Partida Rol por web

El viaje de una hora por los agrestes paisajes de las afueras de Praga te condujo una vez más a la colina de Vlasska, en tu llegada apreciaste de nuevo la bandada de cuervos que revoloteaba por la zona. La luna seguía menguando, la luz se volvía escasa pero suficiente como para avanzar entre los árboles desnudos del otoño. Ante la cueva, escuchaste una leve canción que venía de su interior, una que reconociste de tu viaje hasta la capital de Bohemia.

Accediste a la gruta, en el centro de la misma reconociste a Aranka que parecía jugar con unas cartas en el suelo. Enseguida alzó su mirada y te sonrió interrumpiendo la cancioncilla que nacía de sus labios.

¡Que alegría verte verte, Djuna! Bienvenida. sonrió la muchacha, pero con un gesto extraño volvió a volcarse en el juego de cartas que tenía en el suelo con obesisiva tenacidad. No había nadie más en el vestíbulo de la cueva y la cortina estaba puesta.

La canción me trae recuerdos de mi largo viaje desde España. Miro a la chica con extrañeza. Se suponía que su troupe no pararía por Praga, por éso nos separamos. ¿O quizás me tendieron un emboscada? No entendía qué hacía aquí, pero había muchas cosas de los humanos que había dejado de entender.

-Saludos Aranka... Deseo hablar con Vlasska- señalo detrás de la cortina. Si estaba más adentro de la cueva, prefería esperar a ser invitada. Al fin y al cabo me había dado su sangre y le respetaba. Después miré de reojo el juego de cartas, el azar nunca había sido mi fuerte.

La niña sonrió levemente sin apartar la mirada de las cartas, la conjunción de estas era un galimatías que no entendías pero tras una observación que no te requirió mucho tiempo advertiste que una de las cartas se repetía continuamente: la que contenía el dibujo de una torre partida por un relámpago.

Es él quien decide hablar con quien, Djuna. Supongo que tendrás que esperar. respondió al final, aunque no tuviste que esperar demasiado.

La cortina que separaba una sala de la otra se apartó de repente, la pesada figura del viejo cainita surgió como lo hubiera hecho la última vez. Vlasska se quedó junto a la entrada, pero sin un gesto de invitación, salvo el mirarte con su indescifrable semblante encadenado a tiempos pretéritos.

Detrás de él apreciaste las brasas encendidas de su hoguera, al cabo de sus largos minutos de contemplación lanzó un gruñido y se adentró de nuevo en su cubil. Dejó la cortina medio abierta, quizá en forma de invitación, pues al cabo de los minutos esta seguía abierta y ninguna reacción más se lanzó al lugar.

Cuando Vlasska aparece vuelvo a contemplarlo con admiración, devoción. Desprende un aura de nobleza, un espíritu guerrero incontenible. Contengo el deseo de tocarle para comprobar de nuevo si es real, si no es imaginación mía o un recuerdo. Aunque Vlasska es un recuerdo en sí, de días pasados de gloria. Un recuerdo del honor de la lucha, un código de honor perdido hace tiempo me temo. 

Deja la cortina entreabierta y le sigo. Mantengo la distancia con él, aunque el deseo de sentir su tacto siga remanente en mi. 

-Fui a la ciudad... Conocí al príncipe... Una cainita nos invitó a mi y a unos cuántos recién llegados a participar de un juego. ¿Debo aceptar?- me encontraba perdida en ese aspecto, no sé qué querría Vlasska. Él único vástago con el que había compartido sangre había sido mi sire y a él le conocía bien, podía tantearle. Sobraban las palabras, algo que agradecía.- Kornfeld, así se llama la cainita... Pero su juego me parece peligroso y traicionero.

El enorme Gangrel te miró inexpresivo durante unos minutos mientras transmitías tus preocupaciones, te daba la sensación que lo racionalizaba a su tiempo o, directamente, perdía los matices que le aplicabas en la comunicación. Sus gruñidos inquietantes persistían, se paseaba por su estancia deambulando como un espectro mientras agarraba alguna que otra arma, la examinaba y la echaba al montón.

No entiendo de.. juegos. ¿Has observado para mi? ¿Has aprendido para mi? Yo protejo a mi tribu, la aldea de piedra lo sabe y eso es suficiente. dijo arrastrando las palabras mientras algunas quedaban separadas por segundos eternos. Korn.. feld.. movió la cabeza con indiferencia. No sé quien es, ¿es una guerrera como tú? 

Le miro, escucho y aprendo. Miro como apila las armas y como se pasea. Aprender el arte de batirse con él como instructor sería una delicia. Quedarían muy de lejos incluso que las artes de mi sire.

-No... No es una guerrera... Es una cobarde que se esconde tras el trabajo de otros... Un general que mira la batalla desde un montículo alejado a lomos de su caballo- niego a sus palabras.- Observo y aprendo... 

Sigo con la mirada de nuevo su deambular. Sigue fascinándome como el primer día. No debía haber sangre más fuerte que la suya en la zona. Y con todo, aquella arpía de la noche anterior, aquella baronesa, no le temía. Vlasska desgarraría a todos con sus garras. Aquello si sería un juego divertido que me complacería ver.

Vlasska avanzó hacia un tosco trono de piedra recubierto de pieles, se sentó con pesadez, hundiendo la cabeza entre sus hombros. Estaba mostrando los dientes, mirando hipnotizado a las ascuas aún vivas del fuego frente a él.

El cobarde se demuestra en la batalla.. tú me sirves y yo no estoy en la aldea de piedra.. ¿yo soy un cobarde? se preguntó intrigado de un modo que parecía casi inofensivo. Luego soltó un aullido estremecedor que te heló el alma, tenías por seguro que tu respuesta no iba a ser afirmativa. Tampoco te la dejó responder.

Te dije.. ve a la aldea de piedra y observa. Los ojos verán mejor si estás cerca de lo que ocurre que lejos. dijo como una obviedad mientras apretaba sus manazas sobre los brazos de piedra del trono, la piedra empezó a agrietarse y él no parecía hacer ningún esfuerzo. Observas, aprendes, cuando ocurra lo terrible.. yo lo sabré y te llamaré.

Miro los alardes de fuerza y poder de Vlasska, entre el miedo y la admiración. Él poco tenía que ver con esos cainitas despreciables que había conocido, con esa baronesa. Era la fuerza y el honor. Un verdadero guerrero del que deseaba aprender. Incluso pasar tiempo a su lado me intrigaba, temerle y adorarle a la vez. Asiento ante sus palabras, con solemnidad.

-Espero tu llamada...- cierro la conversación. El resumen era que siguiera todos los jueguitos exasperantes hasta nueva orden de Vlasska. Al menos tenía cerca a ma chèrie para sobrellevar aquel montón de problemas. Echo un último vistazo a las brasas, parece que fue hace décadas que me abrasé al mano como prueba de valía. Miro mi mano curada completamente y salgo de la cueva. Retomo mi camino de vuelta a Praga, sin siquiera despedirme de la niña. Debo buscar a Micaela, ella comprende más de este mundo que yo.