Partida Rol por web

Contemplé a las criaturas con pesar. Seguramente se habían visto obligadas a atacarnos por todo el ruido del combate. Y no quería herirlas. Dejé caer la ballesta y saqué los nunchaku. Me acerqué lentamente a uno de los lobos.

Intentad no herirlos demasiado. Ellos no son culpables.

Odyr asintió a las indicaciones de la instructora. Aquellos animales no tenían culpa de lo que allí pasaba, a juicio del joven monje deberían evitarlos y continuar.

Pero acató las órdenes sin cuestionar 

-Avancemos en posicion defensiva y si atacan nos defendemos.-Digo acercando mi escudo.-Si alguien puede o sabe hablar con estos animales podría intentarlo.

El nómada arroja su lanza contra uno de los lobos de la retaguardia, acatando las órdenes de Aerith tras unos instantes de duda. Cree que los lobos podrían huir ante el ataque, al fin y al cabo son solo criaturas salvajes asustadas. Después avanza, mientras desenvaina su alfanjón, colocándose en el flanco de su instructora.

Odyr y Bedric acataron las órdenes de su mentora y decidieron acabar con el enemigo. Aquellas criaturas eran animales salvajes que, teóricamente, nada tenían que ver con la batalla que se estaba librando allí. Y no solo eso, sino que eran bestias bastante poderosas y peligrosas, y mucho más en aquel estado de nervios en los que parecía encontrarse.

Odyr se acercó a uno de los lobos que había frente a ellos, mientras que Bedric atacaba con su lanza desde la distancia. El arma se perdió sin lograr alcanzar a su objetivo.

Instantes después los lobos avanzaron por la escalera de piedra. Los lobos del norte rodearon a Odyr, estaba claro que sabían cazar en manada y vosotros parecíais su aperitivo perfecto. Por fortuna la armadura mágica que se había extendido sobre él le protegió de los golpes.

Los lobos del sur se repartieron un poco más y se disgregaron para atacar a Arthas y a Bedric. Por fortuna, tampoco alcanzaron a dar a ninguno de ellos.

Dejé caer la ballesta y saqué los nunchakus. Caminé lentamente sin perder de vista a las criaturas y me puse tras una de ellas, ayudando a Odyr a flanquear.

Odyr se vio rodeado por dos de aquellos lobos.

Deberíamos haber seguido de largo.- pensó mientras se prepara a enfrentarse a uno.

Al ver que la cosa no parece mejorar, lanzo un tajo al lobo que tengo cerca procurando mantener mis flancos cubiertos.

-¿Alguno de vosotros puede entenderse con animales?-Pregunto.-Esto habría sido más fácil de ser asi.

Arthas trató de golpear al lobo contra el que se estaba enfrentando, aunque no tuvo mucho éxito. Mientras tanto, Aerith avanzaba hacia la parte superior de las escaleras para ayudar a su alumno Odyr, pues era el que se encontraba en peor situación.

Odyr dio un paso hacia arriba para poder ayudar a su maestra y obtener una mejor posición de ataque, logrando así propinar un fuerte puñetazo en la mandíbula de uno de ellos, dejándole algo dolorido.

Por último, Bedric trató de golpear al lobo, pero éste fue lo suficientemente ágil como para esquivarlo y no sufrir ningún daño.

Los lobos, lejos de evitar aquel encuentro, volvieron atacar a los aspirantes a Filos del Alba. El primero de ellos dio un mordisco a odyr y el segundo arrancó una buena parte del brazo de Aerith, dejándoloa gravemente herida. Los otros dos no fueron capaces de herir a Arthas y a Bedric, pero no por ello dejaban de insistir en comérselos.

Odyr notó los afilados colmillos atravesando su carne. Enfurecido golpeo en el hocico al animal con sus puños.

Tratando de cubrir mis flancos, como de costumbre, lanzo un uevo golpe contra el lobo que tengo tras de mi. Lamentablemente fallo igual que antes.

-¿Retrocedemos y juntamos las cuatro espaldas, instructora?-Pregunto sin girarme.

Viendo que los lobos continúan atacándoles, no queda más remedio que devolver los golpes, ya que no pueden huir. Así que Bedric vuelve a intentar herir al animal, soltando un tajo dirigido a la cara.

Me llevé la mano al brazo y vi, horrorizada, cómo me faltaba un buen trozo de carne. No dejaba de sangrar y el líquido rojo empezó a caer al suelo. Eso me enfureció más que debilitarme.

Tenemos complicado juntar las espaldas, pero olvidáos de no hacerles daño. No podemos quedarnos quietos esperando a que les deje de gustar nuestra piel.

Moví los nunchakus con velocidad, haciéndolos girar sobre mi cuerpo, hasta que los descargué sobre la cabeza del lobo.

Arthas trata de golpear al lobo que hay junto a él, pero éste lo esquiva con gran soltura. Afortunadamente para él, es Aerith la que logra con sus nunchakus librarse de aquella bestia. Mientras tanto, Odyr descargó una ristra de puñetazos sobre el lobo, pudiendo notar como su guardián le ayudaba quemándole con cada impacto y logrando matarlo.

Finalmente Bedric trata de herir a otro de los lobos, solo que no tiene ningún éxito. Por suerte, aquellos animales actuaban en manada, y al ver su inferioridad numérica y ver como Odyr había acabado en un instante con uno de ellos, decidieron huir hacia el bosque de donde procedían. Aquellos humanos eran un plato que no podrían volver a probar.

Ahora erais libres para seguir avanzando, aunque quizá deseaseis curar vuestras heridas. Ya quedaba poco para alcanzar el objetivo, tan solo unos metros más a través de esas escaleras y llegaríais.

Estaba un poco desolada. Habían muerto dos criaturas antes de que nos dejaran en paz. Agachándome al lado de la que había aporreado, acaricié su pelaje unos segundos. Tras esto, me descolgué la mochila y empecé a buscar en su interior.

Odyr, ¿puedes curarte? pregunté mientras sacaba dos pociones para sanar un poco mis heridas.

-Cuando estemos en lugar seguro os haré un par de vendajes.-Digo mirando alrededor.-Ahora debemos proseguir.

Odyr asintió a las palabras de la instructora y sacó una poción para tomarla. Al instante notó como las heridas iban curándose.

Continuemos.

Sí, adelante, no nos queda mucho antes de llegar a nuestro destino dije mientras me colgué la mochila nuevamente y comenzaba a andar.

El nómada enfunda su espada y recupera la lanza que arrojó contra uno de los lobos. Parece que esta vez han podido librarse sin derramar sangre, y Bedric da gracias mentalmente por no haber llegado a herir a estos nobles animales. Después se pone en camino, atento a más peligros.

Finalmente continuais el camino sin encontrar ningún problema más. A lo lejos vislumbrais la torre que habíais venido a proteger. Vuestra misión era llegar a ella y defenderla de los posibles ataques por parte de vuestros enemigos. A penas unos metros os separaban de ella, pero por ahí el camino era peligroso pues suponía atravesar gran cantidad de piedras afiladas, pero era evidente que llegaríais antes.

La otra opción sería dar un rodeo y llegar sanos y salvos y sin más peligro, aunque tardando algo más de tiempo.