Partida Rol por web

Las cadenas repicaban contra el suelo, mientras Renato corría con toda la fuerza de su juventud ladera arriba. Aquella pendiente ligeramente escarpada se abría ante él, llevandole hacia arriba. Hacia el templo.

El rumor de las piedras al desprenderse era lo único que le separaba del silencio total. Aquello no le gustaba. Estaba acostumbrado a ganarse la vida en lugares más bulliciosos, donde podía perderse entre la gente.

Aquí estaba solo.

El viaje fue silencioso para todos, pero en el caso de Renato el silencio solo demostraba su furia. Aunque parecía imposible, el pequeño de las cadenas había perdido el buen humor. Enterarse que Delderius había sido su padre no era algo agradable. Ya no le gustaba pero... ahora era peor.

"Melissa" el nombre daba vueltas en su mente mientras intentaba recordar algún momento de su infancia. Siempre supo que debía tener una madre y que esta lo había abandonado. Pero a sus infantiles ojos el sacrificio de esta tomaba un nuevo sentido. No era que no lo quería, sino que lo quería lo suficiente como para impedir que se conviertiera en esclavo. Y ese maldito violador... - Ya se verá con mis cadenas - murmuraba entredientes mientras poco a poco sus compañeros... o debía decir contendientes iban descendiendo alrededor de la isla

- Bueno, ya me vengaré, ahora solo debo sobrevivir hasta llegar al templo... y ruego que el también llegue. Será un placer matarlo con mis propias manos... o más bien, con mis cadenas -

Mientras corría el pequeño miraba a su alrededor. Sospechaba que el camino no sería sencillo y seguramente alguien, o algo, le intentaría impedir llegar al templo... No lo conseguirán. Con la mente puesta en la futura muerte, a través de sus cadenas, del que era su padre, no miraba demasiado alrededor, solo lo mínimo como para no perder la senda. Sin embargo, incoscientemente, sus oidos detectaron...

Renato detuvo un momento sus pasos. PArecía sonar... a tormenta. ¿Pero, como? el cielo estaba despejado sobre él... aunque las nubes de aquel lugar tomaban formas extrañas, no creía que pudiese llegar a llover de la nada. ¿O sí?

¿Y si no era aquello... que era? No conseguía ver nada fuera de lo corriente a su alrededor.

El sonido preocupó al pequeño de las cadenas. Casi sin darse cuenta buscó un lugar despejado, pero donde pudiera cubrirse las espaldas con algún arbol. Que sería ese sonido. No podía ser una tormenta... quizás algo que descendiera por la ladera, pero... tan ruidoso?

Por su mente surgieron imágenes de estampidas de animales y de rocas cayendo con velocidad y, prudentemente buscó un sitio donde resguardarse. Fuera lo que fuera era más sensato verificar que no fuera peligroso antes de seguir trepando. Con las cadenas en sus manos el pequeño pícaro se preparó a defenderse si hacia falta... o dejar pasar a lo que fuera producía ese ruido sin que lo descubrieran si era posible.

En la amplia ladera no parecía haber nada en lo que resguardarse. Solo algunos árboles es encontraban cerca de los precipicios que se hayaban a ambos lados de la pendiente. En ese momento vio que es lo que se acercaba. Tragó saliva.

Era una estampida de seres, de dos patas, que se acercaban trotando a gran velocidad. Tenían dos piernas enormes y fuertes, con una cabeza coronada en hueso, en cuya boca parecía contener relámpagos, si es que aquello era posible. venían por decenas, corriendo espantados. Algunos incluso caían por los bordes de los barrancos, empujados por sus camaradas.

Y se acercaban...

Al darse cuenta de lo que se le venía encima Renato tragó saliva y se preocupó... aun más de lo que ya estaba preocupado.

Desesperado volvió a mirar a su alrededor, esperando que, contra todo pronóstico, apareciera algún refugio que antes no hubiera visto. Obviamente no había ningún refugio por lo que se preparó para hacer lo que mejor sabía. Esquivar a cualquiera que intentara llevárselo por delante.

Respirando profundamente apoyó bien sus pies y se preparó a bailar por su vida. Lo había hecho en el Coliseo... esperaba que en la ladera fuera tan sencillo (o no tan complicado) como lo había sido en la arena.

A pesar de su increíble velocidad, los seres eran demasiados. Arrollaron a Renato, dejándole golpeado y destrozado en el suelo.

A medida que apenas quedaban seres de aquellos para pisotearle, Renato vio porque huían... Una especie de gigante, de unos tres metros de altura, se acercaba corriendo hacia él en busca de carne de la que alimentarse. Su boca y hombros emanaban fuego, su rugida hacía temblar las piedras.

- Ay, ay, ay - todavía maltrecho por el extraño ganado que lo había, literalmente, pasado por encima, Renato no pudo menos que preocuparse al ver al gigante. Casi desesperado volvió a mirar a su alrededor buscando donde esconderse. Todavía sentía laspezuñas sobre su cuerpo y, probablemente un combate no era lo que más le convenía en este momento. Debo llegar vivo al templo para matar a ese elfo se dijo a si mismo al notar que uno de los pocos arboles que había en el lugar le permitiría esconderse

El pequeño de las cadenas se movió hacia su "descubrimiento" y su cuerpo se pegó al tronco. Espero que no me haya visto pensó mientras cruzaba los dedos con esperanza.

No había más que los árboles que practicamente colgaban sobre el barranco... los árboles... Tal vez...

El gigante se acercaba mientras los últimos de aquellos bichos pasaban junto a él, pero ya eran demasiado escasos para suponer una amenaza. Pero aquel ser cada vez se acercaba más...

Renato buscó refugio entre los arboles que bordeaban el precipicio y se acomodó tras uno de ellos mientras observaba, preocupado, la reacción del gigante. Lo vería? Esperaba que no. Todavía le dolían los huesos por las extrañas criaturas que lo habían arrollado como para tener combatir... pero si resultaba necesario lo haría. Después de todo, tenía una madre que vengar.

El gigante parece algo cansado de correr detrás de la manada, cuyos miembros más rezagados aun están pasando junto a Renato. Mira al gladiador con curiosidad... y se acerca hacia él.

Al darse cuenta que el enorme ser es consciente de su presencia, Renato se aleja unos pasos del borde del precipicio y con su mejor cara de nada se prepara para un combate distinto a los que está acostumbrado. Un combate diplomático. Solo quedaba por ver si el gigante lo dejará pasar o deberá combatir con el.

Aún golpeado por el rebaño, Renato espera que con las palabras sea suficiente.

El enorme ser no parecía, precisamente amistoso, pero Renato, si podía evitarlo, prefería evitar el combate. Con calma, tratando de no parecer agresivo se movió hacia un costado, tratando de dejarle campo libre al gigante y que este pudiera seguir con su cacería.

Sus ojos, sin embargo, no se separaban de los del cazador, mientras sus cadenas colgaban de sus hombros y le mostraba las manos abiertas, sin armas y con su cabeza le hací gestos de que pasara - Tu caza es tuya - murmuró, tratando de darse cuenta si este lo entendía - Puedes pasar -

El ser observa a Renato de arriba abajo. No parece demasiado fuerte, pero las cadenas de sus brazos le preocupan... Aunque no le comprende, prefiere buscar objetivos más simples para su almuerzo.

Con calma, algo más tranquilo al ver que el cazador no lo confunde, aparentemente, con una presa, Renato continúa moviendose, muy despacio, intentando rodear al gigante y dejarlo con sus tareas.

Mientras se mueve, esboza una sonrisa, demostrando su buena voluntad mientars sus ojos no dejan de mirar al enorme ser.