Partida Rol por web

Rápidamente os retiráis de allí haciendo el menor ruido posible. En la recepción, tras el incidente de los papeles, todo parece seguir estando tan normal como al principio, ajenos a lo que pasó en el piso superior.

Salís por la puerta y miráis hacia el cielo. El sol está en lo más alto de la cúpula celeste, por lo que habéis pasado allí dentro un par de horas largas. Además, a algunos ya le está picando la tripa de hambre.

Por suerte, estáis en un lugar céntrico, en dónde no será complicado conseguir algo de comer.

Recordáis el mapa que tiene Layla en el bolsillo y sabéis que la biblioteca está a poco más de diez minutos a pie. Así que tampoco es problema acercaros allí en un momento.

De malas ganas, Layla mira a Lucy y parece que va a rebotarse con ella también (total, ya había cogido inercia...), pero se detiene en el último segundo, calmando al instante su expresión por una de completo pasotismo.

Ah, vale... Pues ale... ¡Nos vemos!

Sin más, da media vuelta dejando a las personas con las que estaba discutiendo colgadas y con un palmo de narices.

¿Y ahora qué? Parece que esta mierda no se va a acabar nunca, joder... vamos de un lado a otro como gilipollas. A ver... ¿Alguien sabe qué cojones es ese papel?

Pregunta de mala ostia señalando a Alejandra con la cabeza. Parece que la pérdida de las gafas de sol sí le ha sentado mal, sí...

Siguió sonriendo a pesar de la mirada fulminante de Layla, aunque por dentro el habían dado ganas de darle un buen cabezazo a la barbilla. Se contuvo, igual que la peliazul. 

Creo que primero deberíamos comer, pensaremos mucho mejor con la barriga llena... Además, yo ya tengo hambre. Jiji. 

Se rió levemente, con aquel aire inocente, y miró a los demás esperando sus respuestas. 

- Me parece buena idea - digo ante la propuesta de ir a comer. Con el estómago lleno quizás se calmen los ánimos y pensemos con más cordura. Además, está por ver qué es lo que han conseguido en la comisaría Lucy y Edi -. En cuanto al papel, ni idea, pero si es un escudo, tal vez podamos encontrar su significado en un libro de heráldica. Es decir, más motivos para ir a una biblioteca.

Salís de allí y comenzáis a caminar por la calle, buscando un sitio dónde comer. Mientras tanto, Layla miraba lo que habiáis descubierto, intentando darse cuenta de que demonios se trataba.

Mientras ibáis caminando por la calle, buscando un sitio para comer, dáis vuelta a la esquina y a pocos metros de la misma, podéis ver una hamburguesería de esas de las de antes. Con camareras en patines y coches que hacen cola en el auto servicio y dónde las chicas les colocan bandejas junto a sus ventanillas, depositando allí la comida.

Allí la gente se está preparando para comer, hay mucha gente sentada en las botacas, muchos coches en el aparcamiento y una música pegadiza suena en los altavoces que dan hacia la calle, animando a la gente que pasa por la calle a entrar y a comerse unas hamburguesas, unas patatas fritas, unos aritos de cebolla y como no, uno de los mejores batidos del lugar.

Layla vuelve a poner los ojos en blanco. Estaba claro que así no iban a terminar el trabajito en dos dias como le habría gustado.

¿Qué coño tienen en la cabeza? Joder, esta gente me está poniendo de los nervios...

Como siempre, le da igual que alguien pueda leer sus pensamientos. Si no lo ha dicho en voz alta, había sido para no empezar a discutir de nuevo y perder más el tiempo. Si pudiera descubrir todo lo que tenía que descubrir ella sola, hace tiempo que los habría dejado tirados. Pero a pesar de su orgullo, Layla no era precisamente tonta. Sabía que en cuestiones de aparatejos o libros no tenía nada que hacer.

Así que, se conforma con sentirse como una canguro rodeada de críos que lo único que quieren es ir a algún burguer a conseguir uno de esos juguetitos...

Hay que joderse...

Murmura mientras entra a la hamburguesería sin pedir opinión a nadie y se sienta en una mesa, junto a la ventana, esperando terminar pronto y encontrar a alguien a quien pegarle una paliza para descargarse.

Una camarera, como no, en patines, se acerca a vosotros con toda la intención de cogeros la comanda. La chica va vestida con una minifalda rosas, mallas blancas, y un delantal sobre la ropa, con el logo de la casa de hamburguesas. Se acercó a vosotros con una libreta en la mano y un boli en la otra, y mientras os iba preguntando a cada uno que queríais comer, iba tomando nota en la libreta.

Cuando hubo terminado, os quita las cartas de la mesa y se retira patinando, esquivando a la gente que está por allí dentro, pidiendo algo de comer o comiendo en las mesas.

En el momento que la chica os deja solos, os dais cuenta que en los televisores están pasando un documental del Apolo XI.

Bueno, estamos todos de nuevo. Y con pocas ganas de hablar. Normal, si tenemos en cuenta la experiencia del hotel. Pero, ¿cómo les habrá ido a los otros en la comisaría? Lo cierto es que no hemos tenido un solo segundo para poder hablar con tranquilidad. Quizás ahora sea el momento. No solo de contar lo que ha ocurrido y poner en común nuestras vivencias, sino también de planificar nuestros próximos pasos.

- Lucy, Edi, ¿qué tal os ha ido en la comisaría? ¿Habéis descubierto algo de interés? - les pregunto tan pronto como la camarera se aleja sobre sus patines con nuestro pedido -. Luego os contamos lo que nos ha pasado a nosotros. Que no ha sido poco.

Carraspeo y comienzo a relatarle lo que nos ha contado el policia.

A ver, veamos. Están investigando su desaparición y todavía no han sacado nada en claro. Según los testigos, describen a Arturo como un hombre de 50 años, apuesto, con una buena forma atlética para ser un erudito y con gafas. Siempre con una expresión de tranquilidad y unos ojos que reflejaban las ansias de saber.

A ver, esto es lo que sabemos hasta ahora. Sabemos que el profesor a viajado como minimo en tres ocasiones a la ciudad de Santa Ana durante los ultimos tres meses antes de desaparecer. Siempre se quedaba allí mas de una semana. La última noche antes de desaparecer, fue acompañado por un amigo a la estación de Las Cruces, para coger el tren con destino a Albuquerque y desde allí regresar a su país. Evidentemente, esto no ocurrió y al termino de dos días, una señora que afirmaba ser la ama de llaves del piso del profesor anunció su desaparición. El revisor del tren, declaró que el señor iba acompañado por un par de hombres, cuyo parecido hacía pensar que eran hermanos o familiares. Con respecto a las otras desapariciones, eso es cosa de la policia de Santa Ana, pues se cree que no han desaparecido y que estan en algun burdel de la zona, bailando la danza del vientre con una joven atractiva que, seguramente, es menor de edad.

Miré a todos en la mesa, mientras la camarera se retiraba y me encogí de hombros.

Eso es todo lo que nos ha dicho. ¿Lucy? ¿Tú has sacado algo más en claro?

Mientras espero a que Lucy responda a la pregunta de Edi, reflexiono un poco sobre lo que nos acaba de contar. No es que arroje mucha luz sobre el asunto, pero al menos tenemos más información y algun apista de la que tirar. Lo cierto es que segundo a segundo, minuto a minuto, todo se va volviendo más y más complejo y no me termina de quedar calro el papel que nosotros jugamos en esta historia. Pero estamos hasta el cuello y no hay opciones a una marcha atrás. No al menos con el puto conejo de Duracell a nuestras espaldas.

Tres desaparecidos, tres viajes a Santa Ana, dos desconocidos con un notable parecido físico con el profesor y eso solo con lo que nos acaba de decir Edi. Por nuestra parte, una muerta por razones que vaya usted a saber, material diverso, un libro y, finalmente, el escudo ese. Mucho terreno que cubrir y dando la vuelta al viejo dicho popular, diría que hay demasiada cocina para tan poco cocinero. Sí, lo tenemos jodido y más vale que nos vayamos poniendo las pilas.

En fin, espero que Lucy pueda echar algo más de luz en el asunto. Si no es así, nos tocará nuestro turno de relatar nuestra particular aventura en el hotel y decidir cuáles serán nuestros próximos pasos. Pero como ya decía, complicado. Y no hemos hecho más que empezar.

Lucy había pedido una ensalada y una agua mineral fría, debía seguir cuidándose, sobre todo porque allí no iría al gimnasio, cosa que detestaba, pero, como siempre, disimulaba bien. 

Miró a Edie, después a Lion y finalmente a todos los demás. Sonrió amable, y negó con la cabeza.

No. Nada más. - debía ir con auténtico cuidado, pues tenía la sensación que Edie había descubierto mucho más de ella que nadie hubiera deseado... Y no, no iba a permitir que supiera más de lo que debía, por eso, su sonrisa empalagosa no desapareció hasta que vio entrar a aquel grupo de gente. 

Miró hacia aquella dirección y entrecerró los ojos, solo un instante. 

Alguien debería acercarse para ver si es el mismo logo, ¿no? - preguntó sonriendo nuevamente. 

¿Sabemos algo del amigo?

Pregunta tras el relato de Eddie. Aunque enseguida clava la mirada en los cuatro que acaban de entrar.

Joder, como echo de menos mis gafas...

Piensa para sí, maldiciéndose por no poder disimular la larga mirada que les echaba, porque no, ella no iba a apartar la mirada. Aunque ésta hiciera que la imagen de tía dura que siempre había mantenido, fuera menos... áspera.

¿Voy yo?

Pregunta con una media sonrisa cruzando los brazos sobre su pecho y apoyando la espalda en la silla. Todos los del grupo sabían que Layla no era precisamente diplomática.

- No hace falta. Puedes ir contándoles lo que ha ocurrido en el apartamento, que ellos aún no saben nada, y mientras me encargo yo de pegar un vistazo a esas camisetas. Alejandra, ¿me pasas el logo ese? - le digo recogiendo el papel que ella me pasa a continuación -. Gracias - murmuro al tiempo que me pongo en pie tras echar un vistazo al dibujo para no perder detalle y devolvérselo -. Con un poco de suerte, tal vez les saque algo de información.

Pongo mi cara de despistado número 23, la misma que uso en el juzgado cuando alguien me pide información sobre algo que no me apetece buscar en los archivos y me acerco a la mesa del cuarteto recién llegado, mirando a uno y a otro lado, hasta fijar mi vista en ellos, momento en el que pongo cara de sorpresa. Vamos, como si me hubiera tocado la lotería.

- Vaya. Justo lo que estaba buscando - comento sin dirigirme a nadie en particular y en voz alta fijándome en sus camisetas-. Hola chicos - digo con una gran sonrisa y levantando la mano a modo de saludo -. Perdón por asaltaros de este modo pero es que... esas camisetas... son justo lo que estaba buscando para mi sobrina. Estoy de turisteo por la city y quiero llevarle un recuerdo y algo así es justo lo que necesito. ¿Podríais decirme dónde puedo comprar una igual? Sí, fijo, es que le va a encantar - digo asintiendo con la cabeza vehementemente.

Layla no aparta la mirada azul casi cristalina del viejales. No iba a perderse el espectáculo... pero mientras observa, empieza a relatar a sus compañeros qué ha pasado en su ausencia...

Veamos... fuimos al hotelaco aquel, nos colamos en la habitación del maromo y en ella había una tía que estaba colocada o algo, porque casi se tira por el balcón en frente de nuestras napias y sin paracaídas ni alas. Después de llevarla dentro, registré la habitación y encontré algunas cosillas... Ammm... -Hace memoria sin desviar la mirada divertida de Jose Luis, como esperando algo...- Un billete de tren a Santa Ana, una pipa cargada y con munición extra y el libro "La Persecución de la Inquisición", que habla de cómo los piraos esos perseguían a gente pensando que eran brujos. También hay una lista de gente perseguida por los curas y además, le han arrancado una pagina. En la contraportada había escrito... mmmm... "La Cripta", pero no tenemos ni puta idea de qué es eso. Creo que eso es todo... ¡Ah! no, espera... a la chorba esa le dió un jamacuco y se quedo tirada en el sofá. Ella tiene una muestra de sangre -Añade, señalando a Alejandra- pero no sé qué coño va a hacer con ella. Entonces llamaron a la habitación y dijeron que tenían un mensaje para la bujarra en recepción, por eso fuimos a mirar.

Después de todo el relato, apoya la barbilla en su mano.

Y ahora a disfrutar del espectáculo.

El rubio que estaba en el grupo charlando se quedó quieto y callado cuando José Luis se acercó a él. La verdad es que parecía bastante asombrado por que alguien le hablara ( hasta puso cara de "no me pegues" cuando le miró la cara ), ya que como buen empollón, pasaba la mitad del tiempo estudiando y la otra mitad del tiempo, metido en alguna papelera.

Cuando Trevos vió que el chico no iba a hacerle nada y lo que quería saber es de dónde habían sacado las camisetas, sonrió y se relajo.

- Las camisetas las venden en la Biblioteca Central. Estas son para los que trabajamos allí, pero allí hay algunas muy chulas con el logotipo... ¡hasta podéis poner en ella vuestro nombre bordado! ¿No te parece genial? -

La morena de gafas de su lado le pegó un codazo suave y esté se sobresaltó.

- Vale, vale, ya paro. Es que cuando me pongo a hablar dicen que no paro. El codazo significa que me debo detener. ¿Comprendes? -

- No, no, tú tranquilo. Y muchas gracias - le digo al chaval que es realmente simpático -. Entonces dices que las venden en la Biblioteca Central. Pues vaya sitio curioso para venderlas - comento -. Pero oye, ¡qué más da dónde las vendan! Voy a dar la campanada con mi sobrina. Oye, y si no es molestia, una última cosa. El logo ese, ¿tiene algún tipo de significado? Te pregunto porque mi sobrina de fijo que me acribilla a preguntas y tampoco es cosa de quedar hecho un patán. Si soy su tío más molón, hay que trabajárselo para seguir siéndolo - le digo sonriente y guiñándole un ojo.

Supongo. Dijo Trevor ante la pregunta de José Luis. Supongo que representa el conocimiento o algo parecido. La verdad es que no tengo mucha idea de si tiene algún significado, sólo sé que desde que la biblioteca se abrió, hace ya unos cuantos años, este es el logotipo que llevan todas sus cosas. El sello oficial por decirlo de alguna manera.

Trevor se pasó la mano por la barbilla pensativo.

Está todo lleno con este símbolo... ¡hasta el director tiene una túnica negra con este simbolo grabado en el pecho! Vamos, que parecemos una secta o algo así.

- Vaya, eso de la secta sí que me da mal rollo - le respondo al chaval - pero el logo es chulo. Y está claro que viéndoos, de secta nada de nada. Oye, pues muchas gracias por todo y nos vemos. Le diré a mi sobrina que si conseguí la camiseta fue gracias a un tipo bien simpático - digo sonriente y saludando con la mano a modo de despedida mientras me vuelvo hacia la mesa de mis compañeros.

Cuando llego, me siento y paso a explicarles todo lo que he conseguido.

- Bueno, parece ser que ese logo procede de la Biblioteca Central. No han sabido decirme qué significa o representa, pero parece ser que todo lo que procede de la biblioteca lleva ese símbolo y que los que trabajan allí, lo llevan como emblema, incluido el director de la misma. Entiendo que si queremos saber más, tendremos que pegarnos un paseo por allí, lo cual nos vendrá bien para intentar saber más de ese libro que encontraste en la habitación, el de la Inquisición, y al que le faltaba una hoja. Esto... imagino que Layla ya os ha contado eso, ¿verdad? - digo no vaya a ser que esté avanzando información que los otros todavía no tienen.

Seguramente en la biblioteca, siendo tan grande como dicen, tendrán este libro y podremos ver que demonios había en la página que falta. Si no lo tienen, bueno, también podremos utilizar algún ordenador que nos indique el camino.

Le di un par de sorbos a mi bebida y me encogi de hombros.

Aunque eso de que todos lleven el símbolo como masones, no sé, algo de mal rollo sí que da. ¿Y si nos estamos metiendo en una secta tipo la cienciología o algo parecido? Deberemos ir con cuidado.