Partida Rol por web

La Locura de Durgam

Acto I: El viaje a la Locura de Durgam

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13/01/2012, 20:29
Director

El sol ya se asoma por encima de los tejados de Vaanaari, bañando con su luz las calles de la ciudad. El día a día retoma una vez más su incansable ritmo con el bullicio de las avenidas y el ir y venir de sus gentes.

Las instrucciones eran claras y habían sido formuladas de forma clara y concisa por boca de distintos interlocutores: una Consorte, un Esclavo, una antigua amiga… La semana (¿había pasado ya una semana?) ha expirado y los preparativos han terminado. Hoy es la fecha en la que la caravana partirá hacia el Bastión Azul, atravesando la segunda ciudad más importante del Reino entre la ignorancia de sus habitantes que desconocen ya no el cometido de la comitiva, sino su destino.

Para algunos empieza el viaje. Otros lo iniciaron hace ya unos días, río abajo, cuando se embarcaron en la capital para encontrarse con el cuerpo principal de la caravana. Sea como sea todos los caminos llevan a la misma plaza.

Y es precisamente en esa plaza en la que te adentras ahora mismo desde una de las múltiples bocacalles. Es una de las muchas plazas-mercado de Vaanaari, pero no la más grande ni la más espectacular (situada a la entrada de la ciudad). Durante un momento no sabes muy bien hacia dónde debes dirigirte, pues te aturulla el griterío habitual del mercado. De aquí y de allá llegan los gritos de las comerciantes que intentan atraer con sus precios y mercancías la atención de los hombres, ya sean esposos o sirvientes. ¿Pues no son estos los mejores cuartos de venado que hayáis visto en toda la plaza? Y decidme, ¡por las grandes! ¿de dónde ibais a obtener un mejor precio por una arroba de patatas? ¡Ah, tunanta! ¡Si ya sabemos que son de tus cajas de donde salen esas moscas!

En el centro de la plaza se yergue la estatua de Sorie Fivra, la célebre cantante; si los anales son ciertos, esta valiente mujer salvó a toda una familia de morir a manos de un vampiro al que encandiló con sus melodías. Mientras éste quedaba obnubilado por la voz de Fivra, la familia escapó y volvió con una Paladín que le cercenó la cabeza.

A los pies de la pétrea Sorie Fivra se encuentran alineados una serie de carros de aspecto… decepcionante. La verdad, no es que esperaras gran cosa, pero ¡por las Madres! La Corona está detrás de esto y ¿es lo mejor que pueden costear? Porque deduces que es en efecto esta la caravana debido al número de personas que se arremolina alrededor de los carros y porque no hay nada más que se asemeje a lo que deberías encontrar en toda la plaza. Hay una joven de cabello pelirrojo que parece llevar la voz cantante, acompañada en todo momento por dos mujeres en armadura: una de ellas, una imponente mole de tez oscura y cara de pocos amigos; la otra, una muchacha a penas, de una belleza singular y cabellos lisos que bailan al viento. Sin duda son soldados de la Corona.

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13/01/2012, 20:30
Director

Notas de juego

Reconoces a la joven pelirroja que imparte instrucciones: es la Sierva Vaatrina Dureine

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14/01/2012, 16:18
Hergern Brotelas

El viaje había sido un asco, prefiero no entrar en detalles, aunque valió la pena sólo por abandonar el Círculo unos días. Hasta que no había salido de allí no me había dado cuenta de lo hermético que era, aún tengo grabada en mi mente la imagen de Aldor despidiéndose de mi desde una de las ventanas de la torre del Círculo... ¡Su cara rebosaba envidia! Envidia sana claro, en el fondo se alegraba por si gran amigo Hergern.

Vaanaari tenía su encanto, con todo aquel bullicio de los mercados y el caos en las calles. En el Círculo todo había sido planeado y medido con anterioridad (y varias veces), cada una de sus construcciones era una verdadera obra arquitectónica, una oda a la simetría (palabras textuales de algún arcaico mago) pero carecía de la chispa que tenían otros lugares como aquel. Aldor y yo no soportábamos estar en silencio mientras paseábamos por la torre porque lo único que escuchabas era el eco de tus propios pasos, sin embargo, en aquel lugar podías estar en silencio mientras escuchabas los ruidos y las voces de un montón de personas, animales y objetos... sin duda, había valido la pena el viaje.

Sniffy comenzó a revolverse en algún lugar de entre mis ropas. El calor era sofocante, así que supuse que para él tenía que ser como estar en el mismísmo infierno. Le ayudé a salir mientras un niño que pasaba por allí se paraba para observar al ratón más de cerca. Sniffy se colocó sobre la palma de mi mano y se lo acerqué un poco al niño para que pudiera verlo bien. El niño lo observó con curiosidad creciente hasta que Sniffy, cansado de ser una atracción infantil, soltó un bufido amenazador. El niño pegó un salto y salió corriendo entre la multitud, algo que me resultó especialmente gracioso.

- Que gente tan simpática - le dije a mi familiar en voz baja, mientras lo colocaba sobre mi hombro derecho - Ese niño no debe haber visto un ratón en su vida... mira que asustarse de ti...

Al ratoncito no le sentó muy bien el comentario y decidió hacérmelo saber clavándome sus pequeñas uñas en el hombro. No es que doliera, la verdad, pero si que resultaba molesto.

- ¡Hey! Tampoco hace falta ponerse así - dije mientras le agarraba por el pellejo del pescuezo y lo dejaba colgando por delante de mis ojos - Sólo era una broma, amiguito... Por cierto ¿estás mejor aquí fuera? Seguro que hace mucho menos calor.

Sniffy asintió y se revolvió un poco, indicándome claramente que quería volver sobre mi hombro. Continuamos paseando por el mercado en dirección a aquella enorme estatua hasta que distinguí la figura de Vaatrina. Enseguida me olvidé de todos aquellos vendedores de cachivaches y fui a reunirme con ella y sus... amigas.

- Buenos días, Sierva Dureine - dije con una reverencia - Hace un día estupendo para pasear por la bulliciosas calles de Vaanaari... es una pena que nuestro cometido no nos lo permita - entonces me hice el sorprendido, como si no hubiera reparado en las dos mujeres que estaban con Vaatrina hasta ese preciso instante - Oh! Les ruego que me disculpen ¿Dónde están mis modales? Soy el esclavo Brotelas, a su servicio.

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16/01/2012, 23:25
Janaki Anala

Tras despedirme por enésima vez de una apenada Nanike y un solícito Ruma, me aupo a mi caballo y emprendo el camino que nos lleva a la plaza de Sorie Fivra, desde donde por fin dará comienzo el viaje...

Merone me sigue a pocos pasos en Aura, bastante tranquila aunque ya hace días que no sale de su cuadra. Sin poder evitarlo me pongo a revisar mentalmente el contenido de nuestras alforjas... y para mi tranquilidad, no consigo echar nada en falta...

Entonces, las compungidas palabras de despedida de Nanike me asaltan traicioneramente... "Cuídate mucho Jana, y vuelve conmigo... yo ya soy vieja, niña, pero no quiero dejar esta tierra sin verte de nuevo sana y salva"... Al oírla no pude evitar sentir un nudo en el estómago, pero resté importancia a su comentario regañándola con cariño, asegurándole que aún le quedaban muchos años para dar guerra... y que además, bien sabía ella que este no era mi primer viaje, y que sabría apañármelas muy bien...

Sin embargo, la sola posibilidad de no encontrar a Nanike esperándome a mi vuelta, no ha contribuido en absoluto a mejorar mi ansiedad ante nuestra inminente partida...

Boberías, esa mujer es más dura que el granito, y ya quisieran muchas tener su salud... además, no voy a estar tanto tiempo fuera... ¿o sí?...

Al final de la estrecha calle vislumbro la plaza, y aparto rápidamente cualquier pensamiento perturbador que me distraiga de mi objetivo. Pronto veremos qué nos espera en los próximos días... puede que incluso meses... no es momento para ensoñaciones...

Con una seña advierto al nervioso Merone que no se despegue de mí, y enfoco la plaza esquivando a los afanosos comerciantes y clientes, en dirección a la estatua de su centro. Mientras me voy acercando comienzo a distinguir más claramente los distintos componentes de la caravana... y... no puedo evitar sorprenderme a la par que desilusionarme...

Bien, no gran cosa... tampoco esperaba que fuera digna de una canción de la excepcional Fivra, ni tan siquiera creía que fuera a sentirme impresionada por el número de carros, guardias, viajeros o mercancías... pero bueno... ciertamente esperaba "algo" más... el qué... no lo tengo muy claro...

Claro que... siendo fiel a la idea de pasar desapercibidos, esta caravana cumplirá a la perfección ese cometido... y tampoco es que pueda quejarme... en realidad no está nada mal...

Observando más detenidamente el convoy, localizo sin problemas a las encargadas de la organización general. Como no podía ser de otra manera, son soldados de la Corona... Me dirigo hacia ellas, y a unos metros de su posición me poso del caballo, siendo rápidamente imitada por Merone a mis espaldas...

Con las riendas en la mano me dirijo a la que parece llevar la voz cantante, una briosa pelirroja, pero antes de poder acercarme lo suficiente a ella, un joven salido de la nada se me adelanta, y con voz alegre y gesto relajado, se presenta...

Hago ademán de apartarme un tanto y esperar mi turno, pero una de las soldado acompañantes de la tal Dureine, de tez oscura y rasgos duros, se percata de mi movimiento, y me echa una mirada un tanto amedrentadora... por lo que decido intervenir sin más espera...

- Eh... perdonen mi intromisión... - Acompaño mi disculpa con una suave inclinación de cabeza, como el recién descubierto estatus de la Sierva requiere- No quisiera interrumpirles, tan sólo deseaba anunciar mi llegada... soy Janaki Anala, matrona...

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18/01/2012, 09:47
Lía Gemaflor

Espero. Estoy cansada ya, pero soy consciente por anteriores incursiones de este tipo de que es lo habitual. La gente requiere su tiempo antes de partir en una caravana como esta, y no todos madrugan como lo hago yo. Me desperté al alba, y tenía todo mi equipo preparado desde anoche, así que solo tuve que ponerme en pie y cargar la bolsa al hombro. El desayuno fue fugaz, apenas un tazón de caldo caliente con huevo y un mendrugo de pan tostado con un poco de carne guisada. Es un buen desayuno para la sedentaria vida de la ciudad, pero poca cosa cuando te dispones a marchar durante horas. No me gusta partir con el estómago lleno. Al igual que los animales, estoy más despierta cuando el hambre hace acto de presencia.

Llevo ya bastante tiempo aquí, junto a los carros. Esperaba algo más, sinceramente, pero parece una caravana bastante pobre en comparación a las que he frecuentado. Claro que éstas pertenecían a comerciantes adinerados que gozaban exponiendo su esplendor y estatus económico. Aquí impera la eficiencia, por lo que he visto. Y eso me agrada. No me costó mucho ser aceptada como parte de la escolta, sobre todo cuando hice una pequeña demostración con el arco. Un arquero competente siempre viene bien, y demostrar la habilidad con un par de flechas bien colocadas es más sencillo que demostrar que se es un buen guerrero. En un par de ocasiones he visto a soldados luchando entre sí por demostrar su competencia, y el resultado fue que algunos de ellos se quedaron sin el trabajo por las heridas sufridas. Descerebrados...

Así que aquí estoy, esperando pacientemente mientras muerdo pequeños trozos de una fruta que me ha regalado una simpática mercader al contemplar mi demostración con el arco. Aún está llegando gente a la plaza, uniéndose a la caravana, así que supongo que aún deberé esperar un poco más. 

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18/01/2012, 23:05
Badb Catha

Caminaba erguida hacía la plaza, con el azul de los ojos afilado y la media sonrisa en los labios. Me había costado acostumbrarme a la idea de tener que ser la niñera de aquella matrona, pero las Madres eran sabias, las Madres conocían mucho más de la importancia de los movimientos de la vida, y quizá, después de todo, ganaría el honor que debía a mi nombre en aquel viaje. 

Así sería.

El leve murmullo de mi armadura sobre la piel, apenas una pequeña vibración que se trasmitia reconfortante por mi cuerpo, me obligaba al caminar orgulloso, al porte recio, a la cadencia de la espada que, lánguida ahora en la cintura, se mecía a mis pasos engañosamente suave y dulce. Leve brisa que mal disimulaba un huracán. 

Caminaba sola con un petate gastado, con evidentes vidas pasadas entrelazas en su tela, descansando a la espalda. Era austero y sobrio, recio y serio. Como yo misma. Y sobre él, los rizos rubios se desordenaban y serpenteaban sobre la espalda imposibles de ser sometidos a disciplina alguna y ceñidos apenas en las sienes por la filigrana de plata que me recorría la frente y dibujaba la gran Marca de las Mujeres de Armas sobre ella. Plata en la frente, acero en los ojos... y el orgullo de mi condición en cada aliento,en cada paso... Y por eso, gracias a eso, caminaba sola. No había permitido que nadie me acompañara. Demasiado superfluas las despedidas, demasiado superfluos los sentimientos que consideraba completamente fuera de lugar en aquella situación.

En realidad, apenas podía imaginar una en la que no lo fueran... 

No fue dificil encontrar a dónde dirigirme. Lo desalentador de los carros, lo increiblemente asceta de nuestra guarnición, me atravesó el pecho por un segundo. Y casi detuve el paso, con desagrado, cuando tomando aire me obligué a seguir el camino aún más decidida. Las Madres sabían lo que hacían y, para un soldado como yo, lo poco... sería mucho.

Obvié el gentío para alcanzar a las hermanas soldados. Frente a ellas la media sonrisa, orgullosa y cómplice, me tiñó los labios al tiempo que el puño golpeaba el pecho produciendo el sonido metalico santo y seña tácito de las de nuestra casta. Acero, corazón... La misma cosa.

-Que vuestros días y aceros sean largos para servir a la Tierra, que la Ilustrísima Matriarca y las Grandes Madres os iluminen el camino. -Incliné la cabeza un segundo mientas la mirada permanecía alzada y alerta; y me erguí a todo lo que me dieron las piernas mientras esperaba que aquel pelirrojo que parecía estar al mando aceptase recibir mi llegada. - Se presenta Badb Catha, tercera de mi nombre, espada y sangre para y por Naarii.

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21/01/2012, 14:31
Director

De los distintos extremos de la plaza os habéis ido acercando a la estatua de una de las Grandes. Bajo su sombra, los preparativos del viaje. Curioso, ¿no? Pues es en efecto bajo la sombra de las que serán las Grandes de mañana que os embarcáis en un periplo que jamás pensasteis.

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21/01/2012, 14:31
Sierva Vaatrina

La joven se muestra inquieta. Sonríe, es cierto, y su tono es afable. Pero está visiblemente nerviosa. En su mano lleva múltiples rollos de pergamino, algunos cerrados, otros abiertos, todos arrugados. Entre los dedos, mal agarrada, una pluma. Imparte órdenes aquí y allá con palabras amables que ocultan siempre un tono conminatorio

No destaca por su altura, pero tampoco es especialmente baja. De cerca podéis ver que tiene el cabello castaño, con intensos reflejos pelirrojos, y largo como un día de verano. Lo lleva suelto, cabalgando libremente en el viento. Es éste el que lleva a vuestras narinas un aroma discreto. Sin embargo, hay algo más. Cuando te das cuenta de qué es, no puedes evitar sorprenderte: ahí, entrelazándose entre la cabellera como si fuera una zarza, un espino, una mala hierba, puedes ver bastantes canas. No es especialmente bella, pero sí que hay algo en su expresión que incita a sentir curiosidad. ¿Será su nariz respingona? ¿O su rostro y su forma de hablar, que claramente disimulan su interior como la superficie tranquila de un oscuro lago?

-Ah, Esclavo Brotelas –dice, girándose hacia el recién llegado Esclavo mientras se recoloca malamente una capa por encima de sus ropajes de Sierva de la Corona-. Me alegra ver que habéis llegado a tiempo. ¿No tenéis montura? Sí, claro, cómo no…

Se gira a derecha e izquierda, buscando con la mirada hasta que da con ella: la elfa de pelo azul. Inamovible como un glaciar, serena como un desierto, le hace un gesto con la mano.

-¡Eh! ¡Acércate! Siempre lo digo: si algo puede salir mal, saldrá mal. Menos mal que una es previsora…

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21/01/2012, 14:32
Director

No estás cerca, pero ves claramente el gesto que te hace la Sierva con la mano. Llegaste en efecto pronto a la caravana y con tres sencillas preguntas te indicaron que era con ella con la que debías hablar: la Sierva de la Corona Vaatrina Dureine. En esos momentos un escalofrío te recorrió la espalda. Dureine era un nombre común en Naarii; que fuera el mismo que el de Alderon, sin embargo, no podía dejar de inquietarte. ¿Eran esas facciones similares a las suyas? ¿O era simplemente tu propia histeria la que te jugaba malas pasadas? Alderon nunca mencionó que tuviera una hermana. Nunca mencionó a su familia, pues esta era el Círculo.

Te acercaste sin embargo a ella con un nudo en la garganta, sin saber muy bien por qué. ¿Es eso por lo que te has mantenido apartada? La joven se giró cuando llamaste su nombre y sí, es cierto que te observó de arriba abajo sin decir nada durante un tiempo, visiblemente sorprendida. Pero, ¿es de extrañar? Poca gente como tú se ve en Naarii.

La Sierva se mostró amable y aliviada por tu presencia. No dudó en absoluto en contratarte, prometiéndote una suma importante al llegar al Bastión. Se explayó poco en los detalles de la caravana ya que, en sus propias palabras, “no quiero repetirlo todo mil veces porque al final la gente se confunde y algo termina saliendo mal”. Sí que te dijo que vendría un Esclavo de la Corona y que, si bien tu principal cometido sería usar tus habilidades especiales en el peligroso camino de vuelta, quería que le echaras un ojo. La Sierva no parece muy contenta con su presencia.

Y ahora te está llamando. Has visto llegar al Esclavo pero aún sigues reacia a acercarte a Vaatrina. Es amable, simpática y no hay nada que indique que te conoce de algo. Sin embargo, no puedes evitar sentirte inquieta.

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21/01/2012, 14:32
Sargento Thevikya

Realmente ha estado a punto de decirle algo a la Matrona. Es más: lo habría hecho si esta no se hubiera presentado. Al fin y al cabo llevaban mercancía valiosa (y muy necesaria) en las carretas como para arriesgarse a que cualquier persona se acercara a husmear.

Se limita a mirar a la Matrona de arriba abajo con frialdad. Su rostro no es que irradie desprecio, es que no irradia nada. Se trata de una cara tosca, curtida por duros años de trabajo y sacrificio. Sus rasgos la parecen delatar como una mujer del sur. Cuantos años lleva en Naarii, no lo podrías decir; pero está claro que los suficientes como para haberse conseguido el respeto de la sociedad naariika y haberse convertido en una Soldado de la Corona. Su atención se desvía de nuevo ante la llegada de la otra Soldado.

-Que la Ilustrísima Matriarca bendiga tu espada, y que esta sirva con honor para la gloria de la Patria, Babd Catha –dice con un tono ¿solemne, severo, neutral?, mientras lleva igualmente su mano al pecho-. Ante vos Thevikya, Sargento de Su Majestad.

Su introducción termina por confirmar su procedencia: descastada y sin nombre, esta es una refugiada de la antigua Pariikarika. La recia mujer pasa de la treintena y su pelo corto cae en complejas trenzas que parecen surgir del mismísimo cuero cabelludo. Con su metro ochenta y siete de altura no puedes evitar sentirte inferior ante ella. ¿Serán agallas y determinación lo que le ha valido el respeto de sus hombres y de la Corona? ¿O es por el contrario la fuerza bruta?

-Vos sois la escolta de la Matrona, supongo –añade terminadas las presentaciones. La frase termina con ‘supongo’, pero en absoluto se trata de una pregunta.

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21/01/2012, 14:33
Sargento Ulii

La otra soldado sonríe con sinceridad. De estatura media, casi pequeña, tienes ante ti a una joven de sorprendente belleza y cabellos de un rojo intenso. Sus ojos, despiertos como un niño que quiere aprenderlo todo, destellan un intenso brillo azul. El rostro se ve completado por una naricilla respingona y una boca pequeña, torcida casi siempre en una media sonrisa.

Es esta joven sin embargo aparentemente más reacia a las formalidades y grandilocuencias de su igual, pues ella se limita a llevar la mano a su corazón con bastante menos entusiasmo y limitarse a decir su nombre y título: “Ulii Veruna, séptima de mi nombre, Sargento”.

En lo que sí parece interesada es en la recién llegada, ya que se gira inmediatamente de nuevo hacia la Matrona.

-Sí, la Matrona; Janaki Anala. He oído hablar mucho de usted… -dice la Sargento Ulii con una gran sonrisa e interés en la voz.

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21/01/2012, 14:34
Merone

Al grupo se acerca un joven que lleva dos caballos bien sujetos, cargando previsiblemente enseres y bártulos que serán útiles en el viaje. Él va vestido con ropas de viaje, nada ostentoso. Una raída bandolera cuelga de su costado derecho.

-¿Anala, Señora? Aquí están los caballos –dice el joven al llegar a la altura de la Matrona.

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21/01/2012, 14:35
Sargento Ulii

Una enorme sonrisa aparece en el rostro de Ulii Veruna al ver aparecer a Merone. Sus ojos azules parecen brillar con más intensidad que antes. Rebosan satisfacción, gozo, como si alguien acabara de darle la mejor de las noticias.

-Oh, sí. He oído muchas cosas… -dice la Sargento en un tono que sólo tú puedes oír.

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21/01/2012, 14:35
Director

Estas son en efecto las cabezas de la caravana: la Sierva Vaatrina Dureine, la voz de la Corona, y Thevikya y Ulii, ambas Sargentos del Bastión. Y antes de que te de tiempo a plantearte la pregunta, antes si quiera de que llegues a plantearte preguntarla, tienes ante ti la respuesta. Pues, ¿dónde están las Soldados que supuestamente iban a guardar la caravana?

Están por toda la caravana, terminando tareas mundanas que posiblemente no sean ni siquiera necesarias. No las puedes contar con exactitud, pues están bien disimuladas, pero puedes identificar a varias. Ahí, el destello de una armadura disimulada bajo los ropajes. Esa no ha ocultado demasiado bien su espada. Algunas llevan consigo el símbolo de las Artesanas, otras de las Mercaderes; ves también algún hombre, que no lleva distintivo alguno.

¿Has podido identificarlas porque sabías que debían estar aquí y debías buscarlas? ¿O porque están verdaderamente mal disimuladas? Dudas que sea esto último, pero la Sierva Dureine está visiblemente nerviosa y ansiosa por empezar.

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21/01/2012, 17:17
Lía Gemaflor

Los nervios se adueñan de mi ser cuando oigo su voz. Mi cuerpo, antes relajado y paciente, se pone tenso. Creo que lo poco que he comido de esta pieza de fruta va a empezar a sentarme mal, por el efecto de los nervios en mi estómago. No debería sentirme así, no hay nada que, objetivamente, indique que tenga nada que temer. Pero tampoco puedo evitarlo.

Dejo la fruta mordida sobre una cajonera del carro en que estaba apoyada, sin reparar en el acto. Es una norma habitual en los campamentos campestres, no desperdiciar la comida, dejar siempre las sobras para más tarde. Puede que dentro de un rato regrese y continúe aquí, y pueda terminar de comérmela. Me limpio los labios, húmedos de jugo, con el dorso de la mano, y me ajusto el cinturón antes de caminar con toda la firmeza de que soy capaz.

¿Sí, señora? ¿Alguna tarea que asignarme?

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22/01/2012, 13:40
Hergern Brotelas

Vaatrina estaba de mucho mejor humor que la semana pasada, seguramente porque ya no tenía a nadie cerca que cuestionase su trabajo y podía campar a sus anchas. Al verla dirigiendo todo y dando órdenes me vino a la mente una perversa escena protagonizada por mi y por ella, claro está. Lo cierto es que tenía su morbo, nunca me había acostado con una mujer tan... madura... tenía curiosidad y mi mente enseguida se imaginaba como sería.

" Definitivamente paso demasiado tiempo rodeado de hombres - pensé - Me alegro de haber salido del Círculo "

Sonreí levemente, aunque nadie supo por qué lo hacía, claro está. Me tomé un momento para observar a todas y cada una de las integrantes de aquel variopinto grupo... una matrona y un puñado de guerreras. La matrona parecía tímida, diría incluso que estaba un poco asustada, era como si acabara de salir del cascarón, aunque por otra parte parecía ser una pieza importante en aquel rompecabezas que era la caravana, o de lo contrario no se habrían tomado tantas molestias para conseguirle una escolta. La escolta no me despertó mucho interés, aunque he de roconocer que resultaban bastante agradables a la vista, sobre todo la Sargento Ulii... mmmm... su piel clara y su rostro angelical me llamaron la atención, estaba seguro de que su piel era muy suave al tacto e imaginé como sería su olor, seguramente dulce y placentero. Nada que ver que aquel coloso que era la Sargento Thevikya, francamente, no desearía tocarla ni siquiera con un palo, aunque no dudaba de su eficiencia como guerrera, por las Grandes ¿quién sería capaz de ponerlo en duda?

Vaatrina me saludó con buenos modales, estaba siendo simpática aunque quizás sólo se tratara de un teatrillo que ocultaba sus verdaderos pensamientos... el caballo, claro, casi lo había olvidado.

- Errrr... ¡Oh, si! claro que he traído mi montura - dije volviendo a la realidad - Lo dejé por aquí antes, pero como aún teníamos tiempo decidí dar un paseo por el mercado... Bien, Sierva Dureine, me agrada el pequeño grupo que habéis formado - miré a la Sargento Ulli con cierto descaro, pero con disimulo - ¿Debemos esperar a alguien más o partiremos pronto hacia el Bastión?

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22/01/2012, 14:51
Janaki Anala

Al término de mi presentación, un rumor metálico a mi izquierda me avisa de la llegada de otra soldado. La mujer es ciertamente hermosa, aunque su gesto orgulloso y la marcialidad de sus movimientos, no dan mucho pie a entablar conversación...

¿Podría ser ésta mi escolta? No lo quieran las Madres... La jovencita pelirroja parece mucho más amable... menos... "carcelaria" por decirlo así... ójala sea ella...

Las palabras de la Sierva Dureine hacen que me fije de nuevo en ella, descubriendo un ligero entramado de precoces canas en su cabellera, lo que me sorprende por su aparente juventud... ¿acaso no es tan joven como aparenta? ¿acusado estrés quizás?...

La adusta sargento de tez oscura interrumpe mis pensamientos, para presentarse a modo de saludo ante la recién llegada compañera, lo que me termina de confirmar mis dudas sobre su procedencia. Su última frase, dando por hecho que la rizosa soldado a mi izquierda será mi escolta a partir de entonces, cae como un peso sobre mis espaldas... No me parece una noticia muy alentadora...

Ocultando mi disgusto, me giro para sonreír agradecida al interés amistoso de la risueña sargento Ulli... bien... quizás pueda contar con una presencia agradabla al fin y al cabo en este viaje...

En ese mismo instante Merone, con voz insegura, me interpela desde unos metros más atrás, acercándose un poco con los caballos... Antes de darme tiempo a contestarle, unas palabras tan tenues como un soplo de viento, se escapan de los labios de la pelirroja, poniéndome sobre aviso... Mi sonrisa se congela por un instante en mi rostro tenso... ese tonillo no presagia nada bueno... al igual que la mirada maliciosa e interesada que nos dedica rápidamente a mi asistente y a mí...

Manteniendo la compostura hago oídos sordos, y relajo la sonrisa recuperando su forma natural... aquí no ha pasado nada...

Maldita arpía... si es que soy estúpida... como pude albergar cualquier esperanza de este nido de víboras... la bonita "inocente" es la peor de todas...

Girando el rostro hacia mi asistente, contesto con voz algo más seca de lo previsto.

- Bien. Pues espera a un lado hasta que sepa dónde nos colocaremos...

En ese momento un movimiento fluido atrae mi atención hacia una muchacha de largos cabellos que se acerca presta ante la voz autoritaria de la Sierva. Mi vista se queda prendida sin poder evitarlo de sus puntiagudas orejas... Si los felinos movimientos de sus andares no fuera suficiente presentación, sus pequeñas y bonitas orejas en punta confirman su naturaleza... Es una elfa... hace mucho tiempo que no veo a un "hijo del bosque"... su presencia aquí me sorprende a la vez que me intriga...

Pero no hay tiempo para embobarse mirando a la inesperada muchacha, como las palabras del Esclavo me advierten... estamos a punto de partir... y debería aprovechar el tiempo que nos quede...

Con suavidad y firmeza me giro hacia mi futura sombra para mirarla por vez primera a la cara. Cuanto antes me acostumbre a su presencia mejor para todos... con una respetuosa inclinación de cabeza acepto mi destino...

- Soy Janaki Anala, matrona. Si vos vais a ser mi escolta, por gracia de las Madres, quisiera comunicaros que será para mí un honor contar con vuestra presencia en este viaje.

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22/01/2012, 20:45
Badb Catha

Las presentaciones fueron oficiosas, tal y como se debía. Thevikya había llevado la voz cantante, suponía que acostumbrada por su físico imponente a ser voz y brazo de los que la rodeaban, mientras que aquella otra, Ulii, septima de su nombre, apenas me había dedicado una mirada fugaz. Yo, en cambio, no había podido evitar enredar la mirada en su pelo rojo, en el turquesa que le reinaba en la cara y en aquella media sonrisa enigmática preguntandome qué escondería. Interesante muchacha, muy interesante...

Sí. Quizá me había entretenido de más en Ulii. Pero cuando la sargentoThevikya me proclamó como la escolta de la matrona, un relámpago azul y oscuro me atravesó la mirada. Las pupilas arponearon furiosas a la sargento, poco intimidadas por sus formas excesivas. Las palabras de las Consortes aún tenían eco entre mis sienes. Silencio me habían exigído. Silencio fundamental para que la misión tuviese éxito y ahora, aquella mole descerebrada, apuntaba con el dedo  en medio de una plaza no solo a la matrona sino también al último bástión que sería su defensa. Yo.

Imperdonable. Un desliz imperdonable.

Las mándibulas se me habían tensado hasta el dolor, espigado el porte, mientras controlaba marcial el veneno que me abrasaba las cuerdas vocales. Un veneno que volví a tragar al escuchar a mi lado la voz de Anala, suave y aterciopelada, presentandose. Giré para observarla atenta y afilada. Los ojos casi un bisturí que diseccionaban sus formas buscando más allá, bajo su piel, su verdadera esencia.

-Mi Señora.... - La inclinación fue espejo de la suya mientras el tono sedoso pero helado de mi voz se vertía a sus pies. - Soy Badb Catha, tercera de mi nombre, y seremos compañeras de viaje, Janaki Anala. Que las Grades Madres nos protejan con su sombra, que sus ojos velen nuestro camino, y sus espíritus guien los nuestros hasta el final de la senda... y más allá de esta.

Volví a erguirme, con la mirada ya serena tras la tormenta, para acortar la distancia entre las dos. Había más que decir. Solo lo escucharía ella.

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22/01/2012, 20:48
Badb Catha

-Mi señora Anala. No seré solo vuestra escolta en este viaje.-  El tono de la voz se había caldeado levemente, solo para sus oídos, mientras el azul de mis ojos se hundía en su mirada; sereno y brutalmente determinado, diafáno y rotundamente sincero, esencia pura de lo que yo sería para ella –Seré vuestro escudo y vuestro refugio. Seré sombra si la precisais y luz si la pedís. Seré sustento y descanso cuando os sea preciso. Seré vuestra sierva, si deseaís. Pero no me llaméis más Escolta, os lo ruego, pues atraeríais hacía vos una atención que no deseamos.

Tomé aire, tranquila, dandole unos segundos para asimilar lo que intentaba hacerle comprender. Algo me palpitaba extraño en el pecho sacudiendome el instinto, algo que no se había calmado desde que abandoné la sala de las Consortes. Sus voces y sus gestos me habían arañado en sueños... Aún me arañaban.

-Me han puesto a vuestro servicio. Vuestra vida está por encima de la mía y nunca os mentiré, Janaki. Os lo juro por la sangre de mi Madre y por lo grande de mi Nombre. Y aunque no deseo alarmaros os confesaré que, a pesar de lo que os hayan dicho, o a mi, no me tranquiliza este viaje y no nos creo exentas de peligro; especialmente vos, mi Señora Anala, pues sois vos y vuestra misión lo más importante de esta expedición como así demuestra el hecho de que preciséis la sombra de mi espada en el camino. 

No había retirado mi mirada de la suya, estudiando cada uno de sus gestos a mi voz, cada uno de los brillos sutiles en sus iris porque, después de todo, eran los ojos los que definían a un alma.

-Es por todo esto, mi Señora, por lo que permaneceré discreta a vuestro lado y por lo que os hago entrega ahora de mi espada y de mi propia vida; vida que sacrificaré gustosa y sin dudar para salvar la vuestra.Pero a cambio debo pediros, Janaki Anala, confianza en mi criterio al solicitaros discrección sobre vuestra persona, sobre vuestra misión y sobre nuestra relación, pues seré el último bastión a derribar si alguien quiere dañaros y, por lo tanto, el primero a localizar y derribar pues siempre permaneceré discreta en vuestra cercanía.- asentía, hablando serena y con esa certeza inamovible del que asume una verdad inapelable. - E...igualmente... os imploro que acudáis a mi, mi Señora Anala, siempre, ante cualquier situación que os inquiete ni que sea levemente.​ Cualquiera, Janika, por nimia que te parezca.

La última frase se había deslizado entre los labios humilde, intencionado el tuteo, intencionada la cercanía. Después de todo aquella mujer, Grandes Madres mediante, era ahora mi destino. 

 

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22/01/2012, 21:41
Janaki Anala

Las últimas palabras de mi presentación me salen con esfuerzo, aunque mantengo mi voz inalterada... la asesina mirada que sorprendo en los ojos de la mujer de acero, dedicada a su compañera morena, ahogan en mi garganta cualquier otra frase que hubiera podido añadir...

Dioses... cuánto debe de odiar que le recuerden por qué está aquí... bueno... al menos ya somos dos...

Sin embargo, su contestación es educada, aunque fría...

Aceptando con serenidad su respuesta, y disculpándome con una sonrisa ante los presentes (aunque tan sólo la sargento Ulli con su sonrisilla satisfecha, parece apreciar), me dirijo hacia Merone, apenas un par de metros más atrás, para recuperar las riendas de mi caballo, mejor tenerlo a mano si, como parece por la impaciencia de la Sierva, hemos de partir pronto... quisiera terminar de prepararme antes de salir, y tengo varias cosas en Othar, que quisiera ponerme...

Pero una extraña mirada en los ojos de mi futura escolta, fijos aún en mí, me hace detenerme antes de llegar... no parece haber acabado conmigo... ¿qué querrá de mí tan pronto?... ¿ya empiezan los problemas?...

Bueno... cuanto antes sepa a lo que me enfrento mejor... ¿no?...