Partida Rol por web

El bote se mecía a los lados, de forma poco constante. Aquellas corrientes, lo sabía bien, eran imposibles. Fluían sin sentido de un lado a otro, de una forma antinatural. Era como si a pocos metros cambiase de oceano, solo para volver a hacerlo cuando avanzaba un poco más. Había tenido que corregir la ruta del bote remando al menos tres veces.

De repente, se detuvo.

Algo había golpeado la embarcación. Estaba seguro.

De inmediato, recojo los remos y los deposito en el interior del bote. Compruebo mi posición mirando de reojo el sol que se vislumbra en medio de la bruma y, con la rodilla izquierda apoyada en el fondo del bote, observo detenidamente las grisáceas aguas que me rodean.
Trato de distinguir que es lo que ha golpeado mi embarcación.

Juan observaba las aguas oscurecidas por la noche con calma, la mano sobre la empuñadura de su espada. Por si acaso...

Algo se movía en el agua, a estribor. Se desplazaba lentamente mientras trazaba un círculo alrededor de la embarcación. Hasta que comenzó a enfilarla. Entonces, aceleró su movimiento...

De momento, solo puedo alcanzar a ver la estela que deja el animal que se aproxima. Por tanto, vuelvo a agarrar los remos y bogo con energía hacia la costa mientras observo si esa bestia me sigue.
Compruebo mi posición observando la posición del sol en el cielo y, manteniendo un rumbo constante, vuelvo a observa al animal.
Mientras bogo, miro en el interior del bote por si hubiera algún arpón o lanza.

La experiencia de Juan en el mar le salva de una embestida de aquella cosa. Se acerca a la costa con velocidad, pero el ser se prepara para embestir de nuevo...

Apoyo mi pie derecho en el banco de popa del bote y, aprovechando ese apoyo, imprimo aun mas fuerza a los remos.
Mis músculos se tensan sobre asideros de los mismos y el sudor empieza a correr por mi espalda a causa del esfuerzo.
Continuo remando hacia la costa pero no pierdo de vista las evoluciones del engendro que intenta darme caza. Y mientras remo, no puedo evitar pensar.
Lo que me faltaba. hacer de carnaza para una bestia que ni siquiera he podido identificar.
Y pensando en esto y, pese a mi situación, una sonrisa aparece en mi rostro mientras me vos aproximando a la costa.

¡La leche!. ¡Es que me descojono hombre!. ¿Pero que crees que pensaba hacer si me hundía el bote?. Je,je,je. Exacto. Eso mismo. Hala!. ¡Otro ataque de carraspera!. Joder.
Vale, vale. Vamos progresando. En cuerpo tengo cuatro dados, ¿no?. Lo se por que eso era lo que tiraba para soltarme de las estrangulaciones.
Pero en navegacion, no tengo ni idea de los dados que tengo. Es mas, es que no la veo ni en mi ficha.

La bestia marina se aproxima inexorablemente. Y yo, me estoy cansando de remar.
Detengo por tanto el bote y, rápidamente, arrojo los remos en el interior del mismo.
Desenvaino y con la rodilla derecha apoyada en fondo de mi embarcación, espero a que mi enemigo se aproxime.
A la mortecina luz que se filtra a través de la niebla, distingo la ola que levanta la bestia en su avance.
Y su objetivo, soy yo.
Se aproxima por instantes y yo alzo mi espada listo para golpear. Y cuando la bestia asoma abriendo sus potentes mandíbulas, salto hacia delante como si estuviera impulsado por un resorte y descargo una estocada recta sobre el monstruo marino.

Juan esperó con paciencia a que el ser se aproximse, con la sangre fría del que está acostumbrado al peligro. Cuando aquella cosa se precipitaba hacia la embarcación, lanzó su espada hacia lo que esperaba fuese su cabeza. Aquella cosa parecía poder chillar, y se desvió al recibir el poderoso mandoble. Había salvado su embarcación, por ahora.

La bestia se alejó unos metros, parecía confusa. Pero no creía haberla matado, aun no.

Tras repeler el ataque de la bestia, permanezco atento a sus reacciones. No parece que quiera reiniciar su ataque. Y esa es una situación que debo aprovechar.
Vuelvo a sentarme en el banco del bote y agarro ambos remos.
Compruebo mi situación por la luz mortecina que atraviesa la niebla, y me dirijo de nuevo a la isla.
Sin embargo, es muy posible que el sonido de mis remos, alerta de nuevo a la bestia.
Por tanto, mientras avanzo entre la bruma, no pierdo de vista las aguas de mi entorno.