Partida Rol por web

Los dos jinetes comienzan a alejarse de sus compañeros en cuanto pasan entre los guardias que custodian el acceso este a Mal Negocio. Swot se traquetea sobre la yegua de Hal debido al leve trote que los jinetes imprimen a sus monturas y tras mirar atrás un par de veces constata que ya no ve a sus compañeros mostalis en cuanto el camino comienza a retorcerse entre los riscos.

La bajada de las montañas por el sendero no es especialmente peligrosa, pero les lleva algo más de un par de horas largas descender hasta el valle. No se cruzan con nadie, ni siquiera una patrulla de mostalis o mercaderes que viajen a Mal Negocio.

Estas son tierras desconocidas para los tres, que solo han atravesado una vez: para llegar a Mal Negocio hace unos días procedentes del Paso del Dragón. Así que por lo que observaron cuando recorrieron estas tierras a su llegada, saben poco más que el río que serpentea hacia el norte y se interna salvaje en las montañas es el Tanier, y tendrán que atravesarlo por un vado que hay en el camino principal que conduce al sur. Por el camino, que discurre paralelo a la orilla este del río, se internarán en las tierras que aquí llaman Lankst, y que parecen gobernadas por tribus de cultura orlanthi. Después de atravesar las tierras de Lankst llegarían a Otkorión, un lugar más civilizado donde encontrarán centros urbanos de mayor relevancia que las pequeñas aldeas y granjas que presumiblemente encontrarán en Lankst.

Pero fuera del camino principal que marcha en dirección sur, podrían dirigirse hacia el oeste, y atravesando abruptas colinas llegar al ominoso y gigantesco bosque de Ballid, donde viven elfos en gran número y de donde procedían supuestamente los aldryami que les asaltaron a la llegada a Mal Negocio. O tal vez dejar Lankst al sur e internarse en tierras desconocidas en dirección oeste hacia la otra muralla de piedra que son las Montañas Petrificadas Occidentales...

Obendiya va con cuidado y observando a su alrededor por si les hacen una emboscada como cuando llegaron, y se coloca un poco retrasado para estar a la altura de Swot, por si se vuelve a caer poder cogerlos o parar y ayudarle.

-Hal, Swot, podríamos ir hacia el sur donde hay tribus orlanthis, y puede que nos den algo de información sobre los ladrones que buscamos. Aunque si no querían que los siguiesen se habrán ido por el bosque de los aldryami, para que los mostalis no entren.

Con su atención dividida entre el camino y los árboles que les rodean, Hal encabeza la marcha sacando a su yegua toda la velocidad que puede, teniendo en cuenta el terreno que pisan. Mejor que descubran cuanto antes la ruta que han tomado.
- Creo que lo mejor es llegar rápido al Tanier y buscar su rastro, antes y después de cruzar el río. Espero que la tierra húmeda, la carreta y la cantidad de animales que llevan nos marquen claramente su rumbo. Es la única ventaja con la que contamos ahora. Y espero que el viento nos empuje a todos lejos del bosque de Ballid.
Sus pensamientos le llevan a desear que el Dios del Viento conserve intactos los restos de campamentos que hayan dejado los ladrones, así sería más fácil calcular cuanto avanzan cada día.
- He estado pensando como ganar más tiempo. Deberíamos parar solo cuando la oscuridad nos obligue y quedarnos allí mismo. Descansar lo justo para no caernos de la montura la jornada siguiente y partir en cuanto el amanecer nos permita ver el camino de nuevo. Durante la noche, propongo que tú, Swot, te quedes despierto el primero, luego me despiertes a mí y, por último, seas tú, Obendiya, quién espere la llegada del nuevo día.
- ¿Que os parece?.

La sombra de la duda se aloja en Swot mientras se alejan de MalNegocio. ¿Hacia donde irán los ladrones? Si no logran seguir el rastro deberían al menos ser capaces de seguir la misma dirección. Observa el terreno por el que se desplazan sin ser capaz de leer nada en él nada que vaya más allá de los distintos materiales que lo componen.

- Al surr Lankst, al oeste Ballid, al este las Petrrificadas... Si conociérramos al menos el orrigen de los ladrrones nos ayudarría. ¿Logrráis ver algún indicio de su paso? He estado pensando que, con una carrreta, estarrán obligados a desplazarrse por caminos que se adapten a ella. Nada de sendas para caballos. ¿Como lo veis? Algo me dice que pocos caminos trransitables habrá en las tierras de las plantas así que... -resopla- Si no tenemos otrro indicio al que agarrrarrnos la idea Hal me parece bien como prrimerra opción, si no... habrrá que optarr porr prreguntarr a los vuestrros. Si estuviérramos más cerrca... quizá podrría hacerr porr buscarrlos a vista de pájarro -murmura-.

Ante la propuesta de etapas y turnos de Hal simplemente asiente.

- Espero que esto dure poco, quizá me dolieran menos las articulaciones habiéndome quedado en la carreta con mis congéneres.

Los tres exploradores cabalgan buscando un equilibrio entre la rapidez y la atención al camino. El terreno es algo abrupto al pie de las montañas, y el Tanier serpentea durante varias jornadas hacia el sur entre las colinas de Lankst. Swot indica que deben evitar el terreno menos propicio para una carreta como la que persiguen, y por tanto el camino del sur es el más probable. Dejan marcas para indicar a los compañeros que les siguen a distancia y trotan por el camino hasta llegar al río. Allí son visibles huellas de varios carros en la tierra humedecida por la nieve que el calor del mediodía ha derretido. Hal las examina detenidamente y observa que hay huellas de carro que se han dirigido al este y otras que se han dirigido hacia el sur hace varios días. Ante la disyuntiva, y pareciéndole a Hal que las huellas que se dirigen al sur pueden encajar mejor en el grupo que buscan, reanudan la marcha hacia el sur con más convencimiento, tras dejar convenientes marcas para los compañeros que vienen detrás.

Al anochecer, han llegado a la aldea del clan Kochgeran. Es una aldea orlanthi rodeada de una tosca empalizada de poco más de dos metros de alto y lugar de tránsito habitual hacia el paso de la Llama Gigante, lo que hace que el clan Kochgeran se beneficie del comercio ocasional y sus gentes sean más abiertas con los extranjeros. Los centinelas, cuatro rudos jinetes de pocas palabras, les interceptan en los límites del territorio del clan y les acompañan hasta la aldea que ya cierra las puertas con la caída de la noche.

El día salvaje queda lejos aún, explican los centinelas por el camino, pero los telmori son un pueblo impredecible y no conviene bajar la guardia. Explican que las tierras del este, que llaman Telmoria, están demasiado próximas y es ahora, en la Estación Oscura, cuando el pueblo de los lobos realiza incursiones más amenudo, pues la caza escasea en sus dominios y el ganado de las aldeas orlanthis es muy apetecible.

Pero los exploradores desean saber de la carreta y los cuatro escoltas, y ya que los centinelas no saben decirles si la carreta que pasó por alli procedente del norte los últimos días corresponde con su descripción, pues ninguno de ellos estaba de guardia cuando llegó, tal vez los mercaderes locales o en la taberna puedan darle más datos. De todas formas, necesitan alojamiento para pasar la noche...

Convencido de que el Meldek y sus lacayos siguieron este camino, Hal guía a sus compañeros hacia la primera aldea que ven y decide ser él quien hable en nombre de los tres debido a su parecido con estas gentes.
Aunque el orlanthi está acostumbrado a rituales de saludo algo más largos, consigue presentarse como debe. Anuncia que vienen como amigos y se presenta como Háloric, hijo de Orlken, cazador del clan Gwandor de la Tribu Culbrea en el lejano Reino de Sartar.
Ya han tenido contacto con los clanes de Ralios durante el viaje, así que, se comporta con cautela pues algunas costumbres son diferentes a las de su tierra.
- ¿Telmori decis?, en mi clan conocemos bien sus partidas de saqueo. En Sartar también existe una región con unos cuantos clanes muy feroces.
Cuando comprende que los guardias no han visto a los hombres que buscan, espera paciente que les conduzcan a la cabaña donde podrán pasar la noche. Observa atentamente el asentamiento del clan, por si descubriera que la carreta o sus ocupantes siguieran aquí.
Tras presentarse de nuevo al que muestra más autoridad, pedirle cobijo para la noche y comida para los tres y sus monturas, se vuelve a interesar por aquellos que buscan.
- Una carreta y varios jinetes a caballo, hará dos o tres días de su paso. Por cierto, ¿hay algún punto cercano en el Tanier donde se pueda embarcar un grupo para seguir viaje por río?

Sintiéndose observado por los orlanthis, ya que cabalga unos cuantos centrímetros por debajo de ellos y en una montura totalmente distinta a ellos, Obendiya decide escuchar y observar, ya que Hal conoce las costumbres de ellos mejor que él y no quiere meter la pata, intenta observar el comportamiento para después reproducirlo, y que no haya mal entendidos.

Sigue cabalgando por detrás de Hal fijándose de vez en cuando en Swot, para que no se caiga.

No quiere hacerse notar más de lo necesario -Hal parece muy capaz de indagar en este poblado, los lugareños tienen cultura similar a él-. Observa atentamente el lugar por si hubiera algún indicio, alguna pista, que les ayudara en sus indagaciones. ¿Algún lugar donde puedan haber dejado el carro mientras descansaban? Si fuera así lo mismo podrían mirar en él por si dejaron algo que les pueda ayudar a identificarlos.

- ¿Telmoris? Espero que no se las tengan que ver con ellos Krunk y el resto. Podrían ser problemas para que nos alcancen.

Está anocheciendo, y si los exploradores no pueden ayudarlos, quizá el mejor sitio al que dirigirse sea la taberna. Seguro que con algunas jarras de cerveza en su estómago los parroquianos estarán receptivos.

El gran salón está concurrido cuando los tres expploradores entran en él después de dejar a las monturas en el corral. La cena ya está sobre las mesas largas situadas a ambos lados del surco central donde arde el fuego. Uno de los guardias se aproxima a uno de los hombres que están sentados en la mesa principal, justo al fondo del gran salón. Les presenta y el hombre se levanta, haciendo un gesto para que se acerquen.

- Sed bienvenidos, viajeros, al gran salón de Kochgeran. Mi nombre es Lodregast, y me siento en el sillón principal del consejo del clan. Gozad de nuestra hospitalidad y compartid con nosotros pan, queso y pescado.

Y mientras preparan unos taburetes para que los exploradores ocupen un lugar en la mesa, el hombre se interesa por el curioso grupo que forman, se disculpa por no poder ofrecer a Swot comida de enanos, pues sabe que los de su raza no toleran normalmente la comida humana, y muestra curiosidad por la montura que sus hombres le han dicho que traía Obendiya, y que ha obligado a vaciar un corral para mantener aislado a la especie de buey gigante de cortos cuernos que el nómada usa como montura.

La conversación es corta y cordial y cuando Hal pregunta por la carreta y por un punto donde sea posible descender el Alto Tanier hacia el sur, la respuesta de Lodregast la forman palabras desalentadoras:

- No, ningún carromato de dos ejes ha pasado por aquí procedente del norte en los últimos días -dice con seguridad. Y menos con escolta de cuatro jinetes como los describís. Si habéis visto huellas de carros por la zona, sin duda serán de otros mercaderes que pasaron por aquí hace unos días, un matrimonio con un hijo ya crecido que viajaban en un carro tirado por un par de mulas viejas. Viajaban despacio procedentes del norte y se quedaron aquí un par de días comerciando con mi gente. Hará dos días que siguieron camino y podríais alcanzarles antes de que llegaran a Otkorion. O quizá hayan sido las huellas de nuestros propios carros, pues como habréis visto, es costumbre raliana usar carros ligeros para desplazarnos y para guerrear. El terreno de grandes estepas y colinas suaves de Vesmonstran es propicio para que nos movamos como Mastakos y así lo hacemos. Y al otro lado del lago, en los Páramos Orientales de Ralios, las tribus de Delela también hacen uso del carro como principal transporte. No, -continúa tajante- ningún carro como ese ha pasado por aquí hacia el sur aparte de el que os he dicho.

Ciertamente por el camino, tanto a la ida como ahora a la vuelta, han visto varias veces patrullas de esos carros de dos ruedas de suelo bajo tirados por un par de caballos en los que un par de hombres viajan de pie: uno con las riendas y otro atento con los venablos listos a un lado para arrojarlos desde el carro. ¿Es posible que las huellas que han seguido hacia el sur sean de esos carros?, si la carreta no ha pasado por aquí en dirección sur, ¿qué otra dirección habrá seguido?, ¿han perdido un día de viaje siguiendo un camino equivocado?

- En cuanto a descender el Alto Tanier en balsa -continua el noble orlanthi- tendréis que viajar tres o cuatro jornadas más hacia el sur, casi en la frontera de Otkorión, donde el río se vuelve manso... como las gentes que allí se han asentado y han construido casas de piedra y murallas que impiden que el viento se pasee entre ellos...

Swot agradece el detalle al representante del clan Kochgeran sobre la comida y, como muestra de aprecio, muerde con deleite una pieza de la comida servida.

- Aforrtunadamente algunos sabemos aprreciar aquello que aprreciáis los humanos en vuestrras comidas.

Atiende extrañado a su exposición y nada le cuadra -¿Podrían haber cambiado el artefacto robado de carro y ser la familia una tapadera? ¿Si este clan no sabe nada con tantos carros deambulando por la zona... podrían los Telmori saber algo?-. Las ideas bullen en su mente sin llegar a ninguna conclusión.

- Su líder es tajante, no han pasado por aquí. El paso de Kartolin... cada vez me parece más probable...

- Mis amigos y yo nos sentimos honrrados al recibir la hospitalidad de vuestro pueblo, noble Lodregast. Sin duda, la aldea de Kochgeran, recibirá solo buenas palabras cuando me pidan que cuente la historia de nuestro viaje. - Hal come con gusto la comida que le ofrecen y escucha la lengua de sus anfitriones con agrado, cuando hablan entre ellos, pues algunas de sus palabras le suenan a hogar y, por un momento, se permite recordar a su familia. Pero las palabras del que, Háloric, reconoce como un Thane, le devuelven al salón de Kochgeran.
- Estas palabras enfrían nuestros ánimos, pues nos creíamos en el buen camino, sin embargo, mi corazón agradece que los vientos nos hayan guiado hasta aquí. Al menos, por una noche, podremos descansar sin temor a los lobos. - volviendo la mirada a sus dos amigos, les habla en un tono normal que puede ser oido por todos para no levantar recelo - Mañana al amanecer deberemos partir e intentar recuperar el rastro. Estoy de acuerdo contigo Swot, creo que podemos eliminar dos de las rutas, solo una opción parece posible ya.
 

Obendiya agradece con un gesto la comida, ya que por lo menos no es la comida de Malnegocio, y al examinarla un poco y probarla, se le saltan las lágrimas al comprobar lo exquisita que está, por lo menos para él.

Cuando empiezan a hablar del carromato sigue la conversación mientras come y mira a sus compañeros con una expresión de decepción, empieza a pensar que habría que partir cuanto antes, y cuando Hal les habla, se ve en la obligación de contestar.

-Estoy de acuerdo Hal, no debemos perder excesivo tiempo.- Afirma Obendiya mientras coge un poco más de comida.

Aunque Swot suele escapar de la imagen habitual de un enano y es, por lo general, bastante agradable y de trato fácil la exposición de Lodregast le hace perder la sonrisa. Poco a poco comienza a jugar con la comida pensativo y taciturno. Escucha a Hal con apatía y asiente abatido.

- No parrece tarrea fácil la que nos encomendaron. Puede que tengamos que desandarr camino si lo que sucede es lo que crreo que estamos pensando, y quizá nos encontrremos de brruces con el rresto. Puede que ellos tengan alguna idea más -la última frase va cargada de una rabia apenas audible-.

Se gira hacia el resto de comensales agarrándose a una última brizna de esperanza.

- ¿Como es esa tierrra del surr? ¿Como son esas gentes y sus interreses? -parece que aún quiere cercionarse y confirmar, o lo contrario, si los ladrones podrían proceder del sur- Podría ser que sus rastros se confundan con los de otros carros y que pasaran por aquí sin dejarse ver...

El noble raliano les mira suspicaz.

- Siento daros malas noticias, pues parece que os interesa dar alcance a esa carreta escoltada por cuatro jinetes. Podéis acomodaros para dormir aquí, en el grán salón, junto a mis guerreros juramentados, antes de partir mañana  -y en respuesta al pequeño Swot, añade unas palabras más. Las gentes del sur son orlanthis domados por las leyes de Malkion. Viven en ciudades y construyen altas murallas que impiden pasar el viento y les hacen olvidar su ancestral procedencia. Muchos siguen adorando a Orlanth y al resto de los ancestros del pueblo de las Tormentas, pero otros han abandonado la tradición por las enseñanzas de Malkion, o dividen sus creencias entre ambas confesiones.

Parece que da por zanjada la conversación, pero se vuelve de nuevo hacia ellos una última vez.

- ¿Qué interés os mueve a la persecución de esa carreta? -su rostro de mirada impasible no deja entrever qué le puede estar pasando por la cabeza.

Háloric se toma un momento para pensar en lo que va a revelar, mientras bebe un trago de agua para que pase mejor el último bocado.
- Agradezco nuevamente el poder pasar aquí la noche, buen Lodregast, y no veo mal en confiaros nuestras intenciones. Creemos que los ocupantes de la carreta son gente desleal, puede que siervos de Malkion o quizá algo peor. En el pueblo de donde venimos, intentaron ocultar su presencia y actuaron en secreto, traicioneramente. Ni se presentaron al llegar, ni se despidieron al irse. No dañaron a nadie pero levantaron muchas sospechas. - esperaba que criados en tradiciones tan parecidas, coincidieran con él en que no era un comportamiento aceptable en unos forasteros.
- Por ello, nuestro señor Krunk, nos ha encomendado averiguar quienes son y, si es posible, lo que traman, a fin de acallar las habladurias. A nuestro regreso, con la información, se decidirá si se les vuelve a conceder hospitalidad en una nueva visita o se les niega para siempre. - si bien Hal no quería mentir a aquellos que les habían acogido, tampoco pensaba darles muchos detalles sobre las sospechas que los habían conducido a los tres hasta aquí. Concluyendo, el orlanthi expresó su principal intención al dar alcance a la carreta:
- Espero que prefieran una buena conversación frente a un fuego antes que un combate sin cruzar una palabra.

Lodregast observa a Hal largo rato en silencio, y luego desvía su mirada a Obendiya y a Swot. Finalmente da por zanjada la cuestión y se despide de los invitados por el momento.

Los sirvientes recogen las robustas mesas y bancos y pronto el lugar queda despejado. Muchos se retiran a sus hogares, pero otros se acomodan aquí y allá en el gran salón. Varios hombres se acercan al centro frente a la hoguera y sacan algunas flautas e instrumentos de cuerda.

Mientras unos tocan una sencilla melodía, otro narra en verso las aventuras de cierto héroe de Lansk llamado Garundyer, Héroe de las Siete Tormentas, buscador heróico y liberador de Siglolf Machacanubes en una de sus incursiones en el plano divino, restaurando su culto localmente. Los poderes de Garundyer parecen casi divinos, según el narrador. La velada resulta amena y divertida no solo gracias a la actuación de los artistas, ya que Beruka, una estrafalaria mujer, aparentemente loca, gasta bromas a unos y otros, aparenta estar borracha un momento y al siguiente ridiculiza con afilada lengua a alguno de los presentes haciendo estallar en carcajadas a todos los presentes.

Pero la velada toca a su fin y es hora de echarse a dormir, pues al amanecer los exploradores deben partir de nuevo en busca de la escurridiza carreta...

Obendiya busca un lugar cómodo junto a sus compañeros en la cual puedan charlar con tranquilad mientras observan lo que ocurre en la sala.

-Pues si que ha sido mala suerte chicos, ¿qué hacemos seguimos un poco más o cambiamos de ruta?.

Obendiya se para un momento para pensar y continua hablando-yo seguiría por si han conseguido evadir la vigilancia de estos orlanthis, además al usar esa magia deberían ir hacía los malkionitas.¿Qué opináis?

Recostado ya, no muy lejos de la hoguera, Háloric disfruta de la musica, los versos y las chanzas, mientras el cansancio se va apoderando de su cuerpo. Cuando su amigo les pregunta, le mira fijamente, se toma un tiempo para pensar y responde sin parecer muy seguro de sus pensamientos - Yo volvería rápidamente por donde hemos venido, hasta el punto en el que han tenido que decidir su rumbo, a buscar de nuevo su rastro en dirección Este, por la ruta que lleva al Paso de Kartolin. Creo que si hubieran atravesado las tierras de este clan, algo hubieramos sabido. Imagino que confundí las huellas de carro al ser tan numerosos en esta región. Estaría más tranquilo si volviera a encontrar su rastro, quizá en una zona menos pisoteada sea más fácil distingirlo. Espero que una noche de buen sueño nos traiga una mañana más clara.
Tras mirar entorno suyo, asegurandose de que solo Obendiya y Swot le escuchan, les comenta en voz baja que deberían de ofrecer algo al clan por su hospitalidad - podríamos entregar cada uno de nosotros 4 o 5 monedas de plata, ya que no llevamos presentes adecuados en nuestros equipajes.

Hal reflexiona en silencio sobre la forma en la que debería plantear el tema de la compensación a su anfitrión. Como miembro de una cultura similar, sabe que de no hacerlo adecuadamente podrían ofenderse por tratar al clan como unos pobres que no pueden costearse hospedar por su cuenta a unos extranjeros de paso, o incluso todo lo contrario...

- pensandolo mejor, podrían ofenderse, será mejor que les ofrezcamos nuestra ayuda o podríamos cazar algo para ellos a la vuelta, asar un animal en invierno siempre viene bien.