Partida Rol por web

La mirada de Eileen vaga de Cassia al anciano de nombre extraño con cierta curiosidad. Deteniéndose finalmente en la bella Acompañante. Era increíble cómo había logrado tener a sus pies al anciano sin casi abrir la boca.

Aún boquiabierta y sin pestañear, afirma con la cabeza ante la pregunta de Cassia, para luego acercarse nuevamente al anciano, al que coge de la mano. Tras un pequeño periodo de tiempo en el que la joven sigue sin dejar de mirar a Cassia, parece que finalmente reacciona.

- ¡¡Cassia, Cassia, enseñemosle la nave!! -Grita eufórica, tironeando ligeramente de la mano del hombre.- Tengo ganas de saber qué opina de ella mi futuro abuelito... y así de paso acabamos de convencerle... -Mira a Wladimir con una sonrisa de oreja a oreja- ¿Verdad que vendrá con nosotras a verla?

Enarco una ceja ante la respuesta del camarero. Vale, Steve tampoco había estado demasiado fina, era una buena excusa, pero seguro que en lugares así era demasiado utilizada. O quizás simplemente nos tocó el camarero tocapelotas. ¡Qué más daba, el asunto era que el tío se negaba en rotundo a servirnos alcohol! ¡A nosotras! ¿En serio?

Apoyo un codo sobre la barra y me inclino ligeramente hacia adelante, aprovechando el movimiento para dejar ver mi escote.

- Venga va, sirvenos un par de copas, que luego te invito al postre -Susurro sugerentemente.

Sigo a nuestro nuevo tripulante y a Kratos hasta el dispensario médico de al lado de la tienda de armas y entro el último en el local.

-No, gracias, creo que esperaré fuera, yo sólo estoy aquí en calidad de "Guía"- declino el ofrecimiento del médico chino. Ante el comentario de Kratos vuelvo a acordarme del interrogatorio y la fuga del preso infectado.

-K tenemos un médico propio, deberíamos irnos, Jules debe estar subiéndose por las paredes de la nave, muerto de ansiedad, deberíamos haber vuelto ya- le digo a éste -No puedes esperar a que Green, al que pagamos por hacer estas cosas, haga los análisis pertinentes en la Orpheus?- le pido finalmente a Kratos.

-Te puedo asegurar que aunque sea un puto colgado, es un buen médico, revisé su expediente por completo en el Córtex antes de que le contrataramos...

No es que no me preocupase el tema, de hecho es un asunto tremendamente molesto en el interior de mi cabeza, como cuando te pica algo y no puedes rascarte para aliviar el escozor. Pero si por un casual, el famoso fugado estuviera en nuestra nave, bueno, a estas alturas ya estaríamos todos infectados y dudo que venga ya de esperarse un poco más para que nos analice Ian. Tal vez lo que más miedo me da es que se demuestre que estamos infectados y no nos dejen salir nunca más de aquí, los feds están muy girados, son capaces de encerrarnos en alguna celda de contención para ver como morimos uno a uno a causa del virus.

-Noah, trate de abreviar con su liquidación del negocio, deberíamos marcharnos lo antes posible o corremos el riesgo de acabar quedándonos todos en la skyplex para siempre- comento, no sin cierto tono cínico implícito. No sé si hacía saltar más mis alarmas conspiranoides el virus en sí o que acabasemos encerrados todos en la estación espacial, sin posibilidad de huida...

"Seguro que ese virus es el resultado de algún experimento de la Alianza para acabar con todos nosotros, los independentistas, están desarrollando nuevas armas de destrucción masiva y se les ha ido de las manos y ahora les va a estallar en la cara!". Se me escapa una pequeña risotada mental ante la idea de que acabasen todos muriendo por su propia arma...

Sophie vuelve a mirar sus cartas y luego a las fichas de colores que han lanzado los otros dos jugadores para iniciar la ronda de apuestas. Baja la vista hacia su montoncito de fichas y calcula qué ha de poner...

-Lo veo!- dice ésta, a la vez que lanza la ficha roja de 500 y a la azul de 100 -Y subo 500 más.

"aquí le gusta mucho farolear a la gente" nada en mi expresión indica este pensamiento o cualquier otro, pero estoy seguro de que se están faroleando, tal vez no los dos

De todos modos ha de hablar Victor antes de que yo pase o vaya

Vuelvo a desechar las tres de la tirada anterior, quedándome de nuevo con los dos sietes.

Valep :b Pues listo. Ahora posteo.

Me permito el mirar con media sonrisa a Sandy y Candy, aunque eso no debe desconcentrarme de lo que estoy haciendo. Y menos ahora que empiezan las apuestas y yo pienso ir a por todas.

Me enciendo un nuevo cigarro, saboreando cada calada, y pensando una vez me toca apostar.

- Yo también lo veo - digo en un tono neutro, fumando aún con el cigarro en la boca y echando el humo por la nariz. Pongo todo lo que tengo que poner para igualar - Y subo otros mil - sonrío de lado echando dos fichas mas de quinientos sobre la mesa y mirando de nuevo a las dos chicas. ¿Quién sabe? Lo mismo una de las dos o las dos terminan teniendo suerte...

|Celdas de detención|

No es hasta que consigo despejar mi cabeza e intentar pensar fríamente, que veo a Green ahí agazapado, como un niño que acaba de ver algo traumatizante o que escucha a sus padres discutir en la habitación de al lado.

Me acerco algo dudoso al límite de la celda que nos separa sin saber bien qué decir porque en estos momentos... Lo cierto es que le pegaría un puñetazo.

Es observándole mejor cuando deduzco que algo mas pasa aquí; algo raro que no llego a comprender. Si se supone que me acusaban de secuestrarle ¿por qué está él aquí? ¿Y qué le han hecho para estar así? Apreto los labios.

- Eh, Green - le llamo.

"definitivamente farolea" sin decir nada ni cambiar de expresión lanzao al centro dos tres fichas rojas y una azul para igualar las apuestas

Cuando una de las chicas me trae un nuevo whisky doy un largo trago antes de dejarlo sobre la mesa

Lo intenté. Juro que lo intenté. Hice todo lo que estubo en mis manos -¡y lo que no también!- para tratar de librarme de la Psicóloga, pero ella y los dos feds que habían ayudándola, decidieron que no estaba bien mentalmente y que debía ser internado.

...

Y ahí estaba, sentado en el suelo de una fría y dura celda para incivilizados. Aunque me dolía que me compararan con un criminal, lo peor era saber que volvería a las manos de El Sargento. En una nave rodeado de peligros, en la habitación, aquí... todo es lo mismo: hipocresía y ganas de joder. ¿Por qué no puedo fumarme un porro, si quiero? La marihuana es una planta que ya EXISTÍA en la Tierra que fue y era altamente probada. ¿Por qué he de besar el suelo por donde pisa la maldita Alianza, si no estoy de acuerdo con lo que representan?

"Pues porque él quiere. Ya ves lo que le cuesta hacer lo que sea. Encima él, malnacido de los cojones, consigue que los demás le crean". Asco. Asco me dá El Sargento. "Malnacido".

Intentando que todo fuera algo menos incómodo, me tumbo en el camastro de la celda, cerrando los ojos y soñando con que volvía a ser libre. Mi imaginación vuela alto, por parajes exóticos y lejos de la mano del hombre, tanto los de la Alianza como los criminales. Allí se puede beber, fumar, follar, comer, hablar y escuchar música con tranquilidad, sin peligro de que te corten el cuello o te detengan. Las chicas son hermosas y hay una hoguera. Y...

Abro los ojos al escuchar que me llaman. Mi cuerpo tiembla salvajemente, pero no de frío. Es... raro, no me gusta. Noto un ligero picor de ojos, por lo que me froto con el dorso de la mano y descubro restos de lágrimas (y algún que otro moco). Me limpio con el dorso de la manga, antes de girarme hacia quien me había llamado, descubriendo a Julian Crautchin.

- No me digas que... -Mi voz tiembla y se eleva el tono y reduce con voluntad propia, por lo que me llevo la mano a la boca. Al final lo habían hecho. Le habían cerrado en una celda por "secuestrarme". Giro la cabeza y me quedo mirando el suelo, sintiéndome culpable. Al menos, no era Ivy, sino Julian. Dentro de lo que cabe... pero no, él tampoco se lo merece. ¿Qué puedo hacer yo? -Lo siento...

Me levanto y comienzo a dar vueltas por la celda. En parte porque necesito moverme, en parte por la culpabilidad que me reconcome pero sobretodo, por el hecho de que volveré a caer en las telarañas de El Sargento. Peor que la muerte... o casi. Tras un buen rato así, en los que ni siquiera soy capaz de pensar algo en claro para sacarnos de aquí, vuelvo hacia el límite de mi celda con la suya.

- Lo siento -Repito, tumbándome sobre el camastro y haciéndome un ovillo para "protegerme". Mejor dejar de hablar, porque tiembla mucho el tono. No sé por qué, pero me molesta-. Yo me rindo.

Me lleno de rabia cuando le escucho así que me pego a la celda y doy un par de puñetazos en los barrotes que hacen que mis manos se resientan, pero me da igual.

- ¿Que te rindes? - no hablo, grito - ¿Y por eso Ivy tuvo que convencerme para que te diera una segunda oportunidad? ¡No te la mereces! ¡No vales para estar en la Orpheus! - vuelvo a dar otro golpe renegando algo que ni yo mismo pienso en chino - Ninguno de ellos se rendiría ¿me oyes? Ni uno. Y tú te quedas ahí agazapado... Maldito cobarde de mierda. Me das asco. ¿Me oyes? Niñato malcriado - después me giro, cabreado, y dispuesto a ignorarle. Esto tan solo era la confirmación de que no vale para mi tripulación. Los problemas son partes de nuestro día a día y no vale rendirse. Aunque no haya salida, da igual. Además... Mis chicos no se marcharán sin mi, ni hablar.

Qing asiente con la cabeza ante la petición de ambos hombres.

-Por supuesto, Sr. Noah, mandaré a mis dos sobrinos, Liang y Shu, son buenos chicos. Y con respecto a la visita médica- se dirige esta vez a Kratos -si es tan amable de sentarse en la camilla, volveré en un minuto- se levanta éste y sale del despacho por una puerta lateral.

Al cabo de un par de minutos vuelve a aparecer por la puerta, cargando una bandeja con una tetera y varias tazas de té, que deposita encima de la mesa. Sonriente, sirve un poco de té en cada taza y le ofrece una a Noah. Luego coge otra taza y bebe un sorbo.

-Ya están avisados, le esperan en la trastienda de su local, sólo tiene que indicarles qué quiere que carguen hasta la susodicha nave...- responde éste a la petición de Noah. Luego deja su taza de té, algo apartada, en la mesa, rodea esta y se acerca a la camilla.

-Listo Señor...?

Me quedo en silencio, sin nada con qué responderle. ¿Acaso dije yo en algún momento que era valiente? No, yo dije que era el mejor médico que podían encontrar y meter en su nave. Y lo soy. Pero de valiente, jamás dije nada.

- No tienes ni idea -susurré al cabo de bastante rato, incorporándome en el camastro-. Tal vez mi vida no se limite a insultar ni amenazar gente, pero ni se te ocurra pensar que es tan sencilla como lo pintan. Eres un ingenuo si crees que vas a poder salir de ésta tan tranquilamente, estás detenido por "secuestro" y por mucho que yo diga lo contrario, es la palabra de un "loco" y, obviamente, la palabra de tus chicos no vale mucho para ellos. Y si crees que puedes salir por la fuerza y sin que los demás se metan en problemas, es que eres realmente ingenuo.

Vuelvo a callarme, obviando todo lo demás que ha dicho. ¿Qué sentido tiene responder?

- No hay nada a hacer -Finalizo, volviendo a tumbarme y hacerme un ovillo. Así, al menos, todo parecía evaporarse-. No vale la pena luchar, ya lo he intentado todo y tienen las de ganar.

No quiero volver con El Sargento. Quiero marihuana. No quiero ser encerrado. Quiero ser libre y... y... follar. Follar mucho. Quiero follar. No puedo ser encerrado sin haberlo hecho con Ivy...

- Tú eres un ingenuo si te crees que van a irse sin mi - le digo sin mirarle y me apoyo en los barrotes de la celda - No van a irse sin mi - repito esta vez para intentar creérmelo, mas que para él. Él me importa una mierda - No van a dejarme aquí.

Pero no, no pueden irse sin mi, no van a hacerlo. Yo no me iría sin ninguno de ellos. Me pregunto si ya lo sabrán, o si alguno mas se habrá metido en líos pero supongo que ellos se librarían... Yo soy el Capitán; yo me como los marrones.

Le doy un nuevo golpe a los barrotes y vuelvo a girarme hacia Green.

- ¿Por qué coño creen que te he secuestrado? - pregunto pero es una orden; tiene que contestarme - Necesito respuestas para entender toda esta mierda - por otro lado, eso no es de lo único que se me acusa... Pero los problemas uno a uno; siempre uno a uno.

Miro alternativamente al doctor y a Dariel. En el fondo Dariel tiene razón, pero ya que estamos aquí... Me siento en la camilla como ha pedido el médico.

- Kratos, señor Kratos.

Me fijo en la mirada que me lanza Dariel, que no parece muy contento con que no le haya hecho caso.

- Sea rápido, por favor, tenemos algo de prisa.

Lo cierto es que ni se me pasa por la cabeza que de estar infectado podamos tener problemas con los feds. Bastante preocupado estoy ya por mi salud como para pensar en detalles. Además, ¿quién se fija en los detalles?

Supongo que el médico necesitará que me desabroche la camisa, así que empiezo a quitarme el chaleco y al hacerlo noto una de las granadas. Sonrío contento con mis nuevas adquisiciones. Y luego me sigo preguntando qué demonios habrá en la caja de Noah. Casi no puedo contenerme de las ganas de llegar a la nave para abrirla.

Jack sonrie levemente mientras juega con su whisky, mira las jugadas de los demas recordando sus descartes y sus apuestas.
Con un gesto de su mano libre coge un puñado de fichas y las va colocando lentamente en el centro de la mesa...
- Voy - dice mientras iguala la apuesta. - Subo otros 1000.
Tras dejar las fichas sonrie a la croupier.

Vuelvo a abrir los ojos, algo contrariado por el hecho de que el "capitán" no me deje ir a los mundos de felicidad y alegría. No, no hay modo alguno de que él y yo nos llevemos bien, ya que no deja de invadir y romper mi burbuja personal. Pese a que estoy un buen rato en silencio, debatiendo mentalmente entre si responderle o no, finalmente decido susurrarlo lentamente, pensando lo que voy a decir. Al fin y al cabo... tampoco yo sé por qué motivo le han detenido realmente. Vale, sí que es cierto que Sargento es retorcido, pero... ¿tanto como para enviar un inocente a prisión? No. ¿...verdad?

- ¿Y a mí qué me explicas? Ya les he dicho, tanto por pasiva como por activa, que he ido por propia voluntad y que quería trabajar en la nave. También les he dicho que eres un cara-culo, pero que no eres un secuestrador -o eso creo, vaya-. Ya hice todo lo que estaba en mis manos. Lo siento, Crautchin.

Vuelvo a callarme, sentándome en el camastro y dándole la espalda.

- En estos casos, es cuando diría "ha sido un placer volar contigo, aunque sean pocos días". Pero mentiría, así que ha sido un placer volar con tu tripulación, Crautchin.

Cierro los ojos y vuelvo a intentar imaginarme un paraje completamente verde, lleno de árboles y flores, arbustos y animales, Ivy y yo. Hmmm. Sí, ya nunca podrá ser pero... al menos, me la follaré en sueños. Vaya que sí. Al fin y al cabo, no estamos tan mal. Aún podemos pensar con libre albedrío y... puedo imaginar. Recuerdo cuando me inventé un amigo imaginario, Metho, un híbrido entre humano y perro de las galaxias. Sí. Era genial con su pelo rosa, su puro de 2 créditos y las gafas de sol. Aaah... vaya fumadas me pegué "con" él. Daría todo lo que tengo por volver a verle tan nítidamente como entonces, cuando casi parecía real.

Los pequeños detalles desterraban el mito de que las mujeres
eran seres totalmente impredecibles, por lo menos para Wladimir, quien a pesar de estar bastante lejos de ser un experto
en el sexo opuesto, podía jactarse, aunque rara vez lo hacía, de conocer las
formas habituales de llevar a una mujer. Al fin y al cabo, cualquier tipo de
relación no era más que otro juego más de la sociedad, simplemente había que
aprender las reglas.

Cassia parecía
conocerlas a la perfección.

Respondió a la sonrisa de la mujer con otra cordial y
recatada, acompañada de un ligero sobresalto al sentir el contacto de la mano
de Eileen sobre la suya, pero en
este caso tocaba, de momento, aguantarse. Pero a pesar de que la jovencita le
parecía encantadoramente inocente, tenía que dejarle claro ciertas reglas desde
el principio, aún a riesgo de herir una más que aparente sensibilidad.

-Estoy de acuerdo en que ver la nave en la que voy a viajar
es una excelente idea- echó un vistazo de reojo a Cassia, dando a entender que estaba de acuerdo con las condiciones
que se planteaban. Siempre y cuando la nave no fuera un cacharro cayéndose a
pedazos -¿y sabes lo que sería también una excelente idea? – Miró de nuevo a Eileen, ampliando la sonrisa – que me
llamaras Wlad, así es como me lo hacen mis amigos-

Cincuenta y cuatro años no eran tantos, ¿verdad? 

Mientras Julian e Ian siguen intercambiando comentarios ácidos (aparte de las ansias de matar in crescendo que tiene el primero respecto al segundo) acerca del porqué están ambos encerrados en sendas jaulas, los dos feds que están de guardia empiezan a mirarse el uno al otro algo nerviosamente. Uno de ellos lleva un buen rato delante  del panel del terminal de cortex, que hay instalado para comunicarse con el exterior de la zona de contención, y no para de rebuscar en la pantalla de forma ansiosa y compulsiva.

Los dos borrachos siguen durmiendo tranquilamente y el supuesto ladrón mira con aburrimiento las losas del suelo de su celda. No parecen percatarse de nada.