Partida Rol por web

No quería ofenderos, ha sido un error imperdonable… ¿Que criatura divina o demoniaca no disfruta la música? El único arte verdadero y efímero.

Orlok pareció mostrar una sonrisa sutil ante tu comentario, pero se abstuvo de replicarlo. Acarició el instrumento con mimo, como quien toma un bebé. El Nosferatu te miró con curiosidad.

He estado practicando, tengo un buen maestro. dijo con calidez. Me gustaría saber vuestra opinión acerca de la pieza que tocaré, ¿no os resultará inconveniente? ¿verdad? 

Sin darte oportunidad a réplica, el violinista Nosferatu empezó a tocar la misma pieza que escuchabas cuando estabas por la calle. En esta ocasión la ilusión de dos violines se congregaba en una de sola, pero la melodía sonó más anodina con varios pasajes que desafinaban y su músico trataba de subsanar como podía. Quedaba lejos del lirismo perfecto, con altibajos de calidad muy pronunciados, aunque veías en Orlok el esfuerzo por dar a luz a la música. Cuando terminó te miró esperanzado buscando tu veredicto.

¿Qué os ha parecido, Jonás? ¿Os ha gustado?

Se supone que no debe mentir al que todo lo sabe, así que tendrá que jugársela a provocar la ira de un antiguo.

-Por supuesto excelencia, aunque vuestro salto del Re al Do sostenido es un poco forzado, más intelectual que vivido. Aun así, yo lo haría mil veces peor, no os quepa duda.  No obstante, sois muy innovadores tocando el Cannon de Pachelbel en solitario o solo con dos violines sin bajo.

El cainita te miró unos instante con ojos inescrutables, con las manos levemente alzadas, parece tener un rostro pensativo. 

Bien. Muchas gracias. fue su escueta respuesta mientras guardaba el violín en su funda, dejó la misma sobre la mesa. Se paseó alrededor del mueble examinándote ahora con mayor detenimiento. Su silencio era inquietante, pero se mostraba tranquilo y cordial.

¿Qué os trae a mi ciudad, señor Millman? preguntó al fin, lo hizo en tono educado y agradable.

Jonás recuerda las palabras que le fueron dichas ayer mismo en aquel oscuro tunel:

Elijah sabrá que te mandamos para que nos informes. No has de mentirle, sólo has de mantener las apariencias.

Procede a contarle lo que ya tenia pensado: -Lo cierto es que estoy un poco cansado de Viena (no era una mentira) y que puede que en Praga encuentre nuevas cosas para ver y sentir. Esta es una capital de Europa…  y que mejor lugar para un admirador de lo bohemio que la capital de Bohemia, sonríe, diga lo que diga el papanatas de Henri Murger*.

La mirada del Nosferatu poseía la misma cualidad que la de Jehová, aunque en el caso de Orlok sí podías apreciar sus pupilas en su reflejo no podías leer nada. Unió las manos sobre su pecho, te contempló unos segundos antes de responder, con la luz de las velas parecía una fantasmagoría.

Entiendo. respondió pensativo. ¿Cómo se encuentra mi viejo amigo Jehová? ¿Sigue igual de críptico? preguntó con curiosidad venenosa, una que incluso tú notaste, aunque el cainita se mostraba tranquilo y agradable.

Venir a esta ciudad por haberse aburrido de otra. dijo para si, cavilando pensamientos. Al Príncipe no le agradan esta clase de visitas, mas quizá pueda acceder si sabéis convencerle adecuadamente.

-Terriblemente críptico, en confianza le diría que hasta lo irritante.

Jonás pasa el peso de su pierna sana al binomio pierna enferma- bastón.

-Respecto a los motivos de mi viaje, es el único motivo que tiene verdad en su interior. Otras explicaciones son que necesito estar cerca del imperio germánico para mis negocios de importación, aunque sinceramente Viena me daba la ventaja de ser la capital y poder enviar productos a toda Austriahumngria con mayor facilidad. O que tengo curiosidad por las bibliotecas y el conocimiento cainita de la ciudad, pero posiblemente le desagrade mi curiosidad. Siempre puedo apelar a su belleza y glorioso gobierno que es como un faro en la noche de Europa. Pero no creo que tratarle de tonto y apelar a su ego sea una buena idea en nuestro primer encuentro. ¿Tiene nuestro noble gobernante algún talón de Aquiles en su política de inmigración?

El conde se paseó escuchando las explicaciones de Jonás con paciencia. No parecía aburrido, sino que estaba pendiente aunque no participaba de la conversación. Cuando terminaste, se mantuvi en su semblante tranquilo y sereno.

Sé que no le gustan los charlatanes. Por suerte para usted, al menos añade un toque pintoresco e ilustrado a su tertulia. hizo una pausa algo inquietante. Claro que yo no soy el Príncipe. sonrió afilado.

El Nosferatu se paseó por la vieja sinagoga, parecía deslizarse sin dificultad a través del mar de velas.

Los habitantes de esta ciudad son celosos de su intimidad, no suelen gustar los forasteros que tienen intenciones de quedarse. Los que lo hacen suelen tener un padrino de peso. explicó mientras regresaba y se ponía frente a él juntando las manos.

Jehová es un amigo influyente, pero en Bohemia su estela flaquea lo suficiente como para no poseer influencia para su.. bienvenida. Quizá deba buscarse otro padrino.

No le hacia la mínima gracia por donde iba aquella conversación: a asumir una deuda con un "padrino" influyente o jugársela a caerle mal al príncipe del lugar y terminar su viaje antes de llegar. 

-¿Alguna sugerencia? Alguien que disfrute de los charlatanes pintorescos e ilustrados a poder ser.

El conde sonrió cordial mostrando su escalofriante dentadura.

Estoy seguro de que habrá alguien a quien pueda convencer. Un hombre letrado como usted tiene grandes aptitudes para granjearse el aprecio de las clases dirigentes. razonó mientras descubría una carta guardada en la funda del violín. Se la ofreció.

¿Está al corriente de la visita del Archiduque Rodolfo? Habrá una fiesta en la Mansión Kornfeld, ella aprecia el arte y los hombres de talento. ¿Por qué no intentarlo? Tres días es un margen aceptable para demorar la visita a un Príncipe, ¿no cree?

Jonás asiente mientras toma con delicadeza la carta que le tiende, como si fuera un objeto de incalculable valor. -Puede ser una buena oportunidad, desde luego. Si lo piensas bien, le estoy haciendo un favor para que tenga menos dudas sobre si debo quedarme o no, al fin y al cabo seré un buen súbdito para su alteza.

La lee con atención

-¿"Ella" es la anfitriona en la mansión Kornfeld?

La carta no tenía mucho secreto. Una hoja de papel grueso de color azul con un grabado de un zorro con una rosa en la boca, en el pie ponía la fecha de la fiesta, en tres días, y el lugar: la Isla de Kampa.

Orlok te miró con una fina ironía.

Katerina Kornfeld, la pequeña baronesa. la presentó añadiendo una testimonial sorna a lo de pequeña. Es la anfitriona de la fiesta, la mujer con la que deberías hablar y la chiquilla la gran baronesa de Viena. Estoy seguro de que estará encantada, por un tiempo, contigo, siempre que te esfuerces en captar su interés.

No sabías si el Nosferatu te hablaba con sinceridad o con burla, aunque de saberlo imaginabas que ambas iban de la mano. Parecía que Orlok no tenía muchos pelos en la lengua para hablar de la Kornfeld, pero tampoco se excedía en sus comentarios.

Jonás sonríe. -Seguro que es una mujer encantadora, espero captar su atención lo suficiente para que avale mi integración en esta sociedad. El interés es casi tan delicioso como la sangre, ¿qué seriamos sin el interés de los demás?

El joven vampiro le devuelve la nota tras memorizar el escudo de armas, la textura de papel, el posible perfume de la carta. Hay muchos detalles donde el cortesano atento puede sacar datos de su presa. En esta ocasión no se trataba de llevarse a nadie al huerto. Pero si de seducir, al menos intelectualmente a su presa, la cual esperaba fuera tan refinada y agradable como se espera de una noble.
 

Orlok te conminó a que te quedaras con la invitación, argumentó que sin ella poca asistencia ibas a tener a la fiesta. Cuando escuchó tu comentario acerca de lo agradable que era la baronesa asintió con un gesto que parecía sincero, pero no podías dejar de imaginar los códigos ocultos que no conocías del Primogénito Nosferatu.

Ha de tener en cuenta, señor Millman, que todos los que aquí viven, y me refiero a los míos, provienen de mi sangre o se ganaron su derecho a estar aquí. explicó con calma. Por lo que a mi respecta, usted es un intruso y un extranjero, si el Príncipe concediera que se quedara siempre podemos hablar en alguna otra ocasión. Hasta que llegue ese momento le pido que sea cuidadoso por las zonas en las que pasea.

No necesitó usar un tono amenazador, hablaba con tranquilidad pero con un significado subyacente muy claro. Aunque luego añadió, quizá para calmar la tensión generada en un momento. 

Mañana estrenan una nueva ópera, francesa, de un tal Ernest Reyer. Imagino que será un pasatiempo delicioso para usted, pregunte por la Sala Mozart, estoy seguro de que en ella podrá encontrar gente con gustos culinarios afines. O quizá quiera visitar el Club Real de Esgrima, el señor Orsini frecuenta ese lugar y es persona cercana del Príncipe. sonrió con amplitud, el gesto del cainita dio a entender que aquella conversación había terminado.

Te despidió con un amable asentimiento, recomendándote un hotel, el Europa, para que pudieras hospedarte mientras estuvieras sin refugio en Praga. La presencia de Orlok era muy ambigua, su educación exquisita ocultaba una personalidad que no sabrías como clasificar exactamente. 

Saliste del Josefov siguiendo las indicaciones del conde, el hotel Europa se encontraba en la Ciudad Nueva por lo que te aguardó un viaje prolongado pero que cumpliste. Pudieras estar cojo, pero al menos no te pesaba el cansancio.

Bueno, ya conozco al misterioso y anticuado conde, mi primogénito. Jonás opinaba que sin lugar a dudas se trata de un ser un tanto anacrónico, aunque eso era coherente con su aparente estilo de vida. Desde luego tenía que reconocerle que sabia guardar las formas y sabia marcar la diferencia de estatus de una manera elegante y sutil. Era un agradable que no le refrotaran sus cargos y antigüedad, pataleando en busca de atención y reconocimiento. El conde parecía saberse de mayor estatus, no necesitaba remarcarlo o reafirmarse en ello como una persona insegura. Desde luego es un hombre seguro de sí mismo. Ahora le quedaba una duda terrible: ¿se hospedaba en un hotel donde posiblemente su excelencia dispondría de ghouls que podrían carbonizarlo durante el día, confiando en su buena fe? ¿O se ponía paranoico y se refugiaba en cualquier otro lugar?

La gente se aparte inconscientemente de su lado, ha decido caminar ofuscado en lugar de bajo la máscara de los mil rostros. Por si acaso algún agente del príncipe se tomaba a mal su presencia por las calles.

Finalmente decide hacer caso al conde, viene referenciado por su querido Darboy y le ha indicado que si se queda en la ciudad tendrá que ganarse su derecho a estar aquí, en resumen que espera que Jonás le sea útil de algún modo, una pista de que, de momento no desea matarlo.

Tras registrarse en el susodicho hotel y dejar aviso de que no le molesten por la mañana se descubre pensando en el pobre Johannes, atrapado en el cuerpo de la altura de un niño. De alguna manera ha captado su atención, le ha parecido lo más sincero de lo que ha vivido hoy, quizá sea un posible amigo.

El día transcurrió sin percance para ti, el hotel era un lugar tranquilo y diligente con tus peticiones. Nadie te había molestado, ahora quedaba que plantearse para aquella noche.

Había varios sitios en los que alguien como tú pudiera ir. El Teatro Nacional, los cafés de la ciudad, el Club Real de Esgrima.. eras consciente de que, al fin y al cabo, deberías solicitar la entrevista con el Príncipe y que, al menos, tenías un par de días de gracia para realizarla.

¿Hacia dónde te dirigirías?

Una nueva noche, una nueva oportunidad de paladear el mundo. Telefoneara a Walter Maier, su pobre ghoul, para comunicarle que la mudanza no podrá confirmarla hasta dentro de tres días pero que siga empaquetando cosas. Espero tenerte pronto cerca, de nuevo- Dira a modo de despedida. Ya que la adicción a su sangre lo hacía dependiente de él, no le parecía mala idea fingir que era mutuo. El aprecio era sincero, no habia convertido en su criado personal al primer mequetrefe que se encontro.

Seguiría fielmente las indicaciones del primogenito, aunque no tenía buenas referencias del autor. Erostrato había sido un desastre total y desde entonces no había compuesto nada interesante, que Jonás supiera al menos. Pero ya fuera para aplaudirlo o para tener a alguien que criticar en círculos sociales, merecía la pena asistir a la obra, así que se prepara y engalana para el evento social. Espero que queden entradas decentes, piensa al salir de su habitación.