Partida Rol por web

Era evidente que "Spin" Kheel había disfrutado de la adrenalina del combate. Aunque era muy consciente del peligro que habían corrido la satisfacción de un trabajo bien hecho y el haber burlado el fuego de tres naves enemigos le otorgaban una satisfacción moral que dificilmente podría olvidar.

- Cañones prisma, eso se llama "no jodas a la capitana Sancrinus". - Aun con la voz rota el Drell se permitió reírse francamente, debía de imaginarse las caras de los batarianos cuando los dos cañones abrieron fuego.

- Deberían ir al puente a verla, o al médico si están heridos, ah y buen trabajo allí dentro. Se nota que les recibieron a disparos. -

Kerius aguantó la respiración y apretó los puños con evidentes signos de tensión en varios momentos desde que subió a la lanzadera de Spin. Todo ello producido por la amenaza batariana. Tres naves habían aparecido desde el relé y no sólo abrían fuego contra el Inconnu sino también contra la estación Osiris.

Kheel demostró sus dotes de piloto esquivando y evitando la confrontación directa. Los disparos de las naves batarianas en más de una ocasión estuvieron a punto de impactar, pero por fortuna nunca pasó. Por contra, el Inconnu no parecía mostrar mucha resistencia. Los escudos protegían la nave, pero ésta no respondía al fuego enemigo.

"¿A qué demonios están esperando?" se preguntaba nervioso el turiano.- ¿Por qué no contraatacan?

Entonces, la larga espera había terminado. Caelian vio por primera vez los cañones del Inconnu. El modelo de ambas armas era parecido a los de cualquier otra nave, sin embargo presentaba rasgos que las hacía totalmente diferentes. Por no hablar de su potencia de daño. Un simple disparo fue suficiente para destruir la fragata. Ni los escudos, ni el blindaje fueron capaces de detener semejante rayo de luz.

El turiano se quedó sin palabras. Boquiabierto. No veía el momento para regresar a la nave e ir directamente a la sala de armas para verlas. ¡Qué maravilla tecnológica acababa de presenciar! Tal fue el poder del Inconnu que las naves batarianas restantes decidieron huir antes que ser destruidos por algo que no iban a detener. Acto seguido, la lanzadera se dirigió hacia el Inconnu. El peligro había pasado, de momento.

- Recuérdame no cabrear a la Capitana- dijo aún ensimismado, contestando al piloto.- Increíble…

Kerius pudo respirar con tranquilidad después de todo el combate espacial. Se quitó los cinturones y asintió a la sugerencia de Spin. Deberían ir a informar a la Capitana Caelia de lo sucedido.

- No tuvieron suficiente disparándonos, sino que nos buscaron las cosquillas con un misil. De no ser por mis escudos, quizá habría vuelto con alguna que otra cicatriz en la cara. Aunque la peor parte creo que se la llevó nuestra Krogan particular.- dijo mirando a Elvos con una sonrisa. Era admirable la valentía que demostró al enfrentarse cara a cara contra el Centro Neurálgico.- Deberías ir a enfermería cuanto antes para curar tus heridas.- después echó una ojeada a los miembros restantes.- No hagamos esperar a la Capitana. Vamos.

Durante el viaje de vuelta a la nave cambió un poco mi percepción sobre el Drell. A pesar de que no me gustaba, le debiamos la vida a este en concreto. El tipo era increible, otros pilotos nos habrian estrellado contra los asteroides o hacia rato. Mas tarde se lo agradeceria. Eso si llegabamos a una Inconnu entera. La nave estaba recibiendo de lo lindo aunque no parecia dar acuse de recibo. 

Y me sorprendió enormemente esos cañones. - Querida diosa... - Musité. Una rafaga que atravesó la nave! Se notaba que habiamos elejido bien. Que pasada! Tenia que ver de cerca esos sistemas. Si pudiesen reproducir esas armas a escala pequeña para uso personal... No podia ni imaginarlo. 

Llevamos a la nave intactos gracias a la pericia del piloto. Cañones prisma, dijo que se llamaban. Un nombre muy apropiado. Le puso la mano en el hombro y apreté fuerte. -  Gracias por sacarnos de ahi. Has sido muy habilidoso. - Le agradecí. 

En cuanto Kerius comentó sobre la Krogan, le amenacé con un cabezazo de broma, sin llegar a darle. - La enfermeria puede esperar, vamos a ver a la capitana. Esto es mas importante. 

Spin tenía la voz rota de haber gritado tanto, pero no se forzó mientras pilotaba. Con gran habilidad, haciendo maniobras casi imposibles terminó por acoplarnos en la Inconnu después de ver el espectáculo más increíble y catastrófico que haya contemplado. Tras una intensa batalla entre tres naves Batarianas y la Inconnu, que sólo huía, esta gana una posición ventajosa pero a costa de los escudos. No pareció importar pues el casco aguantaba muy bien los envites hasta que, de unas esclusas, salen unos cañones extraños que emiten un potente haz de luz que atraviesa, literalmente, la nave enemiga haciéndola explotar sin remedio. Asiento a las observaciones de mis compañeros, no hay más que pueda añadir.

Antes de salir de la nave me acerco a Spin y le doy un par de golpes suaves en el hombro a modo de agradecimiento y reconocimiento por un trabajo bien hecho. Elvos retrasa la hora de ir a la enfermería y aunque no me gusta, entiendo que quiera retrasarlo.

-Bien, vayamos todos a ver a la capitana, pero después ve a la enfermería, o tendremos que llevarte a rastras.

-Digo con una ligera sonrisa mientras miro hacia Elvos.

Sigo al resto de camino al puente para encontrarnos con la capitana, hay noticias que es posible que no le gusten escuchar pero que debemos informar.

Elora tenía la sensación de que, de no ser por los cinturones, todo el grupo habría terminado rebotando por el interior de la lanzadera como guisantes en una lata. A decir verdad se sentía tan orgullosa de la maniobrabilidad que ofrecía el vehículo de manufactura asari como agradecida de que tuviesen un piloto tan diestro como Nathan porque no habría sido nada divertido terminar empotrándose en un asteroide o siendo convertidos en basura espacial por uno de los disparos de las fragatas batarianas.

Al parecer los esclavistas debían haber vuelto para inspeccionar si el crucero geth había desaparecido o directamente para inspeccionar por qué no les llegaba el oro que sus compañeros supuestamente debían enviar. Y tampoco es que parecieran ser muy listos ya que estaban bombardeando por igual la Osiris y el Inconnu pero aquello a la asari le importaba un ardite. Ya tenía bastante con tratar de no darse otro cabezazo o sería el tercero del día.

—Sí, ¡casi puedo imaginarme a Eanessa dando saltitos en el puente de mando mientras la capitana ordena disparar!—jadeó ante el comentario del drell mientras hacía rotar los ojos cómicamente—. Diosa...

Tras un hondo suspiro de alivio al llegar finalmente a su destino (y en cuanto el interior de la lanzadera dejó de dar vueltas) trasteó con el cierre para quitarse el cinturón de seguridad. Apenas había podido ver el disparo de los cañones del Inconnu pero el resultado era más que prueba suficiente como para que estuviese más que de acuerdo en que no era buena idea arriesgarse a darle al relé.

—Bueno, dicen que algunas mujeres consideran atractivas las cicatrices—rio un poco entre dientes cuando Kerius hizo el comentario. Aunque enseguida se pellizcó la barbilla y añadió en tono reflexivo—. Claro que la mayoría de esas mujeres son krogan...

Carraspeó y manoteó el aire echando a un lado el tema.

—Lo que... quería decir es que te habrías parecido un poco más a Garrus Vakarian, pero te preferimos de una pieza.

Sonrió con algo de timidez, esperaba que no se lo tomase a mal porque había sido el primer intento de broma que hacía desde que conocía al grupo. Ojalá tuviera la soltura de los demás para poder congeniar con otras especies de Connor, o como Elvos de enorgullecerse de su herencia e incluso hacer bromas sobre ella. En su caso no era tan fácil.

Pero al margen de todo aquello, había que ir a ver a la capitana. Y era justo lo que pensaba hacer.

El Inconnu era un hervidero de actividad por todas partes. Todo el personal técnico revisaba metódicamente cada sistema, buscando cualquier tipo de daño que las cañones batarianos hubieran podido causar a la estructura de la nave. Algunos miembros del personal estaban tan enfrascados en su tarea que ni siquiera se percataron de la presencia del grupo.

No obstante el interior de la nave no presentaba signos de haber sufrido el más mínimo daño, en cuanto un disparo penetra el blindaje la estructura interna empieza a fallar y colapsarse, pero el extraño metal alien resistió todas las descargas, no había signos de daños por ningún sitio.

Varias luces de advertencia estaban encendidas, pero cada monitor del Inconnu devolvía los datos en su lenguaje desconocido y el módulo de traducción trabaja a marchas forzadas para dispensar la información necesaria a cada técnico.

Eanessa corría de un lado para otro al borde la extenuación, cada miembro de la tripulación se acaba encontrando con la jerga incomprensible de la nave y la asari debía reprogramar sobre la marcha el traductor. Tecleaba a tal velocidad que sino fuera por los paneles holográficos se hubiera hecho daño.

La piloto Mairos seguía en su puesto, manejando la nave con los extraños controles de las esferas líquidas. No estaba tan fatigada como Eanessa pero el pilotaje extremo que había realizado hace escasos segundos la había cansado sin duda.

La capitana contrastaba datos en la computadora integrada en la mesa de cristal. En ocasiones se volvía para ordenar algo a un tripulante o solicitar informes de situación. Era la única que mantenía una actitud tranquila a pesar del peligro que había corrido el Inconnu hace escasos segundos y también de los pocos que se había percatado de la llegada del grupo al puente de mando.

- Veo que no hemos sido los únicos bajo fuego enemigo, la Osiris ha debido convertirse en un cementerio o algo mucho peor, en cualquier caso informen. - No había reproche en la voz de la capitana, solo cierta resignación como quien espera una noticia fatal que ya sospecha de antemano.

El interior era un cúmulo de gente frenética que se movía con rapidez de un lado a otro sabiendo perfectamente su función pero con la dificultad de desconocer una buena parte de la funcionalidad de la nave. No podría decirse que fuera un caos, se veía orden en el quehacer de la tripulación, pero si podría asegurarse de que se rozaba la definición en esta situación. Eanessa era una vorágine de movimientos que muy pocos podrían coordinar de la forma que lo hacía ella. La verdad que mi situación en la nave era precaria, de todos era el más inútil con diferencia y así me sentía. Yo sólo valía para combatir y poco más, mi sitio no estaba entre la gente con capacidades de este estilo.

La capitana, con su habitual manto de tranquilidad frente a las situaciones límite se percató de nuestra presencia y después de emitir una verdad como un templo con tan sólo una mirada nos pidió un informe. Me apoyé en la mesa, asegurándome de no interferir en los datos, sólo para volcar el peso que se me estaba haciendo demasiado y la miré a los ojos mientras hablaba.

-El interior estaba dominado por cerca de una veintena de unidades Geth, incluyendo un Centro neurálgico. En su interior descubrimos que un trabajador, descontento por el proceder de sus superiores contactó con Omega y vendió a los Batarianos a todos los que eran sus compañeros. También podemos afirmar que los trabajadores vendidos como esclavos fueron envenenados para evitar algún tipo de resistencia. Al parecer encontraron un asteroide con toneladas de oro y otro con toneladas de Iridio y plutonio. Sabemos que sólo el último envío de los envíos de los investigadores fue interceptado por los Geth, así que una parte, una buena parte del personal está en Omega o de camino. No sabemos con seguridad el porqué de la presencia Geth, pero Elora tiene una teoría.

Miro hacia los lados esperando a que el resto añada cosas.

Elora parpadeó y miró a Connor un instante cuando éste la mencionó. La verdad es que no se esperaba que el humano tuviese en cuenta aquello así que la cogió de sorpresa. Grata, pero sorpresa.

—Yo... eh... bueno—carraspeó. Por nada del mundo quería trabarse en aquel momento y, pese a que ella lo encontraba poco relevante en aquel momento en contraste con toda la información vital que acababan de soltar, mejor que fuera la capitana quien decidiese si tener en cuenta aquello o no—. El isotopo de plutonio que encontraron era el 244: Dura millones de años. Y, según las anotaciones que encontramos a bordo de la estación, la tripulación había extraído ya unas 2.800 toneladas.

Soltó aire con disimulo. Acababa de darse cuenta de que lo había estado conteniendo desde que había empezaod a hablar.

—Mi teoría es que los geth debieron interceptar la comunicación del traidor que ha mencionado Connor de algún modo; toda esa energía en bruto es un recurso demasiado valioso como para dejarlo pasar.

Kerius se rió con el comentario de Elora acerca de las hipotéticas cicatrices si el misil le hubiese impactado en plena cara. Le hizo gracia a quién atraería con ellas y a quien se le parecería entre todos los turianos de Palaven.

- Él tiene mucha más clase que yo.- se limitó a decir con una sonrisa en la cara.- Pero sí, yo también me prefiero tal y como estoy ahora.- Volvió a reír.

Acto seguido siguió al grupo para informar a la capitana Caelia. No sin antes darle una palmadita en el hombre al valiente piloto de la lanzadera. Un excelente trabajo el que había realizado en plena batalla de naves.

Al llegar junto a Caelia, fue Connor quien hizo el informe resumido de la situación. Sin extenderse demasiado, el humano ofreció los detalles más importantes con los que se habían topado.- No tuvimos tampoco la oportunidad de echarle un vistazo al ordenador central de la Osiris, puesto que no disponíamos de los medios suficientes para eludir el virus geth- añadió Kerius para complementar lo que había dicho Connor sobre la presencia de los sintéticos. Después escuchó los pensamientos de Elora que se manifestaban.- Entonces, si los geth iban detrás de ese material, ¿es posible que estén reuniendo recursos para iniciar otro ataque?

Aunque la respuesta a la pregunta que había dejado caer era incierta, en aquellos momentos Kerius temía que estuviese surgiendo una nueva amenaza que hiciese peligrar la vida en la galaxia.

Sonreí ante las broma entre Elora y Kerius de camino a ver a la capitana. Ahora que ya no estabamos en pleno combate ni huida, empezaba a resentirme de las heridas. Caminaba algo despacio cogiendome las costillas alla donde el geth me habia golpeado y mandado al suelo. Aún asi traté de mantener la compostura. 

Ya con la capitana, con el resumen de Connor y las aportaciones de Elora y Kerius habia poco mas que decir. Entonces me acordé de las capsulas de salvamento. 

- Tan solo faltaba una capsula de salvamento. - Añadí. - Por tanto la que encontraron era la del tipo que traicionó a la estación. No pudimos obtener mas datos acerca de él, pero se deberia mandar a alguien a capturarlo. Un acto asi es horrible. - " Y estaria encantada de ir yo si no tuviesemos otros problemas mas acuciantes. " Me dije. 

La capitana escuchó todo el informe sin hacer preguntas de ningún tipo, el rostro severo de la turiana no cambió en ningún momento, ni siquiera con la mención de las toneladas de plutonio ni con el destino de la tripulación a cargo de la Osiris. 

- Así que por un lado tenemos a la tripulación vendida como esclavos por los piratas batarianos y por el otro a los geth con bastante combustible nuclear para millares de bombas atómicas.

T'legos buscar un cadáver flotante por este pedazo de universo es una perdida de tiempo y recursos innecesarios. - Había cansancia en la última frase, como si algún detalle concreto le resultará especialmente fastidioso.

- Hablaré con la Dalatrasa, quizás pueda ayudar en algo, necesito los módulos de datos que encontraron y también esa atrocidad de lanzaarpones, por lo demás vayan a descansar o a visitar el resto de la nave, se lo han ganado. -

Asiento con la cabeza a la orden de la capitana y sin tardar más de lo necesario me retiro de la espalda la horrenda arma que sacamos de la Osiris arrebatándosela al cadáver del esclavista. Con cuidado y sin abrirla la dejo encima de la mesa al alcance de la capitana. En ese momento hago un saludo marcial.
-Si me disculpa capitana, acompañaré a Elvos a la enfermería e iré a dar una vuelta por la nave. Si me necesita estaré en mi camarote.
Me despido de todos y espero a que Elvos tome el camino a la enfermería, no quiero que su lado Krogan la haga "dejar para más tarde cosas insignificantes". Después no me importará perderme un rato por la nave para terminar buscando un camarote tranquilo en el que descansar.

Ante el soplido que me soltó a capitana le respondí. 

- No tenemos que buscarlo nosotros. Ponga una recompensa en algun tablón de Omega y estará amargado y temeroso hasta que lo cacen. Y asegurese de poner lo que ha hecho. Hay muchos "Justicieros" sueltos por ahi. - Le dije, sin poder reprimirme. Odiaria que el cabrón ese se saliese con la suya. Connor se a ofreció a ayudarme. - Con su permiso, capitana. Aceptaré la oferta de Connor para acercarme a la enfermería. - Dije con un saludo marcial algo dejado. 

- Gracias Connor. Si algún dia me enseñas a reprogramar mi omniherramienta para volverme invisible como tu, podre hacer asaltos muy espectaculares. - Le dije con una sonrisa mientras me alejaba con él de camino a que me mirasen las heridas.

—Cadaver flotante—acotó Elora levantando un índice como quien hace una nota a pie de página—. La palabra clave es "cadaver". Recuerda que la capsula que se encontró apareció muy lejos del sistema Ming, y con un agujero hecho por un asteroide a la deriva.

Había intervenido antes de que a la capitana le diera dos mordiscos a su compañera pero ahora se sentía como una intrusa en la conversación.

—Ese tipo está muerto por pura justicia poética. Se lo tragó el vacío en alguna parte del camino—carraspeó pensando en lo mucho que le apetecía que se la tragase la tierra. Luego cayó lo que acababa de decir Caelia y resultó ser una excelente excusa para cambiar de tema—. Sí, capitana.

Cada uno de ellos había hecho una copia de los datos que habían hallado en los módulos de datos así que daba igual quién se los diera. Activó la omniherramienta y tecleó algo en ella para enviar la información a la de la turiana.

Luego suspiró hondo. La gente comenzaba a hacer planes... y ella no tenía ni idea de qué hacer. Quizá simplemente se fuera a dar una vuelta por la zona verde de la nave. Puede que pensar un rato en lo que había pasado le diera alguna idea.

"Al menos se hizo justicia".

Kerius se limitó a escuchar la pequeña disputa sobre el demonio que vendió a sus compañeros de trabajo por puro egoísmo. Al menos los espíritus que rigen el universo evitaron que el sujeto en cuestión se saliese con la suya. Mejor así.

Cuando Elora transmitió los datos a la capitana Caelia, Kerius relajó sus hombros. Ahora que tenía tiempo libre, ¿qué podría hacer?

- Creo que acabaré de visitar las partes de la nave que me quedan. Quisiera echar un vistazo a la sala de armas.- dijo con una sonrisa en la cara. Luego miró a Caelia despidiéndose con un saludo.- Capitana.

Caemmi mantenía un semblante entero, pero se la veía exhausta. Su frágil constitución no estaba hecha para soportar esas sesiones de estrés hormonal. Y es que la salida de Osiris y la batalla naval, tras tanto hackeo, investigación y algún que otro combate, la habían dejado con ganas de, como mínimo, echarse en la cama para jugar al buscasteroides.

Tras entregar religiosamente los módulos de datos a la Capitana y componer un saludo militar de lo más firme, echó a andar hacia la salida recomponiendo los pedazos que quedaban de su dignidad. Tendría que volver a acostumbrarse a ello. Ya había pasado un tiempo desde la peregrinación y las batallitas, y el taller oxidaba a cualquiera. Tiempo al tiempo.

— Estaré en el taller— se limitó a decir la quariana—. Bebiendo alcohol— bromeó—. Y embadurnándome en aceite.

No había nada que la relajase más que trabajar, sin presiones ni plazos, siendo su propia jefa.

Las dependencias médicas del Inconnu se encontraban en un lateral de la nave, protegidas por la típica compuerta presurizada, algo muy habitual si se requiere algún tipo de aislamiento por miedo a los contagios. Gracias a los modernos avances médicos se podían tratar muchas emergencias en las enfermerías de los navíos, incluso realizar algún tipo de cirugía de urgencia.

No obstante aquel lugar tenía también sus singularidades, a tono con la arquitectura de la nave. Varios paneles automatizados se distribuían por las paredes, haciendo resaltar el típico dispensador de medigel, diversos útiles médicos de origen alienígena reposaban en baldas estériles protegidos por gruesos cristales con inscripciones aun más extrañas.

Era evidente que se había instalado útiles más convencionales en la enfermería, aprovechando cuidadosamente el escaso espacio que había en el lugar.

Sobre una pared había una vitrina de madera exótica, en el interior reposaban impolutas varias medallas que tanto Connor como Elvos reconocían, condecoraciones al mérito civil, que solo otorgaban los gobiernos a grandes héroes o benefactores, había más de cuatro en el interior y se reconocían bien las procedentes de Thessia, Palaven y la Tierra.

El médico del Inconnu era humano, vestía la clásica bata blanca a juego con sus cabellos y barba, pasaría de los 60 años aunque se había cuidado muy bien. Tecleaba tranquilamente en la terminal y en ocasiones se paraba para anotar algo en papel.

El botánico estaba muy tranquilo, aquel lugar "natural" dentro del armazón blindado del Inconnu transmitía una calma y serenidad de las que no se podía disfrutar en el espacio. Como habrían logrado mantener las condiciones para que las plantas se mantuvieran era un misterio, pero sin duda los ingenieros del inconnu sabían hacer su trabajo a la perfección.

La doctora Coren no estaba presente, aunque había signos de que estuvo trabajando hace no mucho. Varios frutos exóticos reposaban en bandejas de ensayo con anotaciones científicas, una pequeña pda actualizaba sus registros de manera automatizada y los aspersores habían sido activados, regando con las proporciones exactas cada planta singular.

Khan reposaba en el suelo en uno de los rincones, tenía un hueso de juguete cerca, estaba casi destrozado por las dentelladas que el felino debía propinarle. No muy lejos había un enorme cuenco con agua fresca y una manta estirada en el suelo a modo de camastro.

Kerius tuvo que bajar al nivel inferior para acceder al control principal de las baterías del Inconnu. Fue en ese lugar donde comprendió que verdaderamente volaba en algo único y singular, pues el acceso a los controles estaba protegido por tres compuertas pesadas con protocolos de seguridad encriptados de última generación, por no hablar que la capitana había destinado allí de forma perenne un contigente de 4 soldados, dos de ellos turianos, un humano y un salariano.

La seguridad era muy ingeniosa, cada guardia disponía de un módulo de identificación y una clave concreta, además tenía que pasar por un escáner de retina y reconocimiento de voz. Cada uno de ellos anulaba un cierre y abría el acceso a otra sección, de modo que sin todos los códigos y todos los centinelas no era posible acceder al control de armas.

Cada guardia introdujo sus datos con eficiencia y finalmente Kerius pudo acceder al control de armas, aunque ese lugar no se parecía a ninguno de los que había conocido.

El turiano se encontraba en una plataforma elevada protegida por barandillas, había una enorme superficie de cristal en el suelo, con un diseño parecido al que había visto en el puente. A su alrededor había multitud de tubos conductores de energía, refuerzos de metal y condensadores de diseño alienígena. Si miraba la caída que tenía enfrente podía observar unos pequeños raíles, bastante normales en naves que disparaban usando baterías fijas o rotatorias.

Pero a simple vista no había ningún tipo de arma visible, solo disponía de la enorme mesa de cristal y de la esperanza de que el software de traducción creado por Eanessa pudiera ayudarle a examinar el armamento.