Partida Rol por web

La Skyplex Andromedes es un enorme complejo formado por varios módulos que se han ido añadiendo a la estación espacial original, a medida que la población permanente y la estacionaria ha ido en aumento. Lo cierto es que la presencia de un puesto avanzado de Feds, acoplado a ésta, ha ayudado al crecimiento económico de esta estación e impedido que piratas y otro tipo de "seres" atacasen este punto flotante en el espacio. Es un punto de encuentro, un cruce de "caminos" muy lucrativo, ya que conecta dos sistemas planetarios importantes, el del núcleo central (el Sol Blanco) con el sistema Sol Azul, donde hay toda una serie de lunas, famosas por dos cosas: sus cultivos y la paranoia de sus granjeros. También se rumorea que en Whitefall, una de las principales lunas del planeta Atenas, hay oculta una sede de los laboratorios Blue Sun, fuente importante de ingresos y medicamentos, un recurso aún más escaso que la fruta fresca en estos lares del Verso.

Todo esto ha generado que, en el seno de la única Skyplex existente entre ambos sistemas planetarios, hayan aparecido lucrativos negocios de todo tipo y un surtido mercado con todo tipo de bienes, tanto legales como ilegales, ya que por Andromedes pasan y paran prácticamente todas las naves que cruzan el Verso de punta a punta.

El interior de la estación está llena de pasillos que la cruzan de banda a banda, bunkers donde se ejercen y anuncian los diversos negocios y empresas que tienen presencia en ese punto del Verso y zonas amplias donde se apostan los mercadillos multicolores y su comercio informal.
Aunque hay presencia constante de feds por toda la estación, hay una política laxa respecto a las relaciones e intercambios comerciales al ser una isla en medio del vacío, sin ningún otro lugar más a donde ir, sin el uso de una nave de media y larga distancia.

El Gobernador Marcelo Viscontti gobierna la estación espacial con orden, cierta flexibilidad y muchos sobornos y chantajes, que garantizan la total independencia del complejo comercial respecto al gobierno central, aunque normalmente juega a mantener las apariencias en relación a la subordinación a las directrices de la Alianza.

Las pantallas de conexión pública al Cortex y su programación "televisiva" y de anuncios de productos de Blue Sun y otras compañías asaltan al viajero y sus habitantes en prácticamente cada esquina, pasillo o sala existente en la estación. El complejo combina la zona de negocio con la zona de viviendas (compuesta por pequeños apartamentos-bunker, habitaciones de lujo y pasillos periféricos ocupados por "sin-techos" ó pedigüeños) y comedores comunitarios, situados en las zonas más periféricas del lugar.

El olor de las especias y de las frituras del mercado se suelen mezclar con el del metal y el sudor causado por el hacinamiento de gente a lo largo y a lo ancho de la estación, dándole un cierto tufo de hervidero y de calidez humana, tan "necesario" cuando se vive encerrado entre paredes de metal y cerámica todo el tiempo, rodeado de la nada más absoluta.

Más, entre tanto caos y luces de neón destacan algunos sitios de carácter "especial", entre ellos, la Tienda de Revólveres de Noah, que está en liquidación, nadie sabe muy bien porqué, pero el negocio está desapareciendo igual que apareció, por generación espontánea. Otro sitio de visita obligada para el turista espacial es la Casa de Apuestas el Dragón Azul, que lleva dos días generando mucha expectativa y una gran afluencia de público a causa del Torneo de Póker que se está celebrando en dicho local. Eso supone doble ración de trabajo para los Feds, que les toca hacer los turnos de guardia para mantener el área controlada, cosa que los tiene de muy mal humor, para que vamos a engañarnos!

En el pasillo principal, donde están las tiendas y los negocios con más relevancia y respetabilidad, se encuentra la tienda de armas de Noah. A su derecha está la clinica privada del Dr. Qing, y a su izquierda un supermercado de comida china, el Chino Feliz. Enfrente está Correos, la Agencia Estatal de Servicios de Envios Espacial, llevada por funcionarios de la Alianza. Son bastante eficientes, no suelen perder ningún paquete. Pero también todo el mundo en la Skyplex sabe que son inflexibles, incorruptibles y tienen muy mala ostia. Se toman tremendamente en serio su trabajo y su posición privilegiada en la estación. Unas puertas más allá está la tienda de ropa más chic a este lado del Rim, "Miss Maixin. Diseños para la Mujer del Espacio de Hoy en Día", también hay una peluqueria y varias tiendas de complementos varios, además de una sastrería para "Caballeros" (de dudosa reputación, claro).

En el pasillo adyacente se encuentra el mercado de "vale-pa-todo", donde se vende comida preparada de dudosa composición, animales vivos, ropa de manufactura barata, hierbas medicinales y preparados de todo tipo, entre otros cosas.

Dos pasillos más allá está el entramado de negocios semi-ilegales, dedicados al ocio y al vicio, como son la Casa de Apuestas, los Fumaderos de Opio y otras sustancias, los bares y la única discoteca (que no fuera un baile social de categoria o una danza pueblerina, claro) que existe en este sector del Borde y del Rim.

[Tienda "Revólveres y Complementos" de Noah Gordon ]

Noah, su único propietario, lleva días cambiando el cartel digital con las ofertas. Había conseguido vender buena parte de la mercancia, algunas piezas incluso a mitad de precio (no le había quedado otra, y con todo el dolor de su corazón, las tuvo que "ceder" a sus nuevos propietarios), pero aún así, aún le quedaban algunas armas por vender, de difícil colocación, especialmente entre una población limitada como es la de una estación espacial, aunque sea la Andromedes, una de las más grandes que hay en el Verso.

Noah mantenía una relación más o menos cordial con el Dr. Qing, un hombre mayor, de aspecto pulido y mirada cauta, cosa que no se podía decir lo mismo de los del supermercado, que dia sí y día también le llenaban la tienda con el olor a fritangas y especias revenidas, procedentes de su tienda, por no decir que la desaparición de gatos y ausencia de ratas en la estación era si más no sospechosa... y más en una tan llena de población, con problemas de higiene y demás, estaba convencido de que debería haber alguno de esos roedores espantando a los transeuntes de vez en cuando, en algún pasillo oscuro! Porque no hay ratas?!

La verdad es que estaba siendo una mañana poco fructifera para la pequeña tienda, apenas habían entrado clientes y el aspecto que tenía todo era un poco tristón: las antaño austeras y repletas estanterias y expositores de mercancia ahora permanecen prácticamente vacías del todo y se había acumulado algo de polvo, el espíritu de Noah parecía algo ausente últimamente y eso se ve ahora reflejado en el estado de la tienda. Tal vez todo estaba siendo producto de la ansiedad de emprender un nuevo viaje, o quizás era nerviosismo puro y duro por no haber encontrado aún pasaje en ninguna nave que saliera de aquel montón de chatarra flotante. No es que no hubiera mirado las distintas ofertas que había en el embarcadero, pero ninguna parecía ajustarse a su bolsillo y tampoco le acababan de gustar las tripulaciones, algunas le daban francamente muy mal rollo y ante todo, él quería mantener equilibrados sus "chakras" (Eso y no encontrarse de repente en bolas, sin dinero, tirado en alguna roca en la otra punta del 'Verso!). Así que se encuentra en una disyuntiva importante: aunque ya había conseguido empacar sus pocas pertenencias, vaciar su pequeño cuarto en la zona de viviendas del Sector D-7 y vender casi todo lo demás, lo que no podía llevarse de ningún modo, aún seguía sin poder desprenderse del todo de aquella tiendecita y ese pequeño desasosiego que tiene en su interior...

Entonces, la pequeña campanilla, totalmente anticuada, que hay colgando por encima de la puerta del bunker, suena de repente, interrumpiendo su hilo de pensamientos con su dulce tintineo, señalando la entrada de un nuevo cliente en su tienda, tal vez hoy sea el día de suerte de Noah y pueda liquidar lo que le queda por vender. Dos hombres cruzan la puerta, uno muy alto y fornido, con cara de malas pulgas y otro más bajito y delgado, de aspecto agradable pero mirada algo perturbada.

-Es aquí donde hacen liquidación de armamento?- se adelanta el más bajito. Kratos y Dariel tratan de sonreir para no parecer unos atracadores... Habían terminado hacia nada los interrogatorios de los feds y les ponía muy nerviosos tener que esperar sentados en aquella Sala de Espera, mientras el resto acababan sus "sesiones terapéuticas", así que decidieron dar una vuelta por la estación, aprovechando el tiempo libre. Probablemente Julian se lo sacaría en cara lo que quedaba de viaje hasta Whitefall pero ya era mucho que no hubieran acabado detenidos...

[Casa de Apuestas El Dragón Azul]

El Dragón Azul es un amplio local, uno de los pocos que hay en toda la estación, que ofrece alcohol, mujeres (y chicos jóvenes, que aquí no se discrimina a nadie!) y juego. Todo Tipo de Juegos. Los créditos, el whisky, los dados y los naipes corren a raudales por las distintas mesas que ocupan buena parte del sitio. Hoy está especialmente lleno de gente, buena parte de ellos son curiosos, otros son tahures que siguen el mayor acontecimiento que hay en estos momentos en la Andromedes, el Torneo de Póker Andromaca. No es el mayor encuentro de juego de cartas que hay en el Verso, ni siquiera el más premiado, pero sí es uno de los más interesantes al realizarse justo en los límites entre el Núcleo Central y el Rim, en tierra de nadie, con lo que las apuestas pueden llegar a ser muy rocambolescas, por no decir pintorescas y descabelladas... Pero eh! eso es justamente lo que el público espera ver en el torneo! Es lo que lo hace realmente tan interesante y especial.

El torneo empezó hace dos días, con un premio de 5.000 créditos para el ganador y ya sólo queda una mesa de juego en pie, que va a estar formada por 4 participantes:

-Sophie Sweethoney, una mujer afroamericana, de cabello largo y alisado, con más aspecto de pin-up que de jugadora de póker, pero estaba teniendo, sorprendentemente, una buena noche, no había perdido prácticamente créditos en ninguna de las partidas en las que había participado. Parece jugar un poco a la tún-tún, pero lo cierto es que con la tontería llevaba bastante más ganado de lo que tenía en inicio.

-Joseph "Pinky" Rousseau, un tipo cuarentón, no falto de atractivo, de mirada glacial y semblante serio, que no paraba de beber whisky y siempre iba acompañado de dos chicas guapisimas, una a cada lado, que van muy ligeritas de ropas y cargadísimas de maquillaje y no paran de reir y hacer bromas entre susurros, o eso cree la mayoría de la gente que las observa, admira y envidia. Ha perdido mucho dinero a lo largo de los dos días, pero luego los ha recuperado en siguientes manos, parece ser capaz de mantener un equilibrio entre las perdidas y ganancias, sin que suponga ningún problema. Es el que tiene más aspecto de ser un jugador de póker profesional y eso lo hace el más peligroso de todos.

-Victor Etxebarria, un hombre joven, atractivo, de unos 35 años, que no para de fumar compulsivamente, a pesar de tener una apariencia de ser un colgado total y despreocupado. Ha perdido una buena cantidad de dinero, algunos (bueno, muchos) se preguntan porque no está más nervioso...

Y por último, el cuarto jugador, Jack Wolf, un joven de aspecto asiático, que parece estar en racha, no ha perdido ninguna partida, ha ganado no sólo unos cuantos créditos más de la cuenta, si nó que encima ha ganado una granja en Atenas, un reloj de oro y dos anillos de casado. Pero le queda la última partida, la final, la que decide y separa al ganador de los perdedores totales! Perderá todo lo ganado hasta ahora, o dejará en bragas y gallumbos a todo el mundo, antes de poder huir vilmente con sus ganancias? Pronto, en sus pantallas del Cortex!

La gente en el local está ansiosa, esperando a que los 4 jugadores se acaben de sentar e instalar en la mesa de la partida final, en el centro de la sala, cuando dos jóvenes féminas entran en busca de alcohol y diversión, una morena y bajita y otra pelirroja y alta. Varios hombres (y alguna que otra mujer) se giran a mirarlas y darles algún que otro buen repaso de arriba a abajo, antes de volver su atención a lo que se iba a desarrollar. El camarero, que está en la barra, seca vasos con cara de estar algo aburrido, no parece mostrar el mismo interés por la partida que el resto de gente, tal vez porque tiene ganas de acabar su jornada de trabajo, ó quizás porque está hasta los huevos de tanto giri... a saber.

Steve y Ivy captan ese olor especial, zimbreante, de la excitación, de la emoción, y especialmente, del dinero, del sexo y del alcohol de calidad gratis! Ya habian cumplido con sus tareas: habían sido interrogadas por los feds y habían vuelto a la nave para dar la orden de reponer el combustible perdido en el trayecto hasta la Skyplex, y ahora estaban listas para la diversión, que en esta vida no todo son obligaciones!

[Puesto de Control de los Cuerpos de Seguridad de la Alianza: Zona de Detención]

Apartado de la zona más propiamente de oficinas y de las diversas salas de interrogatorios, hay un pasillo estrecho y angosto que conduce a una sub-zona, aislada del ruido y del resto del complejo estacional, la zona de las celdas de detención. Es un área rectangular con las paredes blancas por completo y dos hileras de celdas, una a cada lado, dispuestas de forma contigua. Cada celda está separada de la de al lado por unos barrotes estrechos y blancos y un cristal de metacrilato, que impide que nadie pueda meter la mano entre los espacios huecos dejados por los barrotes. La parte frontal de la celda son todo barrotes, pero sin cristal y con una pequeña apertura alargada justita para pasar una bandeja con comida de cantina. La apertura y cierre de las celdas se controla toda de forma automática desde un panel cercano a la puerta principal de acceso a la sala entera, alejado por completo de las manitas de los detenidos. Normalmente hay dos guardias apostados (dos soldados rasos feds), que se situan a ambos lados de la puerta de entrada, aunque la mayor parte del tiempo lo pasan sentados alrededor de una pequeña mesa situada al lado de la puerta, en una esquina, donde juegan a cartas, leen o comen alguna guarrada de la cantina fed. Vigilar a los borrachos mientras duermen la mona y oir los gritos e insultos de los ladrones detenidos es una tarea aburrida, hay que entenderlo!

Al inicio del turno de las 12-30 hay poco movimiento en el cambio de guardia, la mayoria de celdas de detención están vacías, sólo hay un par o tres ocupadas por dos borrachos durmiendo la mona, un ladrón pillado en plena faena en el mercado, y Rick O'Donnell, el "inquilino" estrella de la zona de detención. Llegó hace dos días a la estación Andromedes, trasladado desde un planeta del Rim, donde le atraparon en plena faena. Ha resultado ser una buena captura, tiene un "bonito" historial el jodío! Apestaba a alcohol y tabaco baratos, sangraba por un corte en la ceja y llevaba los nudillos repelados y con costras, toda una joyita. Le metieron solo en una celda, en espera de que llegara el transporte fed para llevárselo a Londinum, donde sería juzgado y condenado por el asesinato de un sheriff, cuya familia parece estar muy bien relacionada con los altos mandos políticos. Tal vez ése fue su mayor error, no preguntar primero a quien le estaba partiendo la crisma antes de golpear. Es lo que tiene el alcohol, especialmente el de garrafón. Estaba previsto que el transbordador llegase en 72 horas, dejándole a Rick apenas 24 horas más de "vida". Quizás no era tan poderosa esa familia, si le habían dejado 3 días de margen para intentar escaparse... O tal vez, es su modo retorcido de hacerle sufrir antes de ejecutarle. Quien sabe...

Rick ya no tiene resaca, lleva dos días sin probar ni una gota de alcohol, de hecho está empezando a notar los primeros síntomas del síndrome de abstinencia, aunque al menos le han ido dando de comer (si es que se puede tildar de comestible a lo que dan ahí, pero bueno) y le han dejado dormir tranquilo en aquella cama, incómoda, pero más o menos limpia. Y de hecho, por las horas que son, no tardarían en servirle otra... Le estarán cebando para la "matanza"?

A poca distancia de las celdas, en varias salas privadas, Julian Crautchin, Amanda y Natalie Hong son interrogados por unos oficiales feds más que visiblemente agotados e irritados, la tripulación de la Orpheus estaba resultando ser un enorme grano en el culo fed: molestos e inevitables. A su vez, Ian Green recibe la visita de su padre y de una psicóloga para tratar su Síndrome de Stockholmo.

[Embarcadero espacial]

En un pasillo amplio, situado al norte de la estación, hay una serie de pantallas que anuncian qué naves hay varadas en la estación y qué destinos tienen fijados de forma oficial. Estas mismas también indican el número de plazas de pasajeros libres en cada una de las naves. En una de esas pantallas pone con carácteres chinos claros y visibles:

"Orpheus.
Modelo Firefly
Capitán: J. Crautchin
Origen: Persephone
Destino: Whitefall
Admite Pasajeros. 3 pasajes libres.
Precio: 200 créditos por pasaje." (*)

Los viajeros interesados se van paseando por la zona, acercándose a las pantallas particulares para cada nave, situadas al lado de cada escotilla, que da a cada uno de los pasillos de embarque, para obtener algo más de información. Entre todos ellos, un hombre entrado en años va observando y analizando las distintas ofertas. Wladimir, tras valorar varias opciones, empieza a tener claro que sólo hay una nave de aspecto discreto y fiable que parece dirigirse a Whitefall, la Orpheus. Lo malo es que es una nave con una tripulación casi desconocida, no parece conocerlos demasiada gente, aunque bueno, tampoco tiene un mal historial por detrás suyo...
 
Mientras éste sigue pensando acerca de la posibilidad de comprar pasaje en esa nave o no, alguien tira de su chaqueta, con unos cortos movimientos, débiles, tratando de llamar su atención. Una mano de niña, fina y delicada es la culpable. Eileen, la niña de cabellos rubios y carita irresistible de muñeca, mira desde abajo a aquel hombre fornido y mayor, buscando hablar con él...

Cassia Ren-Shen hacía rato que había vuelto a la lanzadera de la Orpheus, aburrida de esperar al resto de la tripulación. Se había llevado a Eileen consigo, tras conseguir, extrañamente, que la dejaran ir. No tardaron nada en soltar los feds a la niña, a los 5 minutos de intentar preguntarle de quien era pariente y qué hacía en una nave como la Orpheus, Eileen salió sonriente y feliz de la salita, con una piruleta en la mano que no tenía antes de entrar.

Una señal en la pantalla del Terminal privado del Cortex de Cassia llamó su atención. Por fín había llegado el ingreso del dinero por el servicio realizado en Persephone, 550 créditos, tal como ella solicitó en su momento. También saltó el testigo de que le ha llegado un mensaje de Franklin Meyers pidiendo disculpas por el retraso en el pago... Y en esos breves instantes, Cassia perdió de vista a Eileen, que había aprovechado para salir de la nave. Y ahora la niña se encontraba tironeando de la chaqueta de un hombre mayor...

|Lanzadera de Cassia|

Admito que hay pocas cosas que consiguen ponerme realmente de mal humor en todo el Verso. Una de ellas acostumbra a ser Julian, pero sólo cuando le sigo demasiado el juego y acabamos enfadados. Otra es que me desordenen la habitación. Sabía que habrían registrado toda la Orpheus, pero eso era distinto a encontrarse a semejante caos cuando regresé a mi lanzadera tras la charla con el coronel Lorence.

No, no y no. Semejante falta de respeto hacia mis pertenencias y mi altar, ¡mi altar! Nada más volver con Eileen la dejé con mi terminal mientras yo reestablecía la armonía de mi espacio, colocando las cosas en su sitio y limpiando con un poco de incienso.

Casi ya había acabado cuando necesité ponerme yo frente al terminal; Franklin había hecho la transferencia de mi pago al fin, además de disculparse por no haberlo hecho antes. 

-Eh, Eileen; ¿qué te parece si...?-me giré para mirar a la niña, pero ya no estaba donde yo creía. Y no me gusta que las cosas no estén en su sitio.-¿Bao bei?-la llamé algo más alto, incorporándome para salir de la lanzadera. De un rápido vistazo, abocándome un poco por la barandilla de la pasarela, pude ver que en la bahía no estaba.

-Jahn...-suspiro profundamente, bajando deprisa las escaleras para ponerme a buscarla por la nave. Simplemente, genial.

"Oh, bueno, vale, fantástico".

No puedo evitar el sentirme realmente frustrado por el hecho de que mi épica aventura se acabara tan fugazmente. Sí, ya me había rendido. Visiblemente derrotado, yacía sentado en la silla sin parar de mover nerviosamente la pierna derecha. Apoyaba el codo derecho en la mesa mientras que con la mano me tapaba la boca, para evitar mostrar la expresión de disgusto. "Lo que daría ahora por un buen porro...".

Todo se venía abajo. Escapar de una casa tremendamente superficial y vanidosa, donde el exterior era lo importante, no lo que pensaras ni sintieras realmente. Falsas sonrisas tras unos forzados buenos días, Sargento leyendo ése periodicucho de la Alianza contando mentiras y falsas vanas promesas de que todo iba bien; mamá, psiquiátrica día y noche compartido con ama de casa entregada a su marido; y unos hermanos que...

Tsk. No quiero volver. Pero no veo ninguna alternativa. Mi cabeza no me daba para pensar en un modo de salir de allí por las buenas, sin fugas, problemas con los feds ni rendiciones que valgan...

"Estoy jodido".

Mis ojos se pasean nerviosamente por toda la sala y la pierna moviéndose aún más frenéticamente que antes. Decido apoyarme con los dos codos en la mesa y bufar a un hueco que había hecho entrelazando mis manos. Comenzaba hasta a sentir frío de puro pánico, por lo que decidí hacer caso y dejarme llevar. Mientras mi imaginación vuela lejos de donde estoy, mi pierna comienza a detenerse y mi estómago vuelve a su soltura por defecto. Ya no me estoy cagando de miedo.

Recuerdo la última primavera, en Londum. Estaba con los colegas, colocados hasta el culo de tanta marihuana. Estirados en el Gran Parque de la Alianza Federal. Era un gran placer estar estirados en el césped, con una brisa que acariciaba tu cara y un calor soportable. Los árboles hablaban entre sí y nosotros, sin movernos, escuchábamos. De vez en cuando, oíamos ruidos de monstruos inexistentes. Pero se estaba muy bien allí, sí.

Lo mejor, venía por la noche, en el local, donde el alcohol y los porros de marihuana se movían a placer. A veces alguien aparecía con cocaína, pero rara era la vez que probábamos algo tan artificial.

Soy incapaz de pensar en lo que venía. Siempre se nos iba de las manos y acabábamos despertando uno encima del otro, con dolor por la postura al... dormir.  Estaba claro que había pasado éso, por lo que ocultarlo es una hipocresía. ¿Y qué, si he tenido relaciones sexuales con mis colegas? ¿A caso no son criaturas de la madre naturaleza? Jamás olvidaré el "Fuma, folla y bebe... que la vida es breve".

Todos los días la misma rutina. Me siento anquilosado en esta gran chatarra espacial , difícil no perder la cabeza . 3 años sin sentir el aire, sin respirar algo que no sea el tufo de los harapientos y el insufrible hedor que surge del maldito supermercado de enfrente. 3 años que han pasado, perdiendo la fe de encontrar a Taylor.

Noah aun mantenía la esperanza de encontrar algo que mereciera la pena para por fin largarse de aquí, pero parecía que Andromedus no quería dejarle marchar. Como si quisiera hundirse arrastrándole hasta el fondo, ahogándole como su capitán. Había empezado su nueva vida con alegría, queriendo convertirse en un referente de los talleres de armas, emulando su éxito en Verbena. Los feds que querían hacer algún arreglillo no reglamentario a sus armas se convirtieron en una gran parte de su clientela, algo que no le agradaba mucho pero que le sirvió para impulsar el negocio. Pero era el momento de seguir adelante.

Llevaba varias días sin revisar el terminal, las ordenes de acoplamiento de las naves nunca incluían la calidad de la tripulación. Además, la mayoría se solía pasar por la tienda... El arma que un hombre compra dice mucho más que sus historias Aunque con la poca variedad que le quedaba, le resultaba más difícil reconocer las intenciones de sus clientes.

La campanilla le sacó de su letargo. Las primeras impresiones representaban a un pequeño capo con su guardaespaldas. No les había visto nunca pero no tenía miedo. En Andromedus era intocable.

-Aquí es, ¿que desean los señores?- dijo, intentando dar la impresión de seriedad. - Como verán no queda demasiado, pero garantizo la fiabilidad de cualquiera de estas bellezas.

Indicó un lado de la tienda, donde un par de revólveres de manufactura casera y bastante atrayentes cogían polvo. -Los revólveres tienen garantía de por vida- Seguidamente indicó algunos de los phasers que tenía en el estante detrás suyo. -Con estos no os puedo garantizar tanto tiempo, pero si algo fallara y consiguierais salir vivos, el arreglo sería gratuito.

Estaba claro que Noah no era demasiado buen vendedor. Su sinceridad no era la que había conseguido que cosechara éxitos, sino su fino trabajo.

-No quedan mosquetes ni fusiles, y lamentablemente los revólveres krausianos se han dejado de fabricar- Poca gente conocía su segundo apellido, sabía que resultaba algo pretencioso poner su nombre a sus obras, por ello optó en su momento de derivar su apellido Kraus.

En el mostrador, bajo el cristal se veía un arma que podía caber en su totalidad en la palma de la mano -Esto es un grillo, dos balas y se puede esconder bien. Parece un juguete pero usa balas fragmentadas.

-Y todo a precio de saldo- concluyó Noah

El interrogatorio me había dejado revuelto por dentro y sentía la necesidad de salir a respirar aire "fresco", aunque fuera de la estación, cualquier cosa con tal de salir de los cuarteles de los feds. Kratos tenía pinta de haber pasado por algo similar, su mirada parecía angustiosa y turbia y parecía igual de necesitado que yo de una vuelta. La publicidad de liquidación de armas en seguida me dio la excusa perfecta para huir vilmente y justificarnos delante de Jules cuando éste nos recriminara que nos habíamos ido sin él.

Había estado en Andromedes en anteriores veces, pero mis visitas eran para combustible, comida, alcohol y sexo gratuito, no por armas. Pero recuerdo que alguno de los chicos de Padre me había hablado de la pequeña tienda de armas, recomendándome que hiciera alguna visita si tenía alguna emergencia armamentística (valgue decir que yo no tengo ese tipo de urgencias, si el arma no funciona, simplemente "tomo" prestada la de otro, para que vamos a engañarnos).

-Y aquí estamos! A por una "urgencia" consumística!- bromeo, delante de la puerta de la tienda, antes de entrar. Sonriendo ampliamente cruzo la puerta de la tienda.

-Es aquí donde hacen liquidación de armamento?- pregunto, adelantándome. El dependiente parece excesivamente franco, no sé si eso me gusta o no.

"Aunque por otro lado, el sitio realmente parece en vías de liquidación, tal vez el tipo simplemente es que  es realmente de fiar y no un estafador..." pienso para mis adentros, mientras escucho con detenimiento las explicaciones que aquel hombre nos va dando sobre las armas que le quedan.

-No, phasers no- me rasco la cabeza, revolviéndome algo el pelo en el proceso.

-No es un arma que me vaya mucho, prefiero el revólver de toda la vida, sinceramente. Cuánto pide por ellos? Y por el grillo?- la verdad es que esa última es la que llama más mi atención, a Ivy le iría bien una de estas...

Cuando dices que tiremos los dados en modo oculto... supongo que te refieres a que los tiremos en modo "solo para el director", que es lo que he puesto... sorry, soy un novato en esto... :(

Afortunadamente andabas por aquí, ya que cuando hice la tirada, iba a escribir y fue cuando el Chrome se me puso a hacer cosas raras con los formularios y se me quedó en blanco... al volver a entrar, me había publicado la tirada... sorry por los problemas causados.

Jack viste un traje elegante, que evidentemente ha sido comprado en los planetas del núcleo, y se acerca a la mesa con una vaso de whisky solo en una mano y una botella de Macallan en la otra mano. Se acerca sonriendo a la mesa, ocupa su sitio sin dejar de sonreir a sus compañeros de partida, y tras depositar sus posesiones, dice: 

- Señorita, caballeros. - Inclina la cabeza a modo de saludo. - Espero que todos estemos listos y dispuestos para divertirnos.

Tal vez haya sido un error el apuntarse al torneo, pero desde luego se lo está pasando bien, nunca había jugado en un sitio donde las apuestas se hacían tanto en efectivo como en bienes materiales, ¿que coño voy a hacer con una granja?... Para quitarse el pensamiento de la cabeza, le da un corto trago a su vaso, y lo posa a un lado mientras mira detenidamente a sus compañeros de partida.

Los feds me habían puesto nervioso. Sobre todo sus comentarios de la enfermedad. ¿Estaré enfermo? ¿Qué es este picor en el brazo? ¿Es normal? Creo que tengo fiebre, se lo diré a Dariel.

- Oye Dariel, creo que... - no termino la frase. - ¡Oh vaya!

Había estado siguiendo a Dariel un buen rato sin fijarme demasiado hacia donde íbamos. Al ver la tienda de armas se me ilumina la cara. ¿Quién quiere un médico cuando puedes comprar explosivos? Dariel es un crack, cómo me gusta este hombre.

Al entrar en la tienda mantengo mi pose de tipo duro, eso intimida a los comerciantes. Me quedo mirando un poco alrededor mientras de fondo escucho la verborrea del vendedor. Tanta cháchara para nada. La tienda parece un poco vacía y no parece haber nada interesante a la vista. Seguro que tiene que tener las armas buenas escondidas.

- ¿Hay algo con lo que se pueda matar a un hombre? Aquí sólo veo equipo para mujeres. Busco algo que haga ¡PUM! Todo lo que veo es más en plan tiu, tiu. - Imito los sonidos con cierta ironía, a ver si capta que está tratando con alguien que quiere un arma para usarla, no para fardar de llevarla en la cartuchera.

Mis ojos son como el hielo y mi expresión podría ilustrar en una enciclopedia la llamada "cara de poker", estudio a mis rivales desde mi lugar en la mesa como una serpiente estudia a su presa. La chica parece tonta, pero estoy seguro de que es pura fachada, nadie gana lo que ella ha ganado por pura suerte, no pienso menospreciarla, el tal wolf se ve que sabe jugar, tiene algo de clase y ha ganado bastante, puede ser mas peligroso que la chica. En cambio el fumador es solo un crio con demasiado dinero, es increíble que siga aquí con todo lo que ha perdido, pero con esa clase de idiotas lo único que vale es quedarte con su dinero antes de que se lo quite otro

Cuando Wolf dice algo solo asiento a sus palabras, sin decir nada. Chasqueo los dedos y Sandy me trae un whisky (o Candy, yo les llamo así porque para eso les pago, sus nombres reales me importan bien poco) y le hago una señal a la otra para que me de un masaje en el cuello.

No tiene ni idea de dar masajes, pero me ayuda un poco, con algo de suerte despistarán a los otros jugadores.

No dedico ni una mirada a nuestro público, no son importantes ahora

Ahí va mi tirada, Black. Ya me dirás q hago con esto.

Aaron Green había sido avisado por el Cortex de que su hijo estaba siendo interrogado en una Skyplex, camino de Whitefall. Como incluso alguien con sus capacidades y recursos no podía romper la barrera espacio-temporal, se limitó a realizar una cortex-conferencia de camino hacia Andromedes.  

Así que cuando la puerta de la Sala de interrogatorios donde Ian esperaba pacientemente se abrió, apareció una mujer en sus buenos 40, portando una pantalla portátil de Cortex donde se veía claramente el rostro del Dr. Aaron Green. La mujer, de buenas curvas y cabello oscuro, deja la pantalla en la mesa, en un ángulo en que todas las personas presentes puedan verse y hablar sin problema. Luego se sienta en la silla que ha quedado libre, la misma que había utilizado la Capitana Ngui.

-Buenos días, Doctores Green, soy la Dra. Amanda Oletta, psicóloga y asesora de los Cuerpos de Seguridad de la Alianza- se presenta ésta. Tiene un rostro agradable y una sonrisa tranquilizadora, además de un bello cutis dorado.
-Se puede saber en qué diablos estabas pensando, Ian??!!- brama Green Sr

Ian: Mierda. Estaba en el puto paraíso. EN EL PARAÍSO. ¿Por qué diablos El Sargento lo estropea todo? ¡Siempre él! Jamás puedo hacer nada que a mí me guste, ¡únicamente porque es un maldito retrógado encefalograma plano! "Uy, si pudieras oír todo lo que pienso sobre ti". Ojalá tuviera valor para decírselo a la cara.

- Buenos días, padre -Murmuro, esbozando una leve sonrisa a la pantalla que ha traído ésa señorita de tan buen ver. Te odio, te odio, te odio, te odio, te odio... Miro a la psicóloga-. Buenos días a usted también, Doctora Oletta -Enarco una ceja. Sí, estoy ignorando a mi padre. Te odio, te odio, te odio, te odio, te odio...

La Dr. Oletta sonríe con calidez a Ian y luego mira a Green padre.
-Sr. Green, no es necesario gritar, su hijo está pasando por una situación muy complicada, ahora necesita de toda nuestra ayuda y apoyo. ¿Cree que podría tomarse esto con un poco más de calma?- dice ésta.

Aaron Green se remueve nervioso, no está acostumbrado a que le digan que se calle. Detrás suyo se ve, en el fondo, un camarote de lujo, con cortinas de satén de color salmón, una mesa con una cubitera llena de botellas de champán y luz, mucha luz.
-No le quiero faltar al respecto Srta. Oletta, mi mujer también es de su ramo, pero usted no sabe con quien está hablando, así que agradecería tener algo de intimidad para poder hablar con mi hijo. A solas.

-Y tu, haragán, mejor que empieces a dar una buena excusa. Y aséate por el amor de Dios! Pareces uno de sus esos cuatreros del Rim!

Ian: Esbozo una leve sonrisa.
- Éso, Padre, cálmese que soy un pobre enfermo -Me burlo entre dientes, sin dejar de jugar con mis dedos pulgares mientras los demás dedos se entrelazan con los de la otra mano. Me ha encantado la cara que ha puesto mi padre, por lo que la psicóloga ya ha ganado algo de respeto-. Oh, por favor, doctora Oletta, no se vaya. Tal vez así vea qué clase de hombre es en realidad mi padre -Le hago una inclinación de cabeza a éste, a la par que le miro, desafiante. Siempre es más fácil si no está en frente-. ¿O qué, Padre? ¿Qué vas a hacer? ¿Volver a castigarme sin comer? ¿Encerrarme un mes entero en mi habitación? ¿Pegarme? -Suelto una leve risotada amarga-. Lo siento, Padre, si es que alguna vez fuiste tal... pero ya no soy un niño y HAGO LO QUE QUIERO -Grito de repente, levantándome a la vez que daba una fuerte palmada con ambas manos en la mesa de cristal-. ¡Estoy harto de tus órdenes, de tus castigos crueles, de que me digas cómo coño he de vivir, de vestir y de pensar! ¿Estás dispuesto a matarme? Porque sólo así volveré a tu jodida casa, ¿¡me oyes!?

Jadeando, suelto un leve "maldición" entre dientes y me alejo de la mesa, paseando nervioso.
- Estoy harto de ti -Susurro, aún con la respiración acelerada-. No voy a volver nunca. Y si me enrolé en la Orpheus, es porque me pueden alejar de ti. Ni estoy secuestrado, ni sufro síndrome de Stocolmo ni estoy mal de la cabeza. El único enfermo mental eres tú, Sargento, y no quiero volver a verte en la vida, ¿me oyes? -Me acerco hasta la pantalla, apoyando las manos en la mesa para inclinarme y hablarle en susurros a la pantalla, aunque sé que la Psicóloga también puede oírme-. Jamás has sido un padre y nunca lo serás, ojalá cogieras ésa pistola que tanto te gusta y te pegaras un tiro. Harías al mundo más feliz.

La dr. Oletta mira a ambos, a Ian y a la pantalla y ladea la cabeza desaprobatoriamente.
-Aquí hay demasiada hostilidad manifiesta, está claro que necesitan terapia ambos. ¿Está seguro Sr. Green de que quiere que realmente me marche? No creo que estoy vaya a funcionar entre ustedes dos solos...- su tono de voz es firme.

El rostro de Aaron Green se vuelve cada vez de color más purpura a medida que Ian vomita con rabia todas las palabras que llevaba guardadas dentro desde hacía tanto tiempo, casi se diría que está a punto de echar humo por las orejas.
-Bien- contesta de forma fria, intentando contener el cabreo que lleva encima -Entonces no te importará que te corte tus fondos y tus tarjetas de crédito, al igual que esa bonita habitación de hotel que tienes alquilada- a pesar de sus esfuerzos, el desprecio se filtra entre cada sílaba de cada palabra.

Ian: Ignoro a la psicóloga, al igual que hace mi padre. Es obvio que nadie va a tener terapia aquí, ya que nadie la necesita. Yo estoy colgado y mi padre está loco, ¿cuál es el problema? Así es la familia Green. Guardo silencio, sin dejar de mirarle, mientras mi pierna derecha no para de moverse. "Mierda. NECESITO un porro".
- Házlo. Pobre, muerto... todo es mejor que estar contigo -Gruño, con el mismo desprecio que destilan sus palabras, aunque yo no intento ocultarlo-.

Miro a la psicóloga.
- Doctora, no se ofenda... pero la terapia se la puede ofrecer a aquél que la quiera, la necesite y pueda costearsela. Ni la quiero, ni la necesito y, como acaba de oír, tampoco puedo costearmela ya. ¿Puedo volver a la nave con MIS compañeros o van a retenerme más con estúpidas excusas sin sentido?

La psicóloga mira algo enfadada a ambos hombres, se cruza de brazos y se levanta.
-Volveré cuando hayan terminado de hablar, pero no podrá salir de aquí, al menos de momento. Su padre ya ha firmado el consentimiento provisional para que le internemos en un centro de recuperación, donde podrá dejar atrás todo lo pasado, los sufrimientos en esa nave... -pone una mano en la pierna temblorosa de Ian -Entre otras cosas.

Tras eso, quita la mano y sale a paso firme de la sala, cerrándose la puerta de nuevo, tras su paso. Los dos feds situados a ambos lados de la puerta no se han movido ni un milimetro y permanecen serios y callados. Aaron Green parece recuperar algo de su perdida calma y frialdad férrea.
-Entonces que sea así, le diré a tu madre que le mandas saludos. Ya te irá a recoger al Centro cuando hayas terminado la terapia y vuelvas a ser una persona normal y no un desperdicio humano.

Ian: Mantengo la boca cerrada, maldiciendo en secreto a la doctora. Son todos una banda de gilipollas. Miro de nuevo la pantalla y esbozo una sonrisa.
- Padre, como dentro de unas horas no esté de nuevo en la nave, como vuelvas a meterte en mi camino... juro sobre mi propia tumba que me vengaré personalmente -Vuelvo a sonreír-. Y créeme cuando digo que no serán golpes, lo que recibas.

Sin más, con total tranquilidad y sin dejar de observar la pantalla, pongo los pies sobre la mesa.

Aaron Green sonríe de forma provocadora y autosuficiente.

- Entonces espero que sea tu mejor golpe, hijo, o yo mismo me aseguraré de que no puedas volver a levantarte jamás.

Tras responder eso, se acerca su cara a la pantalla y se cierra la transmisión, apagándose la pantalla. El Sargento ha dicho su última palabra en el asunto. Como siemrpe.

Ian: ¡MIERDA! Cojo la pantalla y la lanzo contra la pared, rompiéndola con un gran estruendo. MIERDA, MIERDA, MIERDA. No pienso ir a ningún hospital. No pienso ir. Decidido, me dirijo hacia la puerta aunque los dos feds me cierran el paso.
- Está bien. No necesito vuestra ayuda, ¿vale? Ya soy mayor de edad y puedo hacer lo que me venga en gana mientras no incumpla la ley. Quiero ir a la Orpheus y ni quiero ni necesito ayuda psicológica, así que a menos que haya cometido un crimen para detenerme, no veo por qué diablos seguís reteniéndome aquí. Me dá igual qué haya dicho mi padre ni lo que quiera él, no le pertenezco ni pretendo hacerle caso. Así que, por favor, llamen a la Doctora Oletta y sacadme de aquí ya.

Los 4 jugadores finalmente se disponen en sus respectivos sitios en la mesa central, esperando, con cierta impaciencia, a que el croupier elegido para la final se presente. La mesa redonda está cubierta con un tapete verde de fieltro y hay posa-vasos redondos de aspecto platinado debajo de las bebidas de cada uno de los participantes. Los camareros han vuelto a llenar las copas de cada uno con el mismo tipo de alcohol que estaban consumiendo hace un momento. Los jugadores se han posicionado del siguiente modo: Rousseau, Sophie, Jack y Victor, formando un círculo perfecto.

Aparece una mujer rubia, con el pelo recogido púlcramente en un moño, vestida con pantalones y chaleco negro y una camisa blanca. Es la croupier.

Prudence, la croupier, espera a que todos estén acomodados y servidos para sacar una baraja de cartas nueva, con el precinto puesto. Abre la cajita y rompe el precinto de plástico. Baraja las cartas con suma habilidad y agilidad. La mujer pone el mazo de cartas delante de Rousseau para que corte, indicando que él es el jugador que va a ser mano en esta ocasión. Tras recolocar las dos divisiones del mazo, Prudence la Croupier, pasa a repartir las cartas, una a una, a cada jugador, hasta que todos tienen 5 cartas. En el reverso de las cartas de los demás jugadores se puede ver una bonita filigrana roja y dorada.

-Empieza la partida, Señoras y Señores, se ruega que todo el mundo se mantenga en silencio mientras dure esta primera ronda- pide Prudence. Tras dejar un par de minutos a los participantes para que miren qué cartas les han tocado en el reparto pasa a indicar que se haga el primer descarte...