Partida Rol por web

El hombre continuó en silencio, amagando ataques sin convicción... y mi cuerpo bailaba su acero como lo hacia el reflejo de la luna en el agua... Destellos blancos en un filo que nunca llegaba a alcanzarlos...

No... no lo hacían... Porque aquel acero simulaba buscarme a pesar de no hacerlo... fingía buscar y desear una sangre que no pensaba derramar... y al corte profundo de la mano que lo portaba detuve las dagas cruzadas arañando el cielo... y vi su sangre gotear de ellas... como goteaba de él mismo... Y vi sus ojos... y la luz dulce en ellos...

El plata de las dagas descendía enredado en filigranas y destellos... velando el dorado de los ojos, miel suave... velando el perfil de los labios... que se dibujaban en una sonrisa leve.... velando el movimiento del cuerpo que se acercaba a él con sus giros incesantes... Más cerca... él aún se acercó más.

Giraba en blanco y plata cuando el cuerpo de Juan acortó aún la distancia, y encontré sus ojos sorprendida mientras su acero engañaba a los ojos tenebrosos de aquellos elfos... No a los míos... que se hundían en los suyos con la pregunta en su destello miel.... Por qué..? El filo de las dagas abría su carne... derramaba su vida sobre mi tiñendo de su rojo el blanco de mi pecho que rozaba el suyo.... Y extendí los brazos...cúspide y fin del movimiento... Brazos que desenredándose le segaban el aliento y le regalaban la noche y el dolor de los monjes... Y allí... pupila contra pupila y pecho contra pecho oí el motivo... Su aliento en mi oído... su vida en su aliento...

Las pupilas se me dilataron sorprendidas.... y apenas pudiendo sostenerle mientras sus rodillas ya sin fuerzas cedían a la muerte le acompañe a la arena... Roja de su sangre... sacudida de su respiración...

Las dagas se clavaron en la arena a un giro de mis manos... y de rodillas a su lado, libre ahora del acero cerré sus ojos... Y sonreí.... mientras elevaba mi Fuego a la Diosa... mientras podía oir el paso apresurado de los monjes... y de su nueva vida acercándose....

Vela por él y por su luz... madre... Acúnale en las sombras e ilumina su despertar... Que la noche de la muerte no opaque su esperanza... que la tiniebla de sus días no le robe el deseo y el augurio de un mundo mejor....

Los monjes recogieron su cuerpo mientras yo me ponía en pie despacio... mientras recogía las dagas en el movimiento... y el miel buscaba a la Dama Negra... Y me incliné en el saludo mientras mis pupilas se clavaban en las suyas... con el triunfo en ellas... Triunfo de luz.. no de muerte...

De nuevo convocada... observada bajo la mirada y la sonrisa socarrona de la Dama Negra... de aquellos de su raza que en las gradas pedían mi sangre... mi aliento... mi sufrimiento para su disfrute... Y yo, con el orgullo en el porte erguido... en los hombros fuertes... en el brillo de la mirada miel que destellaba en oro al sol... les mantenía las miradas y las voces... Y sonreía... levantando la barbilla y el fuego de mi pecho a mi diosa... sintiendo el pelo enredado por el hálito enfermo de aquella tierra... viento frío sobre piel cálida de desierto... sobre velos blancos arremolinados a mi cuerpo que marcaban mi senda y mi destino... mi convicción... mi fe...

El ruido de pasos a mi espalda fue leve... no así el conocido sonido del acero rasgar el aire en movimientos precisos... y apenas girando la cabeza, velada la mirada por el pelo negro que oscilaba entre los dedos de aquel viento... busqué por encima del hombro.... Y la sonrisa se me afiló... y las manos buscaron las dagas liberándolas despacio de su prisión en mi cintura...

Me gire despacio... acompañado el gesto por aquella brisa enferma que me rodeaba de gritos y deseos de horror... Y el gesto se me volvió felino... La mirada más que eso....

Elfo....

Delderius Caelis no era una buena persona en ninguno de los amplios sentidos del término. No disfrutaba con ninguno de esos pequeños placeres que tienen para sí aquellos que se sentían parte de algo mejor que ellos

Esa mañana se había despertado con ánimo de jugar. O para ser mas precisos, con animo de humillar. Y el motivo era su excelente humor. Fue a solicitar un combate con Anat con el único propósito de terminar viendo a esa excelente esclava, llena de orgullo, nuevamente quebrada a sus pies. Recogió de su habitación la cabellera de Anat y anudó los mechones trenzándolos a sus dos armas. Después se arregló para salir a la arena.

Había dias en que la vida era bella. Y esa sensación solo se acrecentó cuando vio a la haakim mirarle con un orgullo que malamente disimulaba el odio que la humana sentía por el.

El elfo oscuro empezó a hacer girar sus kukris con gran velocidad.

- ¿Sabes? Me gusta la competención, Anat. He traido uno de mis trofeos, tu cabellera. Para que puedas recuperarlo cuando me ganes. Aunque claro, dado como combates, eso no creo que sea tampoco esta mañana - Delderius sonreía mientras hablaba, con exquisitos modales- Pero necesito tu colaboración. ¿Qué me llevaré de ti hoy cuando estés tendida en la arena? Tus ropas son mias. Tu cabellera mia. Tus armas mias. ¿Cual será mi trofeo cuando estés en la arena destrozada a mis pies?. Aconsejame con que profanarte esta vez, sacerdotisa esclava

Delderius no le dejó responder. El ataque de Anat era torpe, un movimiento de las dagas en dirección al torso de Delderius, y a este le fue muy sencillo bloquear el ataque interceptando el mismo con un tajo de abajo arriba de uno de sus kukris, que dejó sangrando el brazo derecho de Anat. Casi al mismo tiempo su segundo kukri agredía a la haakim en el brazo contrario

- Estate atenta, perra. Y responde cuando te hablo - dije cambiando el tono bruscamente

Delderius repasó a su contrincante mientras ambos danzaban el baile de la muerte en la arena. Anat era algo especial para el, después de todo.

- La verdad es que si no fuera por lo barato que me sale poder disfrutar de tus servicios sería una pena no poder comprarte, la verdad. - dijo acercándose junto al cuerpo de su adversaria para tratar de golpearle en la pierna mientras movía con velocidad sus kukris

Las dagas ondulaban con la cadencia tranquila... acompañadas del suave ondular de la túnica a cada uno de mis giros... Blanco sedoso lamido por las voces ímpias de aquellos elfos... Esclava me llamaban... Ilusos... nací libre... libre era... y era mi voluntad la que me llevaba allí... mi senda... y la perdición de las suyas...

La mirada miel acarició un segundo la trenza de mi pelo que Delderius llevaba atado a sus armas... y la sonrisa aún fue más orgullosa mientras le escuchaba.. mientras las pupilas se mezclaban y vertían en las suyas... El fuego estallando en el pecho... y la precipitación...

Sus kukris segaron mi voz como segaron mis brazos mucho antes de que pudiera siquiera rozar su piel con mis filos... Y el dolor me recorrió inclemente... tensando mis musculos... mi barbilla... endureciendome el gesto que lo soportó enhiesto... y apreté los dientes... y los anillos ámbar de los ojos fueron dos dagas que buscaron los suyos...

Perra...

La sonrisa se me afianzó orgullosa.. como lo hicieron las piernas en la arena, las caderas en su vaivén... mientras los brazos... casi seccionados... derrramaban mi sangre sobre el plata de mis dagas... tiñendolas de rojo fuego.. de rojo Hakhim... rojo que goteaba en un coliseo que la aclamaba alborozado... sediento... Me bebería... pero no sería la única que calmará su sed...

Su cuerpo se acercó al mío en sus movimientos elegantes... filos mortales e hipnóticos que danzaban a su alrededor... y yo... con el dorado hundido en sus ojos de tineblas... vi su destello... y precipitó el mio...

Sus kukris se enredaron con los velos de mi pierna... estelas de mi cuerpo que ya giraba evitando su acero... acero que lamía las sedas... no la piel de desierto que se acercaba a él... piel dorada bañada de sol y días de arena... ojos dorados bañados de fe y fuerza...

Mi plata se hudió en su pecho como mis pupilas en las suyas...

Quieres algo?.. un trofeo?... Llevate mi recuerdo acuchillandote el corazón... elfo negro... Llevate de recuerdo la luz de desierto que ha de torturarte... de la fe verdadera... Llevate la inquina de saber de la libertad de mi ser... Porque soy libre y así he de morir... No como tú... Esclavo de tu propia tiniebla... La sonrisa se me dibujaba desdeñosa en los labios cuando acercandome aún más a él.. dejandome caer sobre su pecho hundía más el acero... Un segundo en él... Y el giro le arrancó de mis dagas y del aroma a jazmín... Te salgo barata?.. en poco valoras tu savia,pues ese es el precio de tu disfrute...Y no me llames perra.. no fui yo la que resucito sus piernas desde las tripas de uno... cómo tú...

Detenida frente a él el leve gesto de la cabeza, la sorisa maliciosa fueron el desafío... Sangras elfo?... las miradas se entremezclaron casi físicas entre nosotros... Disfrutas de mi acero y de tu dolor?... Ven entonces a por más...

- Solo el asesino y el violador sabe de poesia niña. Deberías dejar de intentarlo - murmuro casi agradecido porque sea capaz de golpearme, y de poner algo de interés al combate.- Aquí hay uno que lleva cadenas de fe, cadenas de ignorancia, cadenas de mortalidad, cadenas de esperanza. Y hay otro que no. ¿Llamas a eso oscuridad?. Es un pensamiento divertido. Esta noche, cuando disfrute del cuerpo de una mujer hermosa y complaciente, o cuando decida si combato o no en un nuevo duelo, meditaré en lo absurdo de tus palabras. En cuanto a lo de mi pierna... - sonreí, brevemente, y mis kukris se movieron a la velocidad de vértigo, esquivando el ataque de Anat con sus dagas y seccionando su muñeca derecha de un rápido golpe- Deberías preocuparte mas bien por lo que puede ocurrirle a tu mano

Doy un paso atrás y golpeo nuevamente, esta vez la pierna derecha, con un golpe largo y doloroso.
- Y por tu pierna, en realidad. Sigues sin ser rival para mi. Tu dios no te respeta lo suficiente para evitarte una nueva humillación. ¿No te cansas?

Moviendome con velocidad nuevamente lancé un poderoso golpe amenazando el costado derecho de Anat, así como su pierna izquierda

- ¿Por qué no lo dejas? Serías mas feliz como esclava, en serio. Si tu dios no valora tus servicios, ¿a qué sufrir dolores sin número, y correr el riesgo de ser humillada delante de extraños que te odian y que te miran, solo, como objeto de deseo, curiosidad y servicio?

Sí.. vives en la oscuridad.. y llamas cadenas al aliento de un alma... al brillo de una mirada.. a la fuerza de un corazón... No me preocupa mi mano... tarde o temprano mi cuerpo ha de morir para no resucitar... pero nunca he de perder mi alma.... Nunca...

La voz se entrecortaba entre jadeos exhaustos... sangre y sudor se enredaban en mi piel y en mi agotamiento... me sentía desfallecer... Aguantaría un poco más...

Mi diosa... me ama.... igual que amo yo... Crees que no ayudarme a destrozarte es humillarme? es olvidarme?... te equivocas elfo... más consigue mi sangre en esta arena que la tuya... la mirada chispeo.. relampago de oro... cuando di un paso desafiante hacia él... El brazo derecho pendía inherte de mi cuerpo... sangrando y regando el camino que recorría...

Hay una pequeña avispa... en mi tierra... una pequeña y solitaria avispa... que llegado el momento... busca a la tarántula... la sonrisa se me afilaba... como lo hacían los ojos... como lo hacía el único filo que aún era capaz de sostener...Qué importaba?... mi verdadera arma.. estaba dentro de mi y se me desbordaba ahora en las pupilas y la voz... Y se arriesga... y vence... e introduce su aguijón y su propia vida dentro de ella... Una vida que crece en el interior del monstruo... y que lo acaba deborando...

Esa soy yo y mi luz... elfo... y mi fe... los hombros se tornaron fuertes... la barbilla se afianzo en el gesto... y mi sangre sobre esta arena... Muchos hay ya que dudan... Aún serán más....

Vi sus armas levantarse... vi su filo apuntado mi pecho... y con la sonrisa en los labios le esperé... con el aguijón en los ojos...

Luz....

Por un instante una sombra de tristeza cubre los ojos de Delderius. O tal vez sea una ilusión. El elfo menea la cabeza

- Toda vida busca perpetuarse. Es esta posibilidad de muerte, es esta arena impregnada de sangre, lo que da sentido a sensaciones que estarían haitas. No lo entiendes, pero es normal: no podrías. No sabes lo que es sentir el placer hasta estar lleno, no sabes lo que es ceder a toda pasión de tu alma. Vives encadenada por los convencionalismos sociales, y niegas la propia sombra que se oculta en ti. - Delderius recobra su seriedad habitual- Pero dices bien. Hay algunos que dudan. Hay un dicho en mi tierra: si el león se vuelve cordero, muere como cordero. Pero en este caso es mas triste todavia. ¿Podrás dormir, niña?. Si al final por tus tonterias, y las de Ricardo, y las de tus orcos, todos los seres de esta ciudad son exterminados, ¿podrás dormir?. Yo si. Yo dormiré, pase lo que pase. Sobreviviré, pase lo que pase. Pero tú no. Los humanos habeis producido la mayor mortandad de la historia de los seres inteligentes. Creí que vuestra doble moral estaría satisfecha. Veo que me equivoqué.

Me muevo con elegancia, y esquivo el último ataque de Anat. Con un rápido movimiento mis kukris traban sus dagas, y simplemente me dejo caer. Su cuerpo, herido, no puede soportar mi movimiento, y mientras caemos mis espadas atraviesan su pecho, clavandola en la arena. Le miro a los ojos mientras me levanto

- Mi trofeo... ¿cual será mi trofeo? - el gesto había vuelto a ser burlón, la mirada volvía a ser un claro símbolo de inteligente malevolencia. Me toqué la barbilla pensarivo, mientras la haakim se estremecía atravesada por el acero, incapaz de moverse, cercana la pesadilla de la muerte. Al final tuve una idea, me acuclillé junto a ella- Hablas de tu luz y de mi ocuridad, Anat. Pero es solo una idea romantica y falsa. Lo único real es el placer. - puse mis manos sobre sus senos y los apreté con fuerza sonriendo- Y en eso, como en la arena, siempre te gano. - me acerco a su oreja y le susurro- Mi trofeo es este... tengo dos humanos presos. Los capturé tratando de asesinar a unos hermanos. Voy a torturarlos hasta que me digan lo que necesito saber. Pero luego de que sepa eso... no se lo que haré con ellos. Tal vez lo que tu hicieras podria modificar mi aptitud para con ellos. Piensalo, y ven a verme si lo deseas. Mientras me llevaré.... digamos que tus ropas nuevamente. Comprendelo, tanto aguijón, y tanta luz, no quiero que se queden invisibles para mi pueblo

Y tras estas palabras desnudé a anat, y la dejé languideciendo en medio de su sangre, clavada a la arena del coliseo, hasta que los resucitadores se la llevaron.

DUELO PARA DELDERIUS. ARENA LIBRE PARA NUEVOS DUELOS