Partida Rol por web

Subir la estrecha escalera de caracol es trabajoso, pero llegan todos arriba, justo ante el gran portón de la torre entreabierto, que deja pasar la tenue claridad del invernal amanecer y su gélido aliento. Palgrem y Sokendal se apoyan en la pared junto a la puerta por la que acaban de salir, tomando aliento. Heenshen, mientras respira agitadamente, sujeta de nuevo al guardia para que no escape. Y Thorkegar deja el cadáver de Argörath en el suelo un momento mientras recupera el resuello. La entrada está iluminada también por una antorcha situada en la pared de la derecha del portón. Y a ambos lados de la puerta entreabierta, las plataformas de madera desde las que los guardias disparaban a los asaltantes, los mismos dos guardias que yacen muertos precisamente junto a la plataforma de la derecha, ya en la esquina del pasillo de ese lado.

Y entonces, justo en el momento que posan la mirada sobre los cadáveres de los soldados, aparece flotando por esa esquina la figura espectral de un guerrero bárbaro armado con un hacha. Parece debilitado y herido, pero aún así (o quizá por eso) furioso y lleno de ira.

La criatura no duda un instante, y se lanza sobre el uroxi de inmediato.

- ¡Tuuuuuuuuu pagarás por todos!

El uroxi se incorpora de inmediato, pero el espectro es veloz como el rayo de Orlanth. Sokendal interpone sus hachas entre él y el espectro mientras intenta alcanzar la puerta de la torre, empujando delante de él a su amigo Palgrem.

- ¡Corred!

El granjero se ve empujado por el uroxi hacia la puerta entreabierta de la torre, donde le espera el gélido amanecer. Casi sin tiempo para reaccionar por el empujón de su compañero, apenas echa un vistazo atrás hacia un Sokendal enfrentado al espectro.

Thorkegar no sale de su asombro, ha salido huyendo del fantasma de Samaliman y se topa con el espectro de un guerrero bárbaro. Lo que piensa, es justo lo que dice en voz alta, con un tono bastante derrotista:

- ¡Porrr las tuerrcas de la máquina! Abajo el fantasma de Samaliman, y aquí un espectrro!

Viendo la salida tan cerca, pero estando sus camaradas abajo, no duda en bajar otra vez las angostas escaleras de caracol vociferando a toda voz para avisar a sus camaradas del ser que se encuentra arriba.

- ¡Aquí arrriba hay un espectrro! Repite una y otra vez con voz fuerte para hacerse oir desde lo más lejos posible, mientra baja para encontrarse con los mostalis de hierro.

No... ¡No! -grita Vaerles al ver el nuevo espectro-. ¡Es el alma en pena de Horen el Shargashi! Groth y Bosporus se enfrentaron a él antes de entrar en la sala del ritual... -les cuenta con ojos llenos de horror-. Le golpearon con sus armas cargadas de magia, y pensé que lo habían derrotado... ¡pero ha vuelto!

El mercader piensa entonces que tal vez podría usar la espada del ogro contra los espectros. Puede que aún tenga magia en el filo. Pero eso significa volver a la sala del sótano...

Palgrem es empujado fuera de la torre por un fuerte empellón de Sokendal, que recibe a su vez un violento ataque del espectro, que parece aferrarse a su corazón hundiéndole sus etéreas garras en el pecho. El uroxi cae al suelo soltando sus hachas y queda frente al portón entreabierto de la torre, iluminado por la claridad del amanecer que entra por la abertura. El guerrero parece haber quedado incapacitado por el violento ataque sobrenatural, y queda en el suelo gimiendo.

La criatura, una vez eliminado el uroxi, se vuelve mirando a Vaerles mientras el enano desaparece de nuevo por la escalera hacia el sótano...

El espectro se lanza sobre Vaerles gritando y aullando como un loco enfurecido...

Palgrem aprovecha que el espectro no se fija en él, y tira sus armas al suelo para avanzar y agarrar a Sokendal por las axilas y tirar de él hacia fuera, para sacarlo de la torre.

- ¡Vamos amigo, no te dejaré aquí a merced de esa cosa maligna!

Vaerles corre con todas sus fuerzas para salir de la torre mientras grita, desesperado:

-¡Yo no tuve nada que ver con la muerte de Gábriel! ¡Solo la vi caer al abismo desde la azotea de la torre, como tú!

Vaerles ve como Palgrem arrastra con éxito a un malherido Sokendal fuera de la torre aprovechando que el espectro se lanza hacia el mercader, pero cuando Vaerles pasa junto al espectro buscando la salida, este le asesta un golpe con su hacha espectral y le alcanza en el brazo derecho. Su cimitarra cae al suelo y en su brazo aparece un corte profundo. Apenas da unos pasos fuera de la torre y la negrura le envuelve, deplomándose sobre la nieve a poca distancia de donde Palgrem ha arrastrado a Sokendal.

Thorkegar vuelve a girarse y sube de nuevo precipitadamente la estrecha escalera de caracol, viendo ya el etéreo ser que se arremolina en torno a Vorkadung tratando de succionarle su fuerza vital. Tres Tubos le sigue, haciendo aspavientos y tratando inútilmente de apartar el ser intangible. Pero Martilloalto, que va detrás de Vorkadung, le agarra intentando arrebatarle el hacha. Ambos se detienen en mitad de la escalera forcejeando, Tres Tubos intentando subir y resistirse a la vez a los intentos del fantasma de penetrar en su cuerpo y Martilloalto tratando de arrancarle de las manos su arma. Krunk se topa con Martilloalto en mitad de la escalera, incapaz de llegar hasta Tres Tubos como era su intención.

Finalmente Martilloalto le quita el hacha a Vorkadung, que sigue subiendo hasta que llega arriba. Martilloalto y Krunk están detrás de Tres Tubos, aún en las escaleras, incapaces de ver por qué todos se han detenido y les impiden seguir subiendo.

Pero Vorkadung al llegar al fin al último peldaño de la escalera, se encuentra a Thorkegar, Heenshen y el guardia que este llevaba custodiado. Los tres están apelotonados frente a la pequeña puerta que da al pasillo principal y al doble portón de la torre, que entreabierto, deja pasar las primeras luces del alba. Pero para llegar hasta allí deben sobrepasar al espectro, que está entrando a la pequeña habitación... eligiendo a su próximo objetivo...

El fantasma gira rápidamente en torno a Tres Tubos, se aparta, vuelve de repente por otro ángulo.

- ¡Serás mio! ¡Servirás a mis designios!

La figura espectral del guerrero es difusa y débil, pero sigue cargada de furia y odio, y grita como un animal enloquecido cuando se lanza hacia el pequeño enano blandiendo su hacha.

- ¡La muerte es el precio! ¡sangre por sangre!

El golpe del hacha espectral es como una oleada de frío que le atraviesa el pecho de lado a lado. A Thorkegar le resulta imposible respirar, y nota que algo se ha roto en su interior. Se desploma en el suelo incapaz de moverse, agonizante...

Tres Tubos siente al fantasma arrebatándole su fuerza mágica. Unos momentos más y su resistencia se habrá derrumbado por completo. Pero el espectro también es un enemigo a tener en cuenta ahora... su ataque sobre el pequeño Rompepiernas ha sido devastador, y el mostali de estaño cae al suelo agonizante.

Vorkadung siente mientras sube que tiran de su hacha, es Martilloalto. Vorkadung no quiere desprenderse de su hacha, que forma parte de él, y se detiene unos segundos forcejeando con su compañero, que consigue quitársela. - No, ¿que haces? -dice a Martillalto- Rompepiernas dice que también hay un espectro. ¡Maldición! aaagh, ¡dejame en paz! -dice al fantasma.

Comprende que si el fantasma se apodera de él tal y como amenaza, sería una marioneta muy peligrosa, pero confiaba en poder escapar a tiempo. Conforme llega al final de la escalera sacudiéndose al fantasma, ve al espectro.

- Si tuviera el hacha, probaría con ese... -en ese momento recuerda que las puntas de los virotes de su ballesta son de hierro, y la recargó tras el combate con el mago. Este ser incorpóreo es distinto, y por probar una vez no se pierde nada. La descuelga y avanza echándose hacia un lado quitando el mecanismo de seguridad mientras el fantasma le sigue arrebatando la esencia de su alma a su alrededor. Levanta la ballesta y dispara hacia la etérea criatura que ataca a su camarada.

- No me queda mucho tiempo, pero puede que consiga hacer algo útil. -piensa mientras dispara...

Krunk entiende al instante que la situación es más compleja si cabe. Parece que Vorkadung es capaz de operar por si mismo mientras sufre el ataque inmaterial. Aguarda su turno en el ascenso por las escaleras, cuelga su hacha, empuña su martillo de guerra y corrige sus órdenes que siguen resonando en mostali- ¡No detengáis el avance hasta llegar al exterior, atacad a los enemigos mientras salís, si un camarada cae arrastradlo fuera!
Sabe que el hombre, Groth Unsolobrazo, ha quedado atrás pero, ha sido ignorado por el enemigo, no es una preocupación de momento.

Apenas ha terminado de subir las escaleras de caracol, Thorkegar queda  frente a la pequeña puerta que da al pasillo principal, allí la figura del espectro atemoriza con su presencia y se dirige hacie el pequeño enano que no tiene tiempo de reacionar y ve como éste lo atraviesa con su etérea hacha de lado a lado de su pecho.  

Thorkegar apenas puede respirar, un golpe helado ha dejado sus mecanismos congelados e impiden que funcionen correctamente, aportando el aire que necesita para respirar. Cae desplomado al suelo y queda a merced del deseo de Mostal. Difícilmente puede respirar, cuando menos moverse. 

El mostali de estaño intenta golpearse el pecho a modo de reanimación para que sus engranajes puedan seguir  girando y poder coger aire.