Partida Rol por web

Joder. Por un momento siento que la cabeza me va a estallar, como si un capilar hubiera reventado. Al menos es rápido, aunque creo que voy a echar la pota de un momento a otro. Pero hay que seguir. Avanzando e intentando. Me detengo. Tomo aire. Venga, José Luis, tú puedes, tienes que poder.

Cierro los ojos y durante un instante visualizo a todo el grupo, Lucy, Edie, Alejandra y yo. Si es cierto que soy el señor de la gravedad, debería notarse, así que fuerzo mi mente, tratando de dominar lo que nos aferra a la tierra. Solo pido un corto vuelo hasta la cima de la duna.

Y así sucedió.

De repente, tus pies dejaron de tocar el suelo, así como algunas piedras que había alrededor tuyo, sin embargo, los demás seguían corriendo, esta vez, por debajo de ti mientras intentabas mantenerte equilibrado en el aire.

Era algo increible, el poder de volar.

Pero más increible era que las rocas más grandes de tu alrededor, también flotaban junto a ti...

Volar está bien. ¡Qué digo! ¡Es alucinante! Pero cuando ves que no son tus compañeros los que flotan contigo, en contra de tus intenciones, sino que estás rodeado del Peñón de Gibraltar cortado a trozos, te das cuenta de todo lo que te queda por aprender. Y te agobias. Porque ahora mi principal problema es seguir volando en la dirección adecuada, sin que esas piedras se caigan sobre mis compis. Aunque, bien mirado, todo tiene sus ventajas. Cuando alcance la duna y vea nuestro enemigo... Bueno, la leyenda dice que David le zurró una buena a Goliath. Con una piedra. Y yo tengo muchas.

Llegastéis a la loma y ascendistéis por ella hasta ver lo que sucedía del otro lado.

Un grupo de hombres, ataviados con túnicas oscuras rodeaban a una mujer desnuda atada en una piedra, que lo único que hacía era intentar safarse de las ataduras. Uno de ellos, llevaba en la mano una especie de espada o cuchillo de carnicero ceremonial y todos cantaban al únisono en un idioma que no entendiáis.

No se habían percatado de vuestra presencia ya que parecían como en trance, cantando.

Ni tampoco parecen darse cuenta que tenían a una morena dándo espadazos en el aire, los cuales golpeaban una y otra vez contra una cúpula de energía que parecía rodearlos.

En un momento dado, segundos después que os asomaráis y que Layla atacara, el canto cambio. Ahora el que tenía el cuchillo decía algo y los demán lo repetían tres veces...

La chica cayó a un lado, y los enemigos estaban como si nada hubiera pasado...

Atacas una, dos y tres y cuatro veces, a una rapidez pasmosa.

Tus golpes son certeros, buscando el cuerpo de los enemigos sin embargo, cada vez que golpeabas el filo de tu hoja de energía golpeaba una barrera invisible, que parpadeaba con cada golpe.

Los que estaban dentro de la semiesfera protectora no parecían darse cuenta, o estaban tan tranquilos que les daba igual lo que sucediera fuera, por lo que siguieron cantando como si nada sucediera.

Tu cuarto golpe, pareció resquebrajar la semiesfera, pero aún así, siguieron a lo suyo.

Fue en ese momento, cuando caíste al suelo agazapada, en el que aparecieron los demás por encima de la loma...

Bueno... al menos se ha roto un poquito. Sea lo que sea que los envuelva... pero a este paso no voy a llegar a tiempo para que no la rajen en canal...

Murmura para sí, con una rodilla en el suelo y su espada sujeta de forma totalmente horizontal delante de su rostro. Una mirada de reojo a los que aparecen por la duna es lo único que delata que sabe que están allí, pues enseguida vuelve a lanzarse contra los frikis sectarios.

Joder... ¿Qué coño querrán ahora? ¿No había que investigar en el otro lado? Qué pelmazos...

¡AHORA TOCA INICIATIVAS!

1D100 cada uno a ver como atacáis.

Los hombres que estaban allí dentro continúan cantando y entonando esa especie de canción insana, mientras que la chica que estaba atada intenta nuevamente escaparse de allí.

Ahora parece tener un brillo especial en los ojos, como si por fin, tuviera una esperanza de escapar.

Os mira a cada uno con los ojos desorbitados, como pidiéndoos ayuda...

Nada como volar. Y nada como ver a una mujer en peligro para que el cromagnon que llevamos dentro despierte. O el caballero. O el paladín, el héroe romántico dispuesto a salvar a la princesa. O el héroe que trata de proteger al débil. Sea como sea, la mujer de ahí abajo se las está viendo putas y nosotros somos lo único entre su sacrificio o su supervivencia. El puto ritual de aquel cuadro está reproduciéndose.

Su mirada es un poema y tan solo espero que consigamos hacer algo para evitar este desastre. A mi alrededor, las piedras siguen flotando. Antes no tenían sentido, ahora son una bendición.

Sé que solo es mi mente la que trabaja, pero mi cuerpo parece tener algo que decir, como si no quisiera quedarse atrás en esta fiesta, y con un gesto de mi brazo, como si fuera él quien arrojara los pedruscos y no mi voluntad, ordeno a las piedras caer contra esos malditos matarifes. Inútilmente.

Las piedras de José Luis golpean la cúpula de manera inutil, sin fuerza.

No la dañan, ni siquiera logra que los que estaban dentro se percaten de que algo pasaba.

Mientras tanto, otro de los hombres con túnicas continúan con el ritual sin detenerse, obviando todo lo que sucede allí fuera.

Como si estuvieran con sus mentes en otro sitio, completamente concentrados...

Lucy, Edie y Alejandra parecen pasmados.

O simplemente, no se han dado cuenta todavía de la situación y están aún pensando que hacer.

El grupo de hombres continúa con sus cánticos, mientras Layla, que está preparada desde hace algunos minutos, se lanza hacia ellos a una velocidad pasmosa.

Pero esta vez, Layla no utiliza su espada... Esta vez, la espada de energía de la morena, desaparece en su mano como si esta la reabsorbiera, y en vez de seguir corriendo, se para justo en el punto donde antes había creado la brecha y extiende el brazo derecho con la palma abierta hasta ese punto. Cierra los ojos y se queda quieta durante un momento... y cuando ya parece que no va a ocurrir nada, su cabello empieza a flotar a su alrededor, al igual que su abrigo largo, y la palma de su mano empieza a brillar. Esa luz, coge forma de bola y sale disparada desde su mano a la barrera invisible que cubre a la secta, estrellándose contra ella... pero no acaba ahí la cosa.

Sin abrir los ojos, Layla cambia de mano y vuelve a hacer lo mismo con su mano izquierda... y luego con la derecha de nuevo y luego con la izquierda una vez más. Finalmente, abre los ojos y sacude sus manos, esperando ver el resultado de su ataque...

Layla lanza de su mano, unas bolas de energía azules.

Tan azules como la energía que emana su espada.

Una a otra, van golpeando la barrera de cristal hasta que al llegar a la tercera, en el momento que esta golpea el "cristal", este estalla en mil pedazos.

La cuarta bola va dirigida a uno de los hombres que realizan el ritual, vaporizándolo en el acto.

Mientras tanto, los que quedan en pie ni siquiera se inmutan por la caída de su compañero y continúan con el ritual o lo que demonios sea eso, pero ahora le imprimen un poco más de velocidad a sus cantos.

Eso sólo puede significar una cosa, el ritual está a punto de acabar.

L amal suerte parece ser un aconstante en cuanto tengo que enfrentarme a una situación de crisis. He visto a Layla ahí, zurrando cosa buena, consiguiendo que la burbuja se disuelva y vaporizando a uno de esos tipejos, y cuando puedo tener la oportunidad pura y simple de inclinar la balanza de nuestro lado y salvar a esa pobre chica, la cago.

Y la cago porque simple y llanamente me puede la situación. Mi voluntad se debilita y cuando intento canalizar mi energía o lo que sea que canalice en estas situaciones, siento este dolor intenso de cabeza, ese estallido que solo habla de una cosa. De fracaso.

José Luis se queda parado, al parecer, sin poder hacer nada.

Mientras tanto, los demás "cultistas" continúan con el cántico.

Ahora, es el turno de las chicas y de Edie.