les observa.

- Quiero escuchar vuestras ideas para el ataque. Pensad que vendrán probablemente a caballo y queremos eliminar a cuantos más mejor, sobretodo a los hechiceros que puedan acompañarles, pero necesitamos dejar al menos a alguien con vida que vuelva a la torre a informar de que los mostalis les hemos atacado para que intenten salir a acabar con nosotros.

¡Señor, sí señor!

Quizás podríamos preparar una especie de trampa que cortase el camino por delante... puede que incluso otra por detrás... No se, quizás con árboles medio cortados y una cuerda...

Claro que hemos de ir con cuidado y discreción, pues si tardan varios días, pueden pasar transeúntes y lo que hacemos no es normal.

En una zona de tierra, el gnomo puede ser de gran utilidad, quizás agarrando los pies a los de la comitiva...

No me preocuparía por asegurarme de que alguien escape, si al final ninguno lo logra, podemos sacarle información a algún superviviente cambio de su vida... y luego cumplir la promesa.

Tres Tubos se acaricia la barba pelirroja mientras mira el esquema dibujado por Krunk y piensa unos segundos mientras deja escapar el aire por su nariz y emite un leve gruñido, para finalmente poner su idea en común.

- Bueno, capitán. Yo... -dice algo dubitativo.- El terreno es bastante despejado, y si hacemos algo en el camino, puede que se vea en la distancia. Pienso que deberíamos mantenernos ocultos al abrigo de las rocas y descargar nuestras armas a distancia en primer lugar, como es lógico. Lo que me falla es la posible reacción de la comitiva humana. Puede que los jinetes traten de rodearnos aprovechando su mayor velocidad. Por ello creo que deberíamos disparar primero sobre ellos, o sus monturas.

Tal vez los caballeros occidentales consideren deshonroso atacar a las monturas, pero sin duda un jinete sin caballo es solo un infante, y los enanos de hierro buscan la manera de aventajar al enemigo, aunque eso implique matar a sus caballos.

- Luego, lo más probable es que traten de rechazar la emboscada acercándose hasta el cuerpo a cuerpo, para tratar de anular nuestra ventaja de disparar con cobertura, o bien traten de escapar directamente, que es lo más probable, en cuyo caso, tendremos que disponer alguna forma de impedir que escapen. Ahí podría intervenir nuestro camarada Rompepiernas y su habilidad para controlar la tierra a su voluntad, reteniéndoles o haciéndoles caer, y así nosotros les daremos alcance y posterior exterminio. Aunque no hay que olvidar que alguno debe escapar "milagrosamente". -y concluye- Y si cometieran la estupidez de acercarse al cuerpo a cuerpo, les destrozaremos a golpe de hacha y martillo.

No ha tenido en cuenta la reacción de los aliados humanos que viajan con ellos, ya que supone que se enzarzarán en combate allí mismo con los que vayan a pie, y tal vez se encarguen de perseguir a alguno de los que escapen.

Al acabar observa a Krunk para evaluar la reacción que tiene ante su sugerencia. Siente como si en realidad Krunk ya supiera lo que tiene que hacer, pero de alguna forma les está evaluando. Aunque tal vez pueda aportar algo que Krunk no haya tenido en cuenta. En cualquier caso, Krunk demuestra gran astucia.

Quizás tengas razón, Herr Vorkadung... Se verá de lejos...

Pero una cosa no se puede escapar, y es el cadáver... quiero decir, intenta justificar, la carreta donde vaya ¿no?

- Capitan, creo que nuestra prioridad efectivamente deberían ser los caballos - interviene el mostali de plata - Dado que si nos atacaran montados nuestra desventaja sería muy grande. Además, si abatimos a la bestia que tire del carro en el que transporten el cuerpo del anciano, será mas fácil hacernos con él... salvo que tengan orden de evitar que el cuerpo caiga en otras manos a toda costa- añade esto último como meditando en voz alta, y algunas arrugas se forman en su frente - Es lo que yo haría si quisiera evitar que nadie acceda al cuerpo, incluso daría instrucciones para que quemaran el carro antes de dejarlo en otras manos.  - 

El terreno es propicio para que actúe el gnomo, podría encargarse llegado el momento dado, de intentar inutilizar a una montura, el carro o incluso del lugarteniente, que debería ser el más peligroso y el que da las órdenes, quizás encargándote primero de él los demás no sepan que hacer. No sé, dijo encogiéndose de hombros, si a nosotros no nos dicen lo que tenemos que hacer muchas veces no hacemos nada. Quizás algunos humanos sean iguales.

El problema es que el gnomo es lento y cuando empiece el ataque y se despliegue tardará un rato en llegar a su objetivo. Por contra... una muesca se dibujó en la cara... podría estar oculto en el camino esperando a que pasen, listo para actuar, pero el problema es que allí por donde pasa deja un rastro y sería algo sospechoso. Quizás...   elevó la vista mirando al cielo como si esperase encontrar un respuesta, si lloviera y embarrase el terreno sería menos evidente o ...  entonces bajó la mirada y ladeó la cabeza de un lado a otro del camino abarcando la distancia... Si labrase el campo con el gnomo sería más extraño aún me parece a mí, dijo llevándose la mano a la barba y cogiéndose una de sus trenzas.

Tu dirás capitán la estrategia es tu fuerte yo sólo soy un simple peón.

El capitán parece satisfecho con las aportaciones de todos.

- En efecto si hacemos algo en el camino podrían alertarse, no es una opción. La mejor baza será escondernos tras las rocas cuando les veamos venir en el horizonte y descargar nuestras armas sobre las monturas y luego sobre los enemigos, en una lluvia de metal que los aniquile. Y si se acercan al cuerpo a cuerpo montados, subiremos a las rocas para anular su ventaja de altura. Rompepiernas hará honor a su apodo y usará el gnomo momentos antes de que iniciemos el fuego, para que cuando ataquemos ya esté bajo ellos y ascienda del subsuelo para atrapar el carro, de modo que no puedan escapar con el cuerpo. Si conseguimos sorprenderles, probablemente caigan varios por los disparos y someter al resto en combate no será problema para tres enanos de hierro como nosotros -dice dirigiéndose principalmente a Martilloalto y Tres Tubos.

Se mesa la barba, dubitativo.

- Me preocupa que, como decían los humanos de la granja, uno de los lugartenientes les acompañe y sea un hechicero competente y por tanto peligroso -mira a Argörath. Espero que puedas contrarrestar sus poderes rápidamente, Botas Ligeras.

Dando por zanjada la estrategia a seguir, organiza las guardias de vigilancia del camino en el orden siguiente: Martilloalto, Botas Ligeras, Tres Tubos, Rompepiernas y Crisol Hirviente.

Martilloalto, Botas Ligeras y Tres Tubos se turnan a lo largo de la mañana y principios de la tarde. Y ya cae la tarde cuando se encarga Rompepiernas de la vigilancia. Yelm se encuentra próximo a ocultarse tras las Montañas de Karia situadas al oeste cuando el enano de estaño parece ver algo por el camino que viene del suroeste. Al parecer, no han tenido que esperar mucho para ponerse en acción.

Rompepiernas los ha visto bastante lejos y da tiempo de sobra para pertrecharse y dirigirse a los escondites tras las rocas. De hecho, a algunos les cuesta trabajo ver el grupo de jinetes y el carro en la distancia, que poco a poco se perfilan como manchas oscuras contra la nieve que cubre la mayor parte del terreno.

Todos se esconden tras las rocas y Crisol Hirviente, desde el camino les observa y corrige sus posiciones si le parece que alguno ha dejado algo a la vista. "No disparéis hasta que estén bastante cerca, a veinte metros"

Los minutos pasan y la comitiva se va acercando. Cuando están a unos cien metros se dan cuenta que en efecto parece que es el grupo que esperaban: una pequeña carreta descubierta de un solo eje tirada por un caballo y conducida por un hombre encapuchado que viste una túnica negra. A ambos lados de la carreta van jinetes armados, cuatro en total, dos a cada lado. Grandes escudos en forma de lágrima y espadas de una mano de largos y rectos guardamanos y pomos redondos. Sus armaduras son metálicas, de láminas de bronce superpuestas y llevan cascos cónicos con guarda nasal. Algo más atrás, como a diez metros de distancia, otro grupo de cuatro jinetes les sigue: se trata de Helerlavi, Holguer y Hal junto a otro hombre de unos treinta y tantos años, de pelo rubio muy corto y larguísima barba recogida con anillos de plata. Es bastante corpulento y viste ropas de granjero.

Arbar siente la adrenalina vertiéndose en su sangre, pero no está nervioso, pues está pronto a realizar su trabajo. Apuntará hasta que reciba la orden de disparar o se desencadenen hostilidades, vamos lo normal.

El resto de los mostalis tambien se apresuran a esconderse tras una roca cada uno y se preparan para recibir a la comitiva...

La comitiva se detiene. Están a unos cien metros y el hombre encapuchado que conduce la pequeña carreta llama a uno de los guardias con un gesto y este se acerca a ver qué quiere. Cuchichean un instante y el guerrero mira en la dirección de las rocas donde se ocultan los enanos, para volver enseguida con los otros tres soldados...
 

El enano de hierro duda un instante, y se vuelve para susurrar en voz baja:

- Me temo que nos han descubierto demasiado pronto...

Y sin decir nada más, deja a un lado el mosquete y recoge la ballesta del suelo, que tenía preparada a sus pies, para asomarse y comenzar a disparar a pesar de no hallarse a una distancia óptima.

Vorkadung masculla algo ininteligible y luego informa al resto mientras coloca el alza a la distancia estimada.- Van acorazados, disparo a su montura. -y acto seguido vuelve a encarar su ballesta y apunta en dirección al jinete que se ha acercado a hablar con el hombre encapuchado de la carreta. Realiza el disparo pero se había colocado demasiado cerca de la roca en la que se parapeta, y al destensarse el arco de la ballesta, éste golpea a la roca y hace que el tiro se devíe en una dirección desconocida.

Arbar se sorprende ante la orden de su líder, pero cuando se levanta y dispara él lo imita instintivamente.

¡Tiro al encapuchado!

El enano da un paso lateral para asomar la ballesta por un lado de la roca, y apoyando el codo en la superficie de la misma para dar un poco de estabilidad, se prepara para disparar.

- ¡Yo también le tiro al encapuchado!