Partida Rol por web

Praga - Luz de Gas [+18]

Introducción de Micaela

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10/07/2014, 13:59
Xavier Célestin Delfau de Pontalba

El mayordomo respondió con un escueto invitados especiales de la baronesa, lo que parecía apoyar tus pensamientos. Se despidió con corrección, recordó que estaba disponible para cualquier cosa que pudierais necesitar. El té fue una de esas cosas que requeristeis.

Tu marido te observó pensativo y respondió.

Él nunca me dijo porque hacía esto, la verdad. Sólo me ordenó que te sirviera a ti, con la misma diligencia que he hecho con él en todos estos años. parecía sincero en sus comentarios, tu Sire era especialmente hermético referente a sus intenciones. Acerca de la ausencia de nuestra anfitriona, quiero creer que se ha tratado de un imprevisto o una mala información acerca de nuestra llegada. En cualquier caso no lo sabremos, ella se disculpará de una forma que la podremos reprender. Dependerá de como nos trate a partir de entonces, aunque vuestro el Domitor siempre dijo que los Kornfeld eran muy celosos de sus asuntos, incluso los demás Toreador se ven apartados de ellos.

Xavier tomó un sorbo del té mirando por la ventana, estaba serio y, en ocasiones, se mostraba como realmente era: un hombre astuto e inteligente. No por otra razón que esa había sido un ghoul por tanto tiempo, conocía bien la idiosincrasia vampírica. Era por eso que tenía cierto resentimiento hacia ti, que fueras tú la Abrazada y no él.

Serán tiempos duros, Micaela. Temo que tendrás que ganarte un lugar aquí, y no será fácil.

La conversación se prolongó unas horas más, intercambiasteis pareceres sobre vuestra llegada a Praga. Xavier se mostraba intrigado por los lugares de interés de la ciudad, quería visitarla sin demora. Una pregunta a uno de los sirvientes le reveló que a la noche siguiente se estrenaba una ópera francesa, Sigurd de Ernest Reyer, y tu marido quedó entusiasmado ante la perspectiva de ir a verla a la noche siguiente.

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11/07/2014, 12:09
Micaela Almonaster de Pontalba

- Por supuesto. Iremos. Mañana recuerda pedirle a Janos que consiga entradas- concedió Micaela.

Una vez terminado el incómodo viaje, era evidente que ambos estaban más tranquilos. El cambio de planes, la ausencia de París, la presencia de esa incómoda criatura junto al camino y todas las novedades habían puesto en tensión tanto a la Domitor como al Ghoul.

- Retirémonos -petición implícita de alimentación.

Micaela sentía bastante desagrado ante la idea de alimentarse en público. Le parecía una falta de decoro, sobre todo cuando era de hombres. Habitualmente solían asociar el Éxtasis a otras actividades íntimas y sus cuerpos tendían a reaccionar físicamente de maneras más apropiadas para el dormitorio que para cualquier otro lugar. Xavier, pese a sus años de Ghoul, no era una excepción. Micaela tenía la sospecha de que si quisiera, podría controlarse, pero que lo hacía solo para incordiarla. Para recordarle que, pese a ser ella la Vástago, él seguía siendo el hombre.

El dormitorio era un lugar amplio, bellamente decorado. Las ventanas tenían pesadas contraventanas de madera cerradas, y encima, dobles cortinas de oscuro terciopelo. Y la cama, además, un dosel. Protección contra el sol. Retirándose tras un biombo y ayudada por una sirvienta a tal efecto, Micalea se desprendió del pesado vestido de viaje -viajar no es razón para ser descuidada con su aspecto- y se puso un camisón blanco de lino.

- Ven aquí - ordenó con voz suave. La vida con Xavier era una continua lucha de voluntades, todo el maldito tiempo. Por una parte, era agotador; por la otra la mantenía ágil de mente.

Bebió del cuello de su marido lo suficiente como para recuperarse del agotamiento del día. Había tenido un viaje agotador, y el delicado bouquet de un ghoul tan antiguo era una delicia. Obvió los jadeos del cuerpo extasiado de Xavier, no tenía tiempo para hacerle caso, cerró las heridas y ofreció a su jadeante esposo un hilo de su propia sangre. Una vez terminada la ceremonia que se repetía todos los amaneceres, le dejó sobre su lado de la cama y procedió a meterse entre las sábanas. Corrió el dosel y esperó a que el Sopor cayera sobre ella.

 

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11/07/2014, 17:40
Xavier Célestin Delfau de Pontalba

Al anochecer siguiente Janos tuvo listas las entradas para los dos, en el Teatro Nacional se representaba Sigurd, del francés Ernest Reyer, una obra menor de temática germana. Una deliciosa casualidad, ya que habíais asistido a su estreno en Bruselas meses antes y os había gustado. Era un síntoma agradable, algo que os recordara al hogar.

Teníais un palco privado desde el que disfrutar la obra, el edificio era una magnífica muestra de la arquitectura de la época. Las maderas nobles salpicadas por tonos dorados, su decoración neobarroca y los palcos deliciosamente colocados para tener una perspectiva idónea de la escena.

Ya es casualidad que sea esta obra. Al menos era entretenida, aunque preferiría a Verdi. comentó en el palco mientras se preparaba la representación. ¿Crees que habrá otros vástagos aquí? Yo sospecho que sí. dijo abiertamente con la seguridad que daba la intimidad del palco.

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11/07/2014, 17:53
Micaela Almonaster de Pontalba

- Tienes fácil encontrarlos, querido - comentó Micaela observando el escenario con sus impertinentes. Se tapaba la boca con un abanico, para que nadie leyera sus labios. Tenía mucho tiempo para observar la obra, y a medida que la gente se iba situando en los palcos, ojeó con tranquilidad su aspecto en este mundo y en el espiritual. Quizá localizara, y sería delicioso, a algún Despertado de burbujeante esencia.

- Deberías retomar tus clases de arte, Xavier. Solías tener unos dedos ágiles al piano, y no me avergüenza reconocer que era grato escucharte.  A pesar de tu maldita joie de vibre francesa -frunció la nariz-. Asesinas a Scarlatti, y lo que haces con Corelli debería estar penado. Aunque admito que tu Telemann es francamente conmovedor. ¿Ves a alguien interesante?

 

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12/07/2014, 13:00
Director

Notas de juego

La acción se traslada ahora a esta escena.